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domingo, 10 de diciembre de 2017

El fallo del Juez Bonadío. Paradojas y excesos… @dealgunamanera…

 Paradojas y excesos…

Papá Cruel. Claudio Bonadio. Dibujo: Pablo Temes

Detalles poco conocidos de la decisión judicial más controvertida de los últimos tiempos. Enojo de Macri.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 10/12/2017 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Nadie sabe a ciencia cierta qué motivó el giro copernicano que tuvo la trama política que llevó a la entonces presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, a dar semejante golpe de timón, pero lo cierto es que un día los argentinos nos despertamos con la novedad de que había en marcha un memorándum de acuerdo con Irán que cambiaba radicalmente el curso de la investigación del cruel atentado terrorista contra la AMIA. Fue Pepe Eliaschev quien, desde las páginas de Perfil, nos anotició sobre esta increíble novedad que dejó atónitos a todos. Entre los integrantes de ese todo había mucha gente del gobierno K que se resistía a creer lo que el artículo decía. Pepe describía con todo detalle las características de la reunión secreta entre Héctor Timerman –entonces canciller– y su par iraní, Alí Akbar Salehí, en la ciudad siria de Aleppo. 

Como ocurría en aquellos días del kirchnerato, Eliaschev debió soportar el escarnio que bajaba de las altas esferas de aquel gobierno. El mismísimo fiscal Alberto Nisman tuvo un trato despectivo con nuestro querido e inolvidable colega, actitud de la cual luego se arrepintió. Más allá de todas las desmentidas que ensayaron tanto CFK como Timerman, el transcurrir del tiempo demostró que lo único que perseguía Teherán era el cese de las alertas rojas que pesaban sobre sus funcionarios y ex funcionarios.
Cuando finalmente el tratado fue aprobado por la Cámara de Senadores –el 13 de febrero de 2013– y una semana después por la Cámara de Diputados, Nisman cayó pues en la cuenta de que lo denunciado por Eliaschev era absolutamente cierto y dio comienzo a su investigación, la que lo llevaría a su muerte.
En el decurso de los hechos, hay un dato significativo que da idea del propósito de impunidad que buscaba Irán: cuando su Parlamento se dio cuenta de que el cese de las alertas rojas no era aceptado por la Justicia argentina, se negó a aprobarlo.

Hay un famoso artículo del periódico Teheran Times que ilustra la absoluta falta de disposición que tenía el gobierno de Mahmoud Ahmadinejad para cooperar con el juez de la causa, Rodolfo Canicoba Corral. Eso es lo que afirma el párrafo en que se lee lo siguiente: “Como los interrogatorios serán tomados en Irán, prevalecerá la ley iraní, y un juez iraní será quien presida la reunión. (...) Según la ley y la Constitución, los iraníes sólo pueden ser citados e interrogados por un tribunal iraní sobre la base de pruebas firmes. Los acusados no estarán obligados a ir a la reunión”.

Este texto clausuraba cualquier posibilidad del magistrado argentino de someter a interrogatorio indagatorio a los sospechados de haber participado en las distintas fases del atentado contra la AMIA.

Los que saben lo que pasó en aquellos febriles días de enero de 2015 señalan que la denuncia hecha por Nisman contra CFK por el delito de traición a la patria la perturbó seriamente. Esa fue la razón por la que, tras la muerte del fiscal, buscó afanosamente ser exculpada. Cuando el juez federal Daniel Rafecas dictaminó que no había razones para investigar la denuncia de Nisman, la ex presidenta se sintió aliviada y blandió ese fallo por doquier como muestra de su inocencia. Eran días en que ni siquiera imaginaba que el kirchnerato estuviera cercano a su fin. Fueron varios –entre ellos, esta columna– los que señalaron entonces lo endeble de esta circunstancia ya que, al no haberse producido la investigación, la causa quedaba abierta a una reapertura ante un eventual nuevo tiempo político que liberara a la Justicia del yugo del kirchnerismo.

