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jueves, 28 de noviembre de 2013

YPF, Repsol y el relato reinventado... De Alguna Manera...

Tres cambios de discursos en menos de un año...


"La historia es un acto de fe. No importan los archivos, los testimonios, la arqueología, la estadística, la hermenéutica, los hechos mismos; a la historia incumbe la historia libre de toda trepidación y de todo escrúpulo; guarde el numismático sus monedas y el papelista sus papiros. La historia es inyección de energía, es aliento vivificante. Elevador de potencia el historiador carga las tintas, embravece, alienta; nada de entibiar o enervar; nuestra consigna es rechazar de plano lo que no robustece, lo que no positiva, lo que no es lauro". Honorio Bustos Domecq fue el autor ficticio más importante de la literatura argentina y, aunque muchos kirchneristas no lo sepan, el más reivindicado por el gobierno “nacional y popular”. Bajo ese nombre irreal, inspirado en los apellidos de los abuelos de los célebres escritores, Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges publicaron una serie de cuentos imperdibles entre 1942 y 1967.

El kirchnerismo, como negación de la realidad, es capaz de asegurar que, en realidad, fuimos los americanos quienes conquistamos a Europa, ya que es falso lo que la historiografía liberal ha desparramado en los manuales escolares desinformando que los españoles conquistaron nuestras tierras.

En la lógica del relato, 500 años después, hay periodistas que difaman a los próceres del siglo actual, al contar que, durante la última dictadura militar, Néstor Kirchner no fue un perseguido político y que sería falso que estuvo detenido durante aquellos oscuros años. “Es el único perseguido que huye en avión, un par de años antes, a la Patagonia y se dedica a hacer plata con su nombre real”, dijo en un reportaje el periodista Lucas Carrasco, que supo conocer de cerca a las usinas del pensamiento oficial. “Muestren una foto de Kirchner con un militar”, exigen a los gritos los comunicadores que defienden las bondades del modelo más que a su propia madre ante la crítica del pasado del ex presidente en los años de plomo. Tampoco se esmeran en hallar una foto de él con alguna Madre o Abuela de Plaza de Mayo, no durante la dictadura, sino durante el alfonsinismo o los noventa.


“¿Qué es el kirchnerismo?”, le pregunté a un ferviente defensor de Cristina y de Néstor Kirchner, desde la primera hora quien estaba molesto con una nota en la que me preguntaba cómo el discurso oficial había reinventado a Jorge Bergoglio tras convertirse en Papa. “Es el peronismo de estos tiempos, nacional, popular y, fundamentalmente, antiimperialista”, respondió, sin dudar, mi interlocutor. ¿Y qué sería el peronismo? Un movimiento, es la respuesta que suele tirar la pelota afuera para definiciones más acotadas.

El antiimperialismo nació en el siglo XIX como oposición al imperialismo cuestionando los mecanismos de dependencia neocolonial caracterizados de sujeción económica y financiera.

El kirchnerismo es capaz de apoyar, fervientemente, la privatización de la empresa petrolera estatal, expropiar –eso sí, solo una parte, la de un socio devenido en enemigo-, afirmar que a los españoles no se les dará un centavo, abrirse al mundo con la multinacional Chevron y volver a sentarse a negociar una indemnización con los malditos imperialistas españoles. Los últimos tres cambios de postura se produjeron en menos de un año y una misma persona fue su protagonista. El hombre que simbolizó la expropiación fue premiado como Ministro de Economía y, a las pocas horas de asumir su cargo, aceptar el pago de una millonada –en España, aseguran que serán 5.000 millones de dólares- pero sin revelar los detalles del acuerdo por una cuestión de “confidencialidad”. Axel Kicillof es un marxista de película… de los hermanos Marx.

