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domingo, 28 de julio de 2019

Cálculos de campaña… @dealgunamanera…

En la chiquita…

En cuesta, María E. Vidal. Dibujo: Pablo Temes

Hay voracidad de encuestas. Vidal necesita sumar votos puerta a puerta en el Conurbano.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 2/07/2019 y publicado en el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


“Sería un milagro que Vidal gane en agosto”, afirma una voz de la política provincial.

Pero, ¿por qué sería un milagro? El conurbano bonaerense representa el 70% del electorado, si María Eugenia Vidal pierde en el Conurbano, la diferencia no la puede descontar en el interior de la provincia. Es decir, si en el Conurbano perdiera por 10 puntos (en 9 millones de electores serían 900 mil votos abajo) necesitaría un 25% de los 3.800.000 votos restantes del interior a su favor para compensarlo.

Para el kirchnerismo, “el interior lo tienen empatado”, porque –según analistas–una cosa es Vidal y otra muy distinta es que la gente va a votar Macri-Vidal y el intendente, y en esta elección “pesan las puntas de la boleta, la presidencia y la intendencia, no la gobernación”.

Miradas. Según consultores políticos, las PASO van a operar no solo como una gran encuesta, sino que en números van a ser las generales, mientras que las generales van a ser el ballottage. “Las PASO tienen el valor de octubre, porque no hay 20 puntos en una tercera fuerza. Entonces, como hay poquito donde ir a ‘pescar’, pueden ser definitorias”.

En realidad, desde el oficialismo provincial se está trabajando en varios frentes: uno, evitar que una diferencia contundente en las paso desanime a los votantes indecisos o a los que no fueron a votar.

El vidalismo  hará todo lo posible para “arrear” a su propio votante.

Por otro lado, los “defensores del cambio”: según confirman desde el oficialismo, hay más de 300 mil  voluntarios que se inscribieron mediante una plataforma web. Realizarán su voluntariado vía WhastApp, difundiendo contenidos (videos) a sus contactos, también dicen que habrá reuniones en locales, clubes, espacios públicos, con el objetivo de convencer a vecinos que se acerquen a votar.

Según la consultora Aresco, los focus group demuestran que los más remisos para ir a votar a las PASO son los votantes de Cambiemos que aprueban la gestión de Vidal, no así la de Macri.

Otro frente sobre el que se está trabajando desde hace dos semanas es el votante confesional–evangélico y católico–. En las elecciones de 2015 fue muy relevante el esfuerzo que hizo la Iglesia Evangélica de la provincia de Buenos Aires repartiendo boletas cortadas, con recomendaciones para no votar a Aníbal Fernández. El problema es que la imagen de Axel Kicillof es mejor que la de Aníbal Fernández.

Kicillof viene en una curva de mejoría; cuando arrancó las primeras mediciones medía entre 5 y 6 puntos menos que Cristina Fernández de Kirchner, ahora mide 2 puntos menos. “Se está tratando de activar todo el aparato peronista de la Provincia para que no solo replique la intención de voto de Cristina Kirchner”, afirma un operador de este espacio.

Diferencias. Lo que nadie dice es que todo este armado mide lo mismo con Massa o sin Massa, de quien todavía no se nota el aporte a la candidatura de ese espacio. Esto es auspicioso para los que apuestan a que el Frente de Todos gane en una primera vuelta. De hecho, hay algunos fondos de inversión que recibieron la semana pasada un informe de una consultora que utilizó inteligencia artificial sobre 650 mil votantes y le daba una alta probabilidad (más del 50%) de que la dupla Fernández pudiera ganar en primera vuelta.

Esto último  impactó fuertemente el lunes en los bonos y disparó el dólar. La lectura de los mercados con el riesgo país a 800 y con demanda de dólares –controlada por el Banco Central– está marcando que no hay un convencimiento de los inversionistas de que los votantes van a darle el triunfo final a la fórmula oficialista. Si esa fuera la convicción hoy el riesgo país estaría por lo menos como en enero, en torno a los 500 puntos, afirma un prestigioso economista.

A su vez, la última semana una encuesta mostró a un Mauricio Macri ganando en primera vuelta. Voces cercanas a la Casa Rosada afirman que este “repunte” tiene que ver con que en los dos últimos meses el Gobierno hizo una serie de cambios: efecto Pichetto, Ahora 12, promociones de autos, planes Procrear.  