Lo que al final ocurrió. 

El controvertido juez federal Claudio Bonadio no es un lobo solitario. Es un hombre astuto (de quien, en 2010, la entonces diputada K Diana Conti dijo: “Claudio es para mí un ejemplo de juez independiente. Resuelve de acuerdo con sus convicciones siempre. Desde que Carlos Kunkel y yo estamos en el Consejo él nunca tuvo que presentarse a declarar”), y no ha hecho esto sin tener realizado al menos un mínimo chequeo de cómo actuará luego la Sala II de la Cámara Federal en lo Penal integrada por Martín Irurzun, Carlos Farah y Horacio Cattani, quien enfrenta problemas de salud. Por ello, es altamente probable que el tribunal de alzada ratifique sus medidas y luego la pelota quede en manos del Congreso, pero eso ya no importa. El juez ya habrá realizado su parte.

El fiscal Gerardo Pollicita no le ve sustentabilidad a la acusación por el delito de traición a la patria. Desde el punto de vista jurídico-constitucional debería haber casi un acto de guerra, y en la fiscalía no se considera el atentado contra la AMIA como tal. Pollicita determinó claramente que para él se trataba de encubrimiento agravado e incumplimiento de los deberes de funcionario público para los implicados cuando a mediados de septiembre pidió la indagatoria de los procesados por Bonadio. Para el fiscal, el tipo penal por el que debe declarar la ex mandataria es agravado por tratarse de encubrimiento, de un hecho precedente que es un delito de lesa humanidad, y por tratarse de funcionarios públicos que estaban en actividad. Además, contaron con la colaboración de la ex procuradora del Tesoro, Alejandra Abbona, del ex jefe de Gabinete del Ministerio de Justicia, Juan Martín Mena, y del diputado Andrés “Cuervo” Larroque, entre otros. Para los canales no oficiales de este andamiaje habrían intervenido Luis D’Elía, Fernando Esteche, Ramón Bogado, Héctor Yrimia y Alejandro Khalil.

Molestia. 

La prisión preventiva es una medida no compartida por el fiscal. Durante todo el jueves, en el Gobierno hubo enojo con Bonadio. El Presidente estaba molesto con la decisión del juez, que, políticamente, perjudicaba al Gobierno. “Ganamos las elecciones sin ninguno de estos ex funcionarios presos”, señalaba una de las voces que conocen el pensamiento de Macri. 

Tan paradojal es todo, que en el Gobierno se está pensando en enviar un proyecto de ley para regular la prisión preventiva. Esta figura está contemplada en el Código de Procedimiento Penal. Sin embargo, su aplicación debe ser muy claramente fundamentada. Lo ordenado por Bonadio constituye un exceso por donde se lo mire. Téngase en cuenta que una interpretación amplia de la hoy llamada “doctrina Irurzun” –que ordena la prisión preventiva de quienes desde una posición de poder tengan la posibilidad de obstruir una investigación judicial– habría podido dar vía libre a la detención del entonces jefe de Gobierno Mauricio Macri cuando, en la causa por las escuchas ilegales, fue procesado por el ex juez Norberto Oyarbide, procesamiento luego confirmado por la Sala I de la Cámara Federal.

La Argentina: un país de paradojas, excesos y ausente sosiego.

Producción periodística: Santiago Serra.


viernes, 8 de diciembre de 2017

Así no Dr. Bonadio, ¡así no!... @dealgunamanera...

Así no Dr. Bonadio, ¡así no!

En un país con instituciones sólidas las cosas serían diferentes. Foto: Cedoc Perfil

Es hora de cumplir las leyes y no de impulsar un juego de distracción.

© Escrito por Marcelo Bermolen (*) el jueves 07/12/2017 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. (*) Abogado y profesor de la Escuela de Gobierno, Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Austral.

