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domingo, 14 de julio de 2019

Alberto acusó a CFK… @dealgunamanera...

Alberto acusó a CFK…


El candidato (y también el autor de esta columna) fue citado por el juez. Qué dijo textualmente en la entrevista clave.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 14/07/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Alberto Fernández entrevistado por Nelson Castro, en su programa "El juego limpio"; en el canal "TN" ("Todo Noticias") - 26/02/2015 
(YouTube: jmortiz77)

Fue uno de los hechos relevantes de la semana política: la declaración testimonial de Alberto Fernández en la causa por el atentado contra la AMIA, que tiene como uno de sus incriminados a Cristina Fernández de Kirchner. La citación, promovida por familiares de las víctimas del ataque terrorista más grande que sufrió la Argentina, se originó en las declaraciones que el ahora precandidato presidencial del Frente de Todos realizó en el programa El juego limpio el 26 de febrero de 2015, un mes y ocho días después de la muerte del fiscal Alberto Nisman, un magnicidio. De ese reportaje, que duró nueve minutos y cincuenta segundos, se reproducen a continuación los primeros tres minutos y 57 segundos. Su lectura es fundamental para que el lector tenga una acabada idea de lo dicho por Fernández y de sus implicancias.

FERNÁNDEZ: Yo creo que Cristina va a dejar el gobierno con dos máculas, que son el haber hecho dictar dos leyes para protegerse penalmente de dos delitos cometidos: el primero, el encubrimiento a Boudou por el caso Ciccone, y el segundo, el encubrimiento al haber hecho aprobar por ley el pacto con Irán, que es definitivamente un acto de encubrimiento.

CASTRO: De eso usted no tiene dudas.

FERNÁNDEZ: Absolutamente. Rafecas tampoco. Rafecas también lo ha dicho hoy con todas las letras.

CASTRO: Es muy interesante lo que usted dice, porque Rafecas tira abajo la denuncia (de Nisman) porque entiende que ese delito no ocurrió aun cuando había una idea de hacerlo. Coincide en la idea pero sostiene que el delito no se cometió.

FERNÁNDEZ: Trataré de explicarlo de la manera más simple posible. En la consumación de un delito hay etapas que se llaman iter criminis, es decir, las etapas intermedias desde que el delito se idea hasta que el delito se comete. Yo pienso en matar a alguien, voy y compro un arma, disparo y causó la muerte. Una ideación, un acto preparatorio, que fue comprar el arma, el disparo, que es el comienzo de ejecución, y el resultado, la consumación, que es la muerte. Qué es lo que dice Rafecas: el delito de encubrimiento no existió porque no se comenzó a ejecutar, porque Irán nunca aprobó el tratado. Pero él no dice que el delito no existe; él dice que, en todo caso, el delito quedó en una etapa preparatoria porque faltó una etapa, que fue la aprobación de Irán. Pero lo que está diciendo implícitamente es que ese acuerdo tenía un fin de encubrimiento. 

Claramente. Yo creo, y mire que tengo buena opinión de Rafecas, que es un mal análisis, porque si él quería analizar las etapas del iter criminis, el delito comenzó a ejecutarse con la firma del convenio y no se consumó por circunstancias ajenas a la voluntad de los autores, que es que una Cámara (del Parlamento iraní) declaró inconstitucional el tratado. Lo que esto haría es dejar el encubrimiento en grado de tentativa. Y me parece que, siguiendo la lógica de Rafecas, esa hubiera sido la calificación correcta. Pero bueno, él ha pensado otra cosa. Yo pienso que eso va a tener que ser revisado… 

Días atrás, escribí un artículo en el diario La Nación en el que hablaba de eso, de que finalmente el acto de encubrimiento es la firma del acuerdo y que lo que Nisman dejaba al descubierto es cómo el gobierno se valía de personajes secundarios, de personajes liminares, de personajes casi marginales de la política para vincularse y relacionarse con el gobierno de Irán y que eso, con las escuchas que se pasaron, todos lo hemos observado. Y yo creo que eso merecía una mejor investigación por lo mismo que dice Rafecas. Si Rafecas piensa que el delito no se consumó porque Irán no aprobó el tratado, está diciendo que Argentina hizo todo lo necesario para consumar el delito.

CASTRO: Su palabra nos interesaba mucho porque usted es una persona que, junto con Néstor Kirchner, tuvo que ver con la génesis de la presencia de Nisman en la investigación del atentado contra la AMIA. Su evaluación entonces es que la investigación de Nisman no era un delirio.

