domingo, 1 de julio de 2018

Campeonato Mundial de Fútbol... Rusia 2018... Octavos, Cuartos y Semifinales... @dealgunamanera...


Campeonato Mundial de Fútbol... Rusia 2018... Octavos de Final...






OCTAVOS DE FINAL



Sábado 30 de Junio de 2018.

Resumen del Partido Francia 4 vs. Argentina 3. © TyC




Sábado 30 de Junio de 2018.

Resumen del Partido Uruguay 2 vs. Portugal 1. © TyC




Domingo 1º de Julio de 2018.

Resumen del Partido España 1 (3) vs. Rusia 1 (4). © TyC




Domingo 1º de Julio de 2018.

Resumen del Partido Croacia 1 (3) vs. Dinamarca 1 (2). © TyC




Lunes 2 de Julio de 2018.

Resumen del Partido Brasil 2 vs. México 0. © TyC




Lunes 2 de Julio de 2018.

Resumen del Partido Belgica 3 vs. Japón 2. © TyC





Martes 3 de Julio de 2018.

Resumen del Partido Suecia 1 vs. Suiza 0. © TyC






Martes 2 de Julio de 2018.

Resumen del Partido Colombia 1 (3) vs. Inglaterra 1 (4). © TyC





Viernes 6 de Julio de 2018.

Resumen del Partido Uruguay 0 vs. Francia 2. © TyC






Viernes 6 de Julio de 2018.

Resumen del Partido Brasil 1 vs. Bélgica 2. © TyC





Sábado 7 de Julio de 2018.

Resumen del Partido Suecia 1 vs. Inglaterra 2. © TyC





Sábado 7 de Julio de 2018.

Resumen del Partido Rusia 2 (3) vs. Croacia 2 (4). © TyC






Martes 10 de Julio de 2018.

Resumen del Partido Francia 1 vs. Bégica 0. © TyC



Miércoles 11 de Julio de 2018.

Resumen del Partido Croacia 2 vs. Inglaterra 1. © TyC







Dilema oficial… @dealgunamanera...

Dilema oficial…

De regreso a la realidad. Mauricio Macri. Dibujo: Pablo Temes.

El Gobierno duda entre más gradualismo o sinceramiento para recuperar confianza.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 1º de Julio de 2018 y publicado  por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

No hubo buenas noticias en la semana para la Argentina. Ni siquiera la ilusión que generó el triunfo de la selección nacional contra Nigeria alcanzó. La derrota de ayer contra Francia terminó con una esperanza a la que también se había atado el Gobierno. La Copa del Mundo no ha servido –ni hubiera servido– para tapar las malas noticias que devuelve una realidad económica que hoy desborda al Gobierno, en cuyo interior se viven situaciones de tensión y desconcierto. Los pases de factura entre distintos funcionarios del área económica están a la orden del día. Nadie quiere cargar con la mochila de asumir la responsabilidad sobre las malas decisiones que se han venido tomando a lo largo de estos tres últimos meses.

Esta crisis tiene un 30% de origen internacional y un 70% nacional. Nuestro país duplica la devaluación de los países emergentes y duplica también el índice de riesgo país. Desde un punto de vista estrictamente técnico, lo más preocupante de todo esto es que, con la situación actual, la corrida no es solo contra las acciones de empresas sino también contra los bonos argentinos. Esto hace que la tasa de interés a pagar por el financiamiento se acerque al 9 o al 9,5%. Cuando se llega a ese guarismo, el financiamiento disponible en el mundo se acaba. Ese rango de tasa supone un nivel de riesgo que ningún inversor internacional está dispuesto a correr.

En el Gobierno se preguntan por qué, si hicieron todo lo que había que hacer, se fue al Fondo, se logró la calificación de país emergente y se está planteando una reducción del déficit fiscal, se está viviendo este desasosiego.

Respuestas.

Los analistas responden a estos interrogantes con contundencia: se llegó tarde con todos los ajustes, circunstancia que, sumada a la ola de inestabilidad que golpea a los mercados internacionales de modo hasta aquí imparable, dejó al país en un alto grado de vulnerabilidad. La Argentina tuvo dos años y medio con un gobierno diferente, que se pensó diferente, se manifestó diferente pero que, más allá de algunas medidas que fueron exitosas, no actuó en consecuencia con esos postulados.

