martes, 2 de enero de 2018

Los chicos argentinos del capitán británico en Malvinas: "Cada vez que identificaba a un caído, era una fiesta"… @dealgunamanera...

Los chicos argentinos del capitán británico en Malvinas: "Cada vez que identificaba a un caído, era una fiesta"…

Geoffrey Cardozo. El británico que levantó el cementerio de Darwin para los caídos argentinos (Foto AP)

Una entrevista con el oficial del Ejército británico que trabajó en el proceso de desenterramiento, identificación y enterramiento de los caídos en el archipiélago.

© Escrito por Natasha Niebieskikwiat el martes 02/01/2018 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Capitán del Ejército británico hacia 1982, Geoffrey Cardozo llegó a las Malvinas con 32 años. Entonces tenía una misión: preservar la disciplina entre las fuerzas reales del Reino Unido, Cardozo suele explicar que los soldados siempre quedan con una sensibilidad mayor después del combate y ello puede generar problemas internos, como el alcoholismo, depresión o exceso de entusiasmo.

Contenerlos fue su misión original. Sin embargo, el destino hizo que terminara involucrado en otra misión: la de encontrar, exhumar y volver a enterrar en Darwin los cuerpos argentinos que quedaron dispersos por los campos de batalla de todas las islas.

Fue Cardozo quien levantó el emblemático cementerio donde yacen los argentinos que pudieron ser enterrados. Son 230 tumbas, algunas de las cuales tienen más de un resto. Entre ellas 121 no se habían podido identificar. A las que pudo, entonces, les hizo grabar el nombre y apellido del soldado encontrado. A las que no, les puso la ya conocida placa que rezaba la leyenda "soldado argentino sólo conocido por Dios".

El año pasado, Cardozo colaboró con el histórico trabajo del Comité Internacional de la Cruz Roja, que hacia fin de año logró identificar 88 restos entre 122 muestras diferentes de cuerpos sin nombre y que se pudieron inhumar para ser analizados. Aquí se reproduce una extensa entrevista que Clarín le hizo desde Buenos Aires a Londres sobre aquella experiencia única con los muertos argentinos en la guerra, y a quienes con respeto y afecto él llama "mis chicos". Se reproducen también imágenes del llamado "Informe Cardozo" sobre el proceso de desenterramientos y enterramientos.

Primer Plano de Darwin, elaborado por Geoffrey Cardozo al finalizar la guerra de 1982.


Aunque se recibió con alegría, en Argentina sorprendió que se identificaran sólo 88 restos de los 122 que fueron exhumados y analizados entre 121 tumbas ¿A usted qué le pareció ese número? 
Esperable. Yo no soy un científico forense. Tuve una educación normal. Pero después de 35 años, que podamos lograr un resultado tan exitoso, para mí es un milagro. Hice ese trabajo con dificultad en 1982 y 1983, y cuando encontré mi primer cuerpo, vi que era muy difícil identificarlo con el viento, con el frío, con la nieve… También tenemos que tener en cuenta que los chicos tenían múltiples capas de ropa y en general guardaban sus objetos muy adentro de ellos. Era una escena de posguerra, no una escena del crimen. No era una investigación policial o forense. Era algo normal después de un conflicto, pero me ha dicho la Cruz Roja que fue extraordinario ver los resultados.

Geoffrey Cardozo. El británico que levantó el cementerio de Darwin para los caídos argentinos.

¿Qué tendría que haber pasado para el número de identificados fuera más alto? 
Que hubiera un equipo de científicos argentinos en 1982, datos dentales, huellas dactilares… Yo tenía mi determinación y mi amor por los hombres, nada más. Tenía problemas para identificarlos, y cada vez que podía identificar uno de mis chicos era una fiesta, euforia, un Eureka. ¡Era maravilloso! “Aquí está su hijo, sabemos quién es”. Hubo otros de los que no podía ver nada. Porque estaban en el suelo desde hacía tres e 3 o 4 meses, bajo la nieve. Yo tengo las fotografías aquí y nunca, nunca, las daré a conocer. Ellos pudieron verlas en mi computadora… Pero no quiero que nadie las vea. No eran cadáveres muertos hacía una hora. A pesar de esto, yo los he puesto en una sábana blanca de plástico para tomar sus vestidos, ver qué había en sus bolsillos.

