lunes, 26 de enero de 2015

Los dos complots…De Alguna Manera...

Los dos complots…

Huellas Fiscal Alberto Nisman. Dibujo: Pablo Temes

Para el Gobierno, Nisman pasó de golpista a manipulado en 48 horas. No lo cuidaron.

Una mañana de mediados de diciembre último, mientras hacía las compras en el supermercado de la zona, Alberto Nisman se encontró por casualidad con un ex altísimo funcionario del gobierno de Néstor Kirchner y de los primeros meses del de Cristina Fernández de Kirchner. El ex funcionario en cuestión había tenido un papel importante en el proceso de creación de la Unidad Fiscal Especial para el Esclarecimiento del Atentado AMIA.

“Necesito conversar con vos porque te quiero poner al tanto de algo que voy a hacer dentro de muy poco tiempo y que va a generar mucho ruido” –expresó el fiscal. La reunión se produjo a los muy pocos días en el departamento del ex funcionario. Allí, Nisman habló acerca de la denuncia por encubrimiento que pensaba realizar y que involucraba, entre otros, nada menos que a la Presidenta y al canciller Héctor Timerman. “Quedé impactado por el relato de Nisman al que acompañó con el detalle de la escucha que lo involucra a Bogado” –recuerda el ex integrante de los gabinetes K azorado ante la tragedia.

La muerte de Nisman representa un magnicidio institucional que golpea fuertemente al Gobierno y a la República. Tiene –y esto hace al hecho más grave aún– las características de una muerte anunciada. Según relató nuestra colega de Clarín, Natasha Niebieskikwiat, pocas horas antes de su muerte, el fiscal le expresó que podían matarlo. Igualmente, según la declaración atribuida a Diego Lagomarsino, el asistente que le prestó el arma con el que se efectuó el disparo fatal, Nisman se la pidió para defenderse después de que Antonio Stiuso le advirtió que podían asesinarlo.

Sospechas. Es ominoso observar cómo la investigación judicial va transitando caminos que dejan al descubierto hechos increíbles que agrandan el espectro de las sospechas.

¿Cómo es que, ante la falta de respuesta a sus llamados por parte del fiscal, sus custodios demoraron diez horas en entrar a su departamento? ¿Cómo es que durante ese lapso no impusieron de lo que estaba sucediendo a sus superiores? ¿Quiénes son las personas que conocían la clave de ingreso al departamento de Nisman? ¿Esa clave, era la misma de siempre? ¿Por qué teniendo dos armas y sabiendo que el prestar un arma es un hecho ilegal, le pidió a Lagomarsino que le facilitara la suya para defenderse? ¿Hubo una zona liberada en el domicilio de la víctima?
Entre la lamentable primera carta de la Presidenta, en la que dedicó casi dos carillas a hablar de ella misma, y la segunda, se verifica un giro de 180 grados que demuestran el desconcierto y la desesperación que en estos momentos atraviesan el corazón del poder. La Presidenta pasó de hablar de un “¿suicidio?” a “un suicidio (que estoy convencida) no fue”. En 48 horas el fiscal pasó de ser un golpista y desestabilizador a víctima de un engaño, casi como si fuera un “pelele”.

Las escuchas ponen en evidencia la existencia de una diplomacia paralela.

El presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, haciendo un triste papel, –no fue el único integrante del kirchnerismo que lo hizo– habló el lunes de una mafia, a la que intentó rebuscadamente ligar a Clarín, que llevó al fiscal a quitarse la vida. En esa exposición el tema fue el por qué de la decisión de Nisman de adelantar su regreso desde Europa, suspendiendo así el viaje de regalo de quince años que le había hecho a su hija. Sobre ese punto en particular insistió también Aníbal Fernández. Esa incógnita que tanto desvela al Gobierno, la conoce la ex esposa del fiscal, la jueza federal de San Isidro, Sandra Arroyo Salgado quien, en respuesta a la pregunta de si creía en la hipótesis del suicidio, respondió “No”, en lo que fue su única manifestación pública sobre el caso. De lo que se sabe, la magistrada, que está profundamente afectada por la muerte del padre de sus hijas, no está de acuerdo con el rumbo de la investigación y descree del resultado de la autopsia y de la pericia sobre el arma.

El relato del secretario de Seguridad, Sergio Berni, sobre lo sucedido en la noche del domingo en el departamento de Nisman y el sospechoso comportamiento de los custodios, ponen en jaque su aptitud para ejercer su cargo. Ni qué hablar de la ministra de Seguridad, Cecilia Rodríguez, de la que nada se sabe.

