domingo, 11 de marzo de 2012

Algo se rompió... De Alguna Manera...

Algo se rompió…

 Vientos rotando al sur. Cristina Fernández. Dibujo: Pablo Temes.

El peor momento desde la 125. Tras la tragedia de Once, la Presidenta comete un error tras otro. ¿Se habrá terminado la luna de miel?

Cristina Fernández pasa por su peor momento político desde la pelea que perdió contra el campo. La inexistencia de un enemigo para atribuirle las culpas en la masacre ferroviaria de Once le produjo una suerte de síndrome de abstinencia que la empujó a cometer un error forzado tras otro y a mostrar inquietantes niveles de confusión. Hace poco más de 130 días tuvo el máximo honor de ser reelecta con 12 millones de votos, algo inédito en la historia. Por eso es incomprensible que haya insinuado dos veces una actitud de excesivo despojo sobre su cargo e investidura. Merodeó un tema innombrable. A muchos les corrió frío por la espalda. Primero dijo textualmente: “Créanme que tengo dudas si vale la pena seguir adelante”. Aclaró que siente eso cuando lo recuerda a “El” y ve cómo “algunos caminan rozagantes y critican con tanta facilidad”.

Más adelante aseguró que cambiaría todo lo que ganó en política y que ni siquiera había soñado, es decir las dos presidencias, por recuperar a la persona que mas amó en la vida. Son comentarios peligrosos en la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso. Encienden interrogantes sobre el verdadero estado anímico de una Presidenta verborrágica y dispersa como nunca, que continúa con su luto externo y sin elaborar el duelo interno.

Tal vez hay un malentendido de origen o una de las formas del autoengaño con las que todo ser humano intenta superar lo irreparable: darle a esa desaparición un carácter épico. Como si Néstor Kirchner no hubiera muerto en su cama matrimonial, de un paro cardíaco, después de que el cuerpo y los médicos le marcaron varias alertas. La forma en que Cristina encara tan dolorosa situación es como si su marido se hubiera inmolado por la patria. Incluso cuando Cristina mencionó a Juan Pablo Schiavi, usó el tono típico del reproche. “Está enfermo”, dijo como enrostrando a la sociedad que la angioplastia a la que fue sometido también fue debido a las críticas injustas a las que fue sometido por los medios y gran parte de la sociedad. Otra vez el mecanismo de cargar de heroísmo una dolencia física. 

Lo mismo se intentó hacer hasta con Iván Heyn. Como si los oficialistas murieran en pleno combate antiimperialista y el resto de los mortales muriera porque le llegó la hora. Incluso Nilda Garré, responsable máxima de que el cuerpo de Lucas se haya encontrado tan tarde, sugirió en un comunicado (no en una declaración en vivo ni sorpresiva) que el chico colaboró con su muerte por haber viajado en un lugar prohibido. Como si no hubiera igualdad en la vida pero tampoco en la muerte. Como si el fallecimiento de Lucas no fuera heroico como heroico es viajar todos los días a ganarse el pan con el sudor de la frente en esos trenes, que parecen llevar ganado al matadero.

Todos los opositores, algunos kirchneristas y los familiares de las víctimas reclamaron la renuncia de Schiavi porque lo consideran uno de los responsables políticos del siniestro ferroviario que mató a 51 personas. En la dolorosa marcha del viernes a la Catedral, incluso fue acusado injustamente de “asesino”. Algo que no se puede justificar pero sí comprender si quienes lo dicen perdieron parte de sus familias en una tragedia anunciada y evitable. Sin embargo, la maquinaria estatal de propaganda identificó a algunos “cuervos que utilizan la muerte para hacer oposición” cuando la única política que apareció abrazada con una protagonista fue Cristina, en la Casa de Gobierno. Invitó a subir al escenario a la valiente militante-enfermera Mónica Graña. 

Nadie discute los valores de Graña. Al contrario, es bueno colocarla como ejemplo solidario porque demostró coraje y desprendimiento. Pero la Presidenta no puede pretender que creamos que ella (como dijo) la invitó al acto porque la reconoció por la televisión. Ese día, un par de diarios le habían realizado una nota y la agrupación a la que pertenece envió mails a todas las producciones de las radios ofreciéndola para ser entrevistada.

Este puente de tropezones y torpezas que atraviesa el Gobierno se produce sin que aún el ajuste económico haya impactado de lleno en el bolsillo de la población. Ese sacudón social se espera para el próximo trimestre. Pero está claro que algo se rompió.

¿Se habrá terminado tempranamente la luna de miel? ¿Ya no alcanza el dinero para pagar el festival de subsidios oscuros que fue una de las vigas en las que se apoyó el modelo? ¿Llegó la hora de que la Presidenta deje de refugiarse entre unos pocos aplaudidores y amplíe su círculo de consultas? ¿Perdió potencia el mecanismo retórico de poner el guiño a la izquierda y doblar a la derecha?

Es muy difícil entender por qué Cristina recortó tanto su base de sustentación. La foto del jueves en el Congreso fue patética. Ni adentro ni afuera había dirigentes sindicales representativos, salvo el grupo de legisladores de esa extracción. Casi no había trabajadores. Un extraño peronismo sin morochos y una módica movilización con jóvenes de clase media re-entusiasmados que portaban banderas de La Cámpora. Algunos tenían remeras del Che y de Evita y aplaudieron a rabiar cuando Cristina bajó de un plumazo la ley de entidades financieras y anunció que va a emitir pesos sin respaldo para pagar deudas. En la City y en la Bolsa brindaron con champagne francés, como el agua mineral que tomó la Presidenta. Se podrá decir que son medidas prudentes y razonables. Puede ser, pero las venden como si se tratara de la reforma agraria.

Ni que hablar de los argumentos falaces, reaccionarios y prejuiciosos –que en su momento instaló Bernardo Neustadt– que utilizó Cristina para castigar a los maestros. En boca de Macri hubieran generado marchas de repudio y acusaciones de fascista o neoliberal. El propio gremialista cristinista, docente y decente, Hugo Yasky, se vio obligado a cuestionar a Cristina (“me hizo acordar a Duhalde revoleando el rebenque”) para colocarse al frente del tsunami de quejas de los educadores que se sintieron humillados. Ya lo dijo Perón: con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes.

Hay un país que está infinitamente mejor que en 2001, eso es cierto. Salimos del infierno. Pero Cristina, por momentos, cree que estamos en el paraíso. Los verdaderos militantes democráticos, nacionales y populares deberían ayudarla a comprender mejor la realidad. Obsecuentes y genuflexos, abstenerse.

© Escrito por Alfredo Leuco y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 3 de Marzo de 2012.

"Superó a Videla"... De Alguna Manera...

"Superó a Videla"...

 Bashar al Assad, presidente de Siria.

“Yo he venido a visitar la Argentina como un país abierto. Si existen algunas personas que tienen una mente cerrada, eso no me afecta para nada.” Bashar al Assad, discurso en Buenos Aires, junio 2010.

Mientras el último secretario general de las Naciones Unidas visitaba Damasco para frenar la tragedia que, según la ONU, ya llegó a 7500 víctimas mortales, el Ejército sirio bombardeó bastiones rebeldes para provocar otra matanza. Mientras Kofi Annan le imploraba mesura al presidente sirio Bashar al Assad, 62 personas morían por las armas de sus militares.

Para tener idea de lo que pasó ayer en Siria, podríamos recordar la trascendente visita que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) realizó a la Argentina en 1979. Los delegados de la CIDH escucharon las denuncias de violaciones a los derechos humanos, mientras los títeres de la dictadura los hostigaban. Pero ni siquiera el sanguinario Rafael Videla tuvo la osadía de cometer tantos crímenes durante la estadía de los funcionarios de la Comisión. Al Assad superó a Videla.

El dictador que gobierna con puño de acero su país ya recibió la condena internacional: Estados Unidos, Europa y hasta la Liga Arabe reclaman un urgente cambio de régimen. Pero Al Assad sigue en el poder. Es impune. Dolorosamente impune. Y, como lo hicieron los dictadores argentinos, jura que hay un complot en su contra. Al Assad tiene muchos amigos en la Argentina. Quizá alguno de ellos piensa que los sirios son derechos y humanos.

© Escrito por Rodrigo Lloret  y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 10 de Marzo de 2012.

Efecto boomerang... De Alguna Manera...

Efecto boomerang...

'Unplugged'. ¿Hace falta que te diga quién es? Dibujo: Pablo Temes

Caso Boudou. Explicaciones que más que aclarar, oscurecen. El vicepresidente y Echegaray realimentan la crisis.