Hay efectos políticos y efectos económicos que hacen que no tengan muy en claro cuál es el factor que lleva a esta mejoría de la imagen presidencial, algunos simplifican y dicen que es el dólar que está planchado.


Lo que se puede leer –sin ser economista– es que si no hay planteos económicos muy concretos de ninguno de los dos candidatos con más opción a ganar y no hay un programa económico concreto, sino que hay indefiniciones y algunas chispas e ideas para alentar debates, es porque las medidas económicas que debería tomar cualquiera que esté sentado el 11 de diciembre en la Casa de Gobierno son inconfesables: reforma previsional, reforma laboral que nos ponga a la par –en términos de competitividad– de lo que ya ha hecho Brasil. Esos dos elementos hacen mucho ruido a cualquiera que lo tenga que anunciar.

Por otro lado hace mucho ruido la insistencia de los candidatos a presidente de posar con un gobernador, porque  –en rigor de verdad– los gobernadores acompañan a sus “referentes” hasta la puerta del cementerio, pero no se entierran con ellos. Por eso todos desdoblaron elecciones y nadie –salvo contados casos– lleva ni a Macri ni a los Fernández en sus boletas. Todos los gobernadores se desprendieron de sus líderes. Todos menos Vidal.

La campaña está pasando más por ensuciar al otro que por limpiarse uno mismo; más por opacar al oponente que por el brillo propio.

El oficialismo no tiene brillos propios más que la obra pública, la inserción internacional, alguna lucha contra la inseguridad y algún trabajo institucional. El discurso gira en torno a la obra pública y desecharon el tema confrontativo de la corrupción, que –según sondeos de opinión– era un discurso que exasperaba a la sociedad y no generaba votos.

Por otro lado, el Frente de Todos hace mucho hincapié en la economía, recalcando que una economía parada no genera empleo, y los últimos informes del Indec muestran pérdida de empleo con pobreza en el orden del 35%, etc. Este es el caballito de batalla del albertismo.

¿Y el futuro? Brilla por su ausencia.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.

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domingo, 14 de julio de 2019

Alberto acusó a CFK… @dealgunamanera...

Alberto acusó a CFK…


El candidato (y también el autor de esta columna) fue citado por el juez. Qué dijo textualmente en la entrevista clave.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 14/07/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Alberto Fernández entrevistado por Nelson Castro, en su programa "El juego limpio"; en el canal "TN" ("Todo Noticias") - 26/02/2015 
(YouTube: jmortiz77)

Fue uno de los hechos relevantes de la semana política: la declaración testimonial de Alberto Fernández en la causa por el atentado contra la AMIA, que tiene como uno de sus incriminados a Cristina Fernández de Kirchner. La citación, promovida por familiares de las víctimas del ataque terrorista más grande que sufrió la Argentina, se originó en las declaraciones que el ahora precandidato presidencial del Frente de Todos realizó en el programa El juego limpio el 26 de febrero de 2015, un mes y ocho días después de la muerte del fiscal Alberto Nisman, un magnicidio. De ese reportaje, que duró nueve minutos y cincuenta segundos, se reproducen a continuación los primeros tres minutos y 57 segundos. Su lectura es fundamental para que el lector tenga una acabada idea de lo dicho por Fernández y de sus implicancias.

FERNÁNDEZ: Yo creo que Cristina va a dejar el gobierno con dos máculas, que son el haber hecho dictar dos leyes para protegerse penalmente de dos delitos cometidos: el primero, el encubrimiento a Boudou por el caso Ciccone, y el segundo, el encubrimiento al haber hecho aprobar por ley el pacto con Irán, que es definitivamente un acto de encubrimiento.

CASTRO: De eso usted no tiene dudas.

FERNÁNDEZ: Absolutamente. Rafecas tampoco. Rafecas también lo ha dicho hoy con todas las letras.

CASTRO: Es muy interesante lo que usted dice, porque Rafecas tira abajo la denuncia (de Nisman) porque entiende que ese delito no ocurrió aun cuando había una idea de hacerlo. Coincide en la idea pero sostiene que el delito no se cometió.

