domingo, 26 de agosto de 2012

Incomparables por cierto... De Alguna Manera...


Modelo y habla…

 Incomparables, por cierto...

Una sola de las interesantes y muy bien escritas columnas del filósofo Ricardo Forster en la revista Veintitres alcanza para conformar un glosario de época.

En la de la semana pasada, titulada “La impostura y la obsesión”, usó la palabra “mediático” ocho veces; “realidad”, seis; “poder” y “retórica”, cinco veces cada una; “ficcional/ficcionalización/ficción”, “impostura” y “relato”, cuatro veces cada una; “discurso/discursiva” y “matriz”, tres veces cada una; y utilizó dos veces las palabras “estéticas/esteticismo”, “horadar”, “sentido”, “simulacro”, “espectacularización/espectáculo”, “espesura”, “hegemonías/hegemonismo”, “popular”, “virtual” y “corporativo”.

También usó las palabras “deconstruir”, “concentración”, “acumulación”, “emancipadora”, “enunciación”, “conceptualización”, “destituyentes”, “semblantes”, “esmerilar”, “dominación”, “paradigma”, “desvanecimiento” y “manipulación”.

Tuvo combinaciones de palabras que se reiteraron como “espesor de la realidad”, además de, una vez, “espesa trama”. Palabras que se combinaron recurrentemente como “matriz emancipadora”, “matriz popular” y “matriz hegemónica”. Como “espectacularización discursiva”, “munición discursiva”, “discursividad vacía”. O como “abstracción mediática”, “corporación mediática”, “dispositivo mediático” y “artillería mediática”. También hizo combinaciones resonantes como “evanescencias lingüísticas”, “espectros corporativos”, “relatos virtuales”, “pavor atávico”, “lugar de enunciación” y “obstáculo epistemológico”.

Todos estos términos en una sola columna de mil ochocientas palabras.

Sobre los “juegos de lenguaje”, en su libro La filosofía y el espejo de la naturaleza, Richard Rorty escribió: “Los problemas filosóficos aparecen o cambian de forma como consecuencia de la adopción de nuevas suposiciones o vocabularios”. Además, que estos “pseudoproblemas” son “producto de la adopción inconsciente de suposiciones incorporadas al vocabulario en el que se formulaba el problema”. También Rudolf Carnap, otro filósofo analítico, se refirió a los “abusos del lenguaje” en la creación de “pseudoproblemas” y a la necesidad de acordar un marco lingüístico adecuado para el debate de verdaderos problemas. Y un inspirador de ambos, Ludwig Wittgenstein, decía que “toda una nube de la filosofía se condensa en una gotita de gramática”.

No se trata de una originalidad del kirchnerismo. Cada época tiene una jerga que utiliza para apoyar la idea de que sus creencias son incuestionables. Son fruto de una seguridad subjetiva acerca de lo que es verdadero y lo que es falso.

En los ’90 también había un glosario que pretendía establecer una relación entre conocimiento y justificación, o sea una conexión entre la verdad de la creencia y aquello en lo que se funda. Aquél tenía una “matriz” económica y su jerga estaba poblada de palabras como “apertura”, “desregulación”, “libre comercio”, “brecha tecnológica”, “homo economicus”, “fin de la historia”, “management”, “endeudamiento”, “grupo”, “conglomerado”, “holding”, “flexibilización”, “Ebitda”, “productividad”, “competitividad”, “pragmatismo”, “eficiencia”, “calificación de riesgo” y “riesgo país”.

Probablemente dentro de unos años tengamos otro jefe de Gabinete y otro ministro de Economía que en otra Cumbre de las Américas, como la que se celebró el jueves pasado en el Hotel Alvear y tuvo a Abal Medina y Lorenzino como oradores, se rían y critiquen el abuso de palabras como “relato” o “mediático” que se hizo durante la década kirchnerista.

Ambos marcos lingüísticos trataron de reducir toda la realidad a su sola especialidad. En los ’90 se quiso reducir la política a la economía, y en los últimos años, la economía a la sociología. Cada ciencia tiene una perspectiva interesante y esclarecedora de la realidad pero la sola aspiración “hegemónica” conduce el intento en la dirección del “simulacro”.

Esa euforia reduccionista no es sólo patrimonio argentino, pero en nuestro país se da con mayor intensidad. En Brasil también hubo una década neoliberal y un período actual de revalorización de la intervención del Estado. Pero en Brasil ninguno de los dos “paradigmas” alcanzó a ser excluyente o inflexible.

Nadie podría discutir que después del enorme empobrecimiento que dejó la crisis de 2002 la Argentina precisaba de una política económica que apelara a la demanda agregada. Y es comprensible que durante los primeros años post implosión esa demanda agregada se orientara al consumo y no a infraestructura, que en gran medida había sido modernizada en los ’90. Pero durante estos últimos años hubiera sido más útil que esa demanda agregada hubiera ido en mayor medida a reponer la infraestructura ya gastada que a incentivar el consumo con inflación, como se hizo en 2011, por ser un año electoral, y muy probablemente se vuelva a hacer el próximo por las elecciones de 2013.

