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domingo, 10 de junio de 2018

Argentina magmática… @dealgunamanera...

Argentina magmática…


El aumento del dólar, la inflación y la temperatura política general convirtió en líquido cualquier fundamento electoral para 2019.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el martes 26/05/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Al igual que el aumento de temperatura fusiona las rocas que se transforman en magma, el aumento del dólar, la inflación y la temperatura política general convirtió en líquido cualquier fundamento electoral para 2019. Ahora todos son presidenciables, además de Macri y Vidal, los esperables Urtubey y Massa, los outsiders Tinelli y Manes, los clásicos De la Sota (dicen que oficializa la semana próxima) y Lavagna (“se precisa un economista”), en diferentes combinaciones con Pichetto como candidato a vicepresidente y hasta De Narváez como gobernador bonaerense. En el kirchnerismo, Rossi, Capitanich y hasta Felipe Solá son los mencionados mientras se sospecha que Cristina Kirchner les dice a todos que ella no será candidata pero cuando se acerque la fecha terminará siéndolo. No es seguro que ese sea el deseo de la ex presidenta pero seguro lo es de Cambiemos, que ante un eventual ballottage sabe que polarizando contra Cristina le irá mejor que contra un peronismo razonable.

Sobre Tinelli se opina que el ciclod e famosos se agotó con Reutemann, Scioli y el propio Macri.

La posibilidad de que el kirchnerismo pueda volver (el club del helicóptero), enterrada en octubre de 2017 y de difícil resucitación salvo que la economía explote, volvió como amenaza. La usan los delegados gremiales de las empresas y reparticiones públicas para amedrentar a aquellos que no quieren plegarse a las huelgas o al trabajo a desgano: “Ojo que cuando nosotros volvamos te podemos acusar de traidor”. El miedo al regreso del pasado con que psicopatizan a los empleados públicos que quieren trabajar funciona como amenaza tácita en los inversores y empresarios: “¿Qué pasa si invierto y regresa el populismo?”. El derretimiento de las esperanzas económicas genera una política magmática que produce una economía magmática que retroalimenta la política magmática. El círculo vicioso que al igual que su inverso virtuoso se suceden en forma de espiral: descendente o ascendente, cuando la solidez política produce solidez económica y viceversa.

Desde el Gobierno piensan así. Creen que, al igual que se dio vuelta negativamente el humor social de diciembre a mayo, podría volver a darse vuelta hacia principios del año próximo y llegar a la campaña de las PASO nuevamente ganadores. Aunque la economía no sea una panacea, esperan que, por el hecho de que no se hayan cumplido los vaticinios de desastre, se cumpla que “lo débil que perdura se hace fuerte”.

Desde el Gobierno también se insiste en que Macri y no Vidal será el candidato presidencial en 2019. Porque por más que la gobernadora tenga mayor aprobación, cuando el Presidente cae en las encuestas también cae Vidal, y para que Cambiemos gane a nivel nacional en 2019 es esencial que gane en la provincia de Buenos Aires, y Vidal es la única que podría lograrlo.

En el electoralismo también magmático hasta se especula con que Macri reforzará su candidatura a presidente 2019 anunciando que Rodríguez Larreta será su próximo jefe de Gabinete, como si fuera parte de la fórmula presidencial, aunque en un cargo no electivo. Algo parecido a cuando Néstor Kirchner, para aumentar sus posibilidades en las elecciones de 2003, anunció que Lavagna sería su ministro de Economía si resultaba electo presidente. En el caso de Rodríguez Larreta, su aporte al gobierno nacional serían sus credenciales como un gran gestor, recreando el exitoso sistema de Macri jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, donde, en lugar de dos vicejefes de Gabinete como Quintana y Lopetegui, había directamente dos jefes de Gabinete, con Larreta y Marcos Peña, uno de gestión y otro de política.

Hoy hasta el último disparate resulta plausible porque, al desvanecerse las certezas, toda posibilidad resulta probable. Pero la existencia de tantos candidatos a presidente del panperonismo también puede resultar una fortaleza para Macri: que haya muchos también puede significar que ninguno tenga la suficiente fuerza como para hacer inverosímiles a los demás, mientras que desde Cambiemos solo el Presidente tiene el poder.

Argumentos hay a favor y en contra. “Tinelli sí” porque es el más conocido, “Tinelli no” porque ya se agotó el ciclo de los famosos con Reutemann, Scioli y Macri, mientras que ahora haría falta un economista como Lavagna, respetado tanto por los peronistas como por los radicales. También hay quienes creen que Cristina estaría dispuesta a competir en las PASO del PJ y que Unión Ciudadana no llevaría candidatos propios si viera la posibilidad de que una oposición unida pudiera ganarle a Macri en primera vuelta, y hasta se vuelve con la especulación de que aceptaría ser candidata a gobernadora de la provincia de Buenos Aires porque aunque no tuviera los fueros de senadora, la Justicia no se animaría a tocarla con el peronismo de vuelta en el poder.

