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sábado, 22 de febrero de 2014

Ni el volantazo alcanza… De Alguna Manera...


Ni el volantazo alcanza…


Tarde, el Gobierno baja sus banderas: drogas, dólar, Clarín, inflación, intendentes del PJ y hasta Venezuela. ¿Seguirá?

Nadie se atrevió nunca a decírselo a Cristina. Es que les temen a sus gritos y castigos. Pero como en el cuento de Andersen, la reina está desnuda. El modelo se fue descascarando hasta quedar, impúdicamente, con su esqueleto al aire. En los últimos tiempos las evidencias son de una contundencia irrefutable hasta para los que se fanatizaron por convicción o por dinero.

Veamos algunos ejemplos:

1) En la patética discusión pública que condenó al silencio a Agustín Rossi en un tema tan grave como la instalación del narcotráfico, nadie pudo explicar por qué Brasil, Chile y Uruguay tienen radarizado el 100% de su espacio aéreo y la Argentina, sólo el 10%. Y estamos hablando de radares 3D, que puedan detectar aviones que vuelan a baja altura. ¿Es tan grande el nivel de corrupción en la cima del Estado que son capaces de dejar desprotegido el futuro de varias generaciones que implosionan y multiplican la muerte cuando se consolidan los carteles de la cocaína? ¿O van a decir que no hubo dinero en esta década para atender algo tan estratégico, tan de vida o muerte? Tal vez no les importe la prostitución de las instituciones y la muerte cotidiana como resultado de la penetración de ese crimen organizado.

2) Axel Kicillof está tan desorientado y desesperado que no le importa mandar al muere a Tierra del Fuego y sus fábricas con tal de no soltar un dólar. Pero como también teme que colapsen en 15 días todos los teléfonos celulares por falta de insumos dice que es capaz de mirar para otro lado si las empresas les compran directamente a los grandes fabricantes en el exterior. Y eso que el relato productivista e industrialista sigue firme. Débora Giorgi –desde Ezeiza– y Cristina –desde Florencio Varela– recordaron que cuando llegó Néstor había ochenta parques industriales, “muchos de ellos eran potreros y hoy inauguramos el número 316”. ¿Alguien le preguntará al ministro Kicillof cómo puede seguir en el Gobierno después de haber dicho que Repsol le iba a tener que pagar a la Argentina por su daño ambiental y terminamos indemnizando a la empresa española con 5 mil millones de dólares? No fue un pequeño error de cálculo. Relató un penal a favor y terminó haciéndose un gol en contra.

3) Es extraño que el Gobierno diga en voz baja y sólo por boca del “ladriprogresismo” que derrotó a Clarín con la aplicación de la Ley de Medios. Si fuera cierto, ¿no deberían celebrar semejante toma del palacio de invierno? Algo no cierra. Fue planteada como la madre de todas las batallas. Martín Sabbatella y Víctor Hugo Morales dicen que ganaron, que el Grupo “se rindió ante el imperio de la ley”, pero nadie grita los goles. ¿Qué pasó? ¿O en realidad fue Cristina la que tiró la toalla? Fue tanto el odio que condujo esa pelea que los llevó a un callejón sin salida. Nadie le hizo caso, pero Teresa Parodi propuso el lunes pasado como “un día de festejo para los trabajadores de la cultura” porque “terminar con los monopolios mediáticos es un paso fundamental”.

4) El ajuste ortodoxo y conservador de Cristina deberá pasar esta semana la prueba de fuego con las paritarias de los trabajadores. La Presidenta pidió “responsabilidad” a los dirigentes sindicales. Roberto Lavagna se preguntó: “¿Qué significa eso? ¿Pedir el 20% cuando la inflación es más del 30% es responsabilidad?”. El ex ministro de Economía que rechazó por inexistentes todas las explicaciones conspirativas de Cristina dijo que un gobierno nacional y popular no tiene que tener como variable de ajuste ni el salario ni las fuentes laborales.

