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domingo, 1 de noviembre de 2015

Hacia el Balotaje… @dealgunamanera...

Un país distinto... 


Tensión en el sciolismo. Malhumor de Macri por los reclamos de cargos. CFK, patológica.

Desde lo numérico, la primera vuelta de la elección presidencial la ganó Scioli. Desde lo político, en cambio, el triunfador fue Macri. Para el candidato del FpV, el resultado fue una sorpresa; para el de Cambiemos, también. El batacazo lo dio María Eugenia Vidal.

El corte de boleta en la provincia de Buenos Aires explicó su victoria, cuya clave estuvo en su llegada a la gente que la percibió como una persona del común, honesta y con ganas de seguir siendo alguien del común. A su muy buena campaña la ayudó la muy mala imagen de su adversario, Aníbal Fernández.

La noche del domingo tuvo un componente dramático. Eso explica por qué los resultados se conocieron a última hora del día. Fuentes judiciales a cargo de la elección coinciden en afirmar que a las tres horas de haberse cerrado los comicios –es decir a las 21– en la mayoría de las mesas del país el escrutinio estaba terminado. Ante lo inexplicable de la demora, pasadas las 22.30 hubo una comunicación de uno de los jueces electorales con el ministro Alak.

La conversación fue tensa. Alak terminó reconociendo que la demora se debía a una decisión de la Presidenta, disgustada con los guarismos que lo ponían a Macri dos puntos delante de Scioli, había ordenado que no se difundiera ningún dato oficial hasta tanto no cambiara la tendencia. El ministro recibió un ultimátum: tenía 5 minutos para comenzar a hacer pública esa información si no quería que el Gobierno se viese expuesto a que la Cámara Electoral denunciara la maniobra.

Toda la semana se vio a un Scioli con rostro tenso. La estrategia de campaña del oficialismo tiene un leitmotiv: alimentar el miedo a Macri. A eso apuntan los miles de mensajes que se difunden por las redes sociales que se originan desde las usinas del kirchnerismo. Eso fue lo que hizo Cristina Kirchner el jueves. Ese acto representó un vademécum de los rasgos patológicos de su conducta y de lo que se vive en su entorno. Más allá de las apelaciones a votar por el candidato del FpV –a quien nunca nombró– y de una mención a Vidal, se la pasó hablando de ella y de su esposo. Para la Presidenta lo especial de la semana tenía que ver con una situación personal y familiar y no con el hecho institucional de la elección. En los sucesivos discursos de ese día, no hizo más que hablarle a la militancia. Parece no haber advertido que con eso no alcanza para que el oficialismo gane el 22-N.

En la reunión que Scioli tuvo con los gobernadores alineados por ahora en el FpV, se hizo un análisis crudo del resultado electoral, se señalaron errores de la campaña y hubo reproches para CFK y su estilo de confrontación, algo que hoy rechaza la mayoría de la sociedad.

Las vivencias dentro del Gobierno hablan del zafarrancho que produjo el resultado electoral. En Economía todo se paralizó, hay menos gente en las oficinas y las cocheras están vacías. Ya se vieron varios ágapes de despedida. La elección cayó como una bomba puertas adentro. Hay una movida muy fuerte para tratar de asustar empleados. “Los pocos cargos que se concursaron tienen un período de prueba de un año –a diferencia del sector privado que es de tres meses– entonces será el próximo gobierno el encargado de ratificar o rectificar esos nombramientos. El ministerio aparece empapelado con notas y carteles que dicen que Macri nos va a echar a todos. Incluso están usando una vieja tapa de Clarín de cuando Macri asumió en la Ciudad, que decía que haría una limpieza en la administración porteña”, cuenta un funcionario de carrera.

La noche del escrutinio, Alak recibió un ultimátum de la Cámara Electoral.

En materia de comercio exterior comenzó a circular el rumor que indicaba que La Cámpora –en retirada– había montado un sistema paralelo para vender las DJAI (Declaración Jurada de Anticipación de Importaciones) al 15% del valor de lo que se deseaba importar. Tan fuerte fue que la subsecretaria de Comercio Interior, Paula Español, decidió suspender las actividades del jueves y viernes. No ingresó nada.

La consecuencia: aquellos importadores de estaban aguardando la autorización de su DJAI terminaron recurriendo a la Justicia para pedir un amparo que los proteja. Los amparos pasaron del 30% al 70% en las últimas semanas. “Augusto Costa, (secretario de Comercio), Español y Ariel Langer (subsecretario de Comercio Exterior) tienen los días contados. Sabían que tenían el futuro complicado con Scioli y sus allegados intentaban realizar operaciones en los medios afines indicando que el comercio exterior fluía y que había coordinación de trabajo con los equipos sciolistas, lo cual era falso”, señala otra fuente de Economía.

