"Seguimos
ganando"…
Macri expone el 40% de los votos como un triunfo. Fotografía:
Cedoc
Las derrotas sirven para mejorar aprendiendo de los
errores. Ojalá Juntos por el Cambio cambie. Y comprenda que perdió porque parte
del discurso de Macri, como el informe de Marcos Peña titulado “Ocho puntos
sobre la economía”, en el que detalla la herencia que le dejarán a Alberto
Fernández, hacen recordar a aquellos viejos títulos durante la Guerra de
Malvinas: “Seguimos ganando”.
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Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 16/11/2018 y publicado por el Diario
Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
El problema no es
nuevo, se podría decir que fue el defecto estructural del gobierno de Macri: su
relación con la realidad, la negación o directamente para algunos, la mentira.
Las repetidas frases, “la inflación es muy fácil de resolver”, “segundo
semestre”, “brotes verdes”, lo peor ya pasó” o “sí se puede” están en perfecta
sincronía con “dejamos el país listo para crecer” (sic) del informe “Ocho
puntos sobre la economía”, confirmando que su sesgo autista sigue vigente como
si nada hubiera pasado.
No hay que
confundir tolerancia a la frustración con tolerancia al fracaso. Falta lo
primero y sobra lo segundo en el PRO.
Probablemente la
simbiótica relación de Macri con Marcos Peña encuentre explicación en la
especial necesidad del Presidente de tener un escudo protector de la realidad
en forma de narraciones siempre optimistas que el jefe de Gabinete realiza como
un posible calmante frente a la falta de tolerancia a la adversidad que Macri
pudiera arrastrar desde su infancia y a lo largo de su privilegiada vida.
Pero que Macri lo
haya podido sostener hasta aquí tiene explicaciones multicausales; por ejemplo,
muchos argentinos tendrán que reconocer que creyeron que el éxito era garantía
de saber sin ponderar cuánto la fortuna de contar con recursos facilita la
consecución de esos logros.
Por ejemplo, con
recursos también se puede disponer de intelectuales que construyan
interpretaciones de la realidad siempre favorables, siendo ese uno de los
imprescindibles aportes de Marcos Peña al psiquismo de Macri. Pero resulta muy
injusto tomársela con el jefe de Gabinete y exculpar a Macri como hacen muchos
integrantes del PRO y sus aliados. Continúa siendo una perspectiva de súbditos
frente a un monarca de una dinastía, quien al ser inamovible por su condición
de elegido por los dioses o la fortuna, pero en cualquier caso por un más allá
de los humanos, haya que disimularle los defectos y agregarle virtudes de
las cuales carece. No le alcanzará a Juntos por el Cambio haber hecho la
reunión de mesa chica de esta semana incluyendo a los gobernadores radicales, a
Pichetto ahora como integrante permanente, a Rodríguez Larreta más Vidal, y por
primera vez sin Marcos Peña. Su problema no era Marcos Peña, era Macri.
No hay que
confundir la tolerancia a la frustración con la tolerancia a la derrota. La
tolerancia a la frustración es un componente indispensable para el triunfo
porque enseña la existencia de límites casualmente para poder superarlos.
Festejar que el 40% de la sociedad votó por Macri en lugar de preocuparse
porque el 48% votó a la fórmula que incluye a Cristina Kirchner, presentada
durante estos cuatro años por el Gobierno como lo que venía a dejar atrás, es
parte de esa negación recurrente que los disocia de la realidad. Aprendió más
de la derrota Cristina Kirchner que, esperemos que solo por ahora, Macri.
En lugar de
reconocer que fue un error no haber desdoblado las elecciones en la provincia
de Buenos Aires argumentan que quedó demostrado que María Eugenia Vidal no era
tan buena candidata y hubiera perdido aun en elecciones desdobladas anticipando
prematuramente el fin de Macri, sin siquiera registrar que fue Macri al
impedirle el desdoblamiento quien le anuló sus condiciones de buena candidata
al reducirla al lugar de asistente del Presidente: la campaña del Frente de
Todos en la provincia de Buenos Aires fue “Vidal cuida a Macri más que a los
bonaerenses”.
Nuevamente
siempre con buenos asesores, como con buenos abogados, se puede argumentar casi
cualquier cosa y si hay disposición, luego creérsela. Vidal logró la misma
cantidad de votos que obtuvo en 2015 a pesar de haber gobernado con tres años y
medio de recesión la provincia que cuenta con el conurbano más gigante y
empobrecido del país. La economía y que desde la política no haya contribuido a
crear condiciones para que el peronismo continuara dividido fueron
responsabilidades del Presidente, no de la gobernadora.
Para que Juntos
por el Cambio se convierta en una verdadera coalición precisa que el PRO se
convierta en un verdadero partido y los partidos no tienen dueño, tienen alas
internas que le suman riqueza en su diversidad, disenso y posterior consenso.
Invalidar una
parte de la información desagradable saca a la luz el área del inconsciente que
revela la inseguridad del negador.
Macri en su
discurso en el CCK pidió “cuidar el legado” porque “tiene que haber lugar para
el orgullo” y la “convicción de que finalmente lo que estamos haciendo es a
favor de los argentinos”, porque “cuando uno entra en la senda del cambio y del
círculo virtuoso lo único que tiene que hacer es, cuando las cosas funcionan,
continuar haciéndolas de la misma manera”. Lo mismo que cuando antes de las
PASO, en un indiscutible sincericidio, dijo que de ser reelecto “haría lo mismo,
pero más rápido”.
El 40% no es de
Macri, ni siquiera Juntos por el Cambio, que está más cerca del 30%, y el otro
10% es anti K.
El informe “Ocho
puntos sobre la economía” comienza diciendo: “El país está listo para crecer.
Sin magia, sin mentira, sin ficción.” La relación de Macri con la mentira es la
fuente del opuesto: su tan declamada relación con la verdad. Quizás él
genuinamente valore la verdad y critique la mentira en sus predecesores. Y al
no poder conseguir que la realidad le devuelva la imagen que su espejo precisa
de sí mismo, construye ficciones para tomarlas como verdades. Problema suyo y
de su psicólogo, ahora Juntos por el Cambio precisa institucionalizar su acción
política para en 2021 tener más y no menos diputados.