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miércoles, 28 de septiembre de 2016

Pobreza, ese número fetiche de la democracia… @dealgunamanera...

Pobreza, ese número fetiche de la democracia… 


¿Cuántos pobres había en 1989, 1999, 2001 o 2003? Porque las comparaciones son odiosas, aquí van algunas que deberían molestarnos. A todos.

© Escrito por Nicolás Lucca el martes 28/09/2016 y publicado por la Revista Noticias de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


El Instituto Nacional de Estadística y Censos volvió a publicar un informe oficial sobre pobreza. De pronto, nos enteramos de que el 32,2% de los argentinos es pobre, casi una persona de cada tres, o tres personas y dos brazos de cada diez, o treinta y dos personas y un par de dedos de cada 100.

Primera sorpresa: se divulgó un índice de pobreza luego de años y ningún pobre se sintió peor persona ni estigmatizado. Quizás, porque están preocupados en eso de ser pobres y querer comer todos los días, contar con servicios básicos y otras cosas que hacen a la condición humana occidental del siglo XXI.

Sin embargo, el Gobierno pretendió que en una misma tarde nos empacháramos de cosas que hacía tiempo no veíamos y Mauricio Macri dio una conferencia de prensa sobre los números del Indec. Entre un montón de obviedades –"pobreza cero es inalcanzable"– sostuvo que “este punto de partida es sobre el cual acepto ser evaluado como presidente“. Si bien es una gran expresión de deseo –las evaluaciones no existen y el escrutinio del público se hace sobre lo que al público le interesa y no sobre lo que el evaluado pretende– también es cierto que necesitábamos un número del cual partir.

He aquí la segunda sorpresa: el kirchnerista romántico despechado con ese sector de la sociedad que no aceptó seguir comiéndose todas las puteadas por todo lo que salía mal en un gobierno en el que nada salía mal gracias al poder de la cadena nacional, hoy encontró una nueva herramienta para fustigar al actual gobierno. No es que uno haya perdido su capacidad de asombro, pero estamos hablando de las mismas personas que marchaban a Plaza de Mayo periódicamente cada semana y nunca jamás vieron a las familias que duermen al lado de la Catedral, en la galería del Cabildo o sobre Avenida Alem y Paseo Colón. No los vieron ni cuando los esquivaban en el piso para seguir camino.

Durante el kirchnerismo, el Indec decía que la pobreza era del 0% o que en Chaco había pleno empleo, era palabra santa. En esa línea se movían en 2013 cuando la situación económica del fin del kirchnerismo empezaba a subir y la solución que encontró Cristina Fernández fue poner a Axel Kicillof de ministro de Economía, el economista que no cree en el mercado, el cura ateo, el carnicero vegano.

Kicillof llevó la justificación a un nivel novedoso. Guillermo Moreno nos imponía su verdad por la fuerza de la chicana o de la agresión verbal patoteril. Axel, directamente, dijo que no medía la pobreza para no estigmatizar a los pobres. O sea, les estaba haciendo un favor al borrarlos de un plumazo de los planes del gobierno. Porque, en definitiva, las estadísticas sirven para direccionar, corregir a aplicar políticas de Estado y evaluar sus resultados.

Hoy, ver las críticas que esbozan los colegas y economistas que justificaron todas las barbaridades estadísticas del kirchnerismo, da un poco de nervio. Es como que tuviéramos que dedicar fuerzas a pedirles coherencia antes que en evaluar qué es lo que se hará de ahora en más. A ver si se entiende: No se puede justificar el éxito de políticas económicas sin poder ver el resultado de las mismas. Es como festejar que ganamos un partido sin ver los goles, sólo porque el gobierno nos dijo que ganamos.

Lo que sí viene bien es aprovechar esta novedad para barajar y dar de nuevo algunas condiciones a futuro. Porque desde que el autor de esta nota tiene memoria, los índices de pobreza han servido como armas para cambiar gobiernos, como escudos para mantener otros, siempre en comparación a un momento caprichoso, nunca en contexto histórico internacional.

Ejemplos sobran. Carlos Menem asumió la presidencia del país con una pobreza cercana al 50%. Y no, Raúl Alfonsín no gobernó casi seis años con medio país bajo la pobreza, sino que se recontra disparó 20 puntos con la hiperinflación de 1988/89. Para mayo de 1994, la pobreza llegaba a un piso de 16%, sin embargo, Menem será recordado por haber dejado la pobreza en el 27% y la desocupación en el 13.8%.

Cuando Fernando De La Rúa dejó el poder en diciembre de 2001, la pobreza trepaba al 33%. Eduardo Duhalde llegó para arreglar las cosas y mandó la pobreza al 52% en días. Triste récord histórico de Argentina que pasó como “parte de la solución”.

Los números pueden ser aún más crueles. En 1998 –el peor año de la recesión menemista– el ingreso nominal promedio de los hogares rondaba los 1.100 pesos. Cuando Duhalde le entregó el mando a Néstor Kirchner, el ingreso promedio era de 892 pesos por familia.

