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domingo, 17 de marzo de 2019

¿Sale CFK... Entra AK?... @dealgunamanera...

Kicillof, el sustituto…

Kicillof... ¿correo de la zarina? Axel Kicillof. Dibujo: Pablo Temes

Después de CFK, aparece como ireemplazable del kirchnerismo, pero pone incómodo a Máximo.

© Escrito por Daniel Bilotta el domingo 17/03/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Eduardo Valdés hizo público algo que el kirchnerismo ya no podía mantener en secreto. Si es conveniente que Cristina Fernández de Kirchner sea candidata presidencial en octubre. Las circunstancias en las que confirmó ese debate podrían configurar un caso de traición en el círculo de incondicionales que rodea a la ex presidenta: lo hizo con ella en Cuba, donde su hija Florencia se trata de un linfedema. Y en apariencia, bajo un delicado estado emocional.

No deja de ser curioso que esa sea la razón invocada por el ex embajador en el Vaticano para hablar del asunto.

Tal vez  de manera injusta, se asocia  la actitud de Valdés con Alberto Fernández. Junto a Felipe Solá, los más convencidos de que “sin Cristina no se puede pero con ella sola no alcanza” para ganarle a Mauricio Macri. Traducido: la alianza con otros afines no mejora el caudal electoral. El ex jefe del Gabinete reclama una autocrítica “para ser mejores de lo que fuimos.” El éxito no acompaña por ahora la infatigable presencia que ocupa en el Instituto Patria.

Es probable que eso despierte viejos recelos en La Cámpora para endilgarle también el lanzamiento de Daniel Scioli. Su candidatura presidencial podría serle útil a Fernando Espinoza si deseara canalizar la disconformidad con un sector del kirchnerismo  que insiste en que suceda a Verónica Magario. Un destino sin encanto y muy por debajo de su expectativa que incluye, si fuese preciso, competir en una primaria por la candidatura a gobernador.  


No sería la primera vez  que combina esfuerzos con Scioli para  oponerse a la voluntad de Cristina, cuyo liderazgo electoral se asienta en el segundo y tercer cordón de ese distrito. En 2015,  Scioli amenazó con competir por fuera del Frente para la Victoria si no se lo consagraba candidato presidencial. Con Julián Domínguez y el respaldo del entonces gobernador forzó una PASO para desplazar a Aníbal Fernández y Martín Sabbatella: la fórmula oficial en la Provincia. Resultó un intento fallido.

Lo que tiene en común aquel episodio con los más recientes es el desafío a la autoridad de Cristina como síntoma de una incertidumbre electoral. Pero acicateada en este presente por otra inquietud indisimulable. La influencia de Axel Kicillof en el círculo más íntimo de la ex presidenta.

Dificultad. ¿Entorpecería el ex ministro de Economía la primaria  entre Solá y Agustín Rossi que imagina Fernández si ella declina su candidatura? 

Nadie lo sabe con certeza. Tampoco Kicillof, el único al que identifican con Cristina quienes aseguran que la elegirían. Es decir: a quien podrían votar en su lugar. Más que la sofisticación para la conjura que le atribuyen sus detractores, el ex jefe del Gabinete se destaca por una racionalidad de apariencia incompatible con la del kirchnerismo. Entre otras cosas, por aplicarla a la lectura de encuestas. Igual que a Solá, no le sorprendió la derrota de Ramón Rioseco en Neuquén.


También  la puso al servicio de aceptar antes que otros el lugar de Kicilloff con Cristina. Quizás por eso este verano apeló a un lenguaje alambicado para describirlo: “Un fenómeno de la política a tener en cuenta.” Tal vez refleje la perplejidad  por alguien de trayectoria en el universo académico que irrumpió de forma casi inesperada en la política: un viaje sin escalas de la línea gerencial en Aerolíneas al Ministerio de Economía.

Acaso en  tributo a Tontos pero no Tanto (TNT),  la agrupación fundada en la UBA con Mariano Recalde, su mentor en la empresa de bandera estatal. 

