domingo, 19 de mayo de 2013

Memoria, Verdad y Justicia... De Alguna Manera...

Memoria, Verdad y Justicia...
 
Videla no tiene entidad, no está vivo ni muerto... Sus palabras hacia los desaparecidos en Argentina...

El 24 de marzo de 1976 el entonces Teniente General Jorge Rafael Videla encabezó el golpe de Estado que pisoteó la soberanía popular iniciando la dictadura militar más sangrienta de nuestra historia. Argentina se integraba así al gigantesco campo de concentración en que se convirtió el cono sur de América Latina, donde no se respetaron los derechos de más de 180 millones de mujeres y hombres, ni siquiera el más elemental, que es el derecho a la vida.

Ante un país desintegrado, debilitado institucionalmente, los intereses de la administración republicana de los Estados Unidos y de las fuerzas armadas junto a los sectores más retrógrados de la vida nacional, impusieron a sangre y fuego su objetivo de reestructurar la sociedad y el Estado de forma de establecer una nueva distribución del ingreso que favoreciera a los sectores económicamente dominantes.

La drástica reducción de la participación del asalariado en la renta nacional fue acompañada de la deserción del Estado en su rol como prestador de servicios sociales e instrumento reparador de las desigualdades. Se impuso así una política económica neoliberal de marginación y exclusión, un modelo económico pensado para expoliar a nuestro pueblo y saquear a la Nación.

Las previsibles resistencias que el modelo provocaría hicieron que el asalto al poder fuera acompañado de una represión sin antecedentes, y de una sistemática violación a los derechos humanos. El terrorismo de Estado, instrumento al servicio de esa atroz doctrina, arrojaría así el trágico saldo de decenas de miles de argentinos torturados, vejados y asesinados a sangre fría. El asesinato de mujeres embarazadas, niños y jóvenes revela la magnitud de este verdadero genocidio.

Ante la muerte de Videla, y a 37 años del funesto episodio que iniciaría la hora más larga y más negra de nuestra historia, recordamos con dolor aquellos momentos en que nuestro pueblo sufrió el oprobio de la dictadura, y seguimos reclamando Memoria, Verdad y Justicia.

El dictador Videla murió en una cárcel común condenado por la Justicia y la sociedad, una lección para esta generación y las generaciones futuras para que el NUNCA MÁS sea por siempre realidad.

© Escrito por  Rubén Giustiniani, Senador Nacional, el sábado 18/05/2013 y publicado en: http://rgiustiniani.blogspot.com.ar



El peronismo en el foco de las sospechas... De Alguna Manera...

El peronismo en el foco de las sospechas... 

Néstor Kirchner y Carlos Ménen

La corrupción y sus “épocas” dentro de la política argentina. El discurso dominante (el del gobierno), recuerda a la del 90 como la década “infame”. Una triste noche neoliberal que asedió a la Argentina durante un decenio y que acabó por entregar el patrimonio nacional al capital financiero y especulativo foráneo. En líneas generales, estos son los calificativos que utilizan los referentes “K” para recordar aquellos años del uno a uno. Los argentinos medios, los comunes y corrientes, aquellos que no pertenecen a la oligarquía política, no asocian a los 90 únicamente con algunos de estos conceptos. La impunidad, la corrupción y la ostentación de funcionarios que mutaron de mendigos a millonarios de la noche a la mañana son recuerdos que ocupan un lugar importante en la memoria colectiva. Lógicamente esa parte de la historia no suele ser citada por el Frente para la Victoria cuando se hace referencia a aquellos años teóricamente nefastos. Del discurso oficial se desprende que el actual modelo es más justo e inclusivo pero no necesariamente más honesto que el de Carlos Menem. Es quizás en este aspecto en donde el kirchnerismo ha sido más coherente.