Paralelas. Las escuchas del caso que comienzan a conocerse ponen al descubierto la real existencia de una diplomacia paralela con Irán. Como muestra, nos detendremos aquí en una en particular, la del 27 de enero de 2013, día de la firma del memorándum, en la que Alejandro “Yusuf” Khalil le informa a Luis D’Elía de ese hecho y le dice: “Firmó Timerman y Shaleji. El memorándum ese lo hemos escrito hace seis años con una persona. Lo presentamos y nos dijeron que era inviable”… “Ese memorándum lo escribió Fernando (Esteche)”. Efectivamente, a fines de septiembre de 2007, el gobierno iraní, que había reaccionado airadamente frente a la dura acusación que unos días antes le había hecho Néstor Kirchner en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, emitió un comunicado firmado por el entonces canciller Mohamed Alí Hosseimi, en el que se atribuyó el estancamiento de las negociaciones a la “corrupción del sistema judicial de Argentina”, para agregar que, “como gesto humanitario la República Islámica de Irán ya ha anunciado que está dispuesta a formar parte de un comité legal judicial y legal con Argentina” para clarificar varios puntos del caso. Ese comité fue lo que en el memorándum se denominó “Comisión de la Verdad”. Néstor Kirchner rechazó de plano esa propuesta. ¿Qué llevó a la Presidenta a dar ese giro copernicano en el caso?

El comunicado del Partido Justicialista del jueves constituyó otro bochorno. Algunos de los hombres fuertes del Gobierno, como fueron los casos de Aníbal Fernández y Florencio Randazzo, experimentaron un verdadero alivio el no haber participado del acto en el que se leyó el documento... El comunicado, en cuya redacción tuvo activa injerencia el secretario Legal y Técnico de la Presidencia, Carlos Zannini, dejó en claro algo: lo único que le interesa al Gobierno es encontrar la forma de despegarse lo máximo posible de este caso. Ya es tarde. Era fundamental cuidar a Nisman. Nada de eso fue lo que hizo el Gobierno. Lo dejó solo, error imperdonable que resultó ser fatal.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 25/01/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


De Eliaschev a Verbitsky… De Alguna Manera...

De Eliaschev a Verbitsky…

Dos pesos pesados. Pepe Eliaschev y Horacio Verbitsky. Foto: Dibujo: Pablo Temes

La insólita decisión de borrar los archivos de notas críticas al Papa Francisco se dio en simultáneo con la muerte de Pepe. Escrache post mortem. 

Advertencia: esta nota se autodestruirá en cinco minutos. No se trata de una parodia de aquella serie setentista llamada Misión imposible que transpiraba espionaje desde los primeros acordes de la cortina musical del inmenso Lalo Schifrin. Es simplemente una manera de acoplarme a la flamante doctrina Verbitsky de lo que debe ser el periodismo. Más Topo que Perro, el asesor de Cristina resolvió tomar el camino inverso al que proclamó durante años: el del oscurantismo. El de la cerrazón informativa estalinista. Borró sus propias columnas de la versión digital de Página/12 con la excusa de no darle “información premasticada (sic) a la nube de periodistas europeos que preparan instant books” sobre la vida del papa Francisco. Explicación tan insólita como ridícula. Si fuera cierto, Horacio Verbitsky estaría inaugurando de esa manera una nueva forma de relacionarse con la información por parte de los cronistas: ocultarla. El mismo que escribió Un mundo sin periodistas, como síntesis de los deseos de los gobernantes ahora cambia el rumbo y toma la vanguardia que tanto le gusta. ¿Tendrá pensado quemar algunos de sus propios libros para evitar que le roben su trabajo que no le gusta “regalar”?, tal como confesó.

¿Qué pasaría si todos los periodistas tomaran el ejemplo de Horacio y borraran sus trabajos para “no darle información premasticada” a nadie. ¿Qué tal si los editorialistas que escribieron loas a la dictadura retiraran de circulación esas pruebas? La utilización de todo tipo de archivo y el resto de los periodistas son una de las fuentes informativas que suelen servir para iniciar el camino de cualquier investigación de prensa. ¿O Verbitsky nunca citó el trabajo de algún colega para sus notas? Miles de veces. Una viene a cuento porque levantó información de un libro que escribí en sociedad con José Antonio Díaz en 1989 que se llama  El heredero de Perón: Menem, entre Dios y el Diablo

El ex presidente riojano lo llevó a juicio e intentó silenciarlo porque Verbitsky había contado, entre otras cosas, que mientras estuvo preso en la cárcel de Magdalena se quebró y lloró desconsoladamente la noche en que le informaron que había muerto su madre, Mohibe Akil, y por orden del general dictador Albano Harguindeguy no le iban a permitir viajar a La Rioja a darle el último adiós. Son increíbles las vueltas que tiene la vida. La jueza que lo absolvió con un impecable fallo a favor de la libertad de prensa fue la doctora María Laura Garrigós de Rébori, actual integrante de Justicia Legítima. Y dos de los testigos que aportó la defensa de Verbitsky fueron Mariano Grondona y quien esto escribe. Verbitsky citó aquel libro que le dio “información premasticada” y yo corroboré que todo era cierto. Ya murieron, y por eso podemos revelar nuestras fuentes. Jorge Vázquez y Diego Ibáñez, los compañeros de celda de Carlos Menem, nos habían contado con lujo de detalles aquel momento. Menos mal que no se nos ocurrió borrar los originales y sacar de circulación los libros. La cita de Verbitsky hubiera quedado sin sustento, pedaleando en el aire.  