Pero la clave está en el término nominal: 1.100 pesos en 1998 eran 1.100 dólares de un dólar que valía incluso más en poder adquisitivo de lo que vale hoy. Para 2003, 892 pesos eran casi 300 dólares. Un tercio del poder adquisitivo promedio de 1998, 20 puntos más de pobreza que la crisis de De La Rúa, y muchísimo más que el promedio menemista.

De un modo lógico, el kirchnerismo decidió medir el éxito de sus políticas económicas en comparación a los índices de 2002, mientras que, discursivamente, se comparaba con “el colapso del modelo neoliberal” que, dependiendo del temperamento de Néstor o Cristina a la hora de hablar, podía remontarse a 1999, 1989 o 1976. Una ensalada en la que el éxito constaba en contradecir políticas que, si nos guiáramos sólo por los números, fueron más exitosas que las aplicadas.

Para 2006, el kirchnerismo tenía para mostrar números sólidos: la pobreza había caído al 24% en tres años. Un 24% que se encontraba por debajo de los números de pobreza del segundo gobierno de Menem pero, siempre fiel a la frialdad estadística, fue el mejor número que pudo mostrar el kirchnerismo: 8 puntos por arriba que el mejor del temido menemismo.

Para 2007, la pobreza subió un punto y se evaluaron distintas medidas, una de las cuales consistía en crear equipos de trabajo para ver qué había que corregir, qué había rectificar. Pero las medidas políticas tienen costos también políticos, un riesgo que el gobierno no estaba dispuesto a correr en un año electoral. La opción que triunfó fue la más estúpida de todas: dibujar los números justo cuando dejan de cerrar. El resultado lo conocemos todos: el kirchnerismo siguió publicando índices oficiales impresentables e increíbles, pero indiscutibles, ya que cualquier opinión en contra resultaba un planteo apátrida.

Hoy, con un nuevo índice publicado, la actual gestión coloca una vara a la altura que ellos pretenden tener por alta. No vamos a practicar futurología, pero el principal problema de los números es que son tomados como vallas: si el gobierno baja dos puntos, redujo la pobreza. Y es tan cierto como que el 30% seguiría siendo pobre. 

Si hay algo triste es que, con cada crisis terminal que atraviesa la Argentina, cientos de miles de personas son arrojadas a la pobreza de la cual saldrán muchos menos de los que ingresaron. O sea: del 50% de 1989 quedó un 16% pobre por toda la década de los noventas. A ese número llegaron los que vinieron después hasta sumar el 52%, de esos quedaron un 24% al que se sumaron otros hasta llegar a este 32,2%. Si encima vamos al censo poblacional, es muchísimo más el 32,2% de 44 millones que el 20 de 33 millones.

Por si no se entiende: existe una base de pobreza que lleva generaciones enteras siendo pobre, que nunca dejaron de serlo y que no conocen otra forma de vida ni por referencia de algún ancestro, ya que el abuelo era pobre. Y no son números, son personas con nombre, apellido y sueños. Como vos, como yo.

Para redondear la crueldad de los números, les dejo lo peor que se puede hacer: comparaciones palpables.

8.7 millones de pobres entran en 141 canchas de River repletas. O podrían entrar en 1.000 estadios Luna Park, por si quieren algo más íntimo. Sí, se podría llenar el Luna Park de pobres distintos todos los días durante 3 años.



domingo, 5 de junio de 2016

Mauricio Macri. Trastienda de una intervención imprevista... @dealgunamanera...

Pasado, presente y futuro de la arritmia que aqueja al Presidente…

Mauricio Macri, analizado por el ojo clínico de Nelson Castro. Foto: Cedoc.

Los primeros malestares, al mediodía del viernes. La casi inmediata revisación médica. El pedido de reserva en la clínica. Qué se le hizo. La medicación que debe tomar. Lo que viene.

Un halo de fatalidad parece haberse posado sobre la salud de los presidentes argentinos a lo largo de la historia. Cuatro fallecieron en el ejercicio del mandato: Manuel Quintana (1906), Roque Sáenz Peña (1914), Roberto Ortiz (1942) y Juan Perón (1974). Hubo un quinto –Néstor Kirchner– cuyo deceso, ocurrido el 27 de octubre de 2010, correspondió al período en que cogobernaba con su esposa a la manera de un ex presidente en funciones.

A este grupo se le debe sumar el de aquellos presidentes que durante sus mandatos sufrieron enfermedades que representaron riesgos serios para sus vidas y que tuvieron alto impacto político. Son los casos de Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner. Menem padeció una suboclusión de la arteria carótida derecha; De la Rúa sufrió un neumotórax y luego la obstrucción de una de sus arterias coronarias, por lo que debió someterse a una angioplastia; Kirchner tuvo una úlcera erosiva gastroduodenal, una suboclusión de la arteria carótida derecha y una oclusión de la arteria coronaria circunfleja. Al margen de sus enfermedades de base –bipolaridad y atrofia frontal bilateral–, Fernández de Kirchner fue operada de un cáncer de tiroides que nunca tuvo, se le debió drenar un hematoma subdural de localización fronto-temporoparietal derecha y tuvo que ser internada por una diverticulitis complicada con una sigmoiditis.

