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domingo, 6 de noviembre de 2016

Flor de baile… @dealgunamanera...

Flor de baile…

La justicia no vidente. Dibujo: Pablo Temes

Cristina, al compás de las causas judiciales, y Macri, de la economía.

La floja estrategia defensiva desplegada por Cristina Fernández de Kirchner no deja de sorprender en el ámbito de los tribunales de la avenida Comodoro Py al 2000. Tanto en la fiscalía como en el entorno del juez federal Julián Ercolini están convencidos de que la ex presidenta realizó una defensa política y no jurídica; no presentó pruebas ni argumentos convincentes para intentar rebatir las imputaciones que pesan sobre ella –el vínculo con Lázaro Báez, el reparto discrecional de obras públicas, los sobreprecios, etc.–; tampoco buscó clarificar por qué se había replicado a nivel nacional la matriz de construcción de obra pública que se aplicó en la provincia de Santa Cruz, para lo cual fueron piezas claves los funcionarios que esta semana terminaron declarando como ella.

De no lograr torcer el rumbo, su destino y el del resto de los imputados es el procesamiento. Es aquí donde entran en juego diferentes alternativas de cuyo resultado dependerá el tiempo que transcurra hasta que se tomen algunas de las siguientes medidas: se podría avanzar rápidamente y probar la malversación de fondos y los negocios incompatibles con la función pública o aguardar el devenir de la investigación y apuntar a la asociación ilícita, en cuyo caso la ex presidenta se vería no sólo implicada sino también complicada. De una forma u otra, el pedido de procesamiento podría llegar a fin de año o principios del año que viene, luego de la feria judicial.

Hasta ahora, todos los que han pasado por tribunales tiran la pelota hacia arriba: CFK propone que investiguen toda la obra pública, dice que ella hizo cosas por el país, y que no la pueden imputar por actos de gobierno. Lo que busca con esto, además, es llegar a las empresas cercanas a Mauricio Macri. De Vido utiliza un argumento similar, y Lázaro replica la estrategia asegurando que no sólo hizo obras en Santa Cruz, y pidiendo que miren todo su accionar en el resto del país, como si esto fuera prueba suficiente para desligarse de la monumental obra que recibió en su provincia y que, muchas veces, no ejecutó. Un fiscal que conoce muy bien la causa señala: “Esto es lo mismo que un imputado diga: ‘A mí me dicen que soy un ladrón, pero hay un montón de ladrones; entonces ¿por qué me persiguen a mí?, mejor vayan e investiguen a todos’”.

Otra evidencia que surge de parte de la estrategia de las defensas es presentar y pedir que se investiguen los hechos aislados. Si se aceptara esta propuesta absolutamente descontextualizada, las cosas podrían ajustarse al siguiente razonamiento:

- El que aprueba el presupuesto es el Congreso, lo cual es cierto.
- Poner funcionarios de confianza –en este caso, traídos desde Santa Cruz– no implica una irregularidad en sí y es una práctica habitual en los ámbitos del poder.
- Aun cuando el haber asignado la mayoría de la obra pública a una empresa pueda ser sospechoso, no constituye en sí delito.
- Y que no se le deba nada a esa empresa y sí a las demás tampoco es un delito.

Sin embargo, las cosas cambian cuando cada uno de estos hechos se organiza secuencialmente. Así, la película completa adquiere otro significado. Todo se vuelve sospechoso. Se ve entonces que los presupuestos estaban dibujados; que la dependencia pública con más reasignación de presupuesto fue Vialidad Nacional; que dentro de ese presupuesto gran parte de la obra pública de Santa Cruz caía en el Grupo Austral, cuyo dueño era –y es– Lázaro Báez, un monotributista que formó la empresa cuatro días después de que Néstor Kirchner fue elegido presidente de la Nación, en mayo de 2003; que en todas las licitaciones se seguía un mismo procedimiento: alguien ofertaba por encima del valor que el Estado podía pagar, lo que aseguraba que las obras que se adjudicaban iban a Báez, cuya empresa, por otra parte, no tenía capacidad operativa para la construcción de obras en paralelo.

