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martes, 2 de agosto de 2016

Colonos de Catán: Lanzamiento en Argentina... @dealgunamanera...

Colonos de Catán… 
  
Colonos de Catán es un juego de mesa para toda la familia que se ha convertido en un fenómeno mundial. Desde su aparición en Alemania ha vendido más que muchos de los juegos más tradicionales. Se trata de un juego que aúna la estrategia, la astucia y la capacidad para negociar y en el que los jugadores tratan de colonizar una isla, Catán, rica en recursos naturales.

Descripción del Producto

Catan es un juego de mesa para toda la familia que se ha convertido en un fenómeno mundial. Desde su aparición en Alemania ha vendido más que muchos de los juegos más tradicionales.

Se trata de un juego que aúna la estrategia, la astucia y la capacidad para negociar y en el que los jugadores tratan de colonizar una isla, Catán, rica en recursos naturales. Construyendo pueblos, estableciendo rutas comerciales, etc…

Catan ha vendido más de 2 millones de ejemplares en Europa y América. Por si esto no fuera bastante, ha sido galardonado en Alemania y Estados Unidos como Juego del Año.

El juego básico de Catan, a la venta desde hace más de 10 años en España, ha marcado un hito en toda Europa en cuanto a juego de planificación, colaboración y, por supuesto, diversión. No hace falta comentar que es la única pieza indispensable de Catan en tu ludoteca.

A partir del básico se abre todo el abanico de expansiones que la isla de Catán te ofrece.

Información Adicional

Jugadores: 3-4
Duración: 75 minutos
Edad: +10

Colonos de Catán en Argentina

El juego ha sido lanzado en la República Argentina en el mes de Julio de 2016 y es fabricado y comercializado por la empresa Errekaese S.A. y su marca -Top Toys-, una de las principales compañías fabricantes de juguetes en el país. El juego es producido en el país, bajo licencia de Kosmos Verlag de Alemania.

Cómo jugar a Colonos de Catán (Video)





Resumen y Reglamento







domingo, 24 de julio de 2016

Mariano Albornoz. Viajero del Mundo con una Yamaha XTZ 125 c.c. @dealgunamanera...

El cartero de Vicente López que recorrió el mundo en moto…

De vuelta en casa: Mariano Albornoz en la playa de Vicente López, con su Yamaha. Recorrió 115 mil kilómetros a través de 42 países en su moto.

Visitó 42 países. Mariano Albornoz hizo 115 mil kilómetros en una Yamaha que no supera los 80  por hora.

© Escrito por Jorge Sánchez el domingo 24/07/2016 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Explorar nuevos horizontes y conocer los imponentes paisajes que ofrece el mundo es un sueño que puede ser común a cualquier alma aventurera. Mariano Albornoz (31), cartero y vecino de Vicente López, lo pudo hacer realidad: con su moto, “La Prima” –en honor a su perro–, recorrió más de 40 países de tres continentes diferentes en poco menos de tres años.

El club de sus amores, Platense, fue el escenario que lo vio partir, en agosto de 2013: “Viajar es una adicción que no tiene remedio. Y las motos son mi otra pasión, por lo tanto si unís las dos, se forma un cóctel explosivo”, explica.

Y reconoce al elemento fundamental para hacer posible su sueño: “Mi fiel e inseparable compañera de hierro, la que no me defraudó en todo el tiempo que duró esta travesía, fue mi Yamaha XTZ 125cc, la cual no supera los 80 kilómetros por hora. Se la bancó estupendamente, aunque obviamente más de una vez le tuve que tener paciencia”, cuenta entre risas.

La lista de países que vieron pasar a Mariano y su moto es extensa: son 42, en un total de 115.000 kilómetros de recorrido. Desde algunos de los más turísticos como Alemania, Holanda, Francia o Japón, hasta otros que al escuchar su nombre cuesta dilucidar en qué continente se encuentran, como Moldova y Uzbekistán.

“Rusia fue uno de los países más interesantes por descubrir, no sólo por ser el más grande del mundo, sino por su gente, tan particular. Nunca me voy a olvidar cuando Oleg, presidente de un motoclub que me recibió en Rusia, me mostró un mapa gigante explicándome las distancias y caminos que llevaban de San Petersburgo o Moscú al interior del ex país comunista. Y otra enseñanza que me dejó es que nunca hay que negarle un vodka a un ruso”, indica entre risas.

