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domingo, 16 de junio de 2019

Últimos recursos… @dealgunamanera...

Últimos recursos…

Devotos. Dibujo: Pablo Temes

Los pases de Pichetto y Massa, o la pirueta K de Alberto F, responden solo a la necesidad.

Cierta vez, al presentar a Patricia Bullrich en uno de sus clásicos almuerzos, Mirtha Legrand le preguntó: “Y hoy, querida, ¿por qué partido venís?”. Aquel transfuguismo político de la hoy ministra de Seguridad era novedad. Hoy, ya no.

Cuando en 2005 Eduardo Lorenzo Borocotó saltó de las filas del PRO a las del kirchnerismo debió pagar un alto precio político y social durante algún tiempo. Ese episodio dio pie a un término hoy casi olvidado: “borocoteada”. El presente se ha encargado de hacer que aquel hecho cargado de excepcionalidad sea hoy moneda corriente en la política.

Mauricio Macri supo decir que venía a cambiar la vieja política de la cual Miguel Ángel Pichetto era su representación más viva.

Pichetto expresó hace no muchos días que no había ninguna posibilidad de unirse a Cambiemos porque su espacio era Alternativa Federal.

Sergio Massa, respondiendo una pregunta que le hizo Jorge Rial, afirmó que nunca más volvería al kirchnerismo. Pero no se quedó en eso: sus dardos contra la ex presidenta por la corrupción existente en sus gobiernos fueron parte de su estrategia política.

Durante diez años, Alberto Fernández no solo no tuvo diálogo con Cristina Fernández de Kirchner sino que la criticó duramente.

Cristina, que en 2017 abjuró del peronismo, es la candidata a vicepresidenta del Partido Justicialista.

Sería llamativo que Massa fuera a una interna que sabe que pierde. Es una interna que no le conviene a él ni tampoco a CFK

Interrogantes. ¿Por qué Macri eligió a Picchetto como vicepresidente? La respuesta es simple: porque perdía. ¿Por qué CFK se bajó de la candidatura a la presidencia en favor de Alberto Fernández? La respuesta también es simple: porque perdía. ¿Por qué tanto María Eugenia Vidal como Alberto Fernández negociaron con Sergio Massa? Otra respuesta simple: porque necesitan sus votos. No son muchos, pero son los suficientes para inclinar una elección. Son los que les faltan tanto a Macri como a la fórmula Fernández-Fernández.

Massa los suma en la provincia de Buenos Aires. Pichetto aspira sumarlos en otras provincias. El único que, hasta el momento, le podría aportar votos es el gobernador de la provincia de Córdoba. El candidato a vicepresidente intentará ir por más, es decir, por aquellos gobernadores del PJ que todavía pueden tener alguna duda de volver a las filas del kirchnerismo. El aporte principal del candidato a vicepresidente –si Macri logra la reelección– será el de darle institucionalidad y gobernabilidad a una gestión que va a estar otra vez en minoría en ambas cámaras legislativas y que, por ende, va a necesitar mucho de una figura con muñeca política y buena llegada a la oposición.

Sería llamativo que Massa fuera a una interna que sabe que pierde. Es una interna que no le conviene a él ni tampoco a CFK. En el caso de la ex presidenta porque si, como dicen las encuestas, ella saca 36% y Massa 10%, el ex intendente de Tigre se transforma en el tenedor de la llave de la elección de la fórmula Fernández-Fernández. Una cosa es suponerlo y otra muy distinta concretarla en hechos. El valor político de Massa sería, en ese caso, altísimo.


En el caso de Cambiemos, el rol del radicalismo fue clave. Cuando hablamos del radicalismo estamos hablando de Ernesto Sanz y de Gerardo Morales. El reelecto gobernador de Jujuy, el único gobernador del oficialismo, fue tajante: en las notas que dio a unos pocos medios dijo tres cosas: que perdió casi 15 puntos en relación a la elección de 2015 debido a la crisis de la economía; que había necesidad de más peronismo en el oficialismo; y que si no lo hacía, Macri corría riesgo, el riesgo de perder en primera vuelta. A esa altura, ya estaba al habla –junto con Sanz– con el senador Pichetto.

Lavagnismo. “Al final Roberto tenía razón. No podía ir a una interna con quienes no tenían voluntad de construir una verdadera opción a la grieta. En Alternativa Federal unos se iban con Macri y otros con Cristina”, afirma una voz de estrecha cercanía a Lavagna. En ese espacio llamado ahora Consenso Federal se trabaja con intensidad para armar las listas con la idea de darles protagonismo a Graciela Camaño y a Margarita Stolbizer. Además se contará con el trabajo fuerte de César Martucci, un dirigente radical importante, con la idea de arrimar radicales en ese distrito clave.

