viernes, 15 de mayo de 2020

Coronavirus. Detector de SARS-CoV-2 "Neokit-COVID-19"... @dealgunamanera...

El gobierno anunció un nuevo kit de testeo rápido de coronavirus fabricado en Argentina…


Alberto Fernández anunció la fabricación argentina de testeos rápidos de Covid-19. Fotografía: Presidencia

El anuncio lo dio Alberto Fernández junto a los ministros de Ciencia y Salud, Roberto Salvarezza y Ginés González García. Se podrían fabricar 100 mil test por semana…

© Publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


Los ministros de Salud, Ginés González García, y de Ciencia, Tecnología e Innovación, Roberto Salvarezza, brindan esta tarde una conferencia de prensa en la Quinta de Olivos.

Primero Alberto Fernández anunció mediante un video grabado que, desde la semana próxima, habrá un nuevo kit de testeos rápidos de coronavirus fabricados enteramente en la Argentina. 

Luego de anunciar el logro nacional de un test de diagnóstico rápido y económico desarrollado por científicos argentinos para detectar el SARS-CoV-2 en donde también participaron la presidenta del CONICET, Ana Franchi y los científicos Adrián Vojnov y Carolina Carrillo, se espera la conferencia de prensa con los ministros para dar los detalles. 

En el video grabado fue la presentación de un test de diagnóstico rápido y económico desarrollado por científicos argentinos para detectar el SARS-CoV-2. El “NEOKIT-COVID-19” permite obtener resultados en menos de 2 horas con similar sensibilidad que las técnicas actuales de PCR y ya fue aprobado por la ANMAT.

Está previsto que sea utilizado por el sector público en el marco de la estrategia del Ministerio de Salud para el diagnóstico del COVID-19. Los primeros 10.000 test serán producidos durante los próximos 10 días. Y en el corto plazo se podrían elaborar 100.000 test por semana.  

“Estoy muy contento. Esto nos permite enfrentar el control de la pandemia de otro modo”, aseguró el Presidente durante la presentación. “Tenemos la mejor calidad humana científica para ofrecer estas respuestas”, destacó el mandatario, remarcó: “Esto lo han hecho investigadores argentinos y lo produce un laboratorio argentino, esto es tan importante para el desarrollo de un país porque demuestra que no dependemos de otros, que podemos hacerlo nosotros, esto es soberanía, y eso es lo que todos deben entender”.

"Estoy muy contento por muchos motivos: primero esto nos permite enfrentar el control de la pandemia de otro modo. No es el mejor modo ver cuántos de nosotros estamos inmunizados, que es lo que hacemos hoy con el test rápido, sino que nos permite conocer rápidamente quién está infectado y quién no, y tratarlo a partir de allí. También nos permite conocer quién está infectado y no tiene síntomas, que es uno de los problemas de los que siempre hablamos", acotó.

El kit de diagnóstico rápido fue desarrollado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, el Conicet, la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación y por científicos y científicas del Instituto de Ciencia y Tecnología Dr. César Milstein (Conicet - Fundación Pablo Cassará).

Se realizó con fondos del Gobierno nacional y estuvo a cargo de un equipo de investigación del ICT Milstein – CONICET, liderado por Adrián Vojnov e integrado por Carolina Carrillo, Luciana Larocca y Fabiana Stolowicz, y Santiago Werbajh, de la Fundación Cassará. 

Por su parte, el ANLIS-Malbrán contribuyó con la provisión de las muestras de ARN purificado de pacientes positivos y negativos para el test de validación.


El NEOKIT-COVID-19 permite testear muestras de ARN y no requiere equipamiento complejo (como los termocicladores en tiempo real). 

El método que se usa en la actualidad para hacer el diagnóstico y el monitoreo es la Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR) en tiempo real, que conlleva una duración de 7 horas, y el resultado es informado al día siguiente. 

El nuevo test, que constituye un logro del Estado nacional en el marco de la pandemia de coronavirus, también tiene la ventaja de que puede mantenerse a temperaturas de entre 4 y 8 grados, sin la necesidad de un freezer. 