FERNÁNDEZ: No. Además, creo que le comenté, cuando hablamos por radio, que en diciembre lo vi a Nisman, que me comentó en el supermercado: “Tengo probado el encubrimiento”; yo me reí y le dije: “Pero el encubrimiento ya existe, es el tratado”…

Hasta ahí el diálogo. Hay varias cosas que se desprenden de los dichos contundentes de Alberto Fernández: primero, señala que al terminar su mandato Cristina Fernández de Kirchner lo haría manchada por dos decretos destinados a protegerse de otros tantos delitos: el caso Ciccone y la firma del tratado con Irán. Segundo, caratula al delito como encubrimiento en grado de tentativa. Tercero, explica en términos técnicos del derecho penal por qué debe considerarse la firma del tratado como un delito. Cuarto, menciona la palabra “encubrimiento” siete veces. Quinto, afirma sin lugar a dudas que la investigación del fiscal Nisman que comprometía a la ex presidenta tenía bases sólidas.

Todo esto derrumba sus declaraciones –en medio de un enojo que no le conocíamos y que tuvo reminiscencias de lo que hacía Aníbal Fernández en sus tiempos de apogeo– diciendo que lo manifestado en aquel reportaje eran solo apreciaciones políticas.

Por si no quedó claro: en ningún momento del reportaje habla de un error político sino de un encubrimiento, o sea, de un delito.

Alberto Fernández es un muy buen profesor de Derecho Penal de la Facultad de Derecho de la UBA, por lo que su explicación de las etapas del delito aplicadas a la firma del memorándum que detalla en la entrevista es muy didáctica.

Es verdad que su citación por parte del juez Claudio Bonadio resulta extemporánea. Es producto de la presentación hecha por un grupo de familiares de las víctimas del atentado contra la AMIA. Quienes están a cargo de las diferentes causas vinculadas con el hecho debieron haberlo llamado a comparecer a su debido tiempo, es decir, hace cinco años. Que ello haya ocurrido en medio del proceso electoral le da un tufillo de campaña que es malo para la investigación en sí. Muestra además las deficiencias –que parecen insolucionables– de la Justicia argentina.

En su condición de jefe de Gabinete de Néstor Kirchner, Alberto Fernández compartió la posición del entonces presidente, quien se negó rotundamente a cualquier vía de un entendimiento que pusiera freno a la investigación del atentado, objetivo que el gobierno de Irán buscó con denuedo.

Por eso, este episodio lo puso a Alberto Fernández frente a una indiscutible contradicción. Y es que, en verdad, su candidatura a la presidencia de la Nación, compartiendo fórmula con Cristina Fernández de Kirchner, representa eso: una enorme contradicción.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.

N. de la R.: esta columna está dedicada a la memoria de Pepe Eliaschev.


sábado, 2 de febrero de 2019

¿Por qué mataron al fiscal Alberto Nisman? @dealgunamanera...

¿Por qué mataron al fiscal Alberto Nisman?


Una pericia tecnológica que analiza las comunicaciones cruzadas entre Cristina Kirchner y ciertos miembros de su gabinete vinculados a la seguridad y la comunidad de espías, y una investigación de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) sobre un fallido intento de venta ilegal de uranio desde Argentina a Irán, son dos instrumentos claves que se están usando para encontrar a los responsables ideológicos y materiales del asesinato de Alberto Nisman.



© Escrito por Román Lejtman el domingo 23/09/2018 y publicado por el Sitio de Noticias Infobae de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El fiscal especial del caso AMIA fue ejecutado tras alegar que la ex presidente había decidido firmar el Memorándum de Entendimiento con Irán para encubrir a los terroristas. Sin embargo, ella replicó con una operación mediática y judicial destinada a demoler la imagen pública de Nisman y a trabar en Comodoro Py su última denuncia antes de caer por el tiro de un sicario.

Irán necesitaba el uranio para equilibrar sus capacidades bélicas frente a Israel y CFK arguyó que el Memorándum serviría para hacer justicia con las víctimas del ataque a la AMIA. Fueron dos hechos esenciales que anticiparon la muerte del fiscal federal, aún impune y sin resolver.

Nisman nunca creyó en los argumentos de Cristina y su asesinato implica una trama con base local y conexión internacional. Para el fiscal muerto, el pacto con Irán encubría un negociado vinculado a los granos y al petróleo, que ahora empieza a ceder frente a los indicios que aparecen vinculados al tráfico ilegal de uranio. Nisman no pudo ratificar o enmendar su hipótesis de trabajo: fue asesinado antes de tiempo.