Desde 2003 que Néstor y Cristina se la pasan hablando de crecimiento, empleo, producción e inclusión pero poco y nada de transparencia y honestidad. El Kirchnerismo nunca se vendió a sí mismo como limpio y tampoco hizo de la lucha contra la corrupción una de sus banderas. La honestidad, que alguna vez fue un concepto valioso dentro de la sociedad argentina, quedo totalmente devaluada luego del estrepitoso fracaso de la Alianza. Fernando De la Rúa y Carlos “Chacho” Álvarez llegaron al poder con un discurso centrado en la seriedad, los valores, el combate a la corrupción y la transparencia institucional. Toda la estrategia comunicacional de la campaña para las elecciones presidenciales de 1999 fue justamente orientada en aquel sentido. “Dicen que soy aburrido”, “será porque no ando en Ferrari” decía Fernando de La Rúa en sus brillantemente diseñados spots publicitarios.

La sociedad le dio su apoyo en las urnas y el entonces Jefe de Gobierno porteño fue elegido Presidente. Las denuncias de coimas en el senado se llevaron por delante la supuesta renovación moral y el corralito y la fulminante crisis económica del 2001 marcaron el fin de su gobierno en forma anticipada. Luego de este breve paréntesis de dos años no peronistas el justicialismo volvió al poder. Desde entonces el valor de la honestidad comenzó a ser sistemáticamente minimizado desde el propio gobierno. De hecho la palabra “honestísimo” surgió como una crítica hacia aquellos dirigentes que hacen de la honestidad su principal activo. Del mensaje kirchnerista se desprende que ellos son buenos gobernantes pero no necesariamente gobernantes transparentes. Desde el retorno de la democracia en 1983 que el peronismo, en sus antagónicas corrientes, ha mantenido una retórica básicamente similar. Menem vino a corregir la hiperinflación heredada de Alfonsín y Duhalde (devenido en Néstor) la híper recesión de De la Rúa. La efectividad en la gestión siempre fue el caballo de batalla de los herederos de Juan Domingo, nunca la transparencia institucional.

Curiosamente la tolerancia del electorado a la corrupción en la Argentina tiene sus “épocas”. Pareciera que los gobiernos pueden robar un tiempo, sobre todo durante sus primeros años, y más aun si la economía se encuentra en un ciclo expansivo. Allí la ciudadanía suele hacerse la distraída. El “roban pero hacen” es implícitamente aceptado y la bonanza económica alimenta la idea de que la corrupción es un problema menor siempre y cuando el país “avance”.

Pero la gestión suele desgatar a los gobiernos y aquella “primavera” de los primeros años no dura para siempre. El descontento suele potenciarse cuando la economía no atraviesa un período de prosperidad. Es allí donde la ciudadanía comienza a prestar mayor atención a lo que están haciendo sus representantes con el dinero público. Parece ser que si un gobernante envía 5 kilos de dólares al exterior mientras un ciudadano medio consigue un empleo, esos dólares no estuvieron tan mal robados. Ahora bien, si un hecho de corrupción es simultaneo a la pérdida de un puesto de trabajo, ahí si se trata de un suceso terriblemente serio. En teoría la corrupción debería ser condenada igualmente en cualquier momento, más allá del contexto que la rodee. ¿Alguien podría negar que la honestidad es una cualidad positiva? ¿Alguien podría negar que la corrupción es una práctica negativa? Por más extraño que parezca, el significado de estos conceptos suele mutar en la Argentina. Robar no es malo per se, depende de cuando se lo haga.

El trabajo del Jorge Lanata es muy útil para terminar de dar forma a esta reflexión. El popular periodista siempre se dedicó más o menos a lo mismo, a investigar al poder. Hacia fines de los años 90, quienes simpatizaban con Carlos Menem veían en el trabajo periodístico de este “fumador televisivo” una campaña de desprestigio y una intentona desestabilizadora. Paradójicamente, en la Argentina de hoy, quienes simpatizan con Cristina Fernández de Kirchner (y supuestamente se encuentran ideológicamente en las antípodas del menemismo) ven también en Jorge Lanata a un golpista desestabilizador.