J.D. 






miércoles, 13 de mayo de 2020

33 Años de la Creación de Banco Nacional de Datos Genéticos... @dealgunamanera...


El Banco Nacional de Datos Genéticos celebra sus 33 años… 


A principios de los años ´80s, las Abuelas de Plaza de Mayo no dejaban de buscar maneras de poder identificar a sus nietos robados en tiempo de dictadura. La ciencia propondría una solución: un índice de abuelidad fiable en un 99,9 por ciento.

© Escrito por Magali de Diego el Martes 19/06/2018 y publicado por El 1 Digital de la Ciudad de San Justo, Provincia de Buenos Aires, República de los Argentinos.

Nota republicada por quién suscribe el miércoles 13/05/2020.

En la mayoría de los casos, de manera voluntaria, y ante la duda de ser hijos de desaparecidos, casi 1.200 personas al año concurren al Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) para que su ADN sea analizado y comparado con el material genético o las muestras biológicas de las más de 300 familias de personas que han sido secuestradas y desaparecidas durante la dictadura militar argentina. 

Luego de una simple extracción de sangre, los resultados se demoran entre dos semanas y un mes. Solamente cuatro estudios al año marcan positivo, pero cada positivo es una oportunidad de recuperar su identidad y de reencontrarse con una historia que por años estuvo oculta.  

En la actualidad, el Banco alberga unas 9.000 muestras de material genético de familiares de personas que fueron secuestradas y desaparecidas durante la última dictadura militar.

El famoso índice de abuelidad es una fórmula matemática que, con modelos probabilísticos, contrasta los resultados de los análisis genéticos. Uno de estos análisis es el de ADN mitocondrial, que se hereda únicamente de las madres y permite establecer el parentesco a través de abuelas, tíos o primos de la rama materna.

Mediante esta señal oculta en nuestros genes, la biología podía unir a las abuelas con sus tan buscados nietos. 

En el año 1984, a pedido de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), la célebre genetista Mary Claire King y su grupo arribaron a la Argentina donde probaron por primera vez el índice de abuelidad en el Laboratorio de Inmunogenética del Hospital Durand. Esta prueba permitió el reconocimiento de la niña Paula Logares, la primera nieta recuperada. 

El caso fue tan exitoso que en el año 1987 se creó por Ley de la Nación 23.511 el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), con el objeto de “obtener y almacenar información genética que facilite la determinación y esclarecimiento de conflictos relativos a la filiación”. 

Desde que se formó, e incluso hasta el 2009, este organismo estaba bajo el mando del Poder Ejecutivo. A partir de la sanción de la Ley 26.548 se lo declaró autónomo y autárquico por lo que se determinó su traspaso a un edificio del MINCYT. La nueva sede de esta institución, organizada principalmente para la investigación, está equipada con laboratorios de última generación que permiten trabajar con una rapidez impensada en sus inicios.  

En la actualidad, el Banco alberga unas 9.000 muestras de material genético de familiares de personas que fueron secuestradas y desaparecidas durante la dictadura militar argentina, 295 grupos familiares con ADN en comparación y ha colaborado en 75 de las 127 restituciones que resolvieron las Abuelas de Plaza de Mayo hasta la fecha.

Creación.

Fue creado en 1987, un 13 de Mayo para ser preciso, por ley 23.511 en la Presidencia del Dr. Raúl Alfonsín con el fin de obtener y almacenar información genética que facilite la determinación y esclarecimiento de conflictos relativos a la filiación.9
En particular la ley hacía referencia a los "niños desaparecidos o presuntamente nacidos en cautiverio" durante la dictadura militar que se sucedió entre 1976 y 1983. Se dispuso que funcionara en el Servicio de Inmunología del Hospital Carlos G. Durand.