Sorprendidos. Para Cambiemos el resultado también tuvo sorpresas. El objetivo de máxima era llegar al ballottage con una diferencia no mayor a 8 puntos. Como siempre ocurre en una elección, los resultados mandan y son los que determinan cursos de acción y consagran o no a las personas que los encarnan. Por eso, el domingo también fue la hora de la victoria para Ernesto Sanz, Elisa Carrió, Marcos Peña y Jaime Duran Barba.

En este momento de euforia, Macri, que sabe que no es poco lo que aún le falta para ganar, está enojado con el festival de llamadas y operaciones que recibe. No todos, pero algunos sectores ya están desesperados por cargos, circunstancia que lo malhumoró por lo que bajó la orden de poner fin a toda esa parafernalia.

El grueso de la elección lo definirán los cinco millones de votos que fueron a Massa. Según números que se manejan allí, del 21% obtenido, 9 puntos van a Macri, 6 a Scioli y los otros 6 están indecisos. “Sólo en Córdoba es seguro que Macri gana el 22. En el resto del país, no”, sostienen desde el massismo.

Respecto a posibles acuerdos, siguiendo lo sostenido, las fuentes de UNA aseguran que Massa no quiere que gane Scioli ni tampoco quiere apoyar a Macri. “Hay un punto central: Sergio está en un aprieto, porque si bien no quiere que gane Scioli, tampoco quiere que gane Macri y que él sea el culpable de que el peronismo pierda el poder. Una cosa es que gane Macri y otra es que gane Macri con su apoyo”.

Gane quien gane la elección, lo cierto es que desde el domingo la Argentina es un país distinto: nadie tendrá el poder absoluto, por lo que quien llegue al gobierno deberá negociar acuerdos con las otras fuerzas. Esa necesidad de acuerdos es la que representa el fundamento de la democracia y de la república, valores que a lo largo de la así llamada “década ganada” el kirchnerismo desdeñó.

Producción periodística: Guido Baistrocchi, con la contribución de Santiago Serra.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 1º/11/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.




martes, 6 de octubre de 2015

Licenciado en Comercialización Daniel Scioli... @dealgunamanera

Qué tema eligió Daniel Scioli para su tesis…

La tesis del gobernador Daniel Scioli estuvo basada en el caso real de una empresa recuperada por sus trabajadores.

El candidato a presidente del Frente para la Victoria habló del caso de la empresa Durax, que fue recuperada por sus trabajadores a través de una cooperativa; planteó las posibilidades de re inserción en el mercado local e internacional.

A días de las elecciones, el candidato a presidente por el Frente para la Victoria, Daniel Scioli, se recibió en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) en la carrera de Comercialización. Para su tesis, habló del caso de la empresa de vajilla Durax, que en 1999 quebró y fue recuperada por sus trabajadores mediante una cooperativa.

El director de la Fundación UADE, Ricardo Smurra, explicó que el tema fue elegido por el gobernador de Buenos Aires y que decidió basarse en un caso real.

"Uno de los temas importantes era cómo la empresa Durax podría reinsertarse en el mercado internacional, aún cuando tuviera problemas para hacerlo en el mercado local. Así, hizo una investigación de mercados, tanto en el ámbito nacional como el internacional, para analizar las posibilidades de reinserción", explicó Smurra en diálogo con Radio del Plata.

Quizá algunos recuerden al actor Jorge Martínez arrojando y rompiendo platos en un supermercado. Sin embargo, había algunos que se mantenían intactos. La publicidad pertenecía a la marca Durax, una empresa que quebró en 1999.

A pesar de la crisis económica, sus empleados la recuperaron a través de la cooperativa Cristal Avellaneda y así, mantuvieron sus puestos de trabajo. Incluso, en los últimos años, registraron saldos a favor millonarios.

"Era una vieja deuda que tenía con su padre"

El director de la Fundación UADE, Ricardo Smurra, explicó que Daniel Scioli retomó la carrera de Comercialización porque "era una vieja deuda que tenía con su padre". Por esta razón, el gobernador hizo referencia a su papá en las redes sociales, cuando anunció su recibida.

Según contó Smurra, el candidato a presidente empezó la carrera hace varios años y decidió retomarla a principios del 2015.