Por supuesto que todo esto ocurrió con la complicidad de otras empresas del llamado “club de la construcción” que, a la luz del discurso político de crecer mediante la obra pública, hizo que crecieran sólo algunos.

En su declaración del jueves ante el juez Julián Ercolini, José López no hizo más que complicar a la familia Kirchner, aunque de manera indirecta. Más allá de las chicanas donde pide que el actual director de Vialidad Nacional, Javier Iguacel, “ratifique o rectifique sus denuncias mediáticas” respecto de la corrupción en la obra pública, y al propio ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, que había asegurado según los propios dichos de López ante el juez que “se robó con la obra pública y por cada dos pesos que se gastaban uno solo llegaba a destino” le tiró un dardo envenenado al corazón de la familia del ex presidente. Un dato curioso que consta en la causa es que, en su declaración, López asegura que “no estaba en el ámbito de la competencia de la Secretaría de Obras Públicas auditar o controlar un organismo que tiene autonomía administrativa y financiera”, en referencia a Vialidad Nacional, foco de los mayores desvíos a Báez.

Y continúa aclarando: “Para eso están otras dependencias del Estado como ser la Subsecretaría de Obra Pública y la de Coordinación Federal”. Todo parece muy normal si no fuera porque el subsecretario de Coordinación Federal era nada más y nada menos que Santiago Carlos Kirchner –primo de Néstor–, señalado por fuentes con acceso a la causa como el hombre puesto por el ex presidente para controlar que López y De Vido no le quitaran un solo peso de su negocio y para direccionar las obras directamente a Báez. Se sabe que Néstor no confiaba en nadie.

El devenir de estas causas que complican a la ex presidenta y a su entorno en los tribunales de Comodoro Py está lejos de la agenda de millones de argentinos para quienes su presente económico es difícil y angustiante. Los “brotes verdes”, con los que eufemísticamente se llama a la reactivación de la economía, son de un verde mustio. Todo sigue muy parado. La mayoría de los índices de actividad industrial son negativos. La inflación sigue más alta de lo previsto por el Gobierno, cuyas predicciones para el segundo semestre están lejos de haberse cumplido. Por eso no se entendió muy bien tanto desenfreno del Presidente cuando, en un gesto con reminiscencias de aquellos otros de CFK, se puso a bailar al final de un acto en la provincia de Córdoba.

Producción periodística: Santiago Serra.


lunes, 15 de agosto de 2016

Penurias Económicas… @dealgunamanera…

Trauma inflacionario…


Un tiro en la sien. Juan Aranguren. Foto: Pablo Temes.

Más allá del “tarifagate”, la gente perdió la noción del valor real de las cosas. El caso López. Y la violencia.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 14/08/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Más allá de la resolución final del conflicto por el aumento de tarifas, la inflación es el tema recurrente. Si bien la suba de precios se desaceleró y cayó al 2% en julio, como el grueso de las inversiones aún no ha llegado, el ingreso de dólares del exterior no alcanza para hacer consistente el efecto derrame –la gente no lo ve– y percibe en cambio que, además de la inflación, le aumentamos los servicios”. Esta es la preocupación expresada por un diputado nacional del PRO que conoce los movimientos del día a día en materia económica.

Un economista de consulta del Gobierno coincide con este diagnóstico: “La inflación núcleo golpea en la modificación de precios relativos (la relación, incidencia y comparación de los valores de algunos productos en relación con otros como, por ejemplo, el valor del pollo en relación con el de la carne, el costo de las bebidas en relación con los alimentos, etc.)”.

Esto lleva a que el consumidor se replantee muchos de sus hábitos y se pregunte cuáles son sus verdaderos bienes de primera necesidad. Hoy no está claro cuál es el valor real de las cosas. Hay casos en los que se verifica una diferencia de hasta un 25% en el precio de los productos de consumo, incluso en una misma zona. “Este fenómeno se va a ir atenuando a medida que la inflación continúe bajando en el tiempo, y el tiempo es hoy un bien escaso”, señala el consultor gubernamental, quien afirma que “la economía real no termina de hacer pie. La explicación del porqué es gráfica: como consecuencia de la inflación, se mantienen las tasas altas. Caso contrario, se debería aumentar la oferta de bienes para compensar el exceso de circulante, pero para esto se necesita más producción que no aumenta porque la llegada de inversiones para impulsar la economía se demora. Mientras esto suceda, seguiremos ligados a la apuesta por lo agroindustrial, cuyos tiempos son más acotados. No está mal como solución transitoria. Pero debe ponerse en marcha el resto de la industria”.

