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lunes, 24 de marzo de 2014

Néstor y Hebe... De Alguna Manera...


Néstor Kirchner y la alianza con Hebe Bonafini, "el tanque"...

Hebe, apoyo estratégico de Néstor Kirchner. Foto: Télam

Cómo fue el plan para sostener el Gobierno kirchnerista con los "derechos humanos" como principal relato. Un día como hoy, hace apenas tres años, el oficialismo recordó el aniversario número 35 del último golpe de Estado con un acto en el Mercado Central: hablaron, entre otros, Sergio Schoklender, que todavía no se había peleado con las Madres de Plaza de Mayo y con el Gobierno; Guillermo Moreno, y Amado Boudou, que era el candidato a vicepresidente de Cristina Kirchner.

Allí fue cuando Schoklender inventó una frase polémica para definir a Néstor Kirchner, recientemente fallecido: “el desaparecido 30.001”, que fue repetida por Moreno y por Boudou.

La anécdota demuestra cuánto le importa al kirchnerismo la verdad histórica: muy poco, lo mismo que a cualquier otro grupo político. Es que el político no busca la verdad sino el poder; utiliza la historia como un insumo más en la lucha por el poder, pero no pretende esclarecer qué pasó en un determinado momento, por ejemplo en los setenta.

A juzgar por lo que afirmó luego, en un libro, Schoklender sabía perfectamente que los desaparecidos no habían sido 30 mil; que se trataba de una “mentira necesaria” inventada por Hebe Bonafini. Tampoco desconocía que Néstor Kirchner no era un desaparecido; seguramente, le pareció que “el desaparecido 30.001” sonaba ien, que era un hallazgo marketinero.

En su libro El Flaco, el filósofo K José Pablo Feinmannrevela una conversación por teléfono en la que Néstor Kirchner, que recién había asumido, en 2003, le explica dónde apoyará su gobierno:

“Nuestro punto de partida tiene que ser los derechos humanos”, y, en especial Hebe Bonafini: “Hebe es un tanque. Y el más grande de todos los símbolos. La madre de las Madres”.

Feinmann le había sugerido que el flamante gobierno se apoyara en los asambleístas.

Néstor Kirchner no conocía a Bonafini ni había tenido trato con las Madres. La conoció ya en la Casa Rosada; se cayeron muy bien de entrada y forjaron una sólida alianza, que se demostró incluso cuando estalló el escándalo por la construcción de viviendas populares por parte de las Madres financiadas con dinero público.

Por su lado, las Madres aportaron mucho al kirchnerismo. Por ejemplo, fueron un escudo ético que lo defendió de las denuncias y las sospechas de corrupción. Fueron, en pasado, porque Bonafini luce tan desgastada que ya no puede defender a nadie en ese campo.

Los Kirchner hicieron un manejo astuto de los derechos humanos; se apropiaron de esa lucha como si alguna vez les hubiera importado algo. Aprovecharon la mala conciencia de buena parte de los políticos, los empresarios, los sindicalistas, la Iglesia y los medios de comunicación, que saben que no estuvieron a la altura de las circunstancias cuando los militares violaban los derechos humanos más elementales.

Sobre esa base, le dieron un nuevo significado a la historia reciente, enhebraron un relato contundente y construyeron un poder formidable.

Sin embargo, el kirchnerismo ahora está en retirada; es que en política alguna vez el poder se pierde; cuando llega ese momento, no hay relato que disimule esa nueva realidad.

© Escrito por Ceferino Reato, editor ejecutivo de la revista Fortuna, el Lunes 24/03/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

sábado, 18 de mayo de 2013

Videla, un mediocre… De Alguna Manera...


Un mediocre…

Qué fácil decir “murió el diablo”. Qué fácil es hoy sobreactuar indignación. Mucho más difícil es reconocer que los autores de actos monstruosos puedan ser personas ordinarias. Es más desolador porque nos impide excluirnos como sociedad de la responsabilidad de los hechos. Videla era un mediocre. Un hombre del montón, como escribió Hannah Arendt sobre Eichmann, al ser juzgado en Israel, en su célebre ensayo La banalidad del mal.

Por decir que Eichmann no era diabólico ni un psicópata, a ella, la gran filósofa de su época, judía, escapada de los campos de concentración de Alemania durante la Segunda Guerra, la acusaron de nazi. Ver a Eichmann o a Videla como monstruos nos produce mayor consuelo. Pero ese bálsamo que nos pone a reparo de nuestra conciencia aumenta los riesgos de volver a repetir autoengaños sociales autodestructivos.

Arendt se sorprendía de que Eichmann no se sintiera culpable de sus crímenes y al mismo tiempo no se tratase de alguien psicológicamente anormal. Eichmann decía haber leído a Kant y que su accionar estaba dirigido por “el imperativo categórico que él asumía con escrupuloso deber”. Lo mismo se percibe al escuchar la entrevista que Ceferino Reato le hizo a Videla en la cárcel antes de morir: él creía que la sociedad le había dado al Ejército el mandato de salvar la república y cumplía su obligación de soldado con dedicación.

Nada podrá nunca disculparlos, pero Arendt se lo explica a sí misma distinguiendo la diferencia entre conocer y pensar. Conocer es la habilidad de acumular conocimientos y saberes que permiten resolver cuestiones prácticas. Pensar es otra cosa, requiere la capacidad de diálogo consigo mismo, de autorreflexión y autocrítica; ponía el ejemplo de Sócrates con su daimón, su álter ego interior con el que debatía constantemente. La falta de reflexión crítica, junto con la capacidad técnica, permitía a Eichmann cometer actos monstruosos “sin motivaciones malignas específicas”.

Ver a Videla diabólico es engrandecerlo. Nos sirve para no enfrentarnos con lo malo dentro de nosotros mismos y en distintas proporciones repetir historias vinculadas: nadie votó a Menem, ni con los años nadie habrá votado a los Kirchner, nadie nunca tiene culpas, la culpa es siempre de unos pocos, y la Argentina es un “país de buena gente” que antes eran “derechos y humanos”.

Para Arendt, tales equívocos sociales son posibles cuando confluyen tres clases de personas para formar una mayoría. Los nihilistas, que al no creer en nada adhieren cínicamente a la tendencia dominante para obtener beneficios. Los dogmáticos, que en busca de una seguridad que los haga sentir plenos se fanatizan y consideran enemigos a los que no son de su condición. Y los despreocupados, que por comodidad se dejan arrastrar por lo que les recomiendan el Estado, la propaganda y el discurso de época.

Al terminar la Segunda Guerra, Adorno reescribió el imperativo categórico: “Actúa de tal forma que Auschwitz no se vuelva a repetir”. En la Argentina, el nuevo imperativo categórico de nuestro “nunca más” debería ser: “Actúa de tal forma que el fanatismo no se vuelva a repetir”.

Los fundamentalistas se aprovechan de que las personas normales no saben que todo puede suceder. Gracias a la última dictadura, los argentinos sí sabemos que todo puede suceder. Y sólo de nosotros dependerá que no suceda.
© Escrito por Jorge Fontevecchia el viernes 17/05/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.




miércoles, 26 de diciembre de 2012

La Iglesia, Videla, la guerrilla y el poder...De Alguna Manera


La Iglesia, Videla, la guerrilla y el poder redentor de la sangre...


Los obispos rechazaron las declaraciones periodísticas que hizo el ex dictador Jorge Rafael Videla para mi libro Disposición Final sobre su “muy buena” relación con la cúpula de la Iglesia Católica durante los cinco años de su gobierno, entre 1976 y 1981. “La Iglesia no nos lastimaba”, “le sobraba comprensión”, “se manejaba con prudencia: decía lo que tenía que decir sin crearnos situaciones insostenibles”, dijo Videla, quien consideró que lideró “una guerra justa en los términos de Santo Tomás” contra las guerrillas. “Creo que Dios nunca me soltó la mano. Me ha tocado transitar un tramo muy sinuoso, muy abrupto, del camino, pero estas sinuosidades me están perfeccionando a los ojos de Dios, con vistas a mi salvación eterna”, sostuvo el ex dictador, que en la prisión reza el Rosario todos los días a las 19 y los domingos, asiste a misa y comulga.

