domingo, 13 de abril de 2014

Sexpoerótica 2014, en Córdoba... De Alguna Manera...


Juegos y confesiones hot en la feria de sexo más grande del país…

Sin tabues. En la expo hay atracciones, talleres de caricias y charlas de Alessandra Rampolla. Foto: Alejandra Maldonado

En Sexpoerótica se pudo participar desde talleres de caricias hasta disfrutar de shows de strippers.

El frío que cayó sobre la ciudad de Córdoba no fue un impedimento para que el público dijera presente en Sexpoerótica, la feria de sexo y erotismo más grande del país, y una de las más representativas del continente. Allí, en las instalaciones de la Plaza de la Música, la temperatura sube y los prejuicios quedan de lado.

En los pasillos que dan forma a la muestra hubo de todo: talleres de caricias, toros mecánicos con forma de pene, stands de comidas afrodisíacas, un “boulevard erótico” en el que se podían conseguir los más variados juguetes para disfrutar en la intimidad y hasta un “confesionario sexual’’, donde las parejas podían hacer consultas en privado a la sexóloga Daniela Ragnes.

Tampoco faltaron shows de strippers cada media hora, un impactante desfile de Revista Hombre, muestras de body painting en vivo y hasta propuestas para el público swinger; opciones atrevidas pero que no derivan en lo grotesco.

Sexpoerótica 2014, en Córdoba. Foto: Alejandra Maldonado

La gran atracción en la feria fue la presencia de Alessandra Rampolla. La sexóloga nacida en Puerto Rico divirtió al público con juegos, charlas y propuestas de tono sexual. Rampolla recorrió el lugar y celebró que haya eventos como la Sexpo, “que va un poquito más allá de lo que estamos acostumbrados” en temáticas sexuales. “Es bueno que los adultos tengan lugares donde jugar como adultos y disfrutar como tales, sin chicos y sin otras preocupaciones. Se genera un espíritu muy especial que se transmite en cada rincón de la feria” expresó. Además, aseguró que en el país la gente es “cada vez menos pudorosa” y se nota una “mayor apertura mental para hablar de temas vinculados a la sexualidad, fenómeno que también se ve expresado en las redes sociales”.

Por su parte, Cristian Sassi, organizador de la Sexpoerótica, habló con Perfil y se mostró muy conforme con la respuesta del público en esta nueva edición. “La situación del país nos hacía tener algunas dudas. Arrancamos incluso un día de paro general, pero funcionó muy bien. Casi 10 mil personas asistieron a las dos jornadas y quedó demostrado que la gente tiene mucha curiosidad y está buscando aprender más. Cada vez hay más exposición de sexo, pero se habla menos.

Entonces aquí encontraron un espacio donde crecer, formarse” analizó. “En la Sexpo no hay timidez ni vergüenza que valga. Aquí podés ver gente de todas las edades que camina por la feria, que se acerca por curiosidad o a aprender algo”, subrayó, al tiempo que de cara al futuro aseguró que su sueño “es llevar esta feria a Buenos Aires, ojalá algún día pueda concretarlo”, concluyó esperanzado.

© Escrito por Ariel Bogdanov el Domingo 13/04/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



sábado, 12 de abril de 2014

Gaseosas Cunnington y los precios cuidados... De Alguna Manera...


 Apelan a la militancia “nac & pop” para el nuevo Precios Cuidados…

Tv y radio. Cunnington apoya el plan en un spot en TV. Hay un programa de radio online sobre precios.



Se relanza mañana el acuerdo. “Cuidar los precios es cuidar la Patria” y “La Patria no tiene precio”, los lemas de la militancia.


Con una inflación que no baja del 35% anual, el Gobierno prepara el relanzamiento del programa Precios Cuidados, a partir de mañana, con una batería de incentivos para que la gente tome la bandera de salir a controlar precios. Desde volantes, programas de radio, documentos y hasta comerciales de empresas, todo vale en la búsqueda de lograr un freno a la aceleración del costo de vida.

El mensaje oficial es buscar las ofertas, los precios cuidados, populares, esperar los camiones de frutas, verduras, pescados o carnes para todos (y todas). Sin caer en el “camine, camine” de Lita de Lazzari –la representante de la Liga de Amas de Casa, que está en las antípodas ideológicas del Gobierno–, el mensaje es mirar qué y a cuánto se está comprando. Atrás quedó el consumo descuidado. El mensaje “cuidar los precios es cuidar la Patria” se replica desde distintos sectores del peronismo afín al Gobierno.