CFK, su gabinete, sus legisladores, sus operadores judiciales y la corporación de medios que repetía su discurso, intentaron establecer que el fiscal se había suicidado cuando tomó conciencia del error cometido al presentar la denuncia de encubrimiento y traición a la patria.

Cristina y sus aliados no solo insistieron con la hipótesis del suicidio, sino que además iniciaron una tarea de demolición de la figura pública del fiscal para condicionar el peso institucional de su último acto jurídico.

La ex mandataria desplegó todo su poder para banalizar al fiscal y logró que un juez federal de primera instancia y dos camaristas federales bloquearan la investigación formal que costó la vida a Nisman. La denuncia por encubrimiento y traición a la patria recién avanzó tras un tortuoso proceso que terminó en la Cámara de Casación Federal. Hasta ese momento, la denuncia era una pila de papeles con destino incierto.

El cruce de llamadas que ordenó la Justicia argentina puede aportar evidencia sobre la eventual responsabilidad penal de Cristina Kirchner, y esa evidencia puede consolidarse con una investigación que se está ejecutando en los cuarteles de la CIA en Washington, adonde se intenta encontrar a los responsables de un fallido negocio de tráfico ilegal de uranio desde Buenos Aires a Teherán.

La inteligencia americana tiene la copia de un expediente abierto en Brescia (norte de Italia) vinculado a un caso de corrupción local. En esa causa se ordenaron una serie de escuchas a políticos y empresarios locales que empezaron a hacer referencia a ciertos dirigentes, empresarios y militares que operan en el Cono Sur. En las escuchas se pudo interpretar que se estaba preparando una venta ilegal de uranio argentino para luego ser transportado a Venezuela con destino final a Irán.

Una copia de ese expediente fue solicitado por la embajada de Estados Unidos en Roma, que luego remitió a la CIA. La operación ilegal fracasó, pero hay muchos rastros que unen esa maniobra delictiva con ciertos miembros de la administración de CFK. Y lo más llamativo es que la negociación por el uranio ilegal sucedió cuando Cristina negociaba con Irán el Memorandum de Entendimiento que garantizaba la impunidad para los terroristas de la AMIA.

Nisman nunca llegó a leer el expediente Brescia. Lo mataron antes.

En el documental realizado por Infobae, el diputado nacional de Cambiemos Waldo Wolff avaló la teoría del asesinato con intenciones políticas: "Había mucha gente interesada en que el fiscal no tuviera la posibilidad de hacer interrogatorios, allanamientos, indagatorias, detenciones. Nisman iba a sentar en el banquillo de los acusados a toda la cúpula de los servicios de inteligencia argentino".

En sintonía con esto, el abogado de las hijas del fiscal, Manuel Romero Victorica, sostuvo: "A Nisman lo matan como consecuencia de su actuación funcional y por la denuncia que hizo contra los imputados en ese dictamen del 14 de enero del 2015, donde imputa a la entonces presidente de la nación Cristina Kirchner, al canciller Timerman y a otros adláteres del gobierno como D' Elía, Esteche, Khalil y otra serie de personajes".

Y sentenció: "Estoy absolutamente seguro de que lo mataron. Pero no porque lo diga yo. Lo dice el expediente". 

Por su parte, Daniel Salcedo, perito de la causa, fue terminante sobre sus conclusiones: "A Nisman lo mataron. Pudimos demostrar desde el punto de vista criminalístico, científico y forense que fue un homicidio y no una muerte violenta de otras características como un accidente o suicidio".

Asimismo, criticó arduamente cómo se trató la escena del departamento donde fue hallado el investigador: "Las contaminaciones en la escena del crimen esencialmente uno puede pensar que responden a impericia, imprudencia, ignorancia. Lo que es seguro es que no se respetó ningún protocolo de actuación vigente en el mundo. El hecho de que esté tan contaminado y la actuación haya sido tan mala en realidad puede responder a dos aspectos: que sean absolutamente personas amateurs y el segundo es que hayan contaminado a propósito".
  
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martes, 1 de enero de 2019

Timerman y el pacto con Irán: "Era un acuerdo político, no judicial"... @dealgunamanera...

Cinco meses antes de morir, Timerman defendió el pacto con Irán: "Era un acuerdo político, no judicial"...