En 2009 se promulgó la Ley 26.548 que modificó las atribuciones del BNDG. En primer lugar estipuló que su objetivo era el de garantizar la obtención, almacenamiento y análisis de la información genética que sea necesaria como prueba para el esclarecimiento de delitos contra la humanidad cuya ejecución se haya iniciado en el ámbito del Estado nacional hasta el 10 de diciembre de 1983 Además le otorga las facultades de realizar investigaciones relativas a su objeto y de custodiar el archivo nacional de datos genéticos.

El BNDG, que pasa a depender el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, debe garantizar el cumplimiento de las facultades otorgadas a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CoNaDI)

Fuente
: Wikipedia  




martes, 12 de mayo de 2020

Los de afuera son de palo… @dealgunamanera...


Los de afuera son de palo…

La pandemia pone en jaque a la sociedad y, sobre todo, a sus instituciones. Problemas seculares se hacen visibles de forma intempestiva y violenta. Las cárceles, los presos y el estado de derecho en el foco de la tormenta.

© Escrito por Sebastián Giménez (*) el  jueves 07/05/2020 y publicado por el Diario La Vanguardia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

Crisis en los penales de la República. La pandemia se puso a interpelar todas las instituciones de eso que se dio en llamar la modernidad, las que estudió el célebre Michel Foucault. La escuela, el hospital, la fábrica y la prisión. En un breve repaso, la escuela se volvió aún más asistencial repartiendo bolsones de comida y la pedagogía sobrevive como puede con los recursos virtuales, de acuerdo al dominio relativo de los mismos en los sectores más vulnerables de la población. Las fábricas cerradas, con una crisis que no sólo es del país sino del mundo: 30 millones de norteamericanos pidieron el subsidio de desempleo. La institución hospitalaria, en la primera línea de batalla frente al enemigo invisible, haciendo lo que se puede con lo que se tiene. Y la prisión, desde luego. La institución que cobró toda su notoriedad cuando tuvo lugar el motín en Villa Devoto.

El Código Penal es tal vez la cara menos simpática de lo que se dio en llamar el contrato social. Se establecen las normas, se tipifican los delitos dignos de sanción, se define la privación de la libertad en caso de corresponder y el volumen de la pena.

Pero el peligro sanitario hace temblar las leyes y los campos interpretativos de la normalidad republicana, pese a lo cual el poder legislativo tarda en retomar su actividad. Las leyes y las normas de organización social también son interpeladas porque las cruza la perpendicular urticante del derecho a la vida y a la salud, lo que pone en juego la pandemia.

La vida de los detenidos es respetada, pero una clausula implícita en el acuerdo social, la letra chica que nadie lee, parece decir que las cárceles deben ser un purgatorio. Un lugar de sufrimiento y expiación de culpa más que de reinserción social.

Y se larga la discusión, y para todo hay una grieta en este país. De un lado, Eugenio Zaffaroni y del otro Felicitas Beccar Varela, por nombrar las personas que atraen tal vez la mayor notoriedad. Garantismo versus un discurso de la conservación del orden constituido, que aquí no ha pasado nada y el coronavirus es una excusa. También hay otros protagonistas. De un lado, Sergio Berni, del otro la Ministra de Seguridad nacional Sabina Frederic, encarnando una discrepancia que no es la primera. Una especie de Restaurador de las Leyes en Provincia y una antropóloga un poco más abierta a otras inquietudes sociales y por eso considerada más flexible. Mano dura y mano blanda.

Dos extremos podría decirse. «Todos los presos son malos», de un lado, y «todos los presos son seres humanos», del otro, en el debate que también se corporiza en los medios de comunicación. La sensación es que un extremo espera la situación del detenido liberado que vuelva inmediatamente a delinquir y el otro anticipa el desarrollo feroz de la peste en el ámbito carcelario, donde desde hace años no se cumplen los objetivos declamados de respeto a los derechos humanos de los detenidos y el objetivo de su resocialización. Lo importante no es quién tiene la razón, sino brindar una respuesta en una situación sanitaria que urge. En encontrar el punto de equilibrio entre el derecho penal y el derecho a la vida y la salubridad, individual y colectiva, está el desafío.

