viernes, 8 de junio de 2018

Cómo Argentina pasó de vender bonos a 100 años a un rescate del FMI… @dealgunamanera...

Cómo Argentina pasó de vender bonos a 100 años a un rescate del FMI…

Mauricio Macri.

El crédito del FMI a Argentina demuestra que a veces, en los mercados financieros, los recuerdos pueden ser fugaces. El año pasado, Argentina vendió bonos a 100 años, uniéndose a un selecto club de países con la confianza para pedir prestado por un período tan prolongado. Pero este jueves, el Fondo Monetario Internacional acordó con el Gobierno de Mauricio Macri darle una ayuda crediticia ‘stand by’ de 50.000 millones de dólares a un plazo de tres años. Principalmente, para ayudarlo a combatir una crisis cambiaria y limitar el daño adicional a la economía argentina. En primer lugar detonado por un peligroso estallido de confusión en el mercado.

© Escrito por Andrés Tovar el viernes 08/06/2018 y publicado por la Revista Cambio16 de la Ciudad de Madrid, España.

Se espera que los fondos del crédito del FMI a Argentina estén disponibles desde el 20 de junio. Asimismo, se espera que, en forma inmediata, se concrete el primer desembolso por unos 15.000 millones de dólares. Éstos van a reforzar, según la Hacienda argentina, las partidas presupuestarias y las reservas del Banco Central de la República Argentina (BCRA).

También incluye metas de inflación, con las cuales se guiará el Banco Central dentro de un régimen de tipo de cambio flotante. 17 % para 2019, 13 % para 2020 y 9 % para 2021. Un punto clave.: En el período 2018-2021, Argentina deberá reducir su déficit en 19.300 millones de dólares.

Argentina deberá devolver cada uno de los desembolsos de este préstamo en ocho cuotas trimestrales. Con tres años de gracia y con tasas de interés variables -que van del 1,96% al 4,96%-. 

¿Pero qué salió mal?

Cuando Macri llegó al poder a fines de 2015, juró deshacer las políticas económicas populistas de su predecesora Cristina Fernández de Kirchner. Principalmente de los controles de divisas, las restricciones comerciales y el fuerte gasto gubernamental. En ese momento, el país enfrentaba una inflación de dos dígitos, grandes déficits y acceso limitado a los mercados internacionales de capital. Los inversionistas le dieron a Macri cierto margen de maniobra porque una devaluación del peso argentino, tasas de interés más altas y recortes incómodos a los subsidios del gobierno estaban entre los cambios difíciles pero necesarios que el presidente prometió.

Pero luego el gobierno y el banco central cometieron un error, a los ojos de los inversores. En Argentina, la alta inflación es un problema crónico. La tasa de inflación anual superó el 20% el año pasado. Por ende, la segunda más alta en la región, solo detrás de Venezuela. Sin embargo, a fines del año pasado, el gobierno redujo sus metas de inflación. Principalmente apuntó a una tasa de 15% este año, en lugar de entre 8% y 12%. En consecuencia, empujó hacia fuera el objetivo para bajar el precio al 5% desde 2019. Hasta 2020. Esto fue seguido en enero por el banco central, que redujo las tasas de interés hasta el 28%, un movimiento curioso para los legisladores que buscan dominar la inflación.

Lo que siguió fue una venta masiva en el peso, que se ha acelerado en los últimos días. La moneda ha perdido más del 20% de su valor frente al dólar en lo que va de año, estableciendo mínimos récords sucesivos frente a la moneda estadounidense.

Y llegó el crédito del FMI a Argentina

Todo esto está pasando en la misma Argentina que ha incumplido su deuda ocho veces en los últimos 200 años, incluido el mayor incumplimiento soberano de la historia en 2001. También en la misma donde, hace meses atrás, los inversores decidieron que era una buena idea prestarle a la nación sudamericana durante 100 años.

En la previa, el Gobierno de Macri ha evitado hablar de “crisis”. Por el contrario, afirman que el plan es “consistente y sostenible económica, social y políticamente”. Asimismo, que buscará una “convergencia más rápida” al equilibrio fiscal y reducir la inflación.

