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jueves, 20 de septiembre de 2012

Insiste Cristina en dividir a la Sociedad... De Alguna Manera...

Parte de los argentinos desprecia determinados sectores sociales"...


¿No le alcanzó ya a Cristina con "ningunear" al cacerolazo? ¿No le bastó con los ignorar los reclamos de la sociedad? Por lo visto no. Este jueves en pleno acto enmarcado en el plan Procrear, la Presidenta cuestionó el "desprecio" que muestra "una parte de los argentinos hacia determinados sectores sociales" y pidió "solidaridad".

"Pareciera ser que parte de los argentinos tiene desprecio hacia determinados sectores sociales", sostuvo en un nuevo acto de desacierto la mandataria. En esos momentos, un grupo de vecinos de la zona de Ezeiza rechazan a viva voz la construcción de viviendas en el contexto del mencionado plan.

En este marco, la jefa de Estado pidió "solidaridad de los argentinos" hacia los sectores sociales que "tienen el derecho de aspirar a ser clase media, media alta o, por que no, alta".  En realidad, a esos sectores no les conviene aspirar a una mejora social. Serían tildados posteriormente como personas "que visten bien" y perderían su derecho a manifestarse.

Por otro lado, ¿dónde está la solidaridad de los enriquecidos funcionarios del kirchnerismo para con esos sectores? Es una burla que Cristina hable de esa manera siendo que sus funcionarios ostentan viviendas carísimos barrios como Puerto Madero.

Un acto de hipocresía (oficial) más y van....

© Escrito por María Luisa Torres y publicado por Tribuna de Periodistas el jueves 20 de Septiembre de 2012.

martes, 18 de septiembre de 2012

Jorge Coscia y su peligroso mensaje totalitario... De Alguna Manera...


¿Secretario de Cultura o Secretario de Propaganda Política?


Luego de sus declaraciones, Jorge Coscia, debería cambiar su cargo de Secretario de Cultura por el de Secretario de Propaganda Política. Es que el hombre no tuvo mejor idea que formular dos afirmaciones disparatadas. En primer lugar dijo que “como la semana pasada hubo gente que salió a la calle a reclamar con consignas poco claras queremos que sepan que nosotros también sabemos ganar la calle y lo vamos a hacer". La segunda frase muy poco feliz fue la siguiente: "La calle habitualmente es el espacio de la militancia nacional y popular".

En primer lugar eso de que no hubo consignas claras muestra su falta de conocimiento del concepto de libertad del secretario de Cultura. Los múltiples reclamos de la gente (seguridad, basta de corrupción, de control tipo KGB, de oponerse a que se ignore la Constitución forzando un nuevo mandato de CFK, de decir que no le tienen miedo a la presidente, tener libertad de poder entrar y salir libremente del país, etc.) constituyen lo que se llama una democracia republicana.

Tal vez el secretario de Cultura desprecia la democracia republicana y prefiera los sistemas autoritarios, que también pueden nacer del voto como fue el caso de Hitler. Es decir, el problema de Coscia es que tal vez no entienda la consigna del cacerolazo porque no comprende lo que significa la democracia republicana, que abarca muchos temas, y al tener un pensamiento autocrático en que una persona está por encima del estado de derecho es que no entendió la consigna del jueves pasado.

La segunda frase es menos feliz. Me refiero a su afirmación de que: "La calle habitualmente es el espacio de la militancia nacional y popular". ¿Quién define qué es militancia nacional y popular? Los kirchneristas que viven en costosos departamentos en Puerto Madero. CFK con sus millones en propiedades y otros activos. Los funcionarios públicos que presentan declaraciones patrimoniales que ni lo que declaran en blanco pueden justificar cómo hicieron para aumentarlas.

El mensaje de Coscia parce ser muy claro: aquí hay una lucha de clases, al más puro estilo marxista, donde ellos son los buenos y los que no están de acuerdo no son ni nacionales ni populares. Digamos que para Coscia hay ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda. Los buenos pueden marchar por las calles, los que no piensan como ellos no pueden marchar por las calles porque no son nacionales ni populares.

Coscia, ¿por qué no le cambia el nombre a la secretaria? En vez de llamarla Secretaría de Cultura puede llamarla Secretaria de Propaganda Política. Le queda perfecto a su pensamiento. 

© Escrito por Roberto Cachanosky y publicado por Tribuna de Periodistas el martes 18 de Septiembre de 2012.


domingo, 16 de septiembre de 2012

Ella lo hizo… De Alguna Manera...


Ella lo hizo…

¡¡¡Ay¡¡¡ espejito, espejito... Dibujo: Pablo Temes.
 
Cristina lo hizo. El cacerolazo no fue espontáneo. La Presidenta fue la impulsora de la gran convocatoria. Ella se encargó personalmente, y por cadena nacional, de humillar a cada uno de los sectores que se expresó. 

Fue Cristina la que les mojó la oreja a los abuelos amarretes que querían comprar diez dólares para su nieto abanderado; a los docentes vagos; a los empleados de las inmobiliarias que hacen crucigramas esperando un cliente; a los trabajadores del Banco Ciudad que fueron atacados gratuitamente; a los jóvenes puntocom que ganan 5.500 pesos por mes y pagan impuesto a las ganancias; a los jubilados que –para proteger el ahorro de toda su vida– ponen un plazo fijo y son obligados a perder entre el 10 y el 15% por año; a los directores de cine que necesitan dólares; a los enemigos de las barras bravas del fútbol o permitiendo que alguien que le prendió fuego a su esposa y la mató participe de los actos del oficialismo.