"A principios de este año, en ocasión de que UADE le había facilitado las instalaciones para la capacitación de un cuerpo de policías municipales en Pinamar, que es donde tenemos una de nuestras sedes, manifestó su decisión e intención de poder retomar los estudios", contó el directivo de la universidad privada.

El gobernador de Buenos Aires rindió las materias en forma libre. Esto significa que en cada una debió dar un examen teórico y uno práctico.

Además, en todas las instancias estuvo presente el titular de la cursada.
"Nos cuesta entender cómo se hizo el tiempo para estudiar. Tenía un asesor, Julián Colombo, que lo ayudaba a estudiar. Nosotros le dábamos los programas y la bibliografía a seguir y él se presentaba a rendir. Aprobó en todos los casos", detalló.

Daniel Scioli recibirá el título dentro de aproximadamente 6 meses, que es lo que tarda la validación del Ministerio de Educación.

Durante la entrevista, Smurra recordó que otro de los políticos que también se recibió en la UADE fue Guillermo Moreno, ex secretario de Comercio.

© Publicado el lunes 05/10/2015 por el Diario La Nación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Link
http://cristalavellaneda.com.ar/index.html




     


domingo, 15 de septiembre de 2013

Hablemos sin saber... De alguna Manera...

Hablemos sin saber...

Hablemos sin saber...

Así se llamaba una sección del programa Sin Codificar. Un grupo de “especialistas”, periodistas quizá, decían cualquier cosa de un tema previamente estipulado. Así se debatía, por ejemplo, sobre "por qué los perros corren y le ladran a los autos" o se analizaba con mucho rigor la posibilidad de que Leo Messi funcionara mejor como arquero de la Selección de Fútbol. Algunas de esas situaciones ya tienen un lugar entre los grandes momentos humorísticos de la televisión. En ocasiones, ciertos protagonistas de la actualidad política nacional no tienen nada que envidiarle a aquellos panelistas del programa de Diego Korol.

El supuesto debate sobre la baja en la edad de imputabilidad de los menores entró en esa avenida del disparate, dónde nadie escucha al otro y muchos comentan por los títulos de los diarios. En sus ediciones del martes pasado Clarín y La Nación se encargaron de expresar las “divisiones en el kirchnerismo” por este tema.

Destacaron que el candidato del Frente para la Victoria, Martín Insaurralde, había propuesto bajar la edad a partir de la cual se puede aplicar una pena a un menor que delinque y que dos dirigentes importantes del oficialismo le habían salido al cruce. El senador Aníbal Fernández, al señalar que “yo tengo una posición muy clara al respecto. No votaría bajar la edad de imputabilidad”; y el diputado Carlos Kunkel, que tomó distancia de la idea, al afirmar que “nunca lo vamos a votar”. También la diputada Victoria Donda habló sin saber: “quieren cárcel para los chicos de la década ganada”, dijo, para no perder espacio mediático, y Marcelo Longobardi, siempre propenso a castigar verbalmente a “los marginales”, elogió la medida represiva resaltando las divisiones en el elenco oficial. 

Ni los periodistas ni los dirigentes políticos se detuvieron a analizar cuál era la propuesta en cuestión. Una cosa es bajar la edad de imputabilidad sin ningún cambio en el sistema. Es decir, que los mayores de 14 años puedan ser castigados penalmente por los delitos que cometan, como vienen reclamando los sectores de la derecha política y los partidarios de la “mano dura”. Otra muy distinta es propiciar la creación de un Régimen Penal para Menores que les otorgue a los niños las garantías necesarias para no quedar, como en la actualidad, al arbitrio de un juez.

Los magistrados en general, si se trata de chicos pobres, los terminan derivando a lugares de internación hasta que cumplan la mayoría de edad. La creación de un Sistema Penal para Menores, en cambio, es una medida progresista. Figura entre las sugerencias que Unicef hace a todos los países y cuenta con el aval de importantes especialistas como Laura Mussa y Emilio García Méndez.

En los últimos años la mayoría de las bancadas legislativas presentaron proyectos en este sentido. Incluso la del Frente para la Victoria. Claro que poner en marcha un sistema de esta naturaleza implica movilizar gran cantidad de recursos. Abrir juzgados especializados y crear institutos para recibir a los menores y prepararlos para volver a la sociedad. Esa es la razón por la que no se termina de poner en marcha. Hace falta mucha plata para garantizar que un cambio tan profundo sea eficaz.

