Mostrando las entradas con la etiqueta Sergio Berni. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Sergio Berni. Mostrar todas las entradas

martes, 12 de mayo de 2020

Los de afuera son de palo… @dealgunamanera...


Los de afuera son de palo…

La pandemia pone en jaque a la sociedad y, sobre todo, a sus instituciones. Problemas seculares se hacen visibles de forma intempestiva y violenta. Las cárceles, los presos y el estado de derecho en el foco de la tormenta.

© Escrito por Sebastián Giménez (*) el  jueves 07/05/2020 y publicado por el Diario La Vanguardia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

Crisis en los penales de la República. La pandemia se puso a interpelar todas las instituciones de eso que se dio en llamar la modernidad, las que estudió el célebre Michel Foucault. La escuela, el hospital, la fábrica y la prisión. En un breve repaso, la escuela se volvió aún más asistencial repartiendo bolsones de comida y la pedagogía sobrevive como puede con los recursos virtuales, de acuerdo al dominio relativo de los mismos en los sectores más vulnerables de la población. Las fábricas cerradas, con una crisis que no sólo es del país sino del mundo: 30 millones de norteamericanos pidieron el subsidio de desempleo. La institución hospitalaria, en la primera línea de batalla frente al enemigo invisible, haciendo lo que se puede con lo que se tiene. Y la prisión, desde luego. La institución que cobró toda su notoriedad cuando tuvo lugar el motín en Villa Devoto.

El Código Penal es tal vez la cara menos simpática de lo que se dio en llamar el contrato social. Se establecen las normas, se tipifican los delitos dignos de sanción, se define la privación de la libertad en caso de corresponder y el volumen de la pena.

Pero el peligro sanitario hace temblar las leyes y los campos interpretativos de la normalidad republicana, pese a lo cual el poder legislativo tarda en retomar su actividad. Las leyes y las normas de organización social también son interpeladas porque las cruza la perpendicular urticante del derecho a la vida y a la salud, lo que pone en juego la pandemia.

La vida de los detenidos es respetada, pero una clausula implícita en el acuerdo social, la letra chica que nadie lee, parece decir que las cárceles deben ser un purgatorio. Un lugar de sufrimiento y expiación de culpa más que de reinserción social.

Y se larga la discusión, y para todo hay una grieta en este país. De un lado, Eugenio Zaffaroni y del otro Felicitas Beccar Varela, por nombrar las personas que atraen tal vez la mayor notoriedad. Garantismo versus un discurso de la conservación del orden constituido, que aquí no ha pasado nada y el coronavirus es una excusa. También hay otros protagonistas. De un lado, Sergio Berni, del otro la Ministra de Seguridad nacional Sabina Frederic, encarnando una discrepancia que no es la primera. Una especie de Restaurador de las Leyes en Provincia y una antropóloga un poco más abierta a otras inquietudes sociales y por eso considerada más flexible. Mano dura y mano blanda.

Dos extremos podría decirse. «Todos los presos son malos», de un lado, y «todos los presos son seres humanos», del otro, en el debate que también se corporiza en los medios de comunicación. La sensación es que un extremo espera la situación del detenido liberado que vuelva inmediatamente a delinquir y el otro anticipa el desarrollo feroz de la peste en el ámbito carcelario, donde desde hace años no se cumplen los objetivos declamados de respeto a los derechos humanos de los detenidos y el objetivo de su resocialización. Lo importante no es quién tiene la razón, sino brindar una respuesta en una situación sanitaria que urge. En encontrar el punto de equilibrio entre el derecho penal y el derecho a la vida y la salubridad, individual y colectiva, está el desafío.

Pero ahí estamos. La pandemia nos agarra con lo que tenemos. Con el Estado que tenemos, con la economía caminando por la cornisa del default y la pobreza extendiéndose. Con los hospitales que tenemos, y las escuelas. Con las cárceles, esos territorios a los que nadie les prestó la menor atención, como una especie de agujeros negros (en el espacio exterior a la sociedad). Nos agarra la pandemia con los respiradores y las tobilleras electrónicas que hay.