“Otro lugar que me marcó fue Mongolia. Allí, muchas de las cosas que tenía en la cabeza se me dieron vuelta. Me sentía como si hubiese retrocedido cien años en el tiempo, no sé cómo explicarlo. Me di cuenta que para vivir no hace falta tener esos supuestos lujos de occidente. Y si nos dejamos llevar por la obsesión del consumo estaríamos transitando el camino equivocado”, recuerda reflexivo.

Muchos aprendizajes y sobre todo una visión que no pueden tener todos acerca del mundo: “Conocí personas fabulosas a lo largo del camino, transité desiertos, selvas, lagos. crucé montañas, mares y océanos pero por sobre todo he visto gran parte del planeta en el que vivimos, y eso es lo más bello de todo esta movida que hice”, asegura.

Y señala: “Mucha gente me preguntó si era rico, si tenía empresas o si mi familia era adinerada. Pero yo les dije que nada de eso. Todo depende de uno, el sol, las rutas y los ríos son los mismos para todos. La única diferencia está en como lo ves vos”.

Un pilar importantísimo a la hora de incursionar en sociedades y culturas diferentes fueron los cientos de personas que comparten su misma pasión por el motociclismo y lo ayudaron a lo largo de todo el trayecto: “A medida que iba avanzando la gente era cada vez más hospitalaria. Era difícil comunicarme ellos pero me esperaban en las rotondas de cada ciudad para que no me pierda. Cosas así marcaron la diferencia”, cuenta.

El punto final de su viaje fue en Japón. Tras problemas por papeles tuvo que emprender la vuelta: “Voy a estar un tiempo acá, para después ver cómo continuar con lo que me faltó recorrer, desde Turquía hacia el sudeste de Asia cruzando Medio Oriente e India. Mientras tanto estaré aquí como uno más del montón paseando desapercibido por el barrio, pero al ver una moto llena de calcomanías sabrán que es la mía”, avisa.






viernes, 7 de agosto de 2015

Marketing de Servicios: McDonald’s quiere subir sus ventas... @dealgunamanera...

Lo nuevo de McDonald’s: servicio a la mesa…


La nueva estrategia comercial de cadena de comida rápida apunta a la introducción de meseros o mozos en algunos locales.

En un denodado esfuerzo por aumentar ventas y ganancias, la cadena de comidas rápidas McDonald’s acaba de integrar el servicio de mesa a su estrategia de negocios.

En efecto, la compañía comenzó a ofrecer servicio a la mesa en algunos restaurantes fuera de Estados Unidos en un intento por modernizar su imagen y revertir la caída en las ventas.

La movida de McDonald’s apunta a transformarse en medio de una marcada disminución de ventas y ganancias.

Los clientes pueden entrar en el restaurante, pedir comida en un quiosco de pantalla táctil, y luego ir a una mesa para esperar a que les traigan su comida.

Un portavoz de McDonald’s dijo que el servicio ha sido muy popular en Australia, Alemania y Francia, por lo que ahora la empresa está probándolo en 50 localidades de Estados Unidos y un restaurante al norte de Inglaterra.

© Publicado el viernes 07/08/2015 por la Revista Fortuna de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

martes, 16 de junio de 2015

Virginia Ungar... Una argentina en lo más alto del psicoanálisis internacional… @dealgunamanera...

Una argentina en lo más alto del psicoanálisis internacional…


Fue electa presidenta de la asociación psicoanalítica que fundó Sigmund Freud en 1910. Es la primera mujer que accede a este cargo en 105 años.

En 1910, bajo el influjo de Sigmund Freud y un puñado de colegas, en Núremberg, Alemania, se fundó la Asociación Psicoanalítica Internacional (API), cuyo primer presidente electo fue otra figura clave del psicoanálisis: Carl Gustav Jung. Ciento cinco años más tarde, la misma organización –que hoy reúne a 12 mil profesionales de todo el mundo abocados a la “madre” de las psicoterapias– acaba de elegir a su primera presidenta mujer de la historia: la médica psicoanalista argentina Virginia Ungar.

La especialista en niñez y adolescencia fue propuesta como candidata por la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires. A pocas horas de ganar la votación, Perfil la entrevistó en su consultorio.

—¿Cómo interpreta ser la primera mujer que llega a ese puesto en 105 años?
—No es sencillo encontrar una respuesta porque en la historia del psicoanálisis las mujeres analistas tuvieron una presencia muy destacada. Basta nombrar a Anna Freud y a Melanie Klein. Pero también es cierto que en la cultura en que nació el psicoanálisis era el hombre el que tenía el lugar central en la familia. Y era raro hasta que una mujer estudiara en la universidad. Es difícil mirar y explicar una época como la victoriana desde la óptica actual, en una cultura en que la mujer ha ganado su espacio, aunque todavía falta mucho por hacer. La reciente y multitudinaria concurrencia al “Ni una menos” habla por sí sola.

