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domingo, 19 de abril de 2015

El profesor de Obama… @dealgunamanera...

El profesor de Obama…

Mangabeira Unger: Ministro de Asuntos Estratégicos de Brasil, tanto de Lula en 2007 como de Dilma en 2015. Foto: Cedoc Perfil.

Análisis sobre el pensamiento del prestigioso académico Roberto Mangabeira Unger, respecto de la comparación entre Brasil y Argentina.

No todos los argentinos tienen conciencia de lo mucho que afecta a su vida cotidiana aquí lo que pasa en Brasil. Los economistas estiman que cada punto que crece o decrece Brasil modifica el crecimiento o decrecimiento económico de Argentina en 0,3 (en las exportaciones, cada 1% de crecimiento en Brasil equivale a 2,4% de nuestro crecimiento). Exageradamente: un tercio de nuestra suerte depende de la suerte de Brasil.

Eso desde lo cuantitativo, pero desde lo cualitativo es aún mayor porque compartimos la misma zona geopolítica (entre los dos países concentramos casi todo el océano Atlántico sudamericano) y geocultural (el 95% de la población de ambos países está compuesto por inmigrantes).

Eso ha hecho que muchos fenómenos sociales se produjeran en paralelo (aunque en Argentina siempre un poco más dramáticamente): Getulio Vargas-Perón, dictaduras militares, democracia, neoliberalismo y populismos. Se podría decir que el kirchnerismo no habría llegado tan lejos o quizás habría sido diferente sin el Partido de los Trabajadores gobernando Brasil desde 2003: Lula asume el 1º de enero de 2003 y Néstor Kirchner, cinco meses después.

Entender qué está pasando hoy en Brasil ayuda a comprender los desafíos y las amenazas del nuevo ciclo que está por comenzar sin un Kirchner en la presidencia por primera vez en doce años. Para explicarlo, Perfil eligió al intelectual de la política brasileña más reconocido internacionalmente, el filósofo Roberto Mangabeira Unger, miembro de la Academia Norteamericana de Artes y Ciencias, quien, siendo el más joven profesor de la Universidad de Harvard, fue docente de Obama cuando estudió allí paradójicamente la materia Democracia Realizada, sobre alternativas institucionales. Y el presidente de EE.UU. dijo públicamente que Mangabeira Unger había sido el mejor profesor que tuvo en Harvard.

También fue ministro de Asuntos Estratégicos de Lula, cargo al que volvió en este segundo mandato de Dilma a partir de que el Partido de los Trabajadores le entregó la conducción del gobierno al PMDB. Mangabeira Unger, además, fue fundador de este partido, al que pertenecen el actual vicepresidente del país, los presidentes de las cámaras de diputados y senadores, y que en los años 70 fue el partido de oposición a la dictadura militar.

Mangabeira Unger también tiene la suficiente distancia crítica de Brasil como para juzgar a su país con visión internacional y ser un buen traductor de localismo para los extranjeros, porque él mismo es un poco extranjero: su padre era norteamericano de origen alemán y su madre, brasileña; nació en Brasil cuando estaban de visita porque vivían en Estados Unidos, país donde Mangabeira Unger residió hasta los 11 años y recién volvió a su país cuando su madre enviudó.

Hizo el colegio secundario en Brasil y tras recibirse de abogado fue a realizar su posgrado a Harvard, donde quedó como profesor permanente. Mangabeira Unger cree que el Partido de los Trabajadores y el kirchnerismo fueron útiles para sacar de la pobreza a una parte significativa de quienes estaban en esa condición, apelando a incentivar el consumo con subsidios de distinto tipo, pero que la crisis actual es el resultado de sus incapacidades para superar el próximo desafío, que es convertir a esos consumidores en productores porque para lograrlo hacen falta cambios estructurales mucho más difíciles de generar que repartiendo dinero con subsidios. Lo que Mangabeira Unger denomina como pasar de democratizar la demanda a democratizar la oferta.

Otro análisis sistémico que comparten las políticas de Argentina y Brasil son nuestras dos grandes corrientes políticas históricas: el Partido de la Onda, aquel que reconoce el humor social de época como correlación de fuerzas imposible de modificar y, como no se puede quebrar la onda, la surfea; y el Partido del Mensaje, los liberales puros, los socialistas puros que vivieron siempre con la angustia de “por qué esto aquí no es como en Inglaterra o como en Francia”. Tanto en Brasil como en la Argentina, el partido dominante fue siempre el Partido de la Onda, que en nuestro país encontró en el peronismo su representación más acabada.

Mangabeira Unger es autor de frases célebres como: “Un progresista es siempre un conspirador contra el destino”. “La esperanza no es la causa de la acción sino su consecuencia”. “Hay que desilusionarse de la desilusión”. “Las elites de nuestros países no hacen ni política ni ideas, sino política de las ideas”. “Para tener grandeza primero hay que mostrar grandeza”. “Hacer de Brasil una Suecia tropical”. “Hacer de Argentina y Brasil un solo país”. “La tendencia mundial en el pensamiento político es una especie de hegelianismo de derecha”.

Cree que Brasil es lo más parecido a EE.UU.: tienen ambos la misma cantidad de territorio, fueron fundados en la misma época, con poblaciones construidas con inmigración europea y esclavos africanos, ambos son muy religiosos, los dos países tienen los ricos más ricos y los pobres más pobres, pero en los dos países la clase baja, a pesar de todas las desilusiones, sigue creyendo que en su país todo es posible: un negro como Obama o un obrero como Lula pueden llegar a presidente.

