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domingo, 20 de diciembre de 2015

AMIA. Timerman reconoció que los iraníes "hace 18 años pusieron la bomba"… @dealgunamanera...

AMIA. Timerman reconoció que los iraníes "hace 18 años pusieron la bomba"…


El excanciller lo admitió en una conversación que mantuvo con Guillermo Borger, extitular de la mutual judía, en 2012, cuando se debatía el memorándum.


© Publicado el domingo 19/12/2015 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Héctor Timerman reconoció que sabía que Irán era el que estuvo detrás del atentado a la AMIA, ocurrido el 18 de julio de 1994, en el que fallecieron 85 personas.

"Ellos hace 18 años pusieron la bomba", dijo el excanciller de Cristina en un llamado telefónico de 2012 con Guillermo Borger, extitular de la mutual judía.

Las conversaciones entre ambos, fueron reveladas por Daniel Santoro, editor del diario Clarín, en el programa La noticia deseada de Radio Mitre que conducen Nicolás y Miguel Wiñazki.

Los audios integran el material que utilizó el periodista del Grupo Clarín para su libro "Nisman debe morir".

El diálogo entre Borger y Timerman data del año 2012, momento en el que debatía el famoso memorándum de entendimiento con Irán, que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner proponía como solución diplomática para avanzar la causa. El acuerdo, revelado por Perfil, fue aprobado por el Congreso y promulgado por la entonces jefa de Estado, pero luego se apeló ante la Justicia y la presidencia de Mauricio Macri dejó caer los reclamos, con lo cual quedó nulo de hecho.


Durante el llamado telefónico Timerman insiste al ex titular de la AMIA sobre la necesidad de avanzar en las negociaciones para la entrega de los iraníes acusados de ser responsables del ataque mientras que Borger y José Scaltier, en aquel momento vicepresidente segundo de la mutual judía, defienden conseguir dialogar esa cuestión con otro actor.

El ex canciller afirma: “Pero no tenemos otro con quién negociar, porque sinó, negocio con los EEUU la entrega de los iraníes. Bueno, decime con quién querés que negocie”, a lo que Borger responde: “Yo te entiendo, ojalá pudieras negociar con otro”. Tras lo cual Timerman contesta: “Si fuera otro, no hubiera puesto la bomba, entonces volvemos a lo mismo. ¿Tenés otro para negociar?”.

En otro pasaje de la conversación, Timerman reconoce la culpabilidad de Irán con respecto al atentado: “Hace 18 años que pusieron la bomba. Vos no me decís con quien negociar, me estás diciendo con quien no negociar, que vivo que sos. ¿Con quién querés que negocie entonces?”.

Finalmente, el entonces canciller informa a Borger de sus intenciones de seguir adelante con las negociaciones: “Te digo una cosa, yo voy a mandar un equipo a Ginebra con o sin comunicado de la AMIA.

Digan lo que digan ustedes, no me importa. Esta es una buena oportunidad para la Argentina. Voy a hacerlo con o sin apoyo, pero me duele porque pareciera ser que lo que quiere la AMIA es que no se avance en la causa”, y agregó: “Lo que quiere la AMIA es quedar contentos con que se acuse a Irán. Eso es todo lo que quieren”.



martes, 31 de marzo de 2015

Para Lord Lucius Falkland deberían ser Malvinas… De Alguna Manera...

Para Falkland deberían ser Malvinas…

Facsímil de parte de la carta enviada por Lord Lucius Falkland a la embajadora en Londres, Alicia Castro.

El descendiente del hombre en cuyo honor los ingleses bautizaron a las islas escribió una carta a la embajadora Alicia Castro, en la que sostiene que tiene “la esperanza de alcanzar finalmente una solución pacífica” para el conflicto.

En medio de la escalada belicista británica en el Atlántico Sur, el apoyo a la causa Malvinas puede llegar de los rincones más insospechados. Descendiente de Anthony Cary, quinto vizconde de Falkland, en cuyo honor los ingleses bautizaron las islas en el siglo XVII, Lord Lucius Falkland envió a la embajadora argentina en el Reino Unido, Alicia Castro, una carta difundida ahora por primera vez, en la que califica de “piratería” la ocupación británica y apoya una salida negociada.