En este grupo se ubica también Mauricio Macri. El Presidente debutó con un accidente doméstico mientras jugaba con su hija Antonia, que le produjo una fisura en algunas de sus costillas, afección que originó un ida y vuelta médico-político que aún debe ser narrado.

Alerta. El viernes 3, pasado el mediodía, Macri comenzó a sentir algunas molestias cardíacas. “Estoy con palpitaciones”, le dijo al jefe de la Unidad Médica Presidencial, doctor Simón Salzberg. Cardiólogo de gran prestigio, Salzberg lo examinó y diagnosticó de inmediato una fibrilación auricular.

La fibrilación auricular (FA) es una arritmia relativamente frecuente que consiste en una desorganización de la actividad eléctrica del corazón, que altera el ritmo cardíaco y que se observa tanto en personas con corazones aparentemente sanos como en aquellas que padecen distintos tipos de enfermedades cardiológicas. Hay dos tipos principales de FA: el paroxístico y el crónico. La fibrilación auricular en corazón sano tiene buen pronóstico y su principal complicación –que es baja–es el tromboembolismo que, a su vez, puede desencadenar un accidente cerebrovascular. En cambio, la FA crónica tiene más riesgos de complicaciones; la más común de ellas es el accidente cerebrovascular.

El tratamiento depende de las formas de presentación de la afección, de la existencia o no de patologías cardíacas concurrentes –cardiopatía isquémica, valvulopatías, insuficiencia cardíaca, hipertensión arterial, trastornos de la conducción del impulso cardíaco– y de su evolución. En algunos casos de aparición aguda, se hace necesaria la cardioversión eléctrica. En otros, se recurre a un tratamiento medicamentoso a base de drogas antiarrítmicas.

Solucionado el cuadro agudo, el paso siguiente es qué hacer para prevenir su repetición. Si se considera que el desencadenante fue el estrés, al paciente se le indica, además de la medicación específica, la toma de ansiolíticos.

Chequeo. Volvamos ahora a lo sucedido en la tarde del viernes en la Residencia de Olivos. Una vez hecho el diagnóstico, Salzberg le indicó al Presidente la conveniencia de su traslado a la Clínica Olivos para un chequeo más completo y para la instalación del tratamiento adecuado.

Ante esto, Macri respondió, después de algún breve cabildeo, que lo haría luego de realizar una entrevista off the record que ya había sido acordada con los colegas Edi Zunino, Eduardo Feinmann, Gloria López Lecube y Walter Curia. Una vez establecido esto, hubo una comunicación desde la Unidad Médica Presidencial con el centro médico, no sólo para avisar de la llegada del jefe de Estado sino también para arreglar sus detalles. Ahí fue cuando se produjo la filtración que dio origen a la primicia que difundió el área digital de la revista Caras a través de su sitio en Perfil.com alrededor de las seis de la tarde y en la que se informaba que Macri había sido internado. Esto dejó descolocados a los voceros presidenciales, que se apresuraron a desmentir un hecho que, en esencia, era cierto.


Completada la entrevista periodística, las palpitaciones que aquejaban al Presidente continuaban por lo cual, luego de un nuevo examen médico, se concretó su traslado a la Clínica Olivos. Una vez allí, se le practicaron diversos estudios cardiológicos. Uno de ellos fue un ecocardiograma transesofágico para descartar la presencia de trombos auriculares. Ello permitió concluir que el corazón del paciente está sano. Se decidió entonces realizarle una cardioversión eléctrica por medio de un desfibrilador, para lo cual se lo anestesió con Propofol. El primer intento no fue exitoso ya que la arritmia no se revirtió, cosa que sí ocurrió tras la segunda cardioversión. Una vez recuperado de la anestesia, el doctor Salzberg le aconsejó al Presidente pernoctar en la Clínica Olivos, sugerencia que fue rechazada, por lo que Macri se retiró finalmente de allí alrededor de las once y media de la noche del viernes. Durmió muy bien y el sábado 4 amaneció asintomático y de buen humor.

Tratamiento. En la mañana de ayer fue examinado nuevamente por Salzberg y su equipo, quienes decidieron instalar un tratamiento preventivo a base de un antiarrítmico y un anticoagulante por vía oral. El antiarrítmico elegido fue la amiodarona. Sumado a esas dos medicaciones, se instituyó un sedante de tipo ansiolítico, ya que los médicos presidenciales consideran que el estrés ha sido el principal factor desencadenante de la afección que aquejó a Macri.