Un régimen penal que abarque a los menores de entre 14 y 18 años, les otorgaría la posibilidad de contar con las garantías del debido proceso. Algo que en la actualidad les está negado. Como cualquier ciudadano, podrían contar con un abogado que los defienda, un fiscal que los acuse y un juez que dicte sentencia. Las sanciones deben estar acordes con la edad y sólo deberían implicar la pérdida de libertad en casos graves. La diferencia con bajar la edad de imputabilidad de manera lisa y llana, es abismal. Sin embargo, periodistas y políticos, a sabiendas o no, las homologan.

Es fundamental discutir en profundidad sobre qué hacer con los menores que delinquen. La problemática requiere un abordaje múltiple que no puede obviar la cuestión educativa y social. Pero nunca este debate puede estar sometido a las necesidades de la coyuntura electoral. En un tema tan importante decir cualquier cosa por malicia o ignorancia no quita responsabilidad.  Periodistas, funcionarios y legisladores no deberían hablar sin saber. Cuando lo hacen no provocan risa sino pena.   

© Escrito por Reynaldo Sietecase el martes 10/09/2013 y publicado por 7KC Periodismo Justo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



lunes, 24 de junio de 2013

Martín Insaurralde... De Alguna Manera...


Reflotan una denuncia de corrupción contra Martín Insaurralde…

La denuncia derivó en una causa penal que fue cerrada en 2009. Foto: Cedoc

El intendente de Lomas de Zamora, que encabeza la lista K a diputados en la provincia, fue acusado de aceptar coimas en 2008.

Hace cinco años, Martín Insaurralde era secretario de Gobierno de la intendencia de Lomas de Zamora y relativamente desconocido en el resto del país. Fue entonces cuando una cámara oculta lo acusaba de aceptar una coima en el partido bonaerense.

La denuncia fue difundida por América Noticias en 2008, pero resurgió esta semana después de que el “lómense” se consagrara como primer candidato a diputado nacional en la provincia de Buenos Aires por el Frente Para la Victoria.

De acuerdo con la cámara oculta, a una concejal oficialista pedía una coima para habilitar un supermercado chino y señalaba a Insaurralde como el responsable de, mediante el pago, habilitar el comercio.

En ese entonces el ahora candidato era secretario de gobierno del intendente Jorge Rossi, con quien había compartido la lista de las elecciones de 2007. Apenas un año después, en octubre de 2009, Rossi renunció por incumplir las obras de saneamiento del Riachuelo, e Insaurralde quedó a cargo del municipio.


La cámara oculta de América Noticias mostraba a la entonces concejal oficialista Mariel Sánchez pidiendo el pago de unos 70.000 pesos.  La denuncia derivó en una causa penal que fue cerrada en 2009.

© Publicado el martes 24/06/2013 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


domingo, 19 de mayo de 2013

El peronismo en el foco de las sospechas... De Alguna Manera...

El peronismo en el foco de las sospechas... 

Néstor Kirchner y Carlos Ménen

La corrupción y sus “épocas” dentro de la política argentina. El discurso dominante (el del gobierno), recuerda a la del 90 como la década “infame”. Una triste noche neoliberal que asedió a la Argentina durante un decenio y que acabó por entregar el patrimonio nacional al capital financiero y especulativo foráneo. En líneas generales, estos son los calificativos que utilizan los referentes “K” para recordar aquellos años del uno a uno. Los argentinos medios, los comunes y corrientes, aquellos que no pertenecen a la oligarquía política, no asocian a los 90 únicamente con algunos de estos conceptos. La impunidad, la corrupción y la ostentación de funcionarios que mutaron de mendigos a millonarios de la noche a la mañana son recuerdos que ocupan un lugar importante en la memoria colectiva. Lógicamente esa parte de la historia no suele ser citada por el Frente para la Victoria cuando se hace referencia a aquellos años teóricamente nefastos. Del discurso oficial se desprende que el actual modelo es más justo e inclusivo pero no necesariamente más honesto que el de Carlos Menem. Es quizás en este aspecto en donde el kirchnerismo ha sido más coherente.