En marzo de 2013, vísperas del referendum convocado por el gobierno británico en las islas Malvinas, la embajadora Castro envió tres mil cartas e igual número de correos electrónicos a parlamentarios británicos, miembros del cuerpo diplomático, académicos y periodistas. Acompañado del documento “Las Naciones Unidas, la Cuestión Malvinas y el principio de libre determinación” y de una copia de la Resolución 2065 de la Asamblea General de la ONU, el mensaje de Castro dejaba en claro que Argentina respetaba la identidad y el modo de vida de los habitantes de las islas, pero era tajante respecto de la soberanía. “Son británicos, pero el territorio en el que viven pertenece a Argentina”, subrayaba la embajadora.

La carta reiteraba el llamado al diálogo entre los dos Estados, exigido “por la comunidad internacional por medio de 40 resoluciones de las Naciones Unidas desde 1965”. Una de las respuestas más sorprendentes de esta iniciativa fue la carta que recibió el 25 de marzo de 2013 del descendiente de Falkland. “Estoy completamente de acuerdo con lo que dice”, señalaba, tras agradecer el mensaje.

En su carta, Lord Falkland relataba la historia del nombre en inglés de las islas. “La conexión histórica de mi familia con las islas en el siglo XVII es curiosa y poco conocida o entendida aquí en Gran Bretaña. Mi antepasado tuvo un papel decisivo en la elaboración de un consorcio de inversionistas para tratar de recuperar valiosos restos de naufragios en la costa suroriental de América del Sur. Esto parece haber sido un esfuerzo semioficial a través de su alto cargo como Primer Lord del Almirantazgo y Tesorero de la Armada”, explicaba.

Esta búsqueda de tesoros perdidos en altamar en 1690 llevó al primer contacto británico con las islas.

“Las islas, que no tenían nombre, fueron entonces llamadas Islas Falkland por el líder de la expedición y creo que empezaron a aparecer como tales en las cartas de navegación marítima, ¡casi como piratería, me atrevo a sugerir!”, relata Lord Falkland.

La colonización de los mapas de navegación no le sirvió de mucho al antepasado de Lord Falkland, cerebro económico de la expedición. El famoso diarista del siglo XVII, el parlamentario Samuel Pepys, se refirió a él en términos claramente peyorativos. En marzo de 1694, el vizconde Falkland fue arrestado y enviado a la Torre de Londres por peculado (malversación de fondos), donde murió de viruela poco después, a los 38 años.

El futuro de las islas que otorgó a su nombre una módica inmortalidad británica tendría varias vueltas de tuerca en los siglos siguientes. La última, en estos días, es la decisión del gobierno de su majestad de invertir 180 millones de libras en la defensa de las islas ante lo que el secretario de Defensa británico Michael Fallon llamó una “fuerte amenaza” de Argentina. El canciller Héctor Timerman respondió que el gobierno argentino presentaría una denuncia ante el Comité de Colonización de Naciones Unidas –lo que ocurrió ayer– para “seguir demostrando que América latina y el Caribe han decidido ser una zona de paz”.

Las elecciones del 7 de mayo son el trasfondo de esta embestida británica, como indicó a Página/12 la embajadora argentina Alicia Castro. “Es sabido que la Argentina, que reclama el diálogo y la negociación, no constituye una amenaza bélica para los habitantes de las Islas Malvinas. En el contexto electoral, el gobierno conservador quiere agitar el fantasma de 1982 para reflotar la figura de Margaret Thatcher, quien –pudiendo evitar la guerra– prefirió asegurar con la victoria su rédito electoral. El Reino Unido sigue incumpliendo con la obligación que le impone el derecho internacional de buscar una solución a la controversia por la vía pacífica y diplomática”, dijo la embajadora.

El descendiente del quinto vizconde de Falkland coincide plenamente. “Personalmente tengo la mayor consideración para con Argentina, y junto con muchos otros, la esperanza de alcanzar finalmente una solución pacífica”, escribió en su misiva a la embajadora.

© Escrito por Marcelo Justo el martes 31/03/2015 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

martes, 3 de marzo de 2015

Daniel Refecas, Un juez incómodo… De Alguna Manera...

Un juez incómodo…

Rafecas ‘mitá y mitá’. Juez Rafecas. Dibujo: Pablo Temes

El rechazo a la imputación a la Presidenta animó al Gobierno y planteó dudas jurídicas.

El fallo del juez federal Daniel Rafecas fue absolutamente inesperado aun cuando no sorpresivo. Como se dijo en esta columna hace dos domingos, Rafecas se sentía incómodo con la causa. Por eso, no bien salió sorteado para hacerse cargo del caso, se excusó, pero la excusación fue rechazada por la Cámara. La incomodidad del juez fue totalmente entendible: había quedado muy complicado en relación con cualquier causa que roce al Gobierno tras su traspié en el caso que involucra a Amado Boudou en la compra de la empresa Ciccone Calcográfica.