Se le indicó también reposo y se le pidió que el fin de semana permaneciera en Olivos y no se trasladara a su quinta Los Abrojos por precaución, debido a que en la residencia presidencial hay equipamiento médico de emergencia para atender cualquier imponderable que pudiera presentarse en estas horas.

El plan del doctor Salzberg es evaluar al Presidente en un mes, momento en el cual seguramente se le realizará un Holter de 24 horas para chequear el ritmo cardíaco a fin de decidir cómo continuar el tratamiento. Podría ser antes.

El ejercicio del poder es un factor altamente estresante que afecta la salud de quien lo ejerce. Ese estrés es mucho mayor si ese ejercicio del poder transcurre en medio de las turbulencias de tiempos como los que se están viviendo en la Argentina. Es algo que los médicos de la Unidad Médica Presidencial saben y a lo que Macri debería prestar atención, porque su salud es, hoy en día, una cuestión de Estado.

Producción periodística: Santiago Serra. 



sábado, 4 de junio de 2016

Psicología de un gobierno empresarial… @dealgunamanera...

La acción le arranca la desesperación a la angustia...

El cambio sería así, en la visión de la gestión empresarial. Foto: Cedoc

A Mauricio Macri le gusta el desafío y su mente está entrenada en la toma de riesgo, igual que un emprendedor.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 04/06/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

¿De dónde saca Macri su certeza? Ministros, secretarios de Estado y asesores del más alto nivel se desesperan frente a los reclamos de todo tipo por las consecuencias negativas que tuvieron sobre la actividad económica las medidas que tomaron este primer medio año de gobierno. Con ánimo de protegerlo, Ernesto Sanz trató de blindarlo legislativamente proponiendo un clásico acuerdo partidario con el PJ que le garantizara tranquilidad en el Congreso. Pero Macri lo desestimó y avanza en su método convencido del triunfo de sus ideas y técnicas.

¿Qué lógica es ésa, que no apela a las concesiones recíprocas tradicionales del poder? Se lo preguntarán desde Sanz hasta, en otro extremo, Cristóbal López, quien inicialmente trató de pactar con Macri, como se confirmó al conocerse la carta que le envió hace meses. ¿Provendrá del engaño que producen ciertos “senti-mientos” cuando las ideologías funcionan como formas de religión, algo tan visto en el alucinamiento de la política kirchnerista en los últimos años aunque en el PRO en sentido contrario?

"Segundo semestre" es un mantra que Macri repite para convencer de lo que él está convencido

Jaques Lacan –que había sido analista de marxistas como Louis Althusser y llegó a pensar que toda ideología era una patología colectiva– acuñó la frase: “El inconsciente es la política”. El reconocido profesor de Ciencias Políticas Fernando Mires acuñó otra frase: “Toda ideología es una patología colectiva así como toda patología es una ideología privada”.

Quizá categorías que no son del orden de la política sino de la psicología, y en el caso de Macri de la psicología de la mente empresarial, ayuden a comprender mejor de dónde proviene esa seguridad convencida de que en el segundo semestre la economía se recuperará fuertemente (hay chistes sobre que Macri es como los estudiantes con aplazos, que siempre les dicen a sus madres: “No te preocupes que lo recuperaré en el segundo semestre”).

Cabeza de CEO.

Hubo un coronel carapintada, Aldo Rico, que dijo: “La duda es la jactancia de los intelectuales”. No es casual que a comienzos del siglo XX, cuando aún no había escuelas de Administración, los primeros CEO de las grandes empresas mundiales fueran militares retirados, los únicos que por entonces tenían experiencia en organizaciones con gran número de personas.

Paralelamente, la psicología explica que no hay acción sin certeza. Y también que la acción engendra la certeza.

Simplificadamente: la angustia sería producto de la cavilación, de la duda. Más allá de que no puede conducir aquel cuyo estado es la duda, como De la Rúa, hay distintas fuentes de la certeza. La convicción en una ideología es una de ellas. La confianza en un método es otra.

Claramente, Macri no cree en la forma de hacer política a la usanza de los partidos políticos tradicionales. Radicales o peronistas, más allá de sus diferencias, comparten ser “lo viejo” a los ojos del Presidente.

Tanto foco en lo nuevo y el cambio de lo viejo también tiene una inspiración empresarial. Uno de los libros clásicos de gestión (para Macri gestión y gestión política es lo mismo) más recomendables para todo aquel que desee comprender la cabeza de los CEO es La estrategia del océano azul, del profesor de Harvard W. Chan Kim, el texto que mejor explica la asociación entre innovación (cambio) y éxito.

La metáfora de los océanos azules (lo nuevo) se contrapone a la de los océanos rojos (lo clásico), donde la competencia sobre los mismos paradigmas y productos conduce a una guerra que requiere enormes esfuerzos en espacios saturados.