La diferencia es que los norteamericanos creen haber inventado un sistema institucional perfecto y quieren imponérselo a todo el mundo, y los brasileños, como los argentinos, importaron ese sistema pero descreen de él. Para Mangabeira Unger allí reside uno de los problemas centrales de nuestros países: el sistema presidencialista norteamericano le hace creer a la gente que el presidente puede cambiar todo, pero el sistema está diseñado para que no pueda cambiar casi nada.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 18/04/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

sábado, 12 de abril de 2014

Dividir para reinar… De Alguna Manera...

Dividir para reinar…

Revoleando muñecos, Cristina Fernández. Dibujo: Pablo Temes

Cristina y el paro general. Todo lo que hizo el Gobierno para conseguir que la huelga fuera masiva. Contradicción y barbarie.

Combatió a la dictadura y al neoliberalismo menemista codo a codo con Germán Abdala. Es el primer amigo de Lula en la Argentina. Fue secretario general de la Asociación de Trabajadores del Estado durante muchos años y sin embargo vive en un departamento de 52 metros cuadrados y de dos ambientes en Lanús. Se moviliza solo en un Citroën 3CV de 2012 y su celular es un BlackBerry Curve. Su madre, Bocha, siempre le ruega que se cuide porque no tiene pelos en la lengua y va al frente para defender a los trabajadores. Se llama Víctor De Gennaro y tiene autoridad moral para opinar del paro más contundente que se haya hecho contra el kirchnerismo.

El actual diputado nacional me dijo varias cosas que ayudan a pensar:

1) Los paros nacionales siempre son contra la máxima autoridad porque es la responsable de todo lo que ocurre.

2) Hubo un consenso subterráneo que se expresó con millones de trabajadores que dijeron basta a la dificultad para llegar a fin de mes, basta de angustias.

3) Si millones de jubilados ganan $ 2.776 está todo dicho. Yo agrego: en un trimestre la maldita inflación les comió el aumento del semestre que Cristina anunció con bombos y platillos. ¿Más cifras objetivas? El 50% de los trabajadores gana menos de $ 4 mil.

4) Hugo Yasky demostró que la subordinación a un gobierno lo llevó a enfrentar a su clase. Perdió el rumbo por criticar la medida de fuerza.

5) Yo asistí a un congreso de la CUT (Central Unica de Trabajadores) de Brasil donde el propio Lula, que la había fundado pero que era el presidente de todos, les pidió a sus compañeros que defendieran a rajatabla sus intereses frente a las múltiples presiones que tiene un jefe de Estado. Y la CUT no dudó en hacerle paros al mismísimo Lula (De Gennaro dijo esto en respuesta a mi pregunta sobre el comentario de Yasky respecto de que “no se le podía parar a un gobierno que recuperó la vigencia de las paritarias libres”, sin recordar que los docentes de su gremio dejaron sin clases a millones de chicos por 17 días).

6) Nosotros tenemos una central aparte de las CGT porque no compartimos el sindicalismo que vive y piensa como los empresarios (por eso comencé esta columna con una radiografía de la manera austera en la que vive).

7) Respecto del presunto progresismo de los Kirchner dio un ejemplo demoledor: en el año 1997, las 200 empresas más grandes explicaban el 11,6% de la riqueza del país y 104 de ellas eran extranjeras. En 2012, esas mismas corporaciones reunían el 21,2% de las riquezas y 128 no eran nacionales. “Mayor extranjerización y concentración de la riqueza”, dijo, y bromeamos sobre que la fuente, la revista Mercado, no era precisamente un semanario trotskista.

Hubo ridiculeces de todo calibre desde los defensores del Gobierno. Yasky dijo que el paro fue de la Sociedad Rural, como si ese sector tuviera semejante poder de convocatoria y movilización entre la clase obrera. Los más fanáticos reunidos en una solicitada escupieron su pasado combativo y piquetero diciendo que “hay derecho a huelga pero no a extorsión ni chantaje”. Entre los firmantes estaban Milagro Sala y Luis D’Elía, que se cansaron de cortar calles, rutas y de mostrar actitudes violentas. Sólo faltó la rúbrica de Fernando Esteche, que suele acompañar estos liderazgos: el comandante de Quebracho está preso.

Cobarde como todo anónimo, el afiche que hizo el gobierno de Cristina intentó pegar a Luis Barrionuevo con Carlos Menem y Sergio Massa. Como si el riojano no hubiera votado siempre al Frente para la Victoria en el Senado. ¿Se olvidó Jorge Capitanich de que fue menemista? ¿Y Cristina no recuerda a Néstor, su marido, en la inauguración del aeropuerto de El Calafate cuando colocó a Menem a la altura histórica de Perón? ¿O no son ellos los que están en el video que puede verse en YouTube? ¿Eran Fátima Florez y Martín Bilyk con Nito Artaza?

Por eso Hugo Moyano, con picardía de barrio, se hizo un picnic con los voceros K. Le dijo Quico a Coqui (peor fue Barrionuevo, que lo chicaneó asegurando que llegó como King Kong y terminó como la Mona Chita) y después de sacarse fotos con sus nietos, como un buen abuelo, recordó que él luchó contra el menemismo y la dictadura mientras los del Gobierno estaban debajo de la cama.