Podrían ser los ingredientes de una exitosa serie televisiva, pero son parte del ambiguo escenario en que se mueve la justicia argentina. Un juez federal controvertido; grandes e irresueltas tragedias del pasado que se entremezclan; personajes del ocaso del poder que avivan antipatías y sed de condenas; espectaculares procedimientos de detención que incitan a pensar en “justicia”; y una investigación polémica que ahonda en las inconsistencias de la política argentina y atrae la convocante idea de perseguir “infames traidores a la patria”.

Otra visión de la denuncia de Nisman, podría sostener que se está frente a una situación abstracta, toda vez que se trata de una decisión política –no judiciable- que obtuvo respaldo del Congreso Nacional, y ni siquiera fue ratificada por el presunto beneficiario –el estado iraní- careciendo de vigencia y efectos jurídicos concretos.

En un país con instituciones sólidas, ambas miradas deberían atravesar el tamiz de la Constitución Nacional y las leyes de la República. Y de ese ejercicio surgen inusitadas preguntas frente al proceder. 

¿Buscan los jueces agradar para ocultar su lentitud en investigar a los mismos imputados en casos de corrupción? 

¿Pueden ignorar los principios de presunción de inocencia y el debido proceso? 

¿Puede un fallo aislado de una Sala de la Cámara Federal ser utilizado por los magistrados para aumentar su poder y atribuir sin pruebas a los detenidos su capacidad de interferir en la pesquisa? 

¿Se ha convertido la prisión preventiva de ex funcionarios en la regla que calma a las masas? 

¿Cuál es la razón por la que el Juez aguardó a que asumiera Cristina Fernández para luego pedir su desafuero? 

¿Ayuda este proceder a facilitar la victimización de los procesados?

Es hora de cumplir con las leyes y garantías establecidas. Se está consintiendo un juego de distracción y discreción con consecuencias jurídicas imprevisibles para los actuales funcionarios. Todos ansiamos justicia, la de la sana crítica, la que comprueba. No la que se acomoda a las íntimas convicciones o a las conveniencias. 

Así no Dr. Bonadio, ¡así no!


domingo, 22 de octubre de 2017

Caso Maldonado. Detrás del Dolor... @dealgunamanera...

Detrás del dolor… 

80% “Minnie” Elisa Carrió. Dibujo: Pablo Temes

Los primeros datos de la autopsia bajaron algo la tensión. En busca de la verdad.


© Escrito por Nelson Castro el domingo 22/10/2017 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

“Consternación” es la palabra que mejor define el estado emocional que seguramente atraviesa la familia de Santiago Maldonado ante la tragedia de su muerte. Los Maldonado son gente sencilla, sin ningún tipo de apetencia o intencionalidad política, que se han visto enfrentados a una realidad devastadora que la dimensión política que alcanzó el caso ahondó. Están enojados con el Gobierno –y tienen razones para estarlo– y con el primer juez de la causa, Guido Otranto, pero a su vez no quieren ser usados por la oposición ni por nadie. Lo único que anhelaban y buscaban era encontrar con vida a Santiago. Y eso, lamentablemente, ya no podrá ser.

Una de las cosas más terribles que expresaron Sergio Maldonado y su esposa, Andrea, durante la dramática conferencia de prensa que dieron en la noche del miércoles pasado en Chubut, fue la de no creer en nadie. Por eso la cuñada de Santiago y la abogada de la familia, Verónica Heredia, estuvieron sentadas en la morgue de Esquel a lo largo de ocho horas frente a un cuerpo sin vida para asegurar que nadie lo dañara, lo alterase o lo robara. ¡Tremendo! 

Carlos Cué, el destacado corresponsal del diario El País, consignó la dimensión de esa circunstancia en un artículo titulado “Argentina, el país donde nadie se fía de nadie”, que debería ser leído y releído por todos los que tienen responsabilidades institucionales. En el derrotero de dichos y circunstancias desandado en estos ochenta días que pasaron desde la desaparición de Santiago Maldonado hasta que concluyó la autopsia, sucedieron y se dijeron muchas cosas, algunas de las cuales vale la pena recordar:

Las dudas que algunos plantearon sobre su presencia en el lugar.