En distintas cuentas no oficiales, pero muy vinculadas a la administración de Cristina Fernández, se reciben las quejas y denuncias vía Twitter y Facebook y se diseminan también las alternativas para que no sobre mucho mes al final del sueldo.

La política de precios cuidados, sostiene un informe del Centro de Estudios de La Cámpora, “requerirá de consumidores informados y activos en la defensa de sus derechos”.

En el escrito, la organización que dirige Máximo Kirchner sostiene que Precios Cuidados “es una herramienta que servirá para controlar abusos de los formadores de precios y así disminuir la inflación. El precio de góndola de un producto se conforma de todos los costos (materias primas, mano de obra, infraestructura, administración, venta, etc.) y de la ganancia del empresario. Evitar que esta última sea excesiva es el objetivo de esta política. Para ello, habrá que lograr instalar precios de referencia y cuidar que se cumplan”. Las críticas a este razonamiento no llegan por el resguardo de precios en sí, sino porque el Gobierno sigue sin poner en marcha el Tribunal Nacional de Defensa de la Competencia, habilitado por ley en 1999, que establece sanciones, según recordó el titular de Consumidores Libres, Héctor Polino.

Hay empresas, como el fabricante de gaseosas Cunnington, que hasta se animaron a hacer spots que se ven en Fútbol para Todos destacando las virtudes del acuerdo de precios. Y en unidades básicas pueden encontrarse volantes que dicen “la patria no tiene precio” o invitaciones a escuchar “radio precios cuidados”, en una emisora online.

En todas sus líneas, se aprecia, el kirchnerismo intenta contener el salto inflacionario con recetas más allá de la fuerte suba de tasas que enfría la economía de la mano de Juan Carlos Fábrega en el Banco Central.

Entre las respuestas que surgen para hacer frente a los canales convencionales de comercialización, afloran los mercados y ferias. Un ejemplo es Almacenes Populares, de la agrupación de Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo, el espacio de reconstrucción popular Alejandro Almeida que tiene previsto abrir locales en 14 localidades para mediados de este mes. Con el apoyo de Unidos y Organizados, estarán desembarcando en Moreno, La Matanza, General Rodríguez, Ciudadela, La Plata, entre otros lugares.

© Escrito por Patricia Valli el Domingo 06/04/2014 y publicado por http://fortunaweb.com.ar


Macri quiere un Subte moderno... ¿Quién miente Macri o Clarín?... De Alguna Manera...


Una formación del subte B se desacopló y pudo haber provocado una tragedia…

Estación Federico Lacroze.

Estaba ingresando a la estación Lacroze. Los vagones se desprendieron y quedó un hueco de más de cinco metros. Varios pasajeros resultaron heridos. Los delegados se quejan de la falta de mantenimiento de los trenes.

Una formación de la línea B de subtes se partió al medio este mediodía y provocó que varios de los pasajeros que viajaban resultaran heridos. El hecho ocurrió cuando el tren estaba ingresando a la estación Federico Lacroze donde, afortunadamente, circula a baja velocidad. "De milagro no fue una tragedia", advirtió el delegado Claudio Dellecarbonara a Clarín.

El incidente se define técnicamente como un desacople de los vagones. Según detalló Dellecarbonara el desprendimiento separó a dos vagones por más de cinco metros y "quedó un hueco en el medio que daba al vacío a las vías".

"La falta de mantenimiento y la falta de inversión se manifiesta en estas cosas. Todos los días tenemos accidentes. Hay que agradecer que ocurrió en ese lugar porque si pasaba en otro trayecto donde la formación va mucho más rápido estábamos hablando de una tragedia", alertó el delegado.

Según informaron, en el momento del desperfecto se vivieron escenas de pánico y los pasajeros tenían miedo de caer a las vías. Se estima que viajaban entre 200 y 300 personas que fueron evacuadas sin inconvenientes. Los heridos, con golpes leves fueron atendidos.

Por su parte, la formación fue "enganchada nuevamente de manera precaria" y trasladada hacia la estación Juan Manuel de Rosas para poder restablecer el servicio habitual de la línea.

© Publicado el Sábado 12/04/2014 por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



La ira de los defraudados por el relato K… De Alguna Manera...


La ira de los defraudados por el relato K…

Daniel Scioli. Declaró el estado de emergencia por la inseguridad en la provincia de Buenos Aires.

Si bien muchos tardaron en entender que “el modelo” se trataba de una estafa, hace un año la mayoría ya cambió de opinión.