No obstante, es un camino políticamente complicado para Macri. Muchos en Argentina todavía culpan al FMI por la severa crisis económica del país a comienzos de siglo, que dejó a enormes sectores de la población desempleados y en la pobreza. En consecuencia, el regreso al FMI esta semana se ha encontrado con algunas protestas callejeras. Existe una preocupación entre algunos inversionistas. Principalmente, que las consecuencias políticas de ir al FMI podrían hacer más difícil para Macri continuar con sus reformas económicas. Un temor que está ayudando a bajar el peso, a pesar del potencial salvavidas del FMI.

Frente a ello, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, dijo que Argentina debe “entender” que la solución a los problemas del país “depende de los argentinos y que no hay magia. El crédito del FMI a Argentina ayuda. Pero que resolvamos nuestros problemas depende de nosotros”.

Mientras tanto, el tema seguirá en la agenda. Ya la oposición argentina expresó su “preocupación”. En consecuencia, pidió que sea tratado en el Parlamento.


martes, 5 de junio de 2018

La disyuntiva del aborto (I)... @dealgunamanera...

La disyuntiva del aborto...


No puedes abortar. Tampoco puedes tener muchos hijos. Tienes que cuidarte. Pero tampoco puedes andar con condón en la cartera, eso es de puta. Y no puedes ser puta. La mujer se tiene que preservar. Sino, ningún hombre va a querer casarse contigo.

No salgas con ropa corta, apretada, transparente, escotada, ropa de puta. Así, estás pidiendo que abusen de ti. Después un tipo pasa y te toca y todavía quieres reclamar. No seas zorra. No seas promiscua.

El hombre actúa por instinto. No lo provoques. No quieres merecer que te violen. Pero, si te violan, no puedes abortar. La criatura no tiene la culpa.

Cuando salgas a un bar, no puedes tomar. Después te emborrachas, te pasa algo, y todavía reclamas. Tomar es de ordinarias. Tienes que ser rectita. Sino ningún hombre te va a querer. A los hombres no les gustan las mujeres que viven en la calle. Pero tampoco vivas encerrada en tu casa, porque así no vas a conseguir novio.

No te acuestes en la primera cita. El hombre no se casa con la mujer que coge de primera. ¿Cómo que no te quieres casar? Toda mujer se quiere casar. Ya hace un año que te casaste, ¿y? ¿Para cuándo el bebé? Toda mujer tiene que tener hijos.

Pero no engordes después de tener hijos. Al hombre no le gusta la mujer gorda, dejada. No te puedes descuidar. Pero tampoco adelgaces mucho. Al hombre le gustan las curvas.

¿Cómo que no te gustan los hombres? No puedes ser lesbiana. Las lesbianas son promiscuas. Las Bi son todas sinvergüenzas. Andan con esas pendejadas de ser lesbianas o Bi porque nunca se las cogieron bien.

Hay que casarse, tener hijos, tener un cuerpo que encaje en el patrón de belleza y estar bien arreglada. Al hombre no le gustan las mujeres desarregladas. Después te caga, y tú todavía reclamas.

También tienes que trabajar. ¿Las mujeres no querían tener derechos? Hay que trabajar igual que los hombres, pero ganar menos. El hombre se siente inferior si la mujer gana más. Y, si por acaso, ganas más que él, no le digas a nadie, así no lo haces sentir mal.

Estudia. Al hombre no le gusta la mujer ignorante. Pero no estudies mucho. Con que te recibas está bien. No precisas de posgrado, maestría, doctorado, esas cosas. Al hombre no le gusta la mujer que quiere ser más inteligente que él.

El Feminismo es cosa de putas. No puedes ser puta. Si quieres igualdad, anotate en el ejército. Que no te guste el fútbol ni los videojuegos, ni nada de esas cosas de hombres. Al hombre no le gusta la mujer que quiere saber más de deportes que él. La mujer solo quiere saber de esas cosas para llamar la atención de los hombres.

Al hombre no le gusta la mujer que vive llamando la atención. Al hombre no le gusta la mujer que se pone a discutir sobre cosas de hombres. Después sufres algún tipo de violencia y todavía pretendes reclamar.

No seas puta. No seas puritana.

Ten hijos, pero solo cuando te lo permitan.

No engordes. No seas muy flaca. No quieres que te violen o te den una paliza. Ponte en tu lugar. No te pongas a exigir derechos.

Ubícate. No cuestiones. No reclames. Cumple tu rol de mujer. Tu rol de novia. Tu rol de esposa. Tu rol de madre.

¡Qué papelón! No cojas, a no ser que sea para tener hijos. No hagas nada de lo que tengas ganas.