El entusiasmo por la Argentina hizo que, en casi dos años, fueran pocos los que miraran los números reales y no se quedaran solo con la orientación política y económica de la actual gestión. Estos pocos, que analizaron en profundidad y con seriedad los números de la economía, venían advirtiendo desde hace más de un año acerca del riesgoso camino por el que se transitaba. A todos ellos, el oficialismo los desoyó.

Otra cosa que tomó por sorpresa al Gobierno y a los mercados internacionales es que la Argentina, a la que hasta hace tres meses se la veía como un lugar altamente atractivo para posibles inversiones, en 15 días haya pasado a ser un país mendicante del auxilio presuroso del Fondo Monetario Internacional, y no para mejorar sino para mantenerse a flote. Cuando se hace la síntesis de todos estos hechos hay que considerar que, después de dos años y medio de gobierno, la Argentina está con una inflación proyectada por encima del 30% –más cercana al 35-40% en términos anuales– y muy por encima de la de por sí alta inflación que dejó el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. A ello hay que agregarle una vuelta a la entrada en recesión, una posible caída del producto y el aumento de la pobreza. Esto equivale a decir que de las promesas de campaña hechas por Macri –pobreza cero, reducción de la inflación, eliminación del mínimo no imponible a los salarios y lluvia de inversiones– ninguna se ha cumplido.

Lo que está ahora en duda es si el acuerdo con el FMI se va a cumplir o no.

Y esto depende de la política. La reunión del Presidente con los gobernadores peronistas apuntó a despejar esas dudas. Con la foto no alcanza. La reducción del déficit fiscal tiene que plasmarse en hechos. Eso obliga a replantear muchos de los objetivos y proyectos trazados en los presupuestos de cada una de las provincias. “Tenemos que replantear todos los números”, reconoció sin vueltas María Eugenia Vidal. Si el Gobierno no anuda compromisos serios con los mandatarios peronistas para trabajar conjunta y seriamente en la reducción del déficit, lo firmado con el Fondo será cartón pintado.

Hay un tema comunicacional muy discutido dentro del PRO, más que de Cambiemos, acerca de hasta dónde anticipar a la gente las dificultades venideras. La gran discusión que hay es si se sigue vendiendo optimismo o si se le dice a la gente que habrá que pasar el invierno y parte de la primavera y quizás empezar el verano y todavía estar discutiendo si la Argentina va a estar mejor o no.

Decisión.

Por eso hubo una ronda de consultas con un planteo: ¿quiere Macri ser el presidente recordado por el ajuste o no? Esta es la clave del momento, porque las medidas económicas que lograran mejorar el perfil internacional de la Argentina tendrían un efecto positivo apreciable en la economía real de aquí a 9 o 12 meses. Y ahí aparece el cálculo político: se estaría al borde de las PASO. Por ende, una de las discusiones es si utilizar el financiamiento internacional para hacer un poco más de populismo o forzar el ajuste, comunicarlo y ganarse la confianza de la gente.

Este dilema genera discusiones en la mesa chica en la que Vidal y Horacio Rodríguez Larreta tienen peso propio. Ellos viven mucho más la complejidad del día, a diferencia de lo que impera en la Jefatura de Gabinete que, con Marcos Peña a la cabeza, hace de la planilla de Excel una biblia. Con Mario Quintana corrido un poco del centro de la escena, las críticas internas hoy hacen blanco no solo en Peña sino también en Gustavo Lopetegui.

No son estos los únicos enfrentamientos que hay dentro del oficialismo. El proyecto de ley de despenalización del aborto ha generado cortocircuitos que prometen acentuarse. Ni que hablar con el Papa. La gestión del secretario de Culto, Santiago de Estrada, para mejorar las cosas terminó en un fiasco.

Este es un momento de necesaria reflexión para Macri. Al Gobierno le faltan funcionarios de jerarquía para enfrentar las dificultades con muñeca política y sin improvisaciones.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.



(Fuente www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com  

¿Nacidos para sufrir?... @dealgunamanera...

¿Nacidos para sufrir?...

La insoportable levedad del ser… Argentino. Dibujo: Pablo Temes.

