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jueves, 16 de octubre de 2014

Consumo de drogas en Argentina... De Alguna Manera...

Dramático aumento del consumo de drogas en Argentina...


Advertencia de Estados Unidos. En medio del reimpulso del gobierno de despenalizar los estupefacientes, Estados Unidos advirtió sobre el "dramático" aumento en el consumo de drogas en la Argentina y Brasil y renovó su voluntad de cooperar con el gobierno nacional en el combate al narcotráfico.

"Lo que hemos visto en la Argentina, y en Brasil, es que la cantidad de consumo doméstico [de drogas] se ha incrementado, y se ha incrementado muy dramáticamente", sostuvo la subsecretaría Adjunta para el Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, Roberta Jacobson.

Para la funcionaria foránea, el consumo “es un problema en casi todos los países del hemisferio, porque el tránsito es un problema en casi todos los países del hemisferio".

Esas declaraciones se dieron sobre el final de una conferencia de prensa de la jefa diplomática para América latina del gobierno federal de Estados Unidos en la sede del Departamento de Estado frente a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que fueron publicadas por Diario La Nación.

Durante su encuentro con la prensa, que se prolongó por poco menos de una hora, Jacobson reiteró la postura de la Casa Blanca sobre los problemas de deuda de la Argentina, y, tras advertir sobre el alza en el consumo de narcóticos, sobre el que no dio detalles, dijo que Washington mantiene la voluntad de cooperar con el gobierno argentino.

En los últimos años, la cooperación bajó luego de la pelea entre Washington y Buenos Aires por el material decomisado en un avión de Estados Unidos que fue detenido en el país.

"Estamos interesados en la cooperación con la Argentina en esa área, y creo que hay algo de interés por parte del gobierno argentino y no es un secreto que la cooperación se ha reducido en los últimos años. Esperamos continuar con las conversaciones sobre cómo podemos hacer eso de manera más eficaz", dijo Jacobson.

© Publicado el Sábado 11/10/2014 por Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


domingo, 21 de septiembre de 2014

Nacionalitis… De Alguna Manera...


Nacionalitis…


El 10 de febrero de 2011, un gigantesco C-17 Globemaster III de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF) fue demorado en el aeropuerto de Ezeiza. El aparato, matrícula 77.187, traía armamento para prácticas de entrenamiento con la Policía Federal, ejercicios financiados por Washington de común acuerdo con la Argentina.

El escandalete que armó el gobierno de Cristina Kirchner fue colosal, a la altura del voluminoso aparato. Avión de transporte estratégico rápido de tropas y suministros para realizar misiones de transporte táctico, evacuación médica, despliegue de tropas aerotransportadas y lanzamiento de paracaidistas, el C-17 Globemaster III puede proveer suministros tanto a bases operativas como a potenciales batallas. Forma parte de las aviaciones del Reino Unido, Australia, Canadá, la OTAN, Qatar, Emiratos Arabes Unidos y la India. Es un elefante aéreo de 53 metros de largo que puede transportar 134 soldados, evacuar 36 heridos en camillas y 54 pacientes ambulatorios, un carro de combate M1, tres blindados Stryker, seis blindados Guardian, una carga total de 77.519 kg. Los Estados Unidos no fletan tamaño coloso a un aeropuerto enemigo u hostil sin tomar recaudos y precauciones. Ese vuelo a Buenos Aires era para Washington “business as usual”, pero los responsables políticos de la cooperación en seguridad con la Argentina no contaban con el genio inigualable de Héctor Timerman.

El 12 de febrero de 2011, dos días después del aterrizaje y acordonamiento del Globemaster en Ezeiza, Timerman denunció que el aparato traía carga no declarada, que fue incautada, agregando que el caso estaba siendo investigado por la Justicia en lo penal económico. El Departamento de Estado le pidió “explicaciones” a Cristina Kirchner y no ocultó su fuerte malestar. La entonces secretaria de Estado de Barack Obama, Hillary Clinton, solicitó primero explicaciones formales al embajador argentino, Alfredo Chiaradía, y el 13 de febrero el subsecretario adjunto para la región, Arturo Valenzuela, y llamó a Timerman para expresarle la incomodidad de la Casa Blanca y “manifestarle nuestra sorpresa por la forma en que las autoridades [del gobierno argentino] manejaron una misión que estaba perfectamente acordada”. 