“La única revolución que hicieron fue la recaudadora”, dijo el jefe cegetista, que le pasó por encima con un camión simbólico a Axel Kicillof: “Vino con chapa de izquierda y fue a rendirse al FMI. ¿Cuál es la derecha?”.

Cristina, Tomada y Carta Abierta quedaron en la foto con Armando Cavalieri y Gerardo Martínez, dos jerarcas sindicales millonarios, capitanes del modelo noventista y vinculados con la dictadura, uno como espía del Batallón 601 de Inteligencia y el propio ministro que vio reaparecer algo que había ocultado prolijamente en su currículum: fue enviado por la dictadura a la OIT.

Cada vez se nota con mayor nitidez que Jorge Fernández Díaz tenía razón cuando escribió que nunca el peronismo les habló sólo a las minorías, como hace esta versión kirchnerista del justicialismo. Tal vez la indiscreción de Cristina en La Plata explique algo más en eso de “divide y reinarás”. Dijo que cuando era chica soñaba con ser princesa o reina. 

A confesión de partes, relevo de pruebas.

© Escrito por Alfredo Leuco el Viernes 11/04/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


domingo, 24 de noviembre de 2013

CFK... Tampoco resurgió... De Alguna Manera...

Tampoco resurgió...

Era 2007. Siendo Néstor Kirchner presidente, Capitanich se ufanó de venir a PERFIL porque –dijo– “soy el primer oficialista que se presta a esta extensa entrevista”. Me quedó la idea de alguien con mucha energía, ambición y un alto concepto de sí mismo, que de alguna manera venía a poner a prueba. Imparable recitador, pero no sé si cuenta con la dimensión necesaria para dar vuelta la tendencia decadente del Gobierno. Le pregunté: “Usted es contador, preside la Comisión de Presupuesto y ha dicho: ‘Yo soy un experto con los números’.

"¿Qué representa la matemática en su vida?”. Y Capitanich respondió: “Pasión. Voy a contarle una anécdota: como apasionado de la matemática, me gusta modelizar, y un día estuve en un partido en el que ganaba Argentina 3 a 0 en el primer tiempo y después hizo un gol Brasil en el segundo tiempo. Modelicé lo que llamé ‘modelo de optimización del uso del espacio físico en el rectángulo de juego’. Y se lo llevé a Pekerman, Salorio y Tocalli, quienes me miraron azorados durante tres horas. Hice un análisis estático y dinámico del fútbol tomando a cada jugador como un vector en un espacio de tiempo de 1 a 90 minutos analizando la Teoría de los Juegos, la Teoría del Control, y determinando con una multiplicidad de ecuaciones diferenciales la optimalidad del rendimiento del jugador. Porque el jugador tiene un rendimiento marginal decreciente con el transcurso de los minutos (sic)”.

Los obsesivos pueden ser grandes gerentes, pero los atributos que les sirven para ser perfectos detallistas a veces pueden hacerles perder la perspectiva estratégica.

Hace un mes y medio, por una contratapa que llevaba de título “Cristina no está vencida”, los militantes digitales anti K acusaron a PERFIL de haberse vuelto kirchnerista. Comenzaba así: “Como tantas otras veces, los deseos de muchos por comenzar cuanto antes otro ciclo pueden hacerlos dar por terminado prematuramente al kirchnerismo cuando todavía goza de alguna salud. Decir que el 70% de la gente vota en contra del kirchnerismo es como decir que el 60% de la gente vota en contra de Macri en la Ciudad de Buenos Aires”.

Ahora corresponde hacer notar lo contrario enfatizando que tampoco hay que pensar que Cristina Kirchner resurgió renovada, y muchos menos infalible. El aire puro que le aporta Capitanich en la Jefatura de Gabinete puede terminar desinflándose dentro de un año, o antes, como sucedió con Massa cuando ocupó el mismo cargo, también en una situación de post crisis donde otra vez fue necesario rejuvenecer el elenco gubernamental tras el fracaso de la 125.

Ayer, PERFIL informó que también Sergio Urribarri podría sumarse al Gabinete como ministro del Interior, controlando Florencio Randazzo sólo el Ministerio de Transporte.

Probablemente Cristina esté tratando de encontrar el antídoto al síndrome del pato rengo, que ataca a todos los presidentes en sus últimos dos años cuando no pueden ser reelectos, promoviendo la creación de tantos posibles  candidatos presidenciales 2015 para que finalmente ninguno tenga poder ni protagonismo. Quizás logre que nadie haga pie, pero al precio de que su gobierno tampoco pueda hacer pie. Y es más grave no tener un apoyo sólido en el ejercicio del poder que sólo cuando se aspira a él.

Un buen ejemplo es la fobia al plan. Tanto Capitanich como Kicillof se preocuparon por remarcar que no habrá un plan sino doscientas medidas y el uso de múltiples herramientas para que nadie se haga la idea de que se vendrá un cambio. ¿Serán como el tero, que pone el huevo en un lado y grita en otro? ¿O realmente no habrá cambios significativos porque ellos producirían una herida narcisista en la Presidenta? En su reaparición, donde mostró el perrito de Chávez y las flores de Hebe de Bonafini, ¿lo hizo para remarcar “acá no cambiará nada” o para encubrir que acá cambiarán muchas cosas pero trataremos de sobreactuar lo opuesto para disimularlo?