FERNÁNDEZ: Trataré de explicarlo de la manera más simple posible. En la consumación de un delito hay etapas que se llaman iter criminis, es decir, las etapas intermedias desde que el delito se idea hasta que el delito se comete. Yo pienso en matar a alguien, voy y compro un arma, disparo y causó la muerte. Una ideación, un acto preparatorio, que fue comprar el arma, el disparo, que es el comienzo de ejecución, y el resultado, la consumación, que es la muerte. Qué es lo que dice Rafecas: el delito de encubrimiento no existió porque no se comenzó a ejecutar, porque Irán nunca aprobó el tratado. Pero él no dice que el delito no existe; él dice que, en todo caso, el delito quedó en una etapa preparatoria porque faltó una etapa, que fue la aprobación de Irán. Pero lo que está diciendo implícitamente es que ese acuerdo tenía un fin de encubrimiento. 

Claramente. Yo creo, y mire que tengo buena opinión de Rafecas, que es un mal análisis, porque si él quería analizar las etapas del iter criminis, el delito comenzó a ejecutarse con la firma del convenio y no se consumó por circunstancias ajenas a la voluntad de los autores, que es que una Cámara (del Parlamento iraní) declaró inconstitucional el tratado. Lo que esto haría es dejar el encubrimiento en grado de tentativa. Y me parece que, siguiendo la lógica de Rafecas, esa hubiera sido la calificación correcta. Pero bueno, él ha pensado otra cosa. Yo pienso que eso va a tener que ser revisado… 

Días atrás, escribí un artículo en el diario La Nación en el que hablaba de eso, de que finalmente el acto de encubrimiento es la firma del acuerdo y que lo que Nisman dejaba al descubierto es cómo el gobierno se valía de personajes secundarios, de personajes liminares, de personajes casi marginales de la política para vincularse y relacionarse con el gobierno de Irán y que eso, con las escuchas que se pasaron, todos lo hemos observado. Y yo creo que eso merecía una mejor investigación por lo mismo que dice Rafecas. Si Rafecas piensa que el delito no se consumó porque Irán no aprobó el tratado, está diciendo que Argentina hizo todo lo necesario para consumar el delito.

CASTRO: Su palabra nos interesaba mucho porque usted es una persona que, junto con Néstor Kirchner, tuvo que ver con la génesis de la presencia de Nisman en la investigación del atentado contra la AMIA. Su evaluación entonces es que la investigación de Nisman no era un delirio.

FERNÁNDEZ: No. Además, creo que le comenté, cuando hablamos por radio, que en diciembre lo vi a Nisman, que me comentó en el supermercado: “Tengo probado el encubrimiento”; yo me reí y le dije: “Pero el encubrimiento ya existe, es el tratado”…

Hasta ahí el diálogo. Hay varias cosas que se desprenden de los dichos contundentes de Alberto Fernández: primero, señala que al terminar su mandato Cristina Fernández de Kirchner lo haría manchada por dos decretos destinados a protegerse de otros tantos delitos: el caso Ciccone y la firma del tratado con Irán. Segundo, caratula al delito como encubrimiento en grado de tentativa. Tercero, explica en términos técnicos del derecho penal por qué debe considerarse la firma del tratado como un delito. Cuarto, menciona la palabra “encubrimiento” siete veces. Quinto, afirma sin lugar a dudas que la investigación del fiscal Nisman que comprometía a la ex presidenta tenía bases sólidas.

Todo esto derrumba sus declaraciones –en medio de un enojo que no le conocíamos y que tuvo reminiscencias de lo que hacía Aníbal Fernández en sus tiempos de apogeo– diciendo que lo manifestado en aquel reportaje eran solo apreciaciones políticas.

Por si no quedó claro: en ningún momento del reportaje habla de un error político sino de un encubrimiento, o sea, de un delito.

Alberto Fernández es un muy buen profesor de Derecho Penal de la Facultad de Derecho de la UBA, por lo que su explicación de las etapas del delito aplicadas a la firma del memorándum que detalla en la entrevista es muy didáctica.

Es verdad que su citación por parte del juez Claudio Bonadio resulta extemporánea. Es producto de la presentación hecha por un grupo de familiares de las víctimas del atentado contra la AMIA. Quienes están a cargo de las diferentes causas vinculadas con el hecho debieron haberlo llamado a comparecer a su debido tiempo, es decir, hace cinco años. Que ello haya ocurrido en medio del proceso electoral le da un tufillo de campaña que es malo para la investigación en sí. Muestra además las deficiencias –que parecen insolucionables– de la Justicia argentina.

