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domingo, 17 de noviembre de 2019

"Seguimos ganando"… @dealgunamanera...

"Seguimos ganando"…

Macri expone el 40% de los votos como un triunfo. Fotografía: Cedoc

Las derrotas sirven para mejorar aprendiendo de los errores. Ojalá Juntos por el Cambio cambie. Y comprenda que perdió porque parte del discurso de Macri, como el informe de Marcos Peña titulado “Ocho puntos sobre la economía”, en el que detalla la herencia que le dejarán a Alberto Fernández, hacen recordar a aquellos viejos títulos durante la Guerra de Malvinas: “Seguimos ganando”.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 16/11/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


El problema no es nuevo, se podría decir que fue el defecto estructural del gobierno de Macri: su relación con la realidad, la negación o directamente para algunos, la mentira. Las repetidas frases, “la inflación es muy fácil de resolver”, “segundo semestre”, “brotes verdes”, lo peor ya pasó” o “sí se puede” están en perfecta sincronía con “dejamos el país listo para crecer” (sic) del informe “Ocho puntos sobre la economía”, confirmando que su sesgo autista sigue vigente como si nada hubiera pasado.

No hay que confundir tolerancia a la frustración con tolerancia al fracaso. Falta lo primero y sobra lo segundo en el PRO.

Probablemente la simbiótica relación de Macri con Marcos Peña encuentre explicación en la especial necesidad del Presidente de tener un escudo protector de la realidad en forma de narraciones siempre optimistas que el jefe de Gabinete realiza como un posible calmante frente a la falta de tolerancia a la adversidad que Macri pudiera arrastrar desde su infancia y a lo largo de su privilegiada vida.

Pero que Macri lo haya podido sostener hasta aquí tiene explicaciones multicausales; por ejemplo, muchos argentinos tendrán que reconocer que creyeron que el éxito era garantía de saber sin ponderar cuánto la fortuna de contar con recursos facilita la consecución de esos logros.

Por ejemplo, con recursos también se puede disponer de intelectuales que construyan interpretaciones de la realidad siempre favorables, siendo ese uno de los  imprescindibles aportes de Marcos Peña al psiquismo de Macri. Pero resulta muy injusto tomársela con el jefe de Gabinete y exculpar a Macri como hacen muchos integrantes del PRO y sus aliados. Continúa siendo una perspectiva de súbditos frente a un monarca de una dinastía, quien al ser inamovible por su condición de elegido por los dioses o la fortuna, pero en cualquier caso por un más allá de los humanos, haya que disimularle los defectos y agregarle virtudes  de las cuales carece. No le alcanzará a Juntos por el Cambio haber hecho la reunión de mesa chica de esta semana incluyendo a los gobernadores radicales, a Pichetto ahora como integrante permanente, a Rodríguez Larreta más Vidal, y por primera vez sin Marcos Peña. Su problema no era Marcos Peña, era Macri.

No hay que confundir la tolerancia a la frustración con la tolerancia a la derrota. La tolerancia a la frustración es un componente indispensable para el triunfo porque enseña la existencia de límites casualmente para poder superarlos. Festejar que el 40% de la sociedad votó por Macri en lugar de preocuparse porque el 48% votó a la fórmula que incluye a Cristina Kirchner, presentada durante estos cuatro años por el Gobierno como lo que venía a dejar atrás, es parte de esa negación recurrente que los disocia de la realidad. Aprendió más de la derrota Cristina Kirchner que, esperemos que solo por ahora, Macri.

En lugar de reconocer que fue un error no haber desdoblado las elecciones en la provincia de Buenos Aires argumentan que quedó demostrado que María Eugenia Vidal no era tan buena candidata y hubiera perdido aun en elecciones desdobladas anticipando prematuramente el fin de Macri, sin siquiera registrar que fue Macri al impedirle el desdoblamiento quien le anuló sus condiciones de buena candidata al reducirla al lugar de asistente del Presidente: la campaña del Frente de Todos en la provincia de Buenos Aires fue “Vidal cuida a Macri más que a los bonaerenses”.

Nuevamente siempre con buenos asesores, como con buenos abogados, se puede argumentar casi cualquier cosa y si hay disposición, luego creérsela. Vidal logró la misma cantidad de votos que obtuvo en 2015 a pesar de haber gobernado con tres años y medio de recesión la provincia que cuenta con el conurbano más gigante y empobrecido del país. La economía y que desde la política no haya contribuido a crear condiciones para que el peronismo continuara dividido fueron responsabilidades del Presidente, no de la gobernadora.