El kirchnerismo corre por izquierda a la oposición que, en gran parte, aplaude la reinserción del gobierno con el mundo. Festeja la llegada del “sensato” jefe de gabinete de ministros que retomó una vieja costumbre menemista de comunicarse con la sociedad: pequeñas conferencias de prensa al estilo Carlos Corach con periodistas que, a duras penas, pueden meter un bocado ante la repetición de datos, cifras, estadísticas sin fin a una velocidad que envidiaría Aníbal Fernández.

El relato ya no puede esperar a la noche, con 678, para engañar a los otros y a los propios. Ahora lo hace bien temprano, cuando el público está despabilándose. El relato todo lo justifica. Sin Guillermo Moreno, los flamantes ministros cuentan las novedosas ideas para defender “el bolsillo de los trabajadores”: sentarse con los empresarios para “esperar alcanzar nuevos acuerdos de precios”.

Hace años que repiten la frase como si se tratara de un disco rayado. Mientras tanto, la nafta “súper” de YPF aumentó un 57% en lo que va del año. El término “inflación” sigue sin aparecer en el vocabulario de los kirchneristas de ayer, hoy y siempre. Tampoco la solución al problema.


El narcotráfico desaparece de las tapas de los diarios y la ¿victoria? del gobierno contra el Grupo Clarín pareciese que se produjo en el siglo pasado. El nuevo enemigo público número 1 del “proyecto” ya no es Magnetto, ni siquiera Sergio Massa. Ahora la culpa de todo la tiene el novio enamorado del candidato pródigo que se escapó unos días a descansar a Miami. Pero Insaurralde tiene peor defensa que Boca y respondió que fueron “cuatro días y me volví un día antes”. ¿Para qué seguir?

En el placer de la literatura, Bustos Domecq ha transmitido, desde la historia, la más deslumbrante reivindicación del relato del kirchnerismo. Es justo reconocerlo.

© Escrito por Luis Gasulla el jueves 28/11/2013 y publicado por Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


domingo, 24 de noviembre de 2013

CFK... Tampoco resurgió... De Alguna Manera...

Tampoco resurgió...

Era 2007. Siendo Néstor Kirchner presidente, Capitanich se ufanó de venir a PERFIL porque –dijo– “soy el primer oficialista que se presta a esta extensa entrevista”. Me quedó la idea de alguien con mucha energía, ambición y un alto concepto de sí mismo, que de alguna manera venía a poner a prueba. Imparable recitador, pero no sé si cuenta con la dimensión necesaria para dar vuelta la tendencia decadente del Gobierno. Le pregunté: “Usted es contador, preside la Comisión de Presupuesto y ha dicho: ‘Yo soy un experto con los números’.

"¿Qué representa la matemática en su vida?”. Y Capitanich respondió: “Pasión. Voy a contarle una anécdota: como apasionado de la matemática, me gusta modelizar, y un día estuve en un partido en el que ganaba Argentina 3 a 0 en el primer tiempo y después hizo un gol Brasil en el segundo tiempo. Modelicé lo que llamé ‘modelo de optimización del uso del espacio físico en el rectángulo de juego’. Y se lo llevé a Pekerman, Salorio y Tocalli, quienes me miraron azorados durante tres horas. Hice un análisis estático y dinámico del fútbol tomando a cada jugador como un vector en un espacio de tiempo de 1 a 90 minutos analizando la Teoría de los Juegos, la Teoría del Control, y determinando con una multiplicidad de ecuaciones diferenciales la optimalidad del rendimiento del jugador. Porque el jugador tiene un rendimiento marginal decreciente con el transcurso de los minutos (sic)”.

Los obsesivos pueden ser grandes gerentes, pero los atributos que les sirven para ser perfectos detallistas a veces pueden hacerles perder la perspectiva estratégica.

Hace un mes y medio, por una contratapa que llevaba de título “Cristina no está vencida”, los militantes digitales anti K acusaron a PERFIL de haberse vuelto kirchnerista. Comenzaba así: “Como tantas otras veces, los deseos de muchos por comenzar cuanto antes otro ciclo pueden hacerlos dar por terminado prematuramente al kirchnerismo cuando todavía goza de alguna salud. Decir que el 70% de la gente vota en contra del kirchnerismo es como decir que el 60% de la gente vota en contra de Macri en la Ciudad de Buenos Aires”.