La estrategia del océano azul en las empresas se parece en parte a la de Duran Barba en política: deconstruir las categorías existentes y reformular nuevas. Uno de los ejemplos preferidos de Harvard Business School es el del Cirque du Soleil: “Cuando apareció por primera vez, en 1984, los grandes circos, muchos de ellos centenarios, se dedicaban a compararse entre sí, exprimiendo los mismos actos circenses tradicionales: más payasos, más domadores famosos y más animales que elevaban sus costos sin modificar sustancialmente la experiencia del espectáculo, mientras caía en picada la demanda”.

Cirque du Soleil redefinió el problema en diferentes términos: viendo con otros ojos, abandonó el enfoque reactivo que mantenía hipnotizados a sus competidores siempre en lo mismo, creando una estrategia divergente que hizo foco en reinventar las prácticas del medio, desafiando las nociones convencionales existentes.

A Macri le gusta el desafío y su mente está entrenada en la toma de riesgo, igual que un emprendedor 

La innovación es la clave del éxito para un CEO moderno, y el mejor ejemplo dentro del Gobierno es el propio vicejefe de Gabinete, Mario Quintana, quien modificó el concepto de farmacia al inventar Farmacity.

Desde esta visión, el “círculo rojo” de los grandes (y viejos) empresarios y otros poderes fácticos permanentes (sindicatos, medios, corporaciones) es el principal enemigo del cambio y una estructura anquilosada, que hay que transformar.

Pero no hay estrategia sin riesgo y, en el campo empresarial, los costos del fracaso son esencialmente materiales. En el político, las consecuencias son otras. Pero a Macri le gusta el desafío (o sea lo diferente) y su mente está entrenada en la toma de riesgo, igual que la de un emprendedor.

El segundo semestre del año comienza en un mes. El segundo semestre de Macri en el Gobierno comienza el próximo viernes 10 de junio.

La acción le arranca la desesperación a la angustia.


miércoles, 25 de mayo de 2016

Crisis del Año 2001. Enrique Mathov y Rubén Santos condenados... @dealgunamanera...

Condenan a cuatro años a Enrique Mathov y Rubén Santos por la represión de 2001…


El Tribunal Federal anunció el veredicto del juicio oral, donde se condenó a prisión al exsecretario de Seguridad y al jefe de Policía durante la gestión de Fernando de la Rúa.

El Tribunal Oral Federal Nº6 anunció esta tarde el veredicto del juicio oral por la represión de diciembre de 2001 que precedió a la caída del gobierno de la Alianza donde se condenó a ex integrantes de la Policía Federal.

En el juicio comparecieron como acusados por los hechos que antecedieron a la precipitada salida del poder del expresidente Fernando De la Rúa –desvinculado de este proceso- el ex secretario de Seguridad Enrique Mathov (a quien se lo sentenció a 4 años y 9 meses de prisión) y el ex jefe de la Policía Federal Rubén Santos (4 años de cárcel).

A su vez, fueron sentenciados el ex superintendente de Seguridad Metropolitana Raúl Andreozzi (tres años de prisión en suspenso), el ex director general de Operaciones Norberto Gaudiero (tres años y medio de cárcel) y otros 13 policías. 

Estas son las sentencias:

-Ex secretario de Seguridad Enrique Mathov: cuatro años y nueve meses de prisión.

-Ex jefe de la Policía Federal Rubén Santos: cuatro años de cárcel.

-Ex superintendente de Seguridad Metropolitana de la  PFA Raúl Andreozzi: tres años de prisión en suspenso.
-Ex director general de Operaciones de la PFA Norberto Gaudiero: tres años y medio de cárcel.
-Ex subcomisario Omar Bellante: tres años de prisión en suspenso.
 Ex agentes:
-Sebastián Saporiti: absuelto.
-Horacio Berardi: absuelto.
-Mario Seia: absuelto.
-Orlando Juan Oliverio: absuelto.
-Carlos José López: seis años de prisión.
-Eugenio Figueroa: absuelto.
-Roberto Emilio Juárez: cuatro años y medio de cárcel.
-Jorge Daniel Toma: sobreseido por prescripción.
-Carlos Alberto Loforte: sobreseido por prescripción.
-Víctor Manuel Belloni: tres años de cárcel.
-Ariel Gonzalo Firpo Castro: tres años en prisión en suspenso.
-Norberto Pablo Sabbino: absuelto. 

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domingo, 7 de febrero de 2016

Yin y Yang... @dealgunamanera...

Yin y Yang...


La ruptura del bloque de diputados peronistas: promotores y beneficiarios. Consecuencias y proyecciones posibles. El dilema de la sustentabilidad política. El modelo kirchnerista y el ensayo macrista. El mundo no termina en Davos. La saña y sus riesgos. El PJ y sus movimientos.

© Escrito por Mario Wainfeld el domingo 07/02/2016 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El oficialismo consiguió un avance importante merced a la ruptura del bloque de Diputados del Frente para la Victoria (FpV). Crecen sus perspectivas de construir mayorías contingentes (vez a vez) en el Congreso.