Para que Juntos por el Cambio se convierta en una verdadera coalición precisa que el PRO se convierta en un verdadero partido y los partidos no tienen dueño, tienen alas internas que le suman riqueza en su diversidad, disenso y posterior consenso.

Invalidar una parte de la información desagradable saca a la luz el área del inconsciente que revela la inseguridad del negador.

Macri en su discurso en el CCK pidió “cuidar el legado” porque “tiene que haber lugar para el orgullo” y la “convicción de que finalmente lo que estamos haciendo es a favor de los argentinos”, porque “cuando uno entra en la senda del cambio y del círculo virtuoso lo único que tiene que hacer es, cuando las cosas funcionan, continuar haciéndolas de la misma manera”. Lo mismo que cuando antes de las PASO, en un indiscutible sincericidio, dijo que de ser reelecto “haría lo mismo, pero más rápido”.

El 40% no es de Macri, ni siquiera Juntos por el Cambio, que está más cerca del 30%, y el otro 10% es anti K.

El informe “Ocho puntos sobre la economía” comienza diciendo: “El país está listo para crecer. Sin magia, sin mentira, sin ficción.” La relación de Macri con la mentira es la fuente del opuesto: su tan declamada relación con la verdad. Quizás él genuinamente valore la verdad y critique la mentira en sus predecesores. Y al no poder conseguir que la realidad le devuelva la imagen que su espejo precisa de sí mismo, construye ficciones para tomarlas como verdades. Problema suyo y de su psicólogo, ahora Juntos por el Cambio precisa institucionalizar su acción política para en 2021 tener más y no menos diputados.




domingo, 22 de septiembre de 2019

Octubre lejano. La cuenta regresiva… @dealgunamanera...

La cuenta regresiva… 

Caretas y caras. Mauricio Macri. Dibujo: Pablo Temes

Por más que la brigada optimista se empeñe, el Gobierno vive la transición como una carga pesada. 

© Escrito por Nelson Castro el domingo 22/09/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


La larga transición transcurre lentamente, escasa en alternativas de relevancia y abundante en incógnitas. La circunstancia parece asemejarse a "esa curiosa luz de tarde inmóvil que efunde el vago cielo desde el alba" (Jorge Luis Borges).

El Gobierno le ha puesto proa a un objetivo con visos de utopía: revertir parte de los números de las PASO para llegar. Esa meta se parece a una orilla cada vez más lejana. Es como si el oficialismo nadara contra la corriente. A cada paso, aparece un obstáculo. No hay buenas noticias en este presente de hastío y, lo que es más triste, no las habrá tampoco en el futuro. Entendámoslo bien: futuro para Mauricio Macri significa el 27 de octubre. Y, de no ocurrir un cisne negro, es un futuro que lo deja al Presidente sin porvenir político: ninguna encuesta vaticina hoy que siquiera el oficialismo pueda llegar al desesperadamente ansiado ballottage.

En camino. De cara a la elección, se perciben en el Gobierno dos actitudes: están los que forman parte de una especie de brigada del optimismo, que se muestran convencidos de que no solamente habrá segunda vuelta, sino también de que Macri será reelecto.

A la cabeza de este grupo está Marcos Peña. Recuérdese que fue el mismo Peña quien en la tarde noche del 11 de agosto dijo que Juntos por el Cambio estaba haciendo una muy buena elección y que algunos de los funcionarios dependientes del jefe de Gabinete el viernes 9 fatigaron los teléfonos de algunos periodistas y dirigentes para informarles que Macri estaba 3 puntos arriba de los Fernández y que María Eugenia Vidal lo pasaba por arriba a Axel Kicillof.

Frente a esa brigada del optimismo están quienes, con los dos pies sobre la tierra, no ven en el horizonte del oficialismo otra cosa que no sea la repetición de la derrota ocurrida en las PASO. Entre ellos están los intendentes de la provincia de Buenos Aires. Por eso, varios –en verdad, muchos– han tomado la decisión de favorecer el corte de boleta. “Cada vez que aparece o se lo menciona a Macri, perdemos votos”, se sincera uno de ellos, que estuvo con el Presidente la semana que pasó. Entre esos muchos hay varios que, además, unirán su boleta a la de Axel Kicillof y Alberto Fernández.

Esos intendentes se quejaron con firmeza ante Macri a causa de una situación que les genera azoramiento: que la ayuda social que baja desde la Nación hacia las barriadas pobres no sea distribuida por los municipios y sí por las organizaciones sociales aliadas al Frente de Todos. “No seamos boludos. Parece que estamos jugando para el adversario en lugar de hacerlo para retener nosotros los lugares que podemos ganar. Es el mayor sinsentido que se ha visto en la política vernácula”, le escuchó decir el Presidente a uno de esos intendentes.