En su condición de jefe de Gabinete de Néstor Kirchner, Alberto Fernández compartió la posición del entonces presidente, quien se negó rotundamente a cualquier vía de un entendimiento que pusiera freno a la investigación del atentado, objetivo que el gobierno de Irán buscó con denuedo.

Por eso, este episodio lo puso a Alberto Fernández frente a una indiscutible contradicción. Y es que, en verdad, su candidatura a la presidencia de la Nación, compartiendo fórmula con Cristina Fernández de Kirchner, representa eso: una enorme contradicción.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.

N. de la R.: esta columna está dedicada a la memoria de Pepe Eliaschev.


domingo, 7 de julio de 2019

Desafíos electorales… @dealgunamanera...

Desafíos electorales…

 Peso, Vidal-Macri. Dibujo: Pablo Temes

La compleja tarea de Vidal en Provincia. El rol de Marcos Peña. Cómo el acuerdo Mercosur-UE se mete en la campaña.

Escrito por Nelson Castro el domingo 07/07/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Mauricio Macri ha hecho una adecuada lectura de la dinámica electoral y de sus consecuencias: el Gobierno necesita tener una buena performance en las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO). Si así no fuera, la incertidumbre política que desataría la inminencia de una victoria del kirchnerismo haría trizas la endeble estabilidad económica que exhibe el país hoy en día. Y eso sería para el Gobierno el pasaporte a su derrota. En lo concreto –es decir, en los números–, hacer una buena elección para el oficialismo significa no perder por más de siete u ocho puntos. Una diferencia mayor marcaría el adiós a la posibilidad de reelección del Presidente. Así, pues, las PASO se han transformado no ya en una gran encuesta, sino en una verdadera primera vuelta de la elección presidencial.

El desbande de Consenso Federal ha alcanzado la categoría de fiasco. Si algo le faltaba para coronarlo, es la pelea para evitar la interna en la Capital Federal. La contradicción no pudo haber sido mayor: en la agrupación que lleva la palabra consenso lo que domina es la imposición. Tan lejos ha llegado ese absurdo que se creó ahí una nueva grieta. ¡Inentendible!

Acuerdo Mercosur-UE. Macri vivió el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea como una victoria personal. En verdad, fue una sorpresa. Muy pocos –casi nadie– de los participantes de la reunión del G20 en Osaka tenían esperanzas de llegar a este entendimiento. Los que frecuentan al Presidente coinciden en señalar que esto le levantó el ánimo.

Un acuerdo de este tipo siempre es muy bueno en tanto y en cuanto se observen dos requisitos: el primero es que se negocie con precisión y cuidado su instrumentación. Esa es la clave. Lograrlo lleva tiempo y demanda mucha destreza política.

En los detalles es donde la negociación se hace más ardua. Y esto vale tanto para el frente interno como para el externo. En Europa ya han aparecido las primeras resistencias. Las padeció Emmanuel Macron, con los agricultores franceses, ya que le han hecho saber su posición contraria al acuerdo.

En lo interno no hay que olvidar que el tratado necesita ser ratificado por el Congreso. Solo será posible alcanzar dicho propósito si hay consenso político, algo que en la Argentina tiene la categoría de utópico. Esa discusión se dará recién el año que viene y dependerá del resultado electoral.

El kirchnerismo ya ha hecho saber, a través de Alberto Fernández y de Axel Kicillof, que revisará el acuerdo, lo que, a buen entendedor, significa que lo rechazará. De ser así, será una contradicción –una más– de las que constituyen le esencia K. De Kicillof no sorprende; de Fernández, sí. En 2014, Cristina Fernández de Kirchner abogó fuertemente por alcanzar un entendimiento de este tipo. 

El 19 de marzo de ese año, la ex presidenta publicó en su cuenta de Twitter: “Estamos muy esperanzados en avanzar con las negociaciones”, en referencia al posible acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea. La publicación estaba acompañada de una foto en la que se la veía junto al entonces presidente de Francia, François Hollande.

CFK había viajado a la Ciudad Luz para reunirse con él y hablar de la deuda que la Argentina mantenía con los 19 países integrantes del Club de París. Durante ese encuentro también se habló del tratado de libre comercio, que se comenzó a discutir oficialmente en 1999.

