domingo, 5 de mayo de 2019

Operación Libertad. A Guaidó lo apoya la calle, y a Maduro los cuarteles… @dealgunamanera…

A Guaidó lo apoya la calle, y a Maduro los cuarteles… 

Contraste. El “presidente encargado” aparece continuamente rodeado de civiles y gente en las calles, su mayor fortaleza. El mandatario que ocupa Miraflores se muestra una y otra vez con militares, que representan el verdadero sostén de su poder. Fotografía: AFP y AP

El columnista del Diario Perfil retrata a una población agobiada y explica por qué fracasó la "Operación Libertad" encabezada por Juan Guaidó.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 05/05/2019 y publicado por el Diario Perfil de la República Argentina.

La insurrección destinada a remover del poder a Nicolás Maduro era algo que estaba acordado. Según cuatro fuentes consultadas en Caracas, dos independientes, una vinculada a Juan Guaidó y otra vinculada al gobierno de Maduro, los hechos del martes 30 de abril fueron como se describen a continuación.

Arreglo. El acuerdo se dio entre las Fuerzas Armadas que respondían –y siguen respondiendo– a Maduro y Leopoldo López, que había tenido una activa participación en el diálogo con la cúpula de las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas, y también con el temible Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), diálogo en el que también hubo alguna participación el gobierno de Estados Unidos.

¿Cuál era el arreglo? La liberación de Leopoldo López se iba a producir en la madrugada del miércoles 1 de mayo e inmediatamente después iba a seguir a esto una marcha de López y Guaidó a la base aérea de La Carlota, en Caracas. Ese iba a ser el puntapié inicial de un levantamiento generalizado de las Fuerzas Armadas en todo el territorio. Se había dispuesto una salida de Maduro del país y, por supuesto, el acuerdo garantizaba la amnistía de la cúpula militar.

Pero en ese momento se produjo una filtración –que tal vez pudo haber provenido de algún sector militar que no tuvo una adecuada comunicación, o no estuvo muy convencido de estos hechos– y esto aceleró una reunión del Tribunal Superior de Justicia de Venezuela (TSJ), que dispuso una acordada para ordenar la vuelta a prisión de Leopoldo López.

Advertida de esto, una de las integrantes del TSJ, la jueza Marisela Godoy, renunció al tribunal, porque no estaba de acuerdo con “las medidas que se van a adoptar”, es decir, la detención y el traslado de Leopoldo López de su arresto domiciliario a la cárcel. Ante esto fue que acató la orden de indulto de Guaidó y liberó a López, porque liberarlo de su prisión domiciliaria era mucho más fácil que intentar liberarlo de una prisión, lo que hubiera significado una operación de mayor envergadura, con costo en vidas, para la cual, además, el Sebin no estaba preparado.

Por lo tanto, el comienzo de la Operación Libertad se adelantó 24 horas, y cuando López fue liberado en los cuarteles todo el mundo dormía. Esta situación produjo desconcierto. El apoyo que esperaban Guaidó y López no ocurrió, y esto le dio tiempo a Maduro para rehacerse, y la comunicación que existía entre funcionarios importantes del gobierno de Estados Unidos y la cúpula militar de las Fuerzas Armadas Bolivarianas se canceló. De ahí surge aquella expresión por parte de los negociadores del gobierno de Trump que decían “estamos llamando a los celulares y los celulares se apagaron”.

El comienzo de la Operación Libertad se adelantó 24 horas, y cuando López fue liberado en los cuarteles todo el mundo dormía. Esta situación produjo desconcierto. El apoyo que esperaban Guaidó y López no ocurrió, y esto le dio tiempo a Maduro para rehacerse.

Ante la falta de coordinación que se observó ese día como consecuencia del adelantamiento de la operación, algunos militares que vieron que el factor sorpresa se había perdido rápidamente se apresuraron a quedarse en su lugar y proclamar una vez más su lealtad a Maduro.

Así se produjo el fracaso de la Operación Libertad, que además se puso en marcha un día laboral, lo que impidió que la gente se manifestara en las calles como lo hizo el 1 de mayo, cuando esto estaba ya organizado. Tampoco había una información clara de lo que estaba sucediendo y, por ende, la calle no le respondió a Guaidó. Lo que ocurrió el martes 30 marcó, desde el punto de vista de los hechos, el fracaso del movimiento insurreccional que pensaba llevar adelante el “Presidente encargado”.

Características. El viernes estuve en la conferencia de prensa que dio el presidente alterno Juan Guaidó, y realmente fue una interesante experiencia verlo, escucharlo. ¿Cómo lo vi? Guaidó tiene una característica muy curiosa: su timbre de voz es bastante similar al de Hugo Chávez, luce relajado, tranquilo, sonriente, responde a las preguntas con serenidad, con argumentos sólidos y con una estrategia estudiada. A la pregunta sobre si fue un fracaso el episodio del 30 de abril, responde: “Fracaso es la falta de energía eléctrica, la falta de agua, la falta de alimentos, la hiperinflación, los salarios indignos que se ganan en Venezuela”. Es un argumento claramente planificado.

Sin duda, en lo que expresa Guaidó y en lo que se vio en la conferencia de prensa, es evidente su seguridad de que hoy Maduro no puede con él y son muy claros sus dos objetivos centrales: la formación de un gobierno de transición, y que ese gobierno convoque a elecciones libres y transparentes en Venezuela.

Guaidó tiene dos objetivos centrales: la formación de un gobierno de transición, y que ese gobierno convoque a elecciones libres y transparentes en Venezuela.

Tras estos dos objetivos están toda su iniciativa, toda su acción y la de aquellos que lo acompañan. En la conferencia, Guaidó confirmó las negociaciones con los militares de las cuales había hablado Leopoldo López y se mostró confiado por el apoyo internacional que tienen su gestión y su gobierno.

Ecuación. Así las cosas, está planteada aquí en Venezuela una especie de ecuación política muy simple, muy clara y obviamente muy extrema: a Guaidó lo apoya la calle; a Maduro, los cuarteles. El contraste es fuerte: mientras Guaidó se muestra sonriente y relajado, Maduro aparece enojado y amenazante. No significa esto que la disputa esté terminada.