Dicen los que la han visto que Camaño está furiosa con Massa. Si Camaño está furiosa, Stolbizer está desencantada. Se equivocó al creerle a Massa cuando pretendió encarnarse en álma mater de la gran avenida del medio que hoy ha quedado transformada en una escuálida ciclovía. Recuerdo el día en que la dupla Massa-Stolbizer hizo su presentación televisiva en el programa de Mirtha Legrand. Fue un sábado de febrero de 2017 por la noche en Mar del Plata. Quien esto escribe participó de esa mesa. Nada queda de todo eso.

Preocupación. La que la tiene más difícil es María Eugenia Vidal. Es curioso: las encuestas –todas–la ubican como la dirigente de mejor imagen del país. Y lo es por un margen apreciable. Sin embargo, hoy está perdiendo la elección a manos de Axel Kicillof. Y, para peor, el pase de Massa al kirchnersimo la deja sin chance de ser reelecta. Por eso el malhumor que muchos han visto reflejado en su rostro en los últimos días. Es que en la provincia de Buenos Aires no hay segunda vuelta. Se gana por un voto cualquiera sea el porcentaje de sufragios. Se podría así llegar a dar el caso de que Macri ganara a nivel nacional en segunda vuelta y Vidal perdiera. En fin, si Tato Bores viviera se haría un festín.

Producción periodística: Lucía Di Carlo




domingo, 2 de junio de 2019

Massa vuelve al mundo k. Adiós medio, adiós… @dealgunamanera...

Adiós medio, adiós…

El temor a la Kriptonita. Sergio Massa. Dibujo: Pablo Temes.

Massa vuelve al mundo k. El líder del Frente Renovador prepara su regreso tras la fórmula F-F. Vidal se preocupa y Macri-Peña se confían.

La volubilidad de la política vernácula ha alcanzado por estos días cumbres que serán difíciles de superar. El último capítulo de esta saga tiene nombre y apellido: Sergio Massa, quien le dijo adiós a la amplia avenida del medio por la cual intentó transitar desde que rompió con el kirchnerismo, hacia el cual está volviendo. La trastienda de lo que pasó el jueves 30 en la convención del Frente Renovador que llevó a esta voltereta del hombre de Tigre es producto del cimbronazo generado por la fórmula Fernández-Fernández, que desacomodó al peronismo todo.

Ante ese sacudón, intendentes, candidatos y diputados bonaerenses que aún le responden a Massa amenazaron con dejarlo solo si no se arrimaba a las orillas del universo K. “A Sergio se le movió el piso”, señala alguien que habla con él a menudo. Por eso el “mandato” de la convención del FR es lo suficientemente amplio para permitir –el verbo correcto sería estimular– la negociación con el kirchnerismo. Eso es lo que está ocurriendo por estas horas.

La posibilidad de una interna entre Massa y Alberto Fernández es de compleja instrumentación, sobre todo por el armado de las listas de legisladores y candidatos locales. Eso exige acuerdos para garantizar que el perdedor –que no sería otro que Massa– pueda dejar a resguardo su estructura.

“No hay ninguna posibilidad de modificar la fórmula Fernández-Fernández ni la fórmula Kicillof-Magario”, sentenció el jueves por radio Continental Alberto Fernández, lapidando así cualquier chance de un acuerdo que lo consagre a Massa como candidato a gobernador bonaerense por el kirchnerismo. La afirmación tiene el sustento de los números: en todas las encuestas, Axel Kicillof, a quien los intendentes K del Conurbano –incluida Magario– no quieren, mide muy bien y, en varias, le gana claramente a María Eugenia Vidal. Por lo tanto, habrá que ver qué queda para el líder del FR, quien, según como sean las cosas, puede llegar a pasar de aspirar a ser candidato presidencial a ser candidato a la nada. Así de incierta es su situación a esta altura de los acontecimientos. Bien le convendría recordar la famosa cita de Séneca: “Cuando no se sabe adónde se va, el viento a favor no lleva a ninguna parte”.

Es esta una muestra de los vericuetos laberínticos de la política argentina. Alguien que habló con Massa en estas horas no dejó de señalar que a este empinamiento de su rol de opositor no solamente lo alimenta la catastrófica situación de la economía, sino también una cierta cuota de encono personal hacia el Presidente.  “A Sergio lo fastidia mucho lo de ‘ventajita’ y otros adjetivos descalificativos que le suele dedicar Macri”, afirma un dirigente de su cercanía. Claro que hubo otros tiempos menos tormentosos en la relación del Presidente con el ex intendente de Tigre.

He aquí otra evidencia de la volubilidad de la política vernácula. Recordemos: no bien asumió, Macri lo llevó a Massa como su principal invitado al Foro Económico Mundial de Davos. Allí lo presentó como el futuro líder de un nuevo peronismo. No ha pasado tanto tiempo. Pero eso no es todo: la memoria trae al recuerdo otras evidencias de un tiempo venturoso en la relación Macri y Massa. Fue en 2013. En las elecciones legislativas de aquel año, el jefe PRO apoyó la candidatura a diputado nacional del líder del FR. Fue un respaldo clave que catapultó a Massa a una victoria decisiva, que sepultó el proyecto de reelección indefinida que acuñaba Cristina Fernández de Kirchner. Y un dato más para el recuerdo: el jefe de campaña del FR fue, en ese entonces, Alberto Fernández. Los archivos son implacables.