Quizás las cosas no han cambiado tanto con la llegada del pingüino, la pingüina y los vientos patagónicos a Balcarce 50. En última instancia el mismo partido (Partido Justicialista), está siendo investigado por el mismo periodista (Jorge Lanata) por haber hecho exactamente lo mismo (utilizado la gestión pública para el enriquecimiento personal).

 © Escrito por Santiago Pérez el jueves 16/05/2013 y publicado por Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Mundo Tablets… De Alguna Manera...


Mundo Tablets… 


Las tablets y otros dispositivos de mano, como el iPad, cobran cada vez mayor popularidad. Sin embargo, y pese a que la cuestión genera polémica entre fabricantes y usuarios, las tabletas aún no consiguen reemplazar a las dos computadoras más utilizadas, las Notebooks y las Netbooks. Los especialistas vislumbran la convivencia armoniosa de ambos mundos, para los próximos años.

Lu Bing-hsian, gerente de ventas de Acer, vaticinó hace unos meses que “las tables reemplazarán a las netbooks porque esa es la tendencia del mercado”. Sin embargo, las tendencias de los consumidores demostró que las tablets conviven con las Netbooks y las Notebooks; de hecho, Acer informó que seguirá fabricando ambas tecnologías. Es cierto que algunas marcas han dejado o dejan, progresiva y lentamente, de fabricar las netbooks, y que las tablets están cobrando cada vez mayor popularidad, pero el público se inclina y prefiere la variedad de productos.

Según una encuesta publicada por el sitio 1st Web Designer, el 56% de los expertos del mercado aseguran que los dispositivos de mano no reemplazarán por ahora a los dispositivos clásicos. Cuando, en el marco del mismo estudio, se le preguntó a usuarios de iPad qué opinaban del asunto, sólo el 12% respondió que su tableta podría llegar a reemplazar a sus laptops. Algunas compañías, como Intel, también consideran que este aparato no se adquiere para reemplazar a una portátil, sino como un objeto aparte.

Las opiniones, sin embargo, y más allá de las estadísticas de consumo, están en cierto modo divididas, y hubo declaraciones en sentido contrario: el analista Ranjit Atwal, de Gartner, por ejemplo, estimó que de aquí a cinco años las tabletas y los smartphones "ya no serán complementos", sino "sustitutos". Se prevé –dato de la consultora Forrester- que en 2015 habrá 75 millones de personas en el mundo que utilizarán los dispositivos portátiles.

Las notebooks tienen la ventaja competitiva de que su precio sigue siendo inferior al de las tablets más populares. Aunque la razón principal por la que las laptops siguen siendo necesarias y elegidas por los clientes, es que la utilidad que se les da suele ser distinta a la que se les da a los dispositivos más chicos y portables, como las tabletas e iPad: mientras que estas últimas pueden resultar más cómodas para navegar por las redes sociales, por ejemplo, leer un ebook o chequear el email, la escritura de textos largos lleva a muchos usuarios a optar por los dispositivos más grandes, y con teclado incorporado, como las computadoras tradicionales y las notebooks. La escritura de textos en pantalla táctil puede resultar agotadora.

Una tablet –o Tablet PC- es una computadora a medio camino entre una notebook, teléfono inteligente y PDA, en el que se puede escribir, ver fotos, grabar, comunicarse, todo a través de una pantalla táctil. El usuario puede utilizar también un lápiz óptico para trabajar con la PC sin necesidad del teclado o el mouse. El iPad de Apple se encargó de popularizar esta tecnología -las tablets-, que son en la actualidad el campo de batalla de las grandes firmas (Google, HP, Toshiba, Acer, Asus, Lenovo). Pero las computadoras que las precedieron sobrevivirán, a pesar de la moda que impone esos "pequeños aparatos" que todos quieren tener.