En  la misión cumplida para Cristina en el Palacio de Hacienda está la clave de su confianza. Exagerados,  algunos justifican traspiés en su gestión por la ocupación que le demandó cumplir con la principal misión encargada: intervenir todas las áreas de gobierno ligadas a Néstor Kirchner hasta su muerte.

Lo que incluyó tensiones con el Ministerio de Planificación Federal. Y, por supuesto, con Julio De Vido: el más poderoso de todo el  gabinete. Es posible que allí haya adquirido  la experiencia para encarar una más reciente pero no menos complicada. Otra vez, a pedido de Cristina. Recomponer lazos con Fernández, Rossi y Solá. El protagonismo de Axel llega a provocar alguna incomodidad familiar entre los Kirchner. Máximo suele referirse a él como “el candidato de mi vieja”.

Aunque la fiabilidad del kirchnerismo para efectuar proyecciones a partir de sondeos es dudosa, los estudios de campo le dan sentido a tanta susceptibilidad.


Después de la ex presidenta, Kicillof es el otro actor imprescindible para esa corriente. Es lo que habilita a contemplarlo en cualquier escenario electoral. El más probable hasta ahora, el de candidato a gobernador en la provincia de Buenos Aires. Empezando por Martín Insaurralde en Lomas de Zamora, los intendentes ya desistieron de oponérsele.

Relevo. ¿Podría sustituir a  la ex presidenta si no es candidata?  Dependería de otro factor. “Que Felipe se anime” a ir por la gobernación, desliza el entorno del ex ministro. Serviría además para comprobar si Espinoza lo acepta de candidato de consenso, como asegura. Si no lo hiciese, existe un plan para disputarle la intendencia en La Matanza que excluye a Magario: Cristina la quiere en el segundo término de la fórmula.

No es una posibilidad que entusiasme a los asesores de Solá. Tampoco compartir el binomio presidencial con Cristina satisface a Fernando “El Chino” Navarro, Víctor Santa María ni Nicolás Trotta. Como Fernández, preferirían un candidato surgido de las PASO.  Solá desconfía de algunos de ellos. ¿Será el jefe del Movimiento Evita, al que Cristina no recibe?

Mientras tanto, Kicillof desarrolla una agenda en territorio bonaerense con Teresa García y Carlos “Cuto” Moreno, los legisladores de Unidad Ciudadana delegados por Cristina para esa tarea. Facilitada donde los intendentes simpatizan con el ex funcionario. 

Algo más habitual en el interior que en el Gran Buenos Aires, a excepción de Jorge Ferraresi (Avellaneda) y Mario Secco (Ensenada).

En cualquier hipótesis, podría contrariar la voluntad del peronismo no K y de algunos consejeros de Cristina. Decretar la desaparición del cuerpo que los contuvo 12 años para resucitar en otro nuevo.

Axel podría ser un obstáculo fuera de ese cálculo si, finalmente, encarna al sustituto.




sábado, 23 de febrero de 2019

Cristina, la sirena... @dealgunamanera...

Verano electoral...

Atados para no tentarse. Solá, Fernández y Massa, bajo el influjo de CFK. Dibujo: CEDOC

Un cisne negro aparece con aterradora frecuencia en los comentarios políticos de los diarios. Como si todo el mundo hubiera encontrado en el libro de Nassim Taleb El imperio de lo altamente improbable una clave sencilla para no hacer el trabajo más pesado de buscar conexiones ocultas, incluso hipotéticas, entre los acontecimientos. El cisne negro equivale a una renuncia a interpretar, renuncia que se hace con el guiño de que ya se ha interpretado. 

© Escrito por Beatriz Sarlo el domingo 17/02/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Hace casi dos décadas, le tocó el turno a la “modernidad líquida”, brillantemente teorizada por Zygmunt Bauman en un libro que tuvo la desgracia de que su título fuera usado incluso por quienes no lo habían leído. De la noche a la mañana todo era modernidad líquida. Taleb no tiene la culpa de que se le haya ocurrido la metáfora del cisne negro. No es responsable de que la pereza del análisis recubra con oscuro plumaje todo acontecimiento que parezca imprevisto. Es hora de buscar otras historias para satisfacer el hambre de imágenes y alegorías.