Razones de un destino asumido que se apoya más en lo cultural que en lo estadístico. Efecto derrame negativo.

© Escrito por Carlos De Angelis el domingo 1º de Julio de 2018 y publicado  por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Si no sufrís no sos argentino”, lanzó el relator en un grito desgarrador finalizando el segundo tiempo cuando Argentina debía meter el segundo gol a Nigeria para no quedar fuera de la Copa del Mundo.

Creencias. 

Buena parte de los habitantes de este país suscribe a la idea de este relator y piensan que viven en un país donde se está condenado a sufrir. Esto se expresa en la queja e insatisfacción permanente como parte de cualquier conversación, con la convicción que somos una singularidad única en el planeta.

El filósofo griego Cornelius Castoriadis (1922-1997) planteaba que la realidad es instituida socialmente, producida y creada por lo imaginario. Esta realidad organiza las restricciones sociales ordenando lo factible y lo no factible, lo que se puede hacer y lo que es imposible. Esta construcción imaginaria se reproduce continuamente, transmitiéndose en las interacciones sociales, en la educación, en los medios de comunicación masiva y en las redes sociales.

“Irresponsables, impuntuales, incumplidores e irrespetuosos, siempre resolviendo todo en el último minuto. Pero a la vez únicos en el mundo, brillantes e inteligentes”. Este es el imaginario que ha construido la mayoría de los argentinos cuando se pregunta en los focus groups sobre cómo describiría a sus compatriotas. También la vida social ha contribuido a la formación de esta idiosincrasia: una sociedad con permanentes conflictos sin resolver, con una inseguridad urbana ya naturalizada, altos niveles de pobreza e indigencia invisibilizadas, un sistema de transporte sin ningún tipo de regulación, situaciones de agresión que se puede percibir en cualquier parte, una alta inflación que mina cualquier perspectiva económica, y la falta de cumplimiento en los contratos públicos y privados, son solo algunos obstáculos que se deben sortear a diario.

Este imaginario es palpable por ejemplo en la encuesta de la Corporación Latinobarómetro de 2017 cuando el 45,3% de los argentinos sostuvo que el país estaba estancado mientras el 32,3% expresó que estaba en retroceso. Argentina parece ser un país donde es difícil desarrollar un proyecto de vida. Lógicamente se trata de miradas subjetivas, pero estas creencias se transforman en expectativas y acciones sobre el mundo que nos rodea.

Lo objetivo. 

Sin embargo, algunas estadísticas ayudan a ubicar al país por fuera de las subjetividades. Argentina era evaluada por el Banco Mundial como la economía número 21 en el mundo para 2017 (http://databank.worldbank.org/data/download/GDP.pdf), es decir no de las más pequeñas. En tanto para el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Argentina ocupaba el puesto 45 de desarrollo humano para 2016, posición calificada como muy alta.

La contracara de estos rankings es la distribución del ingreso. 

Para graficar esto se suele emplear el coeficiente de Gini donde cero indica total igualdad (todos tienen los mismos ingresos) y 1 total desigualdad. Para el Gini informado por el Indec esta semana, Argentina tiene una puntuación de 0,440 y figura alrededor del puesto 112 en el mundo, cercano a Perú, Yibuti y Bolivia.

Evidentemente, se trata de un país con grandes de-sigualdades. En 1975 tenía un coeficiente de 0,35, uno de los más bajos del mundo para la época. El país más igualitario del mundo era en 2016 Noruega (0,241), y el país más desigual es Sudáfrica (0,630, dato de 2014).

Hipótesis. 

No es sencillo ni directo comprender por qué Argentina se ha transformado en una sociedad del sufrimiento y del desencanto. Una hipótesis provisional podría indicar que la permanente inestabilidad económica ha erosionado el “carácter de los argentinos” parafraseando al sociólogo estadounidense Richard Se-nnet, quien definió carácter como el valor ético que atribuimos a nuestros deseos y a nuestras relaciones con los demás centrado en el largo plazo de nuestra experiencia emocional. El largo plazo fue eliminado de la perspectiva subjetiva de la argentinidad, creando una nueva identidad: la del héroe que se salva solo cada día. 