El camionero que dijo haberlo llevado hasta la localidad de Ceibas, en la provincia de Entre Ríos.

El matrimonio que dijo haber llevado a alguien parecido a Maldonado, quien después resultó ser otra persona.

Las supuestas llamadas desde Chile.

El amigo que dijo haber llamado a su celular, atendido por alguien que nunca contestó.

El mapuche Matías Santana, que dijo que vio con binoculares que a Maldonado le habían pegado y que lo cargaron y se lo llevaron en una camioneta de la Gendarmería Nacional.

Elisa Carrió diciendo que había un 20% de posibilidades de que Maldonado estuviera en Chile.

La insólita negativa de sectores de la comunidad mapuche a permitir a los jueces rastrillar el así llamado “territorio sagrado”.

La declaración de un miembro de la Policía de Río Negro en la que afirmó haber encontrado cartuchos de balas que no habían sido registradas por la fiscal del caso.

Lo que se sabe. 

Los hallazgos de la autopsia despejan las dudas sobre la hipótesis de una posible desaparición forzada y, a la vez, reivindican al primer magistrado de la causa, el juez federal de Esquel Guido Otranto, quien en el reportaje que le concedió a Loreley Gaffoglio para La Nación afirmó que la principal hipótesis era que Santiago Maldonado se había ahogado. 

De todas maneras, habrá que esperar los resultados de la totalidad de los exámenes complementarios para saber cómo, cuándo y dónde falleció. Al juez Otranto habrá que preguntarle por qué se adelantó a hacer pública su hipótesis de la manera en que lo hizo, lo que le valió ser acusado de prejuzgamiento, hecho sobre el que se basó la Cámara Federal de Comodoro Rivadavia para desplazarlo del caso.

Electoralmente, la aparición del cuerpo en el río Chubut obligó a todos los partidos a modificar los últimos días de la campaña. Las figuras o cartas fuertes dejaron de servir porque se morigeraron los mensajes y todo debió repensarse en función de la búsqueda de la verdad y de la tragedia que estaba viviendo el país.

En el interior del Gobierno, la tensión que se vivió fue in crescendo hasta la medianoche del viernes. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, estaba ya informada de la novedad –que le produjo alivio– cuando el juez federal Gustavo 

Lleral comunicó a los periodistas que el cuerpo no tenía lesiones. 

En el oficialismo hubo en esas dramáticas horas un respetuoso desconcierto. “Había angustia por no saber qué ocurrió y porque puertas afuera todo terminaba cayendo en la grieta. Cada extremo de la grieta reforzaba sus convicciones”, señalaba con alivio una voz que conoce lo que se dice en los pasillos del poder. 

La posautopsia llevó tranquilidad al Gobierno, para el que “habría sido un golpe durísimo que el cuerpo apareciera con golpes o lesiones, no en términos electorales sino puertas adentro, porque hubiera implicado malas investigaciones, malos pasos, secretismo, etc.”, agrega la misma fuente. 

Desde el punto de vista técnico, el trabajo del juez federal Gustavo Lleral ha sido impecable, demostrando en los hechos haber aprendido la lección que dejó ese vademécum de errores, desaciertos y un largo etcétera de cosas mal hechas que dejó el caso de la muerte del fiscal Alberto Nisman. 

Es muy importante que, luego de la autopsia y las primeras pruebas periciales, todas las partes hayan estado de acuerdo en cómo se hicieron las cosas. 

De otra manera no habría verdad posible, que es lo que merecen el dolor y la tragedia de la familia Maldonado.

Producción periodística: Santiago Serra.


sábado, 21 de octubre de 2017

Caso Maldonado. Seamos Humanos… @dealgunamanera...