No creo que este tema sea algo menor. O merezca apenas un recuadrito titulado: “Fui yo”, como intentó resolver la controversia la estrella de Página/12. Sobre todo porque lo que el diario bloqueó de su versión digital no son textos menores. Son aquellos en los que colocó al entonces cardenal Jorge Bergoglio en el lugar de colaboracionista del terrorismo de Estado. Eran tiempos en que Estela de Carlotto y Cristina nutrían su pensamiento de esas palabras. Eran tiempos en que Néstor y Cristina habían colocado al entonces arzobispo de Buenos Aires en el lugar de “jefe de la oposición y diablo con sotana”. Luego se produjo el milagro más importante del Papa: hizo más papistas que él mismo a los kirchneristas que eran sus principales enemigos.

El kirchnerismo logró dinamitar incluso los códigos periodísticos más aceptados y compartidos, los que sostuvieron este oficio maravilloso a lo largo de los años. El intento de aplicación de la Ley Antiterrorista a un colega de Santiago del Estero, el procesamiento de otro de Bahía Blanca porque se negó a revelar sus fuentes, el escrache y los ataques sistemáticos desde el aparato propagandístico del Estado, la extorsión con publicidad oficial y a los anunciantes privados, la utilización de la AFIP y la SIDE como instrumentos de espionaje y castigo, en fin, la lista es larga y nefasta.

Pero la autocensura reconocida de Verbitsky agrega un elemento novedoso. Igual que la despreciable necrológica que el mismo diario publicó contra Pepe Eliaschev. No está mal tener una mirada crítica de una persona muerta. Un fallecimiento no puede cambiar la opinión que se tenía de esa persona en vida. Yo fui muy duro con Néstor Kirchner el día de su muerte. No creo que las personas que fueron malas se conviertan en buenas por el solo hecho de dejar de respirar. Lo que sí creo es que en situaciones tan extremas hay que poner los huevos y la firma sobre la mesa. De hecho, tuve que pagar las consecuencias por no callar mi opinión ni siquiera en un momento tan doloroso para su familia y sus militantes. Trescientas personas desaforadas con bombos y palos estuvieron en la puerta de la radio amenazando y gritando que era yo el que tenía que morir. Tuve que salir custodiado por la policía junto a Fernando Bravo. Fue horrible. Pero pagué el costo de decir mi verdad.

Lo que sí es de pésimo gusto, casi una traición a la condición humana, es matar a un muerto sin hacerse cargo de lo que se dice. La página 33 de Página/12 merece estudiarse como una de las bajezas que se pueden cometer en nombre de la revolución kirchnerista. Nadie suscribe la nota que titulan: “Un periodista con oscilaciones”. Se entiende entonces que ésa es la opinión de los editores del diario alimentado con cataratas de publicidad oficial pero que no logra acusar peso en la balanza de las ventas en los kioscos. El panfleto anti-Eliaschev cita varias veces a Horacio Verbitsky. Allí “denuncia” que Pepe escribió en la revista de Montoneros y que algunas de sus opiniones estuvieron a la izquierda de la izquierda y justificaban la lucha armada. Por eso dicen que pasó de un extremo al otro.

“De la izquierda proguerrillera y peronista hasta posiciones conservadoras antikirchneristas”. 

Lo acusan de travestismo y de negar su propia historia, cuando fue notoria la profunda y sincera autocrítica que Pepe hizo de aquella experiencia y su adhesión fervorosa y sin fisuras a la democracia republicana y pacífica. Para Página/12, parece que aprender de los errores que llevaron a una generación a la muerte producto de un militarismo  y un foquismo criminal es renegar de su pasado. En realidad la reconversión de Eliaschev, como la de tantos jóvenes de aquella época, se trata del reconocimiento más sensato de un hombre que revaloriza la democracia, la libertad y el debate para siempre. Por aquellas ideas, Pepe fue amenazado por la Triple A y debió exiliarse. Luego la dictadura de Videla censuró sus apariciones radiales desde Estados Unidos. El kirchnerismo lo silenció y lo eyectó de Radio Nacional por orden directa de Néstor Kirchner (testimonio de Luis Juez que estaba presente en el lugar) y el sector de la colectividad judía que tributa a los K no dejó de ensuciarlo cuando llevó su primicia internacional sobre el pacto de Timerman y los iraníes a la tapa de este diario. Fue desmentido y atacado por el canciller de la traición y varios de sus amanuenses comunitarios.  
Luego, todo se confirmó, con lujo de detalles y nadie tuvo la dignidad de pedirle disculpas.