—¿Por qué en su plataforma electoral propuso enfrentar el envejecimiento profesional?
—Se trata de un fenómeno que está pasando en todo el mundo: a nuestra especialidad ingresan menos miembros de lo que sería deseable para poder sostenerla y hacerla crecer.

—¿Cómo se llegó a esto?
—Por varias razones, pero creo que –al menos en Argentina– este fenómeno es un poco la consecuencia del gran éxito que la especialidad tuvo entre los años 60 y 70, cuando muchos colegas dejaron la “trinchera” de la salud pública y las universidades, los espacios donde se trataban patologías graves y los lugares económicamente más comprometidos. Muchos psicoanalistas se quedaron en sus consultorios, porque tenían una importante demanda de pacientes. Además, formarse en psicoanálisis es una opción que implica muchísimos años de estudio. Finalmente, es una especialidad que se contrapone con la actual cultura mediática que premia exhibir aspectos personales. Nosotros proponemos un espacio más íntimo.

—¿Cómo explica la gran diversidad de tratamientos psi disponibles?
—Hoy se pueden elegir terapias sistémicas, neurocognitivas o conductismos, entre otras. Mi interpretación es que cambiaron las condiciones de nuestra cultura. Ahora estamos en un espacio de la inmediatez, y se buscan resultados rápidos. Esto se ve hasta en los más chicos. Yo soy especialista en niños y muchos padres nos piden que los ayudemos a adaptarse a esa cultura veloz para que tengan éxito en una especie de carrera que creo mucho no se entiende.

—¿El psicoanálisis tiene respuestas para ese cambio cultural?
—Estamos pensando nuevas herramientas para esta época: desde el tiempo que toma hacer una terapia a cómo se lleva adelante el tratamiento o el uso de la tecnología para el análisis remoto. Mi hipótesis es que no podemos cerrar los ojos a los cambios. Cuando nació el psicoanálisis el modelo familiar era otro; nuestra sexualidad no es la misma que en la época de Freud, los modelos de crianza son diferentes, existen las familias ensambladas, hay madres adolescentes, etc. Son variables muy diferentes de lo que pasaba cien años atrás.

—¿Por eso la gente opta por otros tratamientos?
—La verdad es que no podemos decir que hoy el público esté eligiendo, en forma masiva, la opción psicoanalítica. En parte, porque el psicoanálisis no ofrece cambios rápidos. Es cierto que pasar por una experiencia de este tipo no tiene por qué implicar veinte años de análisis. Pero sí se entra en un tiempo diferente al que marcan las necesidades de hoy. Pero estoy convencida de que el psicoanálisis es la terapia que puede generar cambios más profundos en la personalidad. Y permite llegar a superar los problemas resolviendo el conflicto de fondo, sin derivarlo a otra patología.

—¿Cómo ve el psicoanálisis el avance de las neurociencias?
—Ante todo tenemos que reconocerlas y dialogar más con los neurocientíficos, para poder enfatizar lo interdisciplinario: aportarles lo nuestro y también recibir lo suyo.

“Acá el terapeuta es una figura cotidiana”

—Doctora Ungar, suele decirse que Argentina es el país con más psicoanalistas por habitante. ¿Por qué?
—Este es un fenómeno que asombra y sigue interesando a las ciencias sociales. Pienso que pueden haber influido varios factores: promediando los años 40 llegaron a la Argentina analistas que habían recibido formación en una Europa que estaba diezmada por el nazismo. Fueron pioneros como Ángel Garma, Marie Langer, Heinrich Racker, que se encontraron con colegas del campo de la salud mental muy interesados en el psicoanálisis. Por otra parte, Buenos Aires era una capital cultural en la posguerra y se dio ese encuentro entre una excelente tradición médica, los pioneros y la sociedad que supo recurrir a pedir ayuda para el sufrimiento mental. Esto no ocurrió sólo en Buenos Aires, mi maestro Horacio Etchegoyen pasó unos años en Mendoza. Allí hay una Sociedad Psicoanalítica, como también en Rosario y en Córdoba.