“Es notable ver cómo se desgarran la piel desde los comunicados, las solicitadas, las declaraciones, etc. Evidentemente no miden el riesgo al que se exponen cada vez que hablan.” La frase, dicha por una fuente judicial que sigue al detalle el caso Ciccone, Boudou y compañía, resume, a su vez, el verdadero zafarrancho que en el Gobierno está causando este caso. Por eso es que la Presidenta ordenó que el Gobierno salga al rescate del vicepresidente, tarea nada sencilla por cierto. Es que Amado Boudou está en el centro de una tormenta que se ha realimentado fuertemente. En menos de siete días el vicepresidente pasó de decir en el programa “goebbeliano” 6, 7, 8 que no iba a hablar del caso, porque eso equivalía a convalidar el armado de una mentira de los medios que no responden al Gobierno, a explayarse sobre el affaire a través de distintos reportajes que transitó con notable comodidad, a los que encima después debió salir a enmendar, ya que varias de sus afirmaciones fueron desmentidas por la realidad. 

Como parte de esas “aclaraciones que oscurecieron” que no coincidían con los hechos, Boudou tuvo que salir a reconocer que era mentira que no hubiera tenido nada que ver en el visto bueno que la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) dio para el levantamiento de la quiebra de la ex empresa Ciccone Calcográfica, acción que fue el puntapié inicial para esta maniobra –altamente sospechosa de fraudulenta– de la fabricación de billetes de cien pesos que, a causa del impacto público negativo que está teniendo su difusión, está por ahora congelada.

La decisión de defender a Boudou fue tomada por la Presidenta en la noche del miércoles, después de su “Aló Presidente” con el que inauguró la galería de los ídolos populares en la Casa Rosada. Como parte de esa defensa, se le ordenó al titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, montar una conferencia de prensa destinada a quitarle envergadura a la participación del vicepresidente en el proceso que llevó al levantamiento de la quiebra de la empresa de los hermano Ciccone. En su exposición, Echegaray señaló que la participación de la AFIP no había sido algo inhabitual ya que había habido otras 350 empresas a las que se benefició echando mano de un mecanismo similar. 

Hasta ahí las cosas iban bien. Pero todo eso se desmoronó de un soplo cuando un colega preguntó, con tino, si en todos los otros casos se había verificado la misma intervención por parte del entonces ministro de Economía, Amado Boudou. La respuesta –que no sorprendió– de Echegaray fue rotunda: “no”. Y con esa respuesta todo el andamiaje defensivo de la figura del vicepresidente, trabajosamente elaborado durante 48 horas, se vino abajo. Claro que todo ese embrollo en el que se metió el administrador de la AFIP no terminó ahí; su exposición y las acusaciones de evasión impositiva, emisión de facturas “truchas” y sellos apócrifos que hizo contra la empresa Boldt son delitos por los que hay también causas abiertas contra Ciccone. Pero eso Echegaray no lo dijo. ¿Acaso lo olvidó?

Para empeorar las cosas, también las solicitadas de parte de la empresa. Fueron dos. En la primera de ellas Guillermo Reinwick, que firma como el principal accionista de The Old Fund SA, poseedora del 70% de la Compañía de Valores Sudamericana (CVS), actual nombre de Ciccone, señala que Alejandro de Paul Vandenbroele es director a cargo de la presidencia de dicha empresa. Curiosamente Reinwick, que es yerno de Tadeo Ciccone y figura como deudor impositivo en la provincia de Buenos Aires, señaló que demoró la respuesta a las denuncias por hallarse de vacaciones en el Uruguay (sic). 

Las cosas, evidentemente, no han ido bien ya que el jueves 1° de marzo Alejandro Vandenbroele publicó su propia solicitada en la que se presenta como presidente de la Compañía Sudamericana de Valores. Todo esto es llamativo, ya que Vandenbroele figura en la AFIP como trabajador autónomo categoría T1, lo que significa que no podría tener ingresos superiores a los 15.000 pesos anuales. ¿Será eso lo que cobra como presidente de CVS?

Aún falta saber varias cosas. Una de ellas –fundamental– es quiénes son los reales propietarios de la empresa The Old Funds, que fue la que aportó los fondos para el levantamiento de la quiebra de Ciccone. Como ya se adelantó en esta columna, uno de los que tuvo activa participación como aportante fue Jorge Brito, el presidente del Banco Macro –a quien hasta hace poco se lo apodaba “el banquero del poder”–, decisión por la que su socio de entonces, Eduardo Ceballos, decidió alejarse del banco.

Lo más duro para Boudou es que, más allá de lo que vaya a suceder en el ámbito judicial, para cuya comprensión es importante tener en cuenta que la maniobra de la contratación de la ex Ciccone con el objeto de fabricar billetes de cien pesos no se concretó, está claro que los hechos que se vienen denunciando a través de la investigación periodística son ciertos, circunstancia que al vicepresidente lo deja mal parado.

El pedido de juicio político que ha hecho la oposición no tiene ninguna posibilidad de prosperar, pero los que dentro del Gobierno a Boudou lo quieren tanto como a la nada, no hacen nada por ocultar el placer que les produce verlo en este trance que socava sus ambiciones políticas.

Con todo, Boudou no es el único problema que enfrenta el Gobierno en estos días. La discusión en comisión del proyecto de ley de reforma de la Carta Orgánica del Banco Central de la República Argentina ha dejado al desnudo los problemas económicos de Kirchner. La confesión clara que hizo la presidenta del Banco, Mercedes Marcó del Pont, fue una confirmación de esa situación. “Es esta reforma o el ajuste fiscal”, reconoció la funcionaria.

A Juan Pablo Schiavi, el inefable ex secretario de Transporte de la Nación, lo echó la realidad. Cuesta creer que a la Presidenta le haya llevado tanto tiempo darse cuenta de ello y pedirle la renuncia recién dos semanas después de sucedida la tragedia de Once que, con su saga de 51 muertes, enluta nuestro presente. Nadie sabe por qué laberíntico proceso la Presidenta eligió como nuevo secretario a Alejandro Ramos, intendente de reconocida gestión en la localidad santafesina de Granadero Baigorria, que no tiene ninguna experiencia en el complejo campo del transporte público. 

Lo ocurrido en la ceremonia de su asunción no dejó de llamar la atención. El punto más impactante sucedió cuando, al ser pronunciado el nombre de Juan Pablo Schiavi, la concurrencia prorrumpió en aplausos. Fue, al fin y al cabo, una muestra de indiscutible desprecio a los 51 muertos y los centenares de heridos que dejó la tragedia de Once que, a la manera de un karma, habrá de cargar por siempre sobre su espalda el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.

Producción periodística: Guido Baistrocchi

© Escrito por el Doctor Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 10 de Marzo de 2012.

Modelos de desarrollo de América Latina... De Alguna Manera...

Modelos de desarrollo en América Latina…


El viernes 16 de marzo en la sede de Aladi (Asociación Latinoamericana de Integración), junto a la Cepal y ministros y autoridades económicas de la región, debatiremos las complementariedades y convergencias de los diferentes modelos de desarrollo presentes hoy en Latinoamérica. Después de décadas de “ser pensados desde afuera”, donde las políticas económicas y sociales eran orientadas o condicionadas por los organismos financieros internacionales, la mayoría de los países latinoamericanos han vuelto al ejercicio de pensarse a sí mismo, de establecer estrategias de desarrollo desde sus propias necesidades y sus reales intereses.

Este cambio de época coincide con la crisis de legitimidad del capitalismo, en la cual el mundo desarrollado ya no puede exportar sus visiones como saber dominante o hegemónico. Se han abierto las fronteras de lo posible. De aquí la importancia de avanzar en la búsqueda de denominadores comunes y de coincidencias que le den soporte conceptual a la profundización de un Proyecto de Desarrollo para Latinoamérica en el Siglo XXI.

No se trata de actualizar el viejo desarrollismo economicista de los años ’50 que, en gran medida, escindía la política de la economía y ésta del desarrollo social y la distribución del ingreso. Cuando hablamos de un Proyecto de Desarrollo para el siglo XXI, hablamos de recentrar el dominio de la política y de la democracia respecto del mercado, y de asociar las políticas de crecimiento a la baja de la pobreza y la desigualdad.

Una relación virtuosa en la relación entre el Estado y el Mercado es la que permite orientar la economía en un sentido estratégico, hacer primar los objetivos productivos sobre las ganancias financieras y articular el crecimiento con una mejora gradual en la generación de empleo y en la distribución del ingreso.