El segundo requisito del cual dependerá la viabilidad de este acuerdo tiene que ver con aspectos estructurales de la economía de la Argentina.

Con la presión impositiva, la inflación y las tasas de interés que existen hoy en día, no hay ni habrá ninguna posibilidad de que en la Argentina haya desarrollos productivos que puedan ser competitivos. De esto se habló en la reunión que mantuvo Macri con distintos sectores empresariales el miércoles pasado en la Quinta de Olivos. Todos coincidieron en este punto. El desafío es transformar esa coincidencia en hechos. El actual gobierno se la ha pasado hablando de la necesidad de bajar impuestos y lo que ha hecho a lo largo de su gestión es subirlos.

Lucha por Bs. As. María Eugenia Vidal tiene por delante una tarea ciclópea. Hoy está perdiendo la provincia de Buenos Aires en forma clara. Si bien achicó las diferencias con el envión que, según muestran las encuestas, se produjo en estas dos últimas semanas, la diferencia con la fórmula Kicillof-Magario es aún significativa.

El conurbano bonaerense es donde se definirá la elección. No es novedad. En ese territorio abundante en contrastes y necesidades, la imagen positiva de CFK es alta y eso tracciona hacia arriba los candidatos a la gobernación del kirchnerismo. Es exactamente lo contrario que sucede con Macri, un verdadero salvavidas de plomo para las aspiraciones electorales de la gobernadora. Se calcula que para ganar la Provincia necesitaría un corte de boleta de 6 puntos. Hoy, eso es un imposible.

En la distribución de tareas que se acordó en la reunión del rencuentro de Sergio Massa con los intendentes kirchneristas –en la que participaron también Kicillof y Verónica Magario–, el líder del Frente Renovador se comprometió a ponerle el cuerpo a la campaña para recuperar los municipios del Conurbano que Cambiemos ganó en 2015. En la mira, a priori, hay dos: Quilmes y Pilar.

No está claro aún cuál es el aporte en votos que Massa le suma al Frente de Todos. Hasta ahora parece poco significativo. Es lo que se desprende de la mayoría de las encuestas.  El precandidato a gobernador les pidió a los intendentes que salgan a mostrar las cosas que hicieron con la plata de sus municipios sin ayuda de la gobernación. “Vidal es Macri” es la consigna sobre la que girará la campaña que hará centro en la crisis económica.

La economía sigue arrojando números malos. La disociación con el discurso del Gobierno es abismal. No hay noticias económicas buenas en la vida de la mayoría de los argentinos. Ante las dificultades que esto representa para la reelección, importantes referentes de Cambiemos, más vinculados al PJ y a la línea fundadora del PRO, creen que sería un buen momento para despedir a Marcos Peña y asignarlo con dedicación exclusiva a la campaña.

Tanto es así que, durante las dos últimas semanas, se habló muy fuerte de Peña como ministro de Relaciones Exteriores de un eventual próximo gobierno de Macri. “Estas cosas tendrían que tener algún nivel de definición; eso ayudaría mucho a convencer al votante indeciso de que las cosas mal hechas se van a corregir”, señala un consultor con llegada al núcleo del Gobierno.

La polarización extrema de la elección llevará inexorablemente a una campaña negativa y agresiva en la que abundará la escasez de ideas. Ese oxímoron –la escasez de ideas en abundancia– es el verdadero drama de la política vernácula.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.




miércoles, 3 de julio de 2019

Tiempo de Campaña... @dealgunamanera...

Batalla electoral...

"Todo bajo control" Nicolás Dujovne. Dibujo: Pablo Temes

Macri se juega el futuro de Cambiemos. Cristina Fernández, su impunidad. Los desafíos de Vidal para ganar en Provincia.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 30/06/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Y ahora, la campaña. Ya superada la traumática etapa del cierre de las listas de candidatos –que dejó heridos, humillados y ofendidos por doquier–, todos se preparan para una contienda electoral que será dura y abundante en lodo. La reelección o no de Mauricio Macri pone en juego el futuro de Cambiemos. Si pierde, esa coalición estalla. A su vez, Cristina Fernández de Kirchner juega su impunidad y el último intento del kirchnerismo de quedarse con el peronismo.