Reacciones oficiales. En la Casa Rosada miran y siguen con alegría y cierto gozo estos avatares de Massa y sus circunstancias.

No sucede lo mismo en la gobernación de la provincia de Buenos Aires. La unificación de los intendentes del massismo y del kirchnerismo apunta a darle al peronismo una cantidad de votos de suficiente magnitud como para ganar la elección.

En el primer estado argentino no hay segunda vuelta, y esto es una complicación para Vidal, a quien las cosas se le hacen día a día más difíciles. Sin Macri al lado, sus chances de ganar se conservan. Con Macri, lo que se yergue en el horizonte es la derrota. Una de las encuestas que tiene Vidal en su despacho la tiene dos puntos abajo de Kicillof cuando se la considera sola y baja 8 puntos más cuando comparte la boleta con Macri, hacia quien se evidencia un alto nivel de encono en el Conurbano. Por eso es que hay quienes piensan en la necesidad de algún acuerdo con Alternativa Federal que le permita incorporar la pata peronista de la cual hoy la gobernadora carece.

Ese peronismo remanente lucha hoy por sobrevivir. Las idas y vueltas con Massa y con Roberto Lavagna, los abrazos de Juan Manuel Urtubey y Juan Schiaretti con Macri, más la voltereta de varios gobernadores que se realinearon con el kirchnerismo tras el anuncio de la fórmula Fernández-Fernández, lo han dejado sin destino.

En el Gobierno –que poco tiene para celebrar– se festejó la decisión de la convención de la UCR de aprobar la continuidad de su pertenencia a Cambiemos. Sin embargo, lo allí sucedido obliga a una lectura política más compleja porque, más allá de la continuidad, esa convención le marcó límites al Presidente y dejó entrever un augurio: si pierde, esa coalición volará por el aire.

El pase de facturas y los reproches fueron explosivos. Y hoy, según la mayoría de las encuestas, está perdiendo. En la Ciudad de Buenos Aires, uno de los pocos bastiones de Cambiemos, cayó 10 puntos. Esto lo afecta por arrastre a Horacio Rodríguez Larreta. “Hace seis meses, ganábamos cómodos en primera vuelta. Hoy estamos en 42% de los votos. Tendremos que ir a segunda vuelta”, reconoce un alto funcionario del gobierno porteño.

Marcos Peña y compañía están convencidos de que esto se supera con una campaña comunicacional intensa y sistemática. ¿Alcanzará para contrarrestar una realidad que muestra que la crisis socioeconómica se ahonda día tras día? 

Producción periodística: Lucía Di Carlo.




domingo, 26 de mayo de 2019

Ríos revueltos… @dealgunamanera...

Ríos revueltos…

VUELTA Y VUELTA... Roberto Lavagna. Dibujo: Pablo Temes.

Hay más desconcierto que definiciones en el camino a las elecciones de octubre.

© Escrito por Nelson Castro el Domingo 26/05/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


O tempora! O mores!” Seguramente cuando la historia revise y analice este tiempo de la política vernácula podrá recurrir a esta locución del latín que refleja la esencia de este momento tan particular en donde lo que abunda es la confusión. Es la mejor definición para describir lo que ha desencadenado la decisión de Cristina Fernández de Kirchner de anunciar la fórmula que competirá en la elección presidencial. Con esta jugada de CFK demostró timing, porque sorprendió a todos –propios y ajenos– y astucia, porque  produjo un zafarrancho fenomenal que afectó al peronismo federal y a Cambiemos.

Marcha atrás. Producto de su patológica personalidad, a la ex presidenta le llevó años –y varias derrotas– darse cuenta de que por el camino de la división no podía esperar otra cosa más que nuevas derrotas. Ante la evidencia, no tuvo más remedio que volver al  peronismo, al que se había encargado de despreciar en la elección de 2017. Es que ese es el redil en el cual entendió debe buscar los apoyos para conseguir los votos que le están faltando para llegar al poder, su objetivo. 

En eso CFK en nada ha cambiado. Y aquí se impone hacer una precisión: ella se corrió de la candidatura presidencial pero no se bajó de la campaña ni de la contienda electoral. Sus votos le son propios y a nadie se van a ir. Son intransferibles. Necesita ahora los de los otros. Obtenerlos es la tarea a la que se ha comenzado a abocar Alberto Fernández, no porque le pueda aportar votos propios –que claramente no los tiene– sino por su capacidad de tender puentes con otros sectores del PJ a los que la ex presidenta supo ahuyentar.

Y, a fuerza de apreciar la realidad, es evidente que en la primera semana de vida de la fórmula Fernández–Fernández, el precandidato a la presidencia de la Nación ha cumplido con esas expectativas. Lo más evidente es el corrimiento que se observó de algunos gobernadores peronistas que estaban en Alternativa Federal.