Debe recordarse que allí, el magistrado apareció a través de mensajes vía WhatsApp dando consejos a un amigo que, casualmente, era asesor legal del procesado vicepresidente.
Lo primero que en los tribunales llamó la atención del fallo de Rafecas fue que en ese ámbito se han abierto muchas investigaciones basadas en denuncias anónimas –siempre que tuvieran elementos suficientes para ordenar la instrucción– y en el caso de la presentación de Pollicita –con una denuncia debidamente fundamentada en la que solicitaba una batería de medidas de prueba– terminó siendo desestimada por el juez sin hacer lugar a ninguno de los pedidos del fiscal.

Los que conocen los antecedentes del magistrado aseguran que nunca hizo algo así. Asimismo, no declaró la nulidad del requerimiento por indeterminación del hecho delictivo ni tampoco sobreseyó a la Presidenta. Eso implica que si la volvieran a denunciar, todo empezaría otra vez ya que la desestimación no causa estado, a diferencia del sobreseimiento que, de quedar firme, adquiere la categoría de cosa juzgada.

La cercanía de la decisión del juez con el acto de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso es otro dato que no dejó de llamar la atención y generar suspicacias entre varios de sus colegas.
El juez Rafecas sostiene que “no hay delito sino actos preparatorios”. En verdad, lo que el magistrado puede afirmar es que no se concretó el encubrimiento, pero no debería dejar de lado la posibilidad de que se hubiera intentado. Lo que no hubo es consumación del delito. Pero para concluir que no se intentó y que las conductas desplegadas y denunciadas no forman parte del inicio de los actos de ejecución, hubiera sido necesario, al menos, dar curso a la investigación para ver los resultados que arrojaban las medidas de prueba solicitadas por Pollicita.

En este sentido veamos lo que dice el Código Penal respecto de la tentativa de delito: el artículo 42 sostiene que “el que con el fin de cometer un delito determinado comienza su ejecución, pero no lo consuma por circunstancias ajenas a su voluntad, sufrirá las penas determinadas en el artículo 44”, que a su vez expresa: “La pena que correspondería al agente si hubiere consumado el delito (de tentativa), se disminuirá de un tercio a la mitad.

Si la pena fuere de reclusión perpetua, la pena de la tentativa será de quince a veinte años. Si fuese de prisión perpetua, la tentativa será prisión de diez a quince años. Si el delito fuera imposible, la pena se disminuirá en la mitad y podrá reducirse al mínimo legal o eximirse de ella, según el grado de peligrosidad revelada por el delincuente.”
Precisamente, en la página 59 de su denuncia, el fiscal Alberto Nisman había hecho mención a esta circunstancia. Por ello sorprendió que no se diera curso a la investigación para aclarar la situación de los incriminados en la denuncia.

En varios ámbitos tribunalicios se analizó también la actitud del juez de haber salido a hacer declaraciones públicas con el nivel de detalle que lo hizo, lo cual sólo se explica en el marco de su poca voluntad de investigar el caso.

El juez sabe que estando pendiente la resolución de la Cámara no debería expedirse públicamente salvo que quiera asegurarse su plan de ser recusado justamente por haber hecho declaraciones públicas de tamaño calibre. En palabras sencillas, él no quiere realizar la investigación y está haciendo todo lo posible para excusarse o ser recusado.

En la base de la investigación del fallecido fiscal Nisman estaba el inexplicable memorándum firmado entre la Argentina e Irán. Para tener idea de su verdadero alcance era –es– necesario conocer cuáles fueron la interpretación y el alcance que de este acuerdo hizo el gobierno iraní.
Ello quedó claramente reflejado por dos hechos. El primero fue la declaración del vocero de la Cancillería iraní quien, el 12 de febrero de 2013, afirmó que el ministro de Defensa de su país, Ahmad Vahidi, de ninguna manera accedería a prestar declaración indagatoria ante el juez que está a cargo de la causa, Rodolfo Canicoba Corral. Esto dejó absolutamente descolocado al canciller Héctor Timerman, quien unos días antes había dicho exactamente lo opuesto.