5) Acalorada como pocas veces, la Presidenta hizo ayer un esfuerzo hasta estético en Florencio Varela para evitar que huyan de su lado más intendentes o dirigentes justicialistas. Sentó a Daniel Scioli y a Julio Pereyra en lugares de privilegio, y La Cámpora tuvo menos cámara en esta ocasión. Tal vez sea demasiado tarde para lágrimas. La inmensa mayoría de los cuadros justicialistas ya piensa en un nuevo jefe, en alguien que les pueda garantizar la continuidad en el poder después de que Cristina vuelva al llano. Muchos piensan en Scioli, otros esperan la evolución de Sergio Massa. Sólo el núcleo duro confía en un candidato del palo, al estilo Sergio Urribarri. Es que el Gobierno camina por un peligroso desfiladero económico y lo hace en chancletas. De un lado tiene la hiperinflación, si no controla la puja distributiva, y del otro la recesión, si continúa con el enfriamiento de la actividad. Hay un debate encubierto entre las primeras espadas K. Algunos dicen que tienen que llegar de pie a 2015, aunque sea desangrados en su discurso revolucionario y mostrando la verdadera cara del modelo, y los más fundamentalistas apuestan al portazo victimizador.

6) Curiosamente, hasta en su apoyo a Nicolás Maduro la Presidenta actuó con prudencia. Comprendió que el tema divide aguas y crispa a grandes sectores sociales. Es verdad que no se atrevió a cuestionar el pedido de fusilamiento que hizo Luis D’Elía, sólo pidió “más tolerancia con nuestras lenguas”, pero tampoco apeló a la flamígera verba chavista.

7) Como contracara de lobo feroz frente al disfraz de cordero patagónico, el grupo antidemocrático Quebracho fue el autor material, acompañado y protegido por la Policía Federal, de los escraches violentos cuya autoría intelectual fue de la Presidenta. Hubo persecusiones y aprietes de todo tipo, muchos de los cuales silenciados por sus propias víctimas para “evitar que se produzca el efecto contagio”.

Lo nuevo es que tanto tiraron de la cuerda que no alcanza ni el volantazo a la derecha.

© Escrito por Alfredo Leuco el Sábado 22/02/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


domingo, 26 de enero de 2014

Donde digo digo... De Alguna Manera...


Donde digo digo...


Fue un triunfo estrepitoso del sofisma. El viernes 24, cuando el jefe de Gabinete señor Capitanich, flanqueado calladito por el ministro de Economía señor Kicillof, anunció las nuevas medidas económicas –que, según la verba inflamada de la prensa, “aflojaban el cepo”– todos entendimos que los gastos de las tarjetas argentinas fuera de la Argentina dejarían de tributar el 35 por ciento y volverían al 20 por ciento que entregaban hasta el 3 de diciembre pasado.

Así lo explicaron, al unísono, todos los medios. Así lo consignaron en sus ediciones del sábado 26 Clarín, La Nación, Página/12, Perfil y compañía. Así, incluso, fue que yo pensé más de dos veces que me daría mucha vergüenza publicar un libro en diciembre y retirarlo de la circulación en enero; que era raro que un gobierno deshiciera una medida tan reciente, y que era otro signo de la imparable decadencia kirchnerista.

Por eso me sorprendí tanto esta mañana cuando vi el tuit de @IsmaelBermudez1 que decía que el señor Kicilof decía que las tarjetas seguirían tributando el 35. Busqué la fuente: era una larga entrevista, tapa de Página/12.