En nuestro continente las crisis de las décadas perdidas –los años ’80 por la deuda, y los ’90 por el desempleo, endeudamiento y la situación social– hicieron que la mayoría de los actuales gobiernos mejoraran sustancialmente las cuentas públicas, tuvieran un buen nivel de acumulación de reservas y balances comerciales y de cuenta corriente equilibrados.

Cuánto ayudaron a esta situación la mejora de los precios internacionales y la emergencia de China, es decir el denominado viento de cola, es un tema a considerar. Pero no hay que quitarles méritos a gobiernos que condujeron eficazmente esta coyuntura, que tuvieron políticas contracíclicas para amortiguar los efectos de las crisis del mundo desarrollado y que les mejoraron mucho la vida a los asalariados y a los sectores más vulnerables.

De aquí que es muy difícil encontrar un momento tan favorable para América latina en la historia reciente, en cuanto a consolidar la democracia, sostener el crecimiento y bajar los niveles de desocupación, pobreza e indigencia.

Estas tres dimensiones: democracia, crecimiento y equidad, casi nunca fueron juntas en nuestra región y esto no es un hecho casual o fortuito, sino que tiene que ver con un cambio de época que ha colocado a América latina como una de las geografías del mundo donde domina una visión positiva respecto del futuro. Refuerza esta percepción de la mayoría de las sociedades el hecho de que Latinoamérica y el Caribe fueron las zonas donde más creció la inversión extranjera. Es decir, las inversiones extranjeras continúan viendo los atractivos de los recursos con los que cuenta la región y están cada vez más atraídos por los mercados en una zona en la cual continúa la expansión.

Un factor gravitante de la buena situación de un número importante de países ha sido precisamente la revalorización de la política y la legitimidad de los gobernantes a partir de los logros obtenidos. Esto ha permitido superar falsas y antiguas antinomias; Estado versus mercado, desarrollo hacia afuera versus mercado interno, inflación o desarrollo, crecimiento, distribución, y así podríamos seguir enumerando opciones y contradicciones que, a partir de distintos tipos de fundamentalismos, impidieron por mucho tiempo el despegue de la región, o, en su defecto, generaron procesos discontinuos de avances y retrocesos.

Hoy vemos cómo los mercados, a partir de la crisis europea, secuestran la democracia y vacían de contenido la política dejándola impotente o rehén del ajuste recesivo. En otras regiones, desarrollos alucinantes desde el punto de vista económico, se llevan adelante desde gobiernos de partido único donde el poder muy centralizado se dirime en torno de unos pocos funcionarios.

La crisis de paradigmas, sean ortodoxos u heterodoxos, le abre a nuestra región una gran oportunidad. Por eso la importancia que le damos al debate, al intercambio de propuestas, la búsqueda de complementariedades y al reto de articular las estrategias nacionales de desarrollo al espacio común latinoamericano. Junto a la Cepal vemos la necesidad de avanzar en esa búsqueda tomando en cuenta la necesidad de contribuir al crecimiento de la Celac (Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe), punto de partida del intento más ambicioso hacia la unidad latinoamericana. Un mecanismo o ámbito que debe ser fortalecido, buscando coincidencias a partir del respeto a la pluralidad y desde la convicción de que la mayor integración beneficia a todos nuestros países y nuestros pueblos.

© Escrito por Carlos “Chacho” Álvarez (*) y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 11 de Marzo de 2012.

(*) Secretario general de Aladi.

Movidas en el Congreso... De Alguna Manera...

Movidas en el Congreso...

La reforma al Banco Central, su avance en Diputados. Lo que se debate, un toquecito retrospectivo. Modificaciones al original, una que trajo polémica y dará para más. El debate que se viene, espacios para acordar. El traspaso de subte y colectivos. Un proyecto que interpela al federalismo. Desafíos para el macrismo y para el resto de la oposición. El sistema de transporte, un problema más vasto.

La Cámara de Diputados tratará en el recinto el proyecto de modificación de la Carta Orgánica del Banco Central (BCRA). A su vez, los senadores abordarán en comisión el sorpresivo proyecto oficial de transferir a la Ciudad Autónoma, por ley, los subtes y los servicios de varias líneas de colectivos. Para quienes aman las estadísticas sobre esos temas, vaya un pronóstico: este año el Congreso tendrá mucha actividad, sesionará asiduamente, sancionará muchas leyes. Tras las elecciones de 2009, que dejaron una composición relativamente pareja entre oficialismo y oposición (volcado hacia ésta si se sumaban todos sus fragmentos), hubo quien profetizó una edad de oro parlamentaria. La paridad, empero, empujaba hacia otro tipo de desenlace: el empate bobo, las trabas cruzadas. Así ocurrió, para exclusiva sorpresa de los desprevenidos.

Con una mayoría estricta y afiatada, el Frente para la Victoria (FpV) se apresta a sacar legítimo partido de la decisión popular soberana, que es la que adjudica las bancas. Nuestro sistema constitucional prevé la renovación cada dos años de la mitad de los diputados y un tercio de los senadores. El mecanismo amortigua los efectos de una elección plebiscitaria, como la de 2011. La bancada oficialista refleja el gran caudal de esa votación y también la menguada cosecha de 2009. Le basta para imponer sus propuestas, si no sufre deserciones o sangrías como en 2008.

La reforma del Central es un cambio de paradigma, que en sustancia sólo se rebate “por derecha”. El diseño todavía vigente se votó en 1992, en medio del furor neoconservador global, exacerbado acá por el salvajismo menemista. El miembro informante fue el salteño Juan Carlos Romero (que también fue gobernador de su provincia), quien sinceró su visión. Una cosa, dijo, es el dinero (que debe preservar un Banco Central autónomo, supuestamente escindido del poder político) y otra el crédito que se consigue vía mercado de capitales. La apertura indiscriminada al capital financiero, una de las causas de la crisis cuasi terminal de fin de siglo, tenía ahí su bandera y su exaltación. Tal era el clima de época, tan sesgado a derecha que hubo un proyecto de minoría para suprimir el Banco Central. En 2001 no faltó quien propusiera entregar el manejo de la economía local a los organismos internacionales, un anticipo de lo que sucede hoy en Grecia, bajo los plácemes del establishment financiero y político de Europa y contra la movida popular, que puebla las calles de manifestantes y personas recientemente despedidas. En España van a por eso, avasallando derechos laborales con saña tenaz. El Primer Mundo es complicado: los centroizquierda resignan identidad y principios, los centroderecha son cada vez más derecha.


Un proyecto retocado y retocable: La propuesta de modificación de la Carta Orgánica se adecua, en el buen sentido, a una tendencia mundial. Las reservas del Banco Central son patrimonio de los argentinos, acumulados merced a su esfuerzo. Escindirlas del resto de los recursos nacionales y dejarlas a merced de un elenco de tecnócratas sin votos es un disparate, antidemocrático si se mira con cuidado.

Desde el punto de vista económico, se amplían los objetivos del Banco, que deben contemplar más allá de la estrecha (aunque no irrisoria ni desdeñable) mira del control de la inflación. Es sensato proponerse objetivos más vastos. Tanto como poder pagar con reservas la deuda contraída por el Estado, principalmente bajo el mandato de otros gobiernos (luego reducida en tenaz negociación y honrada por el actual).

La presidenta del BCRA, Mercedes Marcó del Pont, defendió el cambio de criterio, respondiendo con largueza y buen tono las preguntas de los diputados opositores. Su finalidad no era recorrer el articulado, sino sustentar un cambio de época. El texto de la norma se corrigió de modo parcial al día siguiente, cuando se trató en comisiones. Hubo modificaciones, algunas sugeridas por la oposición: asumir el compromiso de publicar y difundir estadísticas monetarias, crediticias y cambiarias. Y, además, sumar al “empleo” como uno de los objetivos del funcionamiento del Banco. No fueron estos cambios, positivos, los que enojaron a las bancadas opositoras. Sí que se ampliara numéricamente la facultad del Banco de financiar al Tesoro nacional. Se acusó a Marcó del Pont de mendaz, de haberse guardado una carta bajo la manga. El reproche no se sostiene: el proyecto no tiene cláusulas secretas o cerradas a la controversia. Todo su contenido está abierto al debate, que comenzó en la misma comisión, seguirá en el pleno de la Cámara y luego tendrá el mismo periplo en Senadores. Lo que sí sucedió es que el Ejecutivo resolvió, a último momento, ampliar el quántum autorizado para financiar al Tesoro nacional. Es un porcentaje de la recaudación impositiva, se permite (por cláusula transitoria) duplicarlo. El argumento básico es que el mecanismo es procíclico: se puede prestar más en tiempos de bonanza fiscal. Y que es más funcional disponer de un resorte para auxiliar al fisco como arbitrio contracíclico: cuando sus arcas no estén tan piponas. La idea general es sugestiva y se estipula que sólo puede apelarse a la ampliación en circunstancias excepcionales. El flanco más atacable de la propuesta es que no define ni condiciona de ningún modo la excepcionalidad. En los niveles más altos del Ejecutivo y de las bancadas del FpV se asume sottovoce la falencia y se insinúa que podría retocarse en el texto definitivo. Sería un modo de mejorarlo, su concreción dependerá de cierta apertura del oficialismo a los reproches opositores y de la decisión de éstos de procurar algún acuerdo, sin ponerse maximalistas como hicieron durante la, para ellos y para el sistema político, aciaga e improductiva etapa del Grupo A.