Velozmente el presidente Mauricio Macri convocó a sesiones extraordinarias en el Senado para abordar pliegos varios: los que importan son los de los potenciales nuevos integrantes de la Corte Suprema.

La Comisión Bicameral que trata los Decretos de necesidad y urgencia se reunirá el miércoles 9. Con composición empatada 8 a 8 pactó con el FpV una presidencia anual rotativa. El sensible primer turno es para Cambiemos y estará en manos del senador radical Luis Naidenhoff.

El presidente de la Cámara Baja, Emilio Monzó, operó en parte la movida desde afuera, acumuló puntos en su haber. Pero los méritos o deméritos corresponden a los peronistas.

El gobernador salteño Juan Manuel Urtubey (FpV al cierre de esta edición) fue el principal gestor interno de la jugada. El número de tránsfugas es desde ya alto, se parangona a la sangría que sufrió el kirchnerismo entre 2008 y 2009 como consecuencia del conflicto de las retenciones móviles. El contorno es diferente, más adverso para la principal oposición. En aquel entonces el ex presidente Néstor Kirchner revistaba en el bloque conducido por Agustín Rossi y el FpV gobernaba el país.

La magnitud e incidencia de las deserciones se calibrarán mejor en meses. Los compañeros dirigentes justicialistas son avezados en eso de cruzar Rubicones y Jordanes, de ida o de vuelta: en este trance uno de los recorridos está más de moda. La cifra de la sangría posiblemente crecerá. El tamaño, en esos menesteres, es importante.

Amén de tanto gobernador peronista que busca un nuevo espacio, moviendo a “sus” diputados habrá que mirar a la mandataria santiagueña Claudia Ledesma Abdala del apodado radicalismo K.

Urtubey es el segundo beneficiario, el primero es el presidente Mauricio Macri.

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Los funcionales y sus modos de votar: El sindicalista Oscar Romero fue quien articuló la partida, el que armó listas, llamó por teléfono, persuadió a quien anhelaba ser persuadido/a (la seducción política se parece en ese aspecto a la de la vida personal). Las palabras a usar dependen de la pasión del intérprete. Vienen a cuento: la traición, la defección, la cooptación. Rótulos aparte, es clavado que el nuevo bloque es funcional a la estrategia parlamentaria de Cambiemos. Su impacto se medirá con el correr del calendario.

En el Congreso se vota de dos modos, describen los baqueanos: con la mano o el brazo (levantando o pulsando el botón) o con la colita habilitando quórum para sesiones trabadas. La segunda modalidad de cooperación, tan frecuente en el bipartidismo bobo que perduró hasta los mandatos kirchneristas, es la de “la opo de su majestad”. Quienes fingen diferenciarse en el discurso (o aún en las votaciones) mientras posibilitan que las leyes se aprueben. Ese apoyo, da la impresión, está garantizado. Gravita mucho, descompensa la relación de fuerzas precedente, es maná para el gobierno.

Sobre las posturas que tomarán los disidentes es prudente no precipitar conclusiones. Sus explicaciones han sido entre parcas y patéticas. Ninguno es una figura conocida por el gran público o un cachito vistosa, con la sonada excepción de Diego Bossio. Hasta para quien extreme la transigencia costumbrista respecto de la capacidad peruca de cambiar de camiseta durante el partido, es un caso extremo de deslealtad.

Manejó la Anses durante años, uno de los mayores presupuestos del país. Obtuvo un sitial desproporcionado a sus méritos previos, se desempeñó bien, fue agasajado en el primer nivel del kirchnerismo, coló en la lista sábana. Apartarse en una etapa difícil habla de su valía como cuadro político y también es indiciario de errores de Palacio que se perciben claramente cuando llega la malaria.

Bossio no merece un gran futuro político y quizá por una vez haya justicia: cuesta imaginar cómo podría tenerlo. Se traslada solito con su cuerpo al área que trillan el diputado Sergio Massa y Urtubey que sí saben construir política y sumar apoyos en las urnas. Corre de atrás, en un espacio superpoblado.

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La doctrina Mendieta: La Bicameral prosigue siendo muy reñida pero aumenta la perspectiva de aprobar los DNU dictados por Macri. Basta con que una Cámara lo haga. Diputados cambió, ya se dijo. En Senadores no hay ruptura de bloque pero (¿o porque?) su titular Miguel Pichetto derrama transigencia y buenas ondas con el oficialismo.

La influencia de los gobernadores del FpV es notoria en la Cámara Alta. Diputados es más pluralista, barullera, rica en matices: la única en la que están representados partidos minoritarios.

Los mandatarios provinciales, ayer y hoy, precisan un ida y vuelta permanente con la Casa Rosada. En el trayecto se mueven muchos factores: el dinero contante y sonante o ciertas variantes como las obras públicas como pilar.