Al revés de Pepe Eliaschev, a Horacio Verbitsky le salvó la vida y lo ayudó a irse por un tiempo del país un alto oficial de la Fuerza Aérea. Y eso que Verbitsky no era un mero redactor de El Descamisado. Era uno de los responsables de la temible estructura de inteligencia del grupo guerrillero.

Aprovechen a tomar nota los colegas. Sobre todo respecto de la forma en que Horacio Verbitsky fue protegido por parte de la Aeronáutica durante el genocidio.

Esta nota será borrada de la versión digital de Perfil en las próximas horas. No me gusta regalar mi trabajo ni darle información premasticada a nadie. Fui yo.

© Escrito por Alfredo Leuco el jueves 22/01/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



La verdad, ¿a quién le importa?... De Alguna Manera...

La verdad, ¿a quién le importa?...

Desde que el cuerpo sin vida del fiscal Alberto Nisman fue hallado en el baño de su departamento, me he cansado de advertir en contra de las especulaciones sin sustento y el estrépito de opiniones que confunden y angustian a lectores y espectadores, cuando no son puros intentos de manipulación. Esto concierne por igual a periodistas y dirigentes políticos, tanto del gobierno como de la oposición. He insistido en cambio en atenerme a los duros hechos, como se titula la nota que aparece en la página 6 de la edición de hoy. Entre las excepciones a esta regla deprimente vale la pena mencionar a dos periodistas del diario La Nación, Jorge Urien Berri y Hugo Alconada Mon. Sus notas de estos días muestran que los hechos pueden ponerse por delante de las opiniones y que en este oficio hay lugar para la decencia.
Cuando se trata de medios masivos, el riesgo es que el público, sin acceso a fuentes propias, tome al pie de la letra versiones interesadas que se presentan como sucesos comprobados. Una vez instalada, la versión se repite sin asomo de dudas y sobre ese dato ya asumido como incontrastable comienzan las opiniones a favor y en contra. Cuando le toca a uno, es fácil advertirlo y tengo una larga experiencia. Pero esto sensibiliza para detectar cuando otros son víctimas de esa tergiversación e induce a ser cauto, sobre todo en episodios tan tremendos como la muerte del fiscal.
Un caso paradigmático se inició con una frase del jugador de tenis Guillermo Vilas, quien en un programa de televisión declaró que si el entonces presidente Carlos Menem “hubiera dicho lo que pensaba hacer, nadie lo hubiera votado”. Un periodista se la atribuyó luego al propio Menem, otros la repitieron, los simpatizantes consideraron que era una picardía simpática, para los que no lo querían fue una repugnante muestra de cinismo y las opiniones taparon la verdad. Haga la prueba de repetirles la frase a diez conocidos. Habrá incluso quienes recuerden el tono y el gesto con que le escucharon algo que Menem nunca dijo, acaso porque era más pícaro que Vilas. Después piense qué nos enseñan esas respuestas sobre la construcción del acontecimiento, como se titula un libro del semiólogo de Clarín Eliseo Verón, que traduje del francés durante los años del exilio interno.
Esta semana fui involuntario protagonista de esa fabricación inescrupulosa de la realidad. En la edición del viernes 23 de Clarín, el columnista Nicolás Wiñaski analizó las dos cartas de la presidente CFK sobre la muerte de Nisman y atribuyó a “fuentes oficiales con acceso a la intimidad del poder” que “la segunda carta presidencial tiene otra estructura porque se redactó influenciada por los argumentos y expresiones propias del presidente del CELS, Horacio Verbitsky, y del ex juez de la Corte Suprema Raúl Zaffaroni”. Agrega que “la segunda carta fue supervisada con más cuidado, y también por otros influyentes del poder K. Cristina tomó varios de los argumentos con los que Verbitsky criticó la denuncia del fiscal del caso AMIA. Lo citó como fuente, por ejemplo, para sostener que la acusación de Nisman era débil porque dice que el Gobierno le garantizó a los iraníes imputados en la causa que dejaría de buscarlos Interpol, algo que finalmente no pasó”. Según Wiñaski, Cristina me “citó como fuente, por ejemplo, para sostener que la acusación de Nisman era débil porque dice que el Gobierno le garantizó a los iraníes imputados en la causa que dejaría de buscarlos Interpol, algo que finalmente no pasó”. Es al revés: mi nota del martes 20 sobre Interpol se basa en la conferencia de prensa en la que Timerman leyó el mail de su secretario general Ronald Kenneth Noble, que desmiente a Nisman. Que se sepa, Timerman es ministro de Cristina, aunque esto lo solucione fácil un humorista cordobés que en el mismo diario me llama Comandante Cristinista y dice que Timerman es mi subordinado.
La referencia a fuentes que no se identifican es un hábito generalizado en la prensa argentina y en cada caso todo depende de la credibilidad de quien transcribe lo que dice que la fuente le dijo. Como regla general, cuanto menor es la seriedad del autor más ostensible es la operación. La nota de Wiñaski es ambigua, sugiere más de lo que dice, pero su editor la simplificó en el título: “Un texto con letra de Verbitsky y Zaffaroni”. Ayer, en el mismo diario, Gabriel Levinas dio otra vuelta de tuerca sobre la versión de Wiñaski. Dice que escuchó en radio “una nota que por su estilo reconocí inmediatamente escrita como del columnista Horacio Verbitsky. En ella, el autor sostenía con certeza que la muerte del fiscal Alberto Nisman era producto de un crimen, había sido asesinado. Me sorprendí al finalizar la lectura, ya que la carta había sido firmada por Cristina Fernández de Kirchner, quien había dado un vuelco fundamental en su opinión sobre la muerte del fiscal del caso AMIA. Un día después, en este diario, la nota de Nicolás Wiñazki (sic) aclaraba mi confusión inicial. La nota efectivamente había sido escrita por Verbitsky con la colaboración del ex juez de la Corte Suprema, Eugenio Zaffaroni”. Levinas afirma como prueba de la verdad algo que Wiñaski no dijo. Lo que viene de ahora en más son derivaciones sobre por qué lo hice, cuándo, dónde, por qué razones y con qué resultados, más las consiguientes opiniones de cada emisor.
Esto no torna verdadero un hecho falso, directamente inventado, con intenciones aviesas. Desde la muerte de Nisman escribí dos columnas en estas páginas y concedí tres entrevistas: a Cecilia Laratro, de la Televisión Pública, Gustavo Sylvestre, de C5N, y Wyre Davies, de la BBC. En ningún caso afirmé lo que Levinas me atribuye. “Es prematuro concluir si el fiscal general Alberto Nisman se suicidó o fue asesinado. Cualquier afirmación al respecto que no esté sustentada por constancias indudables de la investigación sólo tiende a capitalizar lo sucedido en una dirección u otra”, comienza la nota del martes 20 (http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-264334-2015-01-20.html). La del día siguiente no habla de la muerte del fiscal, sino de los endebles argumentos de su dictamen. En las dos entrevistas prediqué cautela y me negué a lanzar interpretaciones sobre su muerte cuando la investigación recién comienza  (https://www.youtube.com/watch?v=-V4-wTWFkLU y https://www.youtube.com/watch?v=7pNQ_7RsvdM). En la primera digo que no me animo a calificarlo de suicidio (cuando Sergio Berni y hasta la fiscal Fein lo afirmaban) pero que para sostener lo contrario, con lo que se conocía hasta entonces había que forzar demasiado los hechos. En ambas menciono el compromiso que el gobierno asumió con las víctimas del atentado, ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en 2005, de reformar los servicios de Inteligencia. Agrego que no lo cumplió y señalo la relación promiscua entre esos servicios y la justicia federal. Es lo que sostuve siempre en estas páginas, aun cuando al gobierno ese lecho no le parecía incómodo. Y lo mismo sostuvo el CELS en un comunicado del 19 de enero, que se tituló “Atentado a la AMIA: la verdad y la justicia requieren decisiones políticas y judiciales firmes”. (http://www.cels.org.ar/comunicacion/?info=detalleDoc&ids=4&lang=es&ss=46&idc=1884).
Donde se ha suspendido el control de calidad es posible escribir cualquier disparate. Ni siquiera voy a especular sobre las razones de Levinas para falsear la realidad, en forma tan burda y autodescalificatoria. Sólo quiero dejar en claro cuál es mi posición para quienes leen y escuchan de buena fe, es decir la inmensa mayoría del pueblo argentino, harto de mentiras y operaciones.
© Escrito por Horacio Verbitsky el domingo 25/01/1015 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Cristina, Delfín y Monjarrita… De Alguna Manera...

Cristina, Delfín y Monjarrita…



Este título es el único chiste que se me ocurre, Presidenta. Como ve, hoy no me da ni para llamarla Compañera Jefa.

No costaba nada. Era más fácil. Alcanzaba con un discurso suyo de 15 minutos, por cadena nacional el lunes al mediodía. Un mínimo de sensibilidad, humildad y estatura ante las circunstancias. Transmitiendo serenidad. Si quiere, explicando que usted es inocente de toda acusación, pero poniéndose a disposición de la Justicia, como hace cualquier persona de bien que no tiene nada que esconder. Se podría haber comprometido con el esclarecimiento de los hechos y, sobre todo, acompañado el sentimiento de angustia que envuelve al pueblo argentino. Ni hablar que el discurso debía cerrar con las ineludibles condolencias a la familia del fiscal Nisman. Pero no. Nada de eso. Ni siquiera las condolencias.

Eligió, una vez más, el camino más provocativo posible. La peor respuesta al peor momento. Facebook, cartas, intrigas detectivescas, acusaciones al voleo, idas, vueltas, descalificaciones. No quiero ni entrar en detalles. De eso ya se ocuparon todos.

Lo único que todavía no explicó Presidenta, es por qué un personaje como Luis D'Elía, comprometido en todas las escuchas, estuvo sentado en la primera fila de todos sus actos en la Casa Rosada.

No necesito ser abogado para comprender lo que evidencian esas escuchas. El resto, lo que no sé, me lo puedo imaginar.

En todas partes ocurren cosas terribles. Lo que nos pasó estos días tiene equivalencias en todos los países. La diferencia está en la idoneidad de aquellos en quienes delegamos la responsabilidad de resolver estos asuntos.

Arrancaron hablando de la CIA, el Mossad, la KGB, el MI6 y no sé cuánta cosa más, hasta que apareció el cerrajero Pepe Galleta, un guapo en camiseta, diciendo "yo puse un alambrecito, abrí la puerta y chau". Eso solo alcanzó para cambiar el eje discursivo del proyecto nacional y popular.

Por eso hay que pensar bien antes de abrir la boca, Presidenta. Mire lo que le pasó a su diputada Diana Conti. En el embale de decir barbaridades contra el fiscal, expresó: "Le decimos a la hija de Nisman que se quede tranquila, que no vamos a agredir ni a insultar a su papá". ¿Y ahora? ¿Cómo se vuelve de eso, Presidenta?

Pasamos de aquel lunes en que Julián Domínguez y Juliana Di Tullio leyeron una cosa mientras sus rostros decían otra muy distinta, a este jueves con el documento del PJ que incluyó la famosa teoría de Capitanich: "Esto es una conspiración para tapar el éxito de la temporada marplatense". Que el tipo haya dicho semejante pelotudez en caliente, vaya y pase. Pero ponerla después por escrito en un documento oficial del PJ, me parece que la historia del peronismo no se lo merecía.

Toda la impericia ha quedado al desnudo, Presidenta. Siempre me llamó la atención que hasta 2003 ustedes nunca hubieran viajado a ningún lado. Siendo que eran políticos pudientes y ambiciosos, jamás tuvieron la inquietud de reunirse con algún alcalde español, algún ex primer ministro italiano, o algún legislador alemán o canadiense. Intercambiar ideas, experiencias, caminar otra ciudad, conocer otras culturas. Nada. Treinta años en Río Gallegos sin salir. Eso explica, no sólo la estrafalaria y perimida visión del mundo que siempre han tenido, sino también el soberbio empeño por enseñarles sus teorías a cuanto mandatario se les cruzaba. Parafraseando a Cortázar: un kirchnerista es un menemista que no conoció París.

Sólo así se entiende que haya nombrado Canciller a un tipo cuyo único mérito es conocer qué restaurantes están de moda en Nueva York.

Y para rematarla, aparecen un par de ñatos hablando por teléfono, yendo y viniendo con mensajes entre la Rosada y Teherán. Hablando en clave con suficiente torpeza como para que entendamos todos. Más que espías, parecen dos reclutas salidos de "Canuto Cañete, conscripto del Siete".

Permítame hacer un breve punteo de hechos incontrastables. Indiscutibles. Fehacientes.

•El atentado a la Embajada fue reivindicado por un brazo del Hezbollah (éste responde a Irán), y el de la AMIA involucra a varios iraníes.

•Ambos fueron cometidos por suicidas. Si bien en la Argentina tenemos turros a rolete, no conozco ninguno dispuesto a inmolarse. Estos vinieron de afuera.

•Fueron ayudados por tipos que aún caminan entre nosotros.

•Durante el menemismo hubo un plan de encubrimiento.

•Kirchner designó al fiscal Nisman y lo puso a trabajar con la SIDE.

•Kirchner denunció con valentía a Irán en la ONU entre 2003 y 2007.

•Kirchner rechazó a patadas varias propuestas iraníes de negociar impunidad por negocios, según ha contado el ex canciller Bielsa.

•Usted denunció con valentía a Irán en la ONU hasta el año 2011.

•En marzo de 2011, el respetado, democrático, progresista y querido Pepe Eliaschev, denunció un acuerdo secreto con los iraníes. Timerman lo descalificó con insultos.