No seas feliz. No pienses. Y si es posible... ¡Ni existas! 

Anónimo.

© Publicado el domingo 29/04/2018 en el muro de la Red Social Facebook de Himura Kuranay Ciudad de Trujillo, República del Perú.




domingo, 3 de junio de 2018

Julio César, el populista… @dealgunamanera...

Julio César, el populista…

Ulises…

Durante el nazismo se montó muchas veces El mercader de Venecia, porque era una obra antisemita; también fue recitado miles de veces por los antifascistas el soneto 66 de Shakespeare. Es que Shakespeare era todo el género humano, inventó la personalidad humana.

© Escrito por Raúl del Pozo el jueves 05/04/2018 y publicado por el Diario EL Mundo de la Ciudad de Madrid, España.

Ésa fue la conclusión de Harold Bloom en El canon occidental. El crítico que escandalizó al mundo no sabe si Dios creó a Shakespeare, pero está seguro de que Shakespeare nos creó a nosotros. Después de mamarse 38 obras, Bloom quedó hipnotizado por el Bardo. Considera a Falstaff el monarca absoluto del lenguaje y a Julio César, la tragedia perfecta. La leyó en la escuela secundaria y, cuanto más la leía, más prendado y agarrado quedaba; y eso que Julio apenas dice 150 versos en tres escenas, pero da nombre a la obra. "Es la figura más grandiosa que Shakespeare ha representado nunca".

Voltaire cree que el Cisne de Avon es un arlequín, un bufón, lleno de soberbia asiática, que no sabía latín ni griego y entró a saco en Plutarco para plagiarlo. Shakespeare estaba enamorado de la Roma antigua, donde se desarrollan varias tragedias. Y también de la Italia posterior: con Romeo y Julieta, en Verona; y Otelo, El Mercader, en Venecia.


El discurso más demagógico en Julio César es el de Marco Antonio: "Mirad aquí: aquí está él mismo, despedazado como veis por los traidores", exclama. El personaje menos populista es el de Coroliano. Ahora, cuando el huracán populista, nacionalista, xenófobo, ha barrido la bota, han caído en la cuenta de que lo que les ha pasado no es nuevo: tiene más de 2.000 años. Lo inventó Julio César. 

Como antes los Graco, el emperador se puso al frente de la manifestación del pueblo, distribuyó trigo gratis entre los plebeyos, grabó su imagen en las monedas. El poder se le subió a la cabeza y quiso gobernar por encima del Senado. Bruto, su hijo secreto, exclama: «Nuestros antepasados nos han enseñado que no se debe soportar a un tirano, aunque sea nuestro padre».


Se ha estrenado Julio César una vez más en América y la función se representará en todo el mundo: en China, en Europa... La gira es del británico TNT Theatre Britain. El director de la compañía ha declarado que Julio César es el mejor thriller político que jamás se haya escrito. O sea, que Shakespeare y César, por inventar, han inventado hasta el populismo, esa nueva casta política antieuropea, antisistema, a la que le huelen mal los emigrantes y hasta los napolitanos.


Ya advirtió Borges: "Que la Historia hubiera copiado a la Historia ya era suficientemente pasmoso; que la Historia copie a la Literatura es inconcebible". En este instante, la política está copiando a la Historia y a la Literatura.




Errores de cálculo… @dealgunamanera...

Errores de cálculo…

El Gobierno no detectó a tiempo la corrida por el dólar y el voto contrario en el Congreso.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 03/06/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Los gobiernos suelen creer que la realidad es coincidente con su hipótesis más favorable. La frase, atribuible al lúcido análisis de Rosendo Fraga, encaja perfectamente con lo que hasta aquí ha sido la creencia del presidente Mauricio Macri y de parte de su entorno, y refleja el pensamiento enancado en lo más rancio del oficialismo, que está atrapado en un presente que lo contradice y que no previó ni imaginó.

Macri hace del optimismo un credo.

Es muy bueno ser optimista. Pero el verdadero optimista es aquel que, teniendo clara conciencia de la realidad, opera sobre ella para mejorarla.

Cuando el Presidente dice “lo peor ya pasó”, lo que demuestra es desconocer esa realidad. Para millones de argentinos, lo peor no pasó sino que está pasando ahora. Y entre muchos de esos hay quienes votaron a Cambiemos y hoy se encuentran atravesados por sentimientos de desilusión y entendible enojo.