El futuro es impredecible, tanto como que hace seis meses nadie imaginaba este escenario político-económico. Pero que tantos crean que pueden ser presidentes es un hecho objetivo del presente que indica la debilidad en la que cayó Cambiemos, lo que también se percibe en las críticas que recibe de periodistas que fueron afines al oficialismo durante los primeros dos años y medio. Tiene razón Quintana cuando dice que en enero era “el presidente sustituto” mientras Macri y Peña estaban de vacaciones y se lo imaginaba a él al mando de la Casa Rosada, y hoy es el culpable de todos los males. O Marcos Peña, que hasta hace poco se lo comparaba justamente con el marqués de Pombal, el célebre primer ministro de la Corona portuguesa en el siglo XVIII, y junto con Quintana recibe hoy críticas desde todos los sectores.

Si Cambiemos fracasara con la economía, se preferiría como candidato a alguien como Lavagna.

El magma es líquido mientras se mantiene a altas temperaturas pero en su recorrido se va enfriando y se solidifica. Todo dependerá de cómo se mantenga la temperatura política y económica argentina. Es extraño imaginar una Argentina en llamas el 1º de diciembre con los jefes de Gobierno del 80% del producto bruto del mundo en Buenos Aires por el G20. Y es difícil imaginar también que la reapertura de paritarias por la cláusula de revisión ante una inflación bien superior al 15% no generará hacia fin de año conflictos sociales que influyan sobre el humor general. Pero las cartas aún no están echadas. Nunca lo están.




(Fuente: www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com    

jueves, 14 de diciembre de 2017

Reforma previsional: facilismo, hipocresía y caos… @dealgunamanera...

Reforma previsional: facilismo, hipocresía y caos…


El clima de consenso se hundió entre gases lacrimógenos y piedrazos. Gobierno y oposición deben hacerse responsables del descontrol. ¿Quién piensa en el futuro?

© Escritio por Edi Zunino el jueves 14/12/2017 y publicado por la Revista Noticas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

En los álgidos pasillos parlamentarios se asegura que, confiado en que le daban los números, el Gobierno aceleró el tratamiento de la reforma previsional para evitar debatirla entre el 19 y el 20 de diciembre y esquivar, de tal modo, un clima de provocación y caos en una fecha tan simbólica. Le salió mal. La sociedad, la oposición y los medios no se guían por las especulaciones marketineras del laboratorio macrista. El apurón en sí mismo fue tomado como una bofetada. Y se armó.

El clima de consenso logrado en el pacto con los gobernadores, la CGT y hasta la interna de Cambiemos se volvió todo lo contrario. Macri tiene la Gendarmería fácil. Es un actor central de su relato. Las fuerzas de seguridad se han convertido en el aliado que le falta, para afrontar con mano dura el complejo de ingobernabilidad que suele afectar a los mandatarios que no tienen (o no lograron aún) hegemonía político-institucional.

Aunque tomado con oportunismo, hipocresía y demagogia por la mayor parte de la dirigencia política y social (e incluso buena parte de la sociedad civil) el tema de las jubilaciones es demasiado sensible. Ni siquiera los medios más oficialistas se animaron a justificar la “reforma”, dado que sus audiencias rebalsan de jubilados e hijos de jubilados que deben comer y medicarse. Ganan poco. Alimentos y remedios ocupan los primeros renglones de los indicadores inflacionarios.

La oposición no se salva del disparate. Nadie presentó alternativas al proyecto oficial. Sólo hubo quejas fáciles, supuestamente ideológicas, y especulación con los tiempos del debate o no-debate.

Nadie duda que el sistema previsional y las cuentas estatales crujen. Gobierno y oposición hicieron la más fácil, corridos por sus propias urgencias electoralistas. Jugar a la grieta en estos temas lo que evita es ir al fondo del problema. La Argentina gasta más de lo que recauda y, sobre todo, carece de un plan maestro de largo plazo. Hacerle caso o desobedecerle al FMI configura una discusión de miopes amarrados al hoy. Sin futuro. Ya nos pasó mil veces. Ya fracasamos mil y una.

Acabamos de cumplir 34 años corridos de democracia. El veradero sentido del asunto es para qué. Gendarmes y piedrazos sólo consolidan el statu quo, gane quien gane.

La cordura, esta vez, fue impuesta por Elisa Carrió: la menos convencida del proyecto de ley y oficialista más incómoda para las previsiones de la Casa Rosada. Dijo que “en este clima de violencia no se puede hacer una sesión. No vamos a responder a la violencia con violencia”. Se abre un paréntesis. Cordura discursiva. En la calle la violencia del Estado es el contrapunto de la protesta.


sábado, 20 de mayo de 2017

Rebajar lo humano… @dealgunamanera...

Rebajar lo humano…


El pretexto, la coartada, la excusa o el subterfugio son todas figuras propias de una conciencia que busca otra versión disimulada para sus verdaderos deseos o apetencias.