La cuestión de fondo es si con gradualismo el kirchnerismo logra llegar a 2015 sin que la economía le explote. Y aun si esa hipótesis fuera probable, ¿el kirchnerismo se conformará con llegar a 2015 y pasarle los desajustes a quien lo suceda para esperar su fracaso y soñar con regresar en 2019? ¿O pretende irse con gloria e imponer a su sucesor como pudo hacer Lula en Brasil? En este último caso, el gradualismo no es receta.

La receta, si la hubiera, sería un plan antiinflacionario que no sólo no fuera contractivo sino que lograra ser expansivo, promoviendo el crecimiento como el Plan Austral de Alfonsín en 1985, la Convertibilidad de Cavallo en 1991 y el Real de Fernando Henrique Cardoso en Brasil en 1995. Un plan así podría ser vendido como nacional y popular y de matriz diversificada con inclusión.

Pero ese tipo de planes requiere que quienes gobiernan tomen el riesgo de jugar su futuro al acierto de esa apuesta sin retorno, y esos riesgos normalmente se toman cuando ya no queda casi nada que perder. Esa no es aún la situación del kirchnerismo.

También la sociedad adopta aliviada este tipo de planes cuando la crisis ya puso en tal riesgo su economía personal que tampoco tiene mucho que perder. Y ésa tampoco es la situación actual de la gran mayoría de la población.

Más fácil es imaginar que se elegirá el dificilísimo camino de ir reparando el avión en vuelo, lo que limita el grado de corrección que se le pueda aplicar.

Pero con gradualismo tampoco a Capitanich le alcanzaría para posicionarse como futuro candidato a presidente. Vale tomar nota de que la Constitución del Chaco le impide volver a ser reelecto como gobernador en 2015, así que tampoco tiene mucho que perder, y ser un eventual vicepresidente en la fórmula de Scioli tampoco sería una mala salida para él.

La ida de Moreno para fortalecer a Kicillof (su equipo, todos sin corbata, lucía como del PRO) es otra forma de dividir reduciendo el poder de Capitanich.

“Divide y reinarás” será el lema de Cristina 2013-2015, y hasta Massa le resultará funcional para mantener a todos los presidenciables tan frágiles que, por contraposición, ella, hasta con el 20% de los votos, pueda seguir siendo la gran electora.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el  domingo 24/11/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


lunes, 4 de febrero de 2013

Cultura Dólar… O "Sorete Verde"... De Alguna Manera....


Cultura Dólar…


Hace dos semanas, los pronósticos de dólar blue futuro se dividían entre los kirchneristas que apostaban a que después de las vacaciones bajaría a 6 pesos y quienes vaticinaban que hasta podía llegar a los 10 pesos. Sólo quince días después, y cuando recién pasó la mitad del verano, quienes previeron un dólar sin techo parecen estar más acertados: ya alcanzó los 8 pesos y en determinadas operaciones se lo termina pagando hasta 8,25 pesos. Y no resulta fruto de un deseo destituyente pronosticar que el dólar termine el año a 10 pesos porque con sólo agregar el 25% de inflación anual, los 8 pesos de enero se transforman en 10.

Desde el Gobierno hay perplejidad y cada vez son menos quienes defienden la idea de que la cantidad de operaciones en dólar blue hace a ese mercado marginal y no afecta la economía real, que sigue su curso por el dólar oficial de 5 pesos. El propio columnista de Página/12 Mario Wainfeld, que ha venido defendiendo las políticas kirchneristas desde su inicio, salió a criticar el método de autorización de compra de moneda extranjera para viajes que implementa la AFIP. Es que, desde que se instrumentó el cepo cambiario, el dólar blue aumentó más de 70%, haciendo la brecha cambiaria cada vez más amplia, aunque se haya aumentado el ritmo de devaluación del peso frente al dólar oficial. Y todo parece indicar que ya no resulta inimaginable una brecha cambiaria del ciento por ciento donde el dólar blue cueste el doble que el dólar oficial, como sucede en Venezuela.

Quizás el problema sea intrínseco al modelo populista; el sábado pasado se dedicó esta contratapa al efecto que la confianza producía en la economía, y precisamente el que ejerce sobre el precio del dólar (ver: http://e.perfil.com/dolark).

El Gobierno, en este caso siguiendo la tradición clásica del peronismo, tiene una dificultad para entender que la clase media piensa en dólares y la relación que esto tiene con el ahorro. El mejor ejemplo es que el kirchnerismo quiere cambiar la cultura inmobiliaria dolarizada, pesificándola, y logra solamente parar la construcción y el mercado inmobiliario. Es que los argentinos piensan en propiedades como una forma de mantener sus ahorros. Comprar propiedades es como comprar dólares, una forma de asegurar que sus ahorros no serán comidos por la inflación.

Enrique Pinti, al decir que “el dólar es el sorete verde que todos tenemos en el cerebro porque hace treinta años nos enseñaron que el dólar es lo único seguro, y ahora esta loca quiere que pesifique”, desnuda con la frontalidad inimputable que permite el humor la cuestión de fondo. Los ahorros son un seguro y, desde antes de existir los billetes, todas las culturas buscaron atesorar sus excedentes de la forma más segura posible.