En el 2013 un nuevo término se escuchará cada vez más seguido en el mercado móvil: las fablets (phablets), mezcla de teléfonos móviles y tabletas: se trata de dispositivos que miden entre cinco y siete pulgadas. El ejemplo paradigmático es el Samsung Galaxy Note (y fabricantes como ZTE anticiparon el lanzamiento de Grand S de cinco pulgadas; Huawei presentó el Ascend Mate, con una pantalla de 6,1 pulgadas; por su parte, HTC también lanzó One X con 4,7 pulgadas).

Este año, el segmento de tabletas sin dudas crecerá, y esto significa una oportunidad increíble para los desarrolladores. Cada vez hay más modelos de smartphones y tabletas en el mercado, y ahora se suma la nueva categoría de dispositivo, las fablets.

© Publicado el 05/05/2013 en la Revista Cabal Digital del Banco Credicoop Cooperativo Limitado de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



sábado, 18 de mayo de 2013

Elecciones e indecisos… De Alguna Manera...

Clima enrarecido, pronóstico reservado...

Corrida del dólar, protestas masivas, denuncias de corrupción, reforma de la Justicia sin debate y con ajustadísima mayoría parlamentaria… ¿cómo sigue la película de la política argentina? Al oficialismo se lo ve a la defensiva, a la oposición, bajo el estímulo de un clima convocante, pero siempre desorientada. Y las tendencias electorales continúan inciertas. 
Detrás de esos temas no menores, y bajo las humaredas que ellos levantan, hay una ciudadanía expectante cuya agenda no es la misma que la de los políticos y los ciudadanos políticamente alineados. Aquí, como en casi todas partes, los votantes indefinidos terminan decidiendo el resultado electoral. La diferencia es que en otras partes las campañas electorales ponen el foco en esos votantes volátiles, mientras en la Argentina la comunicación política –tanto la del oficialismo como la de los opositores– parece encandilada con los votantes ya alineados y no se ocupa de los indefinidos. Obviamente, hay una masa no menor de ciudadanos que saben que votarán las listas oficialistas, y otra masa no menor de ciudadanos que saben que las listas del oficialismo no las votarán. ¿Quién habla para los que están indefinidos? 
Hay dos indicios muy significativos acerca de estos últimos, y algunos datos ciertos. Lo cierto es que en octubre de 2011 aproximadamente la mitad de ellos votó para presidente a Cristina de Kirchner; la otra mitad, a falta de un candidato con fuerza polarizadora, dispersó su voto. Con esos votos, la Presidenta pudo superar el cincuenta por ciento; ellos fueron decisivos para su triunfo; y no son votos regalados, hay que conquistarlos cada vez. Los indicios: primero, son votantes poco ideológicos, poco generalistas; demandan respuestas específicas a problemas específicos, valoran en alto grado la gobernabilidad. Frente a esas demandas, la Presidenta hasta ahora corrió con ventaja. 
El segundo indicio lo ofrecen las preferencias de esos votantes por los dirigentes políticos. Son esos votantes “swing”, sin preferencias definidas de antemano, quienes hoy entronizan a Daniel Scioli y a Sergio Massa en la tabla de posiciones de la imagen positiva en las encuestas. No están buscando más oficialismo ni más oposición, sino precisamente lo que esos dirigentes encarnan con sus aparentes ambigüedades. Recuerdan al memorable “no positivo” de Julio Cobos en 2008, que a esa gente le cayó muy bien. 
Esos votantes que terminan inclinando la balanza electoral tienden a no reaccionar ante promesas, diagnósticos o pronósticos. Más bien reaccionan ante los hechos y ante las respuestas de los gobernantes a los hechos. Cuando el desempleo era muy alto y la pobreza muy extendida, plantear ayuda familiar, impulsar jubilaciones y subsidiar servicios públicos fue una respuesta muy bien valorada; eran soluciones, no promesas. Ahora los problemas más acuciantes son la pérdida de poder adquisitivo de los ingresos –esto es, la inflación–, la mala calidad de los servicios públicos –sumada a la falta de respuesta de los gobiernos a las incidencias trágicas que se derivan de ellos–, la declinante calidad de la educación –donde convergen la falta de horas de clase por paros y ausencias docentes con la incapacidad del sistema para cumplir la función de enseñar–. Pero ahora, de todo eso no se habla desde la política. 
Los mensajes del Gobierno a veces rondan lo insólito por el desajuste con las expectativas de sus propios votantes. Pero lo que más resalta es la enorme concentración de la atención del oficialismo en asuntos como la Ley de Medios, la reforma judicial o la re-reelección, que en el mejor de los casos a mucha gente no le interesan y, cuando le interesan, tienden a decir que no. El argumento de que así mal no les ha ido no se sostiene: no fue así como al actual oficialismo le fue bien, no fue hablando de lo que a la gente no le interesa o no le gusta, sino de lo que a la gente le resolvía problemas.
Los mensajes de la oposición también se mueven entre la irrelevancia y lo insólito. De lo que más hablan los dirigentes opositores es de lo poco que se entienden –o lo mal que se llevan– con otros dirigentes opositores. Ni siquiera pueden mantener en bajo perfil sus negociaciones tentativas. Luego, hablan de generalidades que al electorado no definido no le dicen nada. Y cuando, inesperadamente, tocan un tema de preocupación general, no se les ocurre nada más extraordinario que pedir una devaluación. Desde hace treinta años, si en algo la sociedad argentina se mantuvo igual a sí misma fue en su persistente adhesión a la estabilidad de precios y a la estabilidad del tipo de cambio. Recuerdan a Duhalde propiciando en su campaña de 1999 la devaluación… así le fue. 
No se sabe cómo sigue la película, pero sería deseable que sus guionistas consideren seriamente rodarla con varios finales distintos. 
© Escrito por Manuel Mora Y Araujo, sociólogo, el sábado 11/05/201 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Videla, un mediocre… De Alguna Manera...