Pero ahí estamos. La pandemia nos agarra con lo que tenemos. Con el Estado que tenemos, con la economía caminando por la cornisa del default y la pobreza extendiéndose. Con los hospitales que tenemos, y las escuelas. Con las cárceles, esos territorios a los que nadie les prestó la menor atención, como una especie de agujeros negros (en el espacio exterior a la sociedad). Nos agarra la pandemia con los respiradores y las tobilleras electrónicas que hay.

Desde hace añares, el acuerdo democrático es que se respeta la vida, no habilitando la pena de muerte. La pena capital, tácita o expresamente avalada en nuestro país, siempre estuvo asociada a procesos de dictadura: los fusilamientos de los anarquistas en la dictadura de Uriburu en 1931; los de 1956 durante la presidencia de Aramburu; los de 1972 en Trelew y las terriblemente extendidas desapariciones forzadas de personas durante la última dictadura militar de 1976. Nos hemos puesto de acuerdo en que la vida vale, y tanto más se exterioriza en la postura actual del gobierno de cuidar la salud relegando a la economía, una dicotomía incómoda e incluso negada por las autoridades, que también se ocupan de aclarar que se ocupan de brindar ayudas monetarias a los sectores perjudicados por la cuarentena.

También, se respeta la vida de los que cometen delitos. El ex Presidente Carlos Menem reclamó la pena de muerte para Seineldín en 1990, jefe del último alzamiento carapintada, pero no tuvo eco, menos mal.


La vida de los detenidos es respetada, pero una clausula implícita en el acuerdo social, la letra chica que nadie lee, parece decir que las cárceles deben ser un purgatorio. Un lugar de sufrimiento y expiación de culpa más que de reinserción social. Y es éste pensamiento, esta letra chica del sentido común colectivo el que entra en cuestión porque el purgatorio es peligroso para la salud del detenido, desde ya. No ahora, desde mucho antes. Pero en este momento la amenaza toma otra encarnadura. Y ahí estalla por el aire, se torna visible en toda su dimensión, entra luz al purgatorio porque los presos rompieron el techo y se hacen ver.

Unos proponen: está bien, que se construyan más cárceles, de esa manera no habría más hacinamiento. Pocos reclaman que haya más justicia, en sentido del valor en sí y también en recursos para ese poder del Estado, que le permita tramitar con una mayor velocidad las causas, porque muchos detenidos lo son sin sentencia firme. Que se hagan más cárceles, insisten. Los buenos contra los malos. O, mejor, recreando la canción Qué ves de Divididos: ¿Qué ves cuando me ves? Una pregunta que los que rompieron el techo de la cárcel le hacen a la sociedad entera.

Y el fantasma que recorre el país de que los van a liberar a todos, corporizándose el peligro en la sociedad. Ellos van a estar libres y vos en cuarentena. Una inversión radical de nuestra cotidianeidad: los que deben estar en cuarentena son ellos. Se dio vuelta el mundo, maldito coronavirus, las certezas naufragaron tanto que pareciera que el mundo anterior a la peste se hundió como la Atlántida en algún lugar misterioso.

Mientras los medios de comunicación cacarean, los jueces reciben la dura interpelación de una pandemia y de los olvidados que treparon y quemaron los techos.

¿Y cómo se arregla ahora esto? Reuniones acá y allá. Tweets aclarando, desmintiendo el éxodo masivo. Cacerolazos y reclamos. ¿Cómo lograr que todo se resuelva “en su medida y armoniosamente”, como diría Perón? Vaya uno a saber. Lo que es claro es que los extremos no contribuyen a dar respuestas. Es un problema de la Justicia, dijo el Presidente Alberto Fernández, y no mintió. No soy amigo de los indultos, aclaró y pateó la pelota a la tribuna.

Y es que cobra plena vigencia ese axioma que dice que la generalización no contribuye a nada. Hay infinitos grises. Detenidos a poco de cumplir su condena, en condiciones de pedir la libertad condicional, con situación de salud que los incluye en los grupos de riesgo frente a la pandemia. Para salir de la entente, no se puede probablemente aplicar una norma general.