La empecé divertido. Me gustó cuando los periodistas contaban que, en medio de la peor crisis de la última década, el ministro de Economía estaba cuidando a sus hijos: nada mejor que la familia para dar la sensación de calma que la ciudadanía espera de sus líderes. Y me gustó cuando el ministro empezó a explicar que “ahora las personas podrán ir nuevamente a un banco y adquirir dólares” y que “su capacidad de compra va a estar asociada al nivel de ingreso normal que tengan”, y que “quien quiera acceder a la tenencia de dólares debe estar registrado en la AFIP y tener una capacidad proporcional a lo que quiere comprar”. Y que entonces los periodistas despiadados le preguntaran qué criterio se iba a utilizar con cada grupo de asalariados, y que el ministro, seguro, les contestase:

–El mecanismo tendrá un sesgo hacia los que menos tienen.

Haciendo del sonsonete acostumbrado un imposible lógico: aunque forma parte de un gobierno que trabaja para bancos, mineras, petroleras y cuentas propias proclamando siempre que favorece a “los que menos tienen”, no puede decir que un mecanismo de entrega de dólares a los que prueben que tienen la plata suficiente va a favorecer a los que no la tienen. Hasta ahí podíamos llegar en el avance de la idiocia, me reí. Me reía, pero topé con la parte del león:

“– ¿Cómo se implementará la reducción de 35 a 20 por ciento en la percepción a cuenta del pago del Impuesto a las Ganancias?

–La compra de dólares para tenencia pagará un anticipo del Impuesto a las Ganancias equivalente al 20 por ciento de la operación. En el caso de venta de divisas por turismo y para gastos con tarjeta en el exterior, el paso de 35 a 20 por ciento no será implementado este lunes.”

Putée, me dije que era increíble inverosímil delirante, que ahora sí tenía miedo, que un gobierno no puede proclamar una medida el viernes y negarla el sábado, que estábamos realmente en la trituradora. Y entonces decidí escribir este exabrupto y fui a buscar el anuncio del viernes para mostrar la flagrantísima contradicción. En el video, el señor Capitanich era lacónico:

–Hemos decidido autorizar la compra de dólares para tenencia de personas físicas de acuerdo al flujo de ingresos declarados. Y paralelamente se ha decidido disminuir el anticipo de impuesto a las ganancias del 35 por ciento al 20 por ciento para el comprador.

Dijo desde su púlpito, leyendo un papelito, y no dijo más sobre el asunto. Y todos leyeron –leímos– que se había bajado el impuesto para las tarjetas en el exterior. Pero, releyéndolo ahora con el cuidado del entomólogo tuberculoso, se ve que el señor Capitanich no precisó: que dijo que la baja era “para el comprador”, y que podría argüir que se refería al comprador de esos dólares que ahora se venderán, no al comprador de objetos o servicios en dólares vía tarjeta.

Aunque todos –incluidos sus medios propios– entendimos lo contrario y lo anunciamos y lo comentamos y ellos lo permitieron. Seguramente se la pasaron bomba. La única explicación es que hayan preparado con cuidado una frase que podía entenderse de las dos formas para especular con las reacciones antes de decidir qué medida aplicaban. O quizás hay otras, vaya a saber.

En todo caso: tienen razón, no dijeron lo que todos creímos que dijeron. Jugaron con las apariencias y las percepciones y ganaron –no se sabe qué. Pero mostraron, tan claro como nunca, el juego que juegan. Hablar de forma que puedan decir no dije esto, no, donde digo digo digo diego, ay qué pena vos te confundiste. No es lo que se espera de la comunicación de un gobernante. Es, sí, lo que estos hicieron.

Si querían enseñarnos algo, lo lograron: que hay que desconfiar de lo que parece que dicen y darlo vuelta para ver qué dicen y dónde está el gato encerrado o, peor: que no hay que dar por cierto nada que no sea una medida firma y refrendada y publicada -y aún así.

O, más en general: que lo lógico es no creerles un carajo.

Actualización, 10.10 hs.: me equivoqué. Mea culpa mea grandissima culpa. Una lectora atenta, @sofimills, me manda la grabación de una entrevista que el señor Kicilof concedió al señor Morales, viernes a media mañana, poco después del anuncio oficial. Allí, entre el minuto 07:55 y el 10:35, el ministro explica muy claramente que el anticipo de impuesto a las ganancias que se cargará a las tarjetas argentinas fuera de la Argentina será del 20 por ciento.