En este contexto una figura que en el inicio de la gestión de Mauricio Macri había cosechado críticas de sus pares en el gabinete a causa de su aparente falta de tacto con la realidad de muchas personas, se ha convertido en el hombre del momento. Se trata del ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, quien ha comenzado a explotar lo que mejor hace: su carácter técnico y expeditivo. “De golpe aparece en todas las reuniones, no sólo en las vinculadas a su ministerio. El Presidente lo lleva de un lado a otro. Parece que el romance no se rompió”, alega con ironía una fuente gubernamental. Lo cierto es que las internas entre ministerios y los celos profesionales están en puja permanente y la figura de Dietrich, al que todos veían como un técnico sin aspiraciones políticas, ha puesto en alerta a más de uno.

Trauma. Mientras tanto sigue su curso tortuoso el traumático tema de las tarifas de los servicios públicos de gas y agua. Al día de hoy no hay una posición unificada entre los miembros de la Corte, cuya definición se espera para los últimos días de esta semana. 

Más allá de las diferentes posturas en danza, lo que asoma con más fuerza es la idea de un fallo con matices. Esto es, reconocer la potestad del Gobierno para aumentar las tarifas pero obligarlo primero a realizar las audiencias públicas, lo que implicaría retrotraer los precios. Una pregunta flota en el entorno de los jueces supremos: ¿deben ellos absorber la carga social de una medida impopular, mal implementada, cuyo costo político debería ser asumido por el Gobierno? Esto es apenas un indicio de lo que se discute y explica por qué no hay nada definido. 

Además, existe un riesgo que parece haber sido percibido por el Gobierno en su marcha atrás en la realización de audiencias públicas “informativas” a las apuradas. Las audiencias necesitan un plazo mínimo de 15 días hábiles para su convocatoria, con la correspondiente información a las asociaciones de consumidores respecto de los planes en cartera, de lo contrario nadie podría en un encuentro realizar un análisis certero de lo que se pretende. De no cumplir con esta premisa, los aumentos podrían ser nueva y fácilmente impugnados en la Justicia, algo que dilataría la llegada de una solución definitiva y arrojaría un compás de espera aún mayor sobre los meses no facturados o en revisión.

La parálisis y las demoras representan el peor escenario. La convocatoria a audiencias públicas para comenzar de cero y consensuar aumentos parecería el camino correcto. La necesidad del aumento y corrección de las distorsiones en las tarifas respecto de los precios del resto de la economía es algo que nadie puede poner en duda. Como consecuencia de los errores cometidos por el Gobierno, muchos legisladores de la oposición parecen empecinados en sacar un rédito político de interpelaciones y trabas poco conducentes que nada aportarán a la resolución del fondo de la cuestión.

Histórica. La frase que José López pronunció en su declaración ante el juez Daniel Rafecas (“esta plata es de la política”) hará historia. Por lo pronto lo deja a él definitivamente ante lo que será su futuro: la cárcel. Pero además la frase tiene aire de mensaje hacia otros. Esos otros son, por una parte, quienes fueron sus superiores –Cristina Fernández de Kirchner y Julio De Vido– y por otra los empresarios que aceptaron formar parte de la matriz de corrupción que tejió el kirchnerismo a lo largo de sus doce años en el poder.

Es importante no olvidar un hecho que es relevante a la hora de darle a López la real dimensión de lo que su figura representaba dentro del esquema bajo el cual se organizó la gestión en tiempos del kirchnerato: el ex secretario de Obras Públicas era una persona de acceso directo tanto a Néstor Kirchner como a Cristina Fernández de Kirchner. Cuando durante el primer mandato de CFK, Kirchner se desempeñó como ex presidente en funciones, son numerosos los relatos de intendentes acerca de los llamados que recibían del ex jefe de Estado en los que transaba obras públicas por apoyo político. Una vez que se acordaba la transacción, quien aparecía en escena era López.

