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martes, 9 de enero de 2018

Para el IPC Congreso la inflación en 2017 fue del 24,6%... @dealgunamanera

Los precios suben por donde se los mida


El índice que elaboran varios partidos de la oposición con representación parlamentaria registró un aumento del costo de vida 8 puntos mayor al que había fijado en sus metas el Banco Central para el año pasado. Las tarifas de luz, gas y combustibles fueron las que más subieron.

@ Publicado el martes 09/01/2018 por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El alza de los precios durante 2017 no fue la esperada por el Gobierno, que vaticinó para el año pasado un 17 por ciento de inflación. Según el Índice de Precios al Consumidor (IPC) que elabora el Congreso, y que se dio a conocer esta mañana, el 2017 terminó con un aumento del costo de vida del 24,6 por ciento. Los mayores aumentos se registraron en las tarifas de luz, gas y combustibles. Le siguieron los alimentos y bebidas.

El IPC Congreso registró en diciembre una suba de 3,1 por ciento, impulsado principalmente por las subas registradas en los rubros Vivienda y Servicios Básicos (tarifas de luz y gas) y Transporte y Comunicaciones (combustibles). El informe fue difundido por el equipo económico del Frente Renovador, encabezado por el diputado Marco Lavagna, junto a bloques de diputados del Partido Justicialista, Libres del Sur y el partido Socialista, entre otros.

Según este índice, a los aumentos de las tarifas de luz, gas y transporte, le siguieron las subas de los precios de los alimentos y bebidas, que con un alza del 1,7 por ciento en diciembre y un acumulado anual del 22 por ciento. Con una inflación de 24,6, el informe detalló que en 2017 las jubilaciones mínimas y la Asignación Universal por Hijo (AUH) se recuperaron en términos reales un 1,7 por ciento aunque aún muestran una pérdida del 5 por ciento en promedio frente a 2015.

En la misma línea, desde el Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET), de la UMET, detallaron que la inflación de 2017 alcanzó el 25,2 por ciento con aumentos de hasta el 27,3% en algunos precios. La canasta de consumo de los jubilados, donde tienen mayor incidencia rubros como salud y servicios públicos, registró un aumento anual del 28,5 por ciento.

Igual que el IPC Congreso, el informe del IET detalló que la inflación estuvo impulsada por las subas de las tarifas de gas, electricidad y el agua, que dejaron un saldo del 52, 7 por ciento en el rubro Vivienda y Servicios. Los aumentos en las cuotas de las escuelas privadas provocaron una suba del 29,3 por ciento en el rubro Educación, mientras que el rubro “Salud” se encareció un 26 por ciento por los ajustes autorizados a las empresas de medicina prepaga.



domingo, 26 de noviembre de 2017

Gracias Pichetto, no te hubieras molestado… @dealgunamanera...

Gracias Pichetto, no te hubieras molestado…


El costo de las Lebac duplica el monto de la poda de jubilaciones. La nueva fórmula de movilidad es peor que la versión inicial del Gobierno. La modificación de la movilidad le permitirá a la Anses desembolsar 100 mil millones de pesos menos en jubilaciones. El Banco Central emite deuda con Lebac que devengará intereses por un total de 210 mil millones de pesos en este año.

© Escrito por Alfredo Zaiat (alfredozaiat@gmail.com) el Domingo 26/11/1950 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El stock de Lebac es de 1,2 billones de pesos. Es deuda emitida por el Banco Central que devengará intereses por un total de 210 mil millones de pesos en este año. Es una suma extraordinaria que alimenta lo que se denomina déficit cuasi fiscal. Este espacio de especulación entregado al mercado financiero por el titular del Central, Federico Sturzenegger, es atendido con recursos públicos y está fuera del radar del ajuste que el gobierno quiere que sea aprobado en el Congreso. Ese recorte no alcanza al mundo de las finanzas. La mira fue dirigida hacia el sistema previsional y de seguridad social. El objetivo que planteó el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, es “ahorrar” unos 100 mil millones de pesos, disminuyendo las jubilaciones y las asignaciones (familiares y la AUH). Para conseguirlo, el gobierno presentó un proyecto de ley para modificar la fórmula de movilidad de las jubilaciones que significa una fuerte poda en el haber, que luego fue retocada por iniciativa del senador Miguel Angel Pichetto, cuyo resultado es también una fuerte poda en el haber. Este aporte para facilitar la aprobación del proyecto ha sido tan entusiasta que el saldo puede ser peor para los jubilados que la versión oficial.