Darwin Primer Plano y un primer listado de los argentinos enterrados allí. Esto es pare del "Informe Cardozo"

No tenían los instrumentos de hoy día, claro.

Era muy difícil. Pero no teníamos en particular técnicas de Rayos X, muy avanzadas, que nos permitieran ver si había algún objeto en capas muy profundas de su ropa. Estuve en la morgue con la Cruz Roja estaba con ellos para ver los primeros cuerpos que se exhumaron (se refiere a los trabajos de identificación del CICR de este año). En las primeras semanas para mí todo muy conmovedor. Después de 35 años ver a mis chicos salir y ver a los científicos de la Cruz Roja, los argentinos también. Eran los mejores… Hicieron un trabajo maravilloso con los cuerpos. Eran muy profesionales, muy bien equipados. Tenían rayos X. Y había un tipo en un rincón de la morgue con una computadora. Podíamos ver cada cosa que había en el cuerpo. Yo estaba tan avergonzado de ver que yo no había observado… no sé, una lata, por ejemplo. Y ver este objeto en la computadora.... El equipo de la Cruz Roja estaba todo vestido de blanco, como una sala de operación especial. Había un silencio maravilloso, respetuoso. Yo podía oír al doctor decir a su colega “cuchillo, tijeras”, como en las películas. El doctor con la enfermera hablando… Es un monólogo del doctor, del profesor, pidiendo objetos para ayudarlo con la operación. Un silencio, sólo estas palabras cortándolo. El hombre de la computadora con los Rayos X. 

Geoffrey Cardozo. El británico que levantó el cementerio de Darwin para los caídos argentinos.

¿Usted llama "mis chicos" a los argentinos caídos en Malvinas?
Sí. Una pequeña armada de personas huérfanas, unos abandonados en los que nadie estaba interesado. Eran mis chicos. Ahora están con sus familias. Tienen nombres. Tienen padres. Pero en esta época eran cuerpos, eran chicos, mis chicos.

Usted está conmovido por todas las historias, pero ¿cuál recuerda que lo sorprendió en aquel momento?
Era un momento muy doloroso para mí. Teníamos dificultades técnicas logísticas a causa del tiempo, del frío con viento. Yo tenía que ir a una pequeña isla, la isla de Borbón, y la isla de Jasón, para ver el sitio del choque de un Jet.

¿Se refiere al Learjet comandaba el vice comodoro Rodolfo de la Colina que al ser derribado murieron también los mayores Marcelo Pedro Lo tufo y Juan José Falconier, el suboficial Principal Francisco Tomas Luna y Suboficial Ayudante Guido Antonino Marizza?
Exactamente. Me acuerdo muy bien de ese día (en los primeros meses de 1983) No podía llevar a ninguna otra persona conmigo. Era solamente el piloto de un pequeño helicóptero y yo. Los otros de mi equipo, de mi grupo, estaban trabajando en Darwin. Yo estaba solo. El helicóptero me quedó cerca del avión, y yo tenía una radio para llamarlo cuando terminase. Estuve solo durante 2 horas, para ver lo que podía hallar en este avión. Había 2 o 3 personas, que estaban ahí desde hacía cinco meses. Había cuerpos entrelazados y una pila de huesos de extremidades mezclados. No podía separarlos. Era un momento muy difícil para un ser humano. No había viento, era muy pacífico, un cielo azul. Había dos o tres albatros. Yo estaba ahí, totalmente solo, para recoger estos huesos, estas extremidades, para ponerlos en una bolsa. Creo que fue el momento que más problemas psicológicos me podría haber dado. Pero yo soy fuerte...