Cristina fue una militante permanente y esforzada. Se tomó su tiempo y en cada aparición pública fue indignando a un grupo distinto. Logró así la mayor concentración social opositora desde 2003 en Plaza de Mayo. En infinidad de ciudades, pueblos y pueblitos también hubo candombe cacerolero. La diversidad de los reclamos apeló a cada uno de los rubros que la Presidenta ignora. Por eso concurrieron a su llamado a movilizarse los familiares de los muertos en el siniestro de la estación Once, los estafados por la malversación de las estadísticas del Indec que vomitan ante la provocación de que se puede comer con menos de seis pesos por día. Hubo mucho llanto y pancartas por las víctimas de la inseguridad, en su mayoría de los barrios más humildes. Cientos de carteles caseros expresaron con toda claridad que la gente no soporta a los corruptos que “Ella” tiene a su lado ni que haya el mínimo intento de autorizar la reelección de la única persona que actualmente lo tiene prohibido por la Constitución: Cristina Fernández de Kirchner.

Fue Cristina la gran organizadora de la rebelión de los maltratados. El principal cantito fue: “Y ya lo ve, es para Cristina que lo mira por tevé”. Demasiados enemigos reales tiene cualquier gobierno para que todos los días invente uno nuevo. Y es Cristina la que está planificando una marcha todavía mucho más numerosa con las órdenes que le dio a Juan Manuel Abal Medina. Decir que ese sector minoritario está más preocupado por Miami que por San Juan fue echar nafta al fuego. Es potenciar un plan de provocación que fractura socialmente al país como en los peores momentos.

Las chicanas, como los chistes, según Freud, son expresión del inconsciente que vio sólo manifestantes rubios, opulentos, bien vestidos y tan caretas que no se atrevieron a pisar el pasto. Es difícil sostener eso con cierta credibilidad. No hubo presidenta vestida con ropa y accesorios más caros que Cristina. Ni con tantos millones en el banco o que haya vivido primero en Recoleta y luego haya comprado dos propiedades en Puerto Madero, como varios de sus colaboradores. Es Cristina la que representa la codicia. Cuesta descalificar a la clase media desde la clase alta. Y mucho más si la guardia de hierro que la protege, los muchachos de La Cámpora, son cualquier cosa menos morochos, sudorosos y proletarios.

¿Desde cuándo ser de clase media es estar apestado? ¿Ya no corre más eso de “piquete y cacerola, la lucha es una sola”? ¿Qué es la movilidad social ascendente, entonces? Lula se enorgullece de decir que ayudó a que 20 millones de pobres llegaran a la clase media.

Es cierto que hubo algunos manifestantes que se expresaron con un odio que envenena la convivencia social. Pero eso también es responsabilidad de quienes gobernaron en la década del rencor. Así como jerarquizaron la Corte Suprema, descubrieron los derechos humanos, implementaron la asignación universal, apostaron a un modelo productivo y al mercado interno con generación de empleo; de esa misma manera sembraron el odio desde la altanería y el autoritarismo.

Cuando los presidentes no escuchan, los ciudadanos gritan más fuerte y más cerca. Con su política, la Presidenta favoreció a muchos sectores y por eso tuvo tanto apoyo electoral. Pero también hirió a grandes conglomerados que no son “las corporaciones ni la oligarquía”. ¿Qué pasó? ¿Qué fue lo que provocó que tanta gente abandonara su casa a la misma hora y con la misma destinataria de las quejas? No hubo una sola publicidad televisiva o radial que invitara al acto. Ni un aviso ni una nota previa en ningún diario. Algo nuevo apareció. Estalló en mil pedazos esa convicción jurásica del cristinismo de que los compatriotas son tontos llevados de las narices por los grandes medios. Es de un paternalismo y una subestimación tal que no se compadece con el peronismo, que sabe que la gente reacciona de acuerdo a su propia experiencia.

¿No habrá llegado la hora de declarar de interés público y sujeto a expropiación a las redes sociales? Esa comunicación horizontal y plural es la contracara de lo que propone el Gobierno con medios de comunicación que ocultaron vergonzosamente los cacerolazos.

Con la soja volando, Brasil en proceso de recuperación y menos vencimientos externos, Cristina tiene otra vez la gran oportunidad de recuperarse. En un ejercicio de imaginación, ella podría decir: “Argentinos y argentinas, voy a redoblar el esfuerzo para solucionar las demandas que me plantearon. Trabajaré para bajar la inflación y combatir la inseguridad. Convocaré a todas las centrales sindicales y todos los partidos para escuchar sus propuestas. Dejaré de atacar a los que piensan distinto y les doy mi palabra de que jamás se me ocurrirá modificar la Constitución en mi propio beneficio”. ¿Qué pasaría si la Presidenta dijera algo parecido en cadena nacional? Desinflaría la crispación y recuperaría parte de su imagen positiva. Pero dejaría de ser Cristina. Sería Bachellet, Dilma, Lula o el Pepe Mujica, duros luchadores de los 70, austeros en sus cuentas bancarias y vestimenta, humildes y pluralistas de tiempo completo, combatientes de la corrupción y grandes referentes de los tiempos que vienen porque no dividieron a la sociedad en la que viven.

No son ni se creen dioses que deben ser temidos. Pero para muchos, son ángeles democráticos constructores de una sociedad igualitaria.

© Escrito por Alfredo Leuco  y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo16  de Septiembre de 2012.