A Congreso, en subte o bondi: La pulseada entre el gobierno nacional y el porteño sobre los subtes tomó un giro inesperado: se desjudicializó, se repolitizó. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner remitió un proyecto de ley para que el Congreso dirima el entredicho. Agregó a los subtes las líneas de colectivo cuyo trayecto empieza y termina en la Capital. Desde ya, son dos situaciones fácticas distintas que (tal vez) podrían derivar en tratamientos legales diferentes. Respecto de los subtes, el gobierno nacional propone aprobar por ley el acta acuerdo que suscribiera con el jefe de Gobierno, Mauricio Macri. Así las cosas, y mediando ya una decisión del gobierno porteño, tal vez el oficialismo afirme que no es necesario otro acto dispositivo del sistema político de la Ciudad Autónoma, como el tránsito por su Legislatura. En lo atinente a los bondis, no se sabe qué hará el FpV pero, a la luz de las Constituciones nacional y porteña, el cronista entiende que el traspaso requiere la aprobación de ambos Parlamentos.

La cuestión legal dará que hablar. El Acta acuerdo es indeciblemente escueta. Su parte dispositiva se reduce a cinco artículos, que no suman más de treinta renglones. De lo que no deja dudas es del compromiso de la Ciudad, expresado en el primero: “La Ciudad ratifica en este acto la decisión de aceptar la transferencia de la Red de Subterráneos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”. El artículo segundo precisa y agrega: “En consecuencia, la Ciudad asume a partir de la firma del presente el control y fiscalización en su totalidad así como el íntegro ejercicio de fijar las tarifas del servicio, incluyendo la facultad de establecerlas por decisión unilateral”. “En este acto” “desde la firma del presente”... no queda resquicio a la ambigüedad. La cláusula quinta, que fija un plazo para implementar “las demás decisiones legales, económicas y administrativas”, no es un lapso de espera para concretar el contrato, sino uno para redondearlo. La intención es palmaria, la fijación de tarifas un acto unilateral del macrismo que es principio de ejecución.

El Acta nada dice de los servicios de seguridad en los subtes, ni una palabra.

Muy flojo de papeles está el gobierno PRO pero la contienda entre Ejecutivos de dos jurisdicciones se empantana a falta de una autoridad superior. Trasladarla a la Corte Suprema era un modo de eternizarla y de someter al Tribunal a un entuerto que deben zanjar los mandatarios políticos. Dará para mucho la polémica acerca de la validez plena de una ley del Congreso nacional. En materia política, algunas aristas ya son visibles.


El federalismo en cuestión: Hay una vaga reminiscencia del envío de la Resolución 125 al Congreso, en medio del conflicto “con el campo”. Fue un modo de cortar el nudo gordiano, apelando a la institucionalidad. En términos políticos, en el corto plazo al kirchnerismo le salió fatal. Los adversarios enarbolaron las banderas del federalismo, la tropa propia K se diezmó, el oficialismo perdió la votación. Ahora, la correlación de fuerzas y las posiciones pintan diferente. Los bloques del FpV y sus aliados no registran fisuras. Suyas serán las banderas federales, como insinuó la Presidenta cuando anunció la medida. El macrismo contará con su fuerza propia y el apoyo del desflecado Peronismo Federal. Los legisladores no porteños de otros partidos tendrán que analizar muy bien cómo se pronuncian. El centralismo capitalino es muy antipático en cualquier provincia y todo indica que un virtual alineamiento con Macri será muy odioso para los votantes de legisladores del “interior”. Claro que acompañar al gobierno nacional es un bajón para el estilo dominante de sus adversarios, pero ponerse del lado de los porteños suena como una opción peor.

En términos prácticos, desde que reasumió Cristina Kirchner, Macri se ha posicionado como el principal líder opositor. Le hace frente en cuestiones concretas, los medios dominantes lo halagan, llega con frecuencia a las primeras planas. Los radicales, que atraviesan una etapa asambleística sin liderazgo visible, tendrán que vérselas con sus electores y deberán computar si les conviene ser “conducidos” por el jefe de Gobierno.

Otra es la ecuación del Frente Amplio Progresista (FAP), que salió segundo lejos en las elecciones nacionales. Macri les va sacando ventaja y su líder, el ex gobernador Hermes Binner, atravesará estos dos años en el llano. Sus compañeros socialistas, el gobernador de Santa Fe Antonio Bonfatti y la intendenta de Rosario Mónica Fein, mantienen trato respetuoso y hasta cordial con la Presidenta. Binner se reserva las críticas más ásperas. Tal vez sea una división de roles pactada entre ellos. Las diferencias, sin ser estridentes, son sensibles. El devenir futuro de esas diferentes conductas, un arcano que depende de cómo jueguen los protagonistas. En tal trance, tabula este cronista, a los socialistas les sería muy piantavotos ir a la zaga de Macri, reforzando su protagonismo.

Los debates han de ser interesantes aunque es improbable que el entuerto sea decidido sólo en el Congreso nacional, donde el FpV parece estar en buenas condiciones para primar, con cierta holgura. La solución, posiblemente, deba sellarse en una mesa de negociación. Pero lo que se sustancie en el Congreso no será anodino ni carecerá de impacto: incidirá en cualquier escenario ulterior. Macri tendrá que sopesar cuánto pueden limar sus ambiciones nacionales las repercusiones del debate allende la General Paz.

El desafío del transporte: La tragedia de Once y la pulseada por subtes y bondis aluden a una carencia que las precede. El sistema de transporte, incluido el ferroviario, no responde a las necesidades y derechos de los ciudadanos usuarios. Los pininos del expediente penal, el dictamen de la Auditoría General de la Nación, van en rumbo de definiciones judiciales muy críticas para el concesionario y, tal vez, para funcionarios del gobierno nacional. Pero la necesidad de introducir cambios sustanciales en el sistema de transporte interpela al Gobierno, antes y más allá del expediente. Las respuestas no han llegado aún, la salida del ex secretario Juan Pablo Schiavi era forzosa. Pero no zanja la cuestión que requiere cambios estructurales de magnitud. Marzo recién empieza, aunque no parezca. En el otoño, acaso en sus inicios, sonará la hora de definiciones necesarias.

© Escrito por Mario Wainfeld y publicado en el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 11 de Marzo de 2012.

sábado, 10 de marzo de 2012

Los números acompañan a la Presidenta... De Alguna Manera...

Los números acompañan a la Presidenta...

La gestión del Gobierno es positiva para un 58,6 por ciento, según Equis.

Una encuesta de Equis da a Cristina Kirchner con el 58,2% de intención de voto. A tres meses del nuevo mandato de CFK, un trabajo de Artemio López señala que la Presidenta tiene un 65,3 por ciento de imagen positiva y 58,2 de intención de voto. Macri tiene 37,8 y 13,6.

“A diferencia de algún otro colega, yo digo que la imagen positiva de Cristina Kirchner no sólo se mantiene, sino que la intención de voto crece un poquito por la forma en la que se sigue cayendo y desperdigando la oposición. CFK está en el 58 por ciento de los votos, que de todas maneras es su techo.” Artemio López presentó en esos términos su encuesta periódica, que se realiza a un día de que la Presidenta cumpla tres meses de su nuevo mandato. El titular de Equis hizo el sondeo en el área metropolitana y afirma que la estructura de voto y las motivaciones de voto no cambiaron para nada: alto consumo, baja en el desempleo, fuerte impacto de los planes sociales, actualización de jubilaciones, planes sociales y sueldos por encima de la inflación. “Esa es la base de la imagen y el voto de la Presidenta. Y eso no se movió.”

