Mostrando las entradas con la etiqueta PRO. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta PRO. Mostrar todas las entradas

sábado, 9 de junio de 2018

Muchachos, este FMI no es el mismo… @dealgunamanera...

Muchachos, este FMI no es el mismo…

Imagen: Pati /Jorh

La política argentina vio pasar una ola tras otra de supuestos ganadores eternos que al final no duraban ni dos años. Macri fue el dios del neoliberalismo en el 2015. Pasaron dos años, ya fue desalojado del podio luminoso y va siendo una sombra que hunde al país. Es el punto de inflexión donde las gigantografías de la política transmutan en figuritas. Pero tuvo tiempo para el desastre, para dejar un futuro de rodillas. El Fondo Monetario fue duro con el país pero leal con su agente. No le perdona ni un dólar a la Argentina y le impuso condiciones imposibles, pero concedió un plazo de gracia insólito que protege a Macri hasta las elecciones del 2019.

© Escrito por Luis Bruschtein el sábado 09/06/2018publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

“Fue un punto de partida” festejó Mauricio Macri al brindar con un grupo de periodistas por el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Hace dos años y medio que está en el gobierno y ahora recién habla de “punto de partida”. Pero el punto de partida real fue su primer gran triunfo en el Senado, la guillotina que dividió al peronismo, el 29 de marzo de 2016, cuando se autorizó al gobierno a endeudarse para pagar a los fondos buitre. Solamente se opusieron 16 senadores. Solamente 16 se negaron a que el país recorriera el despeñadero del endeudamiento que desembocó en este esperpento del Fondo que enajena el futuro. 

Además del sabor amargo que le quede en la boca a los legisladores que, presionados por coyunturas puntuales, levantaron la mano para acompañar el proyecto que habían presentado los radicales, el PRO, más el GEN de Margarita Stolbizer y el Frente Renovador de Sergio Massa, incluso para estos senadores también, la experiencia que puede servir para el futuro es no dejarse arrastrar por las olas de triunfalismo que pasan como tormenta de verano. Ni siquiera se trata de convocar ese momento para dividir, cuando lo que se necesita es sumar. Pero esa experiencia nefasta tiene que servir por lo menos para poder diferenciar en todas las coyunturas, lo esencial de lo secundario. Esa votación dirimió un punto esencial arrastrada por la inercia de la coyuntura.

Habrá que reivindicar a los 16 que resistieron esa presión, que soportaron los discursos hegemónicos que los acusaron de facciosos, que sufrieron el ataque de los medios y periodistas oficialistas que los acusaron de oposicionistas y obstruccionistas, o que los hostigaban por defender una causa “populista”, una causa que consagraban como perdida y desprestigiada. Ya con el diario del lunes puede decirse que esos 16 senadores dieron cátedra para los futuros legisladores.

Las Madres de Plaza de Mayo representan casi en forma bíblica esa máxima. Fueron resistencia en lo esencial contra un poder absoluto que parecía eterno. La política tiene que aprender de esas experiencias que le han costado sangre sudor y lágrimas. No se trata de rigidez maximalista ni de convertir a la política en puramente testimonial. Se trata de ser conscientes de esa diferencia entre lo esencial y lo secundario y poder desarrollar una política con principios, que puede negociar, hacer acuerdos, retroceder o avanzar pero sin renunciar a sus valores básicos.

En el llano de la sociedad está la mitad más uno que votó este engendro. Personas que van a sufrir por haber votado lo que llevó a sellar el acuerdo con el Fondo. Personas cuyo voto condenó a todos los demás a sufrir las consecuencias de esa decisión. Hay una mitad más uno que empieza a subir –o ya lo viene haciendo– al tren fantasma de la desilusión. Hay dos jubilados sentados, uno junto al otro. Y los dos están sufriendo por el precio de los remedios, el recorte de las prestaciones y el sablazo a sus haberes. Ya no llegan a fin de mes. Son el blanco central de los ajustes. Se achicarán aún más. Los dos están sufriendo ese castigo. Pero seguramente, uno de ellos, además está sufriendo por la culpa de haber votado a sus verdugos y debería sufrir también por lo que está sufriendo  su compañero de banco.