El uso de la inflexión verbal –estaban– define perfectamente la situación. Hoy no es claro que sigan en ese espacio.  

El principal efecto de la movida fue generar un revulsivo y un estado de desorientación dentro del peronismo federal. Esa es la fuerza a donde la fórmula Fernández–Fernández va a ir a buscar los votos que le faltan. Curiosa situación porque también allí irá el Gobierno con el mismo objetivo Y hay que reconocer que lo que abunda en el peronismo no kirchnerista es la confusión.

Veamos: Dicen las fuentes cercanas a Roberto Lavagna que sin dudas Sergio Massa está encaminado a acordar con el kirchnerismo. Se habla ahí de que todo es cuestión de tiempo; que Massa necesita llevar la negociación a la larga, que si arregla ahora es un “precio” pero que si la puede estirar un poco más, su “precio” será mayor.  La idea de de Alberto F es que Massa se postule a la gobernación de la provincia de Buenos Aires por el kirchnerismo. Esas conversaciones  habrían “podrido” el  clima interno de Alternativa Federal. Se habla entonces de que en el encuentro que mantuvieron Macri y Schiaretti en la Casa Rosada, el Presidente le habría solicitado al gobernador de Córdoba que contenga a Massa dentro de Alternativa Federal con la idea de su postulación presidencial ante el temor que despierta la posibilidad de su candidatura a la gobernación, una verdadera acechanza para las aspiraciones de reelección de María Eugenia Vidal.

Por todo esto es que Lavagna, cuya relación con Massa se deterioró, no quiere perder ni un segundo más en los temas de una eventual interna  que nunca ocurrirá. Señala una fuente de Consenso 19: “Todo este clima está generando confusión pero, cuando todo esto se aclare, Roberto Lavagna va a levantar en las encuestas. Massa dice estar por la avenida del medio pero, en verdad, lo que hace es saltar de una vereda a otra. Y la gente está cansada de panquequismo”.

Dicen las fuentes de Massa: “A Sergio lo están tentando de todos lados y eso incluye al Gobierno cuando habla de la necesidad de ampliar la base de sustentación electoral hacia el peronismo. Se deben buscar los acompañamientos adecuados para no ir solo, sino con algo bien armado que representa una tercera fuerza sólida. La jugada de esta semana de Lavagna, con sus idas y vueltas, fue muy mala y eso no solo le hizo perder volumen  político sino que también afectó a Alternativa Federal”.

Y siguen: “La decisión de Juan Schiaretti de ir a abrazarse con Macri no fue buena. Lo mismo se aplica para Juan Manuel Urtubey. En estos momentos, la foto con el Presidente solo trae consecuencias negativas. No suma un solo voto. Además, varios de los gobernadores peronistas que se habían expresado a favor de reconocer el liderazgo del gobernador de Córdoba para encauzar Alternativa Federal han cambiado de parecer como consecuencia de la fórmula Fernández–Fernández y las iniciativas inconsultas de Schiaretti. Todo esto se define el jueves 30 en el Congreso del Frente Renovador”.

Conviene aquí introducir un dato: en el kirchnerismo la candidatura de Axel Kicillof a la gobernación de Buenos Aires sigue activa. 
Tiene de sustento los buenos números de las encuestas.

Oficialismo. El Gobierno tampoco escapa a la confusión. La convención de la UCR de mañana será compleja. “No habrá rompimiento”, señala la mayoría de las voces del partido. Pero la fatiga de la pertenencia a una estructura que los trató con ajenidad se percibe por doquier. Ahí está, por ejemplo, Mario Negri, a quien fastidió la recepción que Macri le dio a Schiaretti. Negri es muy crítico del gobernador, a quien considera lejos de ser un ejemplo de republicanismo. “Algún día se investigará el caso Odebrecht y sus ramificaciones en Córdoba”, afirma con vehemencia un conocedor de esa trama de corrupción hasta ahora cajoneada por la Justicia provincial.

Por otra parte, el llamado a ampliar la base de Cambiemos ha quedado reducido a la retórica. No quedan referentes que le puedan sumar votos que hoy necesita para ganar. Tampoco el plan V parece ya tener sentido. Tiempo atrás, pudo haber sido una iniciativa tan impactante como lo fue la de CFK. Hoy en día, la candidatura presidencial de María Eugenia Vidal sería un acto con más aire de desesperación que de otra cosa.

Precisamente ese es el estado –que Macri niega– por el que atraviesan muchos protagonistas de Cambiemos que ven cómo hoy están perdiendo.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.




domingo, 19 de mayo de 2019

Efecto desconcierto… @dealgunamanera...