Es cierto que en Brasil, a pesar de haber tenido también alta inflación como la Argentina durante los treinta años de economía convulsionada a los que se refería Pinti, la sociedad no piensa en dólares como sí se hace en nuestro país, y se maneja en la moneda local, el real, como le gustaría al kirchnerismo que hicieran los argentinos. Es que en la comparación con Brasil se devela el secreto de por qué al peronismo clásico y ahora al kirchnerismo les cuesta seducir a la clase media y sólo lo logran en momentos de mucha bonanza económica o excepcionalmente. 

La clase media es media porque tiene capacidad de ahorro, sus ingresos le permiten un excedente del que la clase baja no dispone porque gasta todo lo que recibe en su vida cotidiana. Ser clase media se podría sintetizar en poder ahorrar. En Brasil no hubo clase media hasta recién avanzada la era Lula, los pobres no podían ahorrar ni en reales, en esa época cruceiros, ni mucho menos pensar en dólares. Aquella pregunta de Perón en la Plaza de Mayo en los años 50 ironizando sobre “¿quién del pueblo ha visto un dólar en su vida?” en Brasil siguió valiendo hasta la actualidad. Y los ricos de Brasil, como los de la Argentina, siempre tuvieron formas de ahorro más sofisticadas que la clase media.

Dólar, propiedades y ahorro son sinónimos de clase media, el gran problema del peronismo. Hay un abismo cultural más que económico, que la economía simplemente desnuda cada vez que hay escasez.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 02/02/2013 y publicado en el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



domingo, 21 de octubre de 2012

Lecciones para la Argentina... De Alguna Manera...

Encuentro con Lula, el estadista más grande de los últimos 50 años...
 
Presidente Luis Inácio Lula da Silva,

Crónica detallada y emocionada sobre el ex presidente de Brasil. Anécdotas de una historia particular. Y todas las definiciones en las que deberíamos inspirarnos.

Lula me miró emocionado, se golpeó el corazón con el puño cerrado y me llamó con una seña. Tardé un segundo en estar a su lado y me dio un abrazo de esos que sólo se les dan a los afectos más profundos. Después comprobé que lo hace con todo el mundo. Es cariñoso, incluso con quienes no conoce.

Los fotógrafos gatillaron mil veces, para mi felicidad. Jamás olvidaré esa imagen. Lula con el video Compañero presidente en la mano y a mi lado. Nunca imaginé semejante gratificación de quien considero el estadista más grande de la región de los últimos cincuenta años. Al principio no me atreví a acercarme a su mesa y el antiguo VHS se lo dio, gentilmente, el doctor Guillermo Lipera, miembro del comité organizador del coloquio de IDEA. Es un documental biográfico de Lula que comencé a hacer el día más importante de su trayectoria política, el 27 de octubre de 2002, cuando cumplió 57 años y se consagró presidente electo de Brasil después de haber perdido tres elecciones consecutivas.

¿Cómo llegué a ese lugar? Un periodista extranjero en la intimidad de la celebración de Lula fue posible gracias a Víctor De Gennaro, que en ese momento era el mejor amigo de Lula en Argentina. El me dio una tarjeta personal y me dijo que se la entregara a Carlos Grana, jefe de los metalúrgicos de San Bernardo do Campo en San Pablo. Ansioso, a las 7 de la mañana ya estaba en la puerta del gremio con el camarógrafo y el Zorro Milicich como productor, que se había puesto la camiseta de Rosario Central. Grana llegó solito y en un Gol sin vidrios polarizados. No había un solo custodio ni matón a su lado. Pensé en Armando Cavalieri y me dio vergüenza ajena. Grana me invitó a que lo acompañara.

¿Adónde vamos?, pregunté. “A la casa de Lula”, fue la respuesta que me aceleró el corazón. Y fue cierto. Entramos al Condominio Residencial Hill House, de Villa Teresinha, muy similar a los de clase media de Caballito, que hasta seguridad privada tenía. Ingresamos con otros viejos compañeros del sindicato en el que Lula se hizo dirigente, y 57 chicos con 57 tortas blancas con una estrella roja en el centro con sus respectivas velitas. Todos le cantaron el “parabienes”, con la música de nuestro “que los cumplas feliz”. Me acerqué, y sin pensarlo le dije:

 Alfredo Leuco y el Presidente Lula. Mar Del Plata, 2012. El columnista de PERFIL le entrega a Lula el viejo VHS con el documental sobre su vida, que hizo hace una década.

—Lula, le quiero desear un feliz cumpleaños y un feliz gobierno.
Me dijo “muito obrigado”, me estrechó la mano y siguió de largo como si nada. Tuve que apelar a mi arma secreta:

—Ah, Lula, el viernes estuve con Víctor De Gennaro y le manda un gran abrazo.
Logré detener su marcha sin mentir. Y le sacudí la primera pregunta:

—¿En quién pensó cuando apagó las velitas y se emocionó tanto?
—En mi madre. Ella era lavandera. Me acordé del día de su muerte. Yo estaba preso por la dictadura militar y ella se murió sin saberlo. Mi carcelero se conmovió y me sacó media hora a escondidas de sus superiores para que yo estuviese en el velorio. Pero no me permitieron estar en su entierro ni hablar con mis familiares.