“Yo estaba presente cuando Luis Caputo le dijo a Mauricio que el financiamiento externo estaba terminado”, confiesa un referente fundacional de Cambiemos que, salvo por su condición de hincha de River, no tiene diferencias con Macri. Sin embargo, nadie apreció la seriedad de esa advertencia y, cuando la realidad mostró lo duro de sus consecuencias, la tardía reacción del Gobierno fue ineficaz: la corrida cambiaria, que aún no ha cesado, se había instalado.

Imprevisión.

Lo mismo ocurrió con las tarifas. Nadie del círculo que rodea al Presidente se tomó la molestia de abrevar en la experiencia del ajuste tarifario de 2016. Los únicos que lo advirtieron fueron Elisa Carrió y el presidente de la UCR, Alfredo Cornejo, a quienes, por lo que se vio, no tomaron en serio. “Le dije a Mauricio que este ajuste era suicida”, confesó la diputada a quien el presidente desoyó.

Hubo otros errores. Uno de ellos –clave– fue creer que los senadores justicialistas actuarían como soldados de los gobernadores peronistas dialoguistas y les obedecerían ciegamente. Eso sucede cuando el peronismo está en el poder. Cuando el peronismo está en el llano y carente de liderazgo interno, los comportamientos son otros. Hubo además en ese bloque cansancio por sentirse socios solo en las noticias negativas y turbación cuando se les endilgó ser títeres de Cristina Fernández de Kirchner.

Otra cosa que nadie puede entender es la ausencia absoluta en el debate público del ministro de Energía, Juan José Aranguren. El debió haber salido a hablar para rebatir los argumentos de la oposición y para responder los cuestionamientos de mucha gente que no puede pagar sus facturas. “El problema de Aranguren es que no puede salir a hablar porque una persona que dice que tiene el 80% de su patrimonio fuera del país porque todavía ‘no cree en la Argentina’ carece de autoridad moral”, explica una voz del oficialismo.

Él tendría que haber sido el vocero de tarifas, haber salido a explicar cuál era la propuesta del Gobierno, cuáles son las perspectivas, por qué no se puede dar marcha atrás, y por qué el Gobierno sigue insistiendo en que las tarifas vayan por un ascensor y los salarios vayan por la escalera. Pero, claro, no tiene credibilidad ante la sociedad.

El Gobierno debe ahora retomar la iniciativa y replantear muchas cosas frente al presente y el futuro.

La clave pasará –una vez más– por la economía. La inflación está desbordada. El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional es ahora prioritario. Viene un tiempo de recortes. Habrá una desaceleración de la obra pública. Se congelarán vacantes en los distintos niveles de la administración pública. “Por necesidad y por vocación política tenemos que seguir convocando a todos”, afirma un hombre de la cercanía del ministro del Interior, Rogelio Frigerio.

No hay otra alternativa para un gobierno que tiene minoría en ambas cámaras del Congreso y solo 5 de los 24 gobernadores del país, y que acaba de hacer una convocatoria al acuerdo nacional a partir de la cual, después del acuerdo con el Fondo Monetario, se empezará a elaborar el Presupuesto 2019. En medio de la batalla parlamentaria por el tema tarifario, el Presidente perdió una oportunidad de generar un ámbito acuerdista ya que, más allá de haber criticado la aprobación de la emergencia, podría haber elogiado que, al mismo tiempo y en la misma sesión, la oposición haya votado tres proyectos de ley del Ejecutivo para “modernizar y agilizar” el Estado derivados de un DNU firmado a comienzos de año y que no tuvo aprobación parlamentaria.

Desafíos.

Macri sabe que debe estabilizar la economía este año para tener aspiraciones en 2019. El peronismo también tiene un desafío. El Gobierno le dejó servida en bandeja una victoria política que el justicialismo no desaprovechó. Fue lo que buscó consciente de que, desde un punto de vista técnico, sus propuestas eran inviables. El veto anunciado del Presidente les dio, paradojalmente, vía libre para aprobar alegremente una ley que sabían que era devastadora para las arcas fiscales.