Geoffrey Cardozo. El británico que levantó el cementerio de Darwin para los caídos argentinos (Foto AP)

¿Qué opina de algunas denuncias e investigaciones de que también en el sector de identificados habría algunas inexactitudes y cambios por parte de la comisión de familiares?
Usted tiene mi informe, con mi firma. ¿No? Esa era la situación en febrero, cuando terminé mi operación. Yo no estuve involucrado más tarde. La última vez que estuve en Malvinas fue en febrero de 1983. Lo que pasó más tarde, yo no lo sé. Pero cuando yo saludé el cementerio y tomé el avión de vuelta a Inglaterra, el cementerio estaba ahí con cruces blancas. No sé lo que pasó después. Hay dos tumbas con dos cueros y otra con cuatro cuerpos, el caso de los tripulantes que estaban totalmente entrelazados, y yo no podía decir “esta es la mano de tal hombre, tal es la pierna de otro”. Estos dos hombres, en un caso, y cuatro en otro caso, yo los puse en una tumba conjunta. Hay algo semántico aquí. Yo he utilizado la expresión “tumba conjunta”. No es una fosa común. La palabra “fosa común” es muy desagradable, de limpieza étnica. Es de Auschwitz. No es la palabra precisa. Es “tumba conjunta” la mejor descripción. Un lugar muy pequeño y con dos o tres cuerpos. Porque eran tripulantes que estaban juntos. Mi madre y mi padre están en una tumba conjunta, no en una “fosa común”. Es algo común en cementerios de todo el mundo. Yo soy muy sensible a estas cuestiones. 

El entonces capitán del Ejército británico, Geoffrey Cardozo, en Malvinas.



Unos acusan a la Comisión de Familiares de haber cambiado nombres de tumbas identificadas en 2009, por ejemplo, cuando se construyó el nuevo Cementerio.
Sí, yo no estaba aquí, no lo sé. No es mi informe. No me involucré en la cuestión de qué tumbas iban a ser inspeccionadas, qué cuerpos exhumados por la Cruz Roja. Estos detalles que habían sido acordados, no sin dificultad, entre los 2 gobiernos, en la presencia de la Cruz Roja. No es mi asunto. Yo soy un simple soldado.

¿Usted peleó en la Guerra de Malvinas?
No, pero le cuento algo interesante. Para ustedes, los argentinos, el conflicto se terminó con la rendición de las tropas en las islas (14 de junio de 1982). Para nosotros, duró hasta octubre, noviembre, porque esperamos las noticias de Argentina de una cesación de hostilidades que nunca venía. Había una atmósfera de guerra para nosotros. Estábamos como esperando que “en un minuto viniera un Pucará, un Mirage argentino”. La guerra para nosotros duró mucho más. Yo tengo una condecoración de las Malvinas, porque estaba ahí en el período oficial de la guerra, para los ingleses. Pero no participé del conflicto. Otros compañeros sí, pero no yo.

Quizá por eso también usted se encuentra en una posición afectiva distinta
Yo llegué ahí con la misión de encargarme de la disciplina a nuestros soldados. Era mi papel. Cuando termina una batalla, un conflicto, los soldados son muy vulnerables. Tienen tanta sensibilidad... Hay un sentimiento de euforia. “Yo he sobrevivido, no estoy muerto”. Una adrenalina en las venas de cada hombre, lo que puede resultar en problemas muy difíciles: raptos de demasiado alcohol, de combate entre hombres. Este era mi trabajo. No estaba ahí para encargarme de los cuerpos. El asunto de los cuerpos era algo que se produjo más tarde. Teníamos ingenieros militares británicos que estaban en el campo, en los alrededores de Stanley, de Puerto Argentino, para hallar minas. Campos minados. Minas que los argentinos habían puesto para defender sus posiciones y nuestros ingenieros estaban trabajando para tomar estas minas, muy peligrosas. Ellos fueron los que hallaron los primeros cuerpos. Yo estaba en mi oficina, en el cuartel general, y recibía mensajes de estos hombres. “Ey, Capitán, hemos hallado un cuerpo. ¿Qué hacemos?” Yo tomaba un helicóptero para ir al lugar para enterrar al pobre chico que habíamos hallado. Yo hablo de “mis chicos”. Eran “mis chicos” en este período.




domingo, 31 de diciembre de 2017

Grandes hipocresías nacionales… @dealgunamanera...

Grandes hipocresías nacionales… 

Conductas. Sampaoli humillando, Nahuel olvidado y Sturzenegger mostrando una autarquía irreal. Fotografía: TELAM

Nadie dice que con la suma de nuestras hipocresías hayamos construido un país trucho. Pero sí que seguimos trabajando duro para lograrlo.