Las tensiones en el oficialismo están a la orden del día. La apertura que significó las postulaciones de Miguel Ángel Pichetto a la vicepresidencia y de Martín Lousteau a la senaduría por la Capital Federal es considerada desde el núcleo duro del PRO como un factor de maquillaje. Ello es producto de una visión absolutamente miope que aún predomina en el ámbito de réprobos y elegidos. Estos últimos –los elegidos–, que son la exposición de la soberbia y la incompetencia que han llevado al Gobierno y al país adonde hoy está, no tienen una cabal comprensión del desafío que enfrentará el oficialismo si gana.

Ese desafío tiene nombre: se llama gobernabilidad. Es lo que Pichetto le asegura a Macri si llega a triunfar. Y ese va a ser un elemento clave para su eventual segundo mandato que transcurrirá nuevamente con minoría en ambas cámaras. Lousteau, de muy buena llegada a la gente joven, le aporta al Gobierno votos, algo de lo que tiene desesperada necesidad. Esa necesidad y esa desesperación explican la increíble cruzada contra la candidatura presidencial de José Luis Espert. Nadie hizo tanto como el Gobierno por darle a esa postulación una relevancia de la que carecía. Las presiones y las zancadillas que utilizaron para intentar que la justicia electoral le impidiera al economista ser candidato fueron casi novelescas. La que terminó con la transfugueada de Alberto Asseff no fue la única.

Todo resulta entendible –aun cuando reprochable– al ver los números que arrojan hoy las encuestas. Según las cifras de Synopsis, una consultora que ha tenido aciertos importantes en las últimas elecciones, la fórmula Espert-Rosales alcanza el cuarto puesto con el 4,1% de votos. Esos votos, que provienen de muchos macristas desencantados, son decisivos para el Gobierno. Pueden significar la victoria o la derrota.

La lista de Vidal. Para quien, al día de hoy, la elección está muy difícil es María Eugenia Vidal. Es algo que ella sabe y reconoce. Hay una convicción de que fue en función de esa realidad como armó las listas de candidatos. Algunos dentro del mismo oficialismo no dudan en calificarla como una lista propia de un ejército en retirada, en la que abundan “hijos de”, “sobrinos y ahijados de”, “secretarias de” –el “de” hace referencia a funcionarios– que figuran entre los postulantes. Según los datos de la última semana, en el Conurbano –más específicamente en la primera y en la tercera sección electoral– Juntos por el Cambio está perdiendo por 10 puntos. Esto equivale a un millón de votos.

Para recuperar ese millón de votos deberían ganar el resto de la secciones –es decir, el interior de la Provincia– por alrededor de 30 puntos de diferencia, algo que tiene la categoría de lo imposible. Veamos algunos ejemplos: en 2015, en La Plata, Cambiemos obtuvo casi el 50% de los votos mientras que hoy está llegando al 35% y con dificultad; en Mar del Plata, en donde Vidal logró el 50% de los sufragios en 2015, hoy está en el 30%; y lo mismo vale para Bahía Blanca. “Si se tiene un problema serio en el Conurbano y se bajan los indicadores de las grandes urbes del interior, no hay de dónde rasguñar los votos que se necesitan”, señala con crudeza una voz de Cambiemos.

La definición de las listas ha terminado por acentuar la polarización que irá en aumento de aquí a octubre. La tercera vía ha quedado reducida a una vía muerta. En pos de la dinámica electoral, habrá que ver si esa polarización se plasma ya en las PASO o se cristaliza en la elección de octubre.

A quien las cosas tampoco le resultan sencillas es a Alberto Fernández. El peso de La Cámpora en la confección de las listas de candidatos en la provincia de Buenos Aires no lo dejó bien parado. Máximo Kirchner, Eduardo “Wado” De Pedro, Andrés Larroque y el mismo Kicillof representan lo opuesto del mensaje de convivencia política que pregona el precandidato presidencial. El cierre de las listas dejó expuesta su falta de peso político territorial.

El punto más fuerte  sobre el que pivotará su campaña será la catastrófica situación de la economía. El más débil, la defensa de Cristina Fernández de Kirchner. Ya el otro día tuvo que salir a reconocer la “falta de ética” (sic) de haber alquilado habitaciones de sus hoteles a Lázaro Báez que, en ese tiempo, era un proveedor del Estado. Olvidó el caso Aerolíneas Argentinas, cuyas tripulaciones también se alojaban en los hoteles de la familia Kirchner. El presidente de Aerolíneas era, en ese entonces, Mariano Recalde.