Acá no hubo 54 contra 16. Hubo 51 contra 49. Por primera vez en la historia la derecha conservadora había logrado seducir a esa mayoría que ahora transita el purgatorio de la desilusión para algunos, del arrepentimiento para otros o de la terquedad. Ya dejó de ser una mayoría satisfecha. Las encuestas dicen que el 70 por ciento de la sociedad no respalda el acuerdo con el FMI. Allí está una parte importante de esa mayoría exigua del 2015. 

Transita el momento de la desilusión. Todavía no relaciona su voto y el acuerdo con el Fondo. Tratan de encontrar respuestas en las mismas corporaciones mediáticas que los sedujeron para decidir su voto y encuentran los mismos argumentos: la pesada herencia y “éste no es el mismo FMI”.

La desilusión deberá traspasar esa pared para convertirse en pulsión positiva. Pero en la disputa de poder, el poder económico erigió su trinchera estratégica en ese lugar, sobre ese muro de manipulación de la información y construcción de sentido, incluso para la desgracia por parte de las grandes corporaciones de medios. Si llueve excremento tendrán una construcción simbólica que ayude a bailar bajo la lluvia. En algún momento el poder de la virtualidad empezará a resentirse pero su duelo mítico con la realidad no tiene un saldo absoluto.

La exigencia central del Fondo para conceder el stand by es bajar el déficit de 4,30 por ciento del PBI a 2,70 en un año. Para esta gente, reducir el déficit no es recaudar más, sino gastar menos. Son pocos lugares donde se puede gastar menos en el presupuesto y todos tienen que ver con lo social: obra pública, educación, salud, salarios,  pensiones y jubilaciones. Achicar los 3200 millones de dólares que implican esas exigencias quiere decir, miles de despidos, congelamiento salarial, achicamiento de pensiones y jubilaciones, decadencia de escuelas y hospitales.

Cuando el déficit fiscal pasa los cuatro puntos, se considera que una economía está en crisis. Se dijo que el déficit que dejaba el kirchnerismo era de siete puntos y que el gobierno lo hizo bajar a 4,30 en el primer año. No se entiende cómo puede bajar el déficit cuando se sacan retenciones y se recauda menos por la sensible baja del consumo más un tarifazo que no saca subsidios. Para cualquiera que sepa sumar y restar, medidas de ese tipo en cualquier lugar lo que producen es aumentar el déficit por la gran caída de la recaudación sin que haya recuperación del consumo. A pesar de que Cambiemos hablaba de siete puntos, los organismos internacionales ubicaron el déficit fiscal del año 2015 en 2,7 por ciento. Otros organismos hablan de 3,2. Pero no más.

Si después de todas las medidas que bajaron la recaudación, el déficit llegó al 4,3, es evidente que el kirchnerismo había dejado un buen margen para que el déficit creciera por lo menos dos puntos. Según la consultora Ferreres, en el último año del gobierno de Cristina Kirchner la economía creció 1,7 por ciento, la industria 1,1 y la inversión 1 por ciento. Para el FMI, el crecimiento fue del 1,5 por ciento. Las famosas tasas chinas de los años anteriores habían bajado pero no había estancamiento ni caída, ni siquiera para fuentes que no eran kirchneristas, como las que se señalan.

En cambio, las cuentas de este gobierno de radicales y conservadores son alarmantes: el déficit fiscal asciende al 4,30 por ciento, si se le agrega el 2,30 que se va por deuda externa, más el 1 por ciento de la deuda provincial, más el 1,70 de déficit cuasifiscal por Lebacs, el total de la sangría llega al 9,30 por ciento del PBI. Y si se hace la cuenta incorporando la última devaluación del peso, el agujero negro que abrió este gobierno es pavoroso. Los neoliberales más ultras hacen estas cuentas para presionar por más ajuste y achicamiento del Estado. Pero al mismo tiempo exponen el fracaso de las políticas que quieren impulsar, porque Macri no es comunista ni keynessiano.