© Escrito por Gustavo González el domingo 31/12/2017 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Pregúntense esto: ¿qué cosas no estarían tan mal… si nadie se enterara de que las hicimos? Hoy, la diferencia esencial entre ser y parecer se encuentra con un terrible escollo, no filosófico sino tecnológico: el celular.

La imagen viralizada del DT de la Selección humillando a policías por hacer bien su trabajo, deja al desnudo no lo que Jorge Sampaoli dice que es, sino lo que es. O al menos lo que es cuando algo lo saca de su eje.

El “Boludo, ganás 100 pesos por mes, gil!” que le echó en cara a un agente que paró el auto en el que viajaban ocho pasajeros, se contrapone con sus habituales frases políticamente correctas, como ésta: “Cuando uno logra que en esta sociedad individualista haya compromiso a algo intangible, con humildad, permite que todos se junten. Da lo mismo el origen social o cultural”. En privado se reveló distinto: “¿Qué mirás gato, vigilante?”, le dijo a otro agente. Y cuando la policía detuvo a su preparador físico, que circulaba detrás de ellos, porque el control de alcoholemia le había dado positivo, agregó un rasgo autoritario: “¡Vos le devolvés ya el registro! Acá no le hacen más alcoholemia a nadie, son todos una porquería, basuras, gatos de mierda.”

El Sampaoli oficial no habla así y muestra un pasado de lucha contra el autoritarismo militar: “Yo era parte de un movimiento revolucionario, la Juventud Peronista, que fuimos perseguidos por exigir el fin de la dictadura”.

¿Cuántos miembros  o herederos de esa “juventud maravillosa” ratificaron su altruismo cuando llegaron al poder y tuvieron que optar entre robar o no? Las cárceles están pobladas de ex funcionarios que daban su vida por los más humildes y hoy nadie pone las manos en el fuego por su honestidad. Ni siquiera Cristina Kirchner.

Nada daría más tranquilidad que convencernos de que la corrupción es solo K. Lo podríamos creer si cerráramos bien los ojos para no ver el pasado ni el presente. Ni a nosotros mismos.

Autoengaño

El principal objetivo del hipócrita no es engañar a otros, sino a sí mismo. El último estudio de opinión pública de Latinobarómetro, el más serio a nivel regional, revela la profundidad del autoengaño.

Una de las preguntas indaga en si se denunciaría un acto de corrupción si se lo presenciara. Los argentinos están a la cabeza de los que responden que sí lo harían (91%). El problema es que las respuestas siguientes revelan que, en verdad, la tolerancia del argentino con la corrupción es muy alta.

El 41% piensa que se puede sobornar a un policía, el 40% a un funcionario y el 36% a un juez. Un alto porcentaje está seguro de que los demás son corruptos: los legisladores (el 46% piensa que lo son), los empleados públicos (28%), la policía (46%) y los empresarios (38%). Un 19% también cree que los líderes religiosos son corruptos. Si esa percepción que los argentinos tienen de otros argentinos fuera cierta, son millones de corruptos, entre policías, jueces, empresarios, legisladores, funcionarios, empleados públicos, religiosos. Además, como en todo acto de corrupción hay dos partes, habría que sumar a otros millones que ante la ley también serían corruptos.

De hecho, cuando se interroga sobre si el propio entrevistado tuvo actitudes corruptas, las respuestas confirman esa sospecha. Por ejemplo, al preguntar si en los últimos doce meses se pagó alguna forma de soborno (dinero, regalos, favores) para obtener un beneficio, el 25% acepta haberlo hecho frente a un policía. Porcentajes similares se repiten entre los que pagaron de alguna forma para facilitar trámites en Tribunales, entidades educativas, de salud o para obtener algún documento.

Más: el 21% está seguro de que sus vecinos compran objetos robados y el 33% dice que le ofrecieron esos objetos. El 34% responde que es “aceptable” algún grado de corrupción (el “roba, pero hacen”). Ese porcentaje representa a 10 millones de argentinos. Los resultados se ajustan a lo que Chomsky define como hipocresía: “La negativa a aplicar en nosotros los mismos valores que aplicamos en otros”.

Maldonado sí, Nahuel no.