Por último, la agresión violenta sufrida por el Presidente el viernes en Mar del Plata es repudiable. Eso no es democracia.

Producción periodística: Santiago Serra.



domingo, 10 de julio de 2016

De un extremo a otro… ©dealgunamanera...

De un extremo a otro…

A fuego lento, J.J. Aranguren. Dibujo: Pablo Temes

El tema de las tarifas revela que el Gobierno subestimó a la política tanto como la sobrestimó el kirchnerismo. ¿Es posible que el gobierno de Mauricio Macri se haya equivocado tanto en la ejecución de un sinceramiento tarifario en el que la mayoría de la sociedad estaba de acuerdo? Esta es la pregunta del momento. La respuesta es claramente “Sí”.

Esto es la consecuencia del profundo descreimiento que el macrismo tiene de la política. Conclusión: se pasó de un extremo al otro. El Gobierno se pobló de muchos hombres de buena fe, marcados por el corporativismo empresarial pero con una enorme falta de criterio social. Tal es el caso del ministro de Energía, Juan José Aranguren. Otro error que comete el Gobierno es creer que cuando las cosas no funcionan vendrá la Justicia en su auxilio. El brutal aumento de tarifas ha generado un problema político, que se debe resolver en el terreno político. Así obtuviera el Gobierno un fallo favorable de la Corte Suprema, es erróneo pensar que el problema quedará solucionado. Hay mucha gente que literalmente no puede pagar esos aumentos.

Un legislador de la oposición de diálogo fluido con los equipos del Gobierno cuenta una anécdota que parece salida de una historieta y que ilustra esta situación: “Hay buenas intenciones pero pésima implementación. Les advertimos en varias oportunidades que estaban haciendo mal los cálculos y no nos escucharon. Armaron planes y estudiaron alternativas que nada tienen que ver con la composición social de nuestro país. Hace unos tres meses le hicimos saber al ministro Aranguren que no estaba teniendo en cuenta las características climáticas y poblacionales de los distintos puntos del territorio.

Por ejemplo, que parte de la Patagonia y la provincia de Buenos Aires tenían consumos de gas mucho más elevados que otras regiones y que el norte argentino en el verano termina siendo electro dependiente para sostener los sistemas de refrigeración, desde los aires acondicionados hogareños hasta los equipos comerciales. Aranguren nos respondió que trabajan en una prueba piloto con medidores inteligentes y que, por ejemplo, los habitantes podrían programar el lava- vajillas y hacerlo funcionar por la noche, cuando baja la temperatura. Hablábamos de las zonas duras del norte del país y nos quedamos pasmados. La única respuesta posible era proponerle que haga su prueba piloto en Nordelta”.

El otro hombre que habitualmente es señalado por su falta de tacto social y su desconocimiento de las necesidades de la gente es Guillermo Dietrich. Son muchos, dentro y fuera del oficialismo, los que señalan que su falta de calle hace inviables muchas iniciativas que naufragan antes de llegar a sentarse a la mesa a discutir un proyecto con él.

Un grupo de diputados del interior del país asegura que el número de presentaciones y amparos que está dando vueltas es mucho mayor que el que trasciende a través de los medios de comunicación. “En los pueblos y municipios chicos, cuando hay un amparo exitoso se pasan el modelo de presentación, copian el formato del escrito cambiando los datos y lo vuelven a presentar en localidades vecinas. La judicialización resultó imparable”.

Otro ejemplo que revela un amateurismo absoluto lo narró un diputado del Frente Renovador (FR) que no lograba salir de su asombro ante lo que escuchó. A este legislador le pidieron desde el Ministerio de Energía que desde el FR salieran a explicar que el beneficio de los topes del 400% para los aumentos del servicio en los hogares sólo se alcanzará si cada familia consume una cantidad igual o menor a la del mismo período del año pasado; en caso contrario, el aumento de la factura superará el límite del 400%. “O sea que el Gobierno quería que fuéramos nosotros los que nos hiciéramos cargo de las malas noticias y ellos encargarse de las buenas”.