Efecto desconcierto…

MASsA LEUDANDO. Sergio Massa. Dibujo: Pablo Temes

En medio de los malos datos de la economía de Macri, CFK sorprendió con su jugada política.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 19/05/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El último Hot Sale dejó un dato del cual no había antecedentes: entre los productos más vendidos sobresalieron el azúcar, la yerba y los pañales. Que se haya incluido el rubro alimentario y que haya habido tal nivel de demanda es una muestra clara –una más– de la profundidad de la crisis socio-económica que atraviesa Argentina. Para mucha gente, hoy en día el problema es comer. Las parroquias y los comedores comunitarios de todo el país enfrentan una demanda incesante y creciente.

Quienes han escuchado a Jaime Duran Barba coinciden en señalar que anida en el ánimo del consultor estrella del PRO una preocupación que no se le había conocido antes. En sus análisis se hace evidente el impacto electoral negativo que para el Gobierno tiene la cuestión económica. Sorprende que a alguien le sorprenda.

No hay manera de pensar lógicamente que Mauricio Macri sea reelecto si esta realidad no cambia. Y el problema es que no hay ningún análisis económico serio que augure una mejoría sustancial de lo que hoy exhibe el presente. La calle habla a diario. En ese fluir de opiniones es muy inusual encontrar hoy quien hable bien del Gobierno. Y estamos hablando de aquellos que lo votaron.

Emerge de ellos una mezcla de decepción y angustia. Decepción porque le creyeron al Presidente cuando prometió que iba a acabar con la inflación, que iría por la pobreza cero y que se eliminaría el impuesto al mínimo no imponible sobre los salarios.

Cifras. Los números de Macri son malos. Y las interpretaciones que hace el vocero insignia del Gobierno, Marcos Peña, también son malas. Por lo menos cuando busca asimilar la situación electoral del oficialismo con lo sucedido en 2015. “Tenemos los mismos números que en 2015”, se le escucha decir a él –y a otros– para justificar los malos resultados de las elecciones provinciales. Es un grosero error de apreciación. En 2015, Cambiemos era oposición; ahora es oficialismo. En 2015, sus votantes tenían una ilusión. Ahora, en cambio, los atraviesa la desilusión. Es una desilusión acompañada de enojo y angustia.

Esto es algo que en la Casa Rosada conocen y reconocen. Peña, en sus habituales reuniones con militantes, habla del tema ellos, que están desarrollando una tarea titánica en pos de recuperar el voto perdido. El problema es que con reconocer el problema no alcanza. “Cómo hacer campaña si cuando tocás una puerta para conversar mucha gente te la cierra en la cara”, es lo que se le oye decir a más de un militante de Cambiemos.

Como se viene diciendo en esta columna, Cambiemos cruje. Y después de la aplastante derrota sufrida en la elección a gobernador en la provincia de Córdoba, cruje mucho más. El incidente más resonante que ilustra la afirmación arriba expresada fue la grosera agresión verbal que la diputada Elisa Carrió le dedicó a Nicolás Massot.

Carrió está descarriada. La crítica construye; el insulto no. En la Docta, Cambiemos le regaló la elección a Juan Schiaretti. Pero no la elección a gobernador, que estaba perdida de cualquier manera, sino la de la capital. Reconocer el lunes por la mañana que la división había sido un error fue una demostración de falta de sentido común. ¿Debieron esperar al día después de la elección para darse cuenta de eso?

El bombazo de Alfredo Cornejo, presidente de la UCR, que dijo que Macri podría no ser candidato, es otro indicio del crujir que atraviesa a Cambiemos. El Presidente se enojó con esta declaración. Así se lo hicieron saber en la reunión que compartieron con él las espadas del oficialismo. Creer que las cosas se pueden arreglar con enojos es un error.

Cristina Fernández de Kirchner también sintió el cimbronazo producido dentro del justicialismo por el resonante triunfo de Schiaretti. Por eso se apresuró a gestionar esa foto que se arregló en cuestión de horas, foto que tuvo un solo objetivo: recuperar protagonismo dentro del PJ.

El papelón de la Corte Suprema de Justicia al intervenir en la causa por la que Cristina Fernández de Kirchner comenzará a ser juzgada el próximo martes no tiene precedentes. La maniobra tenía un objetivo indiscutible: suspender sine die el comienzo del juicio. La movida de la Corte hizo acordar a los tristemente famosos per saltum a los cuales supo recurrir la Corte Suprema menemista de los años 90 cada vez que el entonces presidente Carlos Menem necesitaba detener alguna causa que le molestaba. Aquel gobierno fue un emblema de corrupción, al que el kirchnerismo emuló.


Las horas que se vivieron a lo largo del jueves serán recordadas por muchos de los que conocen la trastienda de enfrentamientos feroces que sucedieron no solo en el cuarto piso del Palacio de Tribunales –es el que ocupa la Corte–, sino en los tribunales de Comodoro Py. Si bien desde hace varios días por los pasillos de ese edificio circulaba un rumor que hablaba de los contactos de la Corte con gente del Instituto Patria, nadie creyó que las cosas llegarían a tanto. Y esto generó internas y reavivó disputas dentro de la estructura judicial.