No es lo mismo hacer keynesianismo construyendo redes de autopistas que financiando televisores de plasma en cuotas fijas a cuatro años con tasa de interés negativa.

En la serie El mundo en crisis, que realiza el historiador y economista Emilio Ocampo y publicó el diario Ambito Financiero, Raghuram Rajan, uno de los cinco economistas más influyentes del mundo según The Economist, dijo: “Lo correcto sería utilizar ese beneficio (alto precio de las materias primas) para desarrollar capacidades que permitan a la gente ser productiva” (...) el problema es que los políticos “penalizan demasiado a aquellos proyectos que desarrollan capacidades a largo plazo y priorizan proyectos visibles y de más corto plazo. 

La preocupación es que el boom de las commodities sea dilapidado en vez de alcanzar el objetivo de convertir esos recursos en el capital humano y la infraestructura necesarios para un crecimiento sostenible a largo plazo. (...) El boom de los recursos naturales en el corto plazo, y mientras los beneficios se distribuyen en la economía, lleva a cierto bienestar, pero a largo plazo crea problemas porque hace que la economía no sea competitiva en aquellas áreas no relacionadas con los recursos naturales, y eso a la larga lleva a menor crecimiento”.

Quizás, aunque resulte una blasfemia, deberíamos incorporar a nuestro marco lingüístico actual un poco más de terminología económica para no cometer el mismo exceso de los años ’90 pero al revés. Lo que sería igual de grave.

© Escrito por Jorge Fontevecchia y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el viernes 24 de Agosto de 2012.


Subsidios: no tantos voluntarios K… De Alguna Manera...


Subsidios: no tantos voluntarios K…


Kirchneristas pero no tanto. Quienes, pudiendo, no renunciaron a los subsidios.

El 23 de Noviembre de 2011 el Ministerio de Planificación puso en marcha una WEB para poder renunciar voluntariamente a los subsidios en los servicios públicos. Cristina Fernández de Kirchner apareció como la primera adherente voluntaria a la renuncia de subsidios. “El sistema empezó a funcionar hoy a las 8 de la mañana y ya hay 215 pedidos de eliminación del subsidio”, aseguró el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido. Aníbal Fernández sostuvo que “La renuncia a los subsidios es un gesto de equidad” y agregó que ”los tres poderes se estarían sumando“. Veamos hoy, mas de 8 meses después, quienes, pudiendo, dada su situación económica, no se han adherido aún.

Diputados Nacionales.

Algunos que no figuran y fueron electos por la provincia de Buenos Aires son Edgardo Depetri, Remo Carlotto, Mario Oporto, Adriana Puigross, Carlos Kunkel, Luis Francisco Cigogna, María Balcedo, Griselda Herrera, del FPV de La Rioja aunque electa junto a Menem, tampoco. Por Formosa, no figuran los diputados Juan Carlos Díaz Roig y Luis Basterra. Nora Bedano por Córdoba, Isaac Bromberg por Tucumán, María Eugenia Bernal por Jujuy, Julio Catalan Magni por Tierra del Fuego (su compañera de bancada fueguina Rosana Bertone sí figura).

Senadores Nacionales.

No figuran Walter Barrionuevo, Inés Blas, María Jose Bongiorno, María Delarosa, Pablo Gonzalez, Juan Manuel Irrazabal, Sergio Mansilla, José Miguel Mayans. En el caso de Beatriz Liliana Rojkés no figura ninguna propiedad a su nombre, aunque su marido Alperovich sí. Carlos Saúl Menem , aliado al kirchnerismo con su “Bloque Federalismo y Liberación” tampoco figura.

Funcionarios y políticos varios.

Rafael Bielsa, secretario SEDRONAR. Héctor Icazuriaga, Secretaría de Inteligencia. Luis D’Elía (tampoco su Esposa, diputada provincial, ni sus hijos, empleados en ANSES “por contactos”), María José Lubertino, Felisa Miceli, Mario Ishii, Horacio Luis Tettamantti (Subsecretario de puertos y vías navegables), Emmanuel Agis, Subsecretario de Programación Macroeconómica. Eduardo Di Rocco, Secretaría de Asuntos Políticos y Electorales.

Empresarios y periodistas ligados al kirchnerismo.

No figura el santacruceño Lázaro Báez, el ex CEO de YPF Sebastián Eskenazi, el futuro socio de YPF Eduardo Eurnekian, Alberto Grimoldi (felicitado por Cristina hace días, ex Secretario de Industria de Martínez de Hoz).

Tampoco los empresarios de medios (y otros rubros) Sergio Szpolski, Matías Garfunkel y Daniel Vila.

No figuran los panelistas de 678 Dante Palma, Orlando Barone, Carlos Barragán, Luciano Galende. Horacio Verbitsky, y en caso de que no estuviera a su nombre, tampoco figura su mujer Mónica Müller. Ernesto Tiffenberg director de P12, tampoco figura.

Tampoco figuran sindicalistas como Antonio Caló (UOM) o Gerardo Martínez (UOCRA).