Desde el oficialismo, un funcionario de importancia señala que a Aranguren lo vio muy preocupado trabajando 24 horas al día. Algunos han comenzado a darse cuenta de que la crisis generada por el aumento de tarifas ya está excediendo la figura del ministro y salpicando la de todo el Gobierno, incluido el presidente Mauricio Macri. “Es que, en realidad, ya no se le puede echar toda la culpa a Juan José; hay algo que nadie supo ver”, reconoce el funcionario de marras.

Internas. Entretanto, en el frente interno de Cambiemos las cosas no están bien. Varios radicales aseguran que, en un encuentro a principios de año, les advirtieron a Marcos Peña, a Rogelio Frigerio y a otros miembros del PRO que lo de las tarifas no terminaría bien. Les ofrecieron incluso proyectos alternativos. Por lo que se ve, fueron escuchados pero no tenidos en cuenta.

“Están practicando un kirchnerismo a la inversa. El núcleo duro del PRO se encierra y resuelve solo. Sabemos que somos minoría, pero así como están las cosas, esto no se parece a una coalición”.

El radicalismo está dolido. Algunos de sus miembros hasta sienten un choque cultural con líderes del macrismo. Hay muchos que se sienten marginados del Gobierno y creen que fueron usados para construir una herramienta electoral.

“Queremos continuar y bancar este espacio, pero primero hubo alguna luz amarilla de alerta, hoy se está tornando naranja y estamos cada vez más cerca de tocar el rojo”, sentenció una fuente que por los términos y el tono exhibía una mezcla de bronca y angustia. Es que a todos ellos los persigue el fantasma de la Alianza, algo que, de repetirse, sería catastrófico no sólo para el Gobierno sino también para el país.

Producción periodística: Santiago Serra.

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domingo, 8 de mayo de 2016

Juego de diferencias... @dealgunamanera...

Juego de diferencias…

Su mejor alumno, Marcos Peña. Dibujo: Pablo Temes.

El jefe de Gabinete lo llamó “equipazo”, pero los ministros no patean para el mismo lado.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 08/05/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Marcos Peña dijo el jueves pasado en Intratables que el Gobierno tiene un “equipazo económico” que es liderado por el propio presidente Mauricio Macri. A juzgar por el peso de los nombres, probablemente sea cierto, pero la realidad y la tensión natural de los deberes y obligaciones de cada ministerio, ha desatado los primeros encontronazos que, en algunos casos, han alcanzado dimensiones considerables. ¿Qué es lo que está ocurriendo entre los hombres que manejan el destino de la política económica del país?

Alfonso Prat-Gay es, casi con seguridad, uno de los hombres mejor plantados dentro del Gobierno pero, a la vez, el más expuesto por decisión política del Presidente en el diseño del gabinete. El ministro de Hacienda, debió resignar el poder real –propio de un ministro de Economía–en manos de varios de sus pares: Francisco Cabrera, tomando decisiones ejecutivas desde su cargo de ministro de la Producción, la canciller Susana Malcorra, con atribuciones en Comercio Exterior, Juan José Aranguren –un técnico que optimiza los números a cualquier precio– en el Ministerio de Energía, Guillermo Dietrich con injerencia en obras públicas como ministro de Transporte, y Rogelio Frigerio en su rol de ministro del Interior, emprolijando y administrando recursos que le son propios a las provincias.

A pesar de esto, Prat-Gay no se arredra y mantiene una dura pero necesaria discusión con Federico Sturzenegger, presidente del Banco Central, en lo relativo al nivel de las tasas de interés, la política monetaria y cambiaria. Economistas del Frente Renovador, señalan que, entre el ingreso de dinero proveniente del crédito por el arreglo con los holdouts, y los US$ 5 mil millones de la soja que se esperan para mayo, se terminará produciendo un revalúo del peso o, dicho de otra manera, continuará la quietud de la moneda norteamericana.