La relación entre el monto del déficit generado por las Lebac y la reducción del dinero que la Anses destinará a pagar jubilaciones sirve como referencia para exhibir la escala de prioridades en la gestión del gobierno de Cambiemos. No significa que si se dejase de pagar tantos intereses de Lebac ese dinero podría ir a los bolsillos de los jubilados. Esta comparación sólo deja al descubierto que en la obsesión por el ajuste de las cuentas fiscales, el gobierno eligió arremeter contra los jubilados y cuidar los privilegios del mundo de las finanzas.

Fórmula Pichetto

El ministro de Trabajo, Jorge Triaca, tardó apenas 15 minutos en aceptar la fórmula Pichetto, luego que el senador facilitador de la tarea del gobierno en la Cámara Alta hiciera un discurso muy crítico de la propuesta oficial que modifica la actualización de las jubilaciones. Fue la puesta en escena para permitir la inmediata adhesión del gobierno, que el ministro Dujovne agradece. Con el esquema del 70 por ciento de evolución de la tasa de inflación y el 30 por ciento de variación del salario formal privado (RIPTE), el “ahorro” previsional puede ser mayor al presupuestado por Hacienda. Si es más elevado, significa que los jubilados recibirán un ingreso aún más recortado.

En el suplemento económico Cash de esta edición, el especialista en materia previsional Miguel Angel Fernández Pastor ofrece un par de datos que demuele la fórmula Pichetto: en los 21 primeros meses del gobierno de Macri, el RIPTE creció 59,08 por ciento, mientras que la inflación lo hizo en 71,3 por ciento. Unos simples cálculos revelan que la muy desfavorable versión oficial para los jubilados es mejor que la fórmula Pichetto:

La propuesta del gobierno era un ajuste trimestral por inflación y un insignificante aporte adicional del 5 por ciento del PIB real en junio de cada año. En el acumulado de esos 21 meses, el aumento hubiera acumulado 71,3 por ciento más 0,15 por ciento (el 5 por ciento de la variación del PIB del 3 por ciento: 0,15 por ciento. Las caídas de PIB no se calcularían, según la versión oficial, entonces el retroceso de 2016 no contaría). El saldo sería 71,45 por ciento.

Con el esquema de actualización Pichetto para ese período, el aumento hubiera sido 67,63 por ciento. Casi cuatro puntos porcentuales menos que la versión inicial.

El 70/30 perjudica a los jubilados, más en un gobierno conservador como el de Cambiemos que tiene como objetivo explícito que el salario suba menos que la inflación. Para las paritarias 2018 ya envió el mensaje a través de medios oficialistas de que pretende un alza del 10 por ciento, variación que se ubica por debajo de la estimación de inflación.

Esta es la fórmula que la mayoría de los gobernadores avalaron en el dictamen en el Senado, conversado en apenas cuatro horas sin abrir el espacio a la consulta de especialistas. La comparación con un solo trimestre entre una y otra fórmula de rebaja de las jubilaciones, además de que entrega una diferencia insignificante, no es correcta. En un período más prolongado, como el mencionado arriba, el saldo del nuevo acuerdo es más desfavorable para el jubilado.

El pacto además avala que se aplique la actualización con seis meses de retraso, pues el ajuste de marzo del año próximo será con la inflación del trimestre julio-septiembre de este año. Es otra disposición que perjudica a los jubilados puesto que la nueva fórmula sería retroactiva. La presente movilidad se devenga en el semestre julio-diciembre, lo que implica que a esta altura esta casi completa, pero en el proyecto de ley se la descarta para que en marzo de 2018 se utilice la nueva. Esto implica que en lugar de un aumento de las jubilaciones del 12 al 13 por ciento, el ajuste sería de 5,2 por ciento (con la versión oficial) o de 5,7 por ciento (con la fórmula Pichetto). 

Las jubilaciones perderían así unos 7 puntos porcentuales, deteriorando su poder adquisitivo y brindando el “ahorro” previsional que el gobierno busca. Al haber mínimo de 7246 pesos se le podaría 455 pesos del aumento. Como precisó David Cufré en el Panorama Económico en la edición de ayer de este diario, la jubilación mínima quedaría en 7660 pesos en lugar de los 8115 pesos que hubieran correspondido.