Caso Maldonado. Seamos Humanos…


En la escena de Sergio Maldonado y su mujer custodiando durante siete horas el cuerpo hallado en el río porque no confían en nada se concentra la degradación del sistema de justicia. ¿Esa es la participación que tanto se les ha prometido a las víctimas en los procesos penales? Se le pide a la familia que sepa de peritajes, autopsias, rastrillajes. ¿Y los jueces? Además de ajustarse a protocolos y procedimientos, ¿se ponen alguna vez en el lugar de las víctimas? El caso Maldonado y la matriz deshumanizada del aparato de Justicia.


© Escrito por Irina Hauser el sábado 21/10/2017 y publicado por la Revista Anfibia de la Ciudad de San Martín, Provincia de Buenos Aires.

Sergio Maldonado y su esposa, Andrea, estuvieron más de siete horas esperando al lado del cuerpo sin vida que flotaba boca abajo en el Río Chubut sabiendo que podría ser Santiago. Decidieron quedarse ahí, como quien echa raíces en esa tierra, después de 78 días de búsqueda, porque no confían en nadie. Tienen miedo a todo. Descreen. Y con motivos. Esa imagen que trazaron de sí mismos, esperando junto a un cadáver entre el ramerío, el agua, el silencio y un grupo de agentes de Prefectura, desnuda el nivel de degradación al que ha llegado el sistema judicial, a punto tal que las víctimas deban garantizarse a sí mismas que nadie les mienta, manipule nada, ni les hagan trampa. ¿Esa es la participación que tanto se les ha prometido a las víctimas en los procesos penales? ¿Y la reparación? Está todo tan trastocado que tuvieron que recordar en voz alta que son seres humanos. Se lo dijeron a los periodistas, pero bien pudo estar dirigido a la “Justicia”.  

Es evidente que si un cuerpo aparece después de tres meses a menos de 300 metros del lugar donde la Gendarmería desató la cacería contra un pequeño grupo de la comunidad Pu Lof en Resistencia de Cushamen, algo anda mal en los tribunales y las estructuras que los auxilian. El problema es que algo anda mal desde el día uno, empezando por la obstinación de los distintos órganos del Estado en negar que los gendarmes que corporizaron la persecución en medio de la que desapareció el joven tatuador hubieran tenido algo que ver. Es un absurdo querer borrar ese papel determinante de la Gendarmería, pero el marketing político hace milagros.

“La Justicia no está preparada para investigar casos como el de Santiago Maldonado o el de Alberto Nisman”, justificó el ministro de Justicia Germán Garavano. ¿Entonces quién debe hacerse cargo? ¿Las víctimas? 

El devenir del habeas corpus y del expediente sobre desaparición forzada mostraron decenas de incordios, como la demora de cinco días en hacer rastrillajes,  en levantar rastros de los vehículos usados por Gendarmería (algo que se hizo cuando habían sido ya lavados, según denunció el defensor Fernando Machado), la tardanza en explorar el río, en obtener la nónima completa de gendarmes que participaron del operativo desalojo e irrupción en la comunidad, el secuestro de los teléfonos, sin contar la falta de aceptación sobre la validez de las declaraciones de mapuches temerosos que no querían dar su identidad, y la negativa del juez Guido Otranto a entrecruzar y analizar los llamados de los funcionarios nacionales que estuvieron en el lugar, con el jefe de gabinete del Ministerio de Seguridad, a la cabeza. Y ahora, un cuerpo que aparece en un lugar ya rastrillado, frente al cual la gran pregunta es: ¿Cómo llegó ahí? ¿También tendrán que responderla los familiares de la víctima?


Los ciudadanos de a pie que por una u otra razón aterrizan en un juzgado, aprenden Derecho a la fuerza. De lo contrario, la realidad los devora. Devienen expertos involuntarios que distinguen figuras penales, agravantes, entienden de peritajes y autopsias. Llega un día en que hablan como verdaderos expertos. Pero debajo de toda esa jerga, son ellos mismos: seres en toda su dimensión humana.