Aquí sobreviene la primera diferencia técnica entre las necesidades de ambos. Con inflación alta, peso apreciado, bajo consumo y dólar atrasado, es más difícil atraer inversiones. Para Alfonso Prat-Gay sería un mejor escenario bajar la tasa de interés para reactivar la economía movilizando el consumo. Desde el Banco Central, quienes conocen a Sturzenegger aseguran que mientras no baje la inflación él no tocará la tasa de interés. El partido se juega en el terreno de lo real donde cada uno aplica su mejor receta, esperando ver qué ficha moverá el de enfrente. Otros ministros y funcionarios que miran la contienda desde la platea, creen que el límite para sostener este nivel de tasa y estancamiento no debería superar el mes. Todo un mensaje para el presidente del BCRA.

Rogelio Frigerio es otro de los que camina con aplomo, en un terreno patinoso. Ya tuvo un altercado con Prat-Gay por la meta inflacionaria del 25%. La plata le está llegando en cuentagotas, y aún no ha podido distribuir entre los gobernadores el 15% de coparticipación federal que se les retenía a las provincias y había sido objeto de litigio judicial.

El Ministerio del Interior trabaja en una reunión de gobernadores a realizarse en Córdoba para presentarles una oferta. Entre Frigerio, Prat-Gay y algunos gobernadores, habría un principio de consenso en que la devolución del 15% se vaya realizando de manera escalonada a un ritmo de un 3% anual. En Interior aseguran que “el otro ‘dulce’ que el ministro puede mostrarles a los gobernadores es el dinero de fondos federales para obras, que, a decir verdad, viene algo lento”.

Carlos Melconian, de renovada elegancia, juega un partido aparte, para utilizar términos futbolísticos que tanto le gustan. Atrás quedaron los días en que refunfuñaba por lo bajo dada la conformación de los espacios en Economía. Una fuente del Banco Nación resume su situación diciendo que “está contento pero reclamando mayor celeridad y menos gradualismo”. En el PRO fueron algo más duros: “Que ni sueñe con ser ministro, es capaz y rápido, pero de esos tipos de barrio que creen que se las saben todas y terminan abriendo grietas por todos lados”.

Uno de los protagonistas de la semana ha sido el ministro de Energía Juan José Aranguren. El anuncio del aumento –el cuarto en el año– del 10% en las naftas, se vio agravado por su curioso análisis de la situación: “si el consumidor considera que el precio es alto dejará de cargar”. Honestidad brutal. No tiene muchos amigos dentro del Gobierno. Es un técnico capaz pero carente de tacto político y noción de la circunstancia social. “El Indomable” es como lo llaman algunos de sus detractores en el gabinete. Otros, que lo aprecian, grafican su lamento diciendo: “Lo disfrutábamos cuando estaba en Shell plantándose contra Guillermo Moreno. Ahora no sabemos cómo controlarlo” –se resignó la fuente–. “No le hace caso a nadie, pero no es ningún kamikaze, ya va a entender”.

"Aranguren no hace caso a nadie, pero no es kamikaze, ya va a entender"

Hipocresía

La alta inflación, la caída de la actividad económica y –más que los despidos– el temor a perder el trabajo, le ha dado sustento al proyecto de ley antidespidos, instrumento legal sobre cuya escasa o nula efectividad hay un consenso mayoritario proveniente, inclusive, de muchos de los que en público lo apoyan. Macri cometió un error al anunciar que vetaría la norma. Eso no hizo más que estimular a los sectores más duros del peronismo afines al kirchnerismo que lo que están buscando, en realidad, es hacerle pagar al jefe de Estado el costo político de una decisión de ribetes impopulares.

Son esos mismos sectores los que se han sentido incómodos en estos últimos días con el video en el que aparece Cristina Fernández de Kirchner expresando su rechazo a una norma similar requerida por la CGT en 2010. Curiosamente, los argumentos utilizados por la ex presidenta para oponerse a la iniciativa fueron los mismos que hoy esgrime Macri. La contradicción está en la esencia del kirchnerismo.