Basta de cisnes. Terminada la guerra de Troya, en el canto XII de La Odisea, Ulises enfrentó las conocidas aventuras que dilataron su regreso al hogar. Entre otras, el peligro de las sirenas. Circe, la maga, le advierte: “Llegarás a las sirenas, que hechizan a todos los que se acercan a ellas en sus naves. Quien escucha la voz de las sirenas ya no experimentará la alegría de volver a ver a su esposa y sus tiernos hijos, ni podrá compartir su alegría porque ha vuelto a casa.

Antes, las sirenas lo hechizarán con su canto melodioso, sentadas en un prado sobre un montón de huesos humanos putrefactos, cubiertos de piel seca. Cuando te acerques a las sirenas, ordena que tu nave pase de largo; derrite cera y, como si fuera miel, unta los oídos de tus compañeros para que ninguno de ellos las escuche. Si tú quieres complacerte en oírlas, manda que te amarren al mástil de pies y manos. Si suplicas a tus compañeros o les ordenas que te desaten, que ellos te sujeten con más cuerdas”.

Ulises que, como es inteligente, no desoye consejos, obedece y se amarra al palo mayor de su nave. Quiere escuchar el canto de las sirenas, pero no quedar preso de sus hechizos fatales. Por eso puede seguir viaje y llegar, finalmente, a Itaca, donde desbarata a la nube de pretendientes que rodea a su esposa.

A muchos políticos les convendría releer el canto XII de La Odisea. Y, acto seguido, pedirles a sus compañeros que los aten al mástil de la nave, para que las melodías de la Sirena no los atraigan al lugar donde, hace poco, juraron que no acudirían.

Desde esa posición inmóvil podrían escuchar los musicales mensajes de Cristina, pero no saldrían corriendo a su encuentro, porque su final puede ser el de los desdichados navegantes que no siguieron los consejos de atarse al mástil y perdieron la vida, la juventud y la posibilidad de un futuro. Hace un año o poco más, Felipe Solá, Alberto Fernández Sergio Massa no parecían dispuestos a escuchar el canto de la Sirena. Transcurrieron unos meses y empezaron a hablarle por teléfono o visitarla. No solo se acercaron, no solo olvidaron atarse al mástil que hasta ese momento los había sostenido a prudente distancia de la Sirena, sino que ahora parecen dispuestos a una nueva vuelta de la vieja melodía.

No es culpa de la Sirena. No se puede culpar a la Sirena. Ella sigue sus impulsos naturales y hace lo que debe hacer cualquier sirena que se precie: canta para embaucar a quienes la escuchan y cometen, una vez más, el error de pensar que ese canto es indispensable para seguir el viaje.

El Ulises de Homero no leía encuestas, por eso siguió el consejo de no acercarse a las sirenas. Acá sí se dejan seducir. 

Ulises no leía encuestas. Por eso pudo seguir los consejos que le advertían no acercarse a las sirenas. Entendió que el peligro era mayor que cualquier cosa que las sirenas pudieran ofrecer. Pero los políticos sirenizados, calculadores, inseguros, leen encuestas y concluyen que la melodía también llega a los oídos de un 30 por ciento de los que navegarán hacia las urnas en octubre.

La épica de Homero nos enseña que quienes no obedecen los buenos consejos terminan mal. Busquen todos los ejemplos que quieran en La Odisea y La Ilíada. Traigo la historia de Ulises y las sirenas porque, como toda buena historia, puede ser trasladada a otros escenarios y ser representada por otros personajes.

Cualquiera se da cuenta de quién es la Sirena y cualquiera sabe, además, que su canto ha sido atendido por políticos impacientes.