El segundo revés para los argumentos por los que el Gobierno impulsó el memorándum lo señaló un editorial del diario progubernamental Tehran Times en el que se leía textualmente que “según la ley y la Constitución de Irán, sólo una corte iraní competente puede citar e interrogar a ciudadanos iraníes sobre la base de pruebas firmes. Por lo tanto este MDE (memorándum de entendimiento) no ha creado la obligación de que las personas asistan a la reunión, y tendrán derecho a decidir libremente si asisten o no… Como la reunión se realizará en territorio iraní, prevalecerá la ley de Irán y un juez iraní presidirá la reunión, pero como no ha sido el juez iraní quien ha acusado a las personas, éste no estará autorizado a interrogarlas”.

De la lectura de este texto surge claramente que Irán firmó el acuerdo con la idea de que a través de él se clausurara cualquier posibilidad de investigar a los acusados de haber tenido participación en el atentado terrorista contra la AMIA. ¿Pudo haber sido tan ingenuo el gobierno argentino de desconocer esto? ¿De quién fue esta idea equivocada y mala? Se sabe que dentro de la Cancillería argentina muchos funcionarios de carrera con real conocimiento de la situación política de Irán se mostraron sorprendidos por el acuerdo, del que fueron severamente críticos. A ninguno de ellos se los tuvo en cuenta.

Como también se señaló en esta columna, la denuncia y la actuación de Nisman generaban dudas y controversias. Era grave que su denuncia hubiera sido cierta; y era grave también que hubiera sido falsa. En uno de los reportajes que concedió en los días previos a su muerte, el fiscal aseveró que tenía todas las pruebas y que las escuchas eran sólo una parte de ellas. Esas evidencias se la llevó consigo a su eterno reposo. Todo ello, unido al presuroso fallo del juez Rafecas que en el Gobierno se celebró con gran euforia, no hace más que confirmar la dimensión de magnicidio institucional que alcanza la muerte de Alberto Nisman.

Producción periodística: Guido Baistrocchi y Santiago Serra.
© Escrito por Nelson Castro el domingo 01/03/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 


lunes, 26 de enero de 2015

Matar al rusito descerebrado…De Alguna Manera...

Matar al rusito descerebrado…


Ahora puedo revelar la fuente porque Alberto Nisman ya murió. Hace exactamente dos años y cuatro días yo hablé largamente con él y me hizo revelaciones que hoy adquieren otro valor. El fiscal muerto estaba con mucha energía pero también, muy preocupado. Había recibido una amenaza más grave que la decenas de aprietes semanales con las que querían intimidarlo. Esta vez a Nisman le corrió un frío por la espalda porque el correo de origen desconocido que le habían mandado decía textualmente:”Rusito descerebrado, te vamos a matar a vos y a tus hijas. Judío hijo de mil putas. ¿No te das cuenta que cambió la mano?”. Semejante aberración era solo el comienzo.

El frío que le corrió por la espalda a Nisman fue porque le exigían que renunciara a la investigación o de lo contrario iban a matar a sus hijas, Iara y Kala. Ahi le enviaban algunas fotos de la casa y hasta del club que ellas frecuentaban y tenían un dato muy reservado que solo lo podrían haber conseguido con espías profesionales.

Hablaban de una inminente mudanza de sus hijas y era algo real que muy pocos sabían. Por cuestiones de estudio, estaban por cambiar de domicilio a los pocos días.

Había algunas precisiones que ni Alberto Nisman sabía.

Pero ese no fue todo el calvario que el fiscal denunció como corresponde en el juzgado Numero 9 a cargo del doctor Luis Rodríguez. Había fotos de atrocidades cometidas por los carteles de los narcotraficantes y le decían ”que tus amigos gringos te ayuden a conseguir un trabajo en el exterior”. Aquí aparece la primera curiosidad porque “gringo”, es la manera despectiva para dirigirse a los ciudadanos norteamericanos que utilizan mas en Venezuela y en Cuba que en Argentina. Aquí, en general se los llama yankys.

El texto repugnante de antisemitismo tiene consignas a favor de Irán y Hezbollah y hacen votos por la “muerte del sionismo usurpador”.

Yo le dije que Nisman estaba preocupado por el nivel de precisión informativa que tenía esta amenaza. Y estamos hablando de hace dos años. Estoy reciclando una columna que escribí en el diario Perfil el 17 de febrero de 2013. Pero también le comenté que estaba con las pilas cargadas de entusiasmo por el trabajo que estaba preparando. Me anticipó que era una denuncia de “600 fojas” que iba a revelar los contactos de kirchneristas con el iraní, prófugo de la justicia, Moshen Rabbani y otras cuestiones de similar gravedad. Insisto con el tema, Hace dos años Nisman me contó esto y yo lo publiqué en Perfil.