Bicicleta

Mientras en el Congreso empezó el debate del proyecto oficial para recortar jubilaciones y asignaciones (familiares y AUH), la bicicleta financiera sigue rodando a velocidad. El viernes la paridad cambiaria terminó la semana con una caída de diez centavos, para ubicarse en 17,69 pesos, el mismo nivel que hace dos meses. Ese retroceso fue explicado por operadores de la city por el ingreso de dólares a la plaza local para aprovechar las muy elevadas tasas de interés que regala el Banco Central con las Lebac.

El último reporte del balance cambiario del Banco Central indica que las inversiones de cartera de no residentes (capitales extranjeros especulativos) sumaron en forma neta 420 millones de dólares en octubre pasado, siendo uno de los meses de más ingresos del año. Esos fondos fueron destinados a colocaciones en pesos, detalló la entidad monetaria, para aprovechar la renta que ofrece la tasa de interés en moneda local. La consultora macrista Elypsis calculó que el inversor que canjeó dólares por pesos en enero de 2016 y fue renovando ese capital en Lebac hoy tiene acumulado una ganancia en dólares del 17 por ciento. Es una rentabilidad extraordinaria de la bicicleta de las Lebac. Como ilustra la prensa internacional, Argentina se ha convertido en un paraíso financiero para el capital especulativo.

La emisión de esos títulos de deuda en pesos de cortísimo plazo es utilizada por el Banco Central con el doble propósito de desalentar la compra de dólares al tiempo de retirar pesos del mercado con el esquivo objetivo de bajar la inflación. No consigue ni uno ni otro objetivo. Pero igual sigue con esa política seduciendo a los inversores con tasas de interés elevadas, que tuvieron su pico del 38 por ciento en marzo de 2016 y hoy se ubican casi en el 30 por ciento anual. Esas tasas han invitado a inversores extranjeros a participar del negocio que se denomina currency carry trade sobre el peso argentino: ingresar dólares a la plaza local, luego venderlos y con los pesos obtenidos comprar Lebac, para que en un plazo determinado recomprar más dólares con el capital e intereses de esa inversión en pesos. 

Esta estrategia monetaria y cambiaria que recibe críticas de economistas de diferentes vertientes ideológicas tiene un costo altísimo para las cuentas públicas, en este caso las del Banco Central. Desde diciembre de 2015, la deuda con Lebac aumentó 245 por ciento y devengó intereses por más de 310 mil millones de pesos. Sólo en este año sumarán 210 mil millones de pesos. Esta cifra más que duplica el monto que el gobierno quiera “ahorrar” en el sistema previsional recortando aumentos de las jubilaciones.

Trabajadores

Sin tocar las ganancias privilegiadas del mundo de las finanzas, la administración Cambiemos arrastra del cuello a un grupo de gobernadores para impulsar una reforma que no sólo castiga a los jubilados, sino que avanza sobre derechos previsionales de trabajadores activos. Instala la suba de la edad de jubilación, para hombres y mujeres, en los 70 años, y pretende disminuir el cálculo del haber inicial del futuro jubilado. 

Fernández Pastor indica que en el artículo segundo del proyecto de ley se establece que los salarios con que se efectúa el promedio de ingresos del que surgirá el haber inicial de los futuros jubilados ya no se efectuará por la fórmula de movilidad, sino por el índice combinado aplicado para la actualización de las sentencias en la Ley de Reparación Histórica (inciso b, artículo 5 ley 27.260) que, como es reconocido por el propio gobierno, implica una quita muy importante. El especialista previsional señala que en el mencionado artículo se especifica que la actualización de los salarios se efectuará por el índice de Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (RIPTE). ¿Qué significa esto? Si los salarios disminuyen, los trabajadores que quieran jubilarse tendrán un haber inicial más bajo del que surgiría aplicando la ley de movilidad. En base a la evolución de la inflación y el RIPTE desde diciembre de 2015, cifras detalladas arriba, hoy la pérdida acumulada es de 12,22 puntos porcentuales en apenas dos años.

Modificar la movilidad jubilatoria para atarla a la evolución de la inflación, disminuir la tasa de sustitución (la relación entre el último salario del trabajador con el haber inicial como jubilado) y elevar la edad jubilatoria son las recomendaciones del FMI al gobierno argentino, incluidas en el informe de noviembre de 2016, y que pasaron a formar parte de la reforma previsional. 

No deja de ser notable como la Alianza Cambiemos decidió empeorar la calidad de vida de los jubilados, con el aval de gobernadores, siendo que se trata de su núcleo electoral más intenso. La apuesta oficial es que el cambio de clima político les permita naturalizar la reducción de las jubilaciones hasta pensar que no tiene costos afirmar que son muy elevadas, mientras le sigue ofreciendo al mercado financiero la rentable fiesta especulativa de las Lebac.



domingo, 30 de julio de 2017

Las Grandes Mentiras De La Economía… @dealgunamanera…

Derribando Mitos… 

Si bien e incursionado en reflexiones, filosóficas, religiosas biológicas y físicas durante toda mi vida, cuestionando muchas presuntas verdades y hasta atreviéndome a construir teorías propias, recién desde hace algunos años me he permitido incursionar también en la economía.

El futuro es previsible. © Escrito por Teodoro M. Goette el viernes 28/07/2017 y publicado en Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Hace tiempo que los políticos y los economistas nos engañan con conceptos como “inflación” y “tipo de cambio”. Toda la economía parece dar vueltas alrededor de estos dos conceptos que en rigor y tal como se usan son falaces y no expresan nada.

El valor de los bienes es en realidad lo que debe ocupar y preocupar a la economía. Este valor no es absoluto sino relativo.

La ecuación fundamental de la economía tanto para un país como para una empresa o una persona es la diferencia entre ingresos (productivos o resultado de una renta) y los egresos (incluye gastos básicos, suntuarios, pago de créditos y dispendios).

La verdadera inflación es el porcentaje de aumento de los egresos sobre los ingresos más allá de los números artificiosos que el Banco Central maneje. En este sentido es una medida del quebranto de un país.

Visto de esta manera comprenderemos que la verdadera inflación en Argentina es monstruosa. La gran mentira de la inflación contenida, como toda mentira tiene patas cortas y tarde o temprano culmina con el inevitable shock de sinceramiento con todas sus consecuencias, tal como ocurrió ya tantas veces.

De igual manera, si los egresos de un comerciante o de industrial se incrementan (sueldos, alquileres, gastos operativos, gastos fijos, precio de los insumos, impuestos, fletes, etc...) tienen que aumentar los ingresos (precios) o reducir sus egresos (esto se traduce en despidos, desmejoramiento de la calidad, dilatación de los pagos, reducción de stocks tanto de insumos como de productos terminados, reducción de gastos fijos, desatención del mantenimiento, etc...), de lo contrario sobreviene el quebranto. Vemos que es pueril despotricar porque todos los días hay aumentos de precios. Estos aumentos son inevitables y hacen a la supervivencia de las empresas.

El tipo de cambio es otro concepto artificioso. El verdadero tipo de cambio corresponde en realidad a la relación entre el precio que debe pagarse por un paquete estándar de bienes, en el país que emite la moneda y el que debe pagarse por el mismo paquete en el nuestro, en pesos. Si en USA el paquete debe pagarse u$s 100,00 y en Argentina el mismo paquete debe pagarse $ 1000,00 la relación es 10 a 1 con lo cual el cada dólar no cuesta $ 10,00. Ese es el verdadero valor de cambio.

Si sin llegar a hacer un estudio profundo y metódico analizamos simplemente el hechos cotidiano de gente que va al exterior (países limítrofes y USA) a comprar bienes que cuestan el 50 % o menos de lo que cuestan en Argentina, deducimos que el precio del dólar es por lo menos el doble del valor “oficial”. Esto también ya ocurrió muchas veces y como ese dólar oficial es el que se emplea para mentir la inflación, tarde o temprano al igual que esta se sincerará con el consiguiente shock.

El gobierno, que se resiste por “razones políticas” (electorales y marketineras) a reducir egresos (gasto fiscal) debe recurrir a aumentar los ingresos de cualquier manera. En el gobierno anterior se hizo entre otras cosas tomando barato dinero del Anses y del Banco Central y en este gobierno recurriendo además a préstamos al exterior. Tanto en uno como en otro caso, la relación fundamental ingresos/egresos se degrada generando más inflación y quebranto.

El futuro es previsible.


lunes, 2 de febrero de 2015

Hablando de saqueos... De Alguna Manera...

Hubo saqueos, pero en la Anses y el Banco Central…


Cristina Kirchner pareció no caber en sí de felicidad y se le ocurrió decir, risueña, que los argentinos han cometido saqueos en el fin de año pasado, pero gastando con sus tarjetas de crédito en los comercios.

Una Presidenta jocosa, risueña, festiva, mientras buena parte del país está más cerca de acompañar el estupor y el llanto de Santiago Kovadloff tras el sepelio del fiscal Nisman. Aquel que, según la primera versión de la festiva mandataria, se había suicidado, y que ahora resulta que ha sido asesinado, con el único objeto de perjudicarla y ocultar que el país está de fiesta loca, de desenfrenadas vacaciones.

En el país que gracias a ella no tiene estadísticas de pobreza desde hace dos años (y en los últimos ocho tampoco eran confiables), que falsifica las de inflación, ella misma decide que la cantidad de veraneantes es récord. Con los mismos soportes probatorios con los que primero habló de suicidio y luego de homicidio de Nisman.

La Presidenta acompaña la trasnochada obsesión de su ministro de Economía -al que convoca en público con las mismas palabras y modos que usará con su caniche- de controlar todos y cada uno de los precios y costos de miles de millones de productos, procesos y transacciones. Un absurdo completo. La tentación de querer ser Dios y manejarlo todo. Un mal frecuente entre los economistas.

Control fallido

Sin embargo, la Presidenta acaba de confesar en público que a casi 12 años de que el kirchnerismo llegó al poder no puede controlar los servicios de inteligencia.

La administración que se obsesiona con fijar el precio del pan no sabe qué hacen sus propios espías. Lo admite en una cadena nacional doliente (de sí misma) para aparecer en la siguiente muerta de risa.

Un reciente trabajo del Centro de Investigaciones Sociales y Económicas (CISE) de la Fundación Libertad mostró que los saqueos efectivamente ocurrieron en 2014. Pero sus autores no fueron consumidores con sus tarjetas de crédito en los comercios, como dijo Cristina Kirchner. Fueron ella misma y su administración apoderándose del patrimonio de la Anses y del Banco Central. Sin esas "ayudas" el rojo fiscal, dice el CISE (y coinciden otras consultoras), habría sido de alrededor de 233.000 millones de pesos. Con todos los manotazos y los maquillajes, fue más o menos la mitad.

El rojo superó en 70% el de 2013, y el método de "zafar" descapitalizando las agencias estatales que respaldan la moneda y las jubilaciones no fue una novedad, sino la repetición de una tradición del "modelo".

"Los traspasos de estos dos organismos [al Tesoro] han crecido de modo más que notorio en los últimos años. Puntualmente, avanzaron 136 veces entre 2003 y 2014, pasando de 900 millones de pesos a 123.139 millones de pesos el año pasado. Respecto de 2013, las asistencias de ambas entidades se duplicaron", dijo el CISE en su último informe.

Presión record

Ni la recaudación récord, a fuerza de aplicar la mayor presión fiscal de la historia sobre los ingresos provenientes del trabajo personal, alcanza. El peronismo acompaña a una Presidenta que grava de manera inaudita a los trabajadores. Si fuera por la alícuota del impuesto a las ganancias, la Argentina sería uno de los países con más empleados millonarios entre sus habitantes.

Tristemente, no es así. El kirchnerismo, al que el Partido Justicialista sigue defendiendo (al menos, en los dichos públicos de sus principales dirigentes), ha logrado varias proezas: dejar al país sin trigo, sin carne y sin lácteos para exportar y transformar el progresivo impuesto a las ganancias en un tributo de carácter regresivo.

Los gobernadores de Santa Fe y de Córdoba no quieren seguir sufriendo el descuento del 15% de la recaudación bruta de los impuestos cuya recaudación luego se coparticipa entre las provincias.

Ese descuento va a parar a la Anses, de acuerdo con el pacto fiscal que firmaron la Nación y las provincias en 1994, tiempos en los que el menemismo dispuso cubrir de esa manera el bache que produciría en las ex cajas previsionales provinciales el arranque del sistema de las AFJP, a las que presurosos se afiliaron en aquellos tiempos Néstor y Cristina Kirchner.

Las AFJP no existen más y todos los aportes personales y patronales van a la Anses, que muestra así un jugoso superávit. Se usa para sostener el gasto público, cuya enormidad es sólo comparable con su ineficiencia.

¿Puede tener "precios cuidados" un país que no puede custodiar al fiscal especial del caso AMIA? Si no fuera trágico, sería ridículo.

La Anses ha estado vendiendo bonos en dólares, comprando bonos en pesos, todo para sostener la ficción de que el país vive de fiesta y de vacaciones.

Mientras la Presidenta anuncia que dará transparencia a los servicios de inteligencia, dispone por intermedio de sus ciegos seguidores y aplaudidores que la información de empresas y sociedades -sobre todo las de ella- serán cada vez de más complicado acceso para el público y, sobre todo, para el periodismo independiente, centro de los odios presidenciales.

© Escrito por Jorge Oviedo el lunes 02/02/2015 y publicado por el Diario La Nación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

(*) Es periodista, especializado en economía y en la actualidad es el editor del suplemento económico dominical del diario La Nación. Ejerce el periodismo desde 1979, cuando comenzó a trabajar en la sección Deportes del vespertino El Andino, propiedad del matutino Los Andes, en Mendoza. Hasta 1989 se desempeñó en Los Andes y ocupó las funciones de subdirector de las secciones Espectáculos, Libros y Autores y editor de Para Ver y Oir y Mundo Joven. Además, trabajó en las agencias Noticias Argentinas (NA) y Diarios y Noticas (DyN). Desde octubre de 1994 hasta julio de 1998 fue redactor especializado en temas económicos en el diario LA NACION y, desde agosto de 1998 hasta marzo de 2000, fue Prosecretario de Redacción del diario BAE (Buenos Aires Económico). joviedo@lanacion.com.ar


sábado, 11 de mayo de 2013

Devaluar por etapas… De Alguna Manera...


Devaluar por etapas…

Pentavirato. Moreno, Kicillof, Lorenzino, Marcó del Pont y Echegaray. En Ecuador, en el siglo XIX, hubo un gobierno con cinco funcionarios de igual jerarquía.

Tanto énfasis puesto por Kicillof en insistir en que no van a devaluar no hace más que reflejar la verdadera dirección de los acontecimientos. Más tarde o más temprano van a tener que apelar a alguna forma de devaluación que vaya más allá del acompañamiento mensual de la inflación con el cual el Banco Central aumenta el precio del dólar oficial.

Y no es casual que de todo el equipo económico que expuso ante el Senado, a la hora de argumentar todas las contras que tendría una devaluación, el más verborrágico haya sido Kicillof (el teórico) y no Moreno (el práctico). Kicillof, más que nadie, tiene que dar muestras de convicción antidevaluatoria porque se le atribuye ser partidario del desdoblamiento cambiario, lo que implica una devaluación parcial.

El gran problema es que el cepo cambiario “de Moreno” no sólo impide que salgan dólares, sino también que entren. Incluso a quien tiene todo en blanco, pedirle que invierta en el país trayendo divisas al cambio de poco más de 5 pesos por dólar es lo mismo que reclamarle al dueño de un inmueble en Argentina que lo venda en pesos multiplicando su valor en dólares a la cotización de poco más de 5 pesos por dólar oficial.

No sólo el mercado inmobiliario quedó paralizado; también, y más grave aún, casi todas las inversiones quedaron pospuestas porque la gran cantidad de capital para invertir no está en pesos, sino en dólares u otras monedas extranjeras.

Por eso este dólar Cedin (para transacciones inmobiliarias) y el dólar Baade (para invertir en YPF), recientemente ideados por el Gobierno, serán una de las tantas formas de desdoblamiento del tipo de cambio al que seguirán otras herramientas que, aunque no se asuman formalmente como una devaluación sectorial, en el fondo lo serán.

Salvo una muy drástica caída de la inflación –que no parece ser la intención ni la vocación del Gobierno–, no habrá forma de llegar a 2015 devaluando al ritmo de 1,5% mensual, como el Banco Central vino aumentando el precio del dólar oficial durante el último trimestre.

La falta de inversión no obedece a que los stocks de capital estén en negro y sean fruto de dinero que evadió impuestos, lo que un blanqueo vendría a resolver independientemente de cuestiones éticas, sino a que no se invierte porque los precios actuales en Argentina son muy caros en dólares si se cambian esos dólares a poco más de 5 pesos. Sobran ejemplos muy visibles: la brasileña Vale, que no habría cancelado su inversión si hubiera un dólar financiero al cual pudiera haber cambiado sus dólares o reales a la cotización del mercado libre. O el de los dos desarrolladores inmobiliarios más emblemáticos, Costantini y Faena, que están construyendo en Miami y no en Buenos Aires.