Ulises también estaba apurado por llegar a su hogar en Itaca, tan apurado como esos políticos argentinos que aspiran a la presidencia. Como todo viajero que ha estado lejos muchos años, Ulises quiere llegar cuanto antes, porque no sabe bien qué le espera, no sabe si su mujer le ha sido fiel, no sabe si su hijo se ha convertido en un hombre de bien. Pero es inteligente y el apuro no le gana a la sensatez. Es astuto y no se deja engatusar con los cantos. Es un guerrero experimentado y sabe que la única manera de tener un futuro es tener un buen pasado y no equivocarse en el presente.

Resistir la tentación. Ulises es sabio y atiende el consejo que le han dado: no escuches a las sirenas. Si Ulises las hubiera escuchado, jamás habría podido regresar a su hogar, porque habría sido víctima de su propia curiosidad. Se hubiera quedado a mitad de camino, y la Sirena podría darse el lujo de caminar sobre su cuerpo como caminó sobre los huesitos de los que cayeron porque la escucharon. Por eso creo que los políticos argentinos en vez de fijarse tanto en si llegan los cisnes negros, deberían esforzarse por dos cosas: la primera es pensar que los imprevistos son inevitables, y que, sin embargo, hay que estar preparado para enfrentarlos; la segunda y más importante es que los cantos de la Sirena deben encontrarlos atados al palo mayor de la nave o del buquecito que han decidido comandar. Si no se atan al palo mayor para evitar la tentación del canto de la Sirena, les volverá a suceder lo que muchos de ellos saben que les sucedió antes.

La Sirena conoce bien sus poderes y, sobre todo, sabe que a esos políticos les cuesta resistir la tentación. A Ulises lo llamaban con una palabra griega que admite las siguientes traducciones: prudente, experimentado, lleno de recursos, sagaz, aventurado, ingenioso, profundo, incansable. Buenas cualidades para un político. Por eso, venció el canto de las sirenas, mientras que otros todavía están dando vueltas alrededor de Cristina.

La mitología griega (que no es elitista, sino que formó el imaginario europeo durante siglos) tiene más calidad que el abuso de metáforas ornitológicas como el cisne negro, llegadas de la academia global. Imagino a los pretendientes presidenciales atados al mástil para no salir corriendo cuando silbe la Sirena.

En verdad solo quien demuestre independencia explícitamente, sin medias palabras, puede reclamar que se le reconozcan las cualidades de un posible presidente. De los nombres en los primeros lugares de las encuestas, solo un economista experimentado se comportó como Ulises y dejó en claro que no le interesan los cantos de las sirenas. Los ansiosos candidatos que ya se anotaron se desataron del mástil que les impedía tirarse al agua y andan boyando por ahí.

Escuela de sirenas. Ese fue el título de una película donde la actriz y eximia nadadora Esther Williams brilló por su elegancia y demostró que no es fácil convertirse en sirena. Se necesitan muchas cualidades y gran trabajo. A Macri, que le gusta la pop music, no le vendría mal darle un vistazo a la película. Esta semana habló ante los empresarios para hacerles conocer, según titula Clarín, un “plan buenas noticias”. En estos tres años, comenzando por su viaje a Davos, Macri difundió varios planes “buenas noticias”, sin contar las incumplidas promesas que hizo durante la campaña electoral.

Una anécdota de filmación de Escuela de sirenas nos hace pensar que los acontecimientos pueden repetirse en diferentes escenarios. Las secuencias de la película que debían filmarse en la piscina tuvieron lugar durante el invierno, y la gramilla de los exteriores lucía parda y mortecina. El director del film dio la orden de que una cuadrilla la pintara de verde intenso.

Macri ya ha pintado varias veces la reseca gramilla donde pronuncia sus optimistas discursos. Ya ha intentado convencer de que su gobierno logrará los mismos éxitos que todavía hoy están más ausentes que una sirena verdadera. Su último discurso, el del miércoles pasado ante empresarios, es uno más de esta serie de intentos frustrados. No canta como una sirena quien quiere, sino quien puede. 

Sin ayuda de la mitología y sin la magia del cine de Hollywood, las embaucadoras sirenas no aparecen. Deben estar en alguna parte, sentadas sobre los brotes verdes.