© Escrito por Horacio González el jueves 18/05/2017 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Se podría decir que esa es una característica de las personas que mantienen su ansiedad sobre un objetivo, pero que por distintas razones, vacilan en presentarlo con su identidad verdadera. Tejen redes arácnidas, tienen miedo de sus propias desmesuras. Su táctica es la de hacer constantes excepciones  sobre sí mismo, pero han aprendido que la palabra es un simple cortinado ocasional. Luego de un choque con quienes considerarán ajenos o inadmisibles esos anhelos suyos, no les cuesta ausentarse de lo que han dicho. Hacen desaparecer lo dicho como en una propagando de mosquitos. 

El atenuante de este comportamiento es conocido. Nunca es difícil encontrar un uso inevitable de coartadas en la acción humana. Esto no ocurriría en las excepcionales conductas que actúen no por intención sino en nombre de una ley universal. Pero la coartada sistemática nos lleva a una conducta de mala fe que los funcionarios de este gobierno han “protocolizado” como gravísima eximición del mundo del habla y lo que ella implica como compromiso y autoexamen. Al contrario de lo que toda persona cree, para ellos hablar no implica costos sino efímeras actuaciones. Se consideran así exentos de censuras o autocensuras.

La  teoría de una conciencia gubernamental insoportablemente opaca pero pavorosamente desdeñosa del drama del lenguaje (esto es, de la promesa, la culpa o el dolor). Hablar entonces son emisiones encadenadas de excusas y venganzas contra el tiempo. “Esto hoy lo creemos pero lo negamos, fojas cero; pero volveremos.” Y reinician el ciclo de sus alucinaciones.

De ahí el uso del pretexto y todo un bagaje de recursos evasivos para darle curso a acciones que tienen la estructura de esa mala fe, la que aplican ignorando conscientemente su verdadero sentido. En su reemplazo, esgrimen una segunda cuerda, un acorde menor, de apariencia indiscutible, para que sirva para la justificación de una decisión desmedida o agraviante. Así, para concluir el plazo de la Escuela Itinerante, el macrismo alegó que era necesario arreglar las veredas de Plaza Congreso.

Para justificar lo bochornoso del fallo de la Corte, se lo disimuló alegando la independencia de poderes. Quieren reivindicar el pasado terrorismo estatal, pero se exoneran a medida que la Ciudad les hace llegar los indicios masivos del repudio. ¿Rosenkranz? ¿Rosenkranz? ¿Quién es? ¡Ah! Un personaje “totalmente independiente” de una obra de Shakespeare. Sí, uno que tuvo que hacer un viaje con un tal Guilderstein. Con razón ni sabíamos en dónde estaban. ¿Y Rosatti y Nolasco podemos decir que son personajes de una ópera de Verdi? ¡No, no exageremos con las exoneraciones compulsivas!

Para  masacrar la vida urbana como inherente a un conjunto vital de ciudadanos-trabajadores, la desmenuzan en la atomización extrema en la figura del vecino. Es el paso para justificar  la conversión de la ciudad en vías de circulación extremadamente agresivas con sus clásicas instalaciones urbanas. Dicen que con el Paseo del Bajo se ganará en espacios verdes. Para desmantelar el jardín zoológico dicen que pondrán un parque ecológico. Para intervenir políticamente en el municipio de La Matanza dicen que lo favorecen con la extensión del Metrobús.

Los asuntos políticos los hacen pasar por cuestiones técnicas, las cuestiones técnicas por políticas de seguridad, la seguridad se transforma en un protocolo, el protocolo sustituye a la ley, y la ley ya no es más un acto deliberativo de la conciencia pública –individual o colectiva–, sino un sondeo de opinión, un nivel de encendido de un canal de televisión, un rito publicitario para vender una ciudad postiza como los pícaros que hacían loteos falsos en la película El Jefe (Ayala, Viñas, 1962). Diagramar conductas con tecnologías de sujeción de la conciencia pasó a llamarse Ley. Manipular un Metro-carpetazo-bus para investigar irregularidades, en vez de crear tribunales ecuánimes –lo que todavía no es imposible a pesar de la corrosión institucional imperante–, muestran una vocación inquisitorial que entre el necesario juicio ponderado y la metodología global del escándalo, elige una cámara de castigos a la “buena de dios”. Su verso parece republicano, pero no es la poética de Rousseau sino la de Savonarola.

Así se transforma la vida en un flujo de acoplamientos mecánicos revestidos de grácil ligustrina. Se la lleva a lógicas de experimentación humana que están por encima de códigos o de tradiciones jurídicas. Antes gobernó el Proceso, al que el macrismo añora en sus clubes políticos. Ahora gobiernan por medio de procesamientos. Denominan ley a una aleación empresarial-jurídica- gerencial y disciplinaria. De allí sale la decisión, la voluntad o el capricho. Incluso el caprichito. Y la ley siempre llega después, para sufragar un hecho consumado. Es ley macrista. Ley que recubre lo ya decidido; ley que es la retaguardia justificadora, luego que una orden de desmantelamiento fue ejecutada; ley es una retícula hueca que se hace presente con calculada demora para cubrir lo que premeditadamente fue  destruido antes.

El macrismo es fáctico, brutal, sus intelectuales disfrazan el daño realizado con ropajes de constitucionalismo republicano. La república se extingue en sus manos, la aplastan al convertirla en actos de injuria, en persecuciones basadas en exterminios morales.

¡Toquen la palabra República cada vez que Macri la pronuncia! Suena a hueca, como si una lanza hubiera rebotado contra el caballo de Troya. Adentro esperan para tomar la Ciudad los arregladores macristas de veredas.

El código que admiten es el del insulto a lo popular, para luego solaparlo todo con el dicho de que lo mejor que tenemos es el mismo conjunto de personas que acaban de vejar. (Pueden sonar bombos del Tula en este preciso momento.) Al peronismo lo consideran un pellejo vacío y precisan peronistas que se digan macristas y viceversa. No faltan apostadores. La excavación automática del subsuelo social no da abasto; lo dedos se electrizan de tanto timbrear. La leyenda del arreglador de veredas merecería estar en la Biblia.

El macrismo convirtió a la república en una monarquía del pretexto, en una autocracia de la coartada. Ese catálogo completo de la aplicación de señuelos saca de apuro de cualquier gabinete, con su jefe y todo. Incluye a trolls off shore, que globalizaron el insulto como se globalizaron las computadoras chinas.  Desaparece el lenguaje con mínimos anclajes de verosimilitud. Siempre un lenguaje vivo contiene su retractación, su pensar sobre sí mismo, su aire confesional o excusatorio. No aquí. 

Estos genuinos recursos han  desaparecidos ahogados por un planicie metálica de dos fríos enchapados: primero muestran un acto reglamentario intrascendente para impedir el juego político trascendente; luego presentan un ámbito público  individualizado –por ejemplo, la Ecobicicleta–, como cobertura bucólica de actos de afrenta laboral, vejación personal, lapidación de nombres y prestigios. La pesada herencia es lo más liviano que hay cuando es una obtusa metáfora y más pesada de lo que creen cuando es una eficaz memoria social que decide no volver a fojas cero.

La palabra volátil y desarticulada es transportada sobre decisiones de guerra. Para eso, los publicistas oficiales pintarrajean la destrucción como si fuera un umbral para la esperanza futura. Es el ameno pasaje macrista al desmigajamiento del trabajo, la anulación del legado histórico nacional en su amplitud soberana. Es el aplastamiento de la nación misma tragada en juegos corporativos no declarados algunos, alegremente declarados otros. Endeudamientos inconcebibles, operaciones contra otros estados –Venezuela–, y un proyecto de perdurabilidad infinita.

Nada tenemos contra el metrobús, como es obvio; sí contra su ideologización alcornoque; nada contra la bicisenda y sí con su explicación obtusa; nada contra la felicidad sino contra la pánfila intención de anunciarla con eufemismos melosos y huecos. ¿Por qué llamar Paseo del Bajo a una modalidad de circulación urbana que representa nada más que a una visión del capitalismo que mira las ciudades  como ámbito privilegiado de su reproducción financiera? La Avenida 9 de Julio era un verdadero Paseo antes del Metrobús. Allí sí fue una imposición de la Bicicleta financiera absorbiendo metrobuses  y Bicicletas amarillas.

No es chiste, Mordisquito; te regalan diez minutos de transporte pero te cobran la plusvalía urbana bajo la forma de un ocio represivo. ¿Te acordás, Mordisquito, quién escribió esa frase? Olvidemos. Te empobrecen bajo un protocolo obligado y te mandan a pedalear en una Eco-Ciudad que ya no es tuya. Es un eco del circulador inmaterial del gran Capitalismo. Es el plato fuerte de la globalización irresponsable, que anula lo que toda nación debe resolver en su seno, la preparación del hombre universal, de un humanismo incisivo que piense el planeta bajo el estímulo de una nueva humanidad del trabajo y la cultura emancipada.

Todos estos son planos del laboratorio maquinístico que robotiza el trabajo, lo brutaliza para quienes lo tienen y lo “pilotea cancheramente” para quienes no lo tienen y quizás no lo tendrán.  La circulación humana, un derecho histórico consagrado, la acicalan con calcomanías de alegría  y el éxtasis de un tuteo falsificado. Por eso, “vos” que me estás escuchando, vos, sí, vos, Mordisquito, como te decía Discépolo, ¿qué harías si oyeras al soberbio e improvisado Macri decir que habló con Trump sobre “vos”…?  ¿Te creías que antes, cuando el gobierno anterior decía capitalismo serio, hacia solo obra capitalista? No, Mordisco, hacía cosas a las que por improvisación les daba ese nombre pero  merecían otro. 

Ese otro nombre, costaba hacerlo salir de las gateras. Pero mirá como está el mundo, Mordi. Todo ha mutado, vos y yo también. Pensalo. Te quiero decir una cosa más, ponételo en la cabeza, que junto al corazón son emblemas alegóricos de la libertad ¡Qué frase! ¿Te diste cuenta, no? Bueno, ante esta destrucción de la lengua, la política, la cultura de textos e imágenes, de la libertad urbana, de la vocación laboral, hay una persona que debe presentarse a la lid. Con urgencia –mirá lo que te digo–, con urgencia. Porque guarda una distancia enorme con el resto. Se llama Cristina, vos la conocés. Sé que primero la viste con suspicacia y luego  te diste cuenta. Y empezaste a reírte del tintineo de mucha moneda falsa lanzada por los truchos del pretexto infinito y de la coartada sistemática. Son momentos cruciales, perentorios. Dicen que polariza mal, que con ella se discute el pasado y no “para adelante”. ¿Y? ¡Si justamente se trata también de discutir contra esos conceptos de ocasión! Es un tema de tragedia clásica no de estadística profesional.