Cuando el presidente del Tribunal Oral Federal, Jorge Gorini, dijo que no había ningún impedimento para comenzar con el juicio, le asestó a la intentona un golpe letal. El episodio produjo un severo deterioro al órgano máximo de la Justicia. ¿Habrá sido este un ensayo para futuras intervenciones de la CSJ en caso de que la actual senadora y futura candidata sea finalmente electa?

Bonus track. Y cuando parecía que las novedades de la semana política habían concluido, apareció el bombazo de la ex presidenta comunicando algo nunca visto: que quien se candidatee a la vicepresidencia haga el anuncio de la fórmula presidencial de un espacio político.

El impacto y el desconcierto producidos son tales que las interpretaciones son tantas como la imaginación puede albergar. Por eso es muy prematuro analizar los motivos de la decisión y sus consecuencias políticas. Una de las preguntas que se imponen es: ¿se bajó CFK de la elección? La respuesta es no. Declinó su postulación a la presidencia pero no se apartó de participar en la carrera electoral. En el medio, las opiniones dan para todos los gustos: para unos, fue una jugada brillante; para otros, un paso al costado inentendible; Duhalde dijo que al principio creía que era un chiste; algunos analistas sostienen que esto deja sin sustento al PJ federal; otros, que esto lo fortalece.

Sergio Massa dijo que ahora es más candidato que nunca, y en la UCR muchos piensan que esto debe obligar a Cambiemos a rever las candidaturas. En medio, una cosa es indudable: Cristina Fernández de Kirchner ha recobrado un lugar de centralidad en la política argentina. Macri lo hizo.

Producción periodística: Lucía Di Carlo




domingo, 24 de marzo de 2019

¡Macri está caliente! Golpe de calor… @dealgunamanera...

Golpe de calor…


Al Presidente, el enojo no le suma con su gente ni con el círculo rojo. Vigilia CFK.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 24/03/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Nadie sabe a ciencia cierta si es parte de la estrategia de campaña o de un arrebato personal. Pero lo cierto es que la imagen de un Macri enojado y tratando de delincuente a su difunto padre desconcertó a muchos y lo ayudó poco. El descenso de la imagen positiva del Presidente no se detiene. Y mientras la economía siga en esta especie de caída libre, es poco probable que las cosas cambien.

Fuera del optimismo obstinado de Marcos Peña o Nicolás Dujovne, el detrás de escena que se vive en el oficialismo es de creciente preocupación. Las fuerzas de la economía decididamente no responden a ninguna de las medidas que viene adoptando el Gobierno, y una muestra de ello es lo ocurrido el jueves y viernes con la suba del dólar, a pesar de las estratosféricas tasas de interés con las que el Banco Central pretende detener el drenaje de divisas.

Ese detrás de escena también permite apreciar la verdadera actitud de los técnicos del Fondo Monetario Internacional que están en Buenos Aires asignados a la tarea de monitorear la marcha de la economía del país. En ese ámbito de conversaciones privadas donde la verdad aflora sin tapujos, lo que se escucha son las críticas de esos funcionarios que son muy claros a la hora de adjudicar y asumir responsabilidades.


“Nos pidieron un plan para controlar el dólar, pero eso de ninguna manera es un plan económico. El plan económico lo debe elaborar el Gobierno y lo que nos preocupa es que ese plan no está”, señalan cada vez con más fastidio y menos disimulo. Por estas horas, Macri y Nicolás Dujovne deberían haberse dado cuenta de que con las frases de apoyo de la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, no alcanza para generar la confianza de los inversores.  

Ruidos. Como ya se dijo aquí, Cambiemos cruje. Reina en su interior tal desánimo que hay quienes no descartan que Macri salga tercero y quede fuera de la segunda vuelta. En el entorno del Presidente hay una cerrazón a escuchar esas voces críticas. Una de las más enojadas es María Eugenia Vidal. Así es como se la percibió en la reunión que se hizo hace unos días con los intendentes de Cambiemos de la provincia de Buenos Aires en la quinta de Olivos. Se entiende: en su entorno se manejan encuestas que no le auguran otra cosa que no sea la derrota.   

Pegarle a Roberto Lavagna no ha sido un “error” cometido por Macri en la entrevista que le hizo Luis Majul. La duda se aclaró rápidamente cuando en tándem salieron a pegarle el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y un Dujovne cada vez más devaluado como ministro de Hacienda. Su frase “a Lavagna le fue bien haciendo todo mal” se debe agregar a otras igualmente disparatadas que se acumulan en su historial como funcionario público.


Lo que busca el Gobierno es evitar el traspaso de parte de sus votantes hacia el ex ministro de Economía. La idea es asociarlo a lo viejo y al fracaso. El problema para el oficialismo es que la percepción de esa gente es exactamente la contraria. Problema que se ahonda cuando, entre los que han empezado a ver con buenos ojos la postulación de Lavagna, hay dirigentes del radicalismo que se han hartado del ninguneo al que los ha venido sometiendo el núcleo duro del PRO.