Esta ecuación de la cual hablábamos –para Guaidó la calle y para Maduro los cuarteles– sin duda representa una disparidad: la disparidad de las armas. Quien tiene las armas es el gobierno de Maduro, a quien le responden las Fuerzas Armadas. Mientras tenga ese respaldo militar, va a ser difícil que Guaidó pueda acceder –a través de la calle– al gobierno.

La esperanza de Guaidó es ir demoliendo el respaldo militar que tiene Maduro poco a poco, casi jornada tras jornada. ¿Cuánto llevará eso? No se sabe, ni tampoco si se logrará. Es evidente que Estados Unidos cumplió un rol en toda esta intentona que, también es evidente, no se detendrá por el episodio del 30 de abril.

La esperanza de Guaidó es ir demoliendo el respaldo militar que tiene Maduro poco a poco, casi jornada tras jornada. ¿Cuánto llevará eso? No se sabe, ni tampoco si se logrará.

Pero, además, es claro lo que representa hoy la situación de Venezuela. El gobierno de Nicolás Maduro tiene una nulidad de origen muy importante. Guaidó apuesta a sostener su legitimidad en medio de una discusión de nunca acabar, que está claramente orientada por la ideología de cada uno de los bandos: para quienes apoyan a Maduro, la ilegitimidad es de Guaidó; para quienes apoyan a Guaidó, la ilegitimidad es de Maduro.

Tregua. La jornada del sábado evidenció lo que ha representado lo sucedido entre el martes 30 y el miércoles 1. Se vive una especie de tregua. No hubo la cantidad de gente que seguramente esperaba Guaidó en las marchas que se realizaron a lo largo de todo el país para entregar en los cuarteles un petitorio que pide a los militares que dejen de apoyar a Maduro y vuelquen ese apoyo a Guaidó.

Está claro que hay un proceso en marcha que es imparable, y está claro también para Guaidó, para Leopoldo López y para todos lo que lo apoyan que habrá necesidad de mucho más trabajo en pos de convencer a las Fuerzas Armadas de este paso: cesar el apoyo a Maduro para transformarlo en apoyo a Guaidó.

La población quedó impactada por lo que sucedió el martes y el miércoles, y si bien es evidente que la calle está con Guaidó, eso no significa que la partida esté definida.

La población quedó impactada por lo que sucedió el martes y el miércoles, y si bien es evidente que la calle está con Guaidó, eso no significa que la partida esté definida.

La realidad muestra que las Fuerzas Armadas serán la clave de esta situación institucional inédita que vive Venezuela y que es absolutamente trágica. La calle también será imprescindible. Con ella, Guaidó tiene poder y protección, lo que le impide a Maduro sacarse esa “espina” que representa la presidencia alternativa.

Pero sin las Fuerzas Armadas Guaidó no podrá acceder al poder. Su propuesta de entregar el petitorio en los cuarteles confirma que ha comprendido que ese es el paso que le falta.

Legitimidad y poder. Como dicen algunos, Guaidó tiene una creciente legitimidad, pero no tiene el ejercicio del poder. Este es su mayor problema y –por ahora– la seguridad que tiene Maduro. Ayer fue un día intenso en Venezuela: hubo redadas en búsqueda de los militares que apoyaron la frustrada sublevación y allanamientos en el Sebin, donde se cree que tuvo un germen muy importante y fundamental toda esta intentona.

Esta es la dramática, incierta y trágica situación de Venezuela. Dramática porque no se sabe cuánto se extenderá, pero sí que tendrá un final: uno de los dos se impondrá, porque la convivencia perenne entre los dos será imposible y está claro que el tiempo juega a favor de Maduro. Naturalmente, esto es algo que Guaidó y quienes forman parte de su gobierno alternativo deberán tener en cuenta. El acto del 30 así lo demuestra; el tiempo es un factor de enorme importancia, no tanto porque le permita a Maduro sumar fuerzas, sino porque se lo impide hacer a Guaidó.

A medida que el tiempo pase, la presencia de la gente en las calles será más difícil, es lo que demuestra la historia reciente de Venezuela, una historia que, según lo expresado en las últimas horas por Guaidó, él aprendió.

La voluntad de las Fuerzas Armadas en cuanto a su apoyo a Maduro es algo que tendrá que obtener Juan Guaidó en base a negociaciones intensas, sostenidas, secretas y fundamentadas. Esta es la tristeza de Venezuela: la solución de la crisis venezolana está en manos del poder militar. Esta tristeza marca la declinación de la vida democrática en Venezuela, que supo ser bastión de libertad durante los tiempos en que muchas dictaduras se enseñorearon en toda América Latina.

La solución de la crisis venezolana está en manos del poder militar.

Sobre esta base está la expectativa de la negociación internacional. La realidad interna demuestra que, frustrado lo del 30 de abril, lo de Trump ha quedado solo en palabras. El tema es qué plan B pueda tener Estados Unidos para cambiar el destino de los hechos en Venezuela. Hasta ahora no hay uno. El martes se utilizó una bala de plata que falló, y esto también complica la estrategia diplomática activa e intensa que hasta aquí ha tenido Trump buscando la salida de Maduro.

El martes estuvo cerca; hoy está lejano, en cuanto a la inminencia que pudo haber tenido a partir de la trama que se conoció sobre los hechos del golpe insurreccional frustrado del 30 de abril.

Una Venezuela dramática, trágica e increíblemente violenta. En medio de esta disputa de legitimidad política entre Nicolás Maduro y Juan Guaidó está el padecer que vive Venezuela. Esto es lo importante y lo dramático, lo que se verifica día tras día: el deterioro de las condiciones de vida de los venezolanos.

Transitar por las calles de Caracas significa ver autos viejosedificios desvencijadosgente haciendo cola para conseguir los alimentos que haya. Significa enterarse de lo que representan salarios de miseria absolutajubilados haciendo fila para cobrar haberes de 18 mil bolívares, equivalentes a 3 dólares al cambio paralelo y 6 dólares al cambio legal.