Los herederos Máximo Kirchner y Florencia Kirchner tampoco figuran como propietarios o inquilinos de ninguna vivienda.

Página del Ministerio de Planificación. Podés verla ingresando a:
http://www.minplan.gov.ar/subsidios
              
Nota del redactor: Si me buscas por apellido, mi número de inscripción es: 2836

© Escrito por Gabriel Levinas, Paloma Navarro Nicoletti y Lucas Tabaschek y publicado por plazademayo.com el viernes 24 de Agosto de 2012.


jueves, 23 de agosto de 2012

“Todos se quieren ir a la mierda” o Into the Wild... De Alguna Manera...


“Todos se quieren ir a la mierda”...

Franco Busso. Imagen: Cecilia Salas

Dejó su triste trabajo de oficina, se compró una camioneta y se va hasta Alaska. “Ahora soy dueño de mi tiempo”, dice.

La fantasía de abandonar la realidad es una idea recurrente para muchos de los jóvenes estresados de clase media, sobre todo para los que ya terminaron la secundaria, pero no pueden aceptar que la vida se basa en trabajo, facultad y (lo que sobre de) ocio. ¿Cuántos de los que están leyendo esta nota alguna vez planearon largar la carrera y poner un bar en Brasil? Probablemente igual de elevado sea el número de los que idearon en al aire un recorrido nómade por algún país del Oriente o intentar suerte con alguna destreza artística en Europa, todo bien lejos del “confort” que brinda armar una vida en la ciudad local. También la mayoría de esos casos de “sueños de la clase media” quedan en la misma nada al abrir los ojos y encontrarse (una vez más) con el monitor de la computadora, en alguna oficina del microcentro donde se realiza un laburo pobremente remunerado.

Franco Busso tenía ese problema cada vez que abría los ojos: su realidad lo deprimía. Las 9 horas que pasaba encerrado en las inmediaciones de la importante consultora para la que liquidaba las cobranzas lo tenían de lunes a viernes sentado en un escritorio y con el nudo de la corbata ajustado. Al salir no era libre: tenía que ir a la facultad, donde realizaba la carrera de Licenciatura en Comercialización (vulgarmente denominado “Marketing”) para pasar otras 4 horas escuchando a algún profesor hablar de macroeconomía o de fórmulas financieras. Un buen día del año pasado se cansó y, a raíz de esa crisis, ideó Rutas Salvajes, un viaje con pocos recursos, lejos del personaje de “turista” y cerca del “aventurero”. El plan de vida que tiene ahora es recorrer América a bordo de una combi “pan lactal”, con Tierra del Fuego como punto de partida y Alaska como meta final, sin ningún límite de tiempo. Cualquier parecido con la película Into the Wild es pura consecuencia.

“Exploté”, es el verbo que elige este joven de 24 años para simplificar al NO el motivo de su peculiar viaje. “Entre laburo, facultad y novia me la pasaba todo el día ocupado, no daba más. Me pregunté qué estaba haciendo y ahí apareció en mi cabeza la idea de un viaje que había colgado.” Ese “viaje colgado” surgió hace 3 años, cuando Busso se encontraba en Estados Unidos realizando una temporada de work and travel y decidió regresar a Buenos Aires en auto, junto a otros argentinos. “Al final se fueron bajando todos y yo me quedé con las ganas, la idea era recorrer todo América de arriba para abajo.”

El proyecto ahora es en solitario: la primera semana de septiembre, Busso saldrá de Buenos Aires hasta Tierra del Fuego, para luego ir subiendo por la Cordillera de los Andes hasta Alaska; en el medio, lo esperan casi 15 mil kilómetros, distancia que recorrerá a bordo de una camioneta Volkswagen (sí, la famosa “hippy van” o “pan lactal”) fabricada en los ‘80 y refaccionada por él y un amigo para incluir cocina y cama desmontable. “Primero pensé en comprar una Chevy van, pero después apareció ésta, que era más barata y todo terreno. Además de la ropa y los documentos, me llevo una computadora, una cámara y un celular (para tuitear). Ni loco me llevó un GPS, me voy de acá porque estoy harto de que me digan qué hacer, sería el colmo subirme a una camioneta para que una gallega me grite para dónde doblar.”

“Ahora yo soy dueño de mi tiempo, antes no era así. Estoy seguro de que a Alaska llego, no tengo idea cuándo. Hace unas semanas me tuve que ir hasta Luján y fui con la combi para probarla: tardé 4 horas por los desperfectos técnicos. Saqué el cálculo y si hago el mismo ritmo en el viaje, voy a tardar unos 25 años”, explica Busso entre risas. “Yo pensaba que estaba loco al encarar un proyecto así, pero cuando fui al taller donde me vendieron la camioneta, el dueño del lugar, especialista en estos vehículos, me dijo que es una moda: todos se quieren ir a la mierda.”

La travesía de Franco Busso se puede seguir online por medio de:  Rutas Salvajes

© Escrito por Facundo Enrique Soler y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el jueves 23 de Agosto de 2012.

Las fotos: