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domingo, 8 de diciembre de 2013

Hombres sin futuro… De Alguna Manera...


Hombres sin futuro…

Guita-reo Amado Boudou. Foto: Pablo Temes
 
Los pasos en falso de Boudou, Capitanich, Kicillof y Costa reflejan la ausencia de destino en el planeta K.

La escalada del dólar no para. La caída de reservas del Banco Central, tampoco. Desde que asumió el nuevo elenco ministerial, el drenaje de la divisa estadounidense no cesa. Ya son más de mil millones en sólo quince días. Esto ha disparado las internas dentro del equipo económico. Juan Carlos Fábrega, el nuevo presidente del BCRA, tiene pocas cosas en común con Axel Kicillof, y, al paso que van, corren el riesgo de esfumarse si la sangría de las reservas no para. Los mensajes y las decisiones del nuevo ministro generan cortocircuitos hacia dentro del Gobierno y poco entusiasmo hacia afuera de él. Los empresarios, a los que les pidió colaboración, ven con escepticismo todo lo que se viene haciendo porque, en verdad, es más de lo mismo.

El Gobierno no termina de darse cuenta de que lo que enfrenta es una crisis de confianza. Los acuerdos de precios nunca funcionaron y menos en esta administración. La salida de Guillermo Moreno es, en parte, consecuencia de ese fracaso. Por lo tanto, insistir con esa receta sin abocarse a la concreción de las soluciones que requiere el problema de base –que es la inflación– no tiene sentido.

La inflación es la consecuencia de un gasto fiscal que sigue en aumento. Por eso la tendencia de los reclamos viene experimentando un paulatino crescendo difícil de frenar. El incremento de precios que se verifica en los productos de primera necesidad exime a esas demandas de mayores explicaciones.

La primera reunión entre los supermercadistas, algunos industriales y otros hombres de negocios con el flamante secretario de Comercio Interior, Augusto Costa, no despertó mayor entusiasmo. “Mejoraron las formas pero sobreviven muchas de las ocurrencias de Guillermo Moreno”, resumió uno de los asistentes al encuentro que supo frecuentar al ex secretario. La prueba concreta de ello es que el control de precios y la segmentación de productos habrán de continuar. Lo único que cambió fue que hubo un reconocimiento explícito del problema que representa la inflación. Lo increíble es que, a pesar del fracaso de las medidas impulsadas por Moreno, se haya decidido insistir con ellas. Llamó la atención, y decepcionó a los pocos que se entusiasmaron con la posibilidad de cambios reales, el hecho de que se defendieran los métodos del ex secretario, a quien se sindicaba como el principal responsable de los estrepitosos errores de la política económica oficial.
 
Desde el punto de vista formal, la Secretaría de Comercio Interior, aquel templo por el que durante más de cinco años peregrinaron los empresarios de todos los rubros implorando soluciones para sus penurias, ya no es lo que era. Por fuera ya no resalta el cotillón contra Clarín ni los afiches burlones dedicados a Sergio Massa. Por dentro, los comentarios de pasillo hacen foco en los nuevos inquilinos, a quienes definen como jóvenes “de ropa cara, con grandes títulos, mucho posgrado en Harvard y muy poca capacidad de gestión”.

Un empresario que conoce los pormenores del traspaso de gestión explica en detalle el porqué de la lentitud del accionar de los nuevos funcionarios, circunstancia que causó una verdadera parálisis en las autorizaciones para importar. La causa fueron los diez días interminables que pasaron entre el anuncio de la renuncia de Moreno y su concreción efectiva, el lunes 2. Al principio, el ex secretario ninguneó tanto a Kicillof como a su gente. Recién cuando terminó de digerir la enorme amargura que le produjo su cesantía, Moreno llamó a sus sucesores para que se acercaran a la Secretaría a fin de interiorizarse de su funcionamiento. Su sorpresa fue grande cuando nadie respondió a su convocatoria. En consecuencia, por el lapso de diez días esa dependencia fue tierra de nadie.

A quien se le complicaron las cosas mucho es a Amado Boudou. Los testimonios de Nicolás Ciccone, uno de los dueños de la ex Ciccone Calcográfica, y de su yerno, Guillermo Reinwick, han hundido aún más al vicepresidente que, a esta altura, desde el punto de vista político es un hombre sin futuro. Está claro que Boudou quiso quedarse con la empresa Ciccone para usufructuar el fenomenal negocio de la emisión de billetes. Contaba para ello con una situación originada en el deterioro causal y no casual de la Casa de Moneda que se ahondó durante el tiempo en que el hoy vicepresidente fue ministro de Economía. El problema para Boudou es que la jugada le salió mal. Más allá de lo que vaya a ocurrir de ahora en más con el devenir de la causa judicial, toda la maniobra está ya categóricamente demostrada.

Los saqueos ocurridos en Córdoba en la noche de terror vivida por sus habitantes durante el autoacuartelamiento policial muestran no sólo cuál es el clima social imperante en muchas zonas del país, sino también el nivel que ha alcanzado la sinrazón. Un gobernador, José Manuel de la Sota, que llamó al jefe de Gabinete de Gobierno a un número que no es el correcto y que a las 10 de la noche dijo que no a lo que doce horas después dijo que sí. ¿Cómo se entiende? Un jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, que asiste pasivo e indiferente a la penuria del pueblo de Córdoba como si esa provincia fuera un enclave perteneciente a otro país, privilegiando la interna política del peronismo por sobre las necesidades y urgencias de la ciudadanía.

A cual peor es la síntesis de tamaño desatino. A nada de esto fue ajena la Presidenta. Está claro que fue ella quien ordenó lo dicho y hecho por Capitanich. Alguien debió haber advertido, además, lo peligroso de permitir que, al prolongarse, el conflicto generase un efecto dominó en otras provincias, tal como finalmente sucedió. En una noche, el gobernador del Chaco en uso de licencia dilapidó gran parte de su capital político.

Como si fuera el túnel del tiempo, este diciembre de la así llamada “década ganada” nos devuelve imágenes de un pasado reciente que nos aleja del mañana mejor al que aspiramos todos los argentinos.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 07/12/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

lunes, 9 de julio de 2012

Buenos Muchachos... Sergio, Anibal, Amado y Norberto... De Alguna Manera...

Sergio Schoklender: Aníbal F. y Boudou peleaban por la ex Ciccone...

El ex apoderados de Madres dijo que el Juez es "un corrupto", "títere" de Aníbal F. Foto: Cedoc

Argumentó que estuvo involucrado en el "rescate financiero" de la imprenta. Embistió contra Oyarbide, al que calificó de "corrupto".

El ex apoderado de la fundación Madres de Plaza de Mayo Sergio Schoklender denunció que el ex jefe de Gabinete y senador nacional del kirchnerismo Aníbal Fernández también quería "quedarse" con los "negocios" de la ex Ciccone Calcográfica, por los que "se estaba peleando" con el vicepresidente Amado Boudou.

Schoklender, imputado como jefe de una asociación ilícita que desviaba fondos públicos destinados a viviendas sociales, argumentó que estuvo involucrado en el "rescate financiero" de la imprenta de billetes Boudou -investigado en la causa de la actual Compañía de Valores Sudamericana-, pero aseguró que no era el único funcionario interesado en levantar la quiebra.

Agregó que Fernández "hacía bailar como un títere" al juez federal a cargo del expediente por el presunto desvío de fondos públicos destinados a viviendas sociales, Norberto Oyarbide, y definió al magistrado como un "corrupto" que, ahora, recibe llamadas telefónicas del secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, y la ministra de Seguridad, Nilda Garré.

"Me vino a ver a la fundación (Madres de Plaza de Mayo) un accionista minoritario de (la ex) Ciccone, quien tenía a su vez una opción de compra del resto de las acciones. Vino a ver si podíamos hacernos cargo porque se estaban peleando un grupo de Boudou y de Aníbal Fernández por quedarse con (la ex) Ciccone", denunció el ex apoderado.

Schoklender, en una entrevista publicada hoy por el diario Clarín, evitó brindar mayores precisiones al decir que no recordaba la identidad del supuesto emisario, no obstante lo cual manifestó que lo visitó "tres o cuatro veces" y obtuvo una respuesta negativa de su parte. Al volver a fustigar a Oyarbide, Schoklender -quien pasó 52 días en prisión en la causa en la que continúa imputado como jefe de una asociación ilícita- definió al juez federal como "un personaje siniestro y corrupto".

"(A Oyarbide) lo hacía bailar como un títere Aníbal (Fernández). Después, comenzaron a llamarlo Zannini y Nilda (Garré)", denunció.

Al insistir con las supuestas irregularidades en torno a la ex Ciccone Calcográfica (actual Compañía de Valores Sudamericana), se limitó a repetir que "Boudou era muy amigo de (el secretario de Obras Públicas, José) López. Hacían negocios juntos", como los que Schoklender denunció en su defensa por el supuesto desvío de fondos públicos destinados a viviendas sociales.

© Publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el Domingo 8 de Julio de 2012.


domingo, 8 de abril de 2012

Avanti morocha… De Alguna Manera...

Avanti morocha…

 Amado y Cristina, en el fotomontaje que fue tapa de la revista Noticias al lanzar la fórmula en 2011.

La novela “La ama ama a Amado” no tuvo final feliz. ¿Qué hacer con él ahora? ¿Lo de Dilma, que echando ministros llegó a casi 70% de aprobación en Brasil? No parece ser ése el camino elegido por la Presidenta, y estarían equivocados quienes interpretan las declaraciones de Nilda Garré a favor del juez Rafecas como hechas en nombre de la “rama femenina” con el fin de ir abriendo la puerta a un futuro plan B.

Por una cuestión de fueros, ver a un juez allanando una propiedad de un integrante de la fórmula presidencial en ejercicio del Poder Ejecutivo habría identificado a Cristina Kirchner con Boudou. Y si se confirmara que Rafecas también allanará la casa donde actualmente vive el vicepresidente, se reavivaría la cuestión de la inconstitucionalidad del procedimiento judicial, algo que inicialmente ya fue esgrimido como argumento desde los medios oficialistas: ¿esto quiere decir que mañana un juez podría allanar la Quinta de Olivos o la Casa Rosada?

Dicen que Righi no debería sentirse seguro en su papel de principal operador del kirchnerismo en la Justicia si no puede garantizar que una propiedad de la cabeza del Ejecutivo no sea allanada por quien fue su discípulo y él mismo ayudó a promover a juez.
La prueba encontrada en el allanamiento les resulta nimia. Dos meses después de que el departamento fue deshabitado es difícil que alguien deje pruebas. Lo que molesta al Gobierno es el acto de haber allanado. El valor simbólico de un Poder Judicial que se atreve a meterse con el Poder Ejecutivo.

Boudou ni siquiera está procesado judicialmente, pero está cocinado políticamente. Su imagen cae en picada (ver página 2) y electoralmente ya no resulta un competidor al nivel de Scioli. Pero el problema no es sólo la imagen negativa de Boudou sino la de todo el Gobierno y cómo arrastra a la de la propia Presidenta.

‘Chorros’.

Fue una de las primeras películas del actual secretario de Cultura, Jorge Coscia. Tenía un mensaje contra la corrupción. Se estrenó cuando gobernaban los radicales y hoy el tema amplía su vigencia. Detrás del affaire Boudou emergerá la cuestión de fondo: ¿la energía que vienen mostrando muchos kirchneristas en sus cruzadas es por convicción o por dinero?

El relato kirchnerista siempre corre el riesgo de pasar de lo sublime a lo patético ante la amenaza de la kriptonita de la corrupción.

Boudou es el caso más emblemático y exagerado del hedonismo K. Pero igual crítica recibe La Cámpora por sostener la militancia de sus principales cuadros con cargos económicamente muy bien remunerados. También  la mejora del nivel de vida de algunos integrantes del periodismo militante y artistas que antes del kirchnerismo no tenían la visibilidad actual. O los productores de contenidos K y medios oficialistas enriquecidos al calor de la publicidad oficial que ya le agregan varios ceros más a la recompensa. Lo mismo que los empresarios que integraron el “capitalismo de amigos” que hace ya seis años denunció Lavagna.

Vandenbroele es una metáfora. Podría haber muchos Vandenbroele dentro de un Gobierno que cuenta con el mayor gasto público sobre el producto bruto en muchas décadas y que privilegió la incondicionalidad a la honradez y la sinceridad de sus funcionarios.

Siempre el peronismo vivió envuelto en acusaciones de corrupción. Al convertir esa denuncia en la excusa preferida de los golpes militares para autojustificarse, el argumento se gastó. Pero aunque ya no para interrupciones democráticas, está latente a la espera de que fracasos económicos predispongan a la sociedad a creer que “son todos chorros”.

Ya en presentaciones públicas, a Boudou le gritaron chorro. El riesgo del kirchnerismo es que el insulto al vicepresidente se extienda a los demás funcionarios.

Si el Gobierno se quedara sin justificación ética, perdería uno de los dos pilares de su popularidad junto al del crecimiento económico, justo cuando éste comienza a escasear.

Internismo.

El otro problema que el affaire Boudou revela son las disputas entre distintos sectores del kirchnerismo por privilegios actuales y posicionamientos futuros. En la relación con la Justicia se da la competencia entre el mencionado Righi y Javier Fernández, de la Auditoría General de la Nación, pater seraphicus del estudio del ex secretario de la SIDE Darío Richarte, donde trabaja el defensor del socio de Boudou, quien pidió la recusación de Rafecas.

En la provincia de Buenos Aires, además de las conocidas peleas de Mariotto y La Cámpora con Scioli, se hizo público el enfrentamiento entre Boudou y Scioli porque dejaron afuera de las listas de legisladores bonaerenses a representantes del vicepresidente. Scioli intercedió por Boldt cuando estaba en Ciccone y hasta por permitir fumar en los bingos de Bolt en la provincia de Buenos Aires. “Atacar al vicepresidente es atacar la voluntad popular”, dijo el presidente de la Cámara de Diputados bonaerense, el otro Horacio González, tratando de poner paños fríos.

Y hasta cuando el fotógrafo de Clarín llegó una hora antes que los demás, avisado por el juez, el fiscal o la Gendarmería, fue motivo para un pase de facturas entre Boudou, Garré, Rafecas y Righi.

Amado muestra el desamor con el que se vinculan los distintos sectores del Gobierno. Y lo progresivamente más difícil que será para la Presidenta lograr que no se maten entre ellos cuando los problemas más graves vayan apareciendo y la continuidad en el poder sea cada vez más incierta.

“Arriba morocha / que nadie está muerto / vamos a punguearle a esta vida amarreta / un ramo de sueños. /Avanti morocha / no nos llueve tanto / no tires la toalla que hasta los más mancos / la siguen remando” (Los Caballeros de la Quema).

© Escrito por Jorge Fontevecchia y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 8 de Abril de 2012.



martes, 21 de febrero de 2012

Proyecto X... Conmoción en el poder... De Alguna Manera...

Conmoción en el poder...

Cantor y "Guitarrero". Amado Boudou. Dibujo: Pablo Temes

El impacto del escándalo por el espionaje de Gendarmería. Las sospechas sobre Boudou. Y el eterno doble discurso oficial.

El Proyecto X ha producido conmoción. Y esa conmoción abarca también sectores del Gobierno y a las organizaciones sociales que lo apoyan. Es que en la base de ese accionar reconocido por el titular de la Gendarmería, comandante Héctor Schenone, está la criminalización de la protesta social, algo que socava una de las columnas de sustentación del discurso del kirchnerismo.

Está claro que los hechos que en principio se han denunciado hasta aquí son anteriores a la creación del Ministerio de Seguridad y a la asunción al frente de esa cartera de Nilda Garré. Los testimonios y la causa judicial se refieren al episodio de las protestas por los despidos de trabajadores de la empresa Kraft, allá por 2009. En ese tiempo las fuerzas de seguridad estaban bajo la órbita del entonces jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. No es casual que el hoy senador haya salido de inmediato a intentar desacreditar la grave denuncia. A sus palabras las desmiente la presentación de Schenone. De algunos párrafos de esa presentación se desprende la existencia de esas tareas de inteligencia.

Hay un dato fundamental que debe ser subrayado: las fuerzas de seguridad están habilitadas a hacer inteligencia sobre organizaciones delictivas a los efectos de prevenir y/o de evitar un delito. Lo que no pueden ni deben hacer es inteligencia sobre organizaciones políticas o sociales. Decíamos que esto viene desde antes de Garré. Pero bajo su gestión ha continuado. ¿Pudo a alguien como la ministra, que hace de la obsesión en el control un dogma, habérsele pasado un proyecto así?

¿Qué hubiera dicho la Presidenta si un proyecto de este tipo lo hubiera pergeñado Mauricio Macri? 

¿Habría respondido con el silencio como ha hecho hasta ahora?

Todo esto ha complicado las horas presentes de la ministra de Seguridad. Es cierto que sus horas vienen complicadas desde hace unos días. La represión contra los manifestantes que reclamaban un reconocimiento por haber sido movilizados durante la Guerra de las Malvinas no la dejó bien parada. La ministra acusó a los que protestaban de extorsionadores e intentó excusarse de responsabilidad alguna por el accionar policial, explicando que sus efectivos habían actuado así como consecuencia de una orden emanada de un juez. Ante esta argumentación, vale recordar que en otras ocasiones –toma del Parque Indoamericano, ocupación del club Albariño e intrusión de las viviendas destinadas a los habitantes de Villa Riachuelo– en las que también existieron órdenes judiciales la ministra se arrogó para sí la potestad de impedir el accionar de la policía, en una clara actitud de desobediencia.

El análisis de la causa es fundamental para tener una noción exacta de la dimensión de este Proyecto X. De la lectura del expediente surge que el juez se valió de los datos obtenidos por la Gendarmería para procesar a varios de los incriminados. Cortar una calle o una ruta es un delito que, cuando está promovido por sectores que no son afines al Gobierno, es castigado por los jueces pero que, cuando es protagonizado por quienes son cercanos al oficialismo, queda impune. De los testimonios de los efectivos de la Gendarmería vale como muestra el siguiente, perteneciente a la oficial Elisabeth Calisaya, quien dijo que “pudo observar que había tres personas, claramente identificables, que evidenciaban ser los cabecillas, dando indicaciones a los manifestantes y siendo entrevistados por medios periodísticos que allí se manifestaban. Por tal motivo, encontrándose la dicente de civil, se entremezcló con la multitud, de manera encubierta, y comenzó a recabar los datos de las personas en cuestión, preguntando entre las personas que se manifestaban el nombre de los cabecillas, obteniendo los datos de los imputados Gentile, Norniella y Coria”.

El tema no termina aquí. A esta altura es imprescindible saber cuál es la vastedad y la implementación de este Proyecto X. Está claro, además, que será la decisión política la que pueda determinar esa amplitud, ya que hasta aquí los jueces han convalidado el accionar de la Gendarmería. Si se tiene en cuenta que el juez que está a cargo de la causa penal a que dio pie el Proyecto X es Norberto Oyarbide, se entenderá que la probabilidad de una investigación seria es prácticamente nula.

Hay otra realidad que complica al Gobierno: es el escándalo que involucra a Amado Boudou con las operaciones de la ex Ciccone Calcográfica. Por algún sino desconocido del destino, es evidente que el kirchnerismo no tiene suerte con los vicepresidentes: Néstor Kirchner y la entonces senadora Cristina Fernández de Kirchner nunca digirieron a Daniel Scioli cuando ocupó ese cargo (ahora tampoco); con Julio Cobos las cosas no estuvieron bien ni antes ni después de su voto, que pulverizó la Resolución 125; y ahora con Boudou este hecho de corrupción que lo involucra y que en el Gobierno no saben cómo manejar. La contundencia de las evidencias que lo complican están comenzando a incomodar en forma creciente a varios funcionarios. “El silencio de Amado es algo tremendo porque significa que no hay respuesta capaz de demostrar que todo lo que se está diciendo es mentira”, reconoció con muchísimo temor de ser identificada una fuente con despacho en la Casa Rosada. Un hecho que era vox populi en la City porteña en la semana que pasó fue la participación de Jorge Brito, el banquero del poder que ahora parece haber caído en desgracia, a quien se menciona como el aportante de los fondos destinados a levantar la quiebra de Ciccone. Esa decisión de Brito dio origen a lo que se conoció como el “divorcio del año”, ya que Eduardo Ceballos, su socio, se negó a avalar esa operación.