La semana pasada se cumplió un mes de la muerte del mapuche Rafael Nahuel. Casi nadie lo recordó. Fue en medio de un supuesto enfrentamiento entre mapuches y Prefectura. Hasta donde avanzó la investigación, los mapuches habrían desoído la orden judicial de desalojar terrenos ocupados arrojando piedras, lanzas, palos. Los prefectos usaron sus armas reglamentarias. Nahuel murió con un balazo proveniente de una de ellas, por la espalda.

Antes de su muerte, el líder qom Félix Díaz le había dicho a Noticias que “si Maldonado fuera indígena, lo ignorarían”. Por su desaparición y la posterior comprobación de su muerte, marcharon cientos de miles de personas en todo el país y los medios cubrieron ampliamente los hechos. Por la de Nahuel, no. En la última edición de la revista, volvieron a entrevistar a Díaz: “Si nosotros convocamos a una marcha, apenas juntamos 500 o  mil personas”.

¿Por qué una persona que resultó ahogada en circunstancias que la Justicia aún debe dilucidar generó una conmoción incomparablemente mayor que la de alguien que está probado que murió con un disparo por la espalda? ¿Será como dice el líder qom? ¿Tenemos un doble estándar moral para diferenciar a un artesano de clase media de un mapuche de origen?

Aristóteles sostenía que no se puede ser y no ser algo al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto. No podemos indignarnos por una muerte supuestamente injusta y no indignarnos por otra muerte que se supone tanto o más injusta. ¿O sí podemos?

Cuando el jefe de Gabinete habla en privado sobre el accionar de las fuerzas de seguridad, también habla de la hipocresía social de exigirle a sus miembros cualidades y perfecciones que otros argentinos no tienen. “Si entre los periodistas, los políticos, los empresarios, los médicos hay profesionales que actúan mal, es hipócrita rasgarse las vestiduras porque algunos policías no tienen conductas ideales”. Marcos Peña habla de años de destrato del Estado sobre la formación de esas fuerzas y compara con policías de países desarrollados en donde sus miembros ganan bien y poseen título universitario.

Los argentinos decidimos pagarle 15 mil pesos a un policía para que se quede solo en una esquina a enfrentar el delito, y nos sorprende que pida una pizza gratis.

Sturzenegger, el autárquico

La hipocresía nacional no tiene dueño. El pasado jueves Peña brindó una conferencia junto a los ministros Dujovne y Caputo. Lo raro fue que al lado estuviera Federico Sturzenegger, el presidente de una entidad autárquica como es el Banco Central. No fue presentado así, pero lo que sucedió fue que el Gobierno instruyó al Central a manejarse con los indicadores económicos que fija el poder político. Sturzenegger ya no es tan autárquico, ni independiente. 

El propio Dujovne pregonó que respalda “la necesidad de un Central que debería funcionar totalmente independiente”. Será para más adelante.

Al final, Sturzenegger recomendó que “los argentinos deben pensar en pesos”. Estará por tomar una decisión sobre sus ahorros, ya que posee en dólares en el exterior el equivalente a 13 millones de pesos. Y Dujovne argumentó que “el dólar va a dejar de ser un tema para los argentinos”. El 88% de su patrimonio está afuera del país, incluyendo el equivalente en dólares a 55 millones de pesos. Se cree que la palabra hipocresía provendría del griego y significaría algo así como “responder con máscaras”. Puede ser que esas máscaras faciliten la convivencia con el otro y con nosotros mismos, aunque siempre se trata de una cuestión de grados.

La hipocresía no es un invento argentino, pero su exageración quizás sí. Lo trucho es un argentinismo que la Real Academia aceptó incluir en su diccionario como noción de falso o fraudulento.

Nadie dice que con la suma de nuestras hipocresías hayamos construido un país trucho. Pero sí que seguimos trabajando duro para lograrlo.


Es la economía, estúpido… @dealgunamanera...

Es la economía, estúpido… 
Gráfico: Centro de Entrenamiento Ontológico y Profesional

El tema volvió largamente al tope de las preocupaciones. “Un viejo desafío ha regresado –sostiene Roberto Bacman– otra vez la maldita economía”. Es que si se mira la tabla de preocupaciones de los argentinos, la economía volvió a trepar, lejos, al primer puesto. Nada menos que el 71,3 por ciento de los encuestados afirma que es su principal preocupación.