—No pudo contener el llanto...
—Y, ¿qué le parece? Ella era analfabeta, igual que mi padre. Me mandaban a comprar el diario sólo para ver las fotos y los dibujos. Me hubiese gustado tanto tenerla esta noche a mi lado...

—Es comprensible, recuerdo....

En ese momento, un morochazo de dos metros tipo NBA me dijo claramente: no más preguntas, y me apartó con firmeza.

Pero yo ya había filmado con mi camarita familiar toda esa celebración. ¿Qué más podía pedir un periodista?

Así salió Lula de su casa rumbo al colegio Joao Firmino, donde votó frente a más de 300 lentes y flashes que habían llegado hasta de los países más recónditos de la Tierra para registrar la epopeya del lustrabotas que llegó a conducir el quinto país más importante del mundo por territorio y población, y que en poco tiempo estará en el mismo puesto pero en términos de poder económico.

Los chicos del barrio de Lula también le cantaron la canción-himno de campaña que pedía “un Brasil decente para un pueblo pobre pero noble y trabajador”.

En un momento hizo llorar hasta a los fotógrafos japoneses, que parecían muy distantes y profesionales. Lula cortó la torta que en su interior decía su nombre, escrito en chocolate. El primer bocado se lo dio en la boca a uno de los chiquitos cantores, que no podía caminar sin apoyarse en muletas. Fue un momento estremecedor. Lula se puso en cuclillas para estar a su altura y con la cucharita le hizo “avioncito” como cualquier padre le haría a su hijo. Sólo que Lula no era su padre. Y que se había acordado de doña Lindu, como él le decía a Eurídice, su madre lavandera y analfabeta.

Sin miedo. Las buenas noticias dicen que Lula viene derrotando a un maldito cáncer de garganta, como derrotó todo lo que se le puso adelante. Por eso me acordé de aquel día glorioso del año 2002, cuando la consigna de esa campaña que llevó a Lula a la presidencia decía así: “La esperanza vence al miedo”. Hoy, el pueblo brasileño que ama a Lula, frente al ataque del cáncer, dice lo mismo: “La esperanza vence al miedo”.

Después, pude cruzar un par de palabras más. Fue cuando se enteró de que yo era cordobés. Se confesó admirador de Agustín Tosco y la Córdoba clasista y combativa de finales de los 60 y principios de los 70. El Gringo Tosco fue un dirigente sindical, marxista independiente, lúcido, honrado y valiente como Lula que me habló de las experiencias de Sitrac-Sitram y de las similitudes del cinturón industrial paulista, cuna de las terminales automotrices, con lo que ocurre en mi provincia. Al final se despidió con una confesión: en un momento estuvo a punto de viajar a Córdoba para probar suerte en IKA-Renault. Tal vez hubiese cambiado la historia de Brasil y el Cordobazo habría tenido un grito en portugués. Fue la pueblada que derrocó a un gobernador fascista y que hirió de muerte al dictador patricio, el general Juan Carlos Onganía.

El miércoles fue la estrella de IDEA. Lula exhibió en plenitud su ideología y se acordó de aquel día de gloria, del que se va a cumplir exactamente una década dentro de seis días.

La pregunta inmediata en los pasillos fue: “¿Y cuál es la ideología de Lula?”. José Manuel de la Sota y Hugo Moyano se apresuraron en llevar agua para su molino y dijeron que era claramente un peronista del último Perón. Y algo de razón tienen. Es profundamente humanista, y cada día más cristiano. Se casó por iglesia con su actual mujer y la amistad del sacerdote Frei Betto debe sumarse a que la batalla contra el cáncer suele insuflar más fe y religiosidad a los hombres. Es muy interesante intentar observar que tiene el “lulismo” adentro. Es un debate conceptual que está creciendo para orientar definitivamente el rumbo de los gobiernos populares de América latina. ¿Es lo mismo Lula que Chávez? ¿Se puede caracterizar a Cristina de la misma manera que a Lula? El populismo beligerante de Chávez, más el manual de la confrontación permanente como forma de construcción política de Ernesto Laclau, son caminos divergentes en la teoría que proclamó Lula en su paso por Argentina.

Hizo la transformación social más grande de la historia de Brasil: llevó cuarenta millones de pobres a la clase media. Eso es movilidad social ascendente y no macanas. Y la diferencia con Argentina y Venezuela es que lo hizo sin fracturar la sociedad y sin inyectar odio en sus venas. Todo lo contrario: Brasil está hoy más cohesionado y no partido al medio como los países de Chávez y Cristina. Hoy Dilma continúa con la alianza y no la lucha de clases, con inflación controlada, sin malversar las estadísticas públicas, discutiendo a fondo con el periodismo pero sin intentar silenciarlo ni controlarlo, con un diálogo permanente con la sociedad en general y la oposición en particular, y apoyando la idea de que más de dos períodos de gobierno son monarquía. Lula lo dijo con todas las letras cuando elogió la alternancia “no sólo de hombres, sino también de sectores sociales” en el gobierno. “Es una conquista de la humanidad”, dijo. Y se puso a sí mismo como ejemplo. Le prohibió a su partido que moviera un dedo para reformar la Constitución y buscar la eternización en el poder. Pudo haberlo hecho porque tenía una aceptación del 87% cuando finalizó su gobierno. Pero no quiso, se autolimitó. Y aunque apoyó francamente a Chávez, dijo con toda claridad que debería empezar a construir su sucesión.