Que el kirchnerismo, con la impronta de su cruzada contra los estandartes del menemismo que se enseñorearon en los 90, se vea ante semejante escándalo que involucra nada menos que al vicepresidente con la saga de una empresa como Ciccone, emblemática de la corrupción de aquellos años, ligada a Alfredo Yabrán e involucrada en los orígenes del escandaloso caso de los DNI, no hace más que confirmar las contradicciones permanentes del kirchnerismo puro que constituyen, al fin y al cabo, su mismísima esencia. En Alemania acaba de renunciar el presidente Christian Wulff, acusado de tráfico de influencias por haber recibido de parte de un empresario amigo un préstamo de 500 mil euros destinado a comprarle una casa a su segunda mujer. Ante la difusión de semejante hecho, la indignación de la opinión pública forzó la renuncia de Wulff. Igualito que acá.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 18 de Febrero de 2012.

sábado, 18 de febrero de 2012

Amado y Alejandro, testaferros y domesticados... De Alguna Manera...

Testaferros y domesticados...


Cómo un monotributista “socio” de Boudou se convierte en millonario. El silencio del vice, del Gobierno, de la propaganda K y de la Justicia.  

La investigación de Jorge Lanata: la increíble historia del testaferro de Boudou. Alejandro Paul Vanderbroele es monotributista, socio del vicepresidente, y ahora flamante millonario. El rol de su esposa, Laura Muñoz. Los detalles.

Primero, los hechos. El lunes 6, en el mediodía de radio Mitre, Nicolás Wiñazki dio a conocer el resultado de una investigación que le había llevado varios meses: Alejandro Paul Vanderbroele, un monotributista categoría B (con ingresos de poco mas de $ 1.000 al mes declarados a la AFIP) se había quedado con Ciccone Calcográfica, la única empresa privada de la Argentina autorizada para imprimir papel moneda, cheques, patentes de automóviles, etc.

Pero esta no era solamente una historia de evasión impositiva. Vanderbroele estaba vinculado al vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, lo que explicaba la sucesión de hechos irregulares que permitieron que el monotributista emprendedor se quedara con una empresa quebrada que facturaba 200 millones de dólares al año.

El desembarco de Vanderbroele en Ciccone estuvo rodeado de un constante aire de impunidad y fue posible gracias a una cadena de hechos irregulares que trasciende la casualidad:

El juez de la quiebra de Ciccone, pedida por la AFIP, Javier Cosentino, decidió que la planta podía ser alquilada y abrió la posibilidad de ofertas: la empresa Boldt (una compañía con antecedentes en el mercado gráfico y en el juego) se impuso sobre la Casa de la Moneda y la propia AFIP.

La AFIP decidió, entonces, pedir que se levantara la misma quiebra que antes había solicitado.

Al secretario Guillermo Moreno le tocó cerrar la pinza: Comercio Interior decretó que Boldt ya tenía una imprenta, por lo que el alquiler de Ciccone “producía una concentración empresaria” del sector gráfico.

La Cámara de Apelaciones en lo Penal Económico hizo lugar a la medida de Moreno.

Varios acreedores de Ciccone recibieron, en medio del proceso judicial, la visita de un representante de Boudou y, en nombre del entonces ministro de Economía, quien les sugirió que aceptaran en Ciccone al fondo de inversión manejado por Vanderbroele: The Old Fund.

El 3 de septiembre de 2010, Vanderbroele hizo rendir como nadie sus $ 1.000 mensuales declarados al fisco: pagó en la sucursal Tribunales del Banco Ciudad $ 567 mil en efectivo para levantar la quiebra de Ciccone.

Vanderbroele no llegó con una sola mano a hacerse de la empresa. Lo permitieron varias manos: Ricardo Echegaray, titular de la AFIP, arrepentida de la quiebra que ella misma había pedido; el secretario de Comercio, que vio allí otra amenaza de monopolio; los jueces que hicieron la venia sin chistar y la influencia del vicepresidente de la Nación.