Los jueces y fiscales, en cambio, rara vez se toman el trabajo de aprender esa dimensión, comprenderla y acceder a ella aunque más no sea por respeto. Se quedan en el cómodo lugar de que sean los otros, las víctimas, los que deban arreglárselas para entenderlos. Están los que sostienen un pensamiento basado en la aplicación estricta de los códigos penal y procesal. En el uso de la lógica, como si se tratara de un mecanismo neutral. Si el cuerpo estaba así o asá, lo mataron, pero si estaba de tal otra forma se cayó. Como si no hubiera matices, condicionantes ni contexto. Sus Señorías se “ajustan a Derecho”. Y se acabó.

Ante la desaparición de Santiago no se trata simplemente de que el aparato judicial haya actuado de manera deficiente por error o impericia. Desde sus entrañas, ha operado una amplia paleta de prejuicios que explican el destrato padecido por la familia (además de la falta de resultados): si Santiago es artesano y tatuador es hippie; si es hippie, es vago; si se instala a convivir con la comunidad Pu Lof en Resistencia, es porque no tiene nada que hacer en la vida; su familia debe ser como él; critican porque sí (no importa que buscan a un ser querido); los mapuches son peligrosos, no colaboran, mienten, ponen obstáculos, son violentos, sólo les importa defender el territorio (nada menos, propiedad originaria).

Una mirada despojada de prejuicios en tribunales hubiera llevado a tomarle declaración testimonial a la familia de Santiago en el primer momento para preguntarle lo básico: cómo es físicamente, sus rasgos de personalidad, conocer su historia. Eso sucedió después de más de dos meses, ya con el nuevo juez Gustavo Lleral. Pero antes, los familiares fueron tratados casi como unos sospechosos más, igual que los mapuches. Otra muestra de degradación judicial. Una investigación que toma ese punto de partida está lejos de ser íntegra y profunda. Si lo fuera, entendería, además, que acercarse a la comunidad originaria no es simplemente sentarse a tomar mate con ellos sino empezar por entender su historia y sus reacciones. Son los pobres de los pobres del país, los marginados al extremo. Es evidente que no va a ser fácil el diálogo. Pero las autoridades han preferido verlos como demonios, enemigos públicos.

En una época se discutía si los jueces debían tener en cuenta el contexto social, histórico y político a la hora de tomar sus decisiones. ¿No es una obviedad que debería ser así? También debería ser una obviedad el cuidado y respeto que merecen las víctimas en un país donde este año se aprobó una ley que les promete protección integral y una comprensión completa del lugar que les toca ante distintos tipos de delito.

¿Cómo confiar si el Gobierno se la pasó enviando funcionarios a meter ojos y manos en la causa? Y tuvieron las puertas abiertas: participaron de rastrillajes en los que la familia no pudo estar. Gonzalo Cané (secretario de la Corte en uso de licencia), cuya función en el ministerio de Patricia Bullrich es mantener relación con el Poder Judicial; Daniel Barberis, a cargo de asuntos de violencia institucional; Noceti, que daba instrucciones a las fuerzas de seguridad. La gran preocupación oficial siempre fue instalar que el Gobierno no tuvo nada que ver. El juzgado y la fiscalía, en el informe enviado a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, se hicieron eco.

¿Qué clase de jueces/as queremos?

Hace algunos años cuando los aspirantes a jueces iban a entrevistas públicas en el Consejo de la Magistratura, en la etapa final de sus concursos para llegar a la toga, se les hacían preguntas sobre derechos humanos. El respeto a la dimensión humana era mínimamente contemplado al pensar el perfil de un juez. Ahora eso ocurre a duras penas. Les preguntan si están de acuerdo con la ley de flagrancia (atrapar a alguien cometiendo un delito, hacer un juicio exprés y mostrar eficiencia), si les parece atinada la reforma procesal para generar un sistema acusatorio (que a la corporación judicial y al Gobierno no le gustan porque da poder a los fiscales), qué piensan de las cautelares que se dictan en distintos puntos del país, o qué opinión les merecen la validez de decretos del gobierno de Mauricio Macri que se han judicializado. En el Consejo de la Magistratura, Cambiemos tiene mayoría y las preguntas están destinadas a prever si los candidatos fallarían como ellos quieren. Una de las pocas preocupaciones, en especial planteadas por las consejeras mujeres, apunta a casos de violencia de género. No se han visto u oído otra clase de interés por las víctimas.