Ahora corresponde hacer notar lo contrario enfatizando que tampoco hay que pensar que Cristina Kirchner resurgió renovada, y muchos menos infalible. El aire puro que le aporta Capitanich en la Jefatura de Gabinete puede terminar desinflándose dentro de un año, o antes, como sucedió con Massa cuando ocupó el mismo cargo, también en una situación de post crisis donde otra vez fue necesario rejuvenecer el elenco gubernamental tras el fracaso de la 125.

Ayer, PERFIL informó que también Sergio Urribarri podría sumarse al Gabinete como ministro del Interior, controlando Florencio Randazzo sólo el Ministerio de Transporte.

Probablemente Cristina esté tratando de encontrar el antídoto al síndrome del pato rengo, que ataca a todos los presidentes en sus últimos dos años cuando no pueden ser reelectos, promoviendo la creación de tantos posibles  candidatos presidenciales 2015 para que finalmente ninguno tenga poder ni protagonismo. Quizás logre que nadie haga pie, pero al precio de que su gobierno tampoco pueda hacer pie. Y es más grave no tener un apoyo sólido en el ejercicio del poder que sólo cuando se aspira a él.

Un buen ejemplo es la fobia al plan. Tanto Capitanich como Kicillof se preocuparon por remarcar que no habrá un plan sino doscientas medidas y el uso de múltiples herramientas para que nadie se haga la idea de que se vendrá un cambio. ¿Serán como el tero, que pone el huevo en un lado y grita en otro? ¿O realmente no habrá cambios significativos porque ellos producirían una herida narcisista en la Presidenta? En su reaparición, donde mostró el perrito de Chávez y las flores de Hebe de Bonafini, ¿lo hizo para remarcar “acá no cambiará nada” o para encubrir que acá cambiarán muchas cosas pero trataremos de sobreactuar lo opuesto para disimularlo?

La cuestión de fondo es si con gradualismo el kirchnerismo logra llegar a 2015 sin que la economía le explote. Y aun si esa hipótesis fuera probable, ¿el kirchnerismo se conformará con llegar a 2015 y pasarle los desajustes a quien lo suceda para esperar su fracaso y soñar con regresar en 2019? ¿O pretende irse con gloria e imponer a su sucesor como pudo hacer Lula en Brasil? En este último caso, el gradualismo no es receta.

La receta, si la hubiera, sería un plan antiinflacionario que no sólo no fuera contractivo sino que lograra ser expansivo, promoviendo el crecimiento como el Plan Austral de Alfonsín en 1985, la Convertibilidad de Cavallo en 1991 y el Real de Fernando Henrique Cardoso en Brasil en 1995. Un plan así podría ser vendido como nacional y popular y de matriz diversificada con inclusión.

Pero ese tipo de planes requiere que quienes gobiernan tomen el riesgo de jugar su futuro al acierto de esa apuesta sin retorno, y esos riesgos normalmente se toman cuando ya no queda casi nada que perder. Esa no es aún la situación del kirchnerismo.

También la sociedad adopta aliviada este tipo de planes cuando la crisis ya puso en tal riesgo su economía personal que tampoco tiene mucho que perder. Y ésa tampoco es la situación actual de la gran mayoría de la población.

Más fácil es imaginar que se elegirá el dificilísimo camino de ir reparando el avión en vuelo, lo que limita el grado de corrección que se le pueda aplicar.

Pero con gradualismo tampoco a Capitanich le alcanzaría para posicionarse como futuro candidato a presidente. Vale tomar nota de que la Constitución del Chaco le impide volver a ser reelecto como gobernador en 2015, así que tampoco tiene mucho que perder, y ser un eventual vicepresidente en la fórmula de Scioli tampoco sería una mala salida para él.