Fracaso. Ernesto Laclau, que ayer se reunió con Martín Sabbatella, propone cosas muy distintas, más infantilmente radicalizadas y cercanas al fracaso. Apoya la reelección permanente, la batalla contra los medios de comunicación convertidos en satanes y voceros de las corporaciones económicas, y el choque y el castigo como manera de elegir enemigos y diseñar su propia identidad. Plantea que “el constitucionalismo radical sostiene el poder conservador y el ultrainstitucionalismo es el típico discurso de la derecha”, a la que son funcionales tanto Binner como Pino Solanas y Libres del Sur. Corta tan finito, tan sectario, identifica tantos enemigos de Cristina que la obliga a quedarse cada vez más sola. A esa misma hora, el Pepe Mujica, otro que hay que ver actuar pero saber escuchar también, se alineó con Lula respecto de las dificultades que tienen los líderes populistas agresivos para encontrar sucesión: “Los mejores luchadores son los que dejan gente que los suplante”, sentenció ante el aplauso de jóvenes del radicalismo en La Plata. La ausencia de herencia política es el más grave problema tanto de Chávez como de Cristina.

Lula le dio un reportaje al diario La Nación y fue el principal orador del coloquio que nuclea a los 900 empresarios más importantes de la Argentina. Los Kirchner jamás cometieron semejante herejía. Lula llegó a decir que los periodistas que critican excesivamente pierden credibilidad. Y que los que elogian en forma desmedida, también. Por eso manifestó que él confía en la gente para valorar la verdad o la mentira y que quiere medios más libres y con menos injerencia del gobierno. “Yo fui tremendamente castigado por los medios y me fui con un altísimo nivel de aprobación”, fue su conclusión, similar a la que dijo Perón en su momento: “Subí con todos los medios en contra y me derrocaron con todos los medios a favor”. Todo lo contrario de esta Argentina manchada con viejas teorías paternalistas que creen que los diarios lavan el cerebro de la gente.

Disparador. José “Pepe” Nun, ex secretario de Cultura de Néstor Kirchner, el más aplaudido del coloquio en Mar del Plata, aportó otros elementos disparadores de ese debate dentro de lo que en los 70 se llamaba “campo popular”.

Nun, que está distanciado del cristinismo por varias razones pero sobre todo porque algunos funcionarios que él expulsó por ladrones hoy siguen enquistados en otros puestos de poder, también criticó con altura el populismo. Sostuvo que el individualismo extremo que no tiene límites para su codicia y que evade impuestos genera una masa de marginados y excluidos, que son carne de cañón para el populismo. Que el líder populista habla por esos sectores que no tienen voz y apunta a destruir las instituciones porque no quiere que nadie lo controle. Muchos llegan a creerse dioses. ¿Y quién se atreve a hacerle una auditoría a Dios?, preguntó Nun, con ironía. Palos compartidos para la avaricia empresaria y para el autoritarismo chavista.

Lula, al revés de Cristina, predica la conveniencia de aumentar las alianzas sociales y evitar caer en el aislamiento.

Contó lo difícil que fue explicarle a su partido la sociedad con José Alencar, quien fue su compañero de fórmula. Un empresario al que muchos de sus camaradas definían como un burgués. Romper los dogmas del martillo y la hoz, alejarse del estalinismo jurásico, abrirse a los nuevos tiempos sin bajar las banderas igualitarias del socialismo le permitieron concretar sus sueños desde el poder y sacarlos de las charlas de café.

Néstor y Cristina también comprendieron la necesidad de sumar sectores medios ubicados más a la derecha, y por eso Daniel Scioli, Julio Cobos y Amado Boudou fueron vicepresidentes. Hoy la sensación es que la Presidenta se encerró sobre sí misma y que le alegra perder el apoyo de muchos caceroleros que también la votaron.

La humildad de Lula es garantía de diálogo. Dedicó el 50% de su tiempo a reuniones con sus adversarios con el siguiente lema: “Un presidente no sabe de todo y por eso debe escuchar a toda la sociedad.”

En un desayuno con la cúpula del FAP, Lula le contó a De Gennaro que Carlos Grana, nuestro común amigo sindicalista metalúrgico, hoy es intendente de San Bernardo do Campo. Y se manifestó feliz porque el hijo del jardinero del cementerio más pobre de San Pablo está estudiando diplomacia. Es que Lula fue el primer presidente de la historia de Brasil sin título universitario. Y él se encargó de intentar ser el último. Fue el que más universidades construyó. Durmió en una casilla con sus siete hermanos y un padre golpeador. Vendió naranjas y sardinas por las calles. De lustrabotas a estadista. Sin rencores ni odios. Un constructor del futuro sin injusticias y con más libertad. Ojalá se transforme en un espejo para los argentinos.

Es generoso, sabe que vino al mundo a hacer el bien a los que la pasan mal. Hoy es un Che Guevara desarmado, un Salvador Allende que pudo concretar su obra, un Tosco que no se murió en la dictadura. Es asombrosa su capacidad de acción, pero también su impresionante facilidad para transformar conceptos complejos en consignas populares. “Democracia es que mi pueblo coma cinco veces al día y no que coman una vez cada cinco días”. Eso dijo. O que su proyecto político es que ningún brasileño tenga que agachar la cabeza ante ningún poderoso.