Desde hace añares, el acuerdo democrático es que se respeta la vida, no habilitando la pena de muerte. La pena capital, tácita o expresamente avalada en nuestro país, siempre estuvo asociada a procesos de dictadura: los fusilamientos de los anarquistas en la dictadura de Uriburu en 1931; los de 1956 durante la presidencia de Aramburu; los de 1972 en Trelew y las terriblemente extendidas desapariciones forzadas de personas durante la última dictadura militar de 1976. Nos hemos puesto de acuerdo en que la vida vale, y tanto más se exterioriza en la postura actual del gobierno de cuidar la salud relegando a la economía, una dicotomía incómoda e incluso negada por las autoridades, que también se ocupan de aclarar que se ocupan de brindar ayudas monetarias a los sectores perjudicados por la cuarentena.

También, se respeta la vida de los que cometen delitos. El ex Presidente Carlos Menem reclamó la pena de muerte para Seineldín en 1990, jefe del último alzamiento carapintada, pero no tuvo eco, menos mal.


La vida de los detenidos es respetada, pero una clausula implícita en el acuerdo social, la letra chica que nadie lee, parece decir que las cárceles deben ser un purgatorio. Un lugar de sufrimiento y expiación de culpa más que de reinserción social. Y es éste pensamiento, esta letra chica del sentido común colectivo el que entra en cuestión porque el purgatorio es peligroso para la salud del detenido, desde ya. No ahora, desde mucho antes. Pero en este momento la amenaza toma otra encarnadura. Y ahí estalla por el aire, se torna visible en toda su dimensión, entra luz al purgatorio porque los presos rompieron el techo y se hacen ver.

Unos proponen: está bien, que se construyan más cárceles, de esa manera no habría más hacinamiento. Pocos reclaman que haya más justicia, en sentido del valor en sí y también en recursos para ese poder del Estado, que le permita tramitar con una mayor velocidad las causas, porque muchos detenidos lo son sin sentencia firme. Que se hagan más cárceles, insisten. Los buenos contra los malos. O, mejor, recreando la canción Qué ves de Divididos: ¿Qué ves cuando me ves? Una pregunta que los que rompieron el techo de la cárcel le hacen a la sociedad entera.

Y el fantasma que recorre el país de que los van a liberar a todos, corporizándose el peligro en la sociedad. Ellos van a estar libres y vos en cuarentena. Una inversión radical de nuestra cotidianeidad: los que deben estar en cuarentena son ellos. Se dio vuelta el mundo, maldito coronavirus, las certezas naufragaron tanto que pareciera que el mundo anterior a la peste se hundió como la Atlántida en algún lugar misterioso.

Mientras los medios de comunicación cacarean, los jueces reciben la dura interpelación de una pandemia y de los olvidados que treparon y quemaron los techos.

¿Y cómo se arregla ahora esto? Reuniones acá y allá. Tweets aclarando, desmintiendo el éxodo masivo. Cacerolazos y reclamos. ¿Cómo lograr que todo se resuelva “en su medida y armoniosamente”, como diría Perón? Vaya uno a saber. Lo que es claro es que los extremos no contribuyen a dar respuestas. Es un problema de la Justicia, dijo el Presidente Alberto Fernández, y no mintió. No soy amigo de los indultos, aclaró y pateó la pelota a la tribuna.

Y es que cobra plena vigencia ese axioma que dice que la generalización no contribuye a nada. Hay infinitos grises. Detenidos a poco de cumplir su condena, en condiciones de pedir la libertad condicional, con situación de salud que los incluye en los grupos de riesgo frente a la pandemia. Para salir de la entente, no se puede probablemente aplicar una norma general.

El juez y los órganos actuantes son los que cuentan con más información que los opinólogos (el que esto escribe, uno más) desconocemos totalmente para tomar las decisiones más acordes considerando la situación. Caso por caso. Situación por situación. Mientras los medios de comunicación cacarean, los jueces reciben la dura interpelación de una pandemia y de los olvidados que treparon y quemaron los techos. Y son seres humanos intentando aplicar justicia. Y pueden fallar, como recordaba el mentalista Tu Sam.