Como periodista, coincido con los obispos en la necesidad de buscar la verdad. Mi impresión es que Videla representa a un sector de la Iglesia Católica, a una vertiente conservadora, integrista, y que sigue convencido de que su misión como católico y militar ha sido restaurar aquel antiguo concepto de la “nación católica”, agredida primero por el liberalismo y luego por los diversos socialismos. De allí, su amistad con monseñor Adolfo Tortolo, que era el titular del Episcopado, arzobispo de Paraná y vicario general castrense. Tortolo, pero no sólo él, fue un decidido impulsor del golpe. A los dos meses, Tortolo fue reemplazado al frente de la Iglesia por el cardenal Raúl Primatesta y eso moderó aquel respaldo activo, aunque el apoyo continuó, en especial hacia Videla y otros generales que eran considerados “palomas” frente a los “halcones”, pero no sólo por la Iglesia sino también por el radicalismo, el sindicalismo y hasta el Partido Comunista.

Creo que, a esta altura del partido, aquel apoyo está en la historia, es decir no se puede ahora negar o disimular. Pero, ¿a qué se debió? Opino quela Iglesia llegó al golpe en medio de una fuerte crisis interna, con su jerarquía de sacerdotes y obispos dividida en por lo menos tres sectores: conservadores, moderados y progresistas. En ese contexto, el discurso de Videla y de los militares como defensores de los valores “occidentales y cristianos” y del patrimonio espiritual condensado en la fórmula “Dios, Patria y Familia” resultaba muy atractivo para la mayoría de los obispos y unificaba a los sectores conservadores con los moderados frente a los progresistas.

A la hora de responder a los pedidos de ayuda de las víctimas de la dictadura pesaron más en el Episcopado los cálculos políticos, como la conveniencia de no aparecer debilitando a un gobierno en plena lucha contra las guerrillas, que la preocupación genuina por los derechos humanos de los detenidos desaparecidos, católicos en su gran mayoría.

Por otro lado, los sacerdotes y obispos progresistas habían ayudado a engrosar las filas de las guerrillas, en especial de Montoneros. La jerarquía católica estuvo en ambos lados del mostrador de la violencia política de los Setenta; el discurso del poder redentor de la sangre de Cristo sirvió para justificar tanto a militares como a guerrilleros. Claro que la violencia de las guerrillas no se puede equiparar al terrorismo de Estado; no hubo dos demonios. Pero la historia no es un menú del que podamos elegir solo los hechos que más nos interesan o satisfacen.

Videla es el producto de una manera de entender y vivir el catolicismo; muchos militares, y también muchos guerrilleros, murieron y mataron creyendo que lo hacían por Cristo. ¿No será hora de que la Iglesia nos diga unas palabras claras, cristalinas, sobre todo esto? A partir de ahí, podría exigir a todos sus hijos gestos concretos para reparar a tantas víctimas.

© Fuente: Revista Vida Nueva. Escrito por Ceferino Reato y publicado por el Diario Perfil el jueves 13 de diciembre de 2012.


viernes, 7 de diciembre de 2012

Debate montonero... De Alguna Manera...

Debate montonero...
Juventud maravillosa. Cristina Fernández de Kirchner. Dibujo: Pablo Temes.

Una ley para indemnizar a militares dividió el bloque K en el Congreso. El vía libre de Cristina y cómo se votó.

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner autorizó a sus diputados más fieles a votar la media sanción de una ley que indemniza a los familiares de soldados, militares y policías muertos durante el ataque de Montoneros a un cuartel. Una jefa de Estado que es acusada por la ultraderecha más recalcitrante de ser “una yegua montonera” produjo este hecho político inédito que, además, puso a su bloque de legisladores en rebeldía al punto que se dividieron en tres posturas distintas. Es lamentable que semejante movida positiva se haya hecho casi en la clandestinidad y con fuertes presiones para que nadie se enterara. De hecho, hasta hoy, ni Clarín ni Tiempo Argentino ni Página/12 publicaron una sola línea al respecto. Es un proyecto que se podría haber utilizado para generar el más interesante y necesario debate sobre la lucha armada de los 70 y el impacto en los jóvenes actuales.

Por ahora se perdió esa gran oportunidad. Pero tal vez estas líneas sirvan para fogonear una discusión que, si se hace sin dogmas blindados y con el ánimo reparador de no repetir errores ni horrores, puede ayudar a evitar que la actual fractura expuesta de la sociedad sea un poco menos grave.