Timerman, de 65 años, estaba postrado desde que se le manifestó la enfermedad. Fue jefe de la diplomacia argentina entre 2010 y 2015. Fotografía: CEDOC

Fue en el marco de su declaración indagatoria anticipada, en el juicio por el Memorando firmado con el gobierno de la República Islámica de Irán.

© Escrito por D.S. el lunes 31/12/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

En una de las últimas apariciones públicas datan de hace dos meses, cuando tuvo que declarar por videoconferencia en la causa por encubrimiento del atentado contra la AMIA, el fallecido ex canciller Héctor Timerman sostuvo que "nunca estuvieron en peligro las alertas rojas" que regían sobre los cinco iraníes acusados del atentado contra la mutual israelita AMIA en Buenos Aires. Afirmó además la existencia "alguien a quien le interesa que la causa no avance" y defendió el pacto firmado con el gobierno de la República Islámica de Irán: "Era un acuerdo político, no judicial".

Según el juez Claudio Bonadio, que lo procesó por traición y encubrimiento agravado, Timerman fue fundamental para la firma del Memorándum de Entendimiento con Irán, ya que participó de las negociaciones, de la redacción y de la firma del acuerdo. También fue parte de la puesta en marcha y su incidencia en las "notificaciones rojas" de Interpol contra los sospechosos de haber atentado contra la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina el 18 de julio de 1994, ataque que se saldó con 85 muertos y más de 300 heridos.

Sobre la situación judicial entorno del Memorando, Timerman dijo en la videoconferencia: "me fui en 2015 y ya era inconstitucional. Pasaron cuatro años, ¿me pueden decir en que avanzó la causa? Es retorico. Lo único que avanza es mi cáncer". En su exposición, el ex funcionario del gobierno de Cristina Kirchner dio cuenta de los sucesivos encuentros que se hicieron con los representantes del gobierno iraní y agregó que "un avance chiquito siempre va a ser mejor que la nada". Poco después se preguntó: "A quien le conviene que pare esto. Es muy difícil. Creo que acá hay alguien que está frenando esto. No sé quién es, ni por qué lo hace. Sé que a Estados Unidos e Israel le conviene".

En esa ocasión, Timerman también desmintió que haya habido una cumbre o reunión en la ciudad siria de Aleppo y agregó que el régimen iraní no quería que nada de las negociaciones se hiciera público: "Nosotros pensábamos que algo teníamos que decir. Si usted me pregunta cuál era el parámetro, el parámetro era que no queríamos parar las negociaciones. Que no se corten las negociaciones", sostuvo sobre el por qué habían mantenido silencio sobre el tema. "Este era un tema secreto y a veces es mejor que esos temas se mantengan así", completó.

En la misma declaración, Timerman habló de la decisión de incluir a la que era entonces Procuradora del Tesoro, Angelina Abbona, otra de las procesadas, en las negociaciones: "Fue una propuesta de la presidenta aprobada por mí y por [Carlos] Zannini, porque era la abogada del Estado y queríamos que ella escuchara de parte de los iraníes". Sobre el final de su declaración apuntó, sin mencionarlo, al fallecido fiscal federal Alberto Nisman: "Creo que todo esto es una gran persecución y que tienen la decisión de probar que uno es culpable cuando en realidad no me encontraron ni dinero, ni nada. Sin embargo al que si le encuentran está muerto, no lo acusan de peculado y yo que nunca tuve una causa por defalco o dinero mal habido, estoy acá en mi casa, no puedo visitar a mi nieta que vive en Francia, por ayudar a resolver un caso muy importante, que es el caso AMIA”.

Cuando promediaban casi dos horas de declaración y Timerman ya manifestaba dificultades para respirar, aseguró que "la presidenta jamás me dio una orden que sea contraria a la ley y yo jamás la hubiera cumplido, pero no la recibí. Ella quería que este caso se resuelva y resolverlo bajo su presidencia”, señaló. “Quiero dejarlo en claro porque parece que lo están usando para atacarla”, completó con la voz entrecortada.



(Fuente: www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com 

domingo, 14 de enero de 2018

Enero Caliente. Tiembla el Piso... @dealgunamanera...

Tiembla el Piso

Al Rojo Vivo. Hugo Moyano. Dibujo: Pablo Temes

La mira judicial sobre sindicalistas sacude todo. ¿El espanto une a Moyano y CFK?