Transitar Caracas nos da una clara noción de la doble vida a la cual deben exponerse los venezolanos. A nadie le alcanza con un solo trabajo para vivir, todos deben tener algún otro, tal vez en negro, para poder subsistir. Esta idea de la subsistencia es la que hoy marca el ritmo entre los ciudadanos venezolanos, por eso una de las cosas que se escuchan en aquellos que están a favor de Guaidó es “preferimos morir peleando que morir de hambre”.

De todos modos, el episodio del 30 de abril dejó una huella, un sabor amargo en los que apoyan a Juan Guaidó, que en las marchas de ayer se vio claramente. Si bien la calle está presente, lo está con el temor que produjo la represión. Las cinco muertes y los heridos generan miedo entre los manifestantes que se aferran a una esperanza sin plazos que, para muchos, es desesperanza.

Esta es la realidad de una Venezuela dramática y trágica, de una Venezuela increíblemente violenta, donde los delincuentes hoy no roban más casas, porque allí no hay plata, sino objetos que no pueden venderle a nadie. Una Venezuela donde el surrealismo mágico se hace realidad, y cada vez que esto sucede, significa el sufrimiento de la gente.

Por todo esto, quienes pueden irse del país bregan por hacerlo, haciendo colas y trámites interminables para lograr el pasaporte que les permita el acceso a un presente mejor que este, que los deja sin futuro.

CP




Hipocresía argentina… @dealgunamanera…

Provocaciones…

Tension. Venezolanos exiliados y argentinos chavistas chocaron frente a la embajada en Bs. As. Fotografía: CEDOC PERFIL

El 30 de Abril hubo decenas de miles de manifestantes en la calle, donde ejercieron su derecho a protestar contra el gobierno de Macri. También se cantó por el regreso de Cristina Kirchner. A la tarde de ese mismo día, frente a la embajada de Venezuela, un grupo de exiliados manifestó su apoyo a la protesta contra Maduro que había estallado en Caracas. Los hostilizaron aguerridos defensores locales del “madurismo”; volaron trompadas, le arrebataron el teléfono a un repartidor. La Policía de la Ciudad intervino, excesiva e ineficaz, como es costumbre.

© Escrito por Beatriz Sarlo el domingo 04/05/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Los exiliados venezolanos ejercían su derecho y no es difícil comprenderlos, porque Maduro es una hipérbole de rasgos que estuvieron presentes en el chavismo, pero que ahora alcanzan un indecente paroxismo de intolerancia. Lo que en Chávez era una ideología expresada con talento oratorio, con Maduro perdió expresividad y carisma. Lo suyo es el verticalismo impuesto por la fuerza o la corrupción.

Los defensores argentinos de Maduro alegan que hay que aguantarlo todo con tal de enfrentar al imperialismo. Hay que aceptar la falta de comida y la subordinación a un jefe vociferante e inepto como si fuera una prueba heroica. Solo quienes no pasan privaciones piden tales sacrificios: enfrenten ustedes al imperialismo, mientras aquí nosotros todavía tenemos Parlamento, somos legisladores o funcionarios, cobramos dieta, viajamos, vamos a la universidad, publicamos nuestras ideas. Aguanten ustedes.

A los venezolanos los vemos en Buenos Aires todos los días trabajando en lo que consiguen, decenas de horas en bicicleta repartiendo los deliveries de porteños más afortunados; decenas de horas limpiando o atendiendo bares, cobrando en negro, viviendo en una ciudad extranjera donde se los distingue por su acento y donde compiten por los peores trabajos.

Son inmigrantes, esa condición que los discursos recogen con hospitalidad ampulosa y la realidad desmiente. A los venezolanos millonarios y proimperialistas nunca tuve oportunidad de verlos todos los días en el transporte público, ni cargando un cajón de Glovo. Deben haber elegido ciudades como Miami para pasar el rato.

Pues bien, esos trabajadores venezolanos estaban en Buenos Aires, frente a la embajada de su país, apoyando a quienes, en Caracas, tiraban piedras y eran reprimidos por la policía, con el arma novedosa de las tanquetas topadoras. Separados por un cordón policial, un grupo con algunas banderas rojas manifestó su antiimperialismo agrediéndolos de palabra. En esa escena, el dolor del exilio se sumó al insulto recibido frente a la embajada. Un hombre de un lado se trenzó con uno del otro y empezaron las trompadas.

Hay que entender el totalitarismo como una patología de la idea democrática, donde el populismo hace que la democracia se vuelva contra ella misma, reflexionó un filósofo de la política. No se equivocaba, aunque no estaba pensando en el eje La Habana-Caracas-La Cámpora-Recoleta.

En Caracas ya hay varios muertos que no siguieron el consejo que les dio Pepe Mujica: no ponerse delante de las tanquetas. Seguro que esos infelices se pusieron delante de las balas.

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lunes, 29 de abril de 2019

Los campos de concentración de la “conquista del desierto”... @dealgunamanera...

Los campos de concentración de la “conquista del desierto”


© Fuente: Felipe Pigna, Los mitos de la historia argentina 2Buenos Aires, Planeta. 2004, págs. 317-321, adaptado para El Historiador.

Los sobrevivientes de la llamada “Conquista del Desierto” fueron “civilizadamente” trasladados, caminando encadenados 1.400 kilómetros, desde los confines cordilleranos hacia los puertos atlánticos.