Salvo en la primera elección que perdió Macri en la Ciudad de Buenos Aires en 2003, el PRO, que llevó la voz cantante dentro de Cambiemos, nunca experimentó el duro trance de una derrota. Y eso ha dejado shockeados a muchos de sus dirigentes. En gran parte del gobierno bonaerense se vive una desazón palpable a cada paso. “Muchos ministros, secretarios y funcionarios intermedios ya han bajado los brazos”, señala una voz que convive diariamente con esa realidad. De ahí que, más allá de las arengas y los anuncios, la gestión de Vidal está, en los hechos, paralizada. No hay ni estrategia de campaña ni estrategia de gestión. La reunión de “reconciliación” de la gobernadora con Peña aportó poco para revertir esa situación.  

En la mitología griega, Sísifo es conocido por haber sido condenado a empujar cuesta arriba por la ladera de una montaña una pesada piedra que, a poco de alcanzar la cima, volvía a caer, hecho que se repetía hasta la eternidad.

Algo así, y de forma absolutamente terrenal, le está ocurriendo al Gobierno en los atribulados días de esta larga transición. Cuando parece que está a punto de concretar un logro, aparece un imponderable que tira todo para atrás. Esta semana ocurrió con el precio de los combustibles. Luego de la batalla por su congelamiento, sucedió el aumento del barril de petróleo, consecuencia del atentado terrorista acaecido en Arabia Saudita contra sus refinerías de petróleo el martes pasado, lo que forzó al Gobierno a dar marcha atrás con la medida que había impuesto hace un par de semanas. Y, para hacer la cuesta más empinada aún, estuvo la difusión del índice de desempleo del segundo trimestre –10,6–, que será todavía mayor en el tercer trimestre.

Tira y afloja. En el Frente de Todos, lo que se vive es lo propio que deviene de las tribulaciones del poder. Uno de los tironeos del presente tiene que ver con la conformación del futuro gabinete del virtual presidente, Alberto Fernández. Como barrera para esas pujas internas, AF planea valerse de Sergio Massa, Felipe Solá, Héctor Daer y los gobernadores peronistas que, en su gran mayoría, le responden. El apoyo de los gobernadores le será caro.

La reunión –con posterior foto– que mantuvo Sergio Massa con Hugo y Pablo Moyano es otro indicio claro del rol activo que está teniendo y va a tener el ex intendente de Tigre que, de no mediar sorpresas, será el futuro presidente de la Cámara de Diputados. “Su objetivo es mediar para garantizar la gobernabilidad hasta el 10 de diciembre y, luego, trabajar para instrumentar buena parte del acuerdo sociopolítico que buscará AF”, sostiene una voz que trabaja intensamente al lado de Massa. Su presencia será un freno también para los sectores más radicales del kirchnerismo que no dejan de menear el delicadísimo tema de la reforma de la Constitución Nacional. La historia de fracasos de la Argentina incluye este tema. Cada vez que se intentó reformar la Constitución se lo hizo con un objetivo primordial, enmascarado en otros de mayor nobleza: otorgarle al presidente la posibilidad de mantenerse en el poder indefinidamente y de gobernar con la suma del poder público.

Massa está intercediendo en estas horas ante el cuestionado gobernador de Chubut, Mario Arcioni, de quien, en la intimidad, se muestra crítico. El mandatario provincial  fue compañero de estudios universitarios y se considera amigo personal del ex intendente de Tigre, que fue quien lo vinculó con Mario Das Neves, un férreo opositor del kirchnerismo que superpobló de empleados la administración pública provincial. El problema de base es que Arcioni hizo promesas en campaña que hoy no puede cumplir. Salvando algunas distancias, es lo mismo que le ha pasado a Macri con varias de las promesas que hizo en 2015. Ese fue, al fin y al cabo, el mensaje de las urnas el 11 de agosto.

Producción periodística: Lucía Di Carlo. 





domingo, 25 de agosto de 2019

Exitismo débil… @dealgunamanera...

Exitismo débil…

Taciturna, María E. Vidal. Dibujo: Pablo Temes

Macri y Peña no se resignan y sueñan con poder darlo vuelta, como en 2015. Vidal, no.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 25/08/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La última semana, la gobernadora María Eugenia Vidal estuvo reunida con intendentes y legisladores oficialistas. Pese a rumores de chicanas y críticas, todos mostraron reconocimiento y acompañamiento hacia la gestión. No hay optimismo de triunfo en la provincia, la estrategia de aquí a octubre es darle vía libre a cada intendente con posibilidad de ganar para que sostenga representatividad territorial y representatividad regional a través de los legisladores.