 
Creo que caí víctima del gusto argentino por las teorías conspirativas que, en general, intentan convertir en astucia malévola lo que no es más que incapacidad: la famosa inepcia. En este caso está claro que el viernes el gobierno -o por lo menos su ministro de Economía- pensaba reducir el impuesto del 35 al 20 por ciento. El sábado ese mismo ministro pensaba o dijo lo contrario. Lo que interpreté como ambigüedad era solo contradicción, decir y desdecirse, indecisión extrema: no sé ni lo que hago.

Por otras vías, la conclusión sigue siendo la misma: lo lógico es no creerles un carajo. 

© Escrito por Martín Caparrós el Domingo 26/01/2014 y publicado por el Diario El País de Madrid, España.


domingo, 25 de agosto de 2013

Trascendencia del ego… De Alguna Manera...


Trascendencia del ego…


Lo que más abunda en el mundo, decía Frank Zappa, son el oxígeno y la estupidez. Mirar la entrega de los Martín Fierro es una prueba contundente de que, con respecto al segundo término de su frase, estaba en lo cierto. Es más, algunos ecologistas vaticinan que en breve habrá menos oxígeno, pero la estupidez sigue siendo un éxito.

© Escrito por Fabián Casas el viernes 23/08/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La entrega de los Martín Fierro parece una alucinación salida de la mente de Derek Zoolander, ese modelo cabeza hueca creado por Ben Stiller. Y, hay que reconocerlo, es muy difícil lograr sobresalir entre tantas caras nuevas y viejas, famosos, glamour y vanidad a granel. Jorge Lanata lo consiguió: su discurso al recibir uno de los muchos gauchos que le dieron alcanzó las cimas de la estupidez: “Agradezco a Lázaro Báez, Cristina Fernández, Ricardo Jaime, Hebe de Bonafini… etc., etc”.

Está claro que a Lanata no lo preocupan la desocupación, el hambre y todos los flagelos que este gobierno no puede o no quiere combatir. Lo único que le preocupa es su vanidad. Es un barrabrava de sí mismo.

Víctor Hugo Morales, a quien podríamos llamar Víctor Ego, también anda por la misma senda. Me acuerdo cuando fue invitado a presentar El dueño, el libro de Luis Majul, y se dedicó a destruirlo.

Muchos periodistas hablaron de la valentía de Morales para decir lo que piensa, como si él hubiese sido Rodolfo Walsh y Majul encarnara a la Junta Militar. Yo creo que hay tantas cosas en la vida para hacer, que ponerle ganas e ir a cagarle la presentación a un tipo que te invitó habla de cierto nivel de vanidad casi insoportable. Lanata y Morales se ponen en veredas opuestas, pero a mí me parece que su enemistad es la de ese tipo que se da en el catch, donde los luchadores no son enemigos, actúan de enemigos.

 


miércoles, 17 de octubre de 2012

Ocho años de mentiras... De Alguna Manera...


Verás que todo es mentira...


A pesar del riesgo a ser considerado “clarinete”, “defensor del monopolio” e integrante de la “cadena del desánimo”, por lectores simpatizantes K, quiero dejar en claro lo único que me preocupa: ¿Quién se va a hacer cargo de los costos que va a generar la demanda que la dueña del diario Clarín y sus hijos, le van a iniciar al gobierno? ¿Todos nosotros? ¿Por qué?. 

Creo que es hora de que el pueblo tome en cuenta que no podemos pagar la fiesta de la mentira y las guerras personales de nuestros gobernantes. A partir del fallo de la justicia y las pruebas incontrastables de que los hijos de Herrera de Noble, no pertenecen a desaparecidos, se viene un gran juicio cuyas costas, como ciudadano argentino, no quiero enfrentar. Que paguen los ofensores con sus propios bienes, sus acusaciones infundadas, sus delitos de injurias y falsedades. No debemos permitir que nos carguen las costas de sus impericias y sus desatinos.