A mitad de camino se montó un enorme campo de concentración en las cercanías de Valcheta, en Río Negro. El colono Galés John Daniel Evans recordaba así aquel siniestro lugar: En esa reducción creo que se encontraba la mayoría de los indios de la Patagonia. (…) Estaban cercados por alambre tejido de gran altura; en ese patio los indios deambulaban, trataban de reconocernos; ellos sabían que éramos galeses del Valle del Chubut. Algunos aferrados del alambre con sus grandes manos huesudas y resecas por el viento, intentaban hacerse entender hablando un poco de castellano y un poco de galés: ‘poco bara chiñor, poco bara chiñor’ (un poco de pan señor)”.1

La historia oral, la que sobrevive a todas las inquisiciones, incluyendo a la autodenominada “historia oficial” recuerda en su lenguaje: “La forma que lo arriaban…uno si se cansaba por ahí, de a pie todo, se cansaba lo sacaban el sable lo cortaban en lo garrone. La gente que se cansaba y…iba de a pie. Ahí quedaba nomá, vivo, desgarronado, cortado. Y eso claro… muy triste, muy largo tamién… Hay que tener corazón porque… casi prefiero no contarlo porque é muy triste. Muy triste esto, dotor, Yo me recuerdo bien por lo que contaba mi pobre viejo paz descanse. Mi papa; en la forma que ellos trataban. Dice que un primo d’él cansó, no pudo caminar más, y entonces agarraron lo estiraron las dos pierna y uno lo capó igual que un animal. Y todo eso… a mí me… casi no tengo coraje de contarla. Es historia… es una cosa muy vieja, nadie la va a contar tampoco, ¿no?…único yo que voy quedando… conocé… Dios grande será… porque yo escuché hablar mi pagre, comersar…porque mi pagre anduvo mucho… (…)”. 2

De allí partían los sobrevivientes hacia el puerto de Buenos Aires en una larga y penosa travesía, cargada de horror para personas que desconocían el mar, el barco y los mareos. Los niños se aferraban a sus madres, que no tenían explicaciones para darles ante tanta barbarie.

Un grupo selecto de hombres, mujeres y niños prisioneros fue obligado a desfilar encadenado por las calles de Buenos Aires rumbo al puerto. Para evitar el escarnio, un grupo de militantes anarquistas irrumpió en el desfile al grito de “dignos”, “los bárbaros son los que les pusieron cadenas”, en un emocionado aplauso a los prisioneros que logró opacar el clima festivo y “patriótico” que se le quería imponer a aquel siniestro y vergonzoso “desfile de la victoria”.

Desde el puerto los vencidos fueron trasladados al campo de concentración montado en la isla Martín García. Desde allí fueron embarcados nuevamente y “depositados” en el Hotel de Inmigrantes, donde la clase dirigente de la época se dispuso a repartirse el botín, según lo cuenta el diario El Nacional que titulaba “Entrega de indios”: “Los miércoles y los viernes se efectuará la entrega de indios y chinas a las familias de esta ciudad, por medio de la Sociedad de Beneficencia”.3                                     

Se había tornado un paseo “francamente divertido” para las damas de la “alta sociedad”, voluntaria y eternamente desocupadas, darse una vueltita los miércoles y los viernes por el Hotel a buscar niños para regalar y mucamas, cocineras y todo tipo de servidumbre para explotar.

En otro artículo, el mismo diario El Nacional describía así la barbarie de las “damas” de “beneficencia”, encargadas de beneficiarse con el reparto de seres humanos como sirvientes, quitándoles sus hijos a las madres y destrozando familias“La desesperación, el llanto no cesa. Se les quita a las madres sus hijos para en su presencia regalarlos, a pesar de los gritos, los alaridos y las súplicas que hincadas y con los brazos al cielo dirigen las mujeres indias. En aquel marco humano unos se tapan la cara, otros miran resignadamente al suelo, la madre aprieta contra su seno al hijo de sus entrañas, el padre se cruza por delante para defender a su familia”.

Los promotores de la civilización, la tradición, la familia y la propiedad, habiendo despojado a estas gentes de su tradición y sus propiedades, ahora iban por sus familias. A los hombres se los mandaba al norte como mano de obra esclava para trabajar en los obrajes madereros o azucareros.

Dice el Padre Birot, cura de Martín García: “El indio siente muchísimo cuando lo separan de sus hijos, de su mujer; porque en la pampa todos los sentimientos de su corazón están concentrados en la vida de familia”.4

Se habían cumplido los objetivos militares, había llegado el momento de la repartija del patrimonio nacional.

La ley de remate público del 3 de diciembre de 1882 otorgó 5.473.033 de hectáreas a los especuladores. Otra ley, la 1552 llamada con el irónico nombre de “derechos posesorios”, adjudicó 820.305 hectáreas a 150 propietarios. La ley de “premios militares” del 5 de septiembre de 1885, entregó a 541 oficiales superiores del Ejército Argentino 4.679.510 hectáreas en las actuales provincias de La Pampa, Río Negro, Neuquén, Chubut y Tierra del Fuego. La cereza de la torta llegó en 1887: una ley especial del Congreso de la Nación premió al general Roca con otras 15.000 hectáreas.

Si hacemos números, tendremos este balance: La llamada “conquista del desierto” sirvió para que entre 1876 y 1903, es decir, en 27 años, el Estado regalase o vendiese por moneditas 41.787.023 hectáreas a 1.843 terratenientes vinculados estrechamente por lazos económicos y/o familiares a los diferentes gobiernos que se sucedieron en aquel período.

Desde luego, los que pusieron el cuerpo, los soldados, no obtuvieron nada en el reparto. Como se lamentaba uno de ellos, “¡Pobres y buenos milicos! Habían conquistado veinte mil leguas de territorio, y más tarde, cuando esa inmensa riqueza hubo pasado a manos del especulador que la adquirió sin mayor esfuerzo ni trabajo, muchos de ellos no hallaron –siquiera en el estercolero del hospital– rincón mezquino en que exhalar el último aliento de una vida de heroísmo, de abnegación y de verdadero patriotismo”.5

Los verdaderos dueños de aquellas tierras, de las que fueron salvajemente despojados, recibieron a modo de limosna lo siguiente: Namuncurá y su gente, 6 leguas de tierra. Los caciques Pichihuinca y Trapailaf, 6 leguas. Sayhueque, 12 leguas. En total, 24 leguas de tierra en zonas estériles y aisladas.