Luego de intentar Cristina venderles cosechadoras de cartón y baratijas confeccionadas en el polo industrial La Salada, los angoleños optaron por borrar a la Argentina de su lista de socios comerciales. Felizmente para la señora y sus partidarios, el electorado local resultó ser menos precavido.

Sin pensarlo dos veces, compró el extravagante “modelo de acumulación de matriz diversificada con inclusión social” pregonado por los buhoneros kirchneristas. Le guste o no le guste, tendrá que convivir con esta obra maestra del ingenio populista por muchos años más.

Si bien el grueso de la ciudadanía tardó en entender que se trataba de una estafa, que, como aquella cosechadora de fabricación nacional que según parece sigue pudriéndose en algún galpón africano, el famoso modelo nunca pudo funcionar, hace aproximadamente un año la mayoría cambió de opinión.

Al darse cuenta de que han sido víctimas de un fraude, millones de personas que a su modo habían confiado en las promesas de Cristina se sienten perdidas en un mundo que se les ha vuelto hostil.

Las dificultades enormes que enfrenta el país y que con toda seguridad se agravarán en los meses próximos se deben menos a lo hecho por el gobierno kirchnerista que a lo que no pudo, no quiso o no supo hacer. Desde el día en que el matrimonio patagónico se instaló en la presidencia, se destacaría por su voluntad de archivar los problemas más engorrosos, sobre todo los que podrían suponerles “costos políticos”.

Por lo tanto, los Kirchner se negarían a tomar en serio asuntos molestos como la inflación, la producción de energía, la educación, la salud, el desembarco de narcotraficantes colombianos y mexicanos y, huelga decirlo, la inseguridad.

De más está decir que las deficiencias que más angustia provocan están interconectadas: la inflación alimenta el malestar social, el deterioro educativo incide en la conducta de quienes saben que jamás lograrán abrirse camino en un mundo en que escasean las oportunidades para los analfabetos funcionales, la ferocidad despiadada de los predadores hace que otros se junten espontáneamente para librarse de ellos, de ahí la serie de linchamientos que acaban de producirse.

Las consecuencias de tanta inconsciencia gubernamental, que se haría aún más evidente luego de reemplazar Cristina a su marido en la Casa Rosada, están a la vista. La Argentina se ha convertido en una caldera hirviente que en cualquier momento podría estallar.

El miedo es contagioso. Cuando una sociedad se siente al borde de la anarquía –del “Estado ausente” de la retórica de políticos como Sergio Massa–, afloran los instintos más brutales. Aunque los kirchneristas se llenan la boca hablando de lo fundamental que debería ser el papel del Estado, para ellos y otros populistas es solo una fuente de botín.

Nunca han manifestado el menor interés en mejorar su desempeño, en hacerlo más eficaz. No sorprende pues, que el Estado –o sea, la policía y el sistema judicial–, haya resultado incapaz de impedir que, para citar a Daniel Scioli, la población sufra “el ataque salvaje de una delincuencia cruel”.

Para quienes comparten el punto de vista de los intelectuales orgánicos del kirchnerismo que atribuyen el delito a “la exclusión”, se tratará de la venganza de los hijos desheredados de la madre Cristina. Parecería que ha resultado contraproducente más de un década de “inclusión”, subsidios politizados, clientelismo y propaganda destinada a convencerlos de que seguirán “excluidos” hasta que, por fin, el país haya experimentado una fantasiosa revolución social, moral y económica.

¿Ayudará la emergencia declarada por Scioli? Puede que, combinada con el eventual efecto disuasivo de la “justicia por mano propia”, tenga un impacto positivo. Por lo menos, hará pensar que el gobernador, a diferencia de su jefa que cree que hablar de un problema equivale a provocarlo, entiende que demasiadas personas sospechan que el Gobierno nacional, lejos de querer brindarles la protección que necesitan, simpatiza con los delincuentes por motivos presuntamente ideológicos.

Exageran quienes piensan así, pero sucede que no solo en América latina sino también en muchas otras partes del mundo, demagogos de mentalidad autoritaria saben que el miedo puede ser un aliado muy valioso. Lo aprovechan dando a entender que son los únicos capaces de proteger a los vulnerables contra los presuntamente dispuestos a despojarlos de todo cuanto tienen, hasta de la vida.

Por cierto, Néstor Kirchner y su esposa no necesitaban que teóricos como el jurista nazi Carl Schmidt o el populista británico de origen argentino Ernesto Laclau les enseñaran a hacer del temor a lo ajeno su principio rector. Como tantos caudillos populistas a través de los siglos, desde comienzos de su deslumbrante carrera política, Néstor y Cristina siempre obraron conforme a la vieja consigna maquiavélica: dividir y reinar. Si es que se les ocurrió que a la larga provocar conflictos tendría consecuencias desafortunadas para el país, tal eventualidad no les preocupaba.