Solo hace falta ir al archivo para desnudar la mentira de Cristina que sugiere que otra persona le escribió de apuro el dictamen y que se lo dieron llave en mano para que Nisman lo presentara. Hoy nuevamente Cristina volvió a sugerir que Antonio Stiusso redacto el dictamen como venganza porque lo echaron de los servicios.

En aquel momento, Nisman me contó que tenía escuchas y un trabajo minucioso, casi obsesivo diría yo, sobre el rol de Luis D’Elía que se comportaba como un soldado de Irán. De hecho me detalló algo que tenía entre sus anotaciones pero que era público y por eso me lo podía revelar. Fue un intercambio de tuits entre el piquetero que aplaude a Cristina desde la primera fila y el empresario de medios mas beneficiado con la pauta oficial: Sergio Szpolski. D’Elía acusaba al editor de ser ”un coronel del MOSSAD que recibe millones del gobierno para hacer la comunicación kirchnerista” y el propietario de Tiempo Argentino, entre otros medios K, le contestaba que D’Elía ”era un ladrón que recibía cheques de Irán”. Otros tiempos. ¿Otros tiempos? Creativo Szpolski caracterizaba al régimen de Ammadinejad como el “triple esdrújulo, misógino, homofóbico y xenofóbico”.

El fin de semana anterior a mi publicación en Perfil, Horacio Verbitsky había castigado duro a Nisman acusándolo de haber viajado varias veces a Israel y Estados Unidos y colocando a la misma altura de demonios a Irán e Israel. Todo para argumentar y defender el pacto tenebroso de Etiopía que había firmado su amigo y subordinado, el entonces y actual canciller, Héctor Timerman. En su lenguaje donde mezcla el pensamiento de Cristina con el estilo de los informes de inteligencia que escribía en Montoneros, plantea que los atentados contra la AMIA y la embajada de Israel fueron “parte de una guerra que no libramos”.

Casualmente pero tal vez no tanto, el domingo pasado , en su habitual columna de Página 12, el mismo comandante cristinista escribió en forma muy crítica de lo que llamó “bodoque acusatorio” de Nisman y llamó a ocupar las calles “para marcarle los límites” a quienes “intenten castigar a la presidenta por la búsqueda de la verdad”. Convoco a la movilización popular si es que “un poder contramayoritario intenta confinar la política a un expediente judicial”. Allí denunció que Nisman se había encontrado con Ken Roy, el consejero político de la embajada de los Estados Unidos “antes de presentar su incandescente dictamen”.

El coro estable del gobierno le había tirado con munición gruesa al fiscal. Anibal y Coqui lo habían tratado de ridículo, estúpido, irracional, empleado de Stiusso y golpista. Diana Conti había dicho que iban a salir con los tapones de punta y le aconsejaba socarronamente a la hija de Nisman que se quedara tranquila, que no le iban a maltratar a su padre. “Ni lo intenten”, pintaron en las paredes los muchachos camporistas de Larroque y se prepararon para movilizar y hacer tronar el escarmiento tal como les recomendó en la mañana del domingo Verbitsky. Por esas horas, Alberto Nisman, murió con un tiro en la cabeza. Hoy la presidenta Cristina planteó que fue un asesinato y que le tiraron el cadáver a ella.

Quien quiera oír que oiga.

© Escrito por Alfredo Leuco el jueves 22/11/2015 y publicado en Alfredo Leuco de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



Los dos complots…De Alguna Manera...

Los dos complots…

Huellas Fiscal Alberto Nisman. Dibujo: Pablo Temes

Para el Gobierno, Nisman pasó de golpista a manipulado en 48 horas. No lo cuidaron.

Una mañana de mediados de diciembre último, mientras hacía las compras en el supermercado de la zona, Alberto Nisman se encontró por casualidad con un ex altísimo funcionario del gobierno de Néstor Kirchner y de los primeros meses del de Cristina Fernández de Kirchner. El ex funcionario en cuestión había tenido un papel importante en el proceso de creación de la Unidad Fiscal Especial para el Esclarecimiento del Atentado AMIA.

“Necesito conversar con vos porque te quiero poner al tanto de algo que voy a hacer dentro de muy poco tiempo y que va a generar mucho ruido” –expresó el fiscal. La reunión se produjo a los muy pocos días en el departamento del ex funcionario. Allí, Nisman habló acerca de la denuncia por encubrimiento que pensaba realizar y que involucraba, entre otros, nada menos que a la Presidenta y al canciller Héctor Timerman. “Quedé impactado por el relato de Nisman al que acompañó con el detalle de la escucha que lo involucra a Bogado” –recuerda el ex integrante de los gabinetes K azorado ante la tragedia.