Las conclusiones surgen de la encuesta realizada por Equis en Capital Federal y Gran Buenos Aires. En total fueron consultadas, mediante entrevistas telefónicas, 800 personas, respetándose las proporciones en cuatro segmentos socioeconómicos: pobre por ingresos, nivel medio en riesgo, nivel medio no vulnerable, nivel medio-alto y alto.

–Da la impresión de que hay una caída de la imagen del Gobierno y de los votos del oficialismo a partir del accidente de Once, ¿es así? –le preguntó Página/12 a Artemio López
–Los mecanismos que llevaron al 54 por ciento obtenido por Cristina no han cambiado. Más allá de los climas que se crean a través de esos hechos, más en los medios que en la gente, las jubilaciones subieron más de un 35 por ciento, la Asignación Universal por Hijo, 22,7, y los primeros convenios están en un porcentaje parecido a este último. Yo no convalido los datos de inflación del Indec y tampoco los que da la oposición, que es del 22 por ciento. Y fíjese que esos aumentos a jubilaciones, asignación y salarios están incluso por encima de lo que dice la oposición. A esto agregue que por ahora sigue manteniéndose el consumo y que baja la desocupación. Para el ciudadano de a pie eso es lo que vale.

–¿Pero no impacta en imagen y voto la tragedia de Once?
–Nosotros preguntamos todo el tiempo sobre el servicio de ferrocarriles. Las opiniones son muy negativas. Lo eran antes de las elecciones de octubre y también ahora. Es como con los temas de inseguridad: siempre la gente es crítica. Pero eso no cambia ni la imagen del Gobierno ni el voto. Además, le aclaro algo fundamental: nadie rentabiliza políticamente una tragedia. Y el ciudadano común cree que no hay una figura de la oposición que pueda manejar mejor ni el subte ni el tren ni nada.

–Pero parece poco creíble que se mantenga la intención de voto de la Presidenta, incluso por arriba del 54 por ciento que consiguió en octubre.
–Hay un reacomodamiento de votantes, aparece Mauricio Macri en la escena nacional, toma votos de Hermes Binner, se desdibujó el Peronismo Federal, se desdibujó el radicalismo. De manera que no aparece nadie en la oposición en forma destacada. Le insisto en que nadie cree que lo que no puede resolver el gobierno nacional lo pueda resolver otro.

–¿No impacta la polémica sobre los subtes?
–No. Hay varios temas aquí. Primero, que buena parte de la composición de la muestra son ciudadanos del Gran Buenos Aires. Son pocos los que viajan en el subte. Segundo, incluso los de GBA que viajan en subte no son muy críticos. Son menos críticos que con el ferrocarril. Estoy convencido de que los temas centrales de las razones de voto no cambiaron y mientras no cambien, no creo que haya variaciones en la delantera que lleva Cristina. Pienso que la Presidenta está en su techo, no va a llegar al 60 por ciento de la intención de voto. Pero tampoco va a bajar significativamente, a menos que cambie la situación de fondo en los hogares.

© Escrito por Raúl Kollmann y publicado por el diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 10 de Marzo de 2012.








Cambio 16 y Jorge Rafael parte II... De Alguna Manera...

“No salimos a cazar pajaritos, sino al terrorismo y a los subversivos”...


En esta segunda entrega de la entrevista concedida en exclusiva a CAMBIO16, el exdictador, lejos de moderar sus declaraciones, persiste en mantener una visión radical de sus actuaciones al frente del país y no se arrepiente de la “caza al terrorista” que causó miles de desaparecidos.

Tras la publicación de la primera parte de esta entrevista en Cambio16, en Argentina se armó un revuelo de proporciones inimaginables. Cierta izquierda, que supuestamente dice defender los derechos humanos y los valores democráticos, incluso llegó a censurar a quien suscribe estas líneas por haber entrevistado al general Jorge Rafael Videla, en un ejercicio por tratar de imponer la autocensura y el silencio acerca de los sucesos que acontecieron en Argentina en las décadas pasadas. El comienzo de la censura es el inicio del totalitarismo. Quien teme a la verdad e impone un discurso basado en el pensamiento único sin posibilidad de objetarlo está defendiendo una forma de dictadura sutil, supuestamente inocente y anclada en las ‘verdades’ oficiales aceptadas por todos; pero, en definitiva, estamos ante una nueva forma de dictadura bajo ligeros ropajes democráticos.

La crisis Argentina de la  década de los setenta

¿Cómo juzga a la figura de Héctor Cámpora (1973)?
Los jóvenes peronistas más radicales le llaman al presidente el “tío Cámpora”, lo cual revela la afinidad entre este sector del movimiento con el presidente. Centenares de montoneros que habían perpetrado delitos y habían sido arrestados por las fuerzas de seguridad salen en libertad por decisión del presidente Cámpora. Esta gente, desde luego, no sale arrepentida ni con deseos de integrarse en el sistema democrático, sino directamente con la idea de continuar con la revolución y seguir por la vía violenta, incluso matando. Simultáneamente a estos hechos, el Congreso refrenda ese indulto y queda, digamos, legalizado de facto. Ni que decir tiene que estos jóvenes estaban armados e iban a continuar por la vía violenta su objetivo de hacer la revolución. Amnistía y olvido quedaban así refrendados. Ese fue el comienzo de los hechos que vinieron después; Perón no estaba en el país y, cuando tuvo conocimiento de los hechos, parece que no le agradaron. Estos jóvenes no actuaban de acuerdo con los principios que tenía Perón, que pasaban más por un reencuentro, un acuerdo entre todos los argentinos para solucionar los problemas, y tampoco estaban en la línea de su pensamiento.

Este desacuerdo se confirma cuando llega Perón a Argentina y no puede aterrizar donde estaba previsto, debido a que se había desatado una batalla campal donde estaba programado aterrizar y porque los propios peronistas se habían enfrentado entre ellos por el liderazgo del movimiento; se habla de que hubo entre un centenar y dos centenares de muertos. La recepción a Perón degeneró en un enfrentamiento entre la derecha y la izquierda del peronismo por monopolizar la figura del líder y controlarlo durante su llegada. Y el liderazgo, siguiendo sus patrones, tenía que dirimirse por la fuerza de las armas. El avión de Perón tiene que aterrizar en un aeropuerto militar por razones de seguridad y le recibe el vicepresidente que estaba en Buenos Aires. Perón toma conciencia de que las cosas no le van a resultar tan fáciles como él pensaba y que está juventud maravillosa de antes le iba a traer problemas; tendría que tomar medidas para evitar que la situación se desbordase y ya toma posiciones, considerando que estos jóvenes no eran tan idealistas sino revolucionarios, claramente. Tiempo después, consciente de la situación tan adversa que asume, provoca la renuncia de Cámpora y se hace un llamado a elecciones, en donde Perón sale elegido mayoritariamente con su esposa como vicepresidente. Perón, en esas elecciones, sale elegido con un alto porcentaje de votos, más del 62% del censo, y decide poner orden en un estado de cosas y en un movimiento que ya no compartía sus ideas.

Hay un episodio que lo conmueve a Perón, que es el atentado contra el dirigente gremial José Ignacio Rucci, que es asesinado y ahí, el presidente dice: “Me cortaron las piernas”. Fue un acto doloroso y mostraba que Perón no dominaba todavía la situación, mostrando a las claras que el oponente ya no tenía miramientos y estaba dispuesto a llegar hasta el final. Perón, entonces, en una reunión secreta con los dirigentes peronistas, en Los Olivos, da a entender a través de una directiva que se acabaron los miramientos hacia estos actos y que había acabar de una vez, incluso por la violencia, respondiendo a este tipo de acciones violentas y terroristas. Esta decisión dio lugar a que se produjeran una serie de acciones encubiertas. Y lamentablemente la mano ejecutora de este grupo que operaba bajo las órdenes y el consentimiento de Perón era el ministro de Bienestar Social, José López Rega, que organiza la Triple A, las famosas tres A (Alianza Anticomunista Argentina), un hombre de confianza del presidente que se dedica a ejecutar las órdenes que le da el viejo general y que no siempre se atienen a la legalidad. De esta manera, se van dando los primeros pasos y pone orden en el país, pero, sin embargo, el líder ya no es el de antes y tiene la salud muy desgastada. Hasta el último aliento da todos sus esfuerzos por normalizar y por trabajar en su proyecto, que desde luego no era el de los jóvenes “idealistas”, sino el de normalizar el país de una vez por todas tras los excesos cometidos.