La ida de Moreno para fortalecer a Kicillof (su equipo, todos sin corbata, lucía como del PRO) es otra forma de dividir reduciendo el poder de Capitanich.

“Divide y reinarás” será el lema de Cristina 2013-2015, y hasta Massa le resultará funcional para mantener a todos los presidenciables tan frágiles que, por contraposición, ella, hasta con el 20% de los votos, pueda seguir siendo la gran electora.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el  domingo 24/11/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


martes, 19 de noviembre de 2013

Morenito... ¿Hizo falta tanta agua?... De Alguna Manera...

Cómo (y por qué) se cocinó la renuncia de Guillermo Moreno…


Virtualmente acorralado, Guillermo Moreno decidió hoy renunciar a su cargo al frente de la Secretaría de Comercio Interior. Lo hizo un día después de haber pedido a la Justicia que lo sobreseyera en el marco del expediente en el que está procesado por multar a las consultoras privadas que difunden datos de inflación.

No fue casual su salida, sino más bien una de las exigencias de Jorge Miton Capitanich antes de asumir al frente de la emblemática Jefatura de Gabinete de Ministros. Debilitada, Cristina Kirchner no tuvo más remedio que entregar su cabeza.

Nadie extrañará su gestión, plagada de fracasos de diversa índole. Los precios congelados, los planes para todos, la presión por Papel Prensa, las cosechadoras “míticas” de Angola, la Moreno-Card, el dólar paralelo, la recuperación de la ex papelera Massuh, y los erráticos Cedin, fueron apenas algunas de esas decepciones.

¿Qué ocurrirá ahora con las causa judiciales que jaquean al otrora poderoso secretario? Nadie lo sabe, aunque es probable que la suerte que supo acompañarlo en estos años, comience a volverse esquiva.

Por caso, los camaristas K Horacio Cattani, Martín Irurzun y Eduardo Farah, se han negado hasta ahora a desprocesarlo penalmente en la causa por amenazas antes referida. Ello a pesar de sus súplicas persistentes.

No es el único expediente que lo complica: el juez Julián Ercolini lo investiga también por haber amenazado a los accionistas privados de la empresa Papel Prensa el día que concurrió a una asamblea de accionistas de la empresa portando guantes de boxeo.

A esas denuncias debe sumarse la que iniciarán en unas horas legisladores de la oposición por su inexplicable crecimiento patrimonial. Es que, según revela su última declaración jurada —presentada ante la ineficaz Oficina Anticorrupción—, Moreno afirma haber ganado $469.872,58. Lo suspicaz del asunto es que el ahora ex Secretario jura haber ganado esa diferencia luego de adquirir títulos públicos en dólares. Uno, inclusive, se rige bajo ley extranjera.

Hay quienes sospechan que este último dato no estaría desvinculado de su eyección del gabinete oficial.

Como sea, la suerte de Moreno ha cambiado de un día para otro y ni siquiera la lejana Italia, donde será designado como agregado en el área económica, podrá tapar el fiasco que dejó a su paso.

No obstante, hay un dato que no debe dejar de tenerse presente: Moreno siempre hizo lo que le indicaron Néstor y Cristina Kirchner. Ergo, su desempeño fue apenas una muestra de sumisión oficial. Mal que le pese a más de uno, toda la responsabilidad de sus actos persiste en las oficinas más relevantes de Casa de Gobierno.

El ex Secretario solía decirlo a sus pocos íntimos: “Soy un soldado de la causa”. Es el lema que llegó a pronunciar en actos oficiales y que hoy nadie parece querer recordar. Ni dentro ni fuera del gabinete de Cristina.

En psicoanálisis es un tópico muy conocido y fácilmente aplicable a esta situación: se denomina “represión de los recuerdos”.

© Escrito por Christian Sanz el martes 19/11/2013 y publicado por Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.