La muerte de Nisman representa un magnicidio institucional que golpea fuertemente al Gobierno y a la República. Tiene –y esto hace al hecho más grave aún– las características de una muerte anunciada. Según relató nuestra colega de Clarín, Natasha Niebieskikwiat, pocas horas antes de su muerte, el fiscal le expresó que podían matarlo. Igualmente, según la declaración atribuida a Diego Lagomarsino, el asistente que le prestó el arma con el que se efectuó el disparo fatal, Nisman se la pidió para defenderse después de que Antonio Stiuso le advirtió que podían asesinarlo.

Sospechas. Es ominoso observar cómo la investigación judicial va transitando caminos que dejan al descubierto hechos increíbles que agrandan el espectro de las sospechas.

¿Cómo es que, ante la falta de respuesta a sus llamados por parte del fiscal, sus custodios demoraron diez horas en entrar a su departamento? ¿Cómo es que durante ese lapso no impusieron de lo que estaba sucediendo a sus superiores? ¿Quiénes son las personas que conocían la clave de ingreso al departamento de Nisman? ¿Esa clave, era la misma de siempre? ¿Por qué teniendo dos armas y sabiendo que el prestar un arma es un hecho ilegal, le pidió a Lagomarsino que le facilitara la suya para defenderse? ¿Hubo una zona liberada en el domicilio de la víctima?
Entre la lamentable primera carta de la Presidenta, en la que dedicó casi dos carillas a hablar de ella misma, y la segunda, se verifica un giro de 180 grados que demuestran el desconcierto y la desesperación que en estos momentos atraviesan el corazón del poder. La Presidenta pasó de hablar de un “¿suicidio?” a “un suicidio (que estoy convencida) no fue”. En 48 horas el fiscal pasó de ser un golpista y desestabilizador a víctima de un engaño, casi como si fuera un “pelele”.

Las escuchas ponen en evidencia la existencia de una diplomacia paralela.

El presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, haciendo un triste papel, –no fue el único integrante del kirchnerismo que lo hizo– habló el lunes de una mafia, a la que intentó rebuscadamente ligar a Clarín, que llevó al fiscal a quitarse la vida. En esa exposición el tema fue el por qué de la decisión de Nisman de adelantar su regreso desde Europa, suspendiendo así el viaje de regalo de quince años que le había hecho a su hija. Sobre ese punto en particular insistió también Aníbal Fernández. Esa incógnita que tanto desvela al Gobierno, la conoce la ex esposa del fiscal, la jueza federal de San Isidro, Sandra Arroyo Salgado quien, en respuesta a la pregunta de si creía en la hipótesis del suicidio, respondió “No”, en lo que fue su única manifestación pública sobre el caso. De lo que se sabe, la magistrada, que está profundamente afectada por la muerte del padre de sus hijas, no está de acuerdo con el rumbo de la investigación y descree del resultado de la autopsia y de la pericia sobre el arma.

El relato del secretario de Seguridad, Sergio Berni, sobre lo sucedido en la noche del domingo en el departamento de Nisman y el sospechoso comportamiento de los custodios, ponen en jaque su aptitud para ejercer su cargo. Ni qué hablar de la ministra de Seguridad, Cecilia Rodríguez, de la que nada se sabe.

Paralelas. Las escuchas del caso que comienzan a conocerse ponen al descubierto la real existencia de una diplomacia paralela con Irán. Como muestra, nos detendremos aquí en una en particular, la del 27 de enero de 2013, día de la firma del memorándum, en la que Alejandro “Yusuf” Khalil le informa a Luis D’Elía de ese hecho y le dice: “Firmó Timerman y Shaleji. El memorándum ese lo hemos escrito hace seis años con una persona. Lo presentamos y nos dijeron que era inviable”… “Ese memorándum lo escribió Fernando (Esteche)”. Efectivamente, a fines de septiembre de 2007, el gobierno iraní, que había reaccionado airadamente frente a la dura acusación que unos días antes le había hecho Néstor Kirchner en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, emitió un comunicado firmado por el entonces canciller Mohamed Alí Hosseimi, en el que se atribuyó el estancamiento de las negociaciones a la “corrupción del sistema judicial de Argentina”, para agregar que, “como gesto humanitario la República Islámica de Irán ya ha anunciado que está dispuesta a formar parte de un comité legal judicial y legal con Argentina” para clarificar varios puntos del caso. Ese comité fue lo que en el memorándum se denominó “Comisión de la Verdad”. Néstor Kirchner rechazó de plano esa propuesta. ¿Qué llevó a la Presidenta a dar ese giro copernicano en el caso?