Sin mosquearse, Cristina Kirchner le ordenó a Timerman que denunciara a los EE. UU. por haber querido ingresar subrepticiamente en la Argentina “material camuflado dentro de un cargamento oficial, desde armas hasta diferentes drogas, entre otras, varias dosis de morfina”, además de “material para interceptar comunicaciones, varios GPS de una sofisticación reveladora de su potencia, elementos tecnológicos que contienen códigos caratulados como secretos y un baúl completo con drogas medicinales vencidas”.

Valenzuela le comunicó a Timerman su preocupación “por la forma en que el gobierno argentino está manejando una cuestión sobre la que había perfecto entendimiento previo”. Washington reclamó “la inmediata devolución de todo el material” militar retenido. Timerman mantuvo la apuesta y escribió en Twitter que “todo el material declarado fue liberado sin dilaciones. Lo incautado no figuraba en la lista entregada por la embajada”, porque el avión norteamericano había violado las leyes argentinas, aun cuando para la Casa Blanca “el listado concordaba con lo informado previamente” y se trataba del “material habitual” para el entrenamiento policial que se había acordado.

Washington se quejó por la “lenta y detallada” pesquisa a la que fue sometido en Buenos Aires. “Tampoco entendemos por qué, si había alguna duda, no se la manejó por los canales diplomáticos habituales en vez de hacerlo de esta forma”, dijeron voceros del Departamento de Estado. Timerman pasó parte de ese día de verano en Ezeiza, abriendo cajas y ordenando forzar candados de la carga del avión. Acusó además al gobierno de Obama de enseñar “prácticas de tortura” en academias policiales.

En ese hoy remoto y sin embargo coherente episodio, había razones de peso para explicar el ataque de nacionalitis del kirchnerismo: se estaban anoticiando de que la Argentina no formaba parte de la primera gira regional del presidente Obama, que sí, en cambio, visitaría Brasil y Chile. Obama nunca ha tenido un encuentro bilateral con Cristina en la Casa Blanca y, por supuesto, no ha pisado ni pisará Buenos Aires hasta el fin de su mandato.

El 14 de junio de 2011, la Argentina retrocedió en pantuflas. A cuatro meses del encontronazo, el gobierno argentino decidió devolver a los Estados Unidos el material incautado en febrero de ese año. La decisión de devolver el material fue tomada por Cristina Kirchner y anunciada un día antes por la embajada norteamericana: “El incidente que involucró la retención de materiales propiedad del gobierno de Estados Unidos, relacionado con una actividad de entrenamiento conjunta previamente planeada y aprobada (destacado mío), que por fallas administrativas involuntarias debieron ser incautados, se ha resuelto satisfactoriamente. (…) 

Nos comprometemos a continuar trabajando con la Argentina en una asociación basada en el interés y respeto mutuos, como así también con valores y responsabilidad compartidos”. Consecuencias: desde que ocurrió el incidente se frenaron las negociaciones diplomáticas para que la Argentina fuera incluida en el programa Visa Waiver, que permite ingresar a los Estados Unidos sin necesidad de contar con visa.

Todo esto se repitió textualmente esta semana con la absurda protesta de Timerman contra el encargado de negocios de los EE.UU., Kevin Sullivan, que tuvo la osadía de recordar que la Argentina estaba en default y que le convenía salir de él. Despotricó Timerman y de inmediato ése fue el lenguaje del kirchnerismo: el gobierno de los Estados Unidos está aliado a los buitres, en contra de la acosada Argentina. Así las cosas, en 1946 como en 2014, una Argentina antigua y paranoica regurgita un patrioterismo penoso y, más importante, siniestramente perjudicial para sus propios intereses.