“Yo soy un hombre de Amado Boudou, represento al Gobierno y ustedes no se tienen que preocupar por el futuro de la empresa”, le dijo Vanderbroele a los empleados de Ciccone y a los delegados del sindicato gráfico en una de sus primeras visitas a la empresa. “Tenemos garantizado que después de las elecciones vamos a imprimir papel moneda”, abundó.

Llegaba pisando terreno seguro: antes de las elecciones había tercerizado la impresión de las boletas del Frente para la Victoria.

“Me dijo que estaba haciendo negocios con él, que se iba a quedar con buen dinero, que se trataba de coimas”, me dijo aquel lunes en la radio Laura Muñoz, la esposa de Vanderbroele, separada de hecho, enfrentados por la tenencia de su pequeña hija.

Ante el micrófono, Laura Muñoz sonaba segura y valiente: contó que había recibido amenazas, que intentaron comprarla, que quisieron hacerla pasar por loca y que hablaba como su única salida para defenderse. “Ahora que esto es público, no se van a animar a matarme”, dijo.

En paralelo, Andrea Rodríguez, productora de Lanata sin filtro, intentaba comunicarse con el celular de Vanderbroele. El amigo de Boudou atendió en persona y cortó la comunicación. El vocero del vicepresidente también había enmudecido.

—¿Estás convencida de que tu esposo es un testaferro de Boudou? –le pregunté.
—No tengo ninguna duda –dijo.

Otro funcionario cercano al vicepresidente entró en escena para favorecer al monotributista entrepreneur. Katya Daura, titular de la Casa de la Moneda, le recomendó al Banco Central que Ciccone imprima la mitad de los billetes de 100 pesos que se pondrán en circulación este año: 600 millones de billetes a un costo de unos 50 millones de dólares.

Los días posteriores. El aparato oficial de propaganda ignoró el hecho por completo, aunque la mayoría de los diarios y radios del país se ocuparon del asunto.

El vicepresidente evitó cuidadosamente al periodismo y ningún funcionario del Gobierno, incluidos los opinadores profesionales, mencionaron la denuncia, ni siquiera para desacreditarla.

El martes 7, a las 14.12, mi interés en el asunto ya era casi antropológico. Le pregunté al ex fiscal anticorrupción Manuel Garrido si le encontraba explicación al silencio judicial: ¿ningún fiscal actuaba porque recibían llamados oficiales? ¿Por miedo? ¿Por abulia?

“Obviamente, tienen que actuar, pero no lo van a hacer porque los órganos de investigación están desmantelados. Esto se va a ir diluyendo con el tiempo”, dijo Garrido, quien abandonó su carrera judicial harto de la misma enfermedad.

Y siguió: “Todo el mundo sabe que quien hace una investigación que afecta al Gobierno va a tener problemas en su carrera. Están todos domesticados. Los fiscales saben que si investigan esto van a tener consecuencias negativas. Los casos graves de corrupción terminan en la nada porque hay intereses que hacen que los jueces no avancen en las causas; ni siquiera pueden abrir investigaciones de oficio porque se arriesgan a sanciones de la Procuraduría o de otro organismo”.

La verdad es, a veces, luminosa y cruel. Pero conocerla nos vuelve responsables.

“Están todos domesticados”, dijo Garrido. Domesticar significa amansar y hacer dócil a un animal o a una población entera. No es lo mismo que “domar”, es peor que eso: en la doma, el animal sigue siendo salvaje, en la domesticación se vuelve genéticamente dócil.

Todos recordarán aquella historia de los elefantes en los circos: desde pequeños, los atan a una estaca; en los primeros meses, la estaca tiene más fuerza que el elefante bebé, pero a medida que el animal crece la tensión de la madera es cada vez más insignificante. A los pocos meses, el elefante bien podría, de un tirón, liberarse de la estaca. Pero no lo hace. Está domesticado. Ni siquiera hace falta algo que lo retenga. Es él mismo quien no quiere salir o quien cree que no puede hacerlo.

© Escrito por Jorge Lanata y publicado por el diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 11 de Febrero de 2012.