(Fuente www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a perfilcom@perfil.com


domingo, 23 de diciembre de 2018

Velocidad… @dealgunamanera...

Velocidad…

Metáfora actual. La obra Exclusión, de Pablo Suárez, que se exhibe estos días en el Malba. Fotofrafía: Cedoc

Un cuadro de Pablo Suárez representa la superficie exterior amarilla y roja de un vagón de tren que avanza velozmente. Aferrado a las manijas verticales de las puertas, con las piernas muy separadas y los pies sobre el estrecho umbral, un hombre, con el torso desnudo, jeans y zapatillas, trata de mantener su cuerpo adherido a la chapa. El pelo volcado por completo hacia un lado por efecto del viento, con cara de terror y ojos desorbitados, sosteniéndose con todas sus fuerzas para no ser despedido por la marcha, imposibilitado de entrar al vagón, el hombre está en peligro. Si aflojara sus manos, si sus pies resbalaran y perdieran el precario apoyo, caería a las vías. El título del cuadro es Exclusión. Está en la colección del Malba y tiene una atracción tan inevitable como el riesgo que corre su personaje, el excluido. Pablo Suárez lo pintó en 1999.

© Escrito por Beatriz Sarlo el domingo 23/12/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Los alfiles y la reina. El 12 de enero de 2018 se conoció una predicción de Hugo Moyano, quien ya había roto con el Gobierno: “Antes de que termine el año, va a haber un millón de personas puteándolos en la Plaza y vamos a estar todos juntos de vuelta”. El pronóstico se cumplió a medias: hubo, a lo largo del año, cientos de miles en las plazas, pero los sindicalistas no están todos juntos. Si Moyano se refería al peronismo, entonces habría acertado: están todos juntos de vuelta, muchos de ellos corriendo para colocarse bajo el manto azul de Cristina Kirchner. Falta Urtubey que, hasta el momento, cree que puede ofrecer una alternativa exterior al sistema solar de CFK; y hacia las afueras de ese sistema, Pichetto y Schiaretti, que antes tenían a Sergio Massa como interlocutor y ahora lo ven alejándose. Pero han vuelto casi todos, con pretensiones y proyectos diferentes.

En tres años de gobierno del PRO, el peronismo no logró reconfigurarse ni acordar una dirigencia. Cristina es la referencia no deseada pero inevitable. Muchos peronistas hubieran preferido no tenerla de nuevo como última instancia. Sin embargo, la realidad es más tenaz que los deseos. Massa, uno de los que más se habían alejado, afirmó que ella “está cambiando”. Ella tomó un tecito con Felipe Solá, aunque siga pensando que Kicillof sería una incomparable sucesión, si decidiera apartarse del ajetreo cotidiano de la Casa de Gobierno. El ultramontano Grabois muestra a Cristina en un afiche donde él mismo la acompaña y ofrece el homenaje de una intrusión en la planta trasmisora de El Trece y TN. El Papa bendecirá esta unión.

CFK es la referencia no deseada e inevitable del peronismo. Macri gobernó peor que las predicciones.

Durante las escaramuzas justicialistas de los últimos tres años, Cristina, apoyada en La Cámpora, que gestiona su hijo, tejió redes de influencias. Fue benevolente con quienes antes había sido dura y despreciativa. Esperó como espera un jugador que conoce las torpezas de su adversario. Su objetivo es convertirse en la Gran Electora del justicialismo, con la particularidad de que, incluso, pueda elegirse a sí misma. Y también mostrarse magnánima: el sábado pasado, grabó un corto video dirigido a la militancia de Unidad Ciudadana en Entre Ríos, donde se la escucha decir: “Estoy convencida de que nos merecemos un país mejor y entre todes (sic) lo podemos volver a construir”. De cada pueblo, un paisano, y de cada provincia quien tenga posibilidades de alzarse con los votos.  
  
La última noticia de este 2018 es que la Cámara Federal confirmó el procesamiento de CFK, solicitado por el juez Bonadio. Hasta que no haya sentencia firme, dentro de años, la expresidenta podrá ser candidata, de modo que los diversos batallones justicialistas la seguirán tomando como dispositivo central de sus cálculos tácticos.

