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domingo, 24 de agosto de 2014

Entrevista a José Mujica, presidente de Uruguay… De Alguna Manera...


Entrevista a José Mujica, presidente de Uruguay…

“No aceptaría el Nobel de la Paz en este mundo”. Foto: Fernando Pena

Fiel a sí mismo, José Mujica ha cambiado las comodidades del palacio presidencial por una chacra a las afueras de Montevideo. El Mundo ha viajado hasta esta pequeña finca para entrevistar al presidente de Uruguay, el hombre que ha logrado que su país pueda presumir de ser el menos corrupto de la región.

Apenas quedan unos meses para que termine su legislatura. ¿Qué balance hace?
Esto no es una mercancía, por eso no hago balance. Hicimos algunas cosas y otras quedaron en el tintero, pero en síntesis logramos una baja sustantiva de la pobreza: en estos nueve años bajó del 38% al 11%. Nuestro PIB ha aumentado y ha habido una mejora en la redistribución de la riqueza.

Esos han sido algunos de los logros, pero ¿qué se ha quedado en el tintero?
La educación tenía bastante retraso. Teníamos a profesores y maestros muertos de hambre. Tal vez lo que aumentamos no haya sido suficiente: hay que reconocer que una educación mejor es cara necesariamente porque no se puede hacer educación de primera con profesores de tercera porque no tienen tiempo, porque tienen varios trabajos y mal pagados. Pretender tener una mejor educación sin desarrollo económico es imposible. Estamos en una sociedad de mercado, sometida a los vaivenes del consumo y en un Estado de derecho. Decisiones que pueden tomarse en otros sitios, en Uruguay sería imposible. Los cubanos pudieron priorizar la medicina y la formación médica y el resultado es maravilloso. Ahora, si nosotros nos planteamos aquí una escuela de Medicina como la de Cuba, los propios estudiantes nos matan porque nos dirían: 'Esto es un cuartel, hay que levantarse a una hora...'. El milagro que lograron los cubanos en medicina supone una eficiencia que en un país como éste no podríamos aplicar.

¿Y qué se podría aplicar en Uruguay para que funcionara?
Hay que pagar y bien. Y tal vez los recursos que tenemos hay que multiplicarlos. ¡Ojo!, no digo que esto sólo se arregle con dinero, lo que digo es que no se arregla sin él, que es diferente.

Uruguay es el primer país del mundo en el que el comercio, distribución y comercialización de la marihuana está en manos del Gobierno. ¿Con qué resultado estaría satisfecho?
Con que se empiece una experiencia de forma honrada donde el Estado trate de sacar a la luz un mercado que existe y donde se atienda a los consumidores sin que se les considere unos delincuentes, pero reconociendo que están en una situación que si se acentúa puede llegar a ser una enfermedad. Tenemos que evitar que un adicto tolerable se transforme en uno crónico peligroso. Todo esto tiene que ver con que la vía represiva ha fracasado reiteradamente. Un cierto consumo puede ser tolerable sin ser recomendable, ocurre con el alcohol y el tabaco, pero cuando se hace penoso es una enfermedad y hay que tratarla. Con ese mismo criterio vemos nosotros la cuestión de la marihuana.

¿Cree que otros países seguirán su ejemplo?
No tengo ninguna duda. Ya lo están haciendo en algunos lugares, pero con una actitud más liberal. En Estados Unidos -Washington y Colorado- se puede comprar, se usa como medicina, pero es una forma hipócrita de eludir la realidad. Nosotros no queremos eso, queremos ir más allá.

Su nombre suena para el Nobel de la Paz. ¿Se ve ganando este premio?
No, en absoluto. Yo no puedo ni debo aceptar premios a la paz en las condiciones de este mundo. Se criticó mucho la Guerra Fría y, obviamente, no fueron años dulces; pero fueron mucho más ordenados que el desastre que tenemos hoy en día. Por lo menos antes había teléfonos y los tipos se hablaban, había reglas del juego. Lo de hoy es una locura. Que no me vengan a decir ¡ay la Guerra Fría! porque esto es la guerra caliente. Conflictos en Ucrania, en Libia, en Irak, ni hablemos de Siria, Palestina o África...En esas condiciones el Nobel de la Paz no lo veo.