Reacomodar la Coparticipación Federal es un objetivo a la vez cotidiano y estratégico que el torpe texto de la Constitución de 1994 hizo imposible. La falta de “nueva ley” deriva de la imposibilidad creada por las normas vigentes. La Copa se mira pero no se toca, porque no hay cómo hacerlo. La unanimidad exigida para un nuevo reparto lo torna utópico porque (¡ay!) los intereses de 24 distritos no son idénticos ni convergen,

El ideario de los “gobernas” está connotado por la prédica del filósofo canino Mendieta: “Negociemos, don Inodoro”.

Censurar un intercambio cotidiano en nombre de una ética abstracta carece de sentido y de eficacia. Esas transacciones dominan el hacer de todos y todas quienes gobiernan provincias. Tal y como ocurría con “los Kirchner” podrá señalar usted. Claro que sí, con una salvedad sustantiva: en ese devenir las provincias construyeron su propia gobernabilidad, crecieron como nunca en décadas y los propios funcionarios locales gozaron de larga legitimidad electoral. Si esas variables se alteran en contra de los territorios, sus autoridades verán cómo reposicionarse para sobrevivir políticamente. Sobre todo porque sus electorados son vivaces, celosos de sus derechos y pueden sancionar si “las cosas van mal” en 2017 o 2019.

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Economía, represión, reacciones: Políticamente, el Gobierno avanza varios casilleros. Paradójicamente o no tanto, recorre senderos trazados por el kirchnerismo y se vale de recursos materiales heredados. Presidencialismo al mango, uso de los DNU (con las franquicias permitidas por la legislación también legada), manejo de “caja” en el trato con las provincias.

Desde 2003 ese instrumental fue una parte de la caja de herramientas K que concretó años de gobernabilidad, crecimiento, legitimidad política medida en las urnas, la mayor sustentabilidad política y económica desde 1952. El logro, que no fue milagro, tuvo bases tangibles que el macrismo ha puesto en jaque en solo dos meses. Creación de puestos de trabajo, menguante nivel de desempleo, paritarias que sostenían el nivel adquisitivo del salario, amplio esquema de protección social, endeudamiento contenido medido en proporción al PBI, no represión de la protesta social. Todos estos standards tuvieron picos y caídas relativas pero se sostuvieron en promedio aun en los años de sojas flacas. Tales son las causas de la inédita continuidad del proyecto iniciado en 2003. Un modelo político-económico y cultural de gobernabilidad.

Dicho en criollo: la trabajosa aprobación de las leyes no fue el único factor de la perduración kirchnerista. El macrismo recién nacido va en procura de otra, gozando de ciertas ventajas iniciales que no dispusieron los presidentes Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Eduardo Duhalde y Kirchner himself. Macri arranca de un piso más alto, lo está serruchando en muchas facetas. Sobrevolemos la economía, la represión, la ofensiva cultural yendo por partes como aconsejaba Jack.

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Es la economía, despedidos: El no sincerado programa económico carece de toda tangencia o similitud con el desarrollismo, en cualquier versión imaginable. Apela al clásico repertorio neoliberal. Baja o supresión de retenciones en combo jamás visto con una devaluación que no tocó techo. Despidos furibundos en el sector público ya no justificados en los ñoquis sino en vaguedades sobre eficientismo. Las cesantías burlan leyes a menudo: el quantum estricto se desconoce entre otros motivos porque trepa día a día: hay decenas de miles, desde ya.

La noción de competitividad macrista apesta a naftalina de derecha. Se finca en considerar al salario argentino una traba para el crecimiento. La idea es reducir su valor en dólares, como parte de una maratón que comprende también la pérdida de valor adquisitivo. El panorama empresario del diario Clarín habla por boca de la “burguesía nacional” o multi y se pregunta si los laburantes comprenderán que paritarias que le empaten a la inflación pondrán en jaque a la competitividad. La respuesta es evidente: nadie “comprende” lo que lo perjudica. A veces lo acepta por debilidad o temor o falta de poder.

Desde el Ministerio de Hacienda y Finanzas se amenaza con despidos para moderar el afán de los trabajadores de conservar su nivel de vida. El ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile, propone que los argentinos viren a ser vegetarianos o veganos mientras se asombra por la suba del precio de la carne,

Se vislumbra un año de inflación más fornida que la K, recesión, con aumento de tarifas públicas.

El ala caritativa del oficialismo calcula que podrá compensar a los laburantes con el aumento de mínimo no imponible para Ganancias y una ampliación de las asignaciones familiares. Y lubrica la relación con los jerarcas sindicales concediéndoles el manejo de cajas suculentas. El retoque en Ganancias y las asignaciones son bienvenidos, pero no compensarán el sablazo inflacionario ni conciernen a la mayoría de la clase trabajadora.