El comunicado del Partido Justicialista del jueves constituyó otro bochorno. Algunos de los hombres fuertes del Gobierno, como fueron los casos de Aníbal Fernández y Florencio Randazzo, experimentaron un verdadero alivio el no haber participado del acto en el que se leyó el documento... El comunicado, en cuya redacción tuvo activa injerencia el secretario Legal y Técnico de la Presidencia, Carlos Zannini, dejó en claro algo: lo único que le interesa al Gobierno es encontrar la forma de despegarse lo máximo posible de este caso. Ya es tarde. Era fundamental cuidar a Nisman. Nada de eso fue lo que hizo el Gobierno. Lo dejó solo, error imperdonable que resultó ser fatal.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 25/01/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


La verdad, ¿a quién le importa?... De Alguna Manera...

La verdad, ¿a quién le importa?...

Desde que el cuerpo sin vida del fiscal Alberto Nisman fue hallado en el baño de su departamento, me he cansado de advertir en contra de las especulaciones sin sustento y el estrépito de opiniones que confunden y angustian a lectores y espectadores, cuando no son puros intentos de manipulación. Esto concierne por igual a periodistas y dirigentes políticos, tanto del gobierno como de la oposición. He insistido en cambio en atenerme a los duros hechos, como se titula la nota que aparece en la página 6 de la edición de hoy. Entre las excepciones a esta regla deprimente vale la pena mencionar a dos periodistas del diario La Nación, Jorge Urien Berri y Hugo Alconada Mon. Sus notas de estos días muestran que los hechos pueden ponerse por delante de las opiniones y que en este oficio hay lugar para la decencia.
Cuando se trata de medios masivos, el riesgo es que el público, sin acceso a fuentes propias, tome al pie de la letra versiones interesadas que se presentan como sucesos comprobados. Una vez instalada, la versión se repite sin asomo de dudas y sobre ese dato ya asumido como incontrastable comienzan las opiniones a favor y en contra. Cuando le toca a uno, es fácil advertirlo y tengo una larga experiencia. Pero esto sensibiliza para detectar cuando otros son víctimas de esa tergiversación e induce a ser cauto, sobre todo en episodios tan tremendos como la muerte del fiscal.
Un caso paradigmático se inició con una frase del jugador de tenis Guillermo Vilas, quien en un programa de televisión declaró que si el entonces presidente Carlos Menem “hubiera dicho lo que pensaba hacer, nadie lo hubiera votado”. Un periodista se la atribuyó luego al propio Menem, otros la repitieron, los simpatizantes consideraron que era una picardía simpática, para los que no lo querían fue una repugnante muestra de cinismo y las opiniones taparon la verdad. Haga la prueba de repetirles la frase a diez conocidos. Habrá incluso quienes recuerden el tono y el gesto con que le escucharon algo que Menem nunca dijo, acaso porque era más pícaro que Vilas. Después piense qué nos enseñan esas respuestas sobre la construcción del acontecimiento, como se titula un libro del semiólogo de Clarín Eliseo Verón, que traduje del francés durante los años del exilio interno.
Esta semana fui involuntario protagonista de esa fabricación inescrupulosa de la realidad. En la edición del viernes 23 de Clarín, el columnista Nicolás Wiñaski analizó las dos cartas de la presidente CFK sobre la muerte de Nisman y atribuyó a “fuentes oficiales con acceso a la intimidad del poder” que “la segunda carta presidencial tiene otra estructura porque se redactó influenciada por los argumentos y expresiones propias del presidente del CELS, Horacio Verbitsky, y del ex juez de la Corte Suprema Raúl Zaffaroni”. Agrega que “la segunda carta fue supervisada con más cuidado, y también por otros influyentes del poder K. Cristina tomó varios de los argumentos con los que Verbitsky criticó la denuncia del fiscal del caso AMIA. Lo citó como fuente, por ejemplo, para sostener que la acusación de Nisman era débil porque dice que el Gobierno le garantizó a los iraníes imputados en la causa que dejaría de buscarlos Interpol, algo que finalmente no pasó”. Según Wiñaski, Cristina me “citó como fuente, por ejemplo, para sostener que la acusación de Nisman era débil porque dice que el Gobierno le garantizó a los iraníes imputados en la causa que dejaría de buscarlos Interpol, algo que finalmente no pasó”. Es al revés: mi nota del martes 20 sobre Interpol se basa en la conferencia de prensa en la que Timerman leyó el mail de su secretario general Ronald Kenneth Noble, que desmiente a Nisman. Que se sepa, Timerman es ministro de Cristina, aunque esto lo solucione fácil un humorista cordobés que en el mismo diario me llama Comandante Cristinista y dice que Timerman es mi subordinado.