En verdad, más que ninguneo ha sido desprecio. No es que sea algo nuevo en ese círculo aúlico del poder en donde se dividen las cosas entre probos y réprobos. Los probos son Peña y compañía. Todos los otros engrosan la lista de los réprobos. Y quienes forman parte del universo de los réprobos no tienen la más mínima chance de ser tenidos en cuenta por el Presidente. Es como si se aplicara para ellos la famosa frase de la Divina Comedia a la entrada del infierno: “Lasciate ogni speranza, vuoi ch’entrate” (Perded toda esperanza, los que aquí entran).

Ejemplos. Quien vivió esto en carne propia fue Alfonso Prat-Gay. Como ya se ha dicho en esta columna, uno de los errores de gestión garrafales de Macri ha sido delegar la gestión en Marcos Peña. Cuenta la historia que durante una reunión de gabinete en la que no estaba el Presidente, Peña le dijo al entonces ministro de Hacienda: “No entiendo nada de economía, pero mi gente me dice que todo lo que vos estás haciendo está mal”. Impactado ante semejante aseveración, Prat-Gay tomó una decisión drástica: no asistir nunca más a las reuniones de gabinete en las que no estuviera Macri.

En el ámbito empresarial cayó muy mal la afirmación del Presidente de que su padre fue partícipe de los delitos de corrupción ocurridos durante el kirchnerato. No porque no hayan sido ciertos, sino por la decisión de decirlo luego del fallecimiento de Franco Macri. En verdad, no fue esa la única circunstancia que le generó el reproche al fundador del Grupo Socma, uno de los representantes más conspicuos del empresariado prebendario que tanto daño le hizo y le hace a la Argentina.

Las encuestas que se vienen haciendo para diferentes empresas y grupos económicos de primera línea muestran que Macri está perdiendo la elección. Por eso, son cada vez más los que se están acercando al Instituto Patria para restablecer puentes con Cristina Fernández de Kirchner. El Grupo Roggio, el Grupo Arcor y el banquero Jorge Brito –de buena relación con Axel Kicillof y compañía– son algunos de ellos. En las conversaciones que mantienen, abundan las quejas y las críticas al Gobierno.

Las especulaciones sobre si CFK compite o no en la elección presidencial representan, al día de hoy, una conjetura vana. La experiencia de Neuquén, en donde Ramón Rioseco con el apoyo de la ex presidenta perdió, demuestra que ella no traslada votos y que todo gira en torno de su persona. Y lo que han comenzado a mostrar las encuestas es una caída en el nivel de rechazo hacia ella.

El Gobierno apuesta todo a tener frente de sí a Cristina Fernández de Kirchner. Se ilusiona con que las múltiples causas –abundantes en evidencias– por delitos de corrupción que hay en su contra tengan impacto a la hora en la que los ciudadanos decidan su voto. En medio del dramatismo de la hora le vendría bien recordar la frase hecha ya leyenda con la que Bill Clinton ganó sorpresivamente la elección presidencial de 1992: “Es la economía, estúpido”.


Producción periodística: Lucía Di Carlo.



martes, 12 de marzo de 2019

Vivir en banda… @dealgunamanera...

Vivir en banda…

VERDE DESESPERANZA. Nicolás Dujovne. Dibujo: Pablo Temes

La franja fijada al tipo de cambio es la madre del temblor financiero. Aspiración y voto útil.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 10/03/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

"No estamos preocupados por el dólar”. Fue una de las frases de la semana. La pronunció el ministro de la Producción, Dante Sica. Fue la misma frase que se dijo desde el Gobierno cuando ya arreciaba la corrida cambiaria de abril del año pasado, que fue el origen de la crisis económica de la cual no se termina de salir.

Curioso que un hombre de la experiencia de Sica no haya aprendido la lección de la historia que demuestra lo riesgoso que es para un gobierno tapar el sol con la palma de la mano y no entender, además, el afecto que el aumento del dólar tiene sobre los precios de los productos de consumo masivo.  

La tendencia que se percibe en los así llamados es a acompañar la apreciación del dólar, que  a fin de septiembre estuvo en $ 42, lejos de ese máximo que hoy sería $ 52, arriba de la banda. Igual, la Argentina exagera los movimientos de los países emergentes y de Latinoamérica.

Hay que tener en cuenta que tiene mucho impacto el desacople de las elecciones de los gobernadores y la no recuperación en las encuestas de Mauricio Macri. Faltaba explicitar políticamente un plan B para Cambiemos. No solo no hay un plan económico, no hay plan político alternativo a un Mauricio Macri que se desbarranca en los sondeos.

Medidas. Desde el BCRA anunciaron que reducirán el ritmo de aumento de la banda. Con esa medida vuelven a equivocarse lamentablemente. La raíz del problema es que el Fondo Monetario Internacional no tendría que haber autorizado una banda tan amplia y generar un margen de intervención donde la parte superior de la banda fuera más baja.