María Estela Martínez de Perón, expresidenta de Argentina

¿Como juzga el papel de María Estela en todos estos acontecimientos?
Perón muere y le sucede automáticamente su mujer, María Estela Martínez de Perón, tal como se preveía legalmente. La mujer de Perón, desde luego, no estaba preparada para ser presidenta, y mucho menos en las circunstancias en las que estaba viviendo el país. Para afrontar la situación que vivíamos, se necesitaba carácter, conocimiento, capacidad para tomar decisiones y prestigio, rasgos de los que carecía totalmente esta señora. El gobierno de María Estela va perdiendo fuerza. Era una buena alumna de Perón, eso sí, ya que desde el punto de vista ideológico se situaba en la extrema derecha del peronismo y el marxismo le provoca un rechazo total. En un almuerzo con varios generales, una treintena si mal no recuerdo, llegó a ser muy dura con el marxismo. En ese sentido, no quedaban dudas de que la dirección ideológica estaba encaminada, pero le faltaban fuerzas y conocimientos para llevar a cabo el combate, la lucha, y poner orden. Incluso para poner coto a las actividades de López Rega, que mataba por razones ideológicas, pero que también lo hacía por otras razones para cobrarse algunas cuentas pendientes. La situación, como ya he dicho antes, era muy difícil, reinaba un gran desorden. A Isabel se le hizo saber este estado de cosas y destituye finalmente a López Rega, que lo envía de embajador itinerante al exterior. Así se cumplía el deseo de muchos, entre los que me encontraba, que no queríamos que este hombre siguiera al frente de sus responsabilidades.

La acción del terrorismo sigue por su cuenta. Aquel calificativo de que eran “jóvenes idealistas” por pensar distinto hasta el extremo de masacrarlos quedó en evidencia, era una vulgar patraña. Esta gente estaba entrenada en el exterior, principalmente en Cuba, Siria, Libia y otros países, y luego dentro del país con instructores foráneos; además tenían armamentos y equipos de alto nivel ofensivo, incluso de tecnologías avanzadas. Todo ello reforzado con fábricas de armas y explosivos que llegaron a operar y tener dentro del territorio argentino. Tenían capacidad para matar y hacer daño a la sociedad argentina. Como remate a toda esta estructura, estaba la crueldad que les distinguía, no eran ángeles sino terroristas. Incluso la revista Time, en un artículo de la época, establecía que si comparábamos a terroristas argentinos, alemanes e italianos, en términos de crueldad, los europeos eran infinitamente más humanos que los de nuestro país. Huelgan más comentarios. Con esos “jóvenes idealistas” y sus crueles métodos nos teníamos que enfrentar entonces.

Así llegamos a finales de agosto de 1975, en que soy nombrado Comandante en Jefe del ejército argentino, y en los primeros días del mes de octubre, a principios, somos invitados los comandantes de los tres ejércitos a una reunión de gobierno presidida por Italo Luder, que ejercía como presidente por enfermedad de María Estela, en las que se nos pide nuestra opinión y qué hacer frente a la desmesura que había tomado el curso del país frente a estas acciones terroristas.

Con acuerdo de las otras dos fuerzas, yo hube de exponer cuatro cursos de acción, que no viene al caso detallar ahora, que culminó con la selección de parte del doctor Luder del cuarto curso de acción, que era el más riesgoso, en cuanto que confería más libertad de acción, pero que garantizaba en no más de un año y medio que el terrorismo sería derrotado. Los cursos de acción del 1 al 3 eran más contemplativos, pautados con el fin de evitar errores, pero –de ser seguidos– irían a dilatar sin término el caos en el que se vivía.

El acuerdo se firmaba, bajo estos decretos, para combatir el terrorismo en todas sus formas y hasta el aniquilamiento definitivo; por otras razones, más tarde, cuando fuimos juzgados, se le preguntó a  Luder por el término aniquilar e hizo un excelente exposición en términos semánticos sobre la cuestión, que se resume en reducir a la nada; no tiene otra interpretación. A partir de ese momento, de hecho y de derecho, el país entra en una guerra, pues no salimos como Fuerzas Armadas a cazar pajaritos, sino a combatir al terrorismo y a los subversivos. Estamos preparados, como militares, para matar o morir, estábamos en una guerra ante un enemigo implacable, aunque no mediara una agresión formal, estábamos en una lucha. Así, a principios de octubre de ese año, entramos en una guerra de una forma clara. Desde el punto de vista del planeamiento no fue sorpresa porque el ejército ya jugaba con hipótesis de conflicto, una de las cuales era un desborde sorpresivo terrorista que sobrepasara a las fuerzas de seguridad y que se tuvieran que emplear a las Fuerzas Armadas para detener la amenaza. Teníamos esa contingencia prevista y, ante tal eventualidad, lo único que teníamos que hacer era salir a luchar con los planes previstos.

El Proceso de Reorganización Nacional

¿Qué lograron en términos económicos durante el llamado Proceso de Reorganización Nacional (1976-1982) que usted lideró?
En lo económico, también se había mejorado, aunque teníamos riesgos inflacionarios que no voy a ocultar ni minimizar. Pero sí se había logrado la confianza del exterior, sobre todo a través de créditos para la Argentina para remozar el aparato productivo del país que estaba seriamente desatendido. Había, además, una gran paz social y se aceptó, mediante un acuerdo con los gremios, que los salarios estuvieran sujetos a la productividad y no a otros elementos; el que más trabaja más ganaba, simplemente. Teníamos un desempleo peligroso, podemos decir, pero no alto, del 2,5%. Digo peligroso porque no permitía flexibilidad en el mercado de trabajo. Y la clase política no daba muestras ni ansiedad de que el periodo se agotase y se iniciase una nueva etapa política; nos seguían con atención y desconocían cómo había sido la guerra, que parecía haber ocurrido en una nebulosa. Los políticos no querían meterse mucho en estos asuntos y los dejaban para aquellos que manejaban la seguridad del país, responsabilidad que recaía en nosotros en aquellos momentos.

Entonces, y volviendo a los retos planteados tras el 24 de marzo de 1974, si el Proceso había cumplido sus objetivos, ¿por qué no abandonaron el poder?
El Proceso había cumplido sus objetivos a mediados del año 1978, este es un punto crucial que quiero destacar. La pregunta era: si el Proceso había cumplido sus objetivos, ¿por que no darlo por terminado? No había otra razón de ser, las cosas ya se habían hecho. O había que darle otro sentido. Y si así era, el Proceso iba a languidecer porque no tenía otra razón de ser en aquellos momentos. Nunca se planteó oficialmente esta cuestión que era crucial y fundamental. Había un sector perfeccionista de las Fuerzas Armadas que decía que ahora las cosas están bien y vamos a embarcarnos en otros problemas, a seguir trabajando hasta que las cosas sean perfectas, pero no era así, creo yo, porque los hombres no llegan nunca a la perfección absoluta. Los hombres no son perfectos, solo Dios lo es. Era tan sólo una forma de justificar el quedarse en el poder por quedarse. Y había un sector que decía que a este Proceso que habíamos comenzado había que darle otra razón de ser.

 
¿Hablamos, entonces, de que las Fuerzas Armadas estaban divididas en ese momento?
Este asunto sobre la naturaleza del Proceso no fue tratado oficialmente, pero el debate estaba ahí, subyacía esa división acerca de que dirección se quería tomar y había sus matices sobre cómo afrontar el futuro. Había que dar otra naturaleza, otro contenido al Proceso, pero también estaba la posibilidad de abandonarlo de una forma definitiva. Luego estaba el conflicto con Chile por las islas del canal de Beagle, y tenga en cuenta que estuvimos a punto, en diciembre de 1978, de llegar a una guerra. También quedaba el camino de una salida política ordenada de un Proceso que se había mostrado exitoso en el desempeño de sus funciones; en ese momento se podía negociar desde una posición óptima. Yo mantenía que el Proceso, en esos momentos, tenía que ser capaz de dejar su descendencia, es decir, hacer política de una forma que las Fuerzas Armadas transcendieran más allá del periodo histórico que ya habíamos superado.

¿Cómo? Dejando la herencia de un Proceso exitoso a los políticos que eran nuestros aliados y amigos, ese era el camino de entonces que yo defendí. Pero hay hubo otros problemas, ya que la política se hace con ideas y con hombres; las ideas eran las del Proceso, que llevamos adelante, y luego estaban los hombres, que tienen nombre y apellidos. Si en aquellos momentos se hubieran antepuesto los nombres y apellidos de algunos que estaban participando en el proceso, se hubiera roto la cohesión de las Fuerzas Armadas y este era un valor que no podíamos poner en juego y arriesgar. No podíamos darnos el lujo de romper la cohesión de las Fuerzas Armadas, estaban todavía en juego muchas cosas. Lamentablemente, en ese dejar pasar el tiempo el Proceso en sí languideció y llegó muy desgastado, sin presión externa, hasta fines del año 1979, en que la Junta hizo públicas las bases políticas del Proceso y las sometía a la opinión de toda la comunidad argentina a cuyo frente se situaría el ministro del Interior de entonces para escuchar a todas las voces cualificadas de la sociedad argentina para consultarlos sobre esas bases o modificarlas. O, en su defecto, después de escuchar a todas las partes, enriquecerlas con nuevos aportes. Se trataba de establecer un diálogo productivo entre las autoridades y la sociedad argentina sobre estas bases políticas, pero había dos preguntas ineludibles: 1) ¿Si era conveniente la revisión del acuerdo en la guerra que habíamos librado contra la subversión?; y 2) ¿si estuvo justificado el levantamiento militar del 24 de marzo de 1976? La respuesta a la primera llegó al 70 por ciento y a la segunda al 80 por ciento del acuerdo nacional, respectivamente.

Las víctimas del terrorismo

¿Por qué ustedes no le dieron un reconocimiento a las víctimas del terrorismo en Argentina, cuando es un asunto importante y todavía no resuelto en su país?
Tiene usted razón, tenía que haberse abordado este asunto. El término víctima del terrorismo no fue tenido en cuenta, se veían muertos y víctimas por atentados, pero los consideramos víctimas como tales de estas acciones subversivas. Hubo también secuestros y asesinados, pero nunca se les vio como víctimas del terrorismo. En este momento, y visto con esta perspectiva, es algo que no se hizo. Se reivindicó a los combatientes, también se trabajó en la reivindicación de los presos políticos, que somos nosotros, y ahora se trabaja en esta última reivindicación, en la de las víctimas del terrorismo. Al margen de los combatientes y muertos, y de los presos políticos que estamos pagando un servicio a la patria, faltaban las víctimas del terrorismo y hay ya gente que está trabajando en este asunto, en la búsqueda de esa reivindicación, aunque si bien es cierto que todavía no se ha tenido éxito en lograr ese justo y merecido reconocimiento a ese colectivo por el que usted pregunta. Es un trabajo en el que se lleva trabajando desde hace años, pero este gobierno se niega a reconocer sistemáticamente que existieran víctimas del otro lado, ya que si lo hiciera tendría que juzgar a los terroristas que produjeron aquellos hechos y actos que provocaron la existencia de víctimas. Fíjese que hasta en el gobierno de Menem había paridad y cierto respeto a las fuerzas de las dos partes que lucharon o se enfrentaron en aquellos años, incluso emite varios decretos que tienen una dirección simétrica hacia las dos partes. Reconoce con exactos argumentos a las dos partes.

Pero el gobierno actual se ha caracterizado por la asimetría y nos ha considerado solo a nosotros como la parte beligerante, como el demonio que tiene que ser condenado y encarcelado. El otro demonio, los terroristas o los guerrilleros, no existen, eran simplemente “jóvenes idealistas”. Y los esfuerzos que se han hecho en presentar casos de víctimas con nombres y apellidos siguen abiertos esperando el sueño de los justos; la justicia, en un caso, llegó hasta la segunda instancia, pero ahí se extinguió la acción y la lucha sigue. El gobierno sólo reconoce a las víctimas de una de las partes, pero les niega todos los derechos a la otra.

Hay un tema importante: ¿es cierto que se intentó recrear la Cámara Federal en lo penal y que no se encontraron jueces voluntarios?
Fue real, fue tal como dice. La comunidad judicial de entonces estaba amedrentada. A partir de la amnistía de Cámpora, que terminó con todos los condenados por actos violentos en la calle, los jueces, por el contrario, fueron asesinados, cesanteados y tiroteados. Esa era la realidad de entonces, de antes de que llegáramos al gobierno. Este asunto no se llegó a tratar oficialmente, pero quiero señalarle que tampoco se encontraban los jueces que quisieran trabajar en el desarrollo del proyecto. No se pudo hacer, simplemente. Aunque quiero decirle algo, los decretos de Luder nos dieron todo el poder y competencias para desarrollar nuestro trabajo e incluso excedían lo que habíamos pedido; Luder, prácticamente, nos había dado una licencia para matar, y se lo digo claramente. La realidad es que los decretos de octubre de 1975 nos dan esa licencia para matar que ya he dicho y casi no hubiera sido necesario dar el golpe de Estado. El golpe de Estado viene dado por otras razones que ya expliqué antes, como el desgobierno y la anarquía a que habíamos llegado. Podía desaparecer la nación argentina, estábamos en un peligro real. No es que los militares nos levantáramos un día de la cama y nos hubiéramos dicho: ¡vamos a ir de cacería o a matar “jóvenes idealistas”! Nada de eso, había otras razones de otra índole. Pero realmente Luder nos había dado para la guerra todas las formas y medios que necesitábamos, en nosotros estaba el ser prudentes o no, queriendo reconocer que en algunos casos hubo excesos.

El papel de las Juntas Militares

¿Por qué la Junta no dio instrucciones más precisas, incluso por escrito, de lo que estaba haciendo y de las órdenes que impartía?
Creo que órdenes existieron y fueron precisas, no puedo entrar en detalle ahora en todas ellas. Las órdenes estaban y los que las impartieron, que fueron asumidas por cada uno de los miembros de la cadena de la mando que las dieron. Creo, sinceramente, que fue así.

¿Cómo juzga al almirante Eduardo Massera? ¿tuvo diferencias con él?
Hubo diferencias, claro, él era esencialmente un hombre político, algo que yo no era. Era un hombre muy político, quizá se equivocó eligiendo la profesión de militar y se dedicó a la profesión equivocada.

¿No es sorprendente también que se hayan juzgado a oficiales y suboficiales que aquellos días tenían apenas una veintena de años o algo más?
Mire, yo digo que si el juzgado en este caso, independientemente de su edad, lo es en función de haberse excedido en el cumplimiento de una orden está bien juzgado. Los demás, le aseguro, son todos juicios políticos, como parte de esa venganza, de esa revancha, como parte de ese castigo colectivo con que se quiere castigar a todas las Fuerzas Armadas. Este plan sigue una política gramsciana que esta gente cumple de punta a punta, disuadiendo a unas instituciones que han tomado como rehenes, creando desaparecidos que nunca existieron y vaciando de contenidos a la justicia. Hoy, la República está desaparecida, no tiene justicia porque la que tiene es un esqueleto sin relleno jurídico; el mismo parlamento no tiene contenidos, está compuesto por ganapanes que temen que les vayan a quitar el puesto y se venden al mejor postor. No hay nadie en la escena política con lucidez capaz de hacerles frente. El país tampoco tiene empresarios, porque están vendidos al poder. Hoy, las instituciones están muertas, paralizadas, mucho peor que en la época de María Estela Martínez de Perón. Lo que me permite decir que no tenemos República porque no tenemos a las grandes instituciones del Estado funcionando. La justicia, el Congreso y las demás instituciones, por no hablar de otros aspectos, no existen; las realidades no son así.

El futuro del país

¿Cómo ve la Argentina de hoy, tiene esperanzas de que haya algún cambio?
La suerte nuestra, la de los militares detenidos, está en que el país se encamine por otra dirección. Si el país cambia hacia otro rumbo, seguramente, no estaríamos presos. Yo digo que estamos en una situación hoy muy negativa, totalmente negativa, hemos perdido una gran oportunidad en las últimas elecciones de sentar puntos de apoyo a una oposición sólida y que actuara responsablemente para cambiar este estado de cosas al que me refería antes. Hablo de un cambio, claro, por la vía democrática, ya no es el tiempo de los golpes de Estado, aunque tampoco habría Fuerzas Armadas para darlo ni vocación para hacerlo. Esta situación de inmediato no va a cambiar, lamentablemente, porque no veo el actor, el líder, y no creo en los iluminados. La política se hace con hombres e ideas y ahora no los hay, ahora Argentina no los tiene. No hay tampoco movimientos de opinión sistemáticos contra este gobierno, todos viven bajo el temor del qué dirán, de que les dejen hacer, en definitiva. Todo es miedo y temor, y vivimos permanentemente bajo ese miedo. Y cuando una sociedad vive bajo el miedo no puede esperar que esté en un actitud de coraje para enfrentar un gobierno que de por sí no tiene reparos y no se detiene ante nada. Un gobierno arbitrario, con espíritu totalitario, y que no se detiene ante nada y ante nadie, que ha perdido la vergüenza y etcétera, etcétera, etcétera. Este es el panorama de la Argentina de hoy y de seguir, que todo parece que seguirá igual, permanecerá en el futuro inmediato. No hay solución en el corto plazo.