© Escrito por Pepe Eliaschev el Domingo 21/09/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


domingo, 24 de febrero de 2013

Camaleón... De Alguna Manera...


Camaleón…

 El camaleón mamá... El camaleón... Cambia de colores según la ocasión...

A hoy, domingo, son exactamente 115 meses. Esos casi 3.500 días son los que transcurrieron entre aquel 24 de julio de 2003 y este 24 de febrero de 2013. Aquel jueves de hace casi una década, Néstor Kirchner, fiel a sus efusiones corporales, le palmeó el muslo derecho a George Bush. El episodio tuvo como escenario el Salón Oval, al que Kirchner accedió por primera y única vez. Su sucesora y cónyuge, Cristina, jamás accedió a ese sitio. Hacía apenas dos meses que el santacruceño había asumido la presidencia y en la Casa Blanca no sólo no se hicieron desear, sino que se apresuraron a invitarlo, recibirlo y manifestarle apoyo y simpatía. Ese Bush que lo recibía de tan buen talante acababa de iniciar la Guerra de Irak; fue en marzo de 2003 que empezó la invasión norteamericana.

Kirchner no lo podía ignorar, pero de todos modos fue y expresó su entusiasmo por Bush. El norteamericano felicitó a Kirchner por la recuperación económica. Se refería a lo que la Argentina había conseguido desde comienzos de 2002, con Roberto Lavagna al frente de la economía. “Siga así”, aconsejó Bush al argentino, antes de sugerirle que negociara un rápido acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). “Bush nos dio apoyo irrestricto y sin condicionamientos”, aseguró Kirchner, según las crónicas de ese día desde Washington. Cuando llegó el momento de la foto, el santacruceño apoyó su mano sobre el muslo del texano, con calidez. Bush le aseguró a Kirchner que su primera visita oficial a los Estados Unidos sería un éxito. No bien el argentino entró al despacho político más importante del mundo, Bush lo tomó de un brazo, y caminando hasta una pared en la que se destaca un retrato del presidente Abraham Lincoln, le confió: “Siga así. Si ustedes se ayudan, van a tener un respaldo decidido de nuestro gobierno”.

Los norteamericanos hicieron los deberes. La plana mayor del gobierno republicano tomó parte de la cálida acogida a Kirchner, incluyendo el jefe del Tesoro, John Snow; el secretario de Estado, Colin Powell; la encargada de Seguridad Interior, Condoleezza Rice, y el secretario de Comercio, Robert Zoellick.

Cuando salió de sus treinta minutos con Bush, Kirchner estaba extasiado: “Fue una reunión excelente. Tuvimos una conversación muy franca con el presidente. Y nos dio un apoyo irrestricto, sin condicionamientos”. Los medios argentinos, que en ese momento eran todos hegemónicos, recogieron el entusiasmo del patagónico tras el espaldarazo del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, que en ese momento se desplegaban in full force en el Medio Oriente y Afganistán.

Los argentinos que estaban junto a Kirchner ese día pudieron enterarse por boca del presidente lo que le dijo el estadounidense: “Negocie duramente con el FMI. Pelee hasta la última moneda”. Kirchner había soltado su diatriba habitual, culpando de los males argentinos a los organismos multilaterales. Bush lo halagó: “La economía de su país es muy importante. Vamos a ayudar en todo lo que podamos las negociaciones que ustedes y el Fondo Monetario sean capaces de lograr”. Esas palabras las oficializó la versión del Departamento de Estado.

Como el pedido de Kirchner había sido claro, la respuesta norteamericana fue muy favorable. Kirchner pidió “comprensión internacional” para que la renegociación de la deuda no ahogara el recuperado crecimiento económico. No son interpretaciones. Kirchner blanqueó: “El apoyo del presidente Bush va mucho más allá del acuerdo con el Fondo”, dándolo ya como consumado. Eso sería, confesó Kirchner, el punto de partida de un camino “para tener relaciones excelentes y sinceras”.