Surge un dilema complicado en un sistema democrático: primero persuadir a los gremios de pactar convenios a la baja. Aun si se lograra, la conciencia de los argentinos de a pie registrará el perjuicio en su patrimonio. Podrá traducirse en acciones colectivas o de base. O quedará para el momento del cuarto oscuro.

El macrismo supone que una lluvia de empréstitos servirá de colchón para proveer algo de bienestar masivo. Pongamos entre paréntesis los costos diferidos y por generaciones del endeudamiento externo, no por irrelevantes sino por lo contrario: merecen un abordaje extenso que Página/12 despliega a diario.

Tras producir despidos y empeoramiento de la condición obrera el porvenir asoma cuesta arriba, suponiendo que se intentaran paliar los daños colaterales.

Las movilizaciones de trabajadores son incipientes, sectoriales. Se concentran en el sector público, el más agredido. La Unión de Personal Civil de la Nación (UPCN) el sindicato más poderoso del sector es un gigante dormido, llamativamente.

La teoría de un segundo semestre repuntando pierde adeptos aún entre los economistas más afines al gobierno. Un año para atrás es mucho para empezar. Destruir es más sencillo que reconstruir, tirar abajo más accesible que subir la cuesta.

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La violencia estatal: Un gobierno con altísimo nivel de aprobación reprime con saña abundante. No falta un cálculo de oportunidad, medido mirando encuestas de opinión. Los despedidos que se balean son “ñoquis”, se cuenta y hay quien lo cree. Milagro Sala recibe cien reproches y acusaciones que podrían investigarse, pero se la encarcela por algo peligrosamente parecido al delito de opinión o de ocupar el espacio público.

Los sondeos en Jujuy apoyan, en la Casa Rosada cunde el éxtasis. Pero hete aquí que Jujuy no es frontera de nada. El avasallamiento suscita reacciones internacionales. La propia jerarquía de la Iglesia Católica se interesa en el asunto. El encuentro entre Macri y el papa Francisco puede comenzar una cuenta regresiva. Qué bajón sería que el Papa argentino pidiera por la libertad de la luchadora social.

El mundo es amplio, sus límites no coinciden con el ejido urbano de Davos. Los asistentes a ese cónclave celebrarán la cárcel para Milagro, otro tanto harán quienes avalan Guantánamo y la práctica cotidiana de la tortura contra el diferente. La DEA, el FBI y la CIA no agotan la lista de agencias internacionales. La protesta por el atropello crece.

La SIP aplaudirá la derogación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) no carbura igual.

El funcionario porteño Darío Lopérfido da rienda suelta a su insidia negacionista. Consigue el repudio de referentes de la cultura internacional, amén de miles de argentinos que piden su renuncia. El caso es interesante porque comprueba cuan reactiva es la sociedad argentina. Joan Manuel Serrat alza su voz con sobrada legitimación porque es argentino desde hace mucho, gracias a sus buenas artes. Una tierra acogedora con los que llegan en barcos y aviones produce fenómenos formidables.

El ministro de Cultura, Pablo Avelluto, minimiza o cancherea una razzia de despidos. La respuesta es masiva, plural por demás: un abanico transversal de intelectuales, artistas y académicos lo fustigan.

El macrismo trata de generar un esquema binario, poniendo al kirchnerismo como adversario. Hasta ahí es una táctica convencional. Su problema es que no todos compran su descripción, los papelones abundan y las recriminaciones se expanden.

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Manos libres: La saña con la protesta social, la regresión en “seguridad urbana”, los vejámenes a jóvenes con aspecto “no PRO” están en el orden del día. Dejar manos libres a las fuerzas de Seguridad es un peligroso camino de ida. Nadie explicó mejor el riesgo que el ex juez Raúl Eugenio Zaffaroni cuando dijo, en distintos momentos: “ojo, que van a terminar matando a alguien”. No les espetó “son asesinos por naturaleza” sino que están jugando con fuego que no controlan. Ni De la Rúa ni Duhalde eran asesinos, pero fomentaron el contexto en que se mató bajo sus órdenes mediatas. El peligro es tremendo: ya se ha derramado demasiada sangre en la Argentina. No toda es consecuencia de un plan de exterminio, a menudo basta dejar margen a la barbarie policial.

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Bienes escasos: El porvenir jamás está escrito, pero se va trazando cotidianamente.

La gobernabilidad democrática es gema exótica. Tres recursos deben manejar los representantes del pueblo para perdurar ellos y apuntalar al sistema. La plata, la legitimidad y el tiempo, Todos son escasos. Los períodos presidenciales son breves y no se corresponden con los ciclos económicos o climáticos. Mantener los platitos dando vuelta es un pequeño milagro

No hay recetas infalibles para lograrlo porque las coyunturas mutan. Pero hay algunas que parecen destinadas al fracaso. No en un día, ni en un bimestre pero sí en los plazos que estipulan las rutinas democráticas. La legitimidad de ejercicio es todavía más inestable; se mide en el día a día. Habrá que ver, algunos indicios se acaban de reseñar.