Con el Fondo. El logro más destacado que pudo exhibir Alberto Fernández en la semana que pasó fue su reunión con el enviado del Fondo Monetario Internacional, Alejandro Werner. Allí,  Fernández no solo hizo gala de una precedente relación de amistad con su padre –Manuel Werner supo ser un colaborador del ministro de Economía de Héctor Cámpora y Juan Domingo Perón, José Ber Gelbard–, sino también de mostrar al equipo económico que lo acompañará si es electo. El único que faltó fue Guillermo Nielsen, pero las que estuvieron fueron sus ideas, sus propuestas y su conocimiento de la letra chica, elementos claves para renegociar el acuerdo con el Fondo. Algo que ocurrirá inexorablemente, sea quien fuere el próximo presidente de la Nación.

Tanto esta reunión como la que Werner mantuvo con Roberto Lavagna hablan de las dudas que en el FMI tienen en relación con el resultado electoral. Las encuestas que ponen en duda la victoria de Macri también llegan al 700 de la calle 19, en Washington, sede del organismo internacional.

Tanto Fernández como Lavagna fueron muy críticos de los términos del acuerdo con el Fondo. En ambos casos, la respuesta de Werner fue la misma: el plan económico es responsabilidad del Gobierno, algo que sus interlocutores creyeron tan poco como la nada.

Al que tampoco le creyeron mucho los empresarios e inversores en Nueva York fue al ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne. Habló ahí de un triunfo de Macri en primera vuelta que ninguna encuesta pronostica y de una recuperación de la economía que, en muchos casos, es inexistente. "¿De qué país habla?", se preguntaban varios de los que escuchaban al ministro que no sabían si reír o–como es el caso de los que tienen inversiones en el país– llorar.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.



domingo, 23 de junio de 2019

Festival de la rosca... @dealgunamanera...

Festival de la rosca…

Las últimas que me quedan... Juan Domingo Perón. Dibujo: Pablo Temes.

Las candidaturas dejan su trasfondo de claudicaciones y ascensos. De Alberto Fernández a Massa y Monzó.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 23/06/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Finalmente, las listas de candidatos se cerraron. Ya están los nombres de los hombres y las mujeres que competirán en octubre próximo por cada uno de los cargos electivos a cubrir, desde presidente de la Nación hasta consejeros escolares. Este proceso –el de cierre de listas– representa uno de los momentos en los que las miserias de la política quedan expuestas con absoluta nitidez. La lucha por acceder a un cargo es, en la mayoría de los casos, feroz. Y no importa cuán relevante sea el puesto en disputa. La intensidad de la pelea es mayúscula.

Sergio Massa, como se auguraba, encabezará la lista de candidatos a diputados nacionales por el kirchnerismo. El armador ha sido Máximo Kirchner. Así, el ex intendente de Tigre, que hizo de la idea de la gran avenida del medio su leitmotiv político hasta hace dos semanas, será el que les asegure el acceso a las bancas a tres dirigentes de La Cámpora, que son genuinos exponentes de la grieta que divide a la sociedad argentina. Ni que hablar de Axel Kicillof, candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires.

Massa o menos. A medida que pasan los días se entienden menos los objetivos de este regreso de Massa al redil del kirchnerismo, una verdadera claudicación. Si el Frente de Todos llegara a ganar las elecciones –algo que es probable según lo reflejan las encuestas hoy–, difícilmente le regale la cuota de protagonismo que supo tener, en medio de triunfos y derrotas, desde que decidió romper con Cristina Fernández de Kirchner hace seis  años. Y si perdiera, la factura que le pasará el peronismo no K será altísima.

Un dato curioso: a nivel nacional, el único triunfo que obtuvo Massa fue cuando se alió con Mauricio Macri, en 2013. Cuando compitió por el kirchnerismo, en 2009 con las listas testimoniales, perdió.