Pero, si en Argentina durante un mundial de fútbol todos somos directores técnicos e incluso en una pandemia todos les discutimos a los infectólogos, en las causas en que se debe decidir cuestiones delicadas como la libertad o la privación de la misma de una persona, debe respetarse y dejarse actuar a la Justicia. Con el Código Penal en una mano, las Convenciones de Derechos Humanos en la otra, y la información de cada situación
particular que se hace carne en el expediente y la situación vital del detenido. Como dice el dicho popular, zapatero a tus zapatos. Y los de afuera son de palo.

(*) Escritor y trabajador social. Escribió tres libros y ha publicado artículos en distintas revistas como Marfil, Zoom, El Sur, El Estadista y el Economista.




viernes, 6 de febrero de 2015

Instrucciones para Molestar A Un Fiscal… De Alguna Manera…

Paso por paso…


El Fiscal es como un mosquito: zumba, aguijonea, molesta...

El Fiscal hace preguntas incómodas. Se mete donde no lo llaman. Investiga. Vuelve a molestar.

Si Ud. quiere perturbar su labor, a continuación van algunas sugerencias:

•Envíe al Secretario de Seguridad al escenario de un hecho presuntamente delictivo (Por ejemplo, edificio Le Parc de Puerto Madero) y pídale que dicte clases de escena del crimen y su preservación. De madrugada. Por televisión.

•Pídale a la Sra. Presidente de la Nación que escriba algunas "cartas" por Facebook, y que propicie en ellas hipótesis de investigación, calificaciones legales aplicables y posibles responsables del crimen. Si alguien se atreviese a criticar esta actitud de la titular del Poder Ejecutivo y osa hablar de la división de poderes en una república y la no interferencia de un poder al otro, sugiérale que utilice la cadena nacional de radio y televisión para brindar una clase abierta de Derecho Constitucional.

•Exhorte al encargado de prensa de la Procuración General de la Nación que desautorice las expresiones públicas del Fiscal, obligando a éste a hacerse cargo de "errores" en sus declaraciones, para evitar un papelón mayor.

•Solicite al Sr. Jefe de Gabinete de Ministros que, en consonancia con el encargado de prensa de la Procuración, se burle de las publicaciones periodísticas del caso en investigación y que matice su  stand up  diario con la rotura de algunas páginas de matutinos de tirada nacional.

•Requiérale al Sr. Secretario General de la Presidencia que tenga el atrevimiento de dirigirse al Fiscal, pidiéndole que "se saque la malla" y que suspenda sus vacaciones...

Si todas estas medidas fallan y Ud. cambia de opinión,  puede optar por dejar al Fiscal hacer su trabajo en paz, colaborando -simplemente- con el silencio...

(En reconocimiento a la Dra. Viviana Fein, Fiscal de Instrucción de la Nación).

© Escrito por Marcelo Carlos Romero, Fiscal del Ministerio Público, el viernes 06/02/2015 y publicado por Tribuna de Periodista de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

lunes, 26 de enero de 2015

Los dos complots…De Alguna Manera...

Los dos complots…

Huellas Fiscal Alberto Nisman. Dibujo: Pablo Temes

Para el Gobierno, Nisman pasó de golpista a manipulado en 48 horas. No lo cuidaron.

Una mañana de mediados de diciembre último, mientras hacía las compras en el supermercado de la zona, Alberto Nisman se encontró por casualidad con un ex altísimo funcionario del gobierno de Néstor Kirchner y de los primeros meses del de Cristina Fernández de Kirchner. El ex funcionario en cuestión había tenido un papel importante en el proceso de creación de la Unidad Fiscal Especial para el Esclarecimiento del Atentado AMIA.

“Necesito conversar con vos porque te quiero poner al tanto de algo que voy a hacer dentro de muy poco tiempo y que va a generar mucho ruido” –expresó el fiscal. La reunión se produjo a los muy pocos días en el departamento del ex funcionario. Allí, Nisman habló acerca de la denuncia por encubrimiento que pensaba realizar y que involucraba, entre otros, nada menos que a la Presidenta y al canciller Héctor Timerman. “Quedé impactado por el relato de Nisman al que acompañó con el detalle de la escucha que lo involucra a Bogado” –recuerda el ex integrante de los gabinetes K azorado ante la tragedia.