“Si en algún momento tenemos posibilidad de volver, nos volveremos a encontrar. Este país es muy dinámico, dentro de dos años la historia puede ser otra”, sostuvo un legislador presente.

Sin embargo, la actitud complaciente hacia la figura de la gobernadora no tuvo eco en la figura del Presidente. “Se vio una actitud crítica –principalmente desde el radicalismo– por la fuerte tensión que se visualiza en el retorno del kirchnerismo”, señala un armador oficialista. También se escucharon quejas por el no adelantamiento de las elecciones en la Provincia. Hoy esto que para muchos fue un error estratégico es contrafáctico, ya que este adelanto no necesariamente garantizaba que se ganaran las elecciones, y mucho menos con los  números que arrojaron las PASO.

“Si la diferencia hubiera sido de 4 o 5 puntos, se podría pensar que adelantándolas se ganaba, pero la diferencia final fue de 22 puntos. Capaz que se adelantaban y se tenía un cataclismo cinco meses antes”, apunta un intendente.

Percepciones. Lo que la mayoría de los legisladores provinciales percibe es que la pertenencia de Vidal a su espacio político hizo que primara por sobre su conducción de gobernadora bonaerense. Lo de Hernán Lacunza fue el último aporte a la causa.

El “trasladado” ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, está trabajando en dos cuestiones: la primera y urgente es cerrar las cuentas públicas, para poder demostrarle al staff del FMI que arriba al país –ayudado con los que ya están en Argentina en la comisión permanente– que se han cumplido satisfactoriamente las metas del primer y segundo trimestre y que se van a cumplir en la proyección las metas del tercer trimestre que termina en septiembre.

Esto último permitiría que, cuando esté aprobado el board el 15 de septiembre de este año, puedan autorizar el desembolso de los fundamentales 5.400 millones de dólares del Fondo que están acordados y después los 900 millones de dólares más que faltan a fin de año, cruciales para no entrar en default dentro del período presidencial de Mauricio Macri.

La segunda cuestión es diseñar algún tipo de estrategia tendiente a mejorar el ingreso de bolsillo de los sectores medios, por eso se insistió en el control de los combustibles y se sancionó el decreto de necesidad y urgencia de los combustibles. Esta situación les dio una muy buena excusa a los gobernadores para enojarse con el macrismo y devolver el enojo que hay en Olivos con los gobernadores a los que se les había pedido –de no poder jugar a favor del macrismo– que fueran con boleta corta.

 Los números demuestran que los gobernadores que fueron con boleta corta terminaron apoyando implícitamente la fórmula del kirchnerismo (no se llega al 47% de los votos a nivel nacional sin el apoyo de los gobernadores).

Esto lo saben y lo leen desde Olivos. Allí la última semana hubo muchas rispideces con Miguel Pichetto. El involucramiento del ex senador peronista en la campaña le hizo sentir que tenía un espacio de poder como para sugerir cambios en el gabinete, que lo incluían a él como posible jefe de Gabinete. La sorpresa llegó el lunes, cuando los cambios solo quedaron a nivel de Dujovne. “No hubo manera de torcerle el brazo a Mauricio Macri y Lilita Carrió, sobre todo a esta última, que dijo: ‘Si lo sacan a Peña rompo la coalición’. Esta situación dejó con mucha indignación al ala peronista de Cambiemos”, sostiene una voz cercana a la mesa chica presidencial.

Los últimos días se ha escuchado a Marcos Peña reflexionar que en 2015 sacaron 15 puntos en las PASO y lo revirtieron, pero hay dos datos a tener en cuenta: en 2015 no fueron 15 puntos, sino que fueron 8-9 puntos. En 2015 Scioli no pasó el piso de los 40 y en 2015 era el candidato del oficialismo, tras doce años de gobierno, con todo lo que implicaron los últimos cuatro años del mandato de CFK.

En ese momento Mauricio Macri era lo nuevo, la oposición. Hoy tienen 15 puntos abajo, cuatro años de ser oficialismo y una crisis económica feroz.

Estoicos. Al igual que Marcos Peña, el único que se muestra optimista de cara a octubre es el presidente Mauricio Macri. “Macri y Peña no tienen el gen de los tipos que “gozan” el poder, sino que lo padecen. No tienen escuela en política, son éxito o nada”, sostiene un analista

La política incluye el fracaso en la agenda, incluye la derrota, veamos: el ex presidente de Brasil Lula da Silva perdió cuatro veces antes de ser presidente, De la Sota, el ex gobernador de Córdoba, había perdido tres veces antes de ser gobernador.