La referencia a fuentes que no se identifican es un hábito generalizado en la prensa argentina y en cada caso todo depende de la credibilidad de quien transcribe lo que dice que la fuente le dijo. Como regla general, cuanto menor es la seriedad del autor más ostensible es la operación. La nota de Wiñaski es ambigua, sugiere más de lo que dice, pero su editor la simplificó en el título: “Un texto con letra de Verbitsky y Zaffaroni”. Ayer, en el mismo diario, Gabriel Levinas dio otra vuelta de tuerca sobre la versión de Wiñaski. Dice que escuchó en radio “una nota que por su estilo reconocí inmediatamente escrita como del columnista Horacio Verbitsky. En ella, el autor sostenía con certeza que la muerte del fiscal Alberto Nisman era producto de un crimen, había sido asesinado. Me sorprendí al finalizar la lectura, ya que la carta había sido firmada por Cristina Fernández de Kirchner, quien había dado un vuelco fundamental en su opinión sobre la muerte del fiscal del caso AMIA. Un día después, en este diario, la nota de Nicolás Wiñazki (sic) aclaraba mi confusión inicial. La nota efectivamente había sido escrita por Verbitsky con la colaboración del ex juez de la Corte Suprema, Eugenio Zaffaroni”. Levinas afirma como prueba de la verdad algo que Wiñaski no dijo. Lo que viene de ahora en más son derivaciones sobre por qué lo hice, cuándo, dónde, por qué razones y con qué resultados, más las consiguientes opiniones de cada emisor.
Esto no torna verdadero un hecho falso, directamente inventado, con intenciones aviesas. Desde la muerte de Nisman escribí dos columnas en estas páginas y concedí tres entrevistas: a Cecilia Laratro, de la Televisión Pública, Gustavo Sylvestre, de C5N, y Wyre Davies, de la BBC. En ningún caso afirmé lo que Levinas me atribuye. “Es prematuro concluir si el fiscal general Alberto Nisman se suicidó o fue asesinado. Cualquier afirmación al respecto que no esté sustentada por constancias indudables de la investigación sólo tiende a capitalizar lo sucedido en una dirección u otra”, comienza la nota del martes 20 (http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-264334-2015-01-20.html). La del día siguiente no habla de la muerte del fiscal, sino de los endebles argumentos de su dictamen. En las dos entrevistas prediqué cautela y me negué a lanzar interpretaciones sobre su muerte cuando la investigación recién comienza  (https://www.youtube.com/watch?v=-V4-wTWFkLU y https://www.youtube.com/watch?v=7pNQ_7RsvdM). En la primera digo que no me animo a calificarlo de suicidio (cuando Sergio Berni y hasta la fiscal Fein lo afirmaban) pero que para sostener lo contrario, con lo que se conocía hasta entonces había que forzar demasiado los hechos. En ambas menciono el compromiso que el gobierno asumió con las víctimas del atentado, ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en 2005, de reformar los servicios de Inteligencia. Agrego que no lo cumplió y señalo la relación promiscua entre esos servicios y la justicia federal. Es lo que sostuve siempre en estas páginas, aun cuando al gobierno ese lecho no le parecía incómodo. Y lo mismo sostuvo el CELS en un comunicado del 19 de enero, que se tituló “Atentado a la AMIA: la verdad y la justicia requieren decisiones políticas y judiciales firmes”. (http://www.cels.org.ar/comunicacion/?info=detalleDoc&ids=4&lang=es&ss=46&idc=1884).
Donde se ha suspendido el control de calidad es posible escribir cualquier disparate. Ni siquiera voy a especular sobre las razones de Levinas para falsear la realidad, en forma tan burda y autodescalificatoria. Sólo quiero dejar en claro cuál es mi posición para quienes leen y escuchan de buena fe, es decir la inmensa mayoría del pueblo argentino, harto de mentiras y operaciones.
© Escrito por Horacio Verbitsky el domingo 25/01/1015 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.