La muerte de Nisman representa un magnicidio institucional que golpea fuertemente al Gobierno y a la República. Tiene –y esto hace al hecho más grave aún– las características de una muerte anunciada. Según relató nuestra colega de Clarín, Natasha Niebieskikwiat, pocas horas antes de su muerte, el fiscal le expresó que podían matarlo. Igualmente, según la declaración atribuida a Diego Lagomarsino, el asistente que le prestó el arma con el que se efectuó el disparo fatal, Nisman se la pidió para defenderse después de que Antonio Stiuso le advirtió que podían asesinarlo.

Sospechas. Es ominoso observar cómo la investigación judicial va transitando caminos que dejan al descubierto hechos increíbles que agrandan el espectro de las sospechas.

¿Cómo es que, ante la falta de respuesta a sus llamados por parte del fiscal, sus custodios demoraron diez horas en entrar a su departamento? ¿Cómo es que durante ese lapso no impusieron de lo que estaba sucediendo a sus superiores? ¿Quiénes son las personas que conocían la clave de ingreso al departamento de Nisman? ¿Esa clave, era la misma de siempre? ¿Por qué teniendo dos armas y sabiendo que el prestar un arma es un hecho ilegal, le pidió a Lagomarsino que le facilitara la suya para defenderse? ¿Hubo una zona liberada en el domicilio de la víctima?
Entre la lamentable primera carta de la Presidenta, en la que dedicó casi dos carillas a hablar de ella misma, y la segunda, se verifica un giro de 180 grados que demuestran el desconcierto y la desesperación que en estos momentos atraviesan el corazón del poder. La Presidenta pasó de hablar de un “¿suicidio?” a “un suicidio (que estoy convencida) no fue”. En 48 horas el fiscal pasó de ser un golpista y desestabilizador a víctima de un engaño, casi como si fuera un “pelele”.

Las escuchas ponen en evidencia la existencia de una diplomacia paralela.

El presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, haciendo un triste papel, –no fue el único integrante del kirchnerismo que lo hizo– habló el lunes de una mafia, a la que intentó rebuscadamente ligar a Clarín, que llevó al fiscal a quitarse la vida. En esa exposición el tema fue el por qué de la decisión de Nisman de adelantar su regreso desde Europa, suspendiendo así el viaje de regalo de quince años que le había hecho a su hija. Sobre ese punto en particular insistió también Aníbal Fernández. Esa incógnita que tanto desvela al Gobierno, la conoce la ex esposa del fiscal, la jueza federal de San Isidro, Sandra Arroyo Salgado quien, en respuesta a la pregunta de si creía en la hipótesis del suicidio, respondió “No”, en lo que fue su única manifestación pública sobre el caso. De lo que se sabe, la magistrada, que está profundamente afectada por la muerte del padre de sus hijas, no está de acuerdo con el rumbo de la investigación y descree del resultado de la autopsia y de la pericia sobre el arma.

El relato del secretario de Seguridad, Sergio Berni, sobre lo sucedido en la noche del domingo en el departamento de Nisman y el sospechoso comportamiento de los custodios, ponen en jaque su aptitud para ejercer su cargo. Ni qué hablar de la ministra de Seguridad, Cecilia Rodríguez, de la que nada se sabe.

Paralelas. Las escuchas del caso que comienzan a conocerse ponen al descubierto la real existencia de una diplomacia paralela con Irán. Como muestra, nos detendremos aquí en una en particular, la del 27 de enero de 2013, día de la firma del memorándum, en la que Alejandro “Yusuf” Khalil le informa a Luis D’Elía de ese hecho y le dice: “Firmó Timerman y Shaleji. El memorándum ese lo hemos escrito hace seis años con una persona. Lo presentamos y nos dijeron que era inviable”… “Ese memorándum lo escribió Fernando (Esteche)”. Efectivamente, a fines de septiembre de 2007, el gobierno iraní, que había reaccionado airadamente frente a la dura acusación que unos días antes le había hecho Néstor Kirchner en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, emitió un comunicado firmado por el entonces canciller Mohamed Alí Hosseimi, en el que se atribuyó el estancamiento de las negociaciones a la “corrupción del sistema judicial de Argentina”, para agregar que, “como gesto humanitario la República Islámica de Irán ya ha anunciado que está dispuesta a formar parte de un comité legal judicial y legal con Argentina” para clarificar varios puntos del caso. Ese comité fue lo que en el memorándum se denominó “Comisión de la Verdad”. Néstor Kirchner rechazó de plano esa propuesta. ¿Qué llevó a la Presidenta a dar ese giro copernicano en el caso?