Para Macri no incluye la derrota ni el fracaso (solo perdió una vez como candidato a jefe porteño en 2003), la política para él es el logro, el éxito, el avance.

No está inscripta en su registro mental la posibilidad de un futuro que no esté atravesado por el éxito, porque en su vida fue todo más o menos exitoso como empresario, dirigente deportivo y político.

El exitismo lleva a muchas personas a confiar ciegamente en sus acciones y en las de las personas a las que también creen exitosas, y esto conlleva –la mayoría de las veces– a no escuchar otras voces. De esto mucho sabe el Presidente y su álter ego, Peña.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.




lunes, 12 de agosto de 2019

Era la economía, estúpido… @dealgunamanera...

Era la economía, estúpido…

Marcos Peña y Mauricio Macri

Las lecciones que el núcleo duro PRO no supo ni quiso aprender durante el mandato.

© Escrito por Silvio Santamarina el lunes 12/08/2019 y publicado por la Revista Noticia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Aquella frase -“the economy, stupid”-, que acuñó el estratega de campaña de Bill Clinton para ganarle a Bush padre aprovechando los golpes que la recesión le daba a la imagen del presidente republicano, se incorporó a la sabiduría política argentina como pocas. Sin embargo, una lección tan obvia como aquella fue soslayada sistemáticamente por los gurúes electorales del macrismo, desde que empezó a picar la alergia de la inflación recesiva, por motivos que vale la pena repasar.

Uno de ellos es estrictamente de doctrina económica: aunque el Gobierno cambió de funcionarios ante cada crisis financiera que le tocó enfrentar, nunca tuvo la vocación o la ductilidad como para al menos considerar un Plan B. Su teoría y su acción se limitaron a prometer y a esperar la llegada de los “brotes verdes”. Incluso en la conferencia de prensa del Presidente tras la paliza de las PASO, su postura se mantuvo inamovible, acrítica, con la mirada puesta en la demorada “lluvia de inversiones”.


Otro motivo por el que el macrismo olvidó la famosa máxima que el gurú James Carville le bajó a los militantes clintonianos en 1992 es la soberbia tecnocrática del núcleo duro PRO. Las planillas Excel, el proselitismo microsegmentado, la militancia de trolls y bots en redes sociales, la alquimia del Big Data… todo ese humo se desvaneció en el aire de la noche del 11 de agosto, empañando la mirada de un Macri tan sorprendido por el contraste entre las encuestas previas y el escrutinio como cualquier ciudadano superficialmente informado por el noticiero de la hora de cenar. Esa soberbia, a la que hizo referencia la siempre apocalíptica Elisa Carrió sobre el escenario de la derrota, tiene nombre y apellido: Peña y Durán Barba.

Pero de nada sirve –salvo para la mesa chica de la derrota- identificar a los más y los menos responsables de esta catástrofe estratégica. Casi desde el comienzo del mandato, en la opinión pública –incluso la más amigable con el macrismo- se advirtió el riesgo que implicaba la estrategia de polarizar obsesivamente con la figura de Cristina Kirchner, como escudo permanente contra todos los tropiezos económicos en los que incurría el Gobierno.

La grieta funcionaba, es cierto, pero con el mismo potencial explosivo de las Lebacs, las Leliqs y demás artilugios de contención financiera. Tarde o temprano, el monstruo recreado diariamente por el relato PRO resurgiría de sus cenizas para cobrarse venganza. El momento parece haber llegado, con la patética sorpresa de las muertes anunciadas.


Para decirlo en un lenguaje que volverá rápidamente a ponerse de moda en la intelectualidad del futuro oficialismo K: la mirada clasista le impidió ver al macrismo lo evidente. Sin economía, la política no es nada, especialmente en la Argentina de hoy. Y la economía no es solo la voz de los mercados, sino también su otra cara: el barro profundo, la heladera vacía y la persiana baja. Eso que el peronismo todavía sigue percibiendo –y manipulando- con picardía. Aquella lección es la que no terminó de aprender el ala tecno del PRO, desoyendo incluso las advertencias desesperadas de su ala política. Era la economía, estúpido.




domingo, 7 de julio de 2019

Desafíos electorales… @dealgunamanera...

Desafíos electorales…

 Peso, Vidal-Macri. Dibujo: Pablo Temes

La compleja tarea de Vidal en Provincia. El rol de Marcos Peña. Cómo el acuerdo Mercosur-UE se mete en la campaña.