© Escrito por Nelson Castro el domingo 14/01/2017 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

No es novedad: contra lo que muchos creen, enero es un mes intenso en la vida política de la Argentina. Parecería ser el fruto de una verdadera dinámica inercial que nunca se detiene. Y hay veces en que lo intenso deriva en algo trágico: esta semana se cumplirán tres años de la muerte del fiscal Alberto Nisman, un magnicidio institucional.

El impacto del aumento de las tarifas de los servicios públicos pegó fuerte en el índice de inflación de diciembre. Se entiende por qué Mauricio Macri quiere terminar con este proceso de ajuste, a más tardar, en junio de este año. Es tan cierto que el 24,8% de inflación anual de 2017 quedó muy por debajo del 41% del año 2016, como también lo es que superó con holgura el 17% vociferado a los cuatro vientos durante muchos meses por varios funcionarios, entre ellos el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger.

Habrá que ver qué pasa a fin de este año con el presupuestado 15% del que hablaron tanto el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, como su par de Finanzas, Luis Caputo, en la conferencia del jueves 28 de diciembre pasado. Al Gobierno le ha quedado claro que hasta que este proceso de reacomodamiento de tarifas y de reducción del déficit fiscal no termine, la posibilidad de disminuir la inflación a un dígito será un imposible.

Planes. 

El consiguiente impacto negativo sobre la imagen presidencial generó en ese ámbito dos reflexiones: la primera –dicha por el mismo Macri–, que el capital político que le dio el resultado electoral de octubre último hay que usarlo ahora para ir adelante con estas medidas claramente antipopulares; la otra, la constatación de que esto había que comenzarlo ya y terminarlo antes de junio, a los efectos de no tener más sobresaltos de cara a 2019, año de la elección presidencial en el que Macri buscará su segundo mandato.

Mientras tanto, una encuesta aparecida el jueves de la consultora Synopsis, que predijo con notable exactitud el resultado de la elección en la provincia de Buenos Aires –en un sondeo de mitad de septiembre anticipó que Esteban Bullrich le ganaría a CFK por 39,1 a 34,3– muestra que la imagen negativa del Gobierno es del 41,4% contra el 38% de imagen positiva. Más claro, agua.

Hablando de imágenes y percepciones: la llamativa y veloz ganancia obtenida por las empresas de la familia del Presidente en la venta del parque eólico que inauguró en Chubut pusieron otra vez en el centro de la escena las cuestiones grises que hacen a la relación del jefe de Estado con los negocios de su parentela. Ya hay denuncias.

Por esto y por otros casos notorios concernientes a las investigaciones por corrupción que involucran a varios altos ex funcionarios en los doce años del kirchnerato, el receso tampoco se ha sentido en el ámbito judicial. Lo novedoso de este enero es el avance de causas que complican a varios dirigentes sindicales. Ahí parece haber terminado una larga siesta de algunos magistrados.

¿Casualidad? 

Por lo que se ve y se escucha, la preocupación –que es grande– ha llegado a esas orillas. Las declaraciones siempre altisonantes de Luis Barrionuevo –“a los sindicatos los atacaron los militares, Alfonsín y De la Rúa, y terminaron mal”. (Se olvidó de Cristina Fernández de Kirchner, quien a los líderes de los sindicatos que no le gustaban los maltrató a más no poder). Lo que no dijo Barrionuevo fue que Saúl Ubaldini terminó pidiéndole disculpas a Alfonsín por los 13 paros generales que le hizo.

Más allá del impactante caso Balcedo –de poco peso político–, viene despuntando en el horizonte otro de envergadura: el de Hugo Moyano. En el medio de ellos están las idas y vueltas de la relación entre el Presidente y el líder de los camioneros y presidente de Independiente, que son parte de una trama que comenzó a tejerse cuando Macri asumió como jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y que derivó en una relación que, a modo de auténtica sorpresa, estuvo lejos de los ámbitos de borrasca que muchos auguraban. De hecho, en uno de los últimos actos de la campaña electoral de 2015 –la inauguración de la poco reconocible estatua del general Perón–, ambos compartieron el escenario. En la semana, incluso, el Presidente le tendió a Moyano la hoja de olivo cuando autorizó la presencia del vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli, y del ministro de Trabajo, Jorge Triaca, en el acto de inauguración del sanatorio de los camioneros –ex Antártida–. A pesar de eso, el piso tiembla: se suman allí acusaciones de lavado de dinero en el manejo de las cuentas de Independiente, más el caso OCA, más otras denuncias que piensa reflotar la diputada por Cambiemos Graciela Ocaña.