Por eso se reunieron Massa, Urtubey, Pichetto y Schiaretti con los gobernadores de Tucumán, La Rioja, Santiago del Estero, Entre Ríos y Chaco, para cerrar el año de Alternativa Federal, a cuya mesa se sientan quienes (como Urtubey y Schiaretti) prefieren abstenerse de Cristina Kirchner, y quienes parecen haberse encaminado hacia su inevitable aceptación hasta que una sentencia firme cambie el escenario. Los contertulios de Alternativa Federal rechazan al unísono la polarización entre kirchnerismo y macrismo. Se sabe que el justicialismo está largamente entrenado en la variedad de posiciones.

Finalmente, también en estos días, habló Duhalde y señaló a Roberto Lavagna como el mejor candidato para 2019. Es posible coincidir con Duhalde. Pero sería conveniente conocer la opinión de Lavagna.
El niño rico. El gobierno de Cambiemos fue peor que las peores predicciones (según los números que acaban de conocerse). La pobreza subió al nivel más alto de la última década. La imagen de Macri comenzó 2018 en el nivel más bajo desde que asumió la presidencia (14 puntos menos después de convertida en ley, con alta desaprobación popular, la reforma jubilatoria). Por el momento, no hay milagro que consuele con mejores números. Miguel Acevedo, presidente de la Unión Industrialcalificó el año que termina como "muy malo" y no encuentra sustento para "el positivismo que tiene el Gobierno".

En efecto, carece de sustento. Al comenzar 2018, Macri exhortó a “vivir con los recursos que tenemos, porque no queremos seguir tomando deuda y obligar a pagarla a las próximas generaciones”. Era un buen deseo, que entró en una zona de tormenta cuando el Gobierno, seis meses después, firmó con el Fondo Monetario Internacional un posible préstamo de 50 mil millones de dólares, de los cuales llegaron unos 20 mil millones. Se anunciaron ajustes varios (comenzando por el llamado “ajuste político”), todos tardíos. El gradualismo no fue suficiente para impedir el aumento de la pobreza y la desocupación. Tampoco alcanzó para no seguir endeudándose (olvidados ya de las “próximas generaciones”).

Pese a todo, en septiembre de este año, el Gobierno insistió en promesas de buena ventura, esta vez para persuadir a los ejecutivos de grandes grupos de inversión reunidos en Nueva York. A ellos les dijo: "Vamos a contarles el buen futuro que tenemos los argentinos".

Y hace pocos días reafirmó ese pronóstico sin fecha. En el Centro Cultural Kirchner, Macri les dijo a los 1.200 funcionarios del llamado “gabinete ampliado”: “El año que viene la Argentina va a confirmar que entendió que este es el rumbo”. Hoy por hoy, la Argentina superó los 800 puntos de riesgo país, el número más alto de los últimos cuatro años. Paren este tren, grita el muchacho aferrado a los pasamanos en el cuadro de Pablo Suárez.

Entre decenas de razones, la corrupción del gobierno kirchnerista no generó discursos de la craneoteca que trabaja en Balcarce 50. No tuvieron como tema, ni siquiera secundario, la cleptocracia fundada por la gestión anterior. Seguramente porque el círculo de Macri sabía que primos, hermanos o el venerable pater familias podían ser citados por la Justicia. Los negocios de los Macri tienen una larga historia y, como a muchos empresarios, se les complica impartir ejemplos de ética.

Si a los asesores de Macri les pareció que convenía tener a Cristina como figura central de la oposición, pues allí está. Retrocediendo con poca elegancia, afirman que ella “tiene ahora muchísima fuerza”. Según encuestas, el 60% votaría ofertas opositoras en las próximas elecciones presidenciales. Pero no se trata solo de encuestas.

Macri fue víctima de un optimismo de niño rico, acostumbrado a que los vientos soplen en la dirección de sus deseos. El también podría estar representado en el cuadro de Pablo Suárez: con los pelos de punta, los ojos desorbitados por el terror, a duras penas se aferra a las manijas exteriores de un vagón que avanza a toda velocidad hacia la derecha y deja muchas víctimas.