Un mediocre…

Qué fácil decir “murió el diablo”. Qué fácil es hoy sobreactuar indignación. Mucho más difícil es reconocer que los autores de actos monstruosos puedan ser personas ordinarias. Es más desolador porque nos impide excluirnos como sociedad de la responsabilidad de los hechos. Videla era un mediocre. Un hombre del montón, como escribió Hannah Arendt sobre Eichmann, al ser juzgado en Israel, en su célebre ensayo La banalidad del mal.

Por decir que Eichmann no era diabólico ni un psicópata, a ella, la gran filósofa de su época, judía, escapada de los campos de concentración de Alemania durante la Segunda Guerra, la acusaron de nazi. Ver a Eichmann o a Videla como monstruos nos produce mayor consuelo. Pero ese bálsamo que nos pone a reparo de nuestra conciencia aumenta los riesgos de volver a repetir autoengaños sociales autodestructivos.

Arendt se sorprendía de que Eichmann no se sintiera culpable de sus crímenes y al mismo tiempo no se tratase de alguien psicológicamente anormal. Eichmann decía haber leído a Kant y que su accionar estaba dirigido por “el imperativo categórico que él asumía con escrupuloso deber”. Lo mismo se percibe al escuchar la entrevista que Ceferino Reato le hizo a Videla en la cárcel antes de morir: él creía que la sociedad le había dado al Ejército el mandato de salvar la república y cumplía su obligación de soldado con dedicación.

Nada podrá nunca disculparlos, pero Arendt se lo explica a sí misma distinguiendo la diferencia entre conocer y pensar. Conocer es la habilidad de acumular conocimientos y saberes que permiten resolver cuestiones prácticas. Pensar es otra cosa, requiere la capacidad de diálogo consigo mismo, de autorreflexión y autocrítica; ponía el ejemplo de Sócrates con su daimón, su álter ego interior con el que debatía constantemente. La falta de reflexión crítica, junto con la capacidad técnica, permitía a Eichmann cometer actos monstruosos “sin motivaciones malignas específicas”.