El kirchnerismo, que anda a la búsqueda de aliados con desesperación, ha visto en esto la posibilidad de intentar un acercamiento con Moyano en particular y la CGT en general.

La libertad del ex vicepresidente Amado Boudou y su ex socio, José María Núñez Carmona, representa una diferencia de criterio importante entre la Sala I y la Sala II de la Cámara Federal Porteña en lo penal. Lo que es fundamental es lo que pase con las causas que incriminan a Boudou, porque lo importante es que haya un juicio y un veredicto en tiempo y forma.

Hay que recordar que en el caso del auto con documentación adulterada fue sobreseído porque la causa había prescripto. Este es el desafío para la Justicia: avanzar con las causas, llevar adelante los juicios y dictar sentencias en tiempo y forma. El caso del ex presidente Carlos Menem muestra lo inútiles que son las condenas cuando se producen veinte años después de los hechos: el impacto en la opinión pública es prácticamente nulo y eso permite que ninguna de ellas se cumpla. Ya se ha dicho: la justicia lenta no es justicia.

Producción periodística: Santiago Serra.






miércoles, 13 de diciembre de 2017

AMIA. Laura Ginsberg: "Macri se sumó a los 23 años de impunidad"… @dealgunamanera...

AMIA. Laura Ginsberg: "Macri se sumó a los 23 años de impunidad"…

Laura Ginsberg. Foto: Cedoc - Diario Perfil.

La decisión del Gobierno de impulsar un juicio en ausencia generó críticas por parte de la referente de APEMIA.

© Escrito por Bárbara Defoix y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El fallo del juez Claudio Bonadio sobre el Memorándum con Irán reflotó la cuestión sobre el atentado a la AMIA, que luego de 23 años sigue impune y sin que existan pistas concretas que lleven a los autores de una de las peores tragedias que sufrió la Argentina.

La trama política, de espionaje y encubrimiento parece no detenerse y tras el fallo de Bonadio en el que dictó el procesamiento con prisión preventiva, previo desafuero como senadora, de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner y ordenó la detención de Carlos Zannini, Héctor Timerman –con arresto domiciliario-, Luis D’Elía, Fernando Esteche y Jorge Khalil, el Gobierno trata de retomar la iniciativa política impulsando la realización de un juicio en ausencia para aplicarlo a los iraníes sospechados por el ataque perpetrado a la mutual judía en 1994.

Esta decisión despertó la crítica de la referente de la Asociación Por el Esclarecimiento de la Masacre Impune de la AMIA (APEMIA), Laura Ginsberg, una de las más firmes impulsoras de la teoría del encubrimiento y la que trabajó incansablemente para que se cree una comisión investigadora independiente para esclarecer las circunstancias en las que ocurrió el atentado que tiene dictamen de la Comisión de Peticiones, Poderes y Reglamento de la Cámara de diputados.

Paralelamente, en abril pasado, los bloques mayoritarios en el Senado presentaron, con el aval del ministro de Justicia Germán Garavano, un proyecto para incorporar la figura del juicio en ausencia al Código Penal.

“Esta iniciativa que toma el Gobierno no es nueva y va en la línea que nosotros venimos denunciando desde hace ya mucho tiempo en relación a que la ley de juicio en ausencia viene a cerrar definitivamente la causa. El tema de la investigación del atentado señalando o imponiendo un juicio en ausencia de testigos, de imputados, de pruebas, es una simulación que tiene como único objeto cerrar definitivamente el tema y dejarlo atrás”, aseveró Ginsberg en una entrevista con Perfil.

La referente de APEMIA consideró que este nuevo impulso no es casualidad: “Se hace en un contexto mucho más amplio que incluye el fallo reciente del juez Bonadio y también incluye una avanzada del procurador general de la Nación, (Eduardo) Casal que instruyó a unos de sus funcionarios para que en el lapso de tres meses aporte lo necesario para conformar una unidad fiscal antiterrorista que va a terminar sustituyendo la Fiscalía AMIA”.

“La conclusión que podemos sacar es que el Gobierno de Macri se ha sumado a los 23 años de impunidad que tenemos ante la mascare”, sentenció Ginsberg. Y agregó: “Si bien en los primeros tiempos (de su mandato) coqueteó con una comisión investigadora independiente, ha tomado la posición política de la DAIA y la AMIA local de avanzar contra los iraníes, sin pruebas y hasta incluso reivindicando al ex juez Galeano que ahora está sentado en el banquillo de los acusados en un juicio en el que se lo acusa de la irregularidades cometidas durante la investigación de la cual él estuvo a cargo”. 