Para que la burguesía se sintiera amenazada, a los Kirchner les convenía que bandas de piqueteros, a veces encapuchados, regularmente provocaran trastornos en los puntos neurálgicos de la Capital Federal y otros centros urbanos; servían para disciplinar a la clase media, para advertirle que la alternativa al statu quo sería un “estallido social”, esta pesadilla tradicional de quienes temen que, en cualquier momento, podrían irrumpir desde las zonas más pobres del país hordas de saqueadores sanguinarios resueltos a destruir todo.

Desintoxicar una sociedad que desde hace más de una década está absorbiendo dosis de veneno inyectadas por un gobierno y su guardia pretoriana de militantes que se han especializado en movilizar el rencor no será del todo fácil. Ha surtido efecto la prédica de quienes atribuyen la miseria al egoísmo de un puñado de ricos, de tal manera exonerando a una elite política mayormente populista que en el transcurso de varias generaciones se las ha arreglado para depauperar el país.

La noción de que todas las muchas lacras sociales se deben a la malignidad de personas determinadas, cuando no a una fantasmagórica conspiración planetaria, se ha generalizado tanto que para quienes se sienten víctimas es difícil no reaccionar con rabia frente a una nueva frustración, la enésima, culpando al Gobierno por haberlos defraudado.

Cristina no habrá olvidado que, en 1989, el espectro de la violencia incontrolable procedente del conurbano apuró la salida de un presidente radical de “la casa de Perón” y, nuevamente en 2001, truncó la gestión de otro. Puesto que aquí los ciclos políticos suelen terminar en medio de convulsiones, es natural que se haya sentido nerviosa últimamente.

Con su marido, se dedicó a sembrar vientos; puede que pronto le toque cosechar tempestades y que las alianzas estratégicas con piqueteros, “luchadores sociales” y agrupaciones como Vatayón Militante, la Tupac Amaru de Milagro Sala y otras parecidas no basten como para contenerlas, si es que no optan por cambiar de bando so pretexto de que el Gobierno se ha vendido al “neoliberalismo” y está instrumentando un ajuste ortodoxo.

Los linchamientos recientes, en especial, el que se dio en el barrio de clase media de Palermo, han motivado un sinfín de condenas. Políticos, clérigos, intelectuales progresistas o conservadores y otros se han encargado de asegurarnos que no son salvajes y que por lo tanto, a diferencia de aquellos “vecinos” truculentos, nunca soñarían con moler a palos a un ladrón capturado en el acto o a un sujeto sospechoso, pero es poco probable que cambien mucho sus palabras conmovedoras en tal sentido. Mal que les pese a los populistas, la “justicia popular” siempre ha sido así; los más proclives a castigar con furia a los malhechores se encuentran entre el electorado kirchnerista.

Que este sea el caso plantea un problema conceptual a Cristina y los suyos. No les gusta brindar la impresión de querer “criminalizar” ni la pobreza ni las protestas de quienes se sienten abandonados a su suerte, pero al atribuir la violencia a “la exclusión” confiesan que el sacrosanto modelo dista de ser tan inclusivo como afirman.

Asimismo, descalificar la venganza como algo “prehistórico”, suena un tanto raro en boca de una mandataria cuya gestión se ha desarrollado bajo el signo de la venganza y que con cierta frecuencia ha aprovechado de los medios encadenados para recordarnos que aún quedan algunos que todavía no han recibido el castigo que merecen.

En buena lógica, los kirchneristas deberían de comprender mejor que nadie lo irresistible que puede ser el deseo de vengarse contra los acusados de ser los artífices de las penurias propias y ajenas; fue en base a la voluntad de tantos de desquitarse colectivamente por décadas de frustraciones que el Gobierno construyó el poder brevemente hegemónico que, con rapidez desconcertante, se le está escurriendo de entre las manos.

Hasta hace relativamente poco, la Presidenta lograba manejar el resentimiento autocompasivo que, después de muchos años de decadencia, afecta a amplios sectores sociales, dirigiéndolo contra enemigos locales y foráneos cuidadosamente seleccionados. Ahora, la Presidenta y sus allegados temen ser víctimas de lo que tanto ayudaron a propagar.

© Escrito por Jaime Neilson el Jueves 10/04/2014 y publicado por la Revista Noticias de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.