Son procesos que van en el mismo sentido. Destrucción de la economía, subordinación a los organismos financieros internacionales, caída de la imagen de Macri, aumento del malestar social con el gobierno y un lento pero progresivo descongelamiento en la oposición peronista y no peronista. No hay elementos en dirección contraria a este proceso de desgaste acelerado del gobierno y de recomposición lenta de la oposición. Todo fluye en detrimento del gobierno conservador. Pero al mismo tiempo la deudodependencia de una economía, que desde que asumió Cambiemos acentuó su espiral descendente, esparciendo pobreza real y no virtual, cerrando miles de pequeñas y medianas industrias y comercios y recortando salarios y jubilaciones, plantea un cuadro muy deteriorado para el que aspire a asumir en el 2019.

domingo, 13 de mayo de 2018

Se la creyeron… @dealgunamanera...

Se la creyeron…

Sin anestesia. Christine Lagarde. Dibujo: Pablo Temes.

El triunfo de octubre hizo que el PRO no escuchara. Y esa ceguera nos llevó al FMI.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 13/05/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Un ministro con despacho en la Casa Rosada da detalles: “quien tuvo la idea de recurrir al Fondo Monetario Internacional (FMI) fue Luis Caputo. Eso fue allá por febrero-  marzo. El Presidente lo sacó carpiendo. Eran otros días” concluye el funcionario con tono de pesadumbre. ¿Qué es lo que le pasó al Gobierno? Es la pregunta de la hora. La respuesta es compleja. Para explicarla hay que retrotraerse al después de la elección del 22 de octubre pasado, el día de la contundente victoria del Gobierno. Tanto el Presidente como su entorno político más cercano hicieron una mala lectura. 

Se la creyeron. El eje Marcos Peña –y sus adláteres Mario Quintana y Gustavo Lopetegui– y Jaime Duran Barba se sintieron dueños de ese triunfo. Eso se tradujo en una actitud endogámica que llevó al Gobierno a encerrarse sobre sí mismo y prescindir, entre otras cosas,  de las opiniones de sus socios políticos: la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica.

Ya la implementación de la reforma previsional había generado un ruido interno que el aumento de la tarifa del gas acrecentó, a tal punto que fue la mismísima Elisa Carrió la primera que alzó su voz contra el modo en que se quería aplicar esa suba. El Gobierno se confió en que con las Audiencias  Públicas –a las que la concurrencia de la oposición, salvo excepciones, fue casi nula– alcanzaría para frenar cualquier turbulencia que obstaculizara su implementación. La evidencia habla a las claras: se equivocó. “Subestimamos el impacto que produciría este ajuste en la población”, reconoció otro funcionario con rango ministerial. ¿Dónde viven?

Aprendizaje. 

Además, el Gobierno demostró no haber aprendido nada de lo ocurrido en 2016. Como la comunicación interna también es mala, cuando la diputada Carrió alzó su voz para criticar el modo de implementación del ajuste tarifario, en la Casa Rosada no avizoraron que ésa sería la punta de lanza que aprovecharía la oposición para avanzar con el proyecto de freno a la medida al que le dio media sanción la Cámara de Diputados el miércoles que pasó. El agujero fiscal que significaría de ser convertido en ley  lo vuelve absolutamente inviable. “Nos llamaron recién cuando teníamos el agua al cuello. Así no es como debe funcionar una coalición”, se quejaba amargamente un diputado del radicalismo en un intervalo de la sesión. Esa endogamia PRO tuvo –hay que recordar– otro coletazo relevante: la renuncia del presidente de la Cámara Baja, Emilio Monzó, quien demostró todo su peso político en la sesión de marras, cuando reunió a los jefes de las bancadas opositoras para asegurar un debate ordenado y sin desbandes que dañara todavía más al Gobierno.

Pero volvamos al relato de lo que pasó con la ruidosa determinación del Presidente de recurrir al FMI. Una vez tomada la decisión de enviar a Washington una delegación negociadora, no quedó claro por qué no viajó el ministro de Finanzas, Luis Caputo. Al fin y al cabo, él es el ministro del área específica y el hombre con los contactos internacionales necesarios para abordar precisamente el tema del financiamiento de la Argentina. El argumento de que estaba afónico no sonó creíble. El miércoles se lo vio y se lo escuchó en A Dos Voces con una disfonía que para nada dificultaba su capacidad para hablar lo que se habla en reuniones como las que hubo en Washington.