El ex intendente ha consumado un verdadero suicidio político. Alguien podría decir lo mismo de Alberto Fernández. Son dos casos distintos. El hoy candidato a presidente se encontró con una postulación hecha por CFK que nunca buscó. Su rol siempre fue el de un armador. Por lo tanto, si no ganara, nada cambiaría en su carrera política. En cambio para Massa, quien supo ser compañero de fórmula de Margarita Stolbizer en 2017, el costo político es y será alto. Y no por haber dicho cosas críticas del kirchnerismo y luego desdecirse, sino por las acciones que impulsó y que le valieron en su momento  la consideración de parte de la sociedad harta de la corrupción. Massa acompañó el proyecto de extinción de dominio que presentó el Gobierno y que fue rechazado por el Congreso. Hay que recordar lo que dijo entonces: “Argentina necesita la ley de extinción de dominio para recuperar los bienes de los que afanaron y se hicieron ricos robándoles la plata del Estado a los argentinos”. La alusión al kirchnerismo, al que se volvió a asociar, no necesita aclaraciones.

Anida en el universo del realismo mágico que representa el conurbano bonaerense una preocupación de los intendentes K. Sienten que en muchos casos se quedaron fuera del círculo del poder. Durante los doce años del kirchnerato no había necesidad de llamar a nadie de afuera. Hoy, en cambio, la dupla Fernández- Fernández necesita de todos. Y eso significa ceder lugares a los que vienen de afuera, llámense Massa, Felipe Solá, Hugo Moyano u otros.

Y por casa. No es muy distinta la situación en el oficialismo, ahora con el lema partidario Juntos por el Cambio. La incorporación de Miguel Ángel Pichetto y Martín Lousteau ha significado también ceder cargos. La idea de los así llamados “puros” ha debido retroceder ante el imperio de una circunstancia innegable: el oficialismo está en serio riesgo de perder las elecciones. Donde más se nota eso es en la provincia de Buenos Aires. Campea en los ámbitos cercanos a María Eugenia Vidal un ánimo de derrota y de enojo. El enojo es porque están convencidos de que si se hubiese desdoblado la elección provincial, la gobernadora habría sido reelecta sin mayores problemas.

Esta situación –la de una posible derrota– hizo que el cierre de Juntos por el Cambio fuera más difícil. Se entiende: más allá de la exhibición de un optimismo a toda prueba que se pretende infundir desde la Casa Rosada, para quienes figuran a partir del sexto lugar en la lista las chances de ser elegidos se complican. Por eso, Vidal llamó personalmente a cada uno de los legisladores para anunciarles a unos que quedaban afuera y a otros que debían ocupar lugares de menor preponderancia.

Para quien tampoco hubo contemplación alguna fue para Emilio Monzó. El viernes último, durante una reunión que mantuvo con Vidal, se anotició de que no habría lugares para sus acólitos en la lista de candidatos a diputados provinciales. Cuando todo esto sea historia –historia de tono muy menor, sin duda–, alguien explicará las razones por las que el oficialismo despreció tanto a un hombre que supo hacer un gran aporte a la gobernabilidad.   

Una de las premisas electorales que venía esgrimiendo el Gobierno es que aquel candidato que se hubiera presentado a una elección provincial para competir por la gobernación y hubiese perdido no podría aspirar a ser candidato a ningún otro cargo electivo. Pero como la necesidad tiene cara de hereje, las cosas cambiaron y esta prohibición ha sido dejada de lado. Así, Mario Negri podrá competir por una banca en la Cámara de Diputados por Córdoba. Como se ve, el decir un día una cosa y al día después otra no es patrimonio exclusivo del kirchnerismo.

El senador Pichetto ha trabajado a full en estos días. No todo el fruto de ese trabajo ha salido a la superficie como sí lo fue el caso de Alberto Asseff, quien, en su transfuguismo partidario hacia el oficialismo, dejó al economista y candidato presidencial José Luis Espert colgado de un piolín.

Consenso Federal tampoco fue la excepción. Las disputas por la integración de las listas generaron tensiones. La curiosidad es que en la provincia de Buenos Aires el tinte peronista se impuso por sobre los otros aliados: el candidato a gobernador va a ser Eduardo “Bali” Bucca –estuvo con el kirchnerismo, con Florencio Randazzo y con Alternativa Federal en tiempos de Massa y Pichetto, es decir hasta hace dos semanas– y la primera candidata a diputada, Graciela Camaño. Afuera quedó Margarita Stolbizer, nada menos.

Mientras la rosca de la política vive estas horas de frenesí, la realidad golpea de manera impía a la ciudadanía con el  10,1% de desempleo.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.