En este contexto, la marcha que unió a dos de las tres CGT y las dos CTA hace siete días, continuó reverberando a lo largo de la semana.

Ley antidespidos, discursos variopintos, poco margen para el uso político de los trabajadores y un común denominador: una parte grande de la sociedad, aún le da crédito al gobierno del presidente Macri y ha decidido prolongar la luna de miel. Más allá de los aumentos, sinceramiento o ajuste, hay un clima expectante y de tolerancia que es bienvenido como signo de madurez democrática. Una parte del sindicalismo y del peronismo más duro parece haber comprendido esto: al Presidente le debe ir bien; no hay espacio para otra experiencia como la de la Alianza. Al menos, nadie quiere ser el responsable de una crisis que pondría a los argentinos al borde de un colapso de consecuencias institucionales que fueron las raíces a partir de las cuales surgió el kirchnerismo con su impronta de autoritarismo, corrupción y populismo que tantas secuelas han dejado en la sociedad argentina.

Producción periodística: Santiago Serra.


sábado, 13 de febrero de 2016

Cinismo simpático… @dealgunamaenra

Cinismo simpático…

Buenas Ondas. Mauricio Macri. Dibujo: Pablo Temes.

La reunión de Macri con el sindicalismo está sobrevaluada. Paritarias al sol del nuevo poder.

Para una gran mayoría de argentinos, lo obvio se vuelve extraordinario. De repente. Convierte episodios comunes, casi rutinarios como dormir o comer, en portentos de la naturaleza,en fenómenos inéditos. Con esa felicidad inesperada hay que interpretar el “diálogo” que propicia el Gobierno, la “búsqueda de consensos”, un “sistema estadístico” o la osadía de Mauricio Macri por incluir en su repertorio la palabra “inflación”. Puede continuar la lista de obviedades sobre las que se habla y consume, aunque escaso sentido tiene enumerar acontecimientos normales, inevitables, a menos que se los compare con las forzadas rarezas de la última década kirchnerista. Con un rezago terco que la memoria no olvida.

Ese estado de ánimo único también rodeó, claro, el último encuentro entre dirigentes sindicales de la CGT & Cía. y el Presidente, uno entusiasmado en testimoniar en una placa su voluntad de conciliación mientras gana tiempo para la situación de crisis, los otros inquietos para no hundirse con la economía en picada y, de paso, recuperar fondos (o bonos) que el Estado retiene de las organizaciones gremiales. De ahí que, al salir del cónclave, cualquiera de los invitados podía utilizar una frase de simpático cinismo que circula en los ambientes políticos: “Quiero que le vaya bien a Macri, porque de ese modo nos irá bien a todos”. Así también pasa el tiempo.

El estandarte de ese pregón le cabe a Hugo Moyano, a quien le cuesta ocultar su espíritu colaboracionista (el mismo de los otros contertulios sindicales), rasgo que habrá de transformarlo en un criticado Augusto Vandor para la escuelita primaria de los cámporas, quienes recuerdan con desdén a ese líder asesinado por las formaciones especiales antes de los 70. Ignorando tal vez que, al revés de Moyano, Vandor vivía en una pieza con otros dos compañeros cuando ya era clave en el gremio metalúrgico, y cuando viajaba a Madrid el equipaje a veces era un paquete de ropa envuelto en papel de diario y atado con piolines. Mucho más manifiesta es la inclinación de Moyano por Macri que la de Vandor por Onganía y Lanusse, hasta lo confesó antes de entrar al decir “ni a Menem le hicimos un paro cuando empezó su gobierno”, como si fuera una actitud histórica de su conducta. Pareció olvidarse en esa reseña de que a su amigo Néstor Kirchner sí le organizó huelgas apenas empezó la administración debido a que el santacruceño no cumplió algunas promesas tangibles que les había comprometido a contribuyentes de su campaña, como Moyano. No le cedió a Moyano la Secretaría de Transporte, y ocupó el cargo con alguien de su confianza (Ricardo Jaime), y hasta empresas cercanas al sindicalista se quedaron sin subsidios. Una traición, empezaron los paros y Kirchner no aguantó un round: le entregó a Moyano el segundo de la Secretaría, y desde entonces se hicieron compinches públicos hasta aquella agitada discusión telefónica –de la cual Cristina y su hijo parecen no olvidarse más–, unas horas antes de la muerte del ex mandatario.