Fue notable el entusiasmo de Bush. Felicitó a Kirchner por la recuperación vislumbrada en la economía argentina y en tres ocasiones remarcó que le gustaba el estilo del argentino. Curiosa empatía texana-santacruceña: “Somos muy parecidos. Usted y yo hicimos cosas que el establishment nunca se hubiese imaginado que haríamos”, le dijo Bush. Quien había sido embajador de Washington en los años de Menem, James Walsh, comparó ese día a ambos presidentes. En su perfecto castellano de tonada cordobesa, Walsh dijo: “Los dos son hombres del interior, tienen un estilo muy similar, sincero, franco. Ha sido una reunión muy pero muy exitosa”.

Para Bush, los logros del gobierno de Kirchner en sus apenas sesenta días de vida eran “la lucha contra la corrupción, la decisión por mejorar la Justicia y el trabajo decidido para controlar el terrorismo y el lavado de dinero”. El argentino devolvió gentilezas y dijo lo que Bush quería escuchar: expresó la firme decisión de la Argentina de apoyar la lucha contra el terrorismo internacional, tema clave para la Casa Blanca, considerando que todavía no se habían cumplido dos años del sangriento ataque del 11 de septiembre de 2001. Cristina, Lavagna, el canciller Rafael Bielsa y el nuevo embajador José Octavio Bordón fueron la escolta y el grupo de referencia de la cumbre Kirchner-Bush.

Broche de oro de ese día, al condecorar a Walsh, Kirchner confesó: “Encontramos en Bush una mano tendida muy fuerte, algo vital y significativo para nuestro país” y “sin condicionamientos”. ¿Mano tendida? Bush le fue sincero a Kirchner al hablar de corrupción y el argentino se deshizo en cordialidades para el número uno de la superpotencia capitalista. “Las empresas norteamericanas se quedaron afuera del proceso de privatizaciones argentinas por la terrible corrupción del Estado argentino. Es hora de garantizar reglas claras para todos”, prometió el argentino.

Esto fue en 2003. No pasó mucho tiempo para que Kirchner diera vuelta el guante. En la 4ª Cumbre de las Américas en Mar del Plata, noviembre de 2005, patrocinó una “anti” cumbre con Hugo Chávez, Hebe de Bonafini, Luis D’Elía y Maradona, mientras bandas desatadas, sin control alguno, vandalizaron a su antojo varias cuadras de la ciudad, en protesta por la llegada de Bush a la Argentina. La Casa Rosada hizo todo lo posible para hacer miserable la estadía del presidente norteamericano, el mismo al que dos años antes Kirchner le daba palmaditas en el muslo.

Así son, así fueron y así serán los Kirchner. Ninguna afirmación los compromete, ninguna acción los condiciona. Ese ingreso del ahora difunto ex presidente en el Salón Oval en 2003 es inimaginable hoy, con la Argentina evidentemente dispuesta a enrolarse en un bloque geopolítico en el cual hostigar a los Estados Unidos es condición imprescindible para dar la prueba de amor a los populismos demagógicos realmente existentes. Lo trascendente es la inmensa y peligrosa frivolidad que caracteriza estas promiscuidades: enamorados de Bush en 2003 y arrastrándole el ala a Chávez y a Irán en 2013, revelan la misma e inescrupulosa matriz de poder.

© Escrito por Pepe Eliaschev el domingo 24/02/13 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.




domingo, 17 de febrero de 2013

Ni sus compatriotas se salvan de Obama… De Alguna Manera...


Ni sus compatriotas se salvan de Obama…

 Drone, avión no tripulado.

Lo admitió él mismo: envió agentes de la CIA a Yemen para asesinar a un ciudadano estadounidense, a su hijo adolescente y al hijo de un amigo. Ocurrió en 2011 y dijo que lo había ordenado porque su compatriota adulto instaba a combatir contra EE.UU. y que los jóvenes apenas fueron “un daño colateral” (www.washingtonpost.com, 14-2-13). Se conocía lo ocurrido, pero es la primera vez que el mandatario lo acepta abiertamente. Agregó que haría lo mismo cada vez que estuviera convencido de que matar a estadounidenses era necesario para salvaguardar la seguridad de EE.UU. El adulto del caso no tenía antecedentes ni había sido procesado o condenado por jurado alguno. En cambio, fue ejecutado extrajudicialmente por un drone (avión no tripulado) de la CIA.