Lo más significativo de todo este episodio para el PJ es que, de repente y gracias a los muchos errores cometidos por el oficialismo en estos últimos dos meses, se encontró con que la posibilidad de disputar el poder con chances de ganar en 2019 ya no luce como una utopía. Para eso necesita la unidad. El discurso del senador Miguel Ángel Pichetto dejó en claro que la unidad del peronismo tiene en CFK un escollo hasta ahora insalvable. Sus críticas a la ex presidenta no fueron casuales. Tuvieron como objetivo no solo hacer memoria de la desastrosa política energética –si es que hubo alguna– implementada a lo largo del kirchnerato, sino también marcarle la cancha.

Desmenuzado todo este análisis, lo que queda en el sedimento es la ciudadanía con sus problemas. Y se supone que la actividad política tiene como objetivo solucionarlos.  

Producción periodística: Lucía Di Carlo.



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Linda forma de apagar faroles… @dealgunamanera...

Linda forma de apagar faroles…

Gira presidencial. Tras el cachetazo del Senado al aumento de tarifas y el veto posterior, Macri estuvo en varias provincias. Esta imagen es de su visita a Cachi, Salta. Fotografía: Presidencia de la Nación.

Macri está convencido de que la razón cae siempre de su lado y que los opositores no comprenden las necesidades de la Argentina.

© Escrito por Beatriz Sarlo el domingo 03/06/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El debate por las tarifas terminó en las primeras horas del pasado miércoles. Los diarios no trajeron una buena síntesis de lo que se dijo esa noche. Y, para el viernes a la mañana, después del veto presidencial, los discursos de los senadores ya eran noticia vieja. Sin embargo, quien los escuchó podría objetar al periodismo este descuido provocado por su vocación por “lo último”, que puede saltearse “lo penúltimo”. Unos pocos ejemplos.

La intervención del senador Omar Perotti (justicialista de Santa Fe) fue reflexiva y equilibrada. Su voto era contrario a los deseos del Gobierno, pero antes de emitirlo, le recordó al Presidente que el muy favorecido sector financiero es mucho más grande y poderoso que el energético; que las tasas de interés están devastando a las Pymes, que no pueden cambiar sus cheques con descuentos del 60%; que, con los precios de la energía, muchas de esas empresas no podrán seguir produciendo (ya que, además, compiten, con importaciones responsables de un dumping, respecto del cual el gobierno de Macri no se preocupa en lo más mínimo). Perotti recordó también que, en 2016, había propuesto un Acuerdo del Bicentenario, por el que no se interesó nadie en el Poder Ejecutivo.

Una hora después habló el senador de Unión por Córdoba, Carlos Caserio. Acusó al Gobierno por no habilitar una discusión prolongada para encontrar una alternativa a los aumentos; le recordó la velocidad con que el ministro Dujovne respondió a una queja del sector agrario y la debilidad o la inexistencia de puentes con otros sectores que, hoy, sufren más que los cultivadores de soja. Le enseñó a Macri que los senadores no son títeres del gobernador de su provincia: “Yo no le tengo que preguntar a Schiaretti; y el día que tenga que pedirle permiso al gobernador, me voy de la política”.

Finalmente, a la una de la mañana, Pino Solanas comenzó un discurso apasionado, colérico y lleno de datos. “Sin proyecto energético, no hay proyecto de industria, ni proyecto de país”, dijo Solanas. Cito estas tres intervenciones porque su muy diferente estilo indica que el Senado tuvo una noche de reflexión sobre los acuerdos posibles; de independencia frente a los poderes ejecutivos nacional y provinciales; de memoria histórica y conocimiento de las amenazas presentes. Supongo que los discursos flotan por ahí en Youtube.

Fundamentalismo.

Macri no negocia los proyectos que envía al Congreso. La secuencia es la siguiente: los envía primero; cuenta los votos que le faltan; lo manda a Frigerio a ver si puede enmendar un rechazo previsible; presiona a los gobernadores, ignorando que éstos no manejan por control remoto a los senadores. Si estas sutilezas no obtienen resultados, recurre al veto. Ya lo hizo como jefe de Gobierno de la Ciudad. Está convencido de que la razón cae siempre de su lado y que los opositores no comprenden las necesidades de la Argentina. Alguien convencido de que tiene razón siempre es, entre otras cosas desagradables, un fundamentalista.

El perfil de Marcos Peña responde bien a esta antipática cualidad. Frigerio, que proviene de una familia política, no despierta el temor que suscitan los fundamentalistas, que se creen impulsados por una fuerza superior a ellos mismos: Dios, el Pueblo, el Líder, la Tierra, el Mercado o lo que fuera. El populismo puro y duro es fundamentalista. La democracia no debería serlo.

