domingo, 27 de marzo de 2016

Islas Malvinas. El paraíso está en "el fin del mundo"... @dealgunamanera...

El paraíso está en "el fin del mundo"...


Colonias de pingüinos abundan en Sea Lion y las demás islas.  Se han identificado cinco especies de pingüinos. Foto: Mario González

Las Islas Malvinas encierran bellezas y tesoros naturales, que se pueden apreciar a mayor plenitud en Sea Lion, quizá la más recóndita de ellas. Además, el archipiélago aprovecha los fuertes vientos para generar energía.

© Escrito por Mariano González, enviado especial, el sábado 26/03/2016 y publicado por elsalvador.com de la Ciudad de San Salvador, El Salvador.

En tiempos pretéritos la gente creía que el mundo acababa allende los mares del Sur y que en adelante había oscuridad y monstruos marinos. Pero no es así: en Sea Lion, la Isla de los Leones Marinos, la más recóndita de las Islas Malvinas, se encuentra un paraíso con pingüinos, leones y elefantes marinos, gaviotas, albatroces y otras especies de aves.

Un recorrido por la isla, de sólo ocho kilómetros de largo y poco más de un kilómetro y medio de ancho, permite conocer sus contrastes: hospitalarios lagos con patos,  colonias de pingüinos y playas con decenas de leones y elefantes marinos que se introducen a la gélidas aguas del Atlántico Sur a buscar alimento y luego salen a dormir la siesta. Se inquietan ante la presencia de visitantes, pero literalmente no les quita el sueño.




Los pingüinos se congregan pareciendo como si se tratara de una reunión de etiqueta o coctel donde todos departen y se divierten.

Para llegar a este paraje se toma un chárter del Servicio Aéreo Gubernamental de las Islas Malvinas (Figas) desde Puerto Argentino. El vuelo dura unos 40 minutos.

En partes de la isla se encuentra suelo de “peat” o turba, que es inflamable.

En Sea Lion hay un pequeño hotel, el cual está abierto desde septiembre hasta abril, pues cierra durante los meses de invierno.

Sea Lion llama al descanso y el recogimiento, pero también a la exploración en vehículos todo terreno, con el conductor a la derecha por supuesto.

Descubrimiento.

Sea Lion es sólo una de las 778 islas de este archipiélago situado a 400 millas del extremo sureste de Sudamérica. La diferencia de tiempo es de tres horas de adelanto con respecto a la de El Salvador.

El primer descubrimiento de este archipiélago se atribuye al navegante Américo Vespucio en el año 1501, aunque  es motivo de controversia.



Se dice que Hernando de Magallanes, quien había avanzado hacia el sur buscando un paso que uniera los dos océanos, dio con las islas aproximadamente en el año 1520.

Otros atribuyen el descubrimiento del archipiélago, en 1422, al navegante chino Hong Bao, quien por orden del emperador Yong Le y formando parte de la armada del almirante Zheng He, procuraba llegar al “fin del mundo”.

En 1832, Charles Darwin realizó un examen zoológico de las islas durante su viaje alrededor del mundo a bordo del Beagle.

Especies que se preservan.

Salvo varios sistemas montañosos, el territorio es básicamente plano, con no más de 705 metros sobre el nivel del mar.

En las islas se han catalogado más de 220 especies de aves, entre ellas cinco especies de pingüinos y más del 60 por ciento de albatroces de ceja negra, así como una de las aves de presa más rara del mundo: el caracara estriado.

También se cuentan 14 especies de mamíferos marinos, como los elefantes marinos y los leones marinos del Sur, delfines de Commerson, delfines australes y ballenas orca.

Las focas y leones marinos a menudo descansan en matas altas de hierba, por lo cual los visitantes deben tener cuidado para no patearlos. En cuanto a la flora, se han identificado 350 especies de plantas.

Todo esto está bien documentado en el museo que se encuentra en Puerto Argentino.

En algunas áreas todavía hay minas antipersonas que quedaron de la guerra de 1982. Son zonas prohibidas al paso de turistas.


La pesca, la agricultura y el turismo son los pilares de la economía de las islas.

Los mariscos y el cordero figuran entre los platos más gustados. La comida es esencialmente occidental. Uno de sus principales productos de exportación son los  calamares.

Puerto Argentino cuenta con un hospital provisto de 28 camas, con médicos, cirujanos, radiólogos, dentistas, farmacéuticos y anestesistas.

Para llegar a Puerto Argentino se debe tomar un vuelo que sale cada semana desde Punta Arenas, Chile. (*)

(*) Nota de la redacción del Blog. También cada segundo sábado del mes, parte un vuelo de la misma empresa desde la Ciudad de Río Gallegos, el cuál retorna el tercer sábado de cada mes a la misma ciudad.



La fatal equivocación… @dealgunamanera...

La fatal equivocación…


La fatal equivocación. Dibujo: Pablo Temes.

La incapacidad para pensar los errores parecía prolongar, en la débil transición democrática de los 80, los silencios de los años anteriores.

Han pasado cuarenta años del golpe de Estado; en junio habrá pasado medio siglo del que derrocó a Arturo Illia. En esa década que va entre 1966 y 1976 se preparó la tormenta que cerró el horizonte a partir del siniestro 24 de marzo. En ambas fechas, un periodismo mal informado, confundido o cooptado proporcionó a sus lectores un cuadro de marasmo político (en 1966) o de inconmensurable desorden interno (en 1976), que no tenía otra solución que la que se preparaba en los cuarteles.

Frente a un gobierno que no actuaba (el de Arturo Illia) o frente a un gobierno peronista en disolución que no estaba en condiciones de enfrentar los hechos de violencia, en parte generados desde su mismo corazón por la Triple A; entre un presidente blando y lerdo, como se dijo de Illia en las poderosas revistas semanales que lo caricaturizaban como una tortuga; y una presidenta como Isabel Perón que se refugiaba en Ascochinga, muchos argentinos, apoyados por tesis que difundían los grandes diarios, y el menos leído, pero muy infuyente La Opinión de Jacobo Timerman, creyeron que el golpe llegaba para restaurar el orden.

La fatal equivocación explica el apoyo o la indiferencia civil que acompañó a los tanques.

La sociedad (nunca más justo ese término que tenía pocas excepciones) terminó eligiendo entre “orden” o “anarquía” sin querer enterarse del precio que pagaba. No necesitó otros motivos que el caos de los últimos meses de Isabel Perón y la violencia entre bandos armados. Se creyó que el golpe traía una promesa que llevaba como inmerecido nombre “Proceso de Reorganización Nacional”.

Los partidos aceptaron convencerse de que esos militares eran caballeros que llegaban a restaurar un sistema político que ya no servía por defección e incapacidad de sus mismos dirigentes. Le proporcionaron a la dictadura funcionarios, intendentes, diplomáticos. Fueron colaboracionistas incapaces y cómplices. Ellos también habían dejado de entender.

Se creyó que el golpe traía una promesa que llevaba como inmerecido nombre “Proceso de Reorganización Nacional”

Si se me permite un recuerdo: en aquel entonces, yo era parte del activismo pequeño burgués de un partido marxista y conocía el clima de las entradas y las salidas de fábrica. Mis compañeros obreros, salvo los muy enceguecidos por una línea partidaria, no podían organizar su experiencia de violencia cotidiana, la portación de armas por gente hasta entonces pacífica, los rumores de muertes, la militarización de quienes en muchos casos habían sido camaradas y amigos.

Nada podía interpretarse con las claves que hasta entonces se usaron; la realidad se disgregaba como si fuera una construcción arenosa, donde todo paso abría un agujero en la superficie que, antes conocida, ahora se volvía un pantano lleno de trampas. Aunque tuviéramos “línea política” no estábamos en condiciones de contestar las preguntas más elementales ni respuestas capaces de orientar actos cotidianos: ¿tenía sentido dejar un paquete de volantes en casa de esa obrera, aunque si eran encontrados a ella seguramente le costaría su libertad o su vida?, ¿podía pedirse a ese compañero de Ford que hablara en la asamblea, aunque lo mataran al día siguiente?

Es increíble el modo en que la convicción ideológica vuelve despreciables los propios riesgos, pero también aquellos que tomamos sin avisar a quienes ponemos en peligro en nombre de la revolución o la liberación o el pueblo. Nos habíamos vuelto implacables creyendo que éramos generosos y valientes. Atribuíamos a todos nuestra propensión intelectual al sacrificio.

Pensar los errores.

En estos cuarenta años hemos maldecido a la dictadura y está bien. Pero en 1985 comencé a preguntar si, ya en condiciones de democracia, no era momento de que nos  examináramos nosotros. No sólo los que fueron guerrilleros sino también quienes pensábamos que la guerra vendría después, cuando “estuvieran dadas las condiciones”. El repudio que recibió mi pregunta de 1985 fue casi unánime. Y eso que no había Twitter.

Como sea, la cuestión sigue intrigándome. La incapacidad para pensar los errores parecía prolongar, en la débil transición democrática de los 80, los silencios de los años anteriores. El golpe no sólo mató, torturó e hizo desaparecer a miles. Logró, por el terror, interrumpir la vida política, incluso en sus formas más elementales. Para algunos de nosotros, sin embargo, la discusión sobre el peronismo y la izquierda revolucionaria debía comenzar ya, incluso en las peores condiciones.

Pero eso tenía mucho de abstracto y era discutido con  argumentos morales: no hablar de las víctimas mientras gobiernen los verdugos; no hablar de nosotros mismos cuando podíamos ser las próximas víctimas; no llamar guerrilleros a los militantes muertos o desaparecidos; no denunciar el aventurerismo de las organizaciones revolucionarias que habían sacrificado a sus integrantes.

El golpe no sólo mató, torturó e hizo desaparecer a miles. Logró, por el terror, interrumpir la vida política, aun la más elemental

Tuvieron que pasar muchos años para abrir ese debate. Oscar del Barco tiene el mérito y la coherencia de haber reflexionando sobre el caso de un militante asesinado por su propia organización. Mucho antes, todavía en el exilio de México, Héctor Schmucler escribió una frase decisiva que nadie había escrito: “¿Acaso Rucci no tenía derechos humanos?”.

Esas palabras abrieron una nueva etapa. La primera, sin duda, fue la resistencia heroica de los organismos de derechos humanos, impulsada por el desesperado coraje. Esa lucha abrió una perspectiva sin obtener el derecho de trazar un límite.

Nota al pie.

¿Cuántos desaparecidos? Cualquier cifra nos convence de que fue un infierno. Eso no pudo entenderlo un funcionario (ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires que hace doblete como director artístico del Teatro Colón). Sacó la calculadora y sirvió una mescolanza de datos históricos, comparaciones poco esclarecidas y, sobre todo, manifiesta impunidad para ser al mismo tiempo pedante y escasamente conocedor de un tema al que ofendía con su intervención desorganizada por la precipitación y el nerviosismo.


  

ONU. Plataforma Continental Argentina… @dealgunamanera...

La ONU reconoce el límite exterior de la Plataforma Continental Argentina…



El ministerio de Relaciones Exteriores y Culto anunciará este lunes un estudio argentino, que fue ratificado por expertos de las Naciones Unidas.

© Publicado el domingo 27/03/2016 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El ministerio de Relaciones Exteriores y Culto anunciará este lunes cuál es el límite exterior de la Plataforma Continental Argentina que surge de un estudio argentino, que fue ratificado por expertos de la ONU y que "reafirma los derechos de soberanía de nuestro país en una zona política, económica y estratégicamente tan importante como el Atlántico Sur"


“Esta es una ocasión especial para la Argentina. Hemos dado un gran paso en la demarcación del límite exterior de nuestra plataforma continental: el límite más extenso de la Argentina y nuestra frontera con la humanidad", anunció hoy Susana Malcorra a través de un comunicado de prensa en el que dio cuenta del análisis de la Comisión del Límite Exterior de la Plataforma Continental, órgano de Naciones Unidos integrado por 21 expertos internacionales, que dictaminó sobre cuáles son los límites marítimos de nuestro país.

En rigor, la comisión de Naciones Unidas reconoció el resultados del estudio científico, técnico y jurídico realizado por la Comisión Nacional del Límite Exterior de la Plataforma Continental (
COPLA) dependiente de Cancillería, que permitió demarcar el límite exterior de la plataforma continental argentina, tras veinte años de intensa labor.

La presentación argentina fue realizada en 2009, e incluyó el reconocimiento del límite exterior de la plataforma continental de todo el territorio argentino: continental, Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y Antártida Argentina, por lo que el dictamen de la ONU ratifica los límites argentinos y la soberanía nacional sobre el Atlántico Sur.

De esta manera, la Cancillería presentará mañana el límite exterior definitivo de la Plataforma Continental Argentina, "hecho histórico que reafirma los derechos de soberanía de nuestro país en una zona política, económica y estratégicamente tan importante como el Atlántico Sur", según comunicaron de esa cartera.

El anuncio se realizará este lunes 28 de marzo a las 11 horas en el Palacio San Martín, con la presencia del Vicecanciller, Carlos Foradori, legisladores nacionales y autoridades de Armada y Prefectura.



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Islas Malvinas. Nuevos vientos soplan al sur del continente… @dealgunamanera...

Nuevos vientos soplan al sur del continente…


Las autoridades de las Islas Malvinas lanzaron una rama de olivo al nuevo gobierno argentino para que se reanuden las relaciones de cooperación científica, turismo y otras.

© Escrito por Mariano González, enviado especial, el viernes 25/03/2016 y publicado por elsalvador.com de la Ciudad de San Salvador, El Salvador.