—¿Cuál es su percepción sobre la sociedad argentina?
—No me resulta cómodo generalizar pero vemos las mismas patologías que en otras latitudes: a las clásicas neurosis se han sumado los trastornos de personalidad, adicciones, patologías borderline, trastornos de alimentación y otras. Lo que caracteriza al argentino es que el terapeuta es una figura cotidiana, más allá de cualquier diferencia social. Así leemos reportajes de personalidades públicas que no tiene ningún reparo en decir que se analizan y también vemos personajes en la ficción que los representan. A diferencia de lo que se puede ver en otros países, no genera tanto pudor contar que se ha recurrido a la ayuda terapéutica. Eso es positivo, alienta a las personas que sufren a pedir ser escuchados con la expectativa de aliviar sus síntomas.

El legado de Anna F.

Hacia 1902, Sigmund Freud invitó a cuatro colegas a reunirse y discutir su trabajo. Así se formó la Sociedad Psicológica de los Miércoles ya que se reunían ese día. En 1908 ya eran 14 miembros, y el nombre cambió a Sociedad Psicoanalítica de Viena.

En 1907 Ernest Jones, neurólogo inglés, le sugirió a Carl Jung, colega de Freud, organizar una reunión internacional con colegas para discutir sobre psicoanálisis. Esa reunión se concretó en Salzburgo en 1908 y allí se decidió formar una asociación internacional, intención que se formalizó en 1910. Por su parte, Anna Freud –sexta hija de Sigmund– fue secretaria de la API entre 1925 y 1934, y luego presidenta honoraria.

© Escrito por Enrique Garabetyan el martes 16/06/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


sábado, 13 de junio de 2015

Causa de la pobreza… @dealgunamanera...

Causa de la pobreza…

Con los ojos en la nuca. Los sindicalistas Luis Barrionuevo (CGT Azul y Blanca), Hugo Moyano (CGT Azopardo), Pablo Micheli (CTA Autónoma) y Momo Venegas (Uatre). Foto: Cedoc

El papel del sindicalismo en Alemania y en Argentina, en medio de la polémica por las cifras de pobres.

La polémica alrededor de la cantidad de pobres y la forma de medir la pobreza en nuestro país –potenciada por la desopilante comparación con Alemania del jefe de Gabinete– se generó al mismo tiempo que se producía el segundo paro general en tres meses, sin que en el debate sobre la pobreza se haya puesto énfasis en conectar ambos temas, uno como causa del otro.

Dada la directa relación entre nivel salarial (o ausencia de él en forma de desempleo) y pobreza, que la Argentina tenga uno de los mayores índices de medidas de fuerza sindicales de todo tipo en el mundo, y nuestra población no tenga la cantidad de empleos bien remunerados que permitan índices de pobreza distintos, obliga a reflexionar la relación entre huelgas y pobreza.

Si los paros nacionales fueran realmente una medida en defensa de los trabajadores, y dado que Argentina es uno de los pocos países donde se permite la huelga general, nuestros trabajadores deberían tener unos de los mejores salarios del mundo. O, por lo menos, que mejoraran en proporción al promedio de los salarios internacionales en los 32 años que llevamos de democracia. O, mínimamente, que mejoraran frente al promedio de los salarios de los países vecinos con quienes compartimos la misma área económica. Y no fue así.

En Alemania no hay paros nacionales, porque el marco laboral de ese país prescribe que las huelgas que buscan un objetivo político están prohibidas, y sólo se autorizan las que tengan una finalidad regulada por convenio. En tanto esté vigente un convenio colectivo, existe la obligación de abstenerse de recurrir a medidas de fuerza. Y los funcionarios públicos no tienen derecho de huelga, ya que sus condiciones laborales y retributivas se regulan por ley y no por la negociación colectiva.

Los paros nacionales en la Argentina no están hechos para mejorar los salarios de los trabajadores, sino para que los dirigentes sindicales puedan presionar sobre los gobiernos para mantener o acrecentar su poder. Son una amenaza dirigida al político que no quiera reconocerles a los dirigentes sindicales cierta cantidad de privilegios.

63% de los alemanes opina que los sindicatos eliminan muchos más puestos de trabajo de los que generan

Este segundo paro nacional en tres meses no es contra Cristina Kirchner. Es contra Macri o Scioli. Le están advirtiendo al nuevo gobierno que surgirá que se cuide de cometer el error de olvidar que los máximos dirigentes sindicales cuentan con la herramienta de presión de contener el descontento o potenciarlo.