© Publicado el domingo 31/12/2017 por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

“Desde mediados de diciembre se fue reinstalando como el gran problema de los argentinos –redondea el titular del CEOP–, con un crecimiento impactante mes tras mes. Y al menos, a la luz de estos resultados parece imparable. No debe sorprender a nadie que algo más de siete de cada diez argentinos terminan el año preocupados por la economía. 

Una mirada más profunda nos permite detectar que específicamente lo que más los desvela son tres factores: una percepción importante apunta a concluir que lo que se gana no alcanza para llegar a fin de mes, la inflación (otra vez la tan temida inflación) con fuerte tendencia al crecimiento y además una sensación de que la marcha de economía posee un rumbo impredecible. En síntesis, se han encendido todas las luces de alerta con respecto a la economía”.

Si se mira la tabla de preocupaciones, hoy la inseguridad está más de 30 puntos por debajo de la economía, cuando en épocas del kirchnerismo solía estar 20 puntos por arriba. Lo llamativo es que los índices delictivos no parecen haber cambiado para mejor, sino más bien lo contrario. Según los datos oficiales de la procuración bonaerense el delito subió cuatro por ciento en 2016.

Aún así, la economía está en el centro de la escena, sobre todo en base a lo señalado por Bacman, las dificultades para llegar a fin de mes. El brutal aumento en las tarifas y los aumentos de sueldos por debajo de la inflación son los ingredientes fundamentales. Pero, además, los jubilados (parte sustantiva en cualquier encuesta) terminan el año con gravísimas preocupaciones económicas, no sólo por el recorte que se avecina, sino por los aumentos desproporcionados en los medicamentos y la reducción en las prestaciones del PAMI. En ese marco, no es casualidad que la economía se haya disparado como principal problema.


¿Qué es malvinizar?... @dealgunamanera...

¿Qué es malvinizar?...

2016-01-12. Rindiendo honores a Nuestros Héroes de Malvinas. Cementerio de Puerto Darwin. Fotografía: Luis A. Capomasi

Frente al fuerte debate abierto en la posguerra entre quienes calificaron la guerra de Malvinas como una “gesta patriótica” y aquellos que la presentaron como una “aventura irresponsable y criminal” de una sangrienta dictadura militar, malvinizar es recuperar el verdadero significado de la causa Malvinas en nuestras vidas personales y en nuestra historia nacional.


© Escrito por Mario Flores (*) el jueves 02/04/2015 y publicado por el Diario Río Negro de la Ciudad de General Roca, Provincia de Río Negro, República Argentina.

Después de todo, la propia historia de Malvinas no empieza ni termina en 1982: las islas fueron usurpadas en 1833 y desde aquel entonces nuestro país reclama por su integridad territorial. Por ello malvinizar es “poner las cosas en su lugar”:

• es denunciar públicamente la vigencia de un enclave colonial dentro de nuestro país a inicios del siglo XXI;

• es condenar públicamente que estemos obligados a usar el pasaporte para entrar a las islas;

• es conocer el significado y alcance del justo reclamo nacional de soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares que las circundan;

• es entender que la causa Malvinas es mucho más que la guerra; Malvinas resume la larga lucha del país por obtener su plena soberanía económica, política, cultural y territorial;

• es saber que las Islas Malvinas son argentinas desde 1810 por haber sido parte del territorio del Virreinato del Río de la Plata y tener en cuenta que, al momento de reconocer la independencia argentina (1825), el Reino Unido no las reclamó;

• es dimensionar las iniciativas de Miguel Fitzgerald en 1964 y de quienes conformaron el “Operativo Cóndor” con el fin de reafirmar la soberanía nacional en 1966;

• es comprender el éxito que significa para la diplomacia nacional lo dicho por la resolución 2065 de la ONU cuando “invita a ambos gobiernos a continuar con las negociaciones a fin de encontrar una solución pacífica al problema”;

• es rechazar la militarización británica del Atlántico Sur y el principio de autodeterminación de los pueblos porque los isleños de hoy son los descendientes de los británicos que expulsaron a las autoridades argentinas y a quienes ya vivían en las islas en 1833;

• es separar el amor por la bandera de una sangrienta dictadura militar repudiada masivamente por las mayorías populares;