•En septiembre de 2012 usted dijo en la ONU que no tomaría ninguna medida sobre el tema sin el apoyo unánime de todas las fuerzas políticas y de las instituciones judías.

•En enero de 2013 se firma el Memorándum de Entendimiento con Irán y en febrero se aprueba a toda velocidad en el Congreso, pese al rechazo unánime de todas las fuerzas políticas no kirchneristas y las instituciones judías.

•El acuerdo nunca fue ratificado por el parlamento iraní. Ni siquiera considerado.

•En mayo de 2014 es declarado inconstitucional por la Justicia Argentina.

•El dirigente ultra K Luis D'Elía, defensor abierto de la causa iraní, vinculado al gobierno de Teherán, y habitué de todos los actos en Casa Rosada, aparece en las escuchas que claramente sugieren negociaciones secretas.

•El fiscal Nisman los denuncia a Usted, a Timerman, a D'Elía y a otros de montar un plan de impunidad.

•El día que iba a presentar la denuncia en el Congreso, el fiscal Nisman aparece muerto con un tiro en la cabeza.

La pregunta del millón es: ¿qué parte no se entiende?

Frente a la tragedia, la sospecha y las denuncias, el gobierno se pasó toda la semana preguntando por qué Nisman interrumpió sus vacaciones.

Ah, me acordé de un viejo chiste. Un tipo vuelve a la noche a su casa y encuentra a su mujer en la cama con otro hombre. Antes de que reaccione, la mujer lo increpa: "¡¡¡¿Estas son horas de llegar?!!!". El marido, absorto, balbucea: "...¡¡¡pero... estás en la cama con otro!!!..." Ella le contesta: "¡¡¡No me cambies de tema!!!".

Eso es lo que pasó esta semana. Encontramos al Gobierno en la cama con otro y ante el estupor de todo un país, lo único que se les ocurrió decir fue "¿Estas son horas de llegar?".

Fin de temporada.

© Escrito por Alejandro Borensztein el domingo 25/01/2015 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



La impotencia de la política… De Alguna Manera...

La impotencia de la política…


Día a día vemos con estupor la aparición de nuevas sospechas, contradicciones y personajes que hacen más sombrío el caso de la muerte del Fiscal Nisman. Mas allá de las distintas hipótesis que se dispararon desde el terrible hecho, me quedan con nitidez tres tristes conclusiones.

Argentina esta indubitáblemente prisionera de una guerra de mafias y de poder, ajenas a la vida democrática. Se trata de una disputa en las sombras donde se mezclan operaciones de servicios de inteligencia nacionales y extranjeros; intervención irresponsable del Estado argentino en conflictos internacionales estratégicos; corrupción del Poder político y de las Fuerzas de Seguridad e intervención del Gobierno con total impunidad en un conflicto sórdido de criminales, corruptos, estafadores y viejos y nuevos ricos, donde se usa al Estado como una trinchera más.

El país empieza a desbarrancarse desde el estupor y el asombro, pasando por un peligroso acostumbramiento y resignación hasta llegar a la última estación lógica de este recorrido "destructor de democracia": el miedo.

El miedo todo lo corroe. Frena investigaciones. Agiganta la impunidad. Envalentona a los que actúan en las sombras. Adormece conciencias. Es el mejor trampolín de los oportunistas. Y profundiza una espiral de descreimiento de la democracia y viralización de la violencia.

Por último, una conclusión tan preocupante como las anteriores: la impotencia de la política.

Yo no tengo una visión binaria del kirchnerismo (a pesar del esfuerzo permanente que dicho espacio político hace para que así sea). Soy un opositor orgánico al actual proceso político argentino, no sanguíneo o epitelial. Por eso no interpelo a los viejos dirigentes, a los ideologos o a los que se enriquecieron en estos últimos años (esos no tienen retorno y los espera la justicia) sino a los muchos militantes, simpatizantes y votantes con capacidad de seguir fieles a una idea política, pero con capacidad también, de critica a dicha idea. A ellos va mi mensaje de que recuperen un camino de interpelación a esta etapa del gobierno, que es producto de anteriores, claro está, pero que es menester corregirla ahora antes que sea demasiado tarde. Salir de la impotencia de la política frente a esta situación es una tarea de muchos simpatizantes de este Gobierno.

Pero en donde es más peligrosa la visibilidad de la impotencia de la política, es en el amplio espectro de la oposición. Oposición que no tiene la responsabilidad de administrar el Estado, pero si de ofrecer una salida a la crisis desde la alternancia democrática.

Impotencia de la vieja oposición salida de las fauces del actual gobierno, pero también impotencia de todo el espacio progresista y por lo tanto, no lo digo desde una lógica de comentarista de la realidad, sino que lo digo desde la autocrítica de alguien que pertenece a ese espacio (incluyo por supuesto al Partido Socialista).