Es común que en las provincias los poderes judiciales locales y federales afincados en ellas convivan de manera muy íntima con las fuerzas de seguridad que los asisten. En Esquel, la Gendarmería es casi parte de la familia del juzgado. En otros lugares pasa lo mismo. Eso puede explicar cierta resistencia a avanzar hacia determinadas hipótesis. Pero no puede justificar los destratos y la exposición de las víctimas a la revictimización.

Detrás de la escena  que muestra a Sergio y Andrea parados junto al cadáver por horas hay cenizas, aún, de un sistema judicial que en dictadura, ante los habeas corpus, actuó como muralla pero también tuvo sus exponentes cómplices con el terrorismo estatal. A ese sistema en descomposición le sobran botones de muestra. Lo que sucede en Jujuy con Milagro Sala, por ejemplo. La justicia jujeña, buena parte, hace lo que el Gobernador Gerardo Morales pide. Es así se simple. Su primer acto de gobierno fue armarse una Corte a medida y nombrar como sus integrantes a dos de los diputados que habían votado su ampliación. Desde ahí, todo fue posible, hasta la vuelta violenta de Sala a la prisión de Alto Comedero la semana pasada. O lo que pasa en Comodoro Py, frente a cualquier expediente que tenga que ver con gestiones pasadas que puedan colaborar con minar carreras electorales o intervenir en internas partidarias.  Qué importa. Los jueces tienen una concentración extrema de poder que es la base de su perdurabilidad. Hacen lo que quieren, ya no importa qué es delito. Presionan, extorsionan. Sólo importa el efecto.

Esa es la matriz deshumanizada de nuestros tribunales, del aparato de Justicia. La que garantiza el incumplimiento de las obligaciones del Estado, entre las que está la reparación a las víctimas de violaciones de derechos humanos. Lejos de eso, la revictimización es el aumento del daño, a manos del propio Estado. De eso hablan los familiares de Santiago Maldonado cuando piden que los miren como las personas que son, con derechos y sentimientos, debiendo lidiar con escenas macabras. A eso se refieren cuando dicen que no pueden confiar en nada.


martes, 26 de septiembre de 2017

La ley y el poder… @dealgunamanera...

La ley y el poder…

ENIGSMAN. Foto: Pablo Temes.

Nisman y Maldonado tienen el dudoso rol de la Justicia en común. De cara a octubre.

Las novedades que se están produciendo en el caso de la muerte del ex fiscal Alberto Nisman y lo que está sucediendo con el caso de la desaparición de Santiago Maldonado grafican las falencias groseras que exhibe el sistema judicial argentino.

Nada debería sorprender mucho acerca de este verdadero talón de Aquiles de nuestra estructura institucional a la luz de los antecedentes que se han venido registrando a lo largo de estos 32 años de democracia que supimos conseguir. Ahí están para dar cuenta de ello los atentados contra la Embajada de Israel y la AMIA y la desaparición de Jorge Julio López que ilustran suficiente y brutalmente sobre esta fatal y letal verdad. 


A Alberto Nisman lo mataron. Y, como bien lo señaló el fiscal de Cámara Ricardo Sáenz, los que lo hicieron se encargaron de dejar todas las huellas necesarias para que se supiera efectivamente que lo habían asesinado. Nunca se sabrá si imaginaron que la investigación sería hecha de la manera tan groseramente errónea como se hizo.

Santiago Maldonado desaparece el 1º de agosto y el juez dispone un rastrillaje por el territorio y el río –escenario de los hechos– un mes después. Además da un reportaje en el que adelanta opinión sobre el caso sabiendo que eso es el pasaporte a su recusación. De tan burdo que fue, pareció hecho a propósito.