Luego está la pretensión permanente de seguir escarbando en el pasado, colocándonos a los militares en la vereda de enfrente como unos indeseables. Hay que comenzar a pensar en el futuro, pero sin concordia no hay futuro. En consecuencia, creo que tiene que haber un diálogo amplio y superador de todos los sectores de la opinión pública para lograr abandonar esos puntos de fricción que están impidiendo en este momento esa concordia. 

Por ejemplo, hay que encontrar una solución para resolver el famoso problema de los desaparecidos y ofrecérsela a la sociedad argentina. Son una realidad, son un invento, son una especulación política o económica, ¿qué son realmente los desaparecidos? Así sucede con otras cosas más que no han sido cerradas y siguen presentes en nuestra vida. Repito: ese diálogo tiene que blanquear esa situación conflictiva que vivimos hoy, superar a través de la concordia nuestras diferencias y tirar hacia adelante con un proyecto de nación basado en un proyecto de vida en común, algo que le falta a la Argentina de hoy. Lo que decía Ortega y Gasset: un proyecto de nación y de vida en común. ¿Qué político ha dicho lo que quiere para la Argentina de hoy?

Nadie. Estamos en el puesto que ganamos sin ansias de cambiar nada. Tenemos que despertar, apagar las pasiones y mirar hacia el futuro con otras miras, pensando en los próximos diez años cuando menos. Y en ese encuentro que debe de buscar un punto en común para el diálogo hay que dejar de lado todas tensiones y rigideces que nos han paralizado. A punto está de que en Argentina estamos sin oposición y un país no puede vivir sin oposición. Los que ejercen el gobierno lo hacen con pretensiones de crear un caudillato sin que nadie los critique y todo el mundo asienta. ¿Se saldrán con la suya?

El presente de Argentina bajo los Kirchner

¿En qué ha fallado este gobierno, qué le diría a los argentinos sobre el mismo?
Si algo tiene Argentina es su riqueza agropecuaria, somos o éramos el granero del mundo, y el agro ha sido borrado de la estructura nacional. Este gobierno ha asociado el campo con la oligarquía y como enemigo de ese socialismo que ellos pregonan, no podemos esperar de esta gente una solución, la única vía es sacarlos del gobierno y no a través de un golpe de Estado, sino a través de los cauces democráticos. Yo, en las últimas elecciones habidas en el país, esperaba a que apareciera un líder o un movimiento para hacer frente a lo que vivimos, que todos los dirigentes de la oposición se unieran para combatir esta lacra y salir hacia adelante, pero bueno, no apareció y no fue así. Quisiera ser optimista, pero no puedo, aunque siga peleando desde la cárcel, desde aquí. Quiero dar a conocer al mundo lo que pasa. La consigna del prisionero de guerra es la evasión, mientras que para el preso político la lucha es otra, que es el campo de la política y que es antipático quizá para los militares. Hoy hay que ganar la guerra política a través de los mensajes y los medios de comunicación, y esa es nuestra función: no quedarnos de brazos cruzados.

Desde que está en prisión, ¿le visitan sus antiguos aliados y amigos, o lo han olvidado desde entonces?
Algunos, algunos, pero no pasan de cinco. Nuestra sociedad, que la componen también mis amigos, la argentina, fue la protagonista de la tremenda guerra que vivimos, porque era un combate contra la sociedad argentina y cambiarla a través del modelo marxista que preconizaban esos grupos alzados en armas. Ese proyecto estaba en plena expansión en América Latina y la sociedad argentina fue objeto y sujeto de ese proyecto totalitario. Esa sociedad se defendió a través de su brazo armado de esa agresión que sufría de unos grupos armados bien conocidos. Luego está la figura del chivo expiatorio, que han sido los militares, y la sociedad argentina actuó de una forma cobarde y dejando abandonado a su ejército, que fue el principal actor en ese conflicto defendiendo a su país de esa verdadera agresión.

Las fuerzas armadas argentinas hoy

¿Cómo se explica ese proceso de destrucción de las Fuerzas Armadas y de indefensión de la Argentina que denuncian algunos militares?
Porque es la revancha de los derrotados, de los “jóvenes idealistas” de Perón, que no lograron sus objetivos, que pasaban por tomar el poder. Con Cámpora lo habían conseguido, en parte. Como ese proyecto revolucionario que tenían de hacerse con el poder se vio frustrado por las Fuerzas Armadas (que, cumpliendo órdenes de un gobierno constitucional, salieron a reprimirlos y a enfrentarlos), fuimos los ejecutores de parar ese proyecto. Nos preguntaron qué hacer ante la amenaza armada que tenía el Estado y dimos la respuesta que había que dar, que era que nos sacaran a nosotros a hacer frente a esa amenaza. No queda otra vía, claro. Y los derrotamos con las armas en la mano, claramente, y eso los actuales gobernantes, que son herederos de aquellos grupos subversivos, no nos lo perdonan.

¿Por qué, en definitiva, en ninguna parte de América Latina se da esta situación de más de un millar de militares detenidos, procesados y condenados?
Es cierto, esta situación no se da en otras partes del continente. Así es, como usted dice. La explicación es el espíritu de revancha y venganza que anima a este gobierno.

¿Cómo es posible entender actitudes como la del general Martín Balza sobre las fuerzas armadas, e incluso las tareas en las que él participó entonces?
La sensación es que es un canalla, un hombre que se vendió al enemigo para escalar posiciones. Pregunto: ¿cuántos años lleva de embajador? Siete u ocho años. Un trepador vendido por poder y dinero. Él me envió tres cartas en el pasado y muestra su subordinación, afecto y aprecio hacia mí. No eran unas cartas burocráticas, sino escritas sinceramente y algunas incluso a mano deseando mi libertad, solidarizándose conmigo y esperando un “nuevo amanecer”. Ahora se vende por ansias de poder y denigra a sus antiguos compañeros, ¡qué miserable!

¿Qué mensaje le daría a los soldados que están detenidos actualmente y a sus familias, que también sufren en sus carnes esta situación?
Yo creo que el mensaje explícito y tácito, que es al que yo me atengo, que es la conducta, el ejemplo y el modo de vida, que siempre han sido mis guías, en los buenos y en los malos momentos.

¿Por qué renunció su abogado defensor cuando iba tan avanzado su proceso?
Entrábamos en otra etapa, pasábamos de la etapa instructora a la de los juicios orales y públicos. Era más de lo mismo, con público y publicidad, más de lo mismo, un circo, en definitiva. Entonces, llamé a mis abogados y les dije: ustedes cumplieron su tarea y ahora se trataría de que dejaran para la historia, por escrito, todas las irregularidades y arbitrariedades de las que hemos sido objeto. Que quede escrito y haya constancia de todo lo sucedido para que la gente, en el futuro, conozca lo que realmente sucedió. El abogado soportaba un enorme sacrificio para el desempeño de sus funciones y casi tenía que dejar su trabajo. La real motivación por la que se fue, para que no quedara duda, era que no se prestaba gratuitamente a esa parodia de juicio sin justicia y sin derecho.

¿Recibiría a algún líder montonero en aras de llegar a la concordia?
Tal como están las cosas, en estos momentos, definitivamente no. En un proceso final, llegado el caso, no aceptaría un diálogo de igual entre unos militares que luchamos por defender a las instituciones de la nación con los cabecillas de una organización armada formada por subversivos, creo que ese no es el punto de partida. No creo que se puedan equiparar las dos partes, no se puede establecer una concordia desde un punto de partida en que todos somos iguales. Yo hablo, además, de un diálogo entre las partes que sea representativo en la sociedad, pero no de establecer una concordia sin justicia.

Segunda parte de la entrevista exclusiva: Jorge Rafael Videla, exdictador Argentino (1976-1981)

© Escrito por Ricardo Angoso y publicado en la Revista Camabio16 de Madrid, España el domingo 4 de Marzo de 2012.