El ex juez de la Suprema Corte de Nueva Jersey Andrew P. Napolitano opinó en The Washington Post que “el derecho internacional y el derecho en tiempos de guerra, a los que EE.UU. está sujeto por pactos (vinculantes), así como el derecho federal y los valores judeo-cristianos que subyacen en la Declaración de Independencia (que garantiza el derecho a la vida) y la Constitución (que permite la injerencia gubernamental con el derecho (a matar) sólo después de una declaración de guerra del Congreso o un debido proceso individual), todos establecen que la certeza de la identidad de un blanco humano, la veracidad en que se basa el deseo de su muerte, la percepción de su culpabilidad y un peligro inminente son insuficientes para justificar que el gobierno utilice una fuerza letal contra él. El presidente sólo puede ejecutarlo legalmente después del debido proceso o en defensa propia o declarando la guerra”. Se ignora qué peligro inminente representaban las víctimas a miles de kilómetros de distancia de EE.UU.

Muchos observadores se preguntaban de qué base militar despegaban –y despegan– los drones que lanzan sus misiles en Yemen, Pakistán y Somalia cobrando la vida de centenares de civiles, mujeres y niños incluidos. Algunos medios descubrieron que está localizada en Arabia Saudita. Jay Carney, vocero de la Casa Blanca, explicó: “Damos estos golpes porque son necesarios para mitigar amenazas reales, para terminar con los complots, para prevenir ataques futuros y, nuevamente, para salvar la vida de estadounidenses” (www.telegraph.co.uk, 6-2-13). No la de todos los estadounidenses, por lo visto.

Algunos militares y funcionarios de los servicios de inteligencia de alto rango han expresado su preocupación por esta clase de guerra. El general (R) Stanley A. McChrystal, ex jefe del Comando de Operaciones Especiales que tiene a su cargo los operativos con drones, dijo en una entrevista con la agencia informativa Reuters que éstos “podían ser útiles, pero despiertan ‘un odio visceral’ en los lugares donde se producen y contribuyen a una ‘percepción de la arrogancia estadounidense’” (www.nytimes.com, 5-2-13). Y, tal vez, al reclutamiento de más militantes de Al Qaida.

Un informe presentado recientemente a la Corte Suprema de Peshawar –centro administrativo de las áreas tribales de Pakistán– da cuenta de que en los últimos cinco años 147 ataques de drones en Waziristan Norte, una pequeña zona rural del tamaño de Long Island, causaron la muerte de 894 personas, entre ellas, 35 mujeres y 24 niños (www.thenews.com.pk, 14-2-13). La mayoría de las víctimas pertenecían a la tribu local y los jueces expresaron su insatisfacción porque el informe del fiscal no distinguía entre militantes y civiles no combatientes, datos que era imposible obtener, de manera que todos pasaron a integrar la larga lista de “sospechosos de terrorismo”.

Una encuesta del Pew Research Center revela que no le falta razón al general McChrystal acerca de la opinión exterior sobre los ataques con drones (www.people-press.org, 6-2-13). Mientras en EE.UU. los apoya un 62 por ciento, incluso en Gran Bretaña los desaprueba un 47 por ciento y en Alemania el 59 por ciento. Ni hablar de los países árabes: en Túnez los condenó el 72 por ciento de los encuestados, en Egipto el 89, en Jordania el 85. Hasta en países como Brasil y Grecia se registraron altos índices de rechazo: 76 y 90 por ciento respectivamente.