Se sabe que Caputo le advirtió al Presidente hace unos meses del impacto negativo que para la Argentina produciría la elevación de la tasa de interés dispuesta por la Reserva Federal de los Estados Unidos. El 3% que devengan los bonos del Tesoro norteamericano representa un atractivo insuperable para los fondos especulativos que pululan por el mundo. Hecha esta advertencia, la pregunta es qué evaluación se hizo de tal advertencia. Lo cierto es que lo que se hizo evidenció las consecuencias negativas de la falta de una conducción económica sólida y clara en la gestión. No es bueno que el ministro de Economía sea el Presidente. Con un equipo económico tan atomizado y con visiones y acciones diferentes entre sus distintos miembros, lo que ocurrió no sorprende.

Apurado.

El viaje del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, tuvo un aire de improvisación llamativo. “Se viajó sin un plan, y eso es malo porque, si no hay plan del Gobierno, entonces lo arman en Washington los integrantes del staff del FMI que lo único que saben hacer son planes duros”, señalaba en la mañana del viernes Guillermo Nielsen, el hombre que fue clave en la reestructuración de la deuda que se logró durante la presidencia de Néstor Kirchner. Un detalle de forma  subraya además lo deshilachado del procedimiento: es de forma que el Presidente sea quien anuncie el logro del acuerdo con el FMI, no el comienzo de la negociación.

Cuando todo sea pasado, Macri deberá recapacitar y comprender que la manera de su gobierno de gestionar la economía es inconveniente. Está claro, que no quiso repetir la experiencia que representó el conflicto entre Menem y Cavallo. La idea de un presidente sometido a un ministro de Economía poderoso ha querido ser evitada desde entonces por todos los presidentes. La repetición más calcada se dio entre Kirchner y Lavagna. Pero sirve para momentos de bonanza. Cuando hay una crisis lo que hace falta es  un Ministerio de Economía fuerte –que sea a su vez fusible– con ideas y capacidad de ejecución. Es lo que no ha pasado en el actual gobierno.   

Las desavenencias entre el ministro de Energía, Juan José Aranguren, y los otros ministros del área económica son harto conocidas. Las que existen entre Federico Sturzenegger con Caputo, Dujovne, Peña y Quintana, también. Liberar el precio de los combustibles en un contexto de aumento del petróleo no parece haber sido una medida feliz. Permitir que el JP Morgan comprara más de 850 millones de dólares a 20,50; tampoco.
Y así sucesivamente.

El Presidente, que hasta hace tres semanas se sentía pensando en la reelección, se ha visto enfrentado a una realidad que, hasta aquí, lo ha desbordado. De una corrida cambiaria inadvertida y minimizada se ha pasado a una crisis de credibilidad de su gobierno que nadie previó. Es éste, pues, un buen momento para escuchar y darse cuenta de que debe, más que nunca, escuchar. “La democracia es darle, al menos por una vez, la razón al otro” (Winston Churchill).



viernes, 14 de julio de 2017

Radiografía de los Partidos Políticos... @dealgunamanera...

PJ, PRO y GEN sumaron afiliados a contramano de la tendencia mundial…

En un contexto de crisis de representación, aumentó el total de gente que se anotó en los partidos. El radicalismo es el que más perdió. Uno de cada dos están en el Justicialismo. Foto: S.U.

En un contexto de crisis de representación, aumentó el total de gente que se anotó en los partidos. El radicalismo es el que más perdió. Uno de cada dos están en el Justicialismo.

© Escrito por Rosario Ayerdi el Viernes 14/07/2017 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

A pesar de la crisis de la política que se extiende alrededor del mundo y se profundizó en Argentina en 2001, los partidos políticos de nuestro país muestran un crecimiento leve en los últimos años. El Partido Justicialista y el PRO son los espacios que más aumentaron su cantidad de afiliados, mientras que el radicalismo muestra una baja en sus seguidores.

Según los datos de la Cámara Nacional Electoral, en 2016 se registraron 7.151.637 afiliados, lo que significa más de 250 mil nuevos afiliados en los últimos tres años (en 2013 había 6.893.007). “Aunque la cifra sea menor, es un signo positivo que los partidos sumen afiliados en un contexto en el que a nivel mundial los partidos pierden cada vez más credibilidad.

Lo cierto es que las primarias abiertas simultáneas y obligatorias creadas en 2009 le restaron importancia a la afiliación, pasando a valer lo mismo el voto de un afiliado que el voto de un ciudadano sin pertenencia partidaria”, explica el politólogo Miguel De Luca.