Los contextos económicos son centrales para comprender esto, y cada crisis produce evidentes secuelas sociales extendidas en el tiempo. La pérdida constante del valor de la moneda, la alta inflación por largos períodos de tiempo, la fuga de capitales –que no es otra cosa que riqueza acumulada– y la nueva pobreza estructural a partir del 2001 fueron minando este carácter, y permitiendo el desarrollo de otras facetas para crear estrategias para lidiar con las diferentes coyunturas, aunque en ese camino haya que dejar de lado las normas de convivencia, y todo atisbo de solidaridad: la derrota a la “gauchada”, y el triunfo de “la viveza criolla.

La segunda razón de peso estriba en los comportamientos de la clase dirigente. Buena parte de empresarios, políticos, sindicalistas, hasta dirigentes deportivos generan una ejemplaridad negativa, por algo los argentinos tienen una pésima imagen de sus empresarios. Se los supone con comportamientos tan opacos como los políticos, con vidas de ricos y con empresas pobres. Paradójicamente la mayoría de las grandes fortunas del país se hicieron asociadas al Estado, así como gran parte de las empresas de origen nacional fueron vendidas en los años noventa.

Otro tanto pasa con la clase gobernante, que se los supone usando los resortes del Estado para beneficio propio, y sin problemas para romper las reglas cuando resulta conveniente, como se observa en los funcionarios que se enriquecieron con la obra pública en los años del kirchnerismo, funcionarios que operan en paraísos fiscales actualmente, o como cuando utilizan su poder para beneficiar sus negocios. 

Cada pronóstico que no se cumple –como las metas de inflación– consolida la incredulidad del argentino medio, llegando a extremos cuando en el 2001 el gobierno de Fernando de la Rúa impulsó la ley de intangibilidad de los depósitos y días más tarde Domingo Cavallo los confiscó con el Corralito. Es un punto clave: si el que está “arriba” puede quebrantar las normas, por qué no lo haría quien está en la base social: el origen del drama argentino.



(Fuente www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com 

sábado, 30 de junio de 2018

Lo que más se devaluó es la palabra… @dealgunamanera...

Lo que más se devaluó es la palabra…

2016-2018: Peña, en su primera y última presentación en el Senado. Fotograqfía: CEDOC / PERFIL

¿Miente cínica y doblemente este Gobierno, que se presentó como el más transparente? ¿Se miente porque negar la realidad es la única forma que tienen de soportar la angustia de sus responsabilidades?

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 30/06/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Federico Sturzenegger fracasó: no pudo mantener el valor del peso, que se devaluó frente al dólar y frente a las mercaderías por efecto de la inflación. En los treinta meses de Cambiemos, los precios y el dólar aumentaron el 100% si se toma el dólar blue de Cristina: de 14 a 29 pesos. Pero 70% de esa devaluación frente al dólar se produjo en solo seis de los treinta meses, proceso disparado a partir de la conferencia de prensa de diciembre pasado donde Sturzenegger, Dujovne, Caputo y Peña anunciaron el cambio de metas de inflación. Seis meses después, Caputo fue promovido a presidente del Banco Central y Dujovne, de ministro de Hacienda a ministro de Hacienda y Finanzas, sin que la remoción de Sturzenegger haya tranquilizado al mercado cambiario, lo que demostraría que no solo se había devaluado la credibilidad del anterior presidente del Banco Central sino la de todo el Gobierno.

¿Por qué los fondos Templeton y Blackrock vendieron dólares a $24 para comprar bonos en pesos con 20% de interés?

Desde aquella conferencia de prensa de diciembre, a nadie le quedó más duda: era del Presidente y de sus “ojos y oídos” de la Jefatura de Gabinete la decisión de devaluar en diciembre, y más tarde vender dólares a 20 pesos, y por último ofrecer 5 mil millones de dólares a 25 pesos.

Cuánta sospecha que generan los fondos Templeton y Blackrock vendiendo dólares a 24 pesos para comprar bonos en pesos a 20% de tasa anual. Y que nadie comprara de los 5 mil millones de dólares que ofreció el Banco Central a 25 pesos durante una semana y, después del anuncio con el Fondo Monetario, todos quisieran comprar a 28 y ahora hasta los 29,70 del viernes, mientras la demanda no afloja.