Desde 2003 que Néstor y Cristina se la pasan hablando de crecimiento, empleo, producción e inclusión pero poco y nada de transparencia y honestidad. El Kirchnerismo nunca se vendió a sí mismo como limpio y tampoco hizo de la lucha contra la corrupción una de sus banderas. La honestidad, que alguna vez fue un concepto valioso dentro de la sociedad argentina, quedo totalmente devaluada luego del estrepitoso fracaso de la Alianza. Fernando De la Rúa y Carlos “Chacho” Álvarez llegaron al poder con un discurso centrado en la seriedad, los valores, el combate a la corrupción y la transparencia institucional. Toda la estrategia comunicacional de la campaña para las elecciones presidenciales de 1999 fue justamente orientada en aquel sentido. “Dicen que soy aburrido”, “será porque no ando en Ferrari” decía Fernando de La Rúa en sus brillantemente diseñados spots publicitarios.

La sociedad le dio su apoyo en las urnas y el entonces Jefe de Gobierno porteño fue elegido Presidente. Las denuncias de coimas en el senado se llevaron por delante la supuesta renovación moral y el corralito y la fulminante crisis económica del 2001 marcaron el fin de su gobierno en forma anticipada. Luego de este breve paréntesis de dos años no peronistas el justicialismo volvió al poder. Desde entonces el valor de la honestidad comenzó a ser sistemáticamente minimizado desde el propio gobierno. De hecho la palabra “honestísimo” surgió como una crítica hacia aquellos dirigentes que hacen de la honestidad su principal activo. Del mensaje kirchnerista se desprende que ellos son buenos gobernantes pero no necesariamente gobernantes transparentes. Desde el retorno de la democracia en 1983 que el peronismo, en sus antagónicas corrientes, ha mantenido una retórica básicamente similar. Menem vino a corregir la hiperinflación heredada de Alfonsín y Duhalde (devenido en Néstor) la híper recesión de De la Rúa. La efectividad en la gestión siempre fue el caballo de batalla de los herederos de Juan Domingo, nunca la transparencia institucional.

Curiosamente la tolerancia del electorado a la corrupción en la Argentina tiene sus “épocas”. Pareciera que los gobiernos pueden robar un tiempo, sobre todo durante sus primeros años, y más aun si la economía se encuentra en un ciclo expansivo. Allí la ciudadanía suele hacerse la distraída. El “roban pero hacen” es implícitamente aceptado y la bonanza económica alimenta la idea de que la corrupción es un problema menor siempre y cuando el país “avance”.

Pero la gestión suele desgatar a los gobiernos y aquella “primavera” de los primeros años no dura para siempre. El descontento suele potenciarse cuando la economía no atraviesa un período de prosperidad. Es allí donde la ciudadanía comienza a prestar mayor atención a lo que están haciendo sus representantes con el dinero público. Parece ser que si un gobernante envía 5 kilos de dólares al exterior mientras un ciudadano medio consigue un empleo, esos dólares no estuvieron tan mal robados. Ahora bien, si un hecho de corrupción es simultaneo a la pérdida de un puesto de trabajo, ahí si se trata de un suceso terriblemente serio. En teoría la corrupción debería ser condenada igualmente en cualquier momento, más allá del contexto que la rodee. ¿Alguien podría negar que la honestidad es una cualidad positiva? ¿Alguien podría negar que la corrupción es una práctica negativa? Por más extraño que parezca, el significado de estos conceptos suele mutar en la Argentina. Robar no es malo per se, depende de cuando se lo haga.

El trabajo del Jorge Lanata es muy útil para terminar de dar forma a esta reflexión. El popular periodista siempre se dedicó más o menos a lo mismo, a investigar al poder. Hacia fines de los años 90, quienes simpatizaban con Carlos Menem veían en el trabajo periodístico de este “fumador televisivo” una campaña de desprestigio y una intentona desestabilizadora. Paradójicamente, en la Argentina de hoy, quienes simpatizan con Cristina Fernández de Kirchner (y supuestamente se encuentran ideológicamente en las antípodas del menemismo) ven también en Jorge Lanata a un golpista desestabilizador.

Quizás las cosas no han cambiado tanto con la llegada del pingüino, la pingüina y los vientos patagónicos a Balcarce 50. En última instancia el mismo partido (Partido Justicialista), está siendo investigado por el mismo periodista (Jorge Lanata) por haber hecho exactamente lo mismo (utilizado la gestión pública para el enriquecimiento personal).

 © Escrito por Santiago Pérez el jueves 16/05/2013 y publicado por Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


domingo, 17 de febrero de 2013

Promesas incumplidas... De Alguna Manera...

Sin consenso...
Timer Man. Dibujo: Pablo Temes.

Promesas incumplidas. Además de desventajoso, el acuerdo con Irán muestra un estilo político.