Al Gobierno le faltan dólares y sólo atina a reprimir la demanda, pero tanto o más grande es el problema de la falta de oferta de dólares. Algo que tendrá que resolver  de alguna manera si no quiere terminar con un estallido. El economista de la revista Fortuna Juan Carlos de Pablo sostiene que el precio del dólar en Argentina sigue la lógica de la cotización de un boleto para el Arca de Noé: en la medida en que los compradores creen que se acerca el diluvio, tiende al infinito.

Tiene razón Kicillof sobre que una devaluación empobrece al pueblo porque reduce el poder de compra de los salarios. Pero las condiciones de posibilidad de una devaluación ya fueron creadas por el Gobierno con una inflación mucho mayor que el aumento del dólar oficial durante años sin generar aumentos de productividad. El peronismo, tanto en los años 50 y 70 como ahora, usó la inflación para generar un bienestar que termina siendo evanescente.

¿Por qué no desdoblan el mercado cambiario en un único acto? Probablemente porque la Presidenta precise digerir la medicina por sorbos, tanto para proteger su ego como para no pagar el costo político de hacer aún más evidentes sus contradicciones.

Como siempre, la fecha es octubre.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 11/05/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.




sábado, 9 de febrero de 2013

La economía del miedo… De Alguna Manera...


La economía del miedo…


El discurso económico convencional captura la atención en las sociedades modernas emitiendo mensajes que advierten acerca de que algo malo puede suceder. Los divulgadores de esos avisos siempre presentan un peligro potencial de consecuencias desastrosas para la economía y por lo tanto para el bienestar de la población. El motivo de esa eventual desgracia varía según el momento. No importa si predicen desastres donde no los hay y luego no se verifican, puesto que no son interpelados por la catástrofe que no fue. No pierden tiempo en revisar fallidos y reemplazan un miedo por otro. Intervienen en un escenario global donde se despliega la precariedad de la existencia, en general asistida por las religiones o la filosofía, abonando la economía del miedo. Alimentan la angustia de gran parte de la población por el riesgo a perder el trabajo, los ahorros o advierten que la perspectiva de la economía personal puede ser amenazada por el desborde inflacionario o una brusca alteración de la paridad cambiaria.

El objetivo de diseminar temores es disciplinar a una sociedad para que acepte situaciones que serían rechazadas si fueran ofrecidas en un marco normal. El miedo es el vehículo para condicionar el comportamiento colectivo. En una era de incertidumbre global, la meta es imponer de ese modo políticas impopulares. En los noventa se convocaba el recuerdo traumático de la hiperinflación para aplicar reformas devastadoras de derechos sociolaborales y de liquidación de activos públicos. Después se alertaba sobre el riesgo de salir de la convertibilidad para justificar fuertes ajustes fiscales con recortes del gasto público y de salarios y jubilaciones.

Las dudas sobre lo que está sucediendo y el temor sobre lo que vendrá provocan intranquilidad. Gran parte de la sociedad se encuentra así en condiciones vulnerables para absorber teorías conspirativas, escenarios apocalípticos y análisis de caos inminentes. El crecimiento espectacular de Internet con el flujo de información al instante y la comunicación vía mail y redes sociales ha derivado en un canal impresionante de rápida difusión de todo tipo de análisis y especulaciones. Los mercaderes de la ansiedad ocupan el centro de la escena y se requiere de una firme voluntad política para desenmascarar sus intenciones y neutralizarlos.

La persistente mención del riesgo a la debacle va consolidando la sociedad del miedo, donde existen antecedentes traumáticos que abonan el terreno del temor. En este delicado cuadro, el manejo de las expectativas juega un rol fundamental para construir consensos sobre cómo se desarrolla la economía, y para evitar que el círculo vicioso de las exageraciones pueda concluir en profecías autocumplidas. El español Joaquín Estefanía escribió el libro La economía del miedo, donde remarca que “el miedo ha sido siempre fiel aliado del poder. Nos han inoculado el miedo a la inseguridad económica, al paro, al otro, al que viene a disputar los pocos empleos que se crean...”. Cuando Estefanía habla del poder se refiere al económico. Rescata una viñeta del dibujante “El Roto” que resume ese concepto: “Tuvimos que asustar a la población para tranquilizar a los mercados”, dice un hombre de traje y corbata desde un balcón.