Escrito por Nelson Castro el domingo 07/07/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Mauricio Macri ha hecho una adecuada lectura de la dinámica electoral y de sus consecuencias: el Gobierno necesita tener una buena performance en las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO). Si así no fuera, la incertidumbre política que desataría la inminencia de una victoria del kirchnerismo haría trizas la endeble estabilidad económica que exhibe el país hoy en día. Y eso sería para el Gobierno el pasaporte a su derrota. En lo concreto –es decir, en los números–, hacer una buena elección para el oficialismo significa no perder por más de siete u ocho puntos. Una diferencia mayor marcaría el adiós a la posibilidad de reelección del Presidente. Así, pues, las PASO se han transformado no ya en una gran encuesta, sino en una verdadera primera vuelta de la elección presidencial.

El desbande de Consenso Federal ha alcanzado la categoría de fiasco. Si algo le faltaba para coronarlo, es la pelea para evitar la interna en la Capital Federal. La contradicción no pudo haber sido mayor: en la agrupación que lleva la palabra consenso lo que domina es la imposición. Tan lejos ha llegado ese absurdo que se creó ahí una nueva grieta. ¡Inentendible!

Acuerdo Mercosur-UE. Macri vivió el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea como una victoria personal. En verdad, fue una sorpresa. Muy pocos –casi nadie– de los participantes de la reunión del G20 en Osaka tenían esperanzas de llegar a este entendimiento. Los que frecuentan al Presidente coinciden en señalar que esto le levantó el ánimo.

Un acuerdo de este tipo siempre es muy bueno en tanto y en cuanto se observen dos requisitos: el primero es que se negocie con precisión y cuidado su instrumentación. Esa es la clave. Lograrlo lleva tiempo y demanda mucha destreza política.

En los detalles es donde la negociación se hace más ardua. Y esto vale tanto para el frente interno como para el externo. En Europa ya han aparecido las primeras resistencias. Las padeció Emmanuel Macron, con los agricultores franceses, ya que le han hecho saber su posición contraria al acuerdo.

En lo interno no hay que olvidar que el tratado necesita ser ratificado por el Congreso. Solo será posible alcanzar dicho propósito si hay consenso político, algo que en la Argentina tiene la categoría de utópico. Esa discusión se dará recién el año que viene y dependerá del resultado electoral.

El kirchnerismo ya ha hecho saber, a través de Alberto Fernández y de Axel Kicillof, que revisará el acuerdo, lo que, a buen entendedor, significa que lo rechazará. De ser así, será una contradicción –una más– de las que constituyen le esencia K. De Kicillof no sorprende; de Fernández, sí. En 2014, Cristina Fernández de Kirchner abogó fuertemente por alcanzar un entendimiento de este tipo. 

El 19 de marzo de ese año, la ex presidenta publicó en su cuenta de Twitter: “Estamos muy esperanzados en avanzar con las negociaciones”, en referencia al posible acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea. La publicación estaba acompañada de una foto en la que se la veía junto al entonces presidente de Francia, François Hollande.

CFK había viajado a la Ciudad Luz para reunirse con él y hablar de la deuda que la Argentina mantenía con los 19 países integrantes del Club de París. Durante ese encuentro también se habló del tratado de libre comercio, que se comenzó a discutir oficialmente en 1999.

El segundo requisito del cual dependerá la viabilidad de este acuerdo tiene que ver con aspectos estructurales de la economía de la Argentina.

Con la presión impositiva, la inflación y las tasas de interés que existen hoy en día, no hay ni habrá ninguna posibilidad de que en la Argentina haya desarrollos productivos que puedan ser competitivos. De esto se habló en la reunión que mantuvo Macri con distintos sectores empresariales el miércoles pasado en la Quinta de Olivos. Todos coincidieron en este punto. El desafío es transformar esa coincidencia en hechos. El actual gobierno se la ha pasado hablando de la necesidad de bajar impuestos y lo que ha hecho a lo largo de su gestión es subirlos.

Lucha por Bs. As. María Eugenia Vidal tiene por delante una tarea ciclópea. Hoy está perdiendo la provincia de Buenos Aires en forma clara. Si bien achicó las diferencias con el envión que, según muestran las encuestas, se produjo en estas dos últimas semanas, la diferencia con la fórmula Kicillof-Magario es aún significativa.