Cuando en su preciso artículo del 26 de marzo de 2011, con pelos y señales, Pepe Eliaschev denunció en las páginas de PERFIL las negociaciones que, sobre el atentado contra la AMIA, mantenían el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y el de Mahmoud Ahmadinejad, muchos se resistieron a creer que eso fuera verdad. El canciller Héctor Timerman, con su desmesura habitual, lo tildó de pseudoperiodista. Es lo que pasa muchas veces en la profesión cuando un periodista de prestigio, con la responsabilidad y la seriedad que emana de un riguroso proceso de chequeo de las fuentes, debe dar a conocer hechos que, bajo los cánones del pensamiento lógico, resultan no sólo impensables sino inimaginables. ¿Quién podía imaginar que, luego de las claras incriminaciones hechas por la Justicia de nuestro país –repetidas por la Presidenta ante la Asamblea General de las Naciones Unidas– a dirigentes relevantes del régimen de Teherán, un acuerdo entre los gobiernos de la Argentina e Irán fuera posible? Pero, como lo expresa el dicho, la realidad supera –y con creces– a la ficción y, en la Argentina, mucho más.

La defensa del memorándum de entendimiento que hizo Timerman en la Comisión del Senado fue, sencillamente, lastimosa. “Hay que terminar rápido”, fue la orden que bajó Cristina Fernández de Kirchner al jefe del bloque de senadores del Frente para la Victoria, Miguel Angel Pichetto, tal como la captaron los micrófonos desplegados en la sala donde se realizaba esa, por momentos, tumultuosa reunión. Pura obediencia debida. Seguramente, la Presidenta estaba al tanto del penoso papel que estaba haciendo su canciller que, con algunas de sus respuestas, no hacía más que confirmar los peores presagios existentes sobre el alcance y real significado del acuerdo.

Una de las claves para evaluar ese alcance y ese significado pasa por saber qué interpretación se hace de este acuerdo en Irán. La diplomacia persa, curtida en mil batallas, tiene una historia milenaria que transforma a los advenedizos en la materia –Timerman lo es, y esto no es peyorativo sino descriptivo–, en presas fáciles. Por eso es que hay que prestar atención a lo que se dice y se escribe en Teherán a fin de conocer cómo se ve allí el acuerdo. Y cuando se realiza ese ejercicio se aprecia, claramente, que entre lo dicho por el vocero de la Cancillería iraní y lo después “desmentido” por su canciller –“desmentido” al que el Gobierno argentino hizo circular profusamente a través de su red multimediática– no hay ninguna diferencia. Recordemos: el vocero de la Cancillería iraní señaló que el ministro de Defensa no sería interrogado por el juez argentino que deberá desplazarse a Teherán. Ante el revuelo que esto produjo aquí, el canciller iraní dijo que su país cumpliría el acuerdo en su totalidad. En su edición del 5 de febrero, el Tehran Times dio pistas muy precisas que permiten dilucidar todo este embrollo, al expresar, desde el vamos, que el acuerdo está en línea con la postura del gobierno de Irán.

En primer lugar, se señala allí que el memorándum de entendimiento establece que los integrantes de la comisión de la verdad “deberían llevar adelante una profunda revisión de la prueba relacionada con cada acusado” (artículo 3). Una vez completada esta revisión de la prueba, los comisionados “expresarán sus opiniones y emitirán un informe”, el cual también contendrá recomendaciones en el “contexto de las leyes y regulaciones de los dos países” (artículo 4). Es decir, que la comisión de la verdad tendrá un rol activo en todo el proceso judicial, lo cual marca una diferencia sustancial con lo expresado por las autoridades argentinas, hecho que los siguientes artículos que se detallan más abajo confirma.

Se afirma luego que el memorándum de entendimiento contempla la posibilidad –no dice obligación– de que las personas acusadas sean interrogadas en sesiones que se llevarán a cabo en Teherán, con la participación de autoridades judiciales iraníes y argentinas, a la cual se le agregará la presencia de los comisionados (artículo 5). A este respecto, se aclaran varios puntos: el primero es que estos interrogatorios no podrán realizarse hasta que la comisión de la verdad no emita su informe; el segundo es que, como los interrogatorios se desarrollarán en territorio iraní, la ley que prevalecerá, entonces, será la de Irán; el tercero es que, como consecuencia de lo anterior, un juez iraní deberá no sólo estar presente sino presidir la sesión; el cuarto es que para que el juez iraní autorice al acusado a declarar debe haber en su contra una acusación hecha por una autoridad judicial de Irán; pero como esa acusación no existe, por ende, ningún ciudadano iraní –sea o no funcionario– estará obligado a someterse al interrogatorio del juez y el fiscal argentinos.