Si, cero respuesta de la oposición en todas sus variantes, por lo menos hasta hoy, de ponerle un freno desde el Congreso al país mafioso que avanza. Como si eso fuera una contradicción con la construcción de un proyecto progresista. Como si la participación institucional en una comisión del Congreso, después de una muerte conmocionante de un fiscal de la Nación, truncara el futuro de un ideal político.

Sencillamente infantil, miope e irresponsable.

Dije al principio de estas lineas que eran conclusiones tristes,si, pero al mismo tiempo útiles para saber lo que hay que corregir. Y a lo que hay que combatir. Combatir al país mafioso, combatir el miedo y combatir la impotencia de la política. Y por supuesto buscar el recambio que nuestra democracia necesita.

© Escrito por el Diputado Nacional del Partido Socialista Roy Cortina el domingo 25/01/2015 y publicado por facebook.


La monarca… De Alguna Manera...

La monarca…


Hace dos años, la Presidenta firmó un memo con Irán que modificó colosalmente el rumbo de la causa AMIA. El juez y el fiscal “naturales” fueron sustituidos por una “Comisión de la Verdad”, con sede en Irán, país acusado de haber tramado el peor atentado terrorista de nuestra historia. Sus integrantes debían ser designados a propuesta de las partes. La redacción del instrumento carece de toda claridad, salvo la cláusula que se refiere de modo imperativo al levantamiento de las “alertas rojas” de Interpol que pesaban sobre los imputados iraníes, una vez que hubiese sido aprobado por los legislativos de los dos países.

Así las cosas, desde el ángulo constitucional, la situación no pudo ser más alarmante ya que la titular del Ejecutivo ejerció funciones judiciales, a pesar de la expresa prohibición que le impone la Constitución. A ello se agrega, la falta de definición sobre el derecho a aplicar por parte de los miembros de la Comisión, la violación de las normas del debido proceso, la imposibilidad de conciliar el marco jurídico de un país democrático, como al menos en teoría es el nuestro, con el de otro de tipo teocrático. Este pergeño que no tiene antecedentes en el derecho comparado, importó un incomprensible agravio a nuestra Justicia y desembocó en la paralización del proceso.

Tamaño despropósito significó una suerte de exculpación a favor de Irán, si no, cómo se hubiese podido aceptar que quien era acusado se transformara en su propio juzgador y en suelo propio. Esta impresionante concesión sólo podía verse acompañada de un beneficio proporcional a favor de la Argentina. Nuestro enfoque responde a una lógica primaria. Es por ello que la denuncia del fiscal Nisman que pagó con su muerte, no nos sorprendió, en realidad nos permitió completar las piezas de este macabro rompecabezas.

Hace unos años sostuvimos que las violaciones constitucionales y legales en las que incurren nuestros presidentes, sin que funcionen las instituciones de modo de ponerles límites, importaba una  creciente destrucción del principio de separación de poderes –eje central en que se asienta el Estado de Derecho–. Así, se iban consumando “minigolpes de Estado” que sin transformar al gobierno de iure en uno de facto, poco a poco iban destruyendo el imperio de la ley para llevarnos al de la arbitrariedad, la imprevisibilidad, el despotismo.

El magnicidio que convulsiona a nuestra sociedad es la consecuencia del desesperante desmoronamiento de nuestras instituciones. Hoy nos gobierna una “monarca” que actúa como cronista autorreferencial junto a un grupo de secuaces que se dedican a ensuciar la figura de la víctima de un modo que recuerda la metodología de los responsables del último proceso militar cuando hablaban de los desaparecidos.

¿Este asesinato será la culminación de este proceso de destrucción o un episodio más que indefectiblemente nos enfrentará a hechos cada vez más brutales? Frente al advenimiento de un nuevo gobierno debemos volver a nuestras fuentes institucionales que nacieron con la traducción que hiciera Mariano Moreno del Contrato Social de Rousseau. Ese fue el germen que iluminó con intermitencias una lealtad democrática fluctuante. A pesar de creer en el ideal, no hemos dejado de regresar al personalismo, que ha surgido con distintos formatos, ya militar, ya populista, pero siempre antiliberal.

El retorno al Gobierno de la ley debería ser el compromiso de quienes se presentan como postulantes para las próximas elecciones. Es decir un conjunto de propuestas que permitan el restablecimiento de la República, como gran política de Estado. La independencia de la Justicia y del Ministerio Público que debería verse sustentada en nuevos institutos, por su significación, cobra un protagonismo indispensable. Lograr la concreción de esta empresa será el mejor homenaje a la memoria de Alberto Nisman, ya que su injusta muerte haría las veces de una bisagra entre la ilegalidad y la legalidad.

© Escrito por el Constitucionalista Daniel Sabsayi domingo 25/01/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.