Cuando se habla sobre las Islas Malvinas, la gente piensa en la guerra de 1982 o en gélidos desiertos donde parece el fin del mundo, más al sur del Continente. Pero más bien se trata de bellos y tranquilos miradores y zonas clave  para la investigación científica y el turismo.

Sitios como Sea Lion, o la Isla de los Leones Marinos, son parajes con una diversidad de flora y fauna, en los que sobresalen los pingüinos y los leones y elefantes marinos, así como albatroces y otras aves. Por la confluencia de corrientes de los continentes en ese punto, abundantes cardúmenes recorren esas aguas.

Actualmente hay exploraciones en busca de petróleo y se prevé que desde 2020 habrá las primeras extracciones. El mismo suelo en algunas zonas está constituido de un material orgánico que es combustible, llamado “peat” o turba.

Nuevos vientos parecen soplar en esta región: las autoridades de las islas, que se definen como un “territorio británico en ultra mar”, lanzaron una rama de olivo al Gobierno de Argentina para volver a estrechar relaciones de cooperación mutua, tras una década de estancamiento.  Argentina mantiene su reclamo sobre las islas como parte de su territorio, lo cual derivó en una guerra en 1982.

“Nuestras expectativas son altas con el nuevo gobierno argentino de Mauricio Macri. Con el gobierno de Carlos Menem fue más pragmático y más fácil. Estamos dispuestos a dialogar sobre los temas que beneficien a Argentina y a las islas”, dijeron Barry Elsby y Michael Poole, integrantes de la Asamblea Legislativa de las islas, de tan sólo 8 miembros.


De igual manera, los legisladores valoran fortalecer lazos con Latinoamérica y tratan de afianzarlos con Chile, Uruguay y Brasil.

Ellos han ponderado el reciente encuentro cordial entre el presidente Macri y el primer ministro británico David Cameron en Londres, el pasado enero.

El Gobernador Colin Roberts, quien representa al gobierno británico, dice que una señal importante sería restablecer los vuelos directos y permitir que las demás aerolíneas hagan lo propio.

Actualmente, sólo llega un vuelo semanal de LAN Chile al aeropuerto militar de Mount Pleasant.

Hace una década 30 mil ó 40 mil pasajeros llegaban periódicamente en vuelos charter.

La capital, Puerto Argentino, es una ciudad al estilo europeo, con iglesias, barrios y pequeñas oficinas públicas, pero sobre todo lejos del mundanal ruido y con temperaturas de 18 grados y vientos de hasta 50 kilómetros por hora que recuerdan los frentes fríos de octubre y noviembre en El Salvador de hace tres décadas.

No hay embotellamientos ni olas de homicidios y otros hechos delincuenciales, aunque de vez cuando capturan a un conductor ebrio o manejando a gran velocidad.

La gente prefiere los vehículos todo terreno. Generan su electricidad a partir de combustible y energía eólica (de los vientos).

Según el último censo, las islas tienen tres mil habitantes,   con el 54 por ciento nacidos allí, el 27 por ciento de ascendencia británica, un 5 por ciento de ascendencia helénica (de la isla Santa Helena) y un 6 por ciento son chilenos.

En la capital hay varios hoteles, pubs (tabernas) y bares.

Los dos templos principales son la Catedral anglicana y la iglesia católica de Santa María.


Argentina no renuncia a su reclamo por  las islas.

El Diario de Hoy intentó en varias ocasiones obtener la posición de la Embajada de Argentina en relación con el llamado que se formula en este  reportaje. Pese a las gestiones, no se pronunciaron.

Sin embargo, medios internacionales han publicado más recientemente que el pasado 5 de marzo la  canciller Susana Malcorra declaró a una radioemisora argentina que el Gobierno hablará “con el Reino Unido de muchas otras cosas, sin ceder en lo que entendemos es un derecho” sobre las Islas Malvinas.


En un comunicado el pasado enero, el Gobierno argentino señaló que las islas fueron ocupadas en 1833 por fuerzas británicas que desalojaron a la población y a las autoridades argentinas.

Reiteró que “el objetivo permanente e irrenunciable de recuperar el ejercicio pleno de la soberanía sobre dichos territorios y espacios marítimos, de conformidad con los principios del derecho internacional y respetando el modo de vida de los habitantes de las Islas Malvinas. Este objetivo es una política de Estado y responde al anhelo de todo el pueblo argentino”.