Más de una vez definió muy claramente su ideología: “Somos un partido socialista de extrema democracia”. Profundo y sencillo: justicia social mil, autoritarismo cero.

© Escrito por Alfredo Leuco y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 20 de Octubre de 2012.

jueves, 18 de octubre de 2012

Lula, enfático contra la re-reelección… De Alguna Manera...


Lula, enfático contra la re-reelección…

El ex presidente de Brasil Luiz Inacio "Lula" da Silva, habla durante la jornada inaugural del Coloquio de IDEA. Foto: DyN

El ex presidente de Brasil señaló que "la democracia es un ejercicio de alternancia". Las repercusiones entre los políticos argentinos presentes.

El ex presidente de Brasil, Luis Inácio Lula da Silva, fue el encargado de dejar inaugurada la edición número 48 del Coloquio de IDEA, la reunión anual de empresarios argentinos en Mar del Plata.

Siete meses después de que los médicos decretaran que estaba librado de un cáncer de laringe, el líder del Partido de los Trabajadores (PT), dos voces presidente de Brasil, reconoció anoche que Argentina es el primer país sudamericano que visita tras saber de su recuperación.

Da Silva, que durante el mediodía del miércoles almorzó con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, aseguró que con la jefa de Estado lo unen una "larga amistad" e "ideales políticos" que lo hacen "sentir como en casa".

Destacado por los empresarios como un estadista, el ex presidente recordó ante el auditorio cuando debió presidir una charla similar (también rodeado por empresarios) en Davos, en 2003, durante el Foro Económico Mundial cuando, entre las propuestas para los males que aquejaban al Brasil, le proponían "primero crecer y luego distribuir": "Me acuerdo cuando (Fernando Henrique, ex presidente de Brasil) Cardoso y (Carlos) Menem competían por ver quién era el mejor amiguito de (Bill, ex presidente de EE.UU) Clinton", ironizó.

En una entrevista con el diario La Nación, al ser consultado sobre la reelección del bolivariano Hugo Chávez en Venezuela, Lula enfatizó su rechazo a la "rere". "Cuando era presidente prohibí que mi partido presentara cualquier tipo de reforma proponiendo mi re-reelección, porque me parece que la democracia es un ejercicio de alternancia de poder, no sólo de personas, sino de sectores de la sociedad". En esta línea, formuló anoche una encendida defensa de las "políticas de diálogo y consenso", al afirmar que en su gobierno convocó a diferentes sectores porque consideró que un mandatario "no lo sabe todo".

La charla de Lula, que se extendió poco más de una hora, estuvo centrada en el impulso de las economías regionales, tras el vendaval que dejó la crisis en todo el mundo en el año 2008. Hubo espacio, además, para las bromas sobre la eterna rivalidad futbolística entre Argentina y Brasil: el ex presidente opinó que "durante 20 años los argentinos se pasaron diciendo que Maradona era mejor que Pelé, pero ahora Messi es el mejor jugador del mundo".

El ex mandatario de Brasil compartió la cena del encuentro en la misma mesa con el gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota, el de Salta, Juan Manuel Urtubey y el de Santa Fe, Antonio Bonfatti. En el recinto de IDEA estaban además el líder de la CGT opositora, Hugo Moyano, el titular de las 62 Organizaciones Sindicales Peronistas, Gerónimo Venegas, y el diputado del FAP, Víctor de Genaro, junto a su compañero de bancada y economista Claudio Lozano.

© Publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el jueves 18 Octubre de 2012

En el recinto de IDEA estaban además el líder de la CGT opositora, Hugo Moyano, el titular de las 62 Organizaciones Sindicales Peronistas, Gerónimo Venegas, y el diputado del FAP, Víctor de Genaro, junto a su compañero de bancada y economista Claudio Lozano. | Télam

Lula terminó su disertación de algo más de una hora con el aplauso de pie de más de la mitad de la audiencia de 900 empresarios anotados para el encuentro. | Télam 

Lula compartió la cena del encuentro en la misma mesa con el gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sola, el de Salta, Juan Manuel Urtubey y el de Santa Fe, Antonio Bonfatti. | Perfil.com

El ex presidente de Brasil Luiz Inacio Lula Da Silva formuló una encendida defensa de las políticas de diálogo y consenso, al afirmar que en su gobierno convocó a diferentes sectores porque consideró que un mandatario "no lo sabe todo". | Perfil.com

"Convoqué a los trabajadores, a los que no tenían casas, a las pymes y a las grandes empresas, porque un presidente no lo sabe todo", aseguró Lula al abrir el 48 Coloquio Anual del Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA). | Perfil.com 

 El ex mandatario brasileño detalló gran parte de los planes que puso en marcha durante su gobierno por el cual más de 25 millones de pobres pasaron a formar parte de la clase media, y destacó que la gran inversión en esos programas "se hizo con la inflación bajo control". | Perfil.com 

Al hablar sobre el modelo económico señaló que "si queremos crear un ciclo de desarrollo sustentable, la palabra clave es inclusión de los países pobres, poblaciones marginales". | DyN 

 Hugo Moyano también se acercó a saludar a Lula da Silva. | DyN 

Todos querían la foto con Lula. En este caso, José Manuel de la Sola junto al ex presidente. | DyN