Ya nada sería como antes en los territorios “conquistados”; no había que dejar rastros de la presencia de los “salvajes”. Como recuerda Osvaldo Bayer, “Los nombres poéticos que los habitantes originarios pusieron a montañas, lagos y valles fueron cambiados por nombres de generales y de burócratas del gobierno de Buenos Aires. Uno de los lagos más hermosos de la Patagonia, que llevaba el nombre en tehuelche de “el ojo de Dios”, fue reemplazado por el Gutiérrez, un burócrata del ministerio del Interior que pagaba los sueldos a los militares. Y en Tierra del Fuego, el lago llamado “Descanso del horizonte” pasó a llamarse “Monseñor Fagnano”, en honor del cura que acompañó a las tropas con la cruz” 5.

Referencias:

1 Walter Delrio, “Sabina llorar cuando contaban. Campos de concentración y torturas en la Patagonia”, ponencia presentada en la Jornada: “Políticas genocidas del Estado argentinos: Campaña del Desierto y Guerra de la Triple Alianza”, Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Poder Autónomo, Buenos Aires, 9 de mayo de 2005. Citado por Fabiana Nahuelquir en “Relatos del traslado forzoso en pos del sometimiento indígena a fines de la conquista al desierto”, publicado en: http://www.elhistoriador.com.ar/articulos/republica_liberal/sometimiento_indigena_conquista_al_desierto.php.

2 Testimonio recogido en Perea Enrique: “Y Félix Manuel dijo”, Fundación Ameghino, Viedma, 1989. Citado por Fabiana Nahuelquir, op. cit.

3 El Nacional, Buenos Aires, 31 de diciembre de 1878.

4 Álvaro Yunque, Historia de los argentinos, Buenos Aires, Anfora, 1968.

5 Manuel Prado, La guerra al malón, Buenos Aires, Eudeba, 1966.

6 Osvaldo Bayer, “Rebelde amanecer”, Buenos Aires, Página/12, 8 de noviembre de 2003.





domingo, 28 de abril de 2019

Sinceramente Hubris… @dealgunamanera...

Sinceramente Hubris… 
Cristina Kirchner modelo 2019. Dibujo: Pablo Temes.


La aparición del libro de Cristina Fernández de Kirchner -verdadero suceso editorial del momento- representa un hito político significativo en el complejo panorama vernáculo. Su lectura es de gran utilidad no sólo para tener claridad sobre los planes futuros de la ex presidenta sino también de su personalidad. Pero, además, da el pie para reflexionar -una vez más- sobre uno de los males del poder que más castiga a la Argentina: el síndrome de Hubris. Y esto no se limita solamente a la ex mandataria: abarca también a Mauricio Macri.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 28/04/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Los males del poder son extensivos a todos sus grados y formas. No se circunscriben exclusivamente al ámbito político sino que incluyen al poder sindical, empresarial, deportivo, religioso y un largo etcétera.

El síndrome de Hubris tiene 14 síntomas que han sido claramente definidos por el destacado neurólogo británico, David Owen. Ellos son:

1- Una propensión narcisista a ver el mundo como un escenario donde ejecutar su poder y su búsqueda de gloria.

2- Una predisposición para llevar adelante actos que puedan dar al poderoso una oportunidad de mejorar su imagen ante la opinión pública.

3- Una preocupación desmedida del poderoso por su imagen y su aspecto.

4- Un modo mesiánico de comentar los asuntos corrientes y una tendencia a la exaltación.

5- Una identificación con la nación o una organización hasta el extremo que el individuo cree que su punto de vista y sus intereses como idénticos.

6- Una tendencia a hablar de sí mismo en tercera persona o usar la forma de “nosotros”.

7- Una excesiva confianza en su propio juicio y un desprecio por los consejos y las críticas de los demás.

8- Un enfoque personal exagerado y omnipotente de lo que creen ser capaces de hacer.

9- Una convicción de que, antes de rendir cuenta de sus actos al conjunto de sus colegas o la opinión pública, la Corte ante la que deben responder es la Historia o Dios. 

10- La idea inquebrantable de que esa Corte los absolverá.

11- Una pérdida de contacto con la realidad, a menudo vinculada a un aislamiento paulatino.

12- Agitación, imprudencia, e impulsividad.

13- Una tendencia a privilegiar su visión de las cosas, sin medir adecuadamente sus costos y beneficios.

14- Una incompetencia “hubrística” cuando las cosas van mal a causa de las malas decisiones que tomó el líder, basadas en su excesiva confianza en la sabiduría de sus decisiones.

La simple lectura de los ítems precedentes permiten apreciar cuántos de ellos afectan a Macri y a Fernández de Kirchner quienes, al día de hoy, son los dos precandidatos con mayores posibilidades de ganar en las elecciones de octubre.

Juicio a la economía de Macripor Jorge Fontevecchia

Macri cree que todo -absolutamente todo lo que está haciendo- está bien. Que no hace falta cambiar una coma. Es una conducta repetitiva: decía lo mismo al comienzo de su gestión. 

Por eso afirmó alguna vez -equivocadamente- que lo peor ya había pasado. Y si bien hace un reconocimiento enunciativo de los problemas del presente, su postura denota ajenidad. La novedad que ha incorporado en los últimos días ha sido  la de adjudicar culpa de lo que está pasando con la inestabilidad del dólar, exclusivamente, al posible triunfo de la ex presidenta, sin preguntarse qué se hizo mal en su gobierno para llegar a este punto. Son los síntomas de los ítems 7, 13 y 14 del síndrome de Hubris.  

Esta actitud ha generado dos consecuencias: una, la pérdida de credibilidad del Presidente en particular y de su administración en general; la otra, la decisión de María Eugenia Vidal de apartarse de la ortodoxia rígida del gobierno para tomar medidas que mejoren la vida de la gente en lo inmediato.