El juez y los órganos actuantes son los que cuentan con más información que los opinólogos (el que esto escribe, uno más) desconocemos totalmente para tomar las decisiones más acordes considerando la situación. Caso por caso. Situación por situación. Mientras los medios de comunicación cacarean, los jueces reciben la dura interpelación de una pandemia y de los olvidados que treparon y quemaron los techos. Y son seres humanos intentando aplicar justicia. Y pueden fallar, como recordaba el mentalista Tu Sam.

Pero, si en Argentina durante un mundial de fútbol todos somos directores técnicos e incluso en una pandemia todos les discutimos a los infectólogos, en las causas en que se debe decidir cuestiones delicadas como la libertad o la privación de la misma de una persona, debe respetarse y dejarse actuar a la Justicia. Con el Código Penal en una mano, las Convenciones de Derechos Humanos en la otra, y la información de cada situación
particular que se hace carne en el expediente y la situación vital del detenido. Como dice el dicho popular, zapatero a tus zapatos. Y los de afuera son de palo.

(*) Escritor y trabajador social. Escribió tres libros y ha publicado artículos en distintas revistas como Marfil, Zoom, El Sur, El Estadista y el Economista.




"Hay cacerolas que con amor alimentan y cacerolazos que dividen e infunden miedo"… @dealgunamanera...

Curas Villeros: "Hay cacerolas que con amor alimentan y cacerolazos que dividen e infunden miedo"…

Curas Villeros. Fotografía: Paula Conti

El equipo de Curas Villeros de Capital y Provincia de Buenos Aires elaboraron un documento llamado "Aniversario del Padre Mugica y el impacto del Coronavirus en las villas y barrios populares”, que fue presentado en la Parroquia Cristo Obrero de la Villa 31 de Retiro. “Según las últimas palabras del Padre Carlos Mugica sabemos que ‘tenemos que estar ahora más que nunca junto al pueblo’”, sostuvieron.

© Escrito por Mariano Nieva el  miércoles 06/05/2020 y publicado por la Agencia Paco Urondo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

"El COVID 19 está pegando fuerte en nuestros barrios". Así comienza el nuevo documento que emitió el Grupo de Curas Villeros del área metropolitana de Buenos Aires, llamado "Aniversario del Padre Mugica y el impacto del Coronavirus en las villas y barrios populares" que se presentó en la Parroquia Cristo Obrero de la villa 31 de Retiro a cargo del Padre Guillermo Torre. El comunicado fue leído por los mismos sacerdotes frente al mausoleo que guarda los restos de Carlos Mugica, quien fuera asesinado por la Triple A el 11 de mayo de 1974.

Todavía se recuerda en 1999 el emotivo cortejo que salió del Cementerio de La Recoleta, recorrió Av. del Libertador y llegó como destino final al corazón de la villa 31, donde se celebró un misa precedida por el entonces Arzobispo de Buenos Aires Jorge Bergoglio. Hoy, Papa Francisco. De esta manera y luego de 25 años, el Padre Carlos volvía para quedarse para siempre con su gente.

Durante el acto donde se leyó el documento, el Obispo de la Pastoral Villera, Gustavo Carrara, expresó: "Seguimos aprendiendo de nuestra gente sencilla tan acostumbrada a tener que adaptarse siempre a nuevas y difíciles situaciones. Ellos y ellas aceptan la buena decisión del Gobierno Nacional de hacer cuarentena y valorar las decisiones en favor de los que más sufren las consecuencias que van apareciendo. Según las últimas palabras del Padre Carlos Mugica sabemos que ‘tenemos que estar ahora más que nunca junto al pueblo’”.

Y prosiguió diciendo: “Esta cercanía nos lleva a comprender que, en líneas generales, la comunicación y las políticas del Gobierno en todos sus niveles están enfocadas a la población en general. Entendemos que también es necesario hacer un foco en los barrios populares”.