Es que lo que verdaderamente más se devaluó es la palabra del Gobierno y del mayor representante de su discurso, el jefe de Gabinete Marcos Peña, quien tiene a su cargo la comunicación. En su presentación mensual en el Congreso, el miércoles pasado durante 34 minutos, expuso todas las mejoras económicas de Cambiemos. Aun basándose en datos ciertos, lucía como una gran mentira, un recorte solo de una parte de los hechos omitiendo lo que había empeorado, resultando así una falsificación de la realidad.

¿Miente cínica y doblemente este Gobierno, que se presentó como el más transparente? ¿Se miente porque negar la realidad es la única forma que tienen de soportar la angustia de sus responsabilidades? ¿Le mintieron sus allegados del mundo financiero para poder ganarse en seis meses 70% en dólares, inflándole primero un globo de sobrevaluación del peso para luego devaluar de golpe lo acumulado, sorprendiendo a todos menos a ellos mismos? Es paradójico que al gobierno más pro mercado de las últimas décadas sus aliados lo ejecutaran así.

Sea por una u otra motivación, la sociedad ya no le cree al Gobierno y, como la fábula del pastor y el lobo, ni siquiera las verdades que anuncie serán creíbles. Este es el gran problema de la política argentina actual: quienes van a comprar el dólar a casi 30 pesos volvieron a ser, aterrados, la mayoría de los pequeños ahorristas y no ya los especuladores, que hicieron su negocio y se fueron. Es la clase media la que perdió su fe en el futuro de la economía de Macri, y sin futuro no hay política.

Un gobierno o un partido político son la expresión de una representación de la realidad. Como siempre suceden varias cosas al mismo tiempo, gobierna quien logró seleccionar más convincentemente que su antagonista parte de los hechos, dándole un sentido. Ese sentido explica el pasado y promete un futuro con la misma dirección de una línea en el tiempo. La narrativa del Gobierno es la que se devaluó dejando desnudo al Presidente y a todo su gabinete. El problema no se solucionaba cambiando a Sturzenegger. 

Las Lebac no son la causa del problema sino su consecuencia. ¿De cuánto hubiera sido la inflación en 2016 sin retirar del circulante con Lebac el aumento de pesos que cubría el déficit fiscal, que aumentó en 2016 sobre 2015? Si, como dice Macri, la inflación de 2015 no era del 28% sino del 50%, porque había 20% de inflación adicional reprimida en las tarifas congeladas durante años, probablemente en 2016, en lugar del 40%, como fue, podría haber sido del doble.

Durante la última conferencia del G30 que se hizo en Argentina, en mayo, participaron los ex presidentes del Banco Central de Estados Unidos (Fed) Janet Yellen y Ben Bernanke, y dos ex ministros de Economía (secretarios del Tesoro), Timothy Gueithner y Larry Summers. Este último tuvo una reunión a solas con Marcos Peña, donde el principal economista de Clinton y Obama le advirtió a nuestro jefe de Gabinete las graves consecuencias que tenía que los actores económicos percibieran que el Banco Central no tenía autonomía cuando se aplicaba un sistema cambiario de libre flotación y sin limitaciones al flujo de capitales. Desde la perspectiva de Larry Summers, a quien había que despedir no era a Sturzenegger sino al gabinete económico del Poder Ejecutivo por lo que hizo en diciembre.

Los 3 mil millones de dólares que vendieron a 24 pesos Templeton y Blackrock gracias a la gestión de Caputo, ¿fueron una inversión para que Caputo pasara a presidir el Banco Central?

¿Por qué nadie compró de los 5 mil millones de dólares que el Banco Central ofertó a $25 y luego sí a $28 y $29? 

Al ver los 34 minutos de la exposición de Marcos Peña en el Senado (ver aquí) se percibe que el Gobierno aún no comprendió que lo que se devaluó es su palabra. Tiene que cambiar su discurso y elaborar otra narrativa. El problema no es del jefe de Gabinete sino del Presidente, que repite cada vez que puede que ratifica el rumbo. Aun si fuera así, tendría que explicarlo de otro modo porque después de “lloverán dólares”, “el segundo semestre”, “los brotes verdes” y “lo peor ya pasó”, promesas del mismo tipo generan el efecto contrario: la gente comprará de a 10 dólares. 



(Fuente www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com