El comunicado del Partido Justicialista del jueves constituyó otro bochorno. Algunos de los hombres fuertes del Gobierno, como fueron los casos de Aníbal Fernández y Florencio Randazzo, experimentaron un verdadero alivio el no haber participado del acto en el que se leyó el documento... El comunicado, en cuya redacción tuvo activa injerencia el secretario Legal y Técnico de la Presidencia, Carlos Zannini, dejó en claro algo: lo único que le interesa al Gobierno es encontrar la forma de despegarse lo máximo posible de este caso. Ya es tarde. Era fundamental cuidar a Nisman. Nada de eso fue lo que hizo el Gobierno. Lo dejó solo, error imperdonable que resultó ser fatal.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 25/01/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


sábado, 20 de septiembre de 2014

Derechos Humanos: todos somos Elia Espen... De Alguna Manera...


Derechos Humanos: todos somos Elia Espen...

Elia Espen, madre de Plaza de Mayo. Línea Fundadora se despegó de sus dichos contra el Kirchnerismo. Foto: Cedoc

Por qué Madres Línea Fundadora salió a despegarse de sus frases contra el gobierno.

En el día de ayer el aparato comunicacional oficialista difundió un comunicado firmado por Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora en el que explicaban que, más allá de que Elia Espen sea “una de las Madres de los 30.000 desaparecidos y que tiene la libertad de expresar sus opiniones, también es cierto que no nos representa institucionalmente”.

Elia Espen es una madre que perdió a su hijo durante la última dictadura militar y sufrió todo tipo de vejaciones y persecuciones durante aquellos años de plomo. En la actualidad es una incansable luchadora que ha apoyado a los trabajadores despedidos de Terrabusi-Kraft y de Lear, entre tantos otros. Integró las famosas listas negras elaboradas por Gendarmería Nacional en el tristemente célebre “proyecto X”. Ideológicamente, simpatiza con los partidos de izquierda.

La primera vez que hablé con Espen fue días antes de la presentación de mi anterior obra en la Feria del Libro 2013 en la que compartió la mesa con María Luján Rey, madre de Lucas Menghini, y el periodista Ceferino Reato. El encuentro fue muy emotivo. El público, sin coincidir necesariamente sobre lo que ocurrió en los setenta, aplaudió a la Madre a rabiar. 

Espen contó su historia personal y concluyó que, si en aquellos oscuros años no la pudieron silenciar, menos lo hará hoy un gobierno, sea cual sea su signo político. Espen se compromete y dice lo que siente. A ese primer encuentro se sucedieron varios más. La Madre jamás criticó a ninguna de sus compañeras. A comienzos de este mes, entrevisté a Elia en mi programa en FM Identidad. Perfil.com fue uno de los valientes medios que se animó a difundir la entrevista. Como periodista he entrevistado a Tati Almeida, Nora Cortiñas, Espen y, hace años, a Hebe de Bonafini. No creo en la censura previa e intento despojarme de preconceptos que nos suelen invadir y enceguecer.

En aquella ocasión, Espen habló de Sergio Berni, el gendarme “carancho”, César Milani y la política de derechos humanos kirchnerista. Nunca imaginó que un comunicado firmado por el organismo que integra, se desmarcaría de sus dichos. En la organización, hay Madres críticas y otras que simpatizan con el gobierno pero se respetan. Menos aún, Espen imaginó la repercusión maliciosa del comunicado en los medios de comunicación estatal y paraestatal que creen que la democracia llegó el 25 de mayo del 2003.

Nadie la llamó. 