Por si quedara alguna duda, en el artículo 8 del memorándum de entendimiento se lee que “nada en este acuerdo deberá poner en riesgo los derechos de los individuos garantizados a ellos por la ley”. Entonces, según la Constitución iraní, los ciudadanos de ese país sólo pueden ser citados e interrogados por una corte de Irán en base a pruebas sólidas.

Por todas estas razones, nadie puede entender a ciencia cierta las verdaderas razones de un acuerdo tan desventajoso para la Argentina. Una de las posibilidades que deja abierta este pacto es que los acusados, si no son condenados, pueden llegar a demandar compensaciones a nuestro país. Esto sería el colmo, pero así es como están planteadas las cosas. Todo es ilógico y las argumentaciones del Gobierno son endebles.

Por lo general, este tipo de entendimientos exige, internamente, la búsqueda de consensos entre las distintas fuerzas políticas. Son acuerdos –aquí se habla nada más ni nada menos que de un tratado– de una dimensión tal que exceden a la de un gobierno. En estas instancias, lo que se debe lograr es el establecimiento de una política de Estado. Para ello, es esencial tener una actitud amplia para entender que la opinión del otro es también valedera en asuntos tan delicados, trascendentes y dolorosos como el atentado contra la AMIA que ocurrió en la Argentina, fue hecho contra una institución argentina y causó 85 muertes de argentinos y residentes en nuestro país.

La búsqueda de esos consensos fue lo que prometió la Presidenta en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, en septiembre de 2012. El memorándum de entendimiento y la forma en que habrá de aprobarse van en el sentido exactamente opuesto a lo enunciado entonces. Nada que pueda sorprender. Esa es, al fin y al cabo, la esencia del kirchnerismo: decir una cosa y hacer exactamente otra.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 16/02/13 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


domingo, 4 de noviembre de 2012

178... De Alguna Manera...


178…


Ahora está de moda hablar muy bien de Néstor Kirchner para poder vituperar a su viuda. Es lo que cunde. Según este nuevo revisionismo, la tragedia empezó el 27 de octubre de 2010 cuando murió Kirchner, en Santa Cruz. Desde entonces, se alega, se ha desnaturalizado la obra de Kirchner. Pero el Gobierno acaba de producir un hecho valioso para cronistas e historiadores. Firmado por el Frente para la Victoria, publicó el sábado 27 de octubre anuncios en esa prensa que sus corifeos denominan “opositora” y “destituyente”, PERFIL, La Nación y Clarín, medios a los que los funcionarios no atienden, ignoran o fulminan con sus insultos. Días atrás, por ejemplo, Amado Boudou les pidió a PERFIL, La Nación y Clarín “que se dejen de hincharle las pelotas”. Textual.

El aviso del Frente para la Victoria era irremediablemente rústico y conceptualmente indigente. Su factura era de un primitivismo asombroso, escrito todo en mayúsculas, esa forma de gritar a la que apelan los ignorantes, imaginando que sólo así se les comprenderá lo que barruntan. Fueron 178 palabras, desplegadas en siete oraciones inclementemente pedregosas, de una sintaxis escuálida. No es esto lo más importante, sin embargo. El aviso condensó en siete conceptos el legado que el Gobierno pretende sacralizar como herencia del santacruceño. Rastrillarlo con ánimo indagador revela su escasa consistencia y, sobre todo, su pobre verosimilitud.

El Gobierno asegura que Kirchner fue “capaz de plantarse ante el Fondo Monetario”. Curiosa manera de ponerse de pie: sacó la billetera nacional y obló casi 10 mil millones de dólares que el FMI no reclamaba y cuya tasa de interés era bajísima, comparada con tramos pesados de la deuda. No “se plantó”; pagó una suma desorbitada y al contado, sólo para abonar su leyenda de indómito peleador solitario.

El panegírico agrega que, con Kirchner, se puso en vigencia un “nuevo modo de hacer política”. No explica en qué consiste, pero es bueno evocar que arrancó con la deglución del político derechista Eduardo Lorenzo Borocotó, cuyo apellido renominó para siempre el léxico político: donde antes se decía que una persona que saltaba de una trinchera a la otra en la oscuridad era un tránsfuga, luego se dijo que se “borocotizaba”. ¿“Nuevo modo”? Veamos: Gildo Insfran, José Alperovich, Raúl Othacehé, José Luis Gioja. Si esto resume el “nuevo modo”, ¿cómo habría sido el viejo modo?