El conurbano bonaerense es donde se definirá la elección. No es novedad. En ese territorio abundante en contrastes y necesidades, la imagen positiva de CFK es alta y eso tracciona hacia arriba los candidatos a la gobernación del kirchnerismo. Es exactamente lo contrario que sucede con Macri, un verdadero salvavidas de plomo para las aspiraciones electorales de la gobernadora. Se calcula que para ganar la Provincia necesitaría un corte de boleta de 6 puntos. Hoy, eso es un imposible.

En la distribución de tareas que se acordó en la reunión del rencuentro de Sergio Massa con los intendentes kirchneristas –en la que participaron también Kicillof y Verónica Magario–, el líder del Frente Renovador se comprometió a ponerle el cuerpo a la campaña para recuperar los municipios del Conurbano que Cambiemos ganó en 2015. En la mira, a priori, hay dos: Quilmes y Pilar.

No está claro aún cuál es el aporte en votos que Massa le suma al Frente de Todos. Hasta ahora parece poco significativo. Es lo que se desprende de la mayoría de las encuestas.  El precandidato a gobernador les pidió a los intendentes que salgan a mostrar las cosas que hicieron con la plata de sus municipios sin ayuda de la gobernación. “Vidal es Macri” es la consigna sobre la que girará la campaña que hará centro en la crisis económica.

La economía sigue arrojando números malos. La disociación con el discurso del Gobierno es abismal. No hay noticias económicas buenas en la vida de la mayoría de los argentinos. Ante las dificultades que esto representa para la reelección, importantes referentes de Cambiemos, más vinculados al PJ y a la línea fundadora del PRO, creen que sería un buen momento para despedir a Marcos Peña y asignarlo con dedicación exclusiva a la campaña.

Tanto es así que, durante las dos últimas semanas, se habló muy fuerte de Peña como ministro de Relaciones Exteriores de un eventual próximo gobierno de Macri. “Estas cosas tendrían que tener algún nivel de definición; eso ayudaría mucho a convencer al votante indeciso de que las cosas mal hechas se van a corregir”, señala un consultor con llegada al núcleo del Gobierno.

La polarización extrema de la elección llevará inexorablemente a una campaña negativa y agresiva en la que abundará la escasez de ideas. Ese oxímoron –la escasez de ideas en abundancia– es el verdadero drama de la política vernácula.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.




domingo, 19 de mayo de 2019

Efecto desconcierto… @dealgunamanera...

Efecto desconcierto…

MASsA LEUDANDO. Sergio Massa. Dibujo: Pablo Temes

En medio de los malos datos de la economía de Macri, CFK sorprendió con su jugada política.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 19/05/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El último Hot Sale dejó un dato del cual no había antecedentes: entre los productos más vendidos sobresalieron el azúcar, la yerba y los pañales. Que se haya incluido el rubro alimentario y que haya habido tal nivel de demanda es una muestra clara –una más– de la profundidad de la crisis socio-económica que atraviesa Argentina. Para mucha gente, hoy en día el problema es comer. Las parroquias y los comedores comunitarios de todo el país enfrentan una demanda incesante y creciente.

Quienes han escuchado a Jaime Duran Barba coinciden en señalar que anida en el ánimo del consultor estrella del PRO una preocupación que no se le había conocido antes. En sus análisis se hace evidente el impacto electoral negativo que para el Gobierno tiene la cuestión económica. Sorprende que a alguien le sorprenda.

No hay manera de pensar lógicamente que Mauricio Macri sea reelecto si esta realidad no cambia. Y el problema es que no hay ningún análisis económico serio que augure una mejoría sustancial de lo que hoy exhibe el presente. La calle habla a diario. En ese fluir de opiniones es muy inusual encontrar hoy quien hable bien del Gobierno. Y estamos hablando de aquellos que lo votaron.

Emerge de ellos una mezcla de decepción y angustia. Decepción porque le creyeron al Presidente cuando prometió que iba a acabar con la inflación, que iría por la pobreza cero y que se eliminaría el impuesto al mínimo no imponible sobre los salarios.

Cifras. Los números de Macri son malos. Y las interpretaciones que hace el vocero insignia del Gobierno, Marcos Peña, también son malas. Por lo menos cuando busca asimilar la situación electoral del oficialismo con lo sucedido en 2015. “Tenemos los mismos números que en 2015”, se le escucha decir a él –y a otros– para justificar los malos resultados de las elecciones provinciales. Es un grosero error de apreciación. En 2015, Cambiemos era oposición; ahora es oficialismo. En 2015, sus votantes tenían una ilusión. Ahora, en cambio, los atraviesa la desilusión. Es una desilusión acompañada de enojo y angustia.