Esta mañana, Elia Espen estaba profundamente angustiada. A pesar de su malestar, no renunciará a su lucha inquebrantable de siempre. En 1986, el día en que las Madres de Plaza de Mayo se dividieron por discrepancias con Hebe de Bonafini, juramentaron conformar un colectivo heterogéneo. Esto es, todas las Madres se respetarían mutuamente y tendrían la libertad de militar, apoyar o criticar al gobierno, funcionario o dirigente que quieran. En la actualidad, hay Madres que temen participar de un acto político crítico del kirchnerismo porque “me están apretando para que me vaya de aquí”. Seguramente no es sencillo para Nora Cortiñas respaldar a Félix Díaz o haber denunciado los aprietes de Andrés “el cuervo” Larroque cuando mandó a sacar las carpas de los qom instaladas en la avenida 9 de julio.

Ayer, Cortiñas estaba en Formosa respaldando a los wichis mientras la Presidenta se abrazaba con Gildo Insfrán, el eterno gobernador formoseño. Difícilmente haya firmado el comunicado que el aparato estatal utilizó para “escarchar” a Espen y para disciplinar a otras Madres críticas del estado actual del país. Línea Fundadora es diversa: conviven Marta Ocampo de Vásquez, la citada Espen y Cortiñas con Tati Almeida que participa, activamente, en todos los actos kirchneristas. Su imagen, su voz y su pañuelo formaron parte de decenas de campañas del gobierno incluidas la maniquea “Patria o Buitres”. Nadie emitió un comunicado contra Almeida y, si así lo hubiesen hecho, hubiese sido discriminatorio hacia sus creencias y convicciones. Desde ya que, es mucho más conveniente económicamente respaldar a este gobierno que criticarlo.

Los medios oficialistas no fueron capaces de darle un derecho a réplica a Espen.

Nadie la llamó. La señalaron con el dedo acusador. Formaron parte del proyecto final de este gobierno que no soporta la crítica: dividir a las Madres Línea Fundadora. Esos medios no publicaron las críticas de Estela de Carlotto al manejo discrecional de fondos de Hebe de Bonafini en la otra rama de las Madres de Plaza de Mayo. Ni Espen ni Cortiñas se han adueñado jamás de una asociación. No es el caso de Bonafini. Pero nada dijeron al respecto. 

¿Acaso alguien sabe qué piensa alguna de las madres que acompaña como ganado a Hebe? Una de esas Madres no comparte en absoluto las prácticas non sanctas de Bonafini pero la acompaña pues: "Adonde querés que vaya a esta altura de mi vida?"

El comunicado que difundió el aparato oficial buscó quebrar la pluralidad de las Madres Línea Fundadora. El kirchnerismo no soporta que se lo cuestione. Mucho menos, que lo haga una Madre de Plaza de Mayo. No lo aguanta. Ellos son los buenos, la izquierda revolucionaria, son los progresistas. Pero ese inmenso colectivo de los “buenos", "la patria" y "el pueblo" olvida que tiene metidos a los Boudou, Berni, Milani, Insfrán de la dirigente política. Se comen, gustosos, todos y cada uno de sus sapitos.

En la curva final del proceso kirchnerista, el brazo represivo de su estructura de poder, ha tomado el control ideológico y real de sus decisiones. A medida que se acerca el adiós, la Presidenta ha demostrado que lo que más le preocupa es garantizar su seguridad jurídica y la de sus súbditos. El rebaño debe seguirla adonde sea. La lucha y las palabras de Elia Espen son una patada en el traste del poder K. Mientras haya hombres y mujeres como ella, no todo estará perdido.

(*) Especial para Perfil.com. Twitter: @luisgasulla.

© Escrito por Luis Gasulla el Viernes 19/09/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


jueves, 22 de mayo de 2014

El secuestro de la verdad... De Alguna Manera...

El secuestro de la verdad...



Con el traspaso de la ESMA y otros centros clandestinos a la órbita nacional, el Gobierno se asegura ser la única voz autorizada sobre los años 70 y construir desde allí una versión oficial que deje afuera recuerdos incómodos

¿Se puede decir ex ESMA? Así se insiste en nombrar al edificio que fue campo de detención clandestina y que ahora ha sido convertido en moneda de intercambio entre el gobierno nacional y el de la Ciudad, que desistió de su responsabilidad sobre lo que les pertenece a los porteños por geografía y tragedia.