Hace 8 años que el kirchnerismo viene agitando el pañuelo blanco y cargando contra la familia Herrera de Noble, solo porque está enfrentado con el Grupo Clarín, a partir de negocios que no pudieron compartir (no es que no lo hayan intentado). Bien, durante este tiempo hemos asistido a todo tipo de barbaridades, disparadas contra la dueña del multimedios y su familia, hecho que no debe entenderse como una defensa, sino como una razón objetiva, en vista a los resultados obtenidos.

A los hijos, supuestamente, era a quienes decían “proteger” y sobre ese argumento, tanto la presidenta y sus acólitos, como Bonafini y Carlotto, usaron todos los medios oficiales, para-estatales, opositores y no opositores, para enlodar una causa que era falsa, armada y falaz. Las dos pruebas de ADN indicaron irrebatiblemente que los hijos de Herrera de Noble no pertenecen a las familias que los reclamaban, ni son compatibles con ninguna de las muestras que existen en el banco de muestras de desaparecidos en la época de la dictadura.

Es incalculable la cantidad de estupideces que hablaron desde la presidenta (y el difunto ex presidente) para abajo. Es incalculable las aberraciones que se hicieron y dijeron desde el poder, arrastrando por el piso a los dos jóvenes que pretendían vivir en paz y cometieron el pecado de haber sido acogidos en una familia enemiga de los Kirchner.

Los tapes que se han reproducido en estas últimas horas con declaraciones de la propia presidenta, de Néstor Kirchner, de Aníbal Fernández, Víctor Hugo Morales, Bonafini, Timermann, D`Elìa, los “panelistas” de 6,7,8 con el impresentable de Barone a la cabeza. Programas como TVR o Duro de Domar, que le han dedicado horas de edición y armado de guiones inculpando a la dueña de Clarín de cuanto delito estuviera a mano; en fin, un ejército K al servicio de una mentira sostenida en el tiempo (doblemente mentira), comienza ahora a callarse la boca o a decir pavadas, tratando de exculparse, perdiendo la poca dignidad que les queda.

Y una de las más perjudicadas en esta insensible ofensiva política contra Clarín, ha sido la hasta hace mucho respetada Estela de Carlotto, una mujer que sumó a la dignidad de su reclamo, la centralidad, el pensamiento reflexivo, una mujer que concitaba la atención de todos por su mesura y su humildad para vivir, allí por el año 2004. La Sra de Carlotto, supo subirse al carro de triunfo, tirados por los caballos volátiles del kirchnerismo y asociarse a la mentira de una pareja enferma de poder y cegada por la revancha y la venganza, que nos les permitió (como en otras tantas ocasiones) ver que se estaban equivocando. Y Carlotto, respetable y con honores genuinos, ganados en el campo del sufrimiento, entregó todo su prestigio para sostener un relato falaz y construido sobre la base de la especulación, la mentira, el odio por negocios inconclusos y la ignorancia.

En las últimas horas, me dio lástima ver a la Sra de Carlotto, desencajada, con la cara visiblemente consternada, tratar de decir que no dijo lo que dijo, pretender cambiar los tiempos verbales de sus múltiples discursos donde acusó directa y formalmente a la señora Noble de criminal, apropiadora de hijos de desaparecidos, diciendo, ahora, que ella en realidad expresó que “podría ser” pero que nunca dijo “que fue”, cuando basta ver los tapes para saber que está mintiendo y ahora por segunda vez.

El Kirchnerismo destruye todo lo que toca, es casi una verdad de Perogrullo. Corrompió a sectores inmaculados de los Derechos Humanos, los arrastró por el fango de la corrupción y los usó como ariete de los negocios sucios de funcionarios alienados por el dinero fácil. Y la espada más solvente que tenían las “Abuelas”, luego del descrédito en la que el poder K sumió a la otrora referente de la lucha de los pañuelos blancos, Hebe de Bonafini, era Estela de Carlotto, respetada y admirada. También la destruyó.