No tiene sentido tener una banda cambiaria donde el tope es $ 50, si cuando el dólar llega a $ 43 tiembla el Banco Central y la Casa de Gobierno. Fijar el límite en $ 50 es ridículamente alto.

No hay oferta de dólares para los dólares financieros que exceden la demanda de los dólares comerciales que tiene el mercado. El Gobierno se ilusiona con los dólares que proveerán el campo y el mismo FMI. Nada de esto parece tranquilizar a los mercados porque el riesgo país ha escalado esta semana hasta tocar los 800 puntos.

Si en el aspecto macroeconómico las cosas no andan bien, en el ámbito de la llamada economía real el panorama es igualmente malo. Es lo que evidencian las suspensiones en las empresas automotrices, que en 2017 fueron una de las estrellas de la tenue primavera de recuperación que ensoberbeció al oficialismo y, sobre todo, al PRO.

Cuando hay industria automotriz, el sector industrial va a donde va la industria automotriz, y esta última tiene una perspectiva muy mala para este año. Hay una drástica caída en unidades ensambladas y esto se refleja en la cantidad de chapa que encargan. “Estábamos en un millón de unidades por año, pero este año vamos a estar en 450 mil aproximadamente. La industria está trabajando con esas cantidades y ahí es que se empieza a suspender personal”, explica un consultor económico.

Efectos. Las consecuencias políticas que este desbarajuste de la economía está produciendo en el interior de Cambiemos son cada vez más difíciles de ocultar. Cambiemos cruje. El pretendido optimismo de Marcos Peña del que participa el Presidente es cada vez más difícil de verificar en la realidad. La calle hoy destila desencanto, frustración, enojo y angustia. Y estamos hablando de la calle que refleja el pensamiento y el sentir de muchos de los que votaron al actual gobierno. Esas voces afirman con rotundez dos cosas: no quieren el regreso al poder de Cristina Fernández de Kirchner pero tampoco quieren a Macri. Están ávidos de algo diferente. Y si la opción es Macri o CFK, lo votarán al Presidente pero con resignación. Macri ha acabado con sus esperanzas de un futuro mejor.

Hoy, el Gobierno enfrenta un test electoral con repercusión nacional: la elección a gobernador en la provincia de Neuquén. En una disputa muy pareja, se encendió una luz naranja en la mismísima Casa Rosada: la posibilidad cierta de que el candidato del kirchnerismo, Ramón Rioseco, gane. De hecho, los que conocen la intimidad de Balcarce 50 señalan que las encuestas que por allí circulan le dan una ventaja de 2 a 3 puntos. De confirmarse ese resultado sería un verdadero mandoble a la mandíbula del oficialismo.

Neuquén, con Vaca Muerta, ha sido el mascarón de proa del nuevo modelo productivo y de desarrollo al que ha apostado el Gobierno. Macri ha exhibido Vaca Muerta como emblema de su gestión. Una derrota allí a manos de Rioseco dejaría a esa provincia de capital importancia para el desarrollo energético del país en manos del kirchnerismo. Eso complicaría toda la estrategia de desarrollo energético ideada por el Gobierno. Además de esta circunstancia, Neuquén debería representar un alerta para Cambiemos: si en esa provincia donde se ha verificado un innegable florecimiento de la economía gana el candidato K, ¿qué futuro le aguardará en la mayoría de las otras en las que casi todo es penuria?

En estas últimas tensas horas, en forma subterránea se comenzó a trabajar la consigna del voto útil de Cambiemos, que significa que en vez de votar a su candidato, Horacio “Pechi” Quiroga, se lo haga por el actual gobernador, Omar Gutiérrez. Esto no es algo novedoso en la historia del PRO. Es lo que hizo en 2013 al votar por Sergio Massa y frenar así un triunfo del Frente para la Victoria, que le hubiera abierto la puerta al proyecto de reelección indefinida con el que soñaba CFK.

Juntos o revueltos. El acto del peronismo en el microestadio de Ferro demostró lo difícil que le será concretar la unidad por la que muchos desesperan. El “vamos a volver” es la expresión de un revanchismo que anida en el kirchnerismo duro y que no puede augurar otra cosa que el fracaso. Lo reconoció con todas las letras Felipe Solá, allí presente. Habrá que ver si la ex presidenta lo comprende.

Donde no hay división es en la protección política que, ante su complicadísima situación judicial, le sigue dando el peronismo. Es lo que se vio tras el fallo de la Corte Suprema de ordenar la prisión preventiva de CFK. Las evidencias en su contra son apabullantes: el testimonio más arrasador de todos los recolectados en las diferentes causas que enfrenta ha sido y es el de su ex contador Víctor Manzanares.

Pero eso poco parece importarles a quienes la protegen. He ahí, un augurio de impunidad.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.