Bueno, Mordi. Tiene  que presentarse porque no tiene otro remedio que presentarse. No me mires así. Y encima te agrego: dijo cosas importantes en Europa. ¿Pero por qué ponerlas bajo la invocación de un capitalismo serio? Concepto equívoco,  aunque sea dicho con toquecito irónico y teniendo en cuenta los nubarrones de violencia que imperan por doquier, el drama de los migrantes, las graves militancias sacrificiales de nuevas teologías políticas. Mordisquito, vos no sos el de antes, yo tampoco. Cristina debe decir presente, ni siquiera en nombre de su liderazgo ni de cómo “tracciona votos” –ojo a la jerga–, sino por la incumbencia fatal que una persona no puede eludir. Pues encarna ese pathos de la distancia –no te asustes por la frase, hasta la dicen en la Casa Rosada; es de Nietzsche pero lo comprenden mal–, distancia que la separa inevitablemente del absolutismo trivializado que nos gobierna.

Esa distancia primordial y fuera de discusión puede esfumarse en la indigna crueldad de estos días si no se asumen las quijotadas y las valentías necesarias. Debe presentarse –no me mirés así, Mordisquito–, y te digo más, debe presentarse poniendo otra palabra sugestiva y convocante en el lugar donde dice capitalismo, palabra que no está a la altura de todo lo demás que dice.

¡Date cuenta, Mordisquito! date cuenta, no es un tema político ni económico; es que están rebajando lo humano, nos dicen que estamos demás, aquí y allá, que nos corramos, que nos vayamos, que tienen que reparar esta vereda, que ni para pedalear servimos. No nos rebajemos, vos no sos el mismo Mordi, ya te lo manifesté de entrada. No sos el que desconocía por qué se estaba así, como te pinchaba Discepolín, que en el fondo te tenía como un hijo descarriado, como se decía antes. Comprendiste, comprendimos. Está el país en juego y una noción de la emancipación humana se podrá abrir ente nosotros. Dos cosas nos deben llenar el ánimo de admiración y respeto, Mordisquito. El cielo estrellado sobre nosotros y la ley moral en mí, en vos, y en todos nosotros.

Horacio González




sábado, 13 de febrero de 2016

Cinismo simpático… @dealgunamaenra

Cinismo simpático…

Buenas Ondas. Mauricio Macri. Dibujo: Pablo Temes.

La reunión de Macri con el sindicalismo está sobrevaluada. Paritarias al sol del nuevo poder.

Para una gran mayoría de argentinos, lo obvio se vuelve extraordinario. De repente. Convierte episodios comunes, casi rutinarios como dormir o comer, en portentos de la naturaleza,en fenómenos inéditos. Con esa felicidad inesperada hay que interpretar el “diálogo” que propicia el Gobierno, la “búsqueda de consensos”, un “sistema estadístico” o la osadía de Mauricio Macri por incluir en su repertorio la palabra “inflación”. Puede continuar la lista de obviedades sobre las que se habla y consume, aunque escaso sentido tiene enumerar acontecimientos normales, inevitables, a menos que se los compare con las forzadas rarezas de la última década kirchnerista. Con un rezago terco que la memoria no olvida.

Ese estado de ánimo único también rodeó, claro, el último encuentro entre dirigentes sindicales de la CGT & Cía. y el Presidente, uno entusiasmado en testimoniar en una placa su voluntad de conciliación mientras gana tiempo para la situación de crisis, los otros inquietos para no hundirse con la economía en picada y, de paso, recuperar fondos (o bonos) que el Estado retiene de las organizaciones gremiales. De ahí que, al salir del cónclave, cualquiera de los invitados podía utilizar una frase de simpático cinismo que circula en los ambientes políticos: “Quiero que le vaya bien a Macri, porque de ese modo nos irá bien a todos”. Así también pasa el tiempo.