Ahora viene la contrapartida. Seguramente la familia Noble actuará en consecuencia y como corresponde, por los daños y perjuicios ocasionados por estos personajes en 8 años de embestida brutal y sin códigos y por la guerra que supo hilvanar el kirchnerismo contra el multimedios; entonces la pregunta que me hago es ¿Quién va a pagar la fiesta de la mentira? ¿El Estado nacional? O sea, ¿Todos nosotros?. Es hora de que los juicios a futuro que se desprendan de esta verdadera farsa kirchnerista, vayan contra los bolsillos de quienes dilapidaron la verdad en cientos de programas de televisión, usando dineros públicos para engendrar la ignominia.

Que pague la presidenta Cristina Fernández, de su propia fortuna, que embarguen salarios y bienes de quienes hablaron hasta por los codos, denigrando, insultando, acusando sin fundamentos, en el marco de la impunidad que les brindó el propio gobierno. Ojalá, las acciones judiciales se encaminen a sacarle a cada uno de ellos, las ganancias obtenidas por prestarse a la infamia de usar un elemento tan sensible a la sociedad argentina, para corromper la verdad en aras de vaya a saber qué intereses ocultos.

Esperemos que la justicia vaya contra estos verdaderos voceros de la mentira; estos operadores del oficialismo y los haga económicamente responsables y solidarios, de todas las barbaridades que dijeron y la destrucción de las familias que produjeron en estos años. No sería justo que el pueblo argentino termine pagando la fiesta de cuatro mentirosos que nos quieren hacer creer que luchan por el derecho de los demás cuando en realidad promueven solo sus derechos particulares y políticos, entre los cuales está el de enriquecerse, mentir, ensuciar a cualquiera, amenazar, amedrentar y destruir familias enteras. Es fácil hacer politiquería barata con la plata pública, lo difícil es hacerse cargo de los costos que demandan nuestras palabras y enfrentarlas con el patrimonio de cada uno. Si así lo decidiera algún día un justo juez, tantos charlatanes se callarían la boca, entes de emitir un juicio y atacar a los ciudadanos comunes, solo por intereses mezquinos o porque no piensan como ellos.

Sabido es que Herrera de Noble no es una ciudadana común; pues su posición dominante en el mercado de los medios la hace poderosa y con espaldas suficientes para soportar éstas y otras embestidas, sin embargo, las atrocidades que se dijeron de su familia y lo que le hicieron a sus hijos, no merece ser mensurado por la distinción social, ni tiene estatus: lo abarca, simplemente, una visión humana. Porque esta misma tarea brutal y descalificadora (con distintas facetas y otras metodologías), el gobierno la aplica con todos y cada uno de sus “enemigos” y la mayoría no tiene ni la décima parte del poder que posee la dueña de Clarín, para enfrentar tanta bajeza disparadas desde un poder impune y omnipresente.

Yo no quiero pagar los costos de la irracionalidad. Que el 54% del padrón electoral la haya votado a la presidenta para administrar el país, no es suficiente carta de presentación para que involucre a la ciudadanía en una aventura inconsulta y nos haga cargo de los gastos que generan sus caprichos, cuando las cosas le salen mal, mientras preparaba los discursos para saborear la victoria política y personal, si acaso las pruebas y contrapruebas le resultaban favorables.

Por lo tanto, es de esperar que ese costo recaiga en los responsables de los varios delitos que pueden ser tipificados en todo este tiempo y en los que han incurridos. El Estado nacional, como tal, no tiene nada que ver con la guerra sórdida del gobierno y sus socios.

© Escrito por Rubén Lasagno y publicado por Agencia OPI de la Ciudad de Río Gallegos, Santa Cruz, el martes 16 de Octubre de 2012.