Si el Senado la convierte en ley, los familiares de diez soldados conscriptos, de un sargento y un subteniente del Ejército, de un policía provincial y de tres civiles cobrarán 620 mil pesos como resarcimiento por haber muerto éstos resistiendo el copamiento del Regimiento de Infantería 29 de Monte, en Formosa, en lo que fue el bautismo de fuego del Ejército Montonero. El operativo fue encabezado por Raúl Yaguer y, según el periodista Ceferino Reato, sirvió para que Videla y Massera, entre otros, le pusieran fecha definitiva al golpe de Estado que el 24 de marzo de 1976 instalaría un genocidio en nuestro país. Operación Primicia, la rigurosa investigación de Reato, puso en la superficie un tema que en Formosa es vivido culturalmente como una cuestión de Estado y fue tomado como una suerte de “invasión” de forasteros a un lugar de gente sencilla que duerme la siesta con las ventanas abiertas y sella los acuerdos con un simple apretón de manos. El libro reveló que la mayoría de las familias de los 12 integrantes de Montoneros que habían caído en aquel combate recibieron indemnización por 12 millones de pesos como víctimas del terrorismo de Estado y que, en ese carácter, se habían sumado a las listas, las placas y los homenajes que se les rinden a los detenidos-desaparecidos. El caso más concreto puede verse en el monumento de Costanera Norte.

Todos los 5 de octubre, día de esa masacre donde murieron 28 personas en total, se conmemora el Día del Soldado Formoseño. La ceremonia la encabeza el gobernador Gildo Insfrán, integrante del ala derechista ortodoxa del cristinismo, y participan todos los sectores políticos y sociales. Es el recuerdo de un hecho dramático que marcó para siempre la historia de los formoseños.

Por eso, fueron dos diputados de ese distrito, Ricardo Buryaile (UCR) y Juan Carlos Díaz Roig (PJ), los que presentaron el proyecto que estuvo a punto de caerse y de arrastrar la última sesión ordinaria de la Cámara. “Tengo el bloque partido”, se justificaba Agustín Rossi. “Los acuerdos políticos hay que respetarlos”, replicó Buryaile.

Nada hubiera salido sin el motorcito en el que se convirtió Carlos Kunkel (“un caballero”, según el radical) y sin la bendición que le dio Cristina. Es un tema muy delicado para el cristinismo, donde conviven sectores que combatieron armas en mano y hoy plantean autocríticas (“macana”, le llamó Kunkel) con otros que endiosan esa experiencia fracasada y que, hasta peligrosamente, convierten en héroes a imitar a los guerrilleros en cada oportunidad que tienen.

Las distintas posturas de los cristinistas se expresaron a la hora de votar. De los 97 legisladores propios presentes, 51 votaron a favor. Kunkel hizo punta y eso que, en aquel momento, era jefe montonero de la región. No participó del ataque al cuartel porque estaba detenido. Andrés “Cuervo” Larroque y Eduardo “Wado” de Pedro, los dos capos de La Cámpora, se encolumnaron con Kunkel. Los 16 que votaron en contra estuvieron encabezados por Remo Carlotto, hijo de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, que ahora contrató como asesor al juez español inhabilitado por 11 años, Baltasar Garzón. El magistrado, ya convertido en un defensor de todas las causas oficialistas, recibió el documento que le otorga la residencia pero no opinó sobre este tema. Si bien Baltasar sentó en el banquillo de los acusados a Pinochet y a Scilingo, también persiguió legalmente a los miembros de la ETA, quienes igualmente optaron por el foquismo terrorista durante períodos democráticos, lo mismo que Montoneros. Se opusieron, además, miembros del Movimiento Evita, como Leonardo Grosso y Adela Segarra, y los dos legisladores sabbatellistas, pese a que el Partido Comunista que los parió supo condenar con contundencia a la ultraizquierda de aquella época. Entre las treinta abstenciones hay que mencionar a Edgardo Depetri y Agustín Rossi, dirigentes de Unidos y Organizados, y un caso muy particular, el de Horacio Pietragalla, que si bien integra La Cámpora se diferenció por cuestiones familiares: sus padres desaparecidos fueron parte del comando del Ejército Montonero que se mandó esa “macana”, al decir de Kunkel.