Dudas legales. 

Estamos frente a un problema grave que concierne a la dirigencia política. Tiene que ver con la calidad de jueces y fiscales que muchas veces han sido nombrados por responder al interés del gobierno de turno.

La idea de designar en muchos de esos puestos a personas funcionales al poder es absolutamente opuesta al concepto de independencia e idoneidad de los funcionarios judiciales. Por eso es tan frecuente encontrar a jueces y fiscales tan poco poco idóneos para llevar adelante investigaciones y causas complejas.

Por otro lado, los “errores” y las omisiones que se cometen en los momentos iniciales de estas investigaciones terminan por clausurar cualquier posibilidad de esclarecimiento de estos casos, lo que equivale a un verdadero pasaporte a la impunidad.

Ya estamos en tiempo de campaña para las elecciones del 22 de octubre próximo. En el Gobierno hay sensaciones encontradas. Por un lado hay alegría a causa del repunte que muestran las encuestas. Por el otro, cierto temor y sigilo porque la ventaja continúa siendo ajustada, circunstancia que es poco probable que se modifique. Por ende, hay una consigna que baja desde el mismo Mauricio Macri en la que abiertamente se exhorta a los funcionarios a no caer en un exitismo que les termine jugando en contra.

Hoy la ventaja sobre Unidad Ciudadana ronda los los 5 puntos.

Hay quienes sueñan con que se conviertan en 10. Son los menos; la mayoría de las voces –que son más cautas– recuerdan que esa cifra no es determinante.

No quieren caer en el mismo microclima en que cayó Cristina Fernández de Kirchner antes de las PASO.

El cambio de estrategia tiene que ver con la participación del Presidente. Será mayor en territorio bonaerense: “Hay que generar hechos, repetir mensajes, polemizar y reforzar lo nuestro. Mauricio tiene que salir a hablar, porque mientras nosotros estemos callados ellos seguirán usando el caso Maldonado como bandera y agitando la juventud con las tomas en los colegios y otros temas. Tenemos nuestra propia bandera que es la construcción de un país mejor. Lo estamos haciendo, los índices empiezan a acompañar, pero hay que salir a agitar esa bandera”, dice una fuente que conoce lo que se piensa en las altas esferas del poder.

En el massismo empieza a pasar la desazón por el cachetazo en las PASO y ya se preparan para contener fugas de cara a octubre. “La elección ya está polarizada pero apostamos a mantener lo que cosechamos hasta acá . Lo que se perdió ya es cosa del pasado y no dejaremos que haya mas bajas”, asegura una legisladora. Una fuente cercana al ex intendente de Tigre agrega: “La apuesta es a sostener el voto. Estamos a la espera de resultados de nuevos sondeos pero el número hoy ronda el 14 por ciento”. 

Casi idéntica es la posición en Cumplir. Florencio Randazzo lucha a brazo partido por retener su cosecha en las PASO.

Siempre Cristina.

La ex presidenta, por su parte, hizo una nueva aparición pública a través del reportaje que le concedió a Víctor Hugo Morales. El impacto fue menor al que tuvo el que le realizó Luis Novaresio. Se entiende: todo lo de CFK es repetitivo.

Su distorsionada apreciación de la realidad aflora a cada minuto, no tanto por las críticas hacia el gobierno actual sino por la falta absoluta de autocrítica sobre lo que fueron los doce años del kirchnerato.

En el medio de este acontecer debería prestársele mucha atención a algo que, durante la semana, dijo el senador Miguel Angel Pichetto sobre lo que está pasando en el Sur.

“Hay un tufillo a senderismo y mucho protomontonerismo, algo que no existía hace diez años”, expresó durante la presentación del quinto número de la revista Movimiento 21.

Ningún dirigente político debería hacerse el distraído ante esto. Es lo que enseña la historia.

Producción periodística: Santiago Serra.