Esto es algo que en la Casa Rosada conocen y reconocen. Peña, en sus habituales reuniones con militantes, habla del tema ellos, que están desarrollando una tarea titánica en pos de recuperar el voto perdido. El problema es que con reconocer el problema no alcanza. “Cómo hacer campaña si cuando tocás una puerta para conversar mucha gente te la cierra en la cara”, es lo que se le oye decir a más de un militante de Cambiemos.

Como se viene diciendo en esta columna, Cambiemos cruje. Y después de la aplastante derrota sufrida en la elección a gobernador en la provincia de Córdoba, cruje mucho más. El incidente más resonante que ilustra la afirmación arriba expresada fue la grosera agresión verbal que la diputada Elisa Carrió le dedicó a Nicolás Massot.

Carrió está descarriada. La crítica construye; el insulto no. En la Docta, Cambiemos le regaló la elección a Juan Schiaretti. Pero no la elección a gobernador, que estaba perdida de cualquier manera, sino la de la capital. Reconocer el lunes por la mañana que la división había sido un error fue una demostración de falta de sentido común. ¿Debieron esperar al día después de la elección para darse cuenta de eso?

El bombazo de Alfredo Cornejo, presidente de la UCR, que dijo que Macri podría no ser candidato, es otro indicio del crujir que atraviesa a Cambiemos. El Presidente se enojó con esta declaración. Así se lo hicieron saber en la reunión que compartieron con él las espadas del oficialismo. Creer que las cosas se pueden arreglar con enojos es un error.

Cristina Fernández de Kirchner también sintió el cimbronazo producido dentro del justicialismo por el resonante triunfo de Schiaretti. Por eso se apresuró a gestionar esa foto que se arregló en cuestión de horas, foto que tuvo un solo objetivo: recuperar protagonismo dentro del PJ.

El papelón de la Corte Suprema de Justicia al intervenir en la causa por la que Cristina Fernández de Kirchner comenzará a ser juzgada el próximo martes no tiene precedentes. La maniobra tenía un objetivo indiscutible: suspender sine die el comienzo del juicio. La movida de la Corte hizo acordar a los tristemente famosos per saltum a los cuales supo recurrir la Corte Suprema menemista de los años 90 cada vez que el entonces presidente Carlos Menem necesitaba detener alguna causa que le molestaba. Aquel gobierno fue un emblema de corrupción, al que el kirchnerismo emuló.


Las horas que se vivieron a lo largo del jueves serán recordadas por muchos de los que conocen la trastienda de enfrentamientos feroces que sucedieron no solo en el cuarto piso del Palacio de Tribunales –es el que ocupa la Corte–, sino en los tribunales de Comodoro Py. Si bien desde hace varios días por los pasillos de ese edificio circulaba un rumor que hablaba de los contactos de la Corte con gente del Instituto Patria, nadie creyó que las cosas llegarían a tanto. Y esto generó internas y reavivó disputas dentro de la estructura judicial.

Cuando el presidente del Tribunal Oral Federal, Jorge Gorini, dijo que no había ningún impedimento para comenzar con el juicio, le asestó a la intentona un golpe letal. El episodio produjo un severo deterioro al órgano máximo de la Justicia. ¿Habrá sido este un ensayo para futuras intervenciones de la CSJ en caso de que la actual senadora y futura candidata sea finalmente electa?

Bonus track. Y cuando parecía que las novedades de la semana política habían concluido, apareció el bombazo de la ex presidenta comunicando algo nunca visto: que quien se candidatee a la vicepresidencia haga el anuncio de la fórmula presidencial de un espacio político.

El impacto y el desconcierto producidos son tales que las interpretaciones son tantas como la imaginación puede albergar. Por eso es muy prematuro analizar los motivos de la decisión y sus consecuencias políticas. Una de las preguntas que se imponen es: ¿se bajó CFK de la elección? La respuesta es no. Declinó su postulación a la presidencia pero no se apartó de participar en la carrera electoral. En el medio, las opiniones dan para todos los gustos: para unos, fue una jugada brillante; para otros, un paso al costado inentendible; Duhalde dijo que al principio creía que era un chiste; algunos analistas sostienen que esto deja sin sustento al PJ federal; otros, que esto lo fortalece.

Sergio Massa dijo que ahora es más candidato que nunca, y en la UCR muchos piensan que esto debe obligar a Cambiemos a rever las candidaturas. En medio, una cosa es indudable: Cristina Fernández de Kirchner ha recobrado un lugar de centralidad en la política argentina. Macri lo hizo.

Producción periodística: Lucía Di Carlo