El estandarte de ese pregón le cabe a Hugo Moyano, a quien le cuesta ocultar su espíritu colaboracionista (el mismo de los otros contertulios sindicales), rasgo que habrá de transformarlo en un criticado Augusto Vandor para la escuelita primaria de los cámporas, quienes recuerdan con desdén a ese líder asesinado por las formaciones especiales antes de los 70. Ignorando tal vez que, al revés de Moyano, Vandor vivía en una pieza con otros dos compañeros cuando ya era clave en el gremio metalúrgico, y cuando viajaba a Madrid el equipaje a veces era un paquete de ropa envuelto en papel de diario y atado con piolines. Mucho más manifiesta es la inclinación de Moyano por Macri que la de Vandor por Onganía y Lanusse, hasta lo confesó antes de entrar al decir “ni a Menem le hicimos un paro cuando empezó su gobierno”, como si fuera una actitud histórica de su conducta. Pareció olvidarse en esa reseña de que a su amigo Néstor Kirchner sí le organizó huelgas apenas empezó la administración debido a que el santacruceño no cumplió algunas promesas tangibles que les había comprometido a contribuyentes de su campaña, como Moyano. No le cedió a Moyano la Secretaría de Transporte, y ocupó el cargo con alguien de su confianza (Ricardo Jaime), y hasta empresas cercanas al sindicalista se quedaron sin subsidios. Una traición, empezaron los paros y Kirchner no aguantó un round: le entregó a Moyano el segundo de la Secretaría, y desde entonces se hicieron compinches públicos hasta aquella agitada discusión telefónica –de la cual Cristina y su hijo parecen no olvidarse más–, unas horas antes de la muerte del ex mandatario.

De la media docena de gremialistas convocados a la Casa Rosada, para Macri hoy Moyano es la pieza central. Lo cultivó en la Ciudad con generosidad en los contratos y lo exhibió, apenas elegido, al invitarlo a una reunión. Fue el camionero, como si fuera del Pro, a un festejo sólo con su comité gremial, en abierto desprecio al resto del sindicalismo. Para él, esa preferencia es una sociedad compatible, semejante, a la que tuvo con los Kirchner. Ese idilio –hasta matizado por el disgusto común que exhiben contra Marcelo Tinelli para que éste no vaya a la AFA– tropezó con el desenfado característico de Moyano, quien reiteró la misma pretensión de cargos en Transporte como en tiempos de Kirchner (y con el mismo especialista en el rubro, Guillermo López del Punta), amén de otras prioridades. 

Fracaso en apariencia y con malestar: lo indigna ver a un ciclista como Guillermo Dietrich al frente del Ministerio, un bípedo contra las cuatro ruedas. Tampoco prosperó en impedir que Jorge Triaca llegara a Trabajo, aunque antes bloqueó la designación de un cordobés (Lawson) ahora reciclado en un organismo público. Si hasta amagó con descortesías al defender los discos de vinilo sobre la música digital, la única forma de entender la huelga de su sindicato porque el Banco Central amagó no transportar papeles contables y hacer circular la información por internet. No llegó a mayores su disidencia, ciertas convenciones económicas se mantienen. Triaca lo fue a visitar a uno de los departamentos de Moyano en Barracas –igual que Julio De Vido en otros tiempos– y él mismo se reunió en presunto secreto con Macri en Olivos. No había sorpresas imaginables para la cumbre de anteayer, el guión había sido sellado.

Más o menos convenido, la paritaria a iniciarse será parcial –como ya ocurrió con otros gremios el año pasado–, no durará más de cinco meses, podría bordear menos de 30% de aumento, y se rectificará luego según los índices del costo de vida. Moyano saca ventaja con la modificación de las escalas del impuesto a las ganancias, ya que a sus trabajadores –y a los de otros sindicatos– les proporcionará un adicional de 2 o 3%. Esa corrección poco le vale al gremio de Antonio Caló, el de Cristina, uno de los que curiosamente percibe ingresos más bajos. También obtendrá Moyano satisfacción con el salario familiar, cuestión que lo obsesiona desde la muerte de uno de sus hijos y que repite emocionadamente cada vez que le toca mencionarlo.

Moyano saca ventaja con la modificación de las escalas del Impuesto a las Ganancias

Ahora vendrán debates técnicos sobre este proceso y, especialmente, sobre la devolución a los gremios de fondos pendientes de las obras sociales. Fue Armando Cavalieri quien expuso sobre el tema, quejoso por el dinero que les arrebata el Estado y debido a que deben socorrer cada vez más adherentes a sus sistemas de salud sin el apropiado sustento económico. Hasta Macri parecía enternecido, y –no olvidarlo– parece que evitó convocar a quien le había entregado la responsabilidad de la devolución a las obras sociales: José Luis Lingeri (Aguas y Cloro).


No invitaron a otros, la lista la hizo Moyano. Se olvidó de los decisivos gremios de la Energía, hoy quizás los más afectados por un eventual desempleo y, adrede seguramente, borró a la CTA para darle una golosina a Caló. El resto de los presentes asentía. Ansiosos por las migajas y felices de pertenecer, se hacen cargo de un viejo dicho futbolístico protagonizado por un negro defensor oriental que, desafiando a la multitud que bramaba en el Maracaná por el triunfo de Brasil, en el Mundial del 50 que consagró a Uruguay, les dijo a sus compañeros mientras llevaba tranquilo la pelota bajo su brazo: “Los de afuera son de palo”.


sábado, 21 de noviembre de 2015

Argentina es bipolar... @dealgunamaenra...

La salud mental de Cristina Fernández, a debate…

Presidente de la República Argentina, Cristina Fernández de Kirchner

Un libro insiste en que la líder argentina es bipolar y ella lo niega. El autor, antikirchnerista, asegura que la presidenta padece cinco trastornos mentales.