• es dimensionar que aquellos soldados, hoy ya veteranos de guerra, no son ni fueron chicos de la guerra;

• es denunciar públicamente el ocultamiento posbélico sufrido por veteranos de guerra y familiares de caídos a comienzos de la democracia;

• es responsabilizarse como sociedad por los suicidios de veteranos de guerra ocurridos desde 1982 a la fecha;

• es querer la vida e historia de los hijos de esta provincia caídos en combate;

• es sancionar públicamente la ausencia de la bandera argentina en el cementerio de Puerto Darwin, único caso a nivel mundial que desconoce una práctica asiduamente utilizada en los cementerios militares;

• es actualizar cotidianamente el valor de la entrega de los soldados que desde 1982 custodian el Atlántico Sur. Para honrar la memoria de los caídos no alcanza con declamar que las “Malvinas son argentinas”.

Por todo esto hoy tenemos que hablar de Malvinas, recordando a los caídos y, fundamentalmente, también teniendo en cuenta el peso que la definición de esta causa tiene en el presente y en el futuro de nuestro país. De ella podría depender la soberanía argentina de lo que señalamos como nuestro sector antártico, por ejemplo.

Para finalizar, me gustaría recordar una frase dicha por don Felipe allá por 1985: “La soberanía nacional está en grave peligro. Si en pocos años más no desarrollamos la Patagonia, la presión de las potencias ante la escasez de alimentos y energía puede hacernos perder este inmenso espacio vacío, porque los costos de una conquista serán menores que los de no disponer de los bienes que tiene nuestro sur”.

“Todavía no se entiende que, cuando la Patagonia tenga por lo menos cinco millones de habitantes y una economía poderosa, las Islas Malvinas volverán a nuestra soberanía sin necesidad de esfuerzos bélicos ni diplomáticos.”


(*) Mario Flores. Miembro del Centro de Veteranos de Guerra Malvinas Argentinas, Neuquén. Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas. Comisión Neuquina de Homenaje Permanente a los Héroes de Malvinas.


Errores de comunicación… @dealgunamanera...

Errores de comunicación…

‘Fortaleza’: Jones Huala, Congreso y economía. Foto: Cedoc Perfil

La conferencia de prensa del jefe de Gabinete con el presidente del Banco Central y los ministros de Hacienda y Finanzas fue un error de comunicación que agrandó el problema que pretendía aplacar.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sa´bado 30/12/2017 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

“Por momentos uno piensa que son inútiles... –dijo Cristina Kirchner por la devaluación– pero en realidad saben lo que están haciendo: esto es lo que quieren hacer porque piensan que los pobres deben ser más pobres y los ricos más ricos”. Y por momentos, quienes no creen que Macri quiera a los pobres más pobres tuvieron que coincidir con la ex presidenta en que a veces parecen inútiles.

La conferencia de prensa del jefe de Gabinete con el presidente del Banco Central y los ministros de Hacienda y Finanzas fue un error de comunicación que agrandó el problema que pretendía aplacar. Nadie creía en la meta de 10% de inflación para 2018 del Banco Central, no era necesaria una puesta en escena que obligara a Sturzenegger (la gestión no puede sacarle canas pero lo engorda) a lucir disminuido.

Esto ya pasó en julio-como en este diciembre-el dólar aumento 10% en un mes

El timing del Día de los Inocentes pareció elegido por el enemigo, porque el momento cambia el efecto de la comunicación. En medio de una escalada del dólar y un día después de aprobado el presupuesto, generaría todo tipo de sospechas. Innecesariamente se hirió hacia el exterior la imagen de la independencia del Banco Central (aunque no sea real comunicarla como real ayuda). Se generó gratuitamente un crecimiento de expectativa inflacionaria para 2018, aumentando la conflictividad paritaria. Produjo una irreal sensación de engaño que fuera el día posterior a la aprobación del presupuesto, cuando en él ya constaba la meta de inflación corregida.

Asustó a la mayoría de la población, a la que le puede costar calibrar las consecuencias de una mayor proporción del déficit fiscal financiado con deuda que con transferencias del Banco Central, pero entiende el lenguaje gestual e imagina que se debe tratar de algo importante si por primera vez se junta públicamente todo el equipo económico, creando una percepción de cambio cuando, en realidad, no cambiaba nada más que la comunicación.