Habla de conflictos internacionales, ¿teme que pudiera surgir un clima parecido al de la Guerra Fría con lo que está ocurriendo entre Rusia y Ucrania?
Ni Europa es la misma ni Rusia es la misma. Es mucho más complejo. Pero quienes manejan Europa no deberían manejar tanta tontería y deberían entender los mensajes elementales de la geopolítica. El primero dice: nunca pidas o exijas lo que no te pueden dar y es una provocación a la vieja Rusia en su puerta. Ucrania es un territorio que debería ser puente y lo han querido transformar en una parte definida de Europa. Esto desató al oso de la estepa, que no puede permitirlo. No es que Rusia tenga derecho a apropiarse de Ucrania, es que Ucrania debe ser objetivamente mucho más neutral entre Rusia y Europa para que sea una tierra habitable. De lo contrario, entra en contradicciones muy dolorosas dada la conformación de su población, su historia y su pasado.

Recientemente ha calificado de genocidio las acciones de Israel sobre la Franja de Gaza. ¿Cree que este conflicto terminará algún día?
Por sí solo no puede terminar, hay una responsabilidad de la comunidad internacional. Si hay una frontera que precisa cascos azules, ésa es la de Gaza; pero Israel no quiere porque lo percibe como un atentado a su soberanía. En lugar de hacer muros, sería más inteligente permitir cascos azules y terminar con el infierno de la guerra y entrar a negociar las condiciones de paz y reconocimiento mutuo. Lo que dice Hamas sobre que Israel tiene que desaparecer del mapa es un disparate, ésa es la lógica del odio. Pero claro, esa espiral militar de unos tirando cohetes a ciegas y los otros bombas, ya sea sobre una escuela o un hospital, no crea más que odio de guerra. Eso es lo más estúpido para encontrar soluciones de carácter político. Estados Unidos podía ahí ser un poco más imperialista. Meter a los rubios entre medias y mandar parar a los dos bandos, pero no le da por ese imperialismo, ése sería un imperialismo bueno.

¿Y cómo ve la evolución de Venezuela?
Es un proceso que debe decantarse por sí mismo y hago votos para que se luche dentro de un sistema de libertades políticas que aseguren los procesos electorales. Creo que hay que ayudar a que las contradicciones se racionalicen y no meter tanto caldo desde afuera, tanto mensaje intervencionista. La provocación en un país como Venezuela no lleva a ningún lado, más bien puede llevar a la intolerancia del propio régimen.

¿Cuál es el principal problema de este país?
Venezuela es un país riquísimo y esa es su mayor condena. El petróleo es como una maldición, tiene una brecha agrícola enorme de importación de alimentos, el coste interno de la energía es increíble, pero pese a todo eso, tiene posibilidades gracias a su gente. Por eso, necesita reencontrarse como sociedad. Pero no hay derecho a meterse en las cosas de Venezuela. Siempre me preguntan: ¿qué piensa de Venezuela y de Cuba?, pero ¿por qué no me preguntan sobre China? No lo hacen porque es una potencia económica muy importante. Hay una tolerancia bárbara con China, pero no con Venezuela y Cuba. ¿Por qué no me pregunta sobre esos señores de Arabia que van con toga y brillantes? Que Dios me libre si a eso se le puede llamar democracia...

El año pasado viajó a España y allí se reunió con empresarios y políticos. ¿Cómo ha cambiado la relación política y comercial entre ambos países en este tiempo?
Se está avanzando. Hay empresas españolas que están participando en montar molinos de viento. Pero no es algo quijotesco. Hemos instalado muchos gracias a inversiones españolas. Estamos trabajando, además, en construcciones navales con empresas gallegas. Esperamos que este acuerdo se pueda seguir desarrollando, ya que se pueden hacer construcciones de tipo naval para las necesidades de Brasil. Es una oportunidad para las empresas del sector utilizar a Uruguay como plataforma para entrar en el mercado brasileño.

En ese viaje también pidió a España que tenga un papel decisivo para lograr un acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea que incluya el libre comercio. ¿Se ha avanzado?
Mercosur tiene su propuesta lista, pero Europa no. Para nosotros es muy importante porque cada día es más fuerte la presencia de China, que es nuestro principal comprador en la región. Necesitaríamos preservar mercado en Europa como elemento que trate de compensar esa presencia china cada vez más fuerte. No pretendemos sustituir a China, pretendemos compensar y no depender de una sola puerta porque sería nefasto. Nuestro objetivo fundamental debe ser erradicar la pobreza, transformar a los pobres de América Latina en nuestro principal mercado, pero no lo podemos hacer a puerta cerrada, tenemos que tener otra puerta abierta y activa hacia afuera.