El tercer adagio embelesado para el señor K es que, “gracias a él”, en la Argentina floreció una juventud “llena de entusiasmo”. La idea oficial es que desde 1983 hasta 2003 nunca hubo entusiasmo en las jóvenes generaciones. No hubo celebraciones por la paz con Chile en 1984, tampoco con la sentencia contra las juntas militares en 1985, del mismo modo que faltó entusiasmo para defender la democracia contra los motines militares de los carapintada fascistoides en 1986 y 1987, ni cuando el gobierno de Menem eliminó el servicio militar obligatorio, en 1994. El “entusiasmo” nació con Kirchner, y la militancia juvenil entre 1983 y 2003 nunca se interesó por el “destino colectivo”.

El cuarto mandamiento del ¡Gracias Néstor! hace foco en lo que los núcleos más ideologizados reclaman como obra principal del ex presidente, su supuesta actitud “inclaudicable por la memoria y los derechos humanos”. Efectivamente, en 2003 la nueva Corte Suprema de Justicia declaró imprescriptibles los delitos llamados “de lesa humanidad”, del mismo modo que calificó de “inconstitucionales” la ley (mal) llamada de “punto final” de 1986 así como la de Obediencia Debida de 1987.

Contemporáneamente el Congreso Nacional declaró nulas esas leyes mediante la ley 25.779. La ley 23.492 de Punto Final fue promulgada el 24 de diciembre de 1986 por el presidente Raúl Alfonsín y estableció que, transcurrido un período determinado, “se extinguirá la acción penal contra toda persona que hubiere cometido delitos vinculados a la instauración de formas violentas de acción política hasta el 10 de diciembre de 1983”. Quedaban fuera de esa limitación los secuestros de bebés hijos de detenidas-desaparecidas nacidos en centros clandestinos de detención. La ley 23.521 (de Obediencia Debida) fue firmada por Alfonsín el 4 de junio de 1987. El 12 de agosto de 2003, la Cámara de Diputados declaró “insanablemente nulas” ambas leyes. El Senado convirtió esto en ley el 20 de agosto de 2003. Kirchner la promulgó el 2 de septiembre de 2003. Dos años después, el 14 de junio de 2005, la Corte Suprema declaró inconstitucionales dichas leyes ya abrogadas por el Congreso, tras lo cual se reanudaron los juicios contra centenares de imputados, interrumpidos en 1986. A las pocas horas, el 15 de junio de 2005, Alfonsín apoyó esa decisión: “La democracia está definitivamente consolidada en la Argentina”, dijo, pero advirtió que “es fundamental comprender en este momento que la Justicia no puede significar la venganza de la sociedad”. Además, recordó que el tema “sufre aún de una evidente renguera” a raíz de que permanecen “incólumes los indultos aplicados por el presidente Carlos Menem”. 

El kirchnerismo nunca canceló los indultos del menemismo a Jorge Videla, Emilio Massera y otros. El texto completo de ese aval de Alfonsín es una pieza de enorme valor (http://www.infobae.com/notas/190156-Ahora-Alfonsin-elogia-el-fallo-contra-las-leyes-del-perdon.html). En 2007, la Corte Suprema reveló que eran 289 las causas en pie, unos mil procesos iniciados y 556 personas encausadas, sospechadas de culpabilidad acreditada por semiplena prueba. El supuestamente inclaudicable Kirchner no lo fue tanto. Peronista como Menem, no deshizo los indultos de 1989 y 1990, y tampoco mandó investigar los crímenes de la Triple A durante los gobiernos justicialistas de 1973 a 1976, que dejaron un saldo de centenares de muertos y desaparecidos.

Quinta bendición: calificar la confiscación de los fondos en manos de las AFJP como “reestatización” del sistema previsional, es una perfecta falsedad. El sistema previsional era estatal en 2003 y lo que Kirchner hizo fue quedarse con el dinero administrado por empresas del sector privado complementario, para sumar todo en una monstruosa Anses que hoy se maneja al servicio de la política del Gobierno. A eso lo denominan ampliación de “derechos y garantías para todos los argentinos”.

La sexta es cachonda, no amerita detenerse: el Gobierno de Kirchner “democratizó los medios de comunicación”. La séptima es enternecedora: Kirchner “se atrevió a soñar”. En suma, 178 palabras flojas de verdades.

© Escrito por Pepe Eliaschev y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 3 de Septiembre de 2012.