El Partido Justicialista posee el 50 por ciento de los afiliados totales en el país y sumó, desde 2013, 65 mil miembros. Incluso, después de la derrota en la elección presidencial de 2015 continuó ganando adeptos hasta lograr hoy 3.635.206 afiliados.

Por su parte, el PRO, partido que creó Mauricio Macri, consiguió 10 mil adeptos más y el radicalismo perdió 134 mil afiliados.

“Si la ley de partidos políticos obligara a la renovación periódica de las afiliaciones, los números serían brutalmente distintos. Partidos de cuya existencia nadie se acuerda o cuyos miembros activos emigraron en un 95% hacia otros partidos siguen figurando con decenas de miles de afiliados.

El stock de afiliados es una cifra absurda. Las nuevas afiliaciones sí son interesantes y son un indicador o bien de qué partidos políticos están más activos o bien de cuáles disponen de más recursos para atraer nuevos adherentes, lo que habitualmente tiene que ver con el control del Estado”, sostiene el sociólogo Gabriel Puricelli.

A pesar de las campañas que promovieron el voto a partir de los 16 años, son pocos los menores de 18 que completaron las fichas de afiliación (El PJ tiene 643 y la UCR posee 22). “La participación de los últimos años fue más ciudadana que política y no hubo una militancia partidaria sino más bien movimientista desde organizaciones como La Cámpora”, comenta el politólogo Sergio Berensztein.


domingo, 23 de abril de 2017

Reportaje a Graciela Camaño... @dealgunamanera...

Graciela Camaño: "Lo mejor para Cristina fue que Macri ganara y para Macri... tenerla de rival"…

Un remanso. La diputada en sus oficinas del Edificio de las Naciones, a metros de la estación de Trigre, donde hace política lejos de los ruidos y ajetreos de la Ciudad. Foto: Emiliana Miguelez 

© Escrito por Osvaldo Pepe el sábado 22/04/2017 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

-¿Qué pasó con Massa que anduvo un poco ausente, se terminó perdiendo en la ancha avenida del medio?
-Fue una decisión política. Se habló de este tema en un acto grande que hicimos la semana pasada en una escuela de Junín, en la inauguración allí de una Escuela de Gobierno, queremos organizar una serie de esas escuelas en la Provincia y en el resto del país. Es un proyecto que está a cargo de Roberto Lavagna desde 2013. Allí Sergio señaló que hay una estrategia del oficialismo y de los periodistas que tiene el oficialismo para construir un escenario de polarización. Eso el kirchnerismo lo aprovecha con el fin de impedir que avancen las causas judiciales en su contra y acusa al Gobierno de destruir la economía y esas cosas. Y como el Gobierno no tiene motivos ni económicos ni sociales para mostrar, como no puede mostrar gestión, polariza. Es algo guionado. Es una parte de la estrategia del manual de Durán Barba. Ya están en campaña y usan las mismas recetas que usaba Cristina.

-¿En qué sentido?
-En el más obvio, identificar un enemigo, definirlo y provocar. Ir a la confrontación para que no haya otros actores en el escenario electoral.

-Hay encuestas que dicen que la estrategia del Frente Renovador de ser un poco oficialistas y un poco opositores pierde fuerza...
-No, es lo que dicen las encuestas que manejan ellos. En las nuestras tenemos claramente un electorado dividido en tercios. Esto ya pasó en 2015, cuando lograron instalar fuerte lo de la polarización, nosotros bajamos 8 puntos. Pero en el día del acto electoral subimos a 23.

-¿Y Massa qué piensa hacer?
-Nosotros lo que no tenemos que perder de vista es el camino de comunicarse directamente con la gente. Eso no es estar ausente de la escena. Para algunos, no estar en los medios es desaparecer, pero nosotros visitamos fábricas, ONGs, vamos a los pueblos. Tenemos la tranquilidad de estar y escuchar los reclamos de la gente, de estar a su lado. Hay una realidad más allá de los programas de la tele.