En efecto, cuando días atrás la Legislatura aprobó el traspaso al gobierno nacional de edificios porteños en los que funcionaron centros clandestinos de detención, incluido el de la ex ESMA, en el que desarrolla sus actividades el Instituto de Espacio para la Memoria (IEM) ahora disuelto, fuimos muchos los que vimos detrás de esa jugada el intento del Gobierno de “apropiarse” de la memoria para “resignificar” esos legados y ponerlos al servicio de la “causa nacional y popular”. Esto es: glorificar como heroísmo la militancia de los años setenta para eludir el gran debate sobre la responsabilidad de la dirigencia montonera en la violencia política que antecedió al golpe de 1976 y que tiene en la ESMA su expresión más perversa, la que “unió a los réprobos con sus demonios, al mártir con el que encendió la pira”, tal como escribió Jorge Luis Borges en una crónica memorable sobre una de las audiencias del Juicio a las juntas militares.

Aquel día de julio de 1985, escuchamos el testimonio de Víctor Basterra, un operario gráfico detenido al que obligaban a falsificar documentos, desde escrituras a partidas de defunción, y que fue liberado en 1984 bajo una amenaza que hoy se llena de sentido: “Te vas, pero no te hagas el tonto que la comunidad informativa siempre queda”. Víctor Basterra integraba el ahora desaparecido IEM, un organismo plural del que también formó parte el premio Nobel de la Paz Pérez Esquivel y organismos de derechos humanos no alineados con el kirchnerismo. 

Aun en contra de una sentencia judicial para no modificar el edificio de la ESMA, el Gobierno construirá un museo guionado por los relatores oficiales.

Los senadores kirchneristas que en abril pasado dictaminaron en el Congreso sobre el traslado de la ESMA se negaron a escuchar las objeciones de los integrantes del IEM. Entre ellos, los sobrevivientes Víctor Basterra y Carlos Lordkipanidse, quien narró: “Por el horror que ahí existía, Víctor solía exhalar: ¡Ay, Dios mío!’ Un compañero que tenía a su lado, en la capucha, le decía: En este lugar, capaz hay Dios, pero muy poquito’. De lo que sí estoy seguro es de que nunca vimos ahí adentro asados, murgas, recitales, payasos, ni mucho menos Sergio Berni”.

No hay dudas de que el Gobierno busca apropiarse de esos edificios simbólicos para erigirse en única voz autorizada sobre aquella tragedia nacional; busca construir desde allí una memoria oficial que deje afuera cualquier información incómoda sobre los años 70. Es sabido que en la ESMA se ensayó el más tenebroso experimento de perversión entre Massera y la dirigencia de Montoneros. Me llevó cuarenta años conocer el destino final de mis hermanos, Néstor y Cristina, presos desparecidos en ese centro clandestino. 

Por respeto a las víctimas, me he cuidado de no cometer la injusticia de juzgar las conductas personales bajo el terror, pero no se puede negar la complicidad que existió entre la dirigencia montonera y el comandante de la marina. Incluso el ya fallecido Juan Gelman, que fue parte de la conducción de Montoneros, escribió en Página 12 a principios de 2001: “En 1978 Firmenich y Cía. pactaron con Massera, el carnicero de la ESMA, un acuerdo preparatorio. Cada socio perseguía un objetivo propio: Massera, el de trabajar su camino hacia la presidencia del país; Montoneros, el de aparecer en los diarios para que no nos olviden’, ilustraba Roberto Cirilo Perdía”.

Se entiende por qué la memoria de la ESMA puede ser incómoda y por qué se hacen tantos esfuerzos por amordazar cualquier intento de trabajar por una memoria de los años 70 que no puede ser complaciente para nadie.

Tanto se busca silenciar las disidencias que hasta una víctima de los peores abusos de la represión ilegal puede volverse un testigo incómodo. “Soy una sobreviviente no apta para el gobierno actual, por lo tanto nunca fui convocada a ninguno de los megashows de la ESMA”, declaró María Luján Bertella, quien estuvo secuestrada en la ESMA a los 21 años y el 19 de marzo pasado dio su testimonio ante el Tribunal Oral y Federal N° 5. 