¿Qué opina de la actual situación económica que atraviesa Argentina? ¿Cómo es su relación con el país vecino?
Respaldamos a Argentina, y si tuviéramos que ayudarla en el marco de otros países de América Latina lo haríamos. Es un país grande, rico, orgulloso, tiene pasado de potencia. Hay que pensar que los vecinos no se mudan y hay que aprender a vivir con esas contradicciones.

Hasta Uruguay están llegando jóvenes españoles que huyen de la crisis y uruguayos que hace años emigraron. ¿Qué opina al respecto?
Es bueno recuperar a nuestra gente. Yo quisiera una ola migratoria y que llegaran 50.000 personas por año para que los uruguayos se quejaran y dijeran que vienen a quitarles el trabajo porque ése fue el Uruguay que más se desarrolló. No es buena la actitud conservadora de temor. El problema más grave de nuestro país es que tiene poca población. Me parece bárbaro que la gente joven quiera venir a trabajar aquí, pero no es lo que la mayoría de los uruguayos piensan. Creen que les van a quitar el trabajo, cuando en realidad les van a dar más trabajo. También en España se piensa así y dicen: ¡Que vienen los sudacas'. Es el miedo, pero ¿sabes lo que precisamente hizo a EEUU una gran potencia? Esos barcos llenos de gente que iban a hacer las Américas, eso fue lo que les convirtió en lo que son ahora.

Las elecciones europeas en España desencadenaron una serie de cambios. La indignación parece haber pasado de la calle a las urnas y han surgido nuevos partidos como Podemos. ¿Qué lectura hace de este proceso?
Para construir hay que tener herramientas políticas porque las crisis se enfrentan políticamente. Las manifestaciones están bien siempre y cuando sirvan para potenciar una construcción de herramientas políticas. De lo contrario, sólo sirven para destruir y paralizar. Necesitamos obrar sobre la realidad con voluntades colectivas. Encontrar una salida política a la frustración y a la impotencia es una manera de transformar una fuerza positiva y creadora porque va a tener un programa, unos objetivos definidos, un horizonte de lucha, y eso se retroalimenta, ayuda a educar a la gente, a racionalizar las cosas.

¿Qué hará cuando ya no sea presidente? ¿Va a echar de menos la política?
Yo voy a ser siempre militante social y político hasta que me lleven al cajón y los huesos no me respondan. No lo hago como una carga, lo hago por necesidad. Milito desde que tenía 14 años y no concibo la vida de otra manera. Claro que voy a militar de manera diferente, al principio iré al Senado, daré consejos como hacen los viejos a los que ya no les hacen caso. Pero, sobre todo, voy a hacer docencia en mi barrio en el oficio de la tierra.

© Escrito por María García Arenales el Sábado 23/08/2014 y publicado por el Diario El Mundo de la Ciudad de Madrid, España.





lunes, 9 de julio de 2012

Atravesados por el odio... De Alguna Manera...

Atravesados por el odio...

Juan Manuel Abal Medina.

El encumbramiento y el posterior derrumbe de Moyano como esperanza articuladora de una nueva oposición, profesada por personas que dado el lugar que ocupan en la sociedad deberían sentir rechazo insalvable por Moyano, fueron una manifestación más de cuánto el odio puede nublar la razón. Otro ejemplo comparable se dio en las últimas elecciones cuando sectores de alto nivel de ingresos y educación, que en un pasado cercano no hubieran dudado de calificarse a sí mismos como progresistas, votaron por Duhalde, y algunos hasta creyeron que tenía alguna posibilidad. Se podría justificar diciendo que no se trata de un fenómeno tan novedoso porque ya en los 90 muchos vieron a Menem rubio, pero la diferencia es que en aquellos años no era el odio el motor de esas preferencias.

¿Qué les hace a algunos creer recurrentemente que ya se acaba el kirchnerismo o que ya comenzó su fin en forma inminente? ¿Por qué les resulta especialmente verosímil la mayoría de los pronósticos negativos sobre el kirchnerismo? Ya sea que un juez avanzó con la investigación sobre Ciccone y entonces pronto el vicepresidente iría preso. Que por YPF España y Europa nos dejarían fuera del comercio mundial. Y que Estados Unidos nos echaría del G20. Que por las trabas de Moreno, Brasil daría por concluido el Mercosur. Que por lo mismo China no nos compraría más soja o sus derivados. O que el enfrentamiento de Moyano sería peor para el Gobierno que la crisis con el campo por la 125. Y la lista podría seguir.