-¿Cuál es esa realidad?
-Que la gente padece los mismos problemas que tenía cuando gobernaba Cristina, y en algunos casos agravados. Asumieron y aplicaron un ajuste que creó 1,5 millón de nuevos pobres, empezaron diciendo que a los 6 meses la inflación iba a estar controlada y ahora se consuelan con haberla bajado del 40% al 25%, que es un registro muy alto. Hay un divorcio muy grande entre el discurso oficial y la realidad que le pasa a la gente, a lo que está viviendo la mayoría de los argentinos.

-Cambiemos ya definió que va con Lilita en Capital para enfrentar a Lousteau y hablan de Esteban Bullrich en la Provincia, el Frente Renovador que nombres baraja?
-No está resuelto aún. No hablamos de ninguna candidatura. En nuestra fuerza tenemos gente de gran valor y trayectoria para proponer, pero nombres por ahora no damos...

-En el Gobierno dicen que la Comisión Bicameral de Seguimiento y Control del Ministerio Público, que usted preside, se demoró en citar a Gils Carbó, en medio de presuntas irregularidades por la compra de un edificio de la Procuración. ¿Por qué cree que ahora el oficialismo quiere acelerar el trámite?
-No es que se demoró. Nunca se analizó en la Comisión citarla porque nosotros tenemos todos los informes que ella tiene la obligación de mandarnos. Lo que hizo fue enviarnos una nota poniéndose a disposición. Nunca nadie en la Comisión pidió citarla.

-¿Reitero entonces, por qué piensa que desde del oficialismo apuran la citación?
-Eso es lo llamativo...No que la Comisión no la haya citado, sino que desde el oficialismo la quieran citar ahora. Porque la verdad es que si quieren removerla deberían abrir el tratamiento de eso en la Comisión de Juicio Político que preside Cambiemos, precisamente. Y esa Comisión nunca se reunió.

-¿Por qué cree que no lo hizo?
-Bueno, no lo sé... Quizá porque allí hay pedidos de juicio político al propio Presidente y también a Lorenzetti, el presidente de la Corte, digo yo...

-Esto va subiendo de temperatura, ¿no?
-Por lo pronto esta semana que empieza, la Comisión que yo presido está citada para el jueves 28. A Gils Carbó la tiene que citar la comisión, no yo en persona. Y ese día puede hacerlo.

-Hay críticas por el largo paréntesis del Congreso. Recién la semana que pasó se hizo la primera sesión en Diputados, ¿no hay muchas urgencias en la sociedad para un nivel tan alto de inactividad?
-La presidencia del Congreso está en manos de Cambiemos y el presidente no convoca. Hay un montón de temas para tratar, es cierto, pero si el oficialismo llama a sesiones ordinarias corre el riesgo de que allí se le cuele el tratamiento de los DNU, ya rechazados en Comisión y no quieren correr ese riesgo.

-¿De qué hablamos concretamente?
-El DNU del soterramiento del Sarmiento es el tema más claro. Ya fue refutado en Comisión y si llega al recinto correrá la misma suerte, por ejemplo. Además, no olvide que el oficialismo tiene el deber de convocar a ordinarias todas las semanas. Y no lo hace.

-¿Cómo pasó el massismo de aliado estratégico a fuerza no confiable?
- A mí me parece que Durán Barba marca la estrategia del discurso y el Presidente hace exactamente lo que le dice y pide su asesor.

-¿En qué se manifiesta lo que usted llama la estrategia de Durán Barba?
-En que hablan todo el tiempo de diálogo, pero lo vuelven ficticio en los hechos, cuando salen a criticar, mejor dicho a descalificar, a los dirigentes, a todo el mundo…Y si tenés una idea distinta pasás a ser un “destituyente”.

-¿Lo ven tan así, tan drástico?
-Es que es notorio. Uno lee en Twitter los mensajes de los trolls y después se escucha al jefe de Gabinete, el discurso es el mismo: la estrategia de desprestigiar, de impugnar con la palabra, todo lo contrario al diálogo.

-¿Entonces no hay posibilidad de que retomen el noviazgo con el Gobierno?
-Nunca estuvimos de novios.

-¿Y Davos qué fue, una “noche de amor”?
-Un gesto político enorme, de un dirigente que tiene la capacidad de entender que la Argentina se construye entre todos, ese dirigente es Sergio Massa, el que puso ahí fue Sergio.