En la medida en que se arregle con la suficiente cantidad de dirigentes sindicales, como hicieron el menemismo y el kirchnerismo en sus primeras presidencias, no habrá grandes conflictos. Mientras se mantuvo aliado al kirchnerismo, Moyano sostenía que “un poco de inflación no es malo”, siendo principal responsable de la recreación del huevo de la serpiente de la economía argentina.

Tanto Macri como Scioli creen que ellos volverán a tener a los sindicalistas apoyándolos cuando sean gobierno. Así será mientras tengan una moneda de cambio que compre las voluntades de esos sindicalistas. Que poco tendrá que ver con el aumento de salario real de los argentinos y la reducción de la pobreza.

Es más, la falta de alineamiento entre los intereses de los sindicalistas y el crecimiento real de la economía en su conjunto, y el consecuente aumento de la productividad del trabajo argentino, es una de las principales causas de nuestra pobreza.

Si los salarios aumentaran sólo por la presión sindical, realmente habría menos pobres en Argentina que en Alemania. La Deutsche Welle (televisión nacional alemana) difundió una encuesta donde el 63% opinó que los sindicatos eliminan muchos más puestos de trabajo de los que generan y uno de cada dos trabajadores cree que los sindicatos paralizan el mercado laboral.

Así como el Gobierno miente con el Indec, la inflación y la pobreza, paritarias con alta inflación, aun en los años que pudieron ser por arriba de ella, son otra gran mentira porque el aumento verdaderamente sustentable es el aumento de la productividad, y que el porcentaje de aumento tenga “un tres adelante” puede ser irrelevante pocos meses después, como ya se ha demostrado.

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© Escrito por Jorge Fontevecchia y publicado el sábado 13 de Junio de 2015 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

domingo, 11 de mayo de 2014

Ningún mal es eterno… De Alguna Manera...


Ningún mal es eterno…

Adolf Hitler.

Los medios argentinos poco eco se hicieron de una efeméride trascendental: el 8 de mayo, se cumplió un nuevo aniversario del tratado que le puso fin a la peor tragedia de la humanidad: la Segunda Guerra Mundial.

Las fechas nunca cuentan toda la historia. Recordaremos por siempre el día que el hombre había llegado a la Luna. Recordaremos cuando Yuri Gagarin se convirtió en el primer cosmonauta. La lista sería infinita. Las fechas condensan, los aniversarios simplifican, las efemérides marcan, como si se congelara por milésimas de segundo un momento de la historia que siempre tiene un antes y un después. Por eso, hablar hoy del 8 de mayo y evocar 1945 es, si se quiere, y en algún punto, una comodidad del lenguaje. Porque hacía ya varios meses que la Alemania nazi estaba derrotada.

Pero al leer la copia facsimilar del acta de rendición militar firmada el 7 de mayo de 1945, por los triunfadores (el comandante supremo de las Fuerzas Expedicionarias Aliadas, y el Alto Mando soviético) y el derrotado Alto Mando alemán, no puedo evitar una profunda conmoción. La Segunda Guerra Mundial que, formalmente concluía un día como hoy de 1945, fue en términos cuantitativos la mayor tragedia de la humanidad.

El día en que se firma este acta de capitulación dice claramente (traduzco del inglés las frases más importantes) que “El Alto Mando alemán habrá de emitir ya mismo órdenes a todas sus fuerzas militares, navales y aéreas, y a todas aquellas fuerzas bajo control alemán, de cesar completamente sus actividades militares a la hora 23:01, tiempo del Centro de Europa, del 8 de mayo, y permanecer en las posiciones que ocupaban en ese momento. Ningún barco navío o avión habrá de ser desplazado y ningún daño podrá ser hecho a ningún tipo de maquinaria o herramienta”. De esta manera, el acta de rendición pretendía evitar que los propios alemanes derrotados destruyeran sus equipos. Pero en realidad, ya el 30 de abril había entrado a Berlín el Ejército Rojo, ocupando la capital del imperio que había sojuzgado a Europa. 

Ese 30 de abril, las Fuerzas Armadas soviéticas entran, a sangre y fuego, en el Berlín inexpugnable de Adolf Hitler. Ése es el día cuando el más furioso y despiadado tirano que haya conocido la humanidad se pega un tiro en su búnker berlinés, junto con su mujer. Antes de suicidarse, Hitler desplaza, delega el poder en un hombre de la armada, de la marina alemana, el almirante Karl Doenitz, a quien le toca enviar delegados para firmar la rendición ante los Aliados

Esto que terminaba hace hoy 59 años, tenía antecedentes importantes en las semanas previas. 