Es para una película de espionaje registrar que, además de Kunkel, hubo otro importante miembro de Montoneros que se puso el proyecto al hombro y recorrió el país explicando a sus viejos camaradas la intención: José “Yuse” Estigarribia, el paraguayo que hoy vive en Suecia, donde se quedó luego del exilio y cuya hija fue elegida diputada en ese país. El se entrevistó con Cristina y Kunkel y resolvieron apoyar la idea de Ricardo Buryaile, que fue el primero en ocuparse en 2010, cuando su proyecto original perdió estado parlamentario.

Algo muy profundo ocurrió en la cultura montonera, aunque en la superficie casi nadie haya mencionado el tema. Es un desafío intelectual y político extraordinario que seguramente encontrará su cauce de polémica más temprano que tarde. No hubo dos demonios, eso está claro. ¿Hay que mirar con compasión o ser crudamente críticos de aquellas formaciones especiales que apoyaron primero y luego enfrentaron a Perón? ¿Era correcta la idea de profundizar las contradicciones porque combatir contra las Fuerzas Armadas era más “claro” para el pueblo que enfrentar a Isabel? ¿Hay sectores minoritarios del cristinismo que, en voz baja, aún reivindican el crimen como instrumento de la lucha por el poder?

© Escrito por Alfredo Leuco y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires al 1º día del mes de Diciembre de 2012.

viernes, 13 de abril de 2012

Los muertos de Jorge Rafael Videla... De Alguna Manera...

Videla reconoce que su dictadura mató a "siete mil u ocho mil personas"...

Videla recluído en Campo de Mayo, en marzo de este año. Y la portada del nuevo libro de Ceferino Reato. Foto: Cedoc

Concedió veinte horas de entrevista para el libro Disposición Final, el nuevo trabajo del periodista Ceferino Reato.

“No había otra solución; estábamos de acuerdo en que era el precio a pagar para ganar la guerra contra la subversión y necesitábamos que no fuera evidente para que la sociedad no se diera cuenta”, confesó el dictador Jorge Rafael Videla en Disposición Final, el nuevo libro de Ceferino Reato.

“Había que eliminar a un conjunto grande de personas que no podían ser llevadas a la justicia ni tampoco fusiladas”, sostiene desde la cárcel el hombre que decidió sobre la vida de los argentinos entre 1976 y 1980.

Durante en el encuentro para el libro, Videla reconoce que su dictadura mató a “siete mil u ocho mil personas” que estaban detenidas o secuestradas y que hizo desaparecer sus restos “para no provocar protestas dentro y fuera del país. Cada desaparición puede ser entendida ciertamente como el enmascaramiento, el disimulo, de una muerte”.

El militar justifica el uso de la tortura durante “la guerra” y rescata la influencia de la Doctrina Francesa en la lucha contra la guerrilla.

Ceferino Reato, editor de la revista Fortuna y autor del best seller Operación Traviata, mantuvo veinte horas de entrevistas con Videla entre octubre de 2011 y marzo de 2012 en Campo de Mayo.

“La frase ‘Solución Final’ nunca se usó. ‘Disposición Final’ fue una frase más utilizada; son dos palabras muy militares y significan sacar de servicio una cosa por inservible. Cuando, por ejemplo, se habla de una ropa que ya no se usa o no sirve porque está gastada, pasa a Disposición Final”, cuenta Videla.

Textuales:

- “Pongamos que eran siete mil u ocho mil las personas que debían morir para ganar la guerra contra la subversión”.

- “Por su preparación militar e ideológica, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) era más enemigo que Montoneros; era algo ajeno, otra cosa. Montoneros guardaba algo del nacionalismo, del catolicismo, del peronismo con el que había nacido”.

- “No hay listas con el destino final de los desaparecidos. Podría haber listas parciales, pero desprolijas”.

- “Las desapariciones se dan luego de los decretos del presidente interino Ítalo Luder (peronista, casi seis meses antes del golpe), que nos dan licencia para matar. Desde el punto de vista estrictamente militar no necesitábamos el golpe; fue un error”.

- “Nuestro objetivo (el 24 de marzo de 1976) era disciplinar a una sociedad anarquizada. Con respecto al peronismo, salir de una visión populista, demagógica; con relación a la economía, ir a una economía de mercado, liberal. Queríamos también disciplinar al sindicalismo y al capitalismo prebendario”.

© Publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el viernes 13 de Abril de 2012.