Ver a Videla diabólico es engrandecerlo. Nos sirve para no enfrentarnos con lo malo dentro de nosotros mismos y en distintas proporciones repetir historias vinculadas: nadie votó a Menem, ni con los años nadie habrá votado a los Kirchner, nadie nunca tiene culpas, la culpa es siempre de unos pocos, y la Argentina es un “país de buena gente” que antes eran “derechos y humanos”.

Para Arendt, tales equívocos sociales son posibles cuando confluyen tres clases de personas para formar una mayoría. Los nihilistas, que al no creer en nada adhieren cínicamente a la tendencia dominante para obtener beneficios. Los dogmáticos, que en busca de una seguridad que los haga sentir plenos se fanatizan y consideran enemigos a los que no son de su condición. Y los despreocupados, que por comodidad se dejan arrastrar por lo que les recomiendan el Estado, la propaganda y el discurso de época.

Al terminar la Segunda Guerra, Adorno reescribió el imperativo categórico: “Actúa de tal forma que Auschwitz no se vuelva a repetir”. En la Argentina, el nuevo imperativo categórico de nuestro “nunca más” debería ser: “Actúa de tal forma que el fanatismo no se vuelva a repetir”.

Los fundamentalistas se aprovechan de que las personas normales no saben que todo puede suceder. Gracias a la última dictadura, los argentinos sí sabemos que todo puede suceder. Y sólo de nosotros dependerá que no suceda.
© Escrito por Jorge Fontevecchia el viernes 17/05/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.




jueves, 16 de mayo de 2013

Antonio Mohamed y Huracán... De Alguna Manera...

Los deja Xolos...

El Turco hizo historia otra vez. Acá te esperan, eh.

Olé lo anticipó y Mohamed lo blanqueó: sin importar el destino del Tijuana en cuartos de la Copa, él volverá a la Argentina. ¿En Globo?

Ese saltito desaforado con los puños en alto, buscando con la mirada al grupo de mexicanos que estaba allá arriba, a lo lejos, casi en lo más alto del estadio Municipal Paulo Machado De Carvalho, fue la imagen de su Tijuana venciendo al Palmeiras en Brasil y avanzando a cuartos de final de la Libertadores (ahora irá ante el Mineiro de Ronaldinho). 

Antonio Mohamed lo hizo una vez más: el técnico puso a los Xolos entre los mejores de América. Sin embargo, esa victoria no se festejó en Patricios porque cuanto más se dilate la Copa para el equipo del Turco, más, según los Quemeros, se retrasa su llegada a Huracán. Incluso, ayer el propio Tony blanqueó lo que Olé anticipó hace poco menos de un mes y algo más. “Van dos años lejos de la familia, extraño mucho. Hablé con los jugadores y es una decisión tomada. Hay cosas que el dinero no puede comprar”, avisó Mohamed, quien, según averiguó este diario, regresaría sea cuál sea el destino del Tijuana en cuartos. Claro, es que si pasa, el Globo debería esperar hasta finales de julio cuando se reanude el certamen (se corta por la Copa Confederaciones).

Siempre aparece como candidato cuando el banco de Huracán queda acéfalo, como ahora. 

Con Cappa, claro. Esta vez, a diferencia de otras, la chance de que el retorno del DT que en 2007 subió a Primera se haga realidad no es descabellada. De hecho, los suyos siguen ligados al club y él, de algún modo, también. Acá no importan la plata, las estrellas coperas ni nada. Entró en juego el corazón, su corazón. Igual, y respetando su contrato (vence en junio), avisó que se irá del Tijuana, pero no por otro trabajo. “Hay momentos que están vacíos y deseo a los míos. Mis hijos van a la escuela, son chiquitos y los necesito. No hay otro motivo, ni otro equipo”, cerró. La CD lo quiere, Mohamed ama a Huracán. Y si andás por el barrio golpeá y entrá... No te van a dejar solo.

© Escrito por Nicolás Migliavacca el miércoles 15/05/2013 y publicado por el Diario Deportivo Olé de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.