-Usted dijo que había un país de alfombra roja y otro de la calle, ¿lo puede explicar?
- Creo que nosotros tenemos un problema muy serio, hay que reconocer que tenemos, digamos, un 35% de la población que es pobre y desde hace prácticamente 30 años tenemos instalados dos dígitos de desocupación, que a su vez generan pobreza estructural.

-¿Y la alfombra roja es el PRO?
-Totalmente. No se trata sólo del PRO. Yo creo que la política y la dirigencia, toda la dirigencia, mira la realidad en función de sus intereses. La Argentina sufre desde hace muchos años una clase dirigente expoliadora.

-¿Y cómo se arregla eso?
-Yo creo que Argentina necesita un gran acuerdo. Nosotros...

-Perdone, ¿no es un lugar común ése?
-Cuando fui ministra de Trabajo de Duhalde institucionalizamos una mesa de diálogo. Me reuní todas las semanas con esa mesa. Fue un diálogo real. Fui a las provincias, a los municipios. Participaron las Iglesias católica y judía, y los cultos evangélicos. Funcionó, sirvió. Hubo compromisos de todos los sectores.

-¿Y ahora por qué no se hace?
-Es algo genético del Gobierno, no lo siente. Si uno va al interior o al conurbano bonaerense, se ve la lejanía que tiene el discurso político con relación a la gente. Lo que tenemos hoy es que el Gobierno agarró el manual “amigo-enemigo” de Cristina y con eso confronta.

-¿Hay un relato macrista, entonces?
-Hay un relato macrista, repetido sistemáticamente y que no se diferencia en nada con el relato kirchnerista. Es “a mí me eligieron para gobernar”, ponele comillas, pero yo voy a decir lo que pasa desde afuera, yo no tengo responsabilidad de gobierno.

-¿Esta decisión de polarizar no le puede salir caro al Gobierno en la Provincia?
-Yo creo que es una polarización trucha, porque esto es algo que se está poniendo en evidencia. Como muchos de ellos provienen del sector empresarial, ellos tuvieron una relación de intereses con el kirchnerismo, son como socios. Dos caras de la misma moneda.

-¿El kirchnerismo y el macrismo?
-¡Pero sí!...Lo mejor que le pudo haber pasado a Cristina, y ella trabajó para eso, es que ganara Macri y lo mejor que le puede pasar a Macri es que Cristina siga existiendo, tenerla como rival, con esas causas en su contra, que no se resuelvan, para que él pueda seguir sosteniendo su discurso.

-¿Y en qué se diferencia el Frente Renovador de esa estrategia que usted ve?
-Nosotros tenemos una concepción de lo que debe ser el Estado totalmente distinta a lo que piensa el macrismo, que cree que no tiene que existir y a lo que piensa el kirchnerismo, que cree que el Estado tiene que estar al servicio del dirigente político y hacer populismo. Nosotros entendemos que el Estado tiene que estar presente para impulsar un desarrollo sustentable, con progreso.

-La última, Graciela,... El famoso cachetazo, ¿fue para Kunkel o había alguien detrás, simbólicamente, digo?
-A ver, esas cosas no se piensan tanto...La verdad es que ellos eran muy agresivos y él fue conmigo una persona muy agresiva. Ellos tenían la metodología de fastidiarme en la presidencia de la Comisión y bueno... un día me harté.

-¿Lo volvería a hacer?
- No es mi espíritu ése. Yo siempre digo que creo que perdí con eso, él logró el objetivo, que era sacarme. ¿Me explico?

-Aún muchos dicen “¡qué bien que estuvo!”
-Lo sé, lo sé, en la calle jamás tuve un incidente...Al contrario, tuve escenas de amor.

-¿Cómo es eso?
- Un día, en Aeroparque, veo a un tipo recontra pintón, se arrodilló y me besó las manos. Pero siento que no estuve bien y que no volvería a hacerlo. Al menos trataría de controlarme, pero a veces no lo consigo. Cuando las cosas me calientan, me calientan.

Aquella infancia con una abuela guerrera

Con su lógica de pensamiento inspirada en la antigua institución del matriarcado, que ella misma reivindica aún en los días que corren, y no sin una dosis de pícaro humor, contesta a la pregunta sobre quién manda en su casa, si ella o su esposo, el histórico sindicalista Luis Barrionuevo: “Mi mamá, de 85 años…y manda por derecho propio, sin ninguna duda”.