Macri no conoce bien las complejidades reales del sistema federal y tiende a pensarlo como piensa las relaciones dentro de su gabinete. Por lo tanto, apalabra gobernadores creyendo que ellos dirigen del mismo modo a quienes son senadores. En realidad, Macri es un dirigente centralizador. Preferiría no vetar la Ley de tarifas, pero actúa para que todo lo conduzca a vetarla.

Esta semana les dijo a los peronistas que no hicieran caso de las “locuras de Cristina”. Un insulto poco esperable de alguien educado en el Cardenal Newman, que no tomó en cuenta varias cosas:

1. Que los kirchneristas habían sido una presencia numerosa en el acto del viernes 25 de mayo.
2. Que no se caracteriza a un adversario político como chiflado.
3. Que ese adversario es más hábil en su respuesta y, ahora, además de Mmlpqtp, Macri cargará con “machirulo”.
4. Que se trata de una mujer que fue presidente de la república (no importa el juicio que se tenga sobre su gestión).

Tantos errores juntos parecen el acto de un torpe.

Me inclino a pensar, sin embargo, que esa torpeza es la consecuencia de la insensibilidad que caracteriza al sectarismo. Macri no tiene entrenamiento democrático y, pese al estilo afable, le sobra “seguridad de clase”.

Está convencido de que solo él (y sus fieles) conocen los caminos que debe seguir la Argentina para reparar los errores del gobierno anterior y, sobre todo, demostrar que se puede gobernar mejor. Para lo segundo, todavía le faltan pruebas. Se encierra en sus creencias y blinda su círculo. Por eso todo lo empuja hacia el fundamentalismo, porque sus soluciones, consideradas como si fueran las únicas, le parecerán siempre las mejores. También Cristina Kirchner se pensaba depositaria de un mapa de ruta inmejorable.

Macri presenta como decisiones inminentes temas importantes que exigen ser examinados: ahora le ha dicho al Ejército que ampliará sus áreas de incumbencia, atribuyéndole funciones que no figuran en las leyes sobre las cuales la Argentina llegó a un acuerdo después de la dictadura. No se preocupó por informar antes ni siquiera a sus seguidores de la UCR. Estas son las cosas que suceden cuando se desprecia lo que no se entiende.

Los actos.

El viernes 25 de mayo, el acto sobre la avenida 9 de Julio fue una evocación desvaída de un gran acto político. No subestimo el entusiasmo de los miles que saltaban y gritaban. Pero estaba ausente un contenido político fuerte y con capacidad organizativa. “La Patria está en peligro” no es una consigna sino una descripción de evocador tono poético. Sobre la ancha explanada, predominaba, junto a los jóvenes, una porción muy significativa de gente mayor de cuartenta y cincuenta años, señoras y señores conducidos por hijos y nietos, mujeres kirchneristas que me increpaban como si, por haber sido oposición en los años de Néstor y Cristina, yo hubiera perdido el derecho de ser oposición a Macri.

Asistí a casi todos los actos importantes de las últimas décadas. Para evitar el chiste fácil: esto no solo delata mi edad, sino la convicción de que hay puestas en escena que no se entienden bien en los planos de TV. Los grandes momentos de la política fueron escenas reveladoras: Alfonsín hablando desde el Obelisco con la mirada puesta en el Congreso; Menem llegando, todo de blanco, en un helicóptero que lo depositó, como si fuera Madonna, en la cancha de River; la asunción de Néstor Kirchner en 2003 y la ESMA en el 2004; muchos 24 de marzo donde todavía marchaban unidas las organizaciones; el primer acto contra la Resolución 125, de noche, en Plaza de Mayo, donde llegó D’Elía a hacer lo suyo. El último miércoles, la marcha de las organizaciones sociales que reclamaron un plan alimentario.

Nuestra cultura política está trenzada con esas imágenes.

A cincuenta años del Mayo francés y 49 del Cordobazo, sería insensato despreciar la originalidad de esas movilizaciones. Quienes hoy evocan las manifestaciones parisinas de Mayo 68, no pueden pasar por alto los actos locales. Nada nos garantiza un desenlace. Y ésa es precisamente la inestabilidad de la política contemporánea.