“Sinceramente” representa el primer paso de la campaña presidencial de Cristina Fernández de Kirchner. Si alguien tenía -o aún tiene- dudas sobre sus planes, el libro las despeja: ella será candidata. Por lo tanto, el acto de presentación de su obra -en la Feria del Libro, el jueves 9 de mayo- será el acto de lanzamiento de su campaña electoral. Si los rumores que vienen desde el Instituto Patria se concretan, será una campaña atípica. La idea es que la ex presidenta hable poco. Ya se sabe que cuando habla la embarra y pierde votos. La idea es que hable a través de sus escritos y sus libros. 

Sinceramentees el primero. Y, por lo que se lee, mucho no la va ayudar en su necesidad de sumar votos. 

La hechura del libro llevó un año. Contrariamente a lo que algunos se apresuraron a señalar, no fue CFK la que lo escribió. Lo que ella hizo fue lo que hacen los expresidentes: dictarlo a un colaborador quien desgrabe el material que, luego de ser revisado por el autor, es enviado a un “ghost writer” (escritor en la sombra) que se encarga de la redacción final. En este caso, esa tarea le correspondió a nuestra destacada colega, María Seoane.

Conductas y expresiones dejan al descubierto el síndrome que la domina.

El contenido de Sinceramente” nos lleva a través de un universo variopinto de anécdotas que terminan de constituir una especie de “La Biblia y El Calefón”, algo absolutamente representativo de la patológica personalidad de Cristina, del que surgen sus conductas, actitudes y expresiones que dejan al descubierto los rasgos del Hubris. Es, además, la demostración palmaria de que la ex presidenta no ha cambiado. Los que pregonan la existencia de una persona distinta tienen su desmentida rotunda en este libro. Nada que sorprenda: modificar las patologías de la ex presidenta -como las de cualquier otra persona que las padeciera-  es una tarea con destino de fracaso en la mayoría de los casos.

Como una muestra de las muchas que provee el libro sobre las conductas “hubrísticas” de Fernández de Kirchner, una de las más significativas aparece en el siguiente párrafo: “Muchas veces, después del balotaje, pensé en eso que finalmente no se dio: yo, frente a la Asamblea Legislativa, entregándole los atributos presidenciales a… ¡Mauricio Macri! Lo pensaba y se me estrujaba el corazón. Es más, ya había imaginado cómo hacerlo: me sacaba la  banda y, junto al bastón, los depositaba suavemente sobre el estrado de la presidencia de la Asamblea, lo saludaba y me retiraba.

Todo Cambiemos quería esa foto mía entregándole el mando a Macri porque no era cualquier otro presidente. Era Cristina, era la loca, la yegua, la soberbia, la autoritaria, la populista en un acto de rendición”.

Este párrafo explica perfectamente la concepción del poder que tuvo y tiene CFK. Una concepción  manifiestamente antirrepublicana y más afín con una monarquía. 

Y, en este sentido se acerca a la idea que expresa la frase célebre erróneamente atribuida a Luis XIV: “El Estado soy yo”. La confusión de roles que expresa el párrafo citado del libro es brutal. La investidura presidencial exige el cumplimiento de normas que van más allá de las personas. En el acto de traspaso del mando lo que hay es el traspaso de los atributos del poder, hecho que tiene un valor institucional. Poco le importó eso a la entonces presidenta.

Conclusión, ese paso que contempla la ley no se cumplió. Para Cristina, lo personal estuvo por sobre lo institucional. Lo interesante, además, es que pasados ya tres años del episodio no hay ningún atisbo de autocrítica. O sea, nada cambió. Esta conducta se corresponde a la perfección con el tercero y el quinto síntoma del síndrome de Hubris.

El otro elemento que surge de Sinceramente” es la falacia. Hay falacias por doquier.

De ese verdadero vademecum, rescatamos unas pocas. Hacerlo con todas haría necesario la escritura de un opúsculo adicional los ya existentes sobre esta temática. Seleccionamos tres: “Debo admitir que la cuestión de las cadenas nacionales fue todo un tema. Sí, el hecho de que yo hablara por cadena nacional -bastante seguido, es cierto- para comunicar la gestión de gobierno, obras, leyes, medidas, etc., tenía una razón objetiva: si yo no utilizaba esta herramienta, lo que nosotros hacíamos no aparecía en los medios de comunicación”.

La verdad -como tantas veces sucede con los dichos de la ex jefa de Estado- es otra. Primero porque lo que normalmente ocurre es que un gobierno democrático comunica a través de las conferencias de prensa. Es paradójica esta queja de CFK que  protestaba porque los medios no comunicaban lo que hacía su gobierno. Y es paradójica porque ella, a su vez, se encargaba de prohibirles a sus funcionarios que hablaran con los medios que no le respondían. 

Además, el kirchnerato contaba con una poderosa estructura mediática -la TV PúblicaRadio NacionalTélam, el Grupo Indalo, Radio Del Plata, Tiempo- que hacían oficialismo declarado y militante. Por lo tanto, las cadenas -que se instalaron como instrumento de gestión durante la crisis con el campo- tuvieron dos objetivos: la acción de propaganda gubernamental y el ataque a los críticos del gobierno.

Parece que la ex presidenta se olvidó de ese “detalle”. Cómo no recordar -a manera de simple muestra- aquella alocución en la que vilipendió a un abuelo por haberle querido regalar un dólar a su nieto, idea de la que debió desistir porque el cepo se lo impidió.

Otra falacia es la referida al Papa. “Bergoglio trataba de verlo (a Kirchner) y hacía las gestiones a través de Cancillería, pero también llamaba a Oscar Parrilli, secretario general de la Presidencia, sugiriéndole que Néstor lo visitara en la Catedral. Parrilli le contestaba ‘Mire, usted llama y el Presidente lo recibe a solas, en secreto, en público, en Olivos, donde usted quiera. Jorge le contestaba ‘Bueno, gracias pero no’. El respondía ‘No, que venga él a verme a mí a la Casa de Gobierno’. Del otro lado, Bergoglio contestaba: ‘No, que venga él a la Catedral. En definitiva, ellos no se vieron porque ninguno quiso cruzar la Plaza de Mayo”.