La Segunda Guerra Mundial comenzó en 1939, pese a que la semana pasada una conocida historiadora profesional llamada Cristina Kirchner, anuncio que había comenzado en… ¡1938!  Comenzó el 1º de septiembre de 1939. En verdad, no terminó por completo el 8 de mayo de 1945, porque en el teatro de operaciones del Extremo Oriente, el tercer aliado del Eje nazi fascista que permanecía todavía de pie, Japón, siguió combatiendo hasta que fue aniquilado por las bombas atómicas norteamericanas lanzadas en agosto de ese año.

El 1º de septiembre de 1939 es el punto de partida que los historiadores reconocen como el arranque de la Segunda Guerra, cuando las tropas alemanas cruzan la frontera con Polonia y se devoran a ese país. El 16 de ese mes, el Ejército Soviético, en una operación de pinzas, cuando todavía no estaba en guerra con los alemanes, entra también en una Polonia que a lo largo de los siglos fue disputada y despedazada por potencias rivales.

Esta guerra, continuación de la no terminada Primera Guerra Mundial, que se había sellado con el tratado de Versalles de 1918, puso en práctica los últimos inventos del cerebro humano para la creación de sistemas masivos de destrucción. Precisamente, Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945 fueron la demostración del poder mortal que teníamos los seres humanos para aniquilarnos.

La alianza que se configuró en esa Segunda Guerra Mundial entre las potencias nazi-fascistas, fue claramente la configuración de un eje del bien, de la libertad y de la democracia. Muchos se preguntarán si la Unión Soviética de Stalin era un país democrático. No, no lo era. Era ya en 1939 una feroz tiranía. Sin embargo, invadida y agredida por Alemania, la Rusia soviética de Stalin decide aliarse con Occidente para librar la gran guerra contra el enemigo principal.

Pero del lado de Occidente, del que la Argentina siempre estuvo deslindándose, las cosas eran claras: se combatía un proyecto totalitario milenarista. El Tercer Reich se proponía como un gobierno de mil años en base a la superioridad racial de una minoría iluminada “pura”, la supuesta “raza” aria; con métodos abominables y letales para destruir, conquistar y anexar naciones y pueblos.

La muerte de Hitler y la capitulación de la Alemania nazi fueron un precio durísimo que se pagó al costo de 60 millones de muertos, el saldo de la Segunda Guerra. Es notable que esto no haya tenido eco hoy en los diarios argentinos; el 8 de mayo debería ser una fecha año a año evocada, casi rutinariamente. No para mi generación, sino para los más jóvenes que deberían tener la posibilidad de comprender que esa fue la peor de las guerras, y que el mundo a partir de 1945 ya no sería el mismo.

Esa alianza entre Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y la Unión Soviética obviamente se rompió poco después de 1945, cuando se inició la guerra fría. Pero esa es otra historia. Es importante marcar que el proyecto hitleriano en gran medida fue exitoso: ejecutar la destrucción masiva de pueblos enteros. Hitler pensaba que era indispensable “depurar” a Europa de minorías que él estimaba nocivas y tóxicas, la judía en primer lugar, y procedió de esa manera. Más de la mitad de los judíos europeos perdieron sus vidas en la Segunda Guerra Mundial. Países enteros fueron ocupados, desde Escandinavia hasta el norte de África. Los ejércitos de Hitler desfilaron por toda Europa; arrasaron la Unión Soviética donde encontraron su tumba, porque, siguiendo la misma estrategia de las guerras napoleónicas, Stalin los dejó entrar hasta que el “General Invierno” impidió que zafaran de la nieve y el hielo, y ahí comenzó la derrota de los alemanes en el frente oriental.

Se han escrito, literalmente, centenares, quizás millares de libros, y se ha filmado igualmente una cantidad desmesurada de películas, pero el mundo se seguirá preguntando cómo fue posible tamaño horror. Es importante, por eso, recordar que existió. No fue un invento de Hollywood ni un producto de las películas; el mundo estuvo en guerra y millones de seres humanos dieron sus vidas para defender la idea de la libertad. Si hubiera triunfado el proyecto diabólico de Hitler y sus socios de entonces, el mundo que hoy conocemos ni siquiera habría nacido.

Afortunadamente no fue así. El precio fue enorme y el dolor ha sido y seguirá siendo infinito. La peor de las guerras concluía en un día como hoy, pero el alma se regocija al leer el acta de rendición. Esos caballeros siniestros que prometían durar mil años, duraron apenas doce años, señal de que ningún mal es eterno.


© Escrito por Pepe Eliaschev el Viernes 09/05/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.