     
El gobierno llamó al encuentro de una “solución pacífica de las controversias, el derecho internacional y el multilateralismo e invita al Reino Unido a reanudar las negociaciones con miras a resolver -a la mayor brevedad posible, y de manera justa y definitiva- la disputa de soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes, a través del camino del diálogo, la paz y la diplomacia”.


sábado, 26 de marzo de 2016

En nombre de los 30 mil… @dealgunamanera...

En nombre de los 30 mil…


Una cosa es saber que alguien fue y otra cosa es el veredicto indeterminado.

© Escrito por Daniel Link el sábado 26/03/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Cada 24 de marzo pienso en mi primo Fernando y su voz (la que recuerdo o la que imagino, porque a esta altura del partido esos registros son indiscernibles) me dice que habla en nombre de 30 mil y yo trato de que me conteste qué pasó, porque una cosa es saber que alguien fue condenado por haber hecho tal o cual cosa (y evaluar la pertinencia o no de esa pena) y otra cosa es el veredicto indeterminado, un veredicto al ser, a una forma de pensar o a una afiliación. Esa herida es incurable.

Como tantos otros, me di cuenta tarde del golpe. En marzo de 1976 yo tenía 16 años, empezaba quinto año de la escuela secundaria, era secretario general del Centro de Estudiantes y creía que el golpe de Estado era uno más de la larga lista de sublevaciones militares que habían acompañado mi infancia (“Me acuesto con Illía –así acentuado–, me levanto con Onganía”, era un versito que había aprendido de mi abuela materna).

Ese año nos tocó organizar el acto del Día de la Raza. Apenas cumplidos mis 17 años, yo fui designado para hacer el guión de esa pieza con la cual nos despediríamos del colegio. Entre los textos que se leyeron había fragmentos del Canto general y de Confieso que he vivido de Pablo Neruda. Entre las canciones que tocaron y cantaron mis amigos músicos de entonces, incluimos ese hermoso fragmento de la Cantata Sudamericana que dice:

“Otra emancipación, otra emancipación / les digo yo / les digo que hay que conquistar / y entonces sí / y entonces sí mi continente acunará / una felicidad, una felicidad / con esta gente chica como usted y como yo”.



La profesora de Historia, la Sra. Silveyra, y otras esposas de coroneles y capitanes responsables de nuestra educación abandonaron el salón de actos de inmediato (lo que, a nuestro juicio, fue un insulto a la bandera de ceremonias). La profesora de Literatura, a quien secretamente yo le dedicaba mis estúpidos poemas de entonces, me convocó para decirme que todos los que habíamos participado de esa conmemoración corríamos, entre otros riesgos, el de ser expulsados del colegio. Nos habíamos transformado en “rojos” que hacían “propaganda subversiva”, no ya por los textos y canciones que elegimos, sino también por el uso del color del telón del teatro de mi colegio (que era, desde siempre, de terciopelo rojo).

Entonces me di cuenta de que algo más grave que Lanusse estaba sucediendo. Yo era buen alumno y mi beligerancia política se había canalizado hasta entonces en el reclamo de más papel higiénico en los baños y cosas por el estilo. No entendía lo que pasaba.


Tampoco entendía lo que pasaba en mi familia, angustiada y dividida por la desaparición de mi primo Fernando Rizzo, con cuyos libros, que le compré años antes a precio de saldo, había armado mi primera biblioteca. Ese 12 de octubre, mis amigos y yo empezamos a comprender el valor de una ausencia, de dos, de tres, de treinta mil.

Yo empecé a entender lo que significaban los enloquecidos viajes de mi tía a los cuarteles y las cárceles de todo el país tratando de encontrar sin suerte a su hijo, y lentamente nos fue dominando la tristeza de una pseudo-existencia vivida a escondidas y el horror de la realidad, que empezaba a atravesarnos. O mejor dicho: nosotros, que abandonábamos el colegio, empezábamos a circular a través de una realidad horrible con la tristeza del testigo de algo de lo que nunca podrá hablar con dignidad.


Cuarenta años después, todo sigue más o menos igual, en lo que respecta a mi propia capacidad para sostener un discurso, y por eso, en su momento, evité referirme a las tristes, desencaminadas y mezquinas declaraciones del Sr. Darío Lopérfido.

Por fortuna, la sociedad civil tiene mejores recursos que yo para el asunto, lo que quedó demostrado no sólo en el unánime repudio del que fueron objeto los dichos del Sr. Lopérfido sino, antes, en la conducta ejemplar de las organizaciones de defensa de los derechos humanos, que no cejaron un instante en sostener un deseo de verdad y de justicia que no ha cesado y que no debe cesar. Provocaciones como las de Darío nos hunden en la pena porque sólo redoblan el veredicto indeterminado.