Una cosa es una buena posición económica y otra la fortuna que amasaron en sus doce años en el poder.

En verdad, el problema fue otro. Néstor Kirchner veía en el cardenal Jorge Bergoglio a un enemigo político. Y esto dio pie a acciones mucho más graves que la de no asistir a los Te Deum del 25 de mayo en la Catedral. El expresidente buscó el desplazamiento del entonces arzobispo de Buenos Aires. Esa una historia que aguarda ser contada con todo detalle. Y a esa actitud se sumó CFK. Hay que recordar lo que fue la Casa Rosada aquel miércoles 13 de marzo de 2013 cuando Bergoglio fue electo Papa. Y hay que recordar también el lamentable discurso de la entonces presidenta en Tecnópolis ese día: dijo que había sido electo un papa latinoamericano -no argentino-, a quien no nombró.

La última falacia que merece ser subrayada es la atinente a su fortuna. “Se cansaron de decir que Néstor y yo habíamos llegado pobres al gobierno pero nos fuimos ricos. No es así. Nunca llegamos pobres a ningún cargo de la función pública. Y menos a la Presidencia de la Nación”.

Era sabido que los Kirchner tenían una buena posición económica al llegar a la función pública. No se conoce de nadie que haya dicho que eran pobres. De paso, viene bien recordar que esa buena posición económica la cimentaron en la tristemente famosa 1050 de la época de José Alfredo Martínez de Hoz, por la que mucha gente perdió las viviendas que había intentado adquirir por medio de créditos hipotecarios.

Pero una cosa es una buena posición económica y otra es la fortuna que amasaron durante sus doce años en el poder. La legitimidad de esa fortuna es lo que deberá dirimirse en los juicios pendientes de celebración. Son los que debieron haberse producido durante su gestión, de los que la expresidenta habla falazmente en su libro.

No hubo ningún juicio por estas causas sino sobreseimientos apresurados, hechos bajo presión, como lo reconoció el ex juez Norberto Oyarbide. Son los juicios que nunca se van a substanciar si Cristina Fernández de Kirchner es reelecta en noviembre.

Sintesis del Libro Sinceramente…

Imagen: AFP

Salió a la venta el libro de Cristina Kirchner, que se agotó en horas…

“Me llamaron loca, histérica, orgásmica”

Las grandes cadenas adelantaron un día la salida a la venta y fue furor. En el libro, la ex presidenta deja la idea de que volverá a ser candidata.

En una época de crisis profunda del mercado editorial, Sinceramente, el libro de Cristina Kirchner, pinta como el gran suceso de los últimos tiempos. Ayer, las grandes cadenas de librerías decidieron adelantar un día la salida a la venta y miles de ejemplares se agotaron en cuestión de horas. Se suponía que el resto de las librerías lo pondrían a la venta hoy, pero había dudas acerca de si se podría hacer frente a la demanda. En la editorial Pengüin Random House avisaron que se están imprimiendo más ejemplares, pero que no es un proceso veloz. En el libro de 600 páginas, la ex presidenta cuenta intimidades y da sus opiniones sobre distintos hechos ocurridos en los últimos años y de la actualidad. También habla sobre la persecución judicial que sufre y el origen de la fortuna familiar. Aquí van algunas de las cuestiones sobre las que escribió Cristina Kirchner.

Dictadura

“En la madrugada del 6 de enero de 1976, en Río Gallegos, nos detuvo la policía provincial por orden del Ejército, junto a una pareja de amigos, Oscar ‘Cacho’ Vázquez y su esposa Mabel Velásquez. La orden de detención era para Cacho, que había sido delegado de la Regional VII de la juventud Peronista, y para todo aquel que lo acompañara. Estuvimos presos 16 días. Recuerdo que nos reencontramos con Néstor en la puerta de la vieja casa familiar de la calle 25 de Mayo. Nos abrazamos muy fuerte y le dije: ‘Tenemos que irnos del país, esto va a ser una masacre, nos van a pasar por arriba como una Caterpillar’. El quiso tranquilizarme y me dijo: ‘No…no va a ser para tanto, va a ser como todos los golpes, los primeros dos o tres meses habrá que cuidarse y después todos se aflojan’. Lamentablemente, la historia se encargó de darme la razón”.

Derechos humanos

“Me causa gracia cuando algunos afirman que instalamos la cuestión de los derechos humanos por conveniencia, como si hubiera sido un tema que en la Argentina de aquellos años diera rédito político. Al contrario, las dirigencias partidarias más relevantes miraban para otro lado frente a las leyes de impunidad, y los únicos que batallaban ese tema eran los organismos de derechos humanos”.

Néstor

“Si me preguntan qué fue lo que más amé de Néstor, contestaría que todo. Era un personaje. Al Teatro Colón, por ejemplo, Néstor decidió no ir jamás. Cuando en marzo de 2006 nos visitó la reina Beatriz de Holanda, acompañada por su hijo Guillermo de Orange y su esposa, la argentina Máxima Zorreguieta, nosotros le ofrecimos una recepción en los salones de la Cancillería, frente a la Plaza San Martín. Todavía no teníamos el Museo del Bicentenario, que él no llegó a ver inaugurado. Nos explicaron que luego, como retribución, la reina ofrecía una fiesta al presidente y a su gobierno y que para eso decidió alquilar al Teatro Colón. Pero el presidente… no fue al Colón. Y tuve que ir yo. No pude convencer a Néstor. Literalmente le rogué: ‘Néstor, por favor, tenés que ir’. El me retrucaba: ‘Al Colón no voy a ir, no se los voy a pisar’. Le supliqué: ‘Néstor, tenés que entender que es una equivocación. El Colón es una de las salas líricas más importantes del mundo y es nuestra. ¿Por qué no vas a ir?’. Me contestó: ‘No pienso ir ni loco al teatro de la oligarquía argentina, no se los voy a pisar, no les voy a dar el gusto’”.