“Es un panorama realmente muy grave. Nosotros lo denunciamos y entendemos que son una sumatoria de maniobras que responden exclusivamente otra vez a poner a la Argentina como uno de los peones de la lucha contra el terrorismo internacional”, analizó la referente de APEMIA.

Para Ginsberg esta decisión de la gestión macrista “habla a las claras de que aquí no hay ninguna voluntad de llegar a la verdad, como fue parte del discurso de campaña del Gobierno, sino que se trata de sumarse a la impunidad de todos estos años de cerrar definitivamente el caso y no investigar y no poner sobre la mesa lo que ya sabemos y lo que se está demostrando una vez más en este juicio oral por encubrimiento, que es que el estado argentino es responsable del encubrimiento del atentado a la AMIA y de su materialidad”.

Consultada por si el fallo de Bonadio habría podido influir en la decisión del Gobierno de avanzar en el juicio en ausencia para aplicarlo a la causa AMIA, Ginsberg opinó: “No creo que un hecho dependa del otro, lo que sí digo es que las circunstancias que estamos observando de todas estas avanzadas están relacionadas”.

Sobre el magistrado, resaltó que en su fallo de la semana pasada es la primera vez que se responsabiliza a Irán del ataque a la mutual judía: “Es la primera vez que aparece así en un fallo judicial ni en tiempos de Galeano ni de Nisman se planteaban las responsabilidades de este tipo y sin ninguna duda son parte de un contexto más general en donde el Gobierno ha tomado la decisión política de volver a las épocas del kirchnerismo en donde la responsabilidad había que adjudicársela a Irán y aquí había que encubrir a todos los funcionarios del estado argentino desde el 94 hasta hoy que son los verdaderos responsables del encubrimiento y hasta incluso tenemos elementos para concluir que está involucrado en la comisión del atentado”.

“Si acá en verdad quisieran investigar el encubrimiento del acuerdo Argentina e Irán tendrán que remontarse al año 96. Si Bonadio quisiera hacer algo seriamente tendría que haberse remontado a aquellos años y no sancionar un acuerdo político como en este país se hicieron tantas veces”, concluyó.


domingo, 10 de diciembre de 2017

Creer (II)… @dealgunamanera...

Creer (II)…

El vice que no fue: Zannini como Boudou. Foto: CEDOC PERFIL

Creer depende tanto de la capacidad selectiva de la memoria como de la profilaxis del olvido.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 10/12/2017 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

En el evento que reunió a los diez personajes del año de la revista Noticias, en el Malba, uno de ellos, el actor Julio Chávez, sostenía que su profesión tenía el privilegio de mentir sin que fuera pecado. Que a la noche, cuando terminaba sus funciones, podía decir: “¡Qué bien mentí hoy!”. Mientras lo escuchaba, pensé en la política y probablemente en gran parte de las actividades sociales que requieren la colaboración y la esperanza.

Pensar que sin mentira no habría sociedad se parece a lo que sostenía Alan Turing, el padre de la inteligencia artificial, en su famoso Test de Turing, sobre que sin mentira no había inteligencia: que una computadora habría alcanzado el grado de inteligencia artificial recién el día que pudiera mentir, porque de lo contrario siempre se tildaría. A cierto punto de cualquier capacidad algo se escapa al cálculo racional constantemente, y ese algo requiere una operación irracional para continuar el curso.

Que una mayoría similar a la que permitió a Cristina Kirchner ganar su reelección con el 54% de los votos hoy apoye a Cambiemos lleva a pensar que ambas mayorías inevitablemente comparten una parte de sus votos y que la sociedad precisa creer cada vez que ahora “sí se puede”. Si la sociedad no creyera, no podría “mentirse” seriamente al estilo de Julio Chávez para mantener la rueda de la vida girando.

"¡Qué bien mentí hoy!", cuenta Julio Chávez que dice el buen actor. Como en política.


Ver a Cristina Kirchner en su desolada conferencia de prensa posterior a la orden de prisión preventiva dictada por el juez Bonadio nos impone reflexionar sobre la banalidad no sólo del mal sino del poder.

 De la misma forma que al caer la ex Unión Soviética y perder su aura no se pudo comprender cómo ese país en cierto sentido primitivo pudo haber mantenido en vilo a Occidente, cuesta imaginar cómo esa mujer con el pelo recogido y las normales marcas del paso del tiempo en su piel pudo haber tenido en su puño a todos los poderes fácticos de la Argentina. ¿Tan poco eran? ¿Tan poco era ella?