Puede que sea un error creer que la comunicación es el fuerte del Gobierno, cuando el fuerte de Cambiemos tal vez sea la comunicación electoral. O que la comunicación del Gobierno comenzó a cambiar últimamente, a partir de que Macri se sintió más fuerte o más irritado. Repasemos los tres ejemplos recientes.

Caso 1. Hace dos semanas, en el reportaje a Gerardo Morales, como Jujuy tiene la mayor población descendiente de pueblos originarios –se acerca al 40% del total de sus 750 mil habitantes, en su mayoría collas–, le pregunté si con los mapuches se estaba haciendo una tormenta en un vaso de agua. Respondió: “Sí”.

Si no fuera porque Macri es quien promueve la política de mano dura en las fuerzas de seguridad, se podría especular con que la ministra de Seguridad agranda la peligrosidad del ex flogger líder de Resistencia Ancestral Mapuche, Jones Huala, como los militares agigantan enemigos para tener más presupuesto y protagonismo. En lugar de conducir el conflicto por la desaparición y luego la muerte de Santiago Maldonado, situación que le puede pasar a cualquier gobierno, reduciendo daños, salió a promover que la soberanía territorial de Argentina estaba amenazada por una organización temible, colaborando así con quienes buscaban mayor visibilidad para el caso Maldonado.

Caso 2. Nuevamente por el mismo tabú relacionado con cómo demostrar autoridad con las fuerzas de seguridad, se envió a la Gendarmería con uniforme de combate a garantizar la primera sesión en Diputados para aprobar la reforma previsional, frustrada en parte por la violencia que percibían los diputados que se estaba desatando afuera del Congreso. Eso le generó a Macri una doble derrota al dejar herida la relación personal con varios legisladores y a la opinión pública más enojada con el Gobierno que con los agresores por los hechos de violencia. Que afortunadamente corrigió el lunes siguiente con un operativo de seguridad que dejó a la Policía de la Ciudad, salvo excepciones, mucho mejor valorada. Pero el costo político de pérdida de imagen del Gobierno se mide en una caída de veinte puntos en la aprobación de Macri y de su gestión, acumulada desde su pico posterior al triunfo electoral de fines de octubre.

Caso 3. Ya pasó lo mismo que en este diciembre a mitad de año, cuando en el mes anterior a las elecciones PASO el dólar pasó de $ 16,90 a fin de junio a $ 18,60 a fin de julio, aumentando también 10% en un mes, alza atribuida entonces a las encuestas que mostraban a Cristina Kirchner ganando las elecciones en la provincia de Buenos Aires por un margen que luego no se dio.

Y eran María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta quienes tenían la responsabilidad de la campaña electoral sobre sus espaldas y llamaban al Ejecutivo nacional para que contuviera la escalada del dólar en medio de las elecciones primarias. No es casual que el sentido común de Vidal y Larreta se haya manifestado también en su actitud para resolver los conflictos derivados de la toma del espacio público: ayer la gobernadora, en lugar de apelar a la Policía Bonaerense, se bajó de su auto para increpar al piquete que cortaba el tránsito en Mar del Plata, y la semana previa se notó la intervención de Larreta en el operativo de protección del Congreso, más moderado.

Acaso Sturzenegger –y probablemente Macri– crea que para que “la sociedad piense en pesos” es natural y hasta sano que el precio del dólar suba y baje, como ya también sucedió en marzo de 2016 cuando, después de costar algo más de $ 14 en febrero, pasó a más de $ 16 para luego volver a los más de $ 14 en abril y mantenerse en ese valor hasta junio. Pero no es así; un ejemplo: el Gobierno correctamente incentiva los créditos hipotecarios en pesos, pero las propiedades están tasadas en dólares; que el dólar aumente y baje algunas veces en el año 10% en un mes genera una incertidumbre que produce que la gente piense más aún en dólares que en pesos.

La foto por primera vez del "gabinete económico" unido generó más miedo que tranquilidad

Sin duda, es complejo gobernar un país como la Argentina, donde ser presidente es insalubre, por eso mismo no hay que agregar problemas ni agrandar los existentes.