Estudio

“Decidimos abrir el estudio jurídico y de a poco empezamos a tener clientes muy importantes de Santa Cruz, que era amigos de su padre. Entre los primeros, Cayetano Drisaldi, concesionario de Citroën y agente oficial de YPF en Santa Cruz. También los dueños de la concesionaria Dodge Chrysler: Pablo Sancho y Victoriano Manzanares; este último además fue nuestro primer contador y padre de Víctor Alejandro Manzanares, que años después no sólo fue síndico del banco de Santa Cruz sino también, cuando su padre se retiró, nuestro contador. Fue a partir de ese momento que comenzamos a crecer económicamente”.

Fortuna

“En el año 2003 Néstor presentaba su primera declaración jurada como presidente y en ella, en el rubro 4.6 de ‘Depósitos y dinero en efectivo’, en la columna correspondiente a tipo de cuenta, depósitos a plazo fijo en dólares americanos figuraba la suma de U$S 4.387.674. Repito: en el 2003, Néstor ya declaraba tenencia de depósitos en efectivo por más de 4 millones de dólares. Sin embargo, se cansaron de decir que Néstor y yo habíamos llegado pobres al gobierno pero nos fuimos ricos. No es así. Nunca llegamos pobres a ningún cargo de la función pública. Y menos a la Presidencia de la Nación”.

Cajas

“Los plazos fijos que estaban, como siempre durante todos aquellos años, en el banco Galicia, que fue el que nos vendió los dólares en efectivo que se colocaron en las cajas de seguridad… ¿de qué banco?… Galicia. El dinero nunca salió del banco, hay una línea de continuidad sin ningún tipo de fisuras. ¿Por qué las cajas de seguridad estaban a nombre de Florencia, mi hija? Muy simple: porque tanto Máximo como yo estábamos viviendo en Río Gallegos y la única persona que vivía en Buenos Aires para hacer ese trámite, que es personal, era Florencia”.

Retenciones

“Vino Martín Lousteau con Gastón Rossi, su asesor, a explicarnos el tema de las retenciones móviles que se basaban en el criterio de la renta extraordinaria. No me pareció mal, porque es un criterio que comparto. Me acuerdo como si fuera hoy de aquella reunión. Estábamos los tres: Alberto Fernández, Lousteau y yo. El jefe de Gabinete le pregunta: ‘¿Estás seguro que no habrá problemas con eso?’. Y Lousteau, muy seguro de lo que decía, contestó: ‘No, a ellos la soja no les interesa’. Juro por la vida de mis tres nietos y mis dos hijos, que es lo que más quiero en el mundo, que dijo eso”.

Clase media

“El 13 de noviembre de 2012 el Banco Mundial publicó un informe que revelaba que la clase media en Argentina se había duplicado en la última década y que se destacaba como el país latinoamericano con el mayor aumento de su clase media como porcentaje de la población total. Y pensar que me tuve que fumar que dijeran que no había combatido la pobreza. ¡Justo a nosotros, que duplicamos la clase media! O sea, una parte importante de los argentinos y las argentinas dejaron, durante nuestros gobiernos, de ser pobres… y no lo digo yo, lo dijo el Banco Mundial. Aunque también, a pesar de ello, una porción importante de esa misma clase media terminó votando a Mauricio Macri”.

Macri

“Si alguien me pidiera que definiera a Mauricio Macri en una sola palabra, la única que se me ocurriría es: caos. Sí… Mauricio Macri es el caos y por eso creo firmemente que hay que volver a ordenar la Argentina. Como se dice por ahí: que cada cosa esté en su lugar; la heladera en la cocina y el inodoro en el baño. Esto exige a cada uno de los argentinos y las argentinas, cualquiera sea su lugar en la sociedad, una primera decisión casi actitudinal que permita encarar los problemas que el gobierno de Mauricio Macri nos está dejando y que no existían en 2015”.

Atributos

“Muchas veces, después del balotaje, pensé en eso que finalmente no se dio: yo, frente a la Asamblea Legislativa, entregándole los atributos presidenciales a… ¡Mauricio Macri! Lo pensaba y se me estrujaba el corazón. Es más, ya había imaginado cómo hacerlo: me sacaba la banda y, junto al bastón, los depositaba suavemente sobre el estrado de la presidencia de la Asamblea, lo saludaba y me retiraba. Todo Cambiemos quería esa foto mía entregándole el mando a Macri porque no era cualquier otro presidente. Era Cristina, era la ‘yegua’, la soberbia, la autoritaria, la populista en un acto de rendición”.

Género

“Me llamaron loca, histérica, orgásmica, desesperada por el poder. Mientras escribo, pienso con dolor que a pesar de haber sido la primera mujer electa presidenta de la historia, no se alzó ninguna voz feminista para condenar el ataque por mi condición de mujer. Ojo, no digo para defender el gobierno, ni las políticas, ni a ninguna persona en particular, sino el género que era agredido como tal”.

Aborto

“Yo antes era una persona que decía ‘no soy feminista, soy femenina’. ¡Qué estupidez! ¡Qué inmensa estupidez y lugar común! En la marcha de 2018 salieron las adolescentes de 13, 14 y 15 años. Eran decenas de miles que salían de los colegios, religiosos inclusive –porque se les veía los uniformes–, se sacaban la camisa y se ponían pañuelos verdes. Ahí me puse a pensar… dentro de quince años yo voy a tener 80, voy a ser una vieja y Helenita va a estar en quinto año, María Emilia va a estar en cuarto y les van a preguntar las compañeritas: ‘Che, ¿qué votó tu abuela?’ Y ellas van a contestar: ‘Esa vieja votó en contra’. ¡No señor! Eso no lo voy a permitir”.

Legado

“El legado de Néstor se proyecta en los jóvenes que tomaron las mismas banderas con firmeza y que hoy resisten para que la patria no vuelva a estar de rodillas. Pienso que tal vez ese sea mi rol, el de ser un puente entre las nuevas generaciones y las anteriores; nosotros tomamos la posta de otros para construir la Argentina y, a pesar del fuerte revés que nos acecha, serán los y las jóvenes quienes deberán seguir adelante”.