Se pondrá más reflexiva cuando se la indaga sobre qué es más difícil si ser la esposa de Barrionuevo o el marido de Graciela Camaño: “Yo sé que mucha gente tiene una gran confusión -dirá- sobre cómo debería funcionar una pareja. Lo que yo tengo con Luis es una familia. Políticamente a veces chocamos, pero eso no influye en la familia ni en uno sobre otro. Somos dos personas en todo sentido, no una. Nuestro matrimonio es sobre la base del respeto a la libertad de cada uno”, asegura esta mujer aguerrida, acostumbrada a ganarse por mérito propio, con la prepotencia del estudio y del trabajo, un lugar en la vida.

Peronista desde siempre, admirada por su propio jefe político, Sergio Massa, quien reconoce que en el tiempo del despiste adolescente, cuando se había acercado a la UCeDé de Álvaro Alsogaray, “Graciela me rescató y me hizo peronista, soy un gracielista de la primera hora”. Camaño ha construido una carrera con identidad propia, siempre asociada a su condición de mujer, género cuyos derechos no deja de reivindicar. Acostumbrada al rigor a veces inclemente de la lucha política y al trabajo desde joven en una fábrica de zapatillas, nacida circunstancialmente en Presidencia Sáenz Peña, la segunda ciudad del Chaco, se le llenan los ojos de lágrimas cuando evoca la figura de su abuela materna. “Mi abuela fue una cosa impresionante, en aquellos tiempos se fue de la casa del hombre que tenía toda la guita del pueblo porque resulta que el tipo les pegaba a los hijos. Ella agarró a los nueve chicos y se mandó a mudar, a yirar por el Chaco donde tenía familiares o amigos. Fue una guerrera terrible que construyó su familia prácticamente sola y desde la adversidad. Mis recuerdos tienen que ver con su casa, con su olla, con sus olores. Fue mi gran ejemplo de vida, una figura que con el paso del tiempo valoro y recuerdo cada vez más”.

Habla poco de su padre, Dermidio, sereno en la desaparecida Editorial Abril, a quien define como un malcriado, mal esposo y mal padre, pero muy laburador, como mamá, de allí vengo yo, de una familia de laburantes”, cuenta como santo y seña de su identidad que devendría en peronista en términos políticos.

Ya hace rato abandonó el hábito de las hornallas, dejó eso en manos de su nuera. La mujer del cachetazo más celebrado de la política los fines de semana disfruta de otro modo: no se priva de tirarse al suelo con ropas de entrecasa para jugar a la vida con sus nietos.

Si la viese Kunkel no podría creerlo.

Itinerario

Nació el 23 de abril de 1953 en Presidencia Roque Sáenz Peña, Chaco. Fue militante gremial en la delegación San Martín del Ministerio de Trabajo. Abogada, graduada en la Universidad de Morón, fue electa diputada por la provincia de Buenos Aires en 1987, 1997, 2003 y 2007. Entre 2002 y 2003 fue ministra de Trabajo de la presidencia de Eduardo Duhalde. En 2013 se incorporó al Frente Renovador de Sergio Massa. Hoy representa en Diputados a esa fuerza como jefa del bloque. Casada con el sindicalista Luis Barrionuevo, tienen dos hijos (Melina y José Luis “juniors”) y comparten ocho nietos y un bisnieto.

Al toque

Un proyecto: Vivir en un país distinto, donde logremos que haya oportunidades para todos.
Un desafío: Levantarte todos los días y seguir teniendo sueños, proyectos, familia, trabajo.
Un sueño: Mis nietos colman mi alma y el alma es el sueño.
Un recuerdo: El de mi abuela.
Un líder de hoy: En Argentina, Sergio Massa. En el mundo hay una carencia brutal de liderazgos.
Un prócer: San Martín.
Una sociedad que admire: La alemana.
Una persona que admire: Gandhi, por la vocación de tener una estrategia de paz.
Una comida: La sopa.
Una bebida: Agua natural... bueno, de última el vino tinto (ríe).
Un placer: Sentarme al piso con mis nietos los fines de semana y jugar con sus juguetes.
Un libro: Cien años de soledad.
Una película: El puente sobre el río Kwai.
Una seri e: Jossué.