Bertella confesó que por influencia de su pareja, un dirigente montonero, había omitido en su declaración ante el CELS en 1984/85 la autocrítica que ella hace sobre su militancia de entonces (se cuestiona, por ejemplo, haber justificado con un ligero “Es la Guerra” el atentado contra la casa de Guillermo Walter Klein, donde había cuatro niños de entre cuatro y doce años). Amplía además el concepto de vítctima: “Las situaciones de víctima son muchas. 

En definitiva yo fui víctima en primer lugar, a los 15 años, de Montoneros, a los 21 años fui víctima de la ESMA y en el exilio, una vez que recuperé la libertad, fui víctima de muchos integrantes de organismos de derechos humanos que me hicieron vivir la dificultad de presentarme como sobreviviente de la ESMA”.

El testimonio de María Luján fue subido a YouTube por un abogado defensor en esa causa y fue visto por miles de usuarios en pocos días. Hoy ya nadie podrá verlo porque fue retirado de la Web y ya no está disponible en YouTube, se lo hizo “desaparecer”. Es una memoria incómoda.

Desde que trato de encontrar respuestas a la tragedia que nos atravesó, me pregunto por qué no hubo desaparecidos en Brasil, en Chile o en Uruguay, como sucedió en la Argentina, donde existió un plan sistemático desde el Estado para hacer desaparecer los cuerpos y así negar los crímenes. Hoy intuyo que entre nosotros siempre se hizo desaparecer desde el poder lo que molesta para construir la versión del relato oficial. La Revolución del 55 negó el nombre de Perón, los símbolos del peronismo y hasta secuestró el cuerpo de Eva Perón. Como si fuera posible eludir la opinión de alguien, la verdad de otro, con sólo negarla o dejar de nombrarla.

Perturba constatar que aquellos que fueron desaparecidos políticos de la dictadura hoy estén dispuestos a hacer desaparecer voces que los contradicen. Ésa fue la lógica que imperó a lo largo de nuestra autoritaria historia y que hoy se replica en nuestra cultura política. Como sucede con libros silenciados como el de Graciela Fernández Meijide, No eran héroes, o con El testamento, de Hector Leis, un ex montonero que hoy cuestiona la lucha armada en la que participó. 

O como sucedió hace diez años con las respuestas lapidarias que recibieron las reflexiones del filósofo cordobés Oscar del Barco, uno de los intelectuales que más influyeron en el pensamiento de izquierda y que asumió públicamente su responsabilidad no en tomar las armas sino en haber influido ideológicamente en los jóvenes que terminaron usándolas. Con una gran honestidad personal y valentía intelectual todos ellos nos ofrecen la oportunidad del debate que nos debemos en relación con la violencia política.

Yo misma debí esperar más de diez años para que una editorial se animara a publicar lo que todas habían rechazado, el libro De la culpa al perdón, escrito mucho antes de que se simplificara la revisión del pasado con el cuadro que se descuelga para hacer desaparecer a Videla de la pared. “El coraje es de otro orden -escribí y sostengo ahora-. Es ser capaces de mirar de frente todo lo que nos sucede, sentir el dolor por todo lo que no pudimos evitar. Le llamemos culpa o responsabilidad.”

En esta última decada, muchos dirigentes de derechos humanos salieron de la oscuridad, abandonaron la plaza y cruzaron al Palacio para recibir los favores políticos del poder. Sólo así se entiende la urgencia para congelar la memoria de lo que realmente sucedió en la ESMA.

Confío en que, pese a los comisarios políticos, la verdad se impondrá. No en beneficio nuestro sino a favor de lo que nos trasciende, el porvenir democrático. La ESMA nunca dejará de ser el más tenebroso de los experimentos de muerte y perversión política de nuestro país. La única “resignificación” posible es que la política erradique el autoritarismo y la educación saque las lecciones morales del pasado para que finalmente aprendamos a vivir en libertad con responsabilidad.

© Escrito por Norma Morandini el Miércoles 21/05/2014 y publicado en diario La Nación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.