Argentina es bipolar. Y para sus detractores, la presidenta Cristina Fernández también. Tras más de doce años de gobiernos del matrimonio Kirchner, el país ha quedado dividido, polarizado entre kirchneristas y antikirchneristas, como evidencia la campaña electoral para elegir la semana próxima al sucesor de Fernández. Los medios de comunicación no son ajenos a esa polarización.

Nelson Castro es uno de los periodistas más populares de Argentina. Desde sus programas de radio y televisión fustiga diariamente a la presidenta y al Gobierno. Acostumbra a mirar fijamente a la cámara y hablar directamente a la mandataria. Pero además Castro es médico neurólogo, lo que le ha permitido especializarse en la salud de los mandatarios argentinos, escribiendo libros sobre las enfermedades de Evita o el general Perón. Su última obra, Secreto de Estado (Sudamericana), está dedicada a la salud de Fernández y está resultando muy polémica porque asegura, sin un ápice de duda, que la presidenta padece bipolaridad y otros trastornos mentales.

"La enfermedad más importante que tiene es la atrofia frontal, una afección que produce trastornos de conducta, que genera conductas desinhibidas", dice Castro a La Vanguardia, aunque asegura que esta patología no provoca la bipolaridad pero está "asociada". El periodista explica que "los médicos que la trataron dicen que la conducta de Cristina es el producto de cinco factores: estrés, bipolaridad, síndrome de Hubris, atrofia frontal y narcisismo; hay de todos estos un poquito".

Excepto en el caso de la atrofia del lóbulo frontal, los otros cuatro trastornos ya habían sido diagnosticados por Castro basándose en fuentes médicas próximas a la Casa Rosada. En el caso concreto de la bipolaridad, la revista Noticias ya lo había publicado en el 2006. La publicación tampoco identificó a su fuente, pero luego trascendió que se trataba del psiquiatra Alejandro Lagomarsino, que supuestamente había tratado a Fernández. Sin embargo, Lagomarsino no puede confirmarlo porque falleció de cáncer en el 2011. Otro argumento para quienes no tienen dudas de la bipolaridad de la mandataria es que su hermana, Giselle Fernández, sí padece esa enfermedad.

Ahora Castro se basa en el testimonio anónimo de otro psiquiatra, colaborador de Lagomarsino. Evidentemente, los cinco trastornos de la conducta mencionados no favorecen a Fernández, especialmente viniendo de uno de sus más mediáticos detractores. El síndrome de Hubris, por ejemplo, puede definirse como la adicción al poder o delirios de grandeza. No obstante, Castro defiende su profesionalidad y no cree que haya violado ningún código de ética médica escribiendo el libro, alegando que la salud de un presidente es un "asunto de estado". Además, el periodista deja claro: "Yo no soy el que violó el secreto o no", trasladando ese asunto de conciencia a sus fuentes médicas.

Para defender su libro, Castro enumera cómo se manifiestan esos supuestos trastornos mentales. "Afectan al egocentrismo de Cristina, al culto a su personalidad excesiva, su poca aptitud para tolerar opiniones dentro de su Gobierno contrarias a la suya, su tendencia a tomar decisiones sobre temas que conoce poco, su manejo centralista del poder, la falta de reuniones de gabinete, su tendencia a creer que la realidad es como ella cree que es y a creer que las opiniones que son distintas a las de ella son opiniones de gente ignorante", asegura Castro.

Por su parte, Fernández, que nunca se había referido en público a su supuesta bipolaridad, reaccionó hace unos días, denunciando una "campaña cloaca" contra ella y contra el candidato kirchnerista. No sólo negó que sea bipolar, sino que criticó la estigmatización de los enfermos mentales y defendió a quienes sufren esa patología refiriéndose a su hermana, sin citarla.

"Sabiendo que en mi familia tengo una persona muy inteligente que se enferma, porque son tan brutos que creen que los bipolares son locos. Los bipolares son enfermos que tienen una gran dosis de inteligencia y que tratados con su medicación son excelentes. Dicen que Einstein era bipolar, ¿no? Lamento, podría parecerme a Einstein, pero no soy bipolar", zanjó Fernández.

© Escrito por Robert Mur el domingo 16/11/2015 y publicado por el Diario La Vanguardia de la Ciudad de Barcelona, España.

  

domingo, 12 de abril de 2015

CKF, "Yo fui pobre y nunca justifiqué nada"... @dealgunamanera

Aquellos años de pobreza que CFK prefería silenciar…

Origen. La escuela de La Plata donde cursó la primaria, tras superar los años de mayor austeridad y alcanzar la clase media. Foto: Cedoc Perfil
                                                                                                                                
La Presidenta dijo esta semana que fue “pobre”. Pero a lo largo de su vida, Cristina evitó las referencias a aquel período de su infancia.

Una casa reconstruida de ladrillo a la vista en barrio norte de La Plata silencia los humildes primeros años de vida de Cristina Fernández de Kirchner. En este vecindario ya no quedan rastros de los orígenes de la Presidenta y tampoco en la escuela pública Dardo Rocha, donde hizo la primaria.