El recorrido desde la recuperación de la democracia en 1983 reúne varios capítulos de la economía del miedo. Para su construcción ha intervenido una variable financiera principal subordinando el resto. La administración alfonsinista padeció la evolución del dólar. El vaivén del billete verde era presentado como el termómetro más firme sobre la marcha de la economía. Cotización que acompañaba diariamente la información del estado del tiempo. El alza de la paridad cambiaria fue limitando así la gestión de la política económica, acorralada por la carga de los pagos de la deuda, hasta generar las condiciones para el golpe de mercado que hundió el gobierno, obligando el adelantamiento de la fecha de las elecciones y de la posterior entrega del poder.

Durante el menemismo, pese a la alianza del gobierno con los grupos económicos locales y trasnacionales y la banca acreedora, las contradicciones al interior del poder económico tenían como registro principal de esas tensiones el movimiento de los activos bursátiles. El tipo de cambio estaba congelado y la deuda se cancelaba con la venta de empresas públicas y emisión de nuevos bonos. La evolución de las acciones líderes era entonces el indicador para abonar el miedo económico. En esos años, las pujas por la permanencia del ministro de Economía, las agudas internas políticas en el gobierno o los intereses de grupos económicos y de la banca acreedora tenían como caja de resonancia el sube y baja de las acciones y bonos.

La memoria está más fresca con el índice de riesgo país que mantuvo en jaque la presidencia de Fernando de la Rúa enredada en la falsa ilusión de complacer al poder financiero como política de supervivencia. Ese indicador golpeaba día a día difundiendo con títulos catástrofes cada una de sus variaciones, afectando las expectativas de los agentes económicos. En esos años el riesgo país actuaba como termómetro de la economía dominada por la lógica financiera. Ese índice es la diferencia entre la tasa de interés del bono del Tesoro de Estados Unidos a diez años con la de uno similar argentino. Esa brecha era sinónimo de una mayor o menor confianza de los acreedores para prestar dinero comprando nuevos bonos en la refinanciación de vencimientos de deuda. El riesgo país actuaba como un factor de disciplinamiento del poder político para que aplique medidas de austeridad que, en búsqueda del respaldo de los mercados, aseguraran el pago de la deuda.

Cada una de esas experiencias con sus respectivas variables (dólar-Alfonsín; Bolsa-Menem; riesgo país-De la Rúa) tuvo al Fondo Monetario Internacional como el protagonista principal para (des)ordenar la economía con las condicionalidades de ajuste adheridas a los planes de auxilio financiero, facilitados por el despliegue de esos indicadores de la city alimentando la economía del miedo.

Este círculo vicioso se pudo romper con la cesación de pagos y la renegociación de la deuda con quita, disminución de la tasa de interés y extensión de los plazos de pago, como también con la cancelación total de la deuda con el FMI. Además, con la acumulación de abultadas reservas en las arcas del Banco Central para pulsear con éxito cada una de las corridas contra el peso. El riesgo país sigue ubicado en niveles muy elevados sin influencia relevante en el funcionamiento diario de la economía doméstica, revelando así que sólo es un índice de utilización política del mundo financiero, puesto que los indicadores de deuda argentinos son muy sólidos en relación con el PBI, reservas internacionales, sector externo y horizonte de vencimiento. La deuda dejó de ser un problema principal y el mercado de cambio oficial es manejado sin dificultad por el Banco Central.

La economía del miedo se quedó de ese modo sin indicadores de las finanzas globales para atemorizar sobre lo inevitable de una crisis. Ni el dólar, ni la Bolsa, ni el riesgo país. En el ciclo político del kirchnerismo irrumpieron entonces nuevos fantasmas con pronósticos sobre la inminencia de un default, recesión, desborde inflacionario o fuerte devaluación. Si bien tuvieron su impacto negativo en la formación de expectativas no han podido afectar en gran medida la evolución de la economía. El elemento diferenciador con los mencionados períodos anteriores fue que la gestión de la política económica no quedó subordinada a los dictados de indicadores financieros, sino que comenzó a disputar en pie de igualdad el control del escenario económico.

A partir del régimen de administración y control de acceso a la moneda extranjera, alquimistas de la economía del miedo encontraron la variable necesaria para recuperar aliento y fortalecer posiciones con predicciones de próximos descalabros: la cotización del dólar comercializado por fuera del circuito formal.

La trampa de la economía del miedo ahora es de color “blue”.

© Escrito por Alfredo Zaiat el sábado 09/02/2013 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.