Cabe, sin embargo, matizar la posición de los interrogados en EE.UU.: el 81 por ciento se mostró muy preocupado o algo preocupado porque esos ataques ponen en peligro la vida de civiles (www.people-press.org, 11-2-13), el 65 por ciento manifestó mucho o algo de temor de que provoquen la represalia de los extremistas y el 57 consideró que dañan la reputación internacional de EE.UU. Al mismo tiempo, el 66 por ciento estimó que son perfectamente o bastante legales. Al parecer, no todos los estadounidenses conocen la Constitución estadounidense.

© Escrito por Juan Gelman el domingo 17/02/2013 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


lunes, 21 de enero de 2013

Obama asumió su segundo mandato… De Alguna Manera...

Obama asumió su segundo mandato…

Una multitud se acercó al Capitolio a ver a Obama jurar su segundo mandato. AFP 

Miles de personas se acercaron al Capitolio para escuchar su discurso. Ante miles de personas que lo esperaban en Washington, y una transmisión online que sumó también una buena cuota de espectadores, el presidente estadounidense Barack Obama asumió hoy su segundo mandato en el complejo de monumentos de esa ciudad, desde donde exhortó a la nación a iniciar el rumbo hacia la prosperidad y libertad para todos los ciudadanos.

“Nuestro país no puede ser exitoso cuando a unos pocos que cada vez son menos les va muy bien y cada vez más apenas lograr salir adelante”, señaló Obama en un discurso que duró 18 minutos.

“La prosperidad de Estados Unidos debe descansar sobre los anchos hombros de una creciente clase media”, agregó, haciendo eco del llamado que hizo en campaña y que lo catapultó a la reelección, informó AP.

Obama también habló contra la discriminación de los inmigrantes en Estados Unidos. “Nuestro recorrido no está completo hasta que encontremos una mejor forma de dar la bienvenida a los empeñosos y esperanzados inmigrantes que todavía ven a Estados Unidos como la tierra de la oportunidad”.

Según el presidente, las “posibilidades de Estados Unidos son infinitas”, al tiempo que aseguró que la economía está en recuperación y que una década de guerra está llegando a su fin.

El festejo inaugural se extendió a toda la capital, con un jubiloso desfile por la Avenida Pensilvania y dos fiestas de gala que se realizaban esta tarde.

En la ceremonia de investidura, Obama delineó una ambiciosa agenda para su segundo mandato y dedicó varias frases a la amenaza del calentamiento del planeta al decir que, si se fracasa, “será una traición a nuestros hijos y generaciones futuras”. En su primer mandato, Obama apenas lidió con el tema.

En una era en la que se avecinan recortes al gasto, Obama declaró que el país tiene un compromiso con programas de salud costosos como Medicare, Medicaid y Seguridad Social. “Estas cosas no minarán nuestra iniciativa, nos fortalecen”, indicó.

Tal vez buscando un nuevo comienzo, Obama invitó a varios legisladores a la Casa Blanca a tomar café antes de su discurso, incluyendo a líderes republicanos con quienes ha tenido frecuentes diferencias. Entre ellos estuvo el líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, quien indicó en un comunicado que el segundo mandato de Obama representa “un inicio fresco cuando se trata de hacer frente a los grandes desafíos de nuestros días”.

Después de su discurso, el presidente almorzó con los legisladores en el Capitolio.

© Publicado el lunes 21/01/2013 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 

Las fotos
Obama habló de igualdad de ciudadanos y de una "creciente clase media". AFP

El expresidente Bill Clinton y su esposa y secretaria de Estado de Obama, Hillary. AFP

Miles de personas asistieron a la asunción de Obama frente al Capitolio. AFP

En su discurso, Obama sijo que la economía de EE.UU. está en recuperación y que una década de guerra está llegando a su fin. AFP

El vicepresidente Joe Biden besa a su esposa durante la asunción. AFP

Obama saluda a la jueza de la Corte Suprema Sonia Sotomayor. AFP 

Obama y su vice Joe Biden, atrás de ellos sus respectivas esposas. AFP

Un decoradísimo Capitolio fue escenario de la reasunción de Obama. AFP

Obama también habló contra la discriminación de los inmigrantes en Estados Unidos. AFP