Luego, los sacerdotes abordaron en el escrito dos temas de actualidad que por estos días llevan a diversas discusiones en el seno de la sociedad. Por un lado, el reiterado pedido al Gobierno de la Ciudad Buenos Aires (GCBA) de los vecinos de la propia villa 31 ante el corte de suministro de agua potable en este contexto tan crítico de la pandemia. Y por el otro, la situación sanitaria desesperante de las cárceles y la posibilidad de salidas de presos con prisión domiciliaria.

En ese marco, el Padre Pepe Di Paola aseguró: “Si bien esta pandemia afectó en nuestro país primero a gente de otros sectores sociales, sabemos que con el tiempo va creciendo mucho el contagio en los barrios vulnerables. Esperamos que no resurjan actitudes discriminatorias. En este contexto, la pandemia hace que se visibilicen problemas estructurales de nuestros barrios. La realidad se nos vino encima. Hay temas en los que no podemos seguir esperando su solución. Hay lugares con serios problemas de falta de agua, como la villa 31. Nos preocupa la situación del hacinamiento y abandono en las cárceles, las limitaciones del sistema de salud, la asistencia alimentaria sostenida y muchas necesidades concretas que surgen por la pérdida de las changas y trabajos informales de muchos de nuestros vecinos. Es preocupante la realidad de despidos arbitrarios”.

Y advirtió: “Se vienen momentos muy duros en lo social. Va a ser largo. Es urgente que se favorezca el acceso a los subsidios habitacionales. Cada vez más gente se queda sin dinero para pagar el alquiler. En la línea del I.F.E (Ingreso Familiar de Emergencia) es necesario que se aumenten determinados beneficios sociales en cuanto al acceso a la compra de alimentos y medicamentos. En la última Pascua, el Papa Francisco decía a los movimientos y organizaciones populares que tal vez sea ahora tiempo de pensar en un salario universal para que ningún trabajador se quede sin derechos”.

Seguidamente, el Padre Toto de Vedia de la Villa 21-24 de Barracas tomó la palabra y explicó: “Estos son tiempos de hablar con hechos. Ausentarnos de los barrios populares sería colaborar para que crezca la injusticia existente. En nuestros barrios no cerramos las Capillas. Todas las actividades habituales se reconfiguran en función de lo que vamos viendo que necesita la comunidad. Se pone de manifiesto la solidaridad natural de los vecinos.”

También, hubo una mención acerca de los cacerolazos que hace unos días están llevando a cabo algunos sectores sociales en protesta de la supuesta liberación de miles de presos peligrosos y la importancia de las organizaciones sociales: “Nos hace bien ver cacerolas que con amor alimentan y dan esperanza y no cacerolazos que dividen e infunden miedo al otro. Las cacerolas de los pobres, como todo lo que surge de ellos, son para cuidar y sostener la vida. Los pobres nos enseñan que los tiempos difíciles son para unir y no para que nos sigamos dividiendo. De la mano de las autoridades civiles locales, nuestras Parroquias y Capillas, junto a las organizaciones sociales, acompañamos el relevamiento de los adultos mayores, las campañas de vacunación y la asistencia con alimentos. Muchas de nuestras Capillas se ofrecen como casas de resguardo para que hagan la cuarentena muchos vecinos.”, concluyó.

El cierre de la exposición de este grupo de curas que comparten la vida con los vecinos y vecinas de las villas de la ciudad y la provincia de Buenos Aires, estuvo a cargo de Basilicio “Bachi” Britez, quien ejerce su tarea pastoral en el barrio Almafuerte, ex Villa Palito, de La Matanza: “Necesitamos que el Estado actualice su presencia en los barrios vulnerables de acuerdo a las diferentes cuestiones y las dificultades que se presentan, la seguridad, la salud, la educación y las limitaciones de conectividad en estos lugares. Muchos chicos no pueden hacer la tarea de la escuela, a pesar del esfuerzo de los docentes. Es preocupante la realidad de nuestros adultos mayores y de los que tienen determinados problemas de salud. Nos preocupa la insuficiente capacidad de espacios de aislamiento. Valoramos la dedicación del personal de salud de nuestros barrios. Es preciso que se destine lo necesario para que no colapse el sistema de salud".