Hay futuro. Las grandes transformaciones sociales y culturales no siguen paso a paso la coyuntura política. Esto lo sabe cualquiera que consulte un libro de historia. El año 2018 no tiene vuelta atrás por dos hechos novedosos.

El primero transcurrió en las calles: fueron las gigantescas movilizaciones por la ley de interrupción voluntaria del embarazo, protagonizadas por una generación joven que ocupó por primera vez el espacio público. El segundo tuvo a la televisión y las redes como escenario. Decenas de mujeres salieron a denunciar violencias de género. Dieron nombres y circunstancias. Dieron la cara.

El veredicto es siempre sumario, cuando no intervienen fiscales, defensores y jueces. Las garantías valen para todo el mundo, incluso para los criminales más repugnantes. De todas maneras, no son las víctimas las que deben obsequiárselas, sino las instituciones y también los medios de comunicación, que deben presentar las noticias con el control sobre sus fuentes. Si la víctima no puede ser ecuánime, los medios deben serlo.

Quienes se presentaron como víctimas cambiaron la dirección y la velocidad del tren que nos arrastra: son mujeres que, sin achicarse, desafían el viento. Reclaman justicia, aunque sus argumentos no sean perfectos frente a un tribunal. Tampoco es necesario estar de acuerdo con la forma mediática de las denuncias. Simplemente deben recibir castigo los inculpados en ellas (cuántos sean, no lo sabemos hasta un juicio).

Por eso, lo que sucedió en los últimos días anuncia un país que puede tener una velocidad distinta a la que impusieron la exclusión, la desconfianza, la complicidad y el silencio. Contra viento y marea, desde los años 80, las víctimas de diferentes delitos ya han escrito páginas memorables en los tribunales argentinos. Y seguirán escribiéndolas.


(Fuente: www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com 

domingo, 16 de diciembre de 2018

Economía chocada... @dealgunamanera...

Economía chocada... 

Macrinomics. Mauricio Macri. Dibujo: Pablo Temes

Macri confesó sus errores de gestión. Tiene por delante tres meses cruciales en su plan electoral.

© Escrito por Nelson Castro, el domingo 16/12/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 

“Choqué la economía”. La frase sorprendió al pequeño y selecto grupo de periodistas deportivos que cada tanto son convocados por el Presidente, para conversar o para participar de los partidos de fútbol que se organizan y disputan en la quinta de Olivos. El que pronunció esa frase estaba en el centro de los allí presentes: era Mauricio Macri.

La confesión refleja la exacta dimensión de lo que ha pasado en estos tres años de su gestión. Está claro que el Presidente subestimó la dimensión de la herencia que le dejó el kirchnerato, sobreestimó su capacidad para enfrentarla y se equivocó al creer que con un ministro de Economía atomizado y con escaso poder político iba a poder navegar sin sobresaltos por las procelosas aguas de la realidad argentina. Lo más relevante –y, a la vez, preocupante– es que Macri está convencido de que eso no fue un error y, por lo tanto, se rehúsa a cualquier cambio. Es más, si alcanzase la reelección, la organización de su próximo gobierno sería la misma. Un amigo suyo desde hace más de treinta años –con el que suele conversar periódicamente y con quien estuvo pocos días atrás– lo encontró con algo de desconcierto y enojado. Uno de sus enojos es con varios  de los periodistas que lo critican a él y a su gobierno. Entre esos periodistas está quien esto escribe.

Datos duros. Con los números que se publicaron esta semana –el índice de inflación y el índice de pobreza–, el balance del gobierno de Macri es catastrófico.

Veamos:

* En lugar del 29%de pobreza que dio la UCA a fines de 2015, el índice de hoy  está en 33%.

Aumento de la pobreza en el conurbano bonaerense, que supera el 40% cuando estaba en 32% en 2015.

* Inflación: 48,5% de inflación (noviembre 2017- noviembre 2018) vs. 25-26% en diciembre de 2015.