De la media docena de gremialistas convocados a la Casa Rosada, para Macri hoy Moyano es la pieza central. Lo cultivó en la Ciudad con generosidad en los contratos y lo exhibió, apenas elegido, al invitarlo a una reunión. Fue el camionero, como si fuera del Pro, a un festejo sólo con su comité gremial, en abierto desprecio al resto del sindicalismo. Para él, esa preferencia es una sociedad compatible, semejante, a la que tuvo con los Kirchner. Ese idilio –hasta matizado por el disgusto común que exhiben contra Marcelo Tinelli para que éste no vaya a la AFA– tropezó con el desenfado característico de Moyano, quien reiteró la misma pretensión de cargos en Transporte como en tiempos de Kirchner (y con el mismo especialista en el rubro, Guillermo López del Punta), amén de otras prioridades. 

Fracaso en apariencia y con malestar: lo indigna ver a un ciclista como Guillermo Dietrich al frente del Ministerio, un bípedo contra las cuatro ruedas. Tampoco prosperó en impedir que Jorge Triaca llegara a Trabajo, aunque antes bloqueó la designación de un cordobés (Lawson) ahora reciclado en un organismo público. Si hasta amagó con descortesías al defender los discos de vinilo sobre la música digital, la única forma de entender la huelga de su sindicato porque el Banco Central amagó no transportar papeles contables y hacer circular la información por internet. No llegó a mayores su disidencia, ciertas convenciones económicas se mantienen. Triaca lo fue a visitar a uno de los departamentos de Moyano en Barracas –igual que Julio De Vido en otros tiempos– y él mismo se reunió en presunto secreto con Macri en Olivos. No había sorpresas imaginables para la cumbre de anteayer, el guión había sido sellado.

Más o menos convenido, la paritaria a iniciarse será parcial –como ya ocurrió con otros gremios el año pasado–, no durará más de cinco meses, podría bordear menos de 30% de aumento, y se rectificará luego según los índices del costo de vida. Moyano saca ventaja con la modificación de las escalas del impuesto a las ganancias, ya que a sus trabajadores –y a los de otros sindicatos– les proporcionará un adicional de 2 o 3%. Esa corrección poco le vale al gremio de Antonio Caló, el de Cristina, uno de los que curiosamente percibe ingresos más bajos. También obtendrá Moyano satisfacción con el salario familiar, cuestión que lo obsesiona desde la muerte de uno de sus hijos y que repite emocionadamente cada vez que le toca mencionarlo.

Moyano saca ventaja con la modificación de las escalas del Impuesto a las Ganancias

Ahora vendrán debates técnicos sobre este proceso y, especialmente, sobre la devolución a los gremios de fondos pendientes de las obras sociales. Fue Armando Cavalieri quien expuso sobre el tema, quejoso por el dinero que les arrebata el Estado y debido a que deben socorrer cada vez más adherentes a sus sistemas de salud sin el apropiado sustento económico. Hasta Macri parecía enternecido, y –no olvidarlo– parece que evitó convocar a quien le había entregado la responsabilidad de la devolución a las obras sociales: José Luis Lingeri (Aguas y Cloro).


No invitaron a otros, la lista la hizo Moyano. Se olvidó de los decisivos gremios de la Energía, hoy quizás los más afectados por un eventual desempleo y, adrede seguramente, borró a la CTA para darle una golosina a Caló. El resto de los presentes asentía. Ansiosos por las migajas y felices de pertenecer, se hacen cargo de un viejo dicho futbolístico protagonizado por un negro defensor oriental que, desafiando a la multitud que bramaba en el Maracaná por el triunfo de Brasil, en el Mundial del 50 que consagró a Uruguay, les dijo a sus compañeros mientras llevaba tranquilo la pelota bajo su brazo: “Los de afuera son de palo”.