Y contextualizó: Hace falta tener en cuenta espacios para los hermanos y hermanas que están en consumos de drogas. Hace tiempo venimos denunciando la cantidad de pibes y pibas muertos por el paco. Hoy seguimos denunciando la realidad de estos pibes y pibas en esta situación de pandemia. Hace más de 50 años, Carlos Mugica y sus compañeros fundaron el Equipo de Sacerdotes para las villas. Hoy los curas y las comunidades de nuestros barrios coordinamos esfuerzos para el bien de los vecinos, especialmente aquellos que más necesitan. Hoy hay más presencia del Estado que en esa época. Pero es insuficiente todavía. Seguimos necesitando una presencia inteligente del Estado. Que en este mayo patriótico, la Virgen de Luján nos estimule a seguir acompañando a nuestro pueblo", finalizó.

Equipo de Curas de Villas y Barrios Populares de Capital y Provincia:

P. José María Di Paola, P. Eduardo Drabble, P. Andrés Benítez. Villa La Carcova, 13 de Julio y Villa Curita. Diócesis de San Martín.
P. Guillermo Torre, P. Agustín López Solari. Villa 31. Arquidiócesis de Buenos Aires.

P. Juan Isasmendi, P. Patricio Etchepareborda, P. Lucas Walton. Villa 1-11-14. Arquidiócesis de Buenos Aires.

P. Lorenzo de Vedia, P. Facundo Ribeiro. P. Ramiro Terrones, P. Carlos Olivero. Villa 21-24 y Zavaleta. Arquidiócesis de Buenos Aires.

P. Nibaldo Leal. Villa Hidalgo. Diócesis de San Martín.

P. Hernán Cruz Martín, P. Gustavo Rofi: Barrio Don Orione - Claypole. Obra Don Orione. Diócesis Lomas de Zamora.

P. Basilicio Britez. Villa Palito. Diócesis de San Justo.

P. Nicolás Angellotti. Puerta de Hierro, San Petesburgo y 17 de Marzo. Diócesis de San Justo.

P. Domingo Rehin. Villa Lanzone. Diócesis de San Martín.

P. Gastón Colombres, P. Marco Espínola. Villa 15. Arquidiócesis de Buenos Aires.

P. Damián Reynoso. Monoblocks Villa Soldati. Arquidiócesis de Buenos Aires.

P. Martín Carroza, P. Oscar Gallegos Álvarez, P. Ramiro Pannunzio. Villa Cildañez. Arquidiócesis de Buenos Aires.

P. Adrián Bennardis, P. Ariel Corrado. Villa 3 y del Barrio Ramón Carrillo. Arquidiócesis de Buenos Aires.

P. Joaquín Giangreco. Villa Trujuy. Diócesis Merlo-Moreno.
P. Juan Manuel Ortiz de Rozas. San Fernando. Diócesis de San Isidro.

Carlos Morena, Mario Romanín, Fernando Montes, Juan Carlos Romanín, Salesianos, Don Bosco. Villa Itatí. Diócesis de Quilmes.

P. Juan Ignacio Pandolfini. Villa la Cava. Diócesis de San Isidro.

P. Leonardo Silio. Barrios Manantiales, Atalaya, Rififi, Cascallares, Cassasco. Diócesis Merlo-Moreno.

P. Pedro Baya Casal. Villa Rodrigo Bueno. Arquidiócesis de Buenos Aires.

P. Andrés Tocalini. Villa los Piletones. Arquidiócesis de Buenos Aires.

P. Franco Punturo, Villa 20. Arquidiócesis de Buenos Aires.

P. Omar Mazza. Villa Inta. Arquidiócesis de Buenos Aires.

P. Gustavo Carrara, obispo auxiliar de Buenos Aires, Vicario para la Pastoral en Villas de CABA.