Pensamiento ilusorio.

Para el director de la carrera de Ciencias Políticas de la UBA, Luis Tonelli, parte de la sobrevaloración de Moyano en la que algunos cayeron obedeció a la “inducción retrospectiva”, que en una columna de la revista Debate describió así: “Los actores se imaginan cómo será el último movimiento del juego político que tiene lugar y, deducido su resultado, se lo traslada del futuro al presente, haciéndolo valer hoy. O sea, adelantar todos los tiempos y comenzar a plantear, a operar y a rosquear la cuestión de la sucesión a sólo ocho meses de transcurrida la segunda presidencia de Cristina Fernández y cuando falta tanto, tanto, tiempo”. La inducción retrospectiva en ajedrez se llama análisis retrógrado, y en macroeconomía se la utiliza para anticipar cuál sería un precio de equilibrio en una eventual lucha de precios.

Pero cuando quienes hacen los cálculos están atravesados por el odio, todo es diferente por el efecto emocional que a la hora de hacer proyecciones tienen los deseos. Es lo que se conoce como wishful thinking o pensamiento ilusorio, en el que el procedimiento de deducción está inconscientemente afectado por los sentimientos, lo que termina orientando la conclusión hacia lo que sería más placentero en lugar de lo que sería más probable.

Los deseos de que al kirchnerismo le vaya mal guían esos pensamientos, además del mal uso que puedan realizar de la inducción retrospectiva. La paradoja es que esos deseos más tarde o más temprano serán satisfechos porque –desgraciadamente para todos– el modelo económico tiene problemas estructurales y, aunque no esté al borde del colapso, tampoco se podría negar que ya comenzó un proceso de contracción del consumo. Pero tanto advertir sobre tormentas perfectas que luego son superadas con alguna facilidad hará que cuando verdaderamente el aviso sea correcto, como en la fábula del pastor y el lobo, pocos lo crean.

El jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, en su informe de gestión de gobierno de esta semana ante la Cámara de Diputados se quejó sobre cómo la oposición y los medios que no simpatizan con el kirchnerismo pintan la situación económica de la Argentina exhibiéndola como si fuera peor que la de España u otros países europeos en crisis.

Tiene razón el jefe de Gabinete sobre que la economía argentina no está peor que la de los países europeos en crisis, pero la evaluación que los habitantes de nuestro país harán cuando les toque votar el año próximo no será comparándose con la situación de los españoles o los griegos, sino con la de los propios argentinos cuando votaron la vez anterior. Y no hace falta más que mirar el último índice de variación del producto bruto del Indec –con un crecimiento de sólo el 0,6% contra el de los mismos meses del año anterior, que rondaba el 9%– para ver que enfrentamos una brusca desaceleración de la economía que traerá consecuencias negativas en el empleo, el consumo y la recaudación del Estado en los próximos meses, además de las que ya está trayendo.

Dios es kirchnerista.

En compensación, el aumento de casi el 50% del precio de la soja desde diciembre, llegando a alrededor de los 600 dólares, un precio similar al de cuando se desató la polémica por la 125, es una gran noticia para el país, tanto por el beneficio para la economía de este año como por los incentivos que genera sobre la cosecha siguiente. Desde el 10 de diciembre, cuando asumió Cristina Kirchner y la soja costaba casi 400 dólares, hasta los casi 600 dólares actuales, se agregaron directa o indirectamente siete mil millones de dólares a las exportaciones de 2012 (y de ese total, cinco mil millones representó el aumento que se produjo sólo en el último mes).

Como la última cosecha fue casi el 20% menor en toneladas, si la próxima volviera a los casi 50 millones de toneladas los beneficios para las exportaciones podrían alcanzar 14 mil millones de dólares. Por mayor oferta, el precio tendría que ser menor, pero también se prevé una mayor demanda de soja en China.

En este contexto, el kirchnerismo corre el mismo riesgo de hacer un uso inadecuado de la inducción retrospectiva (mirar hacia adelante razonando hacia atrás), y caer en el wishful thinking de la oposición, si creyera que porque siempre le vaticinaron catástrofes que nunca llegaron no le llegarán algún día; o que por haber salido airoso de las batallas de los últimos tres años, siempre será invencible. Lo habita el mismo odio que nubla la razón de sus opositores, y el día que cambien los equilibrios de poder cometerá tantos errores como quienes hoy lo enfrentan.

© Escrito por Jorge Fontevecchia y publicado por el Diaro Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el vierne 6 de Julio de 2012.