Esta semana, la Presidenta agitó las redes sociales y los medios de comunicación al asegurar que fue pobre. Esta condición social fue silenciada por la propia presidenta durante largos años y por ello hoy, con un patrimonio actual de $ 55 millones, resulta difícil imaginar.

Cristina Kirchner nació en 1953 y vivió sus primeros años en la humilde casa de la calle 4 y 32 que su abuelo Carlos Wilhem alquilaba. Allí vivía su madre Ofelia junto a su hermana y su padre y, en aquel entonces, la familia completa vivía del sueldo de Carlos que trabajaba en un frigorífico.

La economía familiar comenzó a mejorar recién años después, cuando el padre de la mandataria, Eduardo Fernández, decidió formalizar la familia con la construcción de una vivienda en Tolosa, donde luego vivirían.

Las primeras imágenes de Cristina recién aparecen cuando la familia comienza a acomodarse. La primera foto que se registra es a los 9 años, en donde se ve a la Presidenta con un prolijo traje de baile.

No hay huellas de pobreza, una etapa que, hasta hace poco, la propia presidenta olvidó. 

Su escuela primaria de 7 y 32 no conserva ningún recuerdo de Cristina. Desde que terminó la primaria, la mandataria jamás regresó, ni se contactó con sus compañeros o maestros. Ante Perfil, en la institución lamentan que ni siquiera se haya interesado por su estado, luego de ser fuertemente afectada por la inundación en 2013.


En la adolescencia llegó el ascenso social, el padre ya poseía tres colectivos y ella se ponía de novia con el rugbier Raúl Cafferata. Pudo terminar la secundaria en el colegio Misericordia y ya como presidenta, Cristina recordaría a las monjas que fueron sus maestras e incluso, las recibió en la Casa Rosada. En cambio, los directivos de la primaria y un grupo de alumnos habían sido invitados a un acto años atrás. Era el único y primer contacto que la mandataria mantendría con su pasado más humilde, pero a último momento, un llamado del Gobierno a las autoridades escolares avisó que se suspendería. Nunca más se volvieron a comunicar.

Alquilaba y fue desalojada.
En 2014 la Presidenta recordó por primera vez su pasado más humilde. “Me impactó eso de pensar todas las mañanas cuando se levantan si el propietario no les va a renovar el alquiler o les va a pedir mucho más y no lo van a poder pagar. Lo digo porque me tocó vivirlo cuando era muy chiquita, tendría dos años apenas. 

Durante la época peronista había una ley de alquileres que no permitía el desalojo de los inquilinos. Lo primero que hizo el golpe de la Libertadora fue desalojar esa casa, y recuerdo que nosotros tuvimos que desalojar la casa en que yo había nacido, en 4 y 32, por esa medida”, mencionó Cristina Kirchner en un acto donde se entregaban viviendas. Se refería a la casa que alquilaba su abuelo. En este barrio, ninguno de los vecinos más antiguos recuerdan a la familia Wilhem.

© Escrito por Rosario Ayerdi el domingo 12/04/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Laura Di Marco: “Cristina dejó de ser pobre cuando ingresó Fernández a su vida”

La autora de la biografía no autorizada de la Presidenta, sostiene que no es hija de Fernández y que su pasado la “avergüenza”.

Autora de Cristina Fernández, la verdadera historia, la periodista Laura Di Marco aseguró que “Cristina Kirchner fue realmente pobre en sus primeros años” y contó cómo el dinero y la necesidad de estatus social marcaron su adolescencia.   

—Durante años Cristina Kirchner se vendió como una chica de clase media –dice Di Marco– pero si investigás su pasado parece que su vida comenzó a los 15 años ya que no hay demasiados datos de su niñez. Nació en una casa muy humilde y precaria que no tenía cloacas en la calle 4 y 32 en Tolosa donde vivía con su madre Ofelia Wilhelm, su tía Noemí y su abuelo Carlos Wilhelm. Realmente eran pobres. Su abuelo a quien lo llamaban El Negro fue obrero de un frigorífico.

—¿Por qué elude ese pasado?
—Tal vez le daba vergüenza contarlo. Siempre hizo referencia a su paso por el colegio Misericordia de La Plata, pero nunca habló de su primera escuela. Cuando la visité comprobé el nivel de pobreza de los chicos que asisten allí. El 30% son carenciados. Cristina estudiaba con un delantal en muy mal estado. Dejó de ser pobre cuando ingresó en su vida Eduardo Fernández.

—¿Fernández no era el verdadero padre de CFK?
—Ella es hija de otro señor llamado Florencio Lattaro, un compañero de trabajo de Ofelia. Murió hace años y tuvo otra hija llamada Emilse. No hay confirmación de esto, pero en La Plata está instalado que no es hija de Fernández. Tenían una relación muy tirante, se llevaban muy mal y hay quienes dicen que había muchas diferencias con Giselle, su hermana, quien sí es hija biológica de Eduardo. La madre de CFK no estaba enamorada de Fernández y la condición para sostener la pareja era que se tenía que hacer cargo de su hija. La mejora económica que implicó Eduardo para Ofelia, fue la misma que significó Néstor para Cristina


© Escrito por Bruno Yacono el domingo 12/04/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

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