Lo que lleva a pensar qué poco serían Macri y Cambiemos si les retiráramos la parte de mentira necesaria para construir su aura e investidura. Siempre todo rey está desnudo aunque nadie lo vea, hasta determinado momento en que todos lo ven.

Macri hoy goza de lo mismo que gozaron el kirchnerismo, el menemismo y hasta el alfonsinismo: un endiosamiento por comparación con la desazón de lo que lo precedió, que es del mismo tamaño que la ilusión que el ciclo anterior generó. ¿Quién puede creer en la justicia de Bonadio si no es con el deseo de querer creer?

¿Quién pudo creer en los números de Cristina Kirchner de una Argentina con menos pobres que Alemania o en la promesa de Macri en campaña de pobreza cero sino nosotros, que con la técnica de Julio Chávez sabemos mentir muy bien a los demás y especialmente a nosotros mismos? Sin nuestra crédula colaboración, los políticos no podrían dar un solo paso. Y ni hablar de los jueces como Bonadio, cuyos antecedentes en el tema de AMIA y Nisman merecerían el repudio de toda la colectividad judía, que ahora olvida para elogiar su giro funcional a los deseos actuales de la mayoría.

No habría moda sin creer en alguna convención tan arbitraria como utilitaria. No habría hombres que cocinaran o jóvenes que se tatuaran, por ejemplo. Sin creer, no habría burbujas financieras, ni sobrevaloración del rumbo económico de ciertos países o de algunas actividades. Parte de nuestros empresarios sospechan que la Argentina ahora repite un ciclo de endeudamiento como en los 90, y que a los que prestan, nuevamente, no les preocupa qué pasará en una década. Otros empresarios creen que la Argentina marcha en la dirección correcta. Y gracias a los que creen, marcha.

Hay un video que se viralizó en redes sociales que compara la técnica de comunicación de Macri con la de los pastores evangelistas. Los siete minutos del video son una dura crítica a –dicen– “la estrategia de manipulación a través de un método de persuasión ya conocido, donde la emoción le gana a la razón”. La misma crítica se podría haber hecho del relato kichnerista o del discurso neustadtiano de los 90 menemistas. Crítica que primero no permea en la sociedad, lo hace cuando aparece otra narración con la que pueda esperanzarse, porque sin esperanza tampoco hay vida. Tan importante es la narración, que el jefe de Gabinete, la persona más importante del Gobierno después del Presidente, Marcos Peña, es virtualmente un ministro de Comunicación.

Sin la colaboración de lo irracional y el olvido, la sociedad no podría superar sus contradicciones

El paso por Comodoro Py y su posterior traslado a los penales de Ezeiza y de Marcos Paz de parte del gabinete del gobierno de Cristina Kirchner, que alegra a muchos y shockea a todos, permite reflexionar por su carácter extraordinario, qué “nada” es el poder cuando la audiencia decide suspender la credulidad, requisito indispensable para que el poder funcione o para disfrutar de cualquier obra en la butaca de un teatro.

Creer en Bonadio es tan difícil como haber creído en Boudou hace unos años, pero cuando su libreto es funcional a las necesidades de la platea puede conquistar a la audiencia y arrancar aplausos, hasta que por el paso el tiempo se le caiga su máscara. El día de la detención de Zannini, D’Elía y compañía, vi en el canal de noticias América 24 un “reportaje” de Eduardo Feinmann al diputado kirchnerista Andrés Larroque y, por la agresividad del entrevistador, terminé sintiendo compasión por el entrevistado. Pero esencialmente me pareció un buen ejemplo de cómo el actual fanatismo “anti K” de muchos jueces, periodistas y votantes fue –antes– fanatismo “pro K” de esos mismos periodistas, jueces y votantes.

Sin esa irracionalidad, sin esa posibilidad de olvido no habría forma de continuar ni de empalmar la contradicción del pasado con el presente. Por eso, creer depende tanto de la capacidad selectiva de la memoria como de la profilaxis del olvido. Desgraciadamente para Perfil, que comenzó denunciando el pacto con Irán en 2011, creer en Nisman y peor aún en Bonadio resulta más que difícil. Y como se explicó en la columna anterior –“Creer (I)”–tampoco Perfil puede creer que haya habido traición a la patria del Poder Ejecutivo de entonces y no del Legislativo.