Inestabilidad, atomización, individualismo, son rasgos fluidos que se coagulan en las coyunturas electorales, si un candidato logra representar justamente esa ausencia de precisiones en la que navegan sus votantes. En 2015, Macri capitalizó la antipatía que produjo el último gobierno de Cristina Kirchner y la tendencia aspiracional de los sectores medios. Por eso, no necesitó actos masivos de campaña.

Sin embargo, dictaminar que los grandes actos ya no forman parte de los recursos de la política, parece un exceso. Sin duda, la ocupación física del espacio público ha perdido la trascendencia de hace medio siglo. Pero si esto fuera todo, no se explica la razón por la cual políticos amigos de Macri, como Donald Trump, disputan sobre la cantidad de público en su acto de asunción como presidente. Si todo tuviera tan poca importancia, las cosas serían fáciles para quienes carecen de fuerzas movilizadas y practican la miniatura del cara a cara: “Salgamos a timbrear un rato, dale”.

Incorporar el acto masivo a nuestro análisis político no es un signo de arcaísmo. Bien explicado, incluso Macri podría entenderlo, porque a él, como a millones, le gusta ver fútbol en la cancha. El aura de la política, del deporte y de la música todavía depende de esos frágiles vínculos físicos.



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Padre Luis Farinello (1937-2018) Q.E.P.D. @dealgunamanera...

Padre Luis Farinello (1937-2018) Q.E.P.D.

Farinello realizó la mayor parte de su obra en Quilmes. Fotografía: Agencia Télam 

"Qué solo andaría Jesús si estuviera hoy por acá, o viniera a un casamiento" Los restos del padre Luis Farinello serán velado este domingo desde las 14 en Quilmes. Su lenguaje sin dobleces hacía crujir a los sectores ortodoxos. La muerte del padre Luis Farinello, a los 81, terminó este sábado con una voz muy particular dentro de la iglesia católica.

© Publicado el sábado 02/06/2018 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El estilo ameno, cariñoso y alejado de hipocresías del sacerdote de Quilmes contrastaba con las posturas más ortodoxas, y así sus habituales apariciones en los medios podían incluir desde autocríticas del propio accionar de la iglesia, hasta la admisión de que estaba a favor de terminar con el celibato sacerdotal, posturas que erizaban muchos oídos y lo situaban tantas veces a contramano de sus pares.

Farinello había nacido en Villa Domínico y vivió casi toda su vida en Quilmes, el mismo lugar en el que será velado desde las 14. Según se indicó, los restos del sacerdote serán despedidos en la Iglesia Nuestra Señora de Luján, para todos en la zona "la iglesia caracol", por su curiosa forma arquitectónica, templo del centro de Quilmes (Primera Junta al 200) ligado con la actividad pastoral de Farinello.

La ceremonia de sepelio está prevista para el lunes a las 10 de la mañana. Ayer poco después de conocida la triste noticia de su fallecimiento, el intendente de Quilmes, Emiliano Molina lamentó el deceso de Farinello y envió sus condolencias a  familiares y allegados.

"Era un gran referente social y político de nuestro país", dijo el jefe comunal, señalando que "es una triste pérdida para todos los quilmeños y siempre lo vamos a recordar por su gran trabajo social y compromiso por ayudar fundamentalmente a los que menos tienen". 

Con una obra realizada durante años en ese partido del Gran Buenos Aires, Farinello fue durante años uno de los integrantes de la Iglesia Católica que se mostró públicamente a favor de algunos cambios en la estructura eclesiástica, por ejemplo, pidiendo en varias ocasiones el celibato optativo.

Nacido en 1937, se definía a sí mismo como "peronista" y fanático de San Lorenzo. Defensor de los curas del Tercer Mundo, Farinello reivindicó siempre al padre Carlos Mujica y al obispo Enrique Angelelli, ambos representantes de esa corriente.

Fue uno de los creadores del partido político Polo Social y candidato a senador bonaerense en 2001. Vocación. El cura quilmeño recordaba ser tartamudo en su infancia, razón por la cual, según él, disfrutaba del Seminario Mayor de La Plata: "Era un lugar donde podía hablar poco y rezar mucho".

Durante las décadas del '90 y el 2000, Farinello se convirtió en uno de los curas con mayor exposición en los medios, tanto por apariciones ocasionales como por su programa de TV, El Kairós del Padre Farinello. Ante las cámaras, abogó por el celibato optativo y hasta reconoció haber sufrido "por amor" luego de su ordenación. 




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