* Devaluación cercana al 300%.

Aumentó en 130 mil millones de dólares de deuda externa, que deja un legado de inexorable renegociación para 2020, gane quien gane.

* Pérdida del poder adquisitivo del salario de 9 puntos porcentuales; la gente cobra casi un 10% menos, con menos poder de compra que en 2015.

* Aumento de la presión tributaria; Macri vino a bajar el impuesto a las ganancias y no solo lo aumentó, sino que aumentó la presión impositiva global.

Con estos guarismos  nadie sabe cómo el oficialismo va a enfrentar el desafío  electoral del año que viene. Tal como lo señaló Carlos Melconian, “no hay ningún antecedente de que un gobierno gane las elecciones con estas variables económicas”.

La próxima semana habrá una reunión importante del ministro de la Producción, Dante Sica, con la cúpula de la Unión Industrial Argentina. Los directivos de la UIA presentaron un documento de 35 puntos que resume las observaciones críticas a la política económica del Gobierno. En su esencia se subraya allí la ausencia de un plan productivo en la Argentina y se señala que lo que hay es tan solo un plan para bajar la inflación, insuficiente para generar condiciones de inversión.

Si esto fuera una empresa, tenemos un contador que está bajando los gastos, pero también hay que tener un ingeniero que te diga cómo hacer para que las máquinas trabajen mejor y un director comercial que diga cómo vender más, porque si no lo único que se hace es perdurar y no generar más valor”, señala un miembro de la conducción de la entidad empresarial, que agrega: “Lo que está haciendo la Argentina hoy es perdurar, el Gobierno en estos tres años a la industria no le ha dado ninguna importancia”.

Con el año electoral encima, las encuestas vuelan. Los que dentro del Gobierno tienen contacto con la realidad no están sorprendidos de ver que los números son adversos para el oficialismo. Una encuesta de Sinopsis mostró que Macri podría perder en segunda vuelta contra Felipe Solá y contra Juan Manuel Urtubey. Quienes escuchan a María Eugenia Vidal dan fe de la evaluación realista que hace de las perspectivas electorales suyas y del gobierno nacional. Ahí se acepta la posibilidad cierta de una derrota.

Lo que viene. 

Enero, febrero y marzo serán meses cruciales para el oficialismo. Lo serán también para Sergio Massa, que tiene un desafío: de aquí a marzo debe resolver el problema de su mala imagen en muchos sectores. Hoy tiene más de 50% de imagen negativa. Si no soluciona ese problema, no puede ser candidato. El adoptó una estrategia que fue desaparecer de los medios durante un año. Eso no le dio resultado. Por eso, ahora contrató al consultor catalán Antoni Gutiérrez Rubí, quien le está sugiriendo algunos cambios de conducta política. 

Mientras tanto, la sombra de la impunidad oscureció una vez más la realidad política vernácula. Eso es lo que significan las prisiones domiciliarias otorgadas a Amado Boudou, a su ex socio José María Núñez Carmona y a Nicolás Ciccone, condenados por la fallida compra fraudulenta de la empresa Ciccone Calcográfica. Y los responsables de este fallo no fueron ninguno de ellos. Los responsables de esto son jueces, juezas y fiscales. Pero no son solo los involucrados en este caso. Porque hay jueces, juezas y fiscales que con sus decisiones avalan la impunidad en otros.  

Esto llega hasta la mismísima Corte Suprema de Justicia. Recordemos el fallo que le permitió a Carlos Menem competir en la elección de 2017 a pesar de que estaba condenado por la Cámara Federal de Casación Penal por la venta ilegal de armas a Croacia y a Ecuador. Ante esta realidad, surge entonces un interrogante: ¿Qué pasaría con todas las causas contra Cristina Fernández de Kirchner, con sus ex funcionarios procesados y condenados, con los empresarios afines al kirchnerismo y con los empresarios procesados e imputados en la causa de los cuadernos si la ex presidenta ganara las elecciones del año que viene?

Producción periodística: Lucía Di Carlo.




  
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