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jueves, 15 de julio de 2021

Por qué Argentina termina subsidiando a los pesqueros ilegales que depredan el Océano Atlántico Sur… @dealgunamaneraok...

 Por qué Argentina termina subsidiando a los pesqueros ilegales que depredan el Océano Atlántico Sur… 


A inicios de este año, reportes oficiales señalaron la presencia de 105 buques en la milla 201. Fotografía: CEDOC

Si hacemos la cuenta, el precio que Argentina paga debido a la depredación que realizan las embarcaciones de China, España, Corea del Sur y Taiwán es muy alto. Es un costo inaceptable para una economía tan frágil, con alta pobreza y desempleo.

 

© Escrito por Milko Schvartzman (*) el miércoles 14/07/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


 


¿Cuántos miles de dólares dedican la Prefectura Naval y la Armada argentinas para monitorear y patrullar la Zona Económica Exclusiva y perseguir a los pesqueros ilegales? Si las flotas no estuvieran allí, no habría necesidad de tanto despliegue.

 

¿Cuántos empleos pierde la industria pesquera nacional por no poder competir con barcos que capturan las mismas poblaciones de peces, pero que no cumplen con ninguna regulación ambiental, sanitaria, laboral, impositiva ni de seguridad de la navegación? La pesca regulada debe cumplir con infinidad de normas y regulaciones, para que al mismo pez se lo lleven pesqueros que no cuentan siquiera con chalecos salvavidas.

 

¿Cuántos millones de dólares de ingresos pierde la Argentina por tener que vender en los mercados internacionales a los precios artificialmente bajos a los que venden las flotas no reguladas y de pesca ilegal? La Unión Europea, por ejemplo, no distingue entre pesca regulada y pesca a bordo de un pesquero taiwanés denunciado por esclavitud y muerte a bordo.

 

 

¿Cuánto afecta a la industria del ecoturismo de avistaje de especies, cuyas colonias habitan en la costa argentina y están protegidas por leyes nacionales y provinciales, la pesca ilegal? Está documentado cómo las flotas coreana y china capturan intencionalmente lobos y elefantes marinos.

 

¿Cuántas capturas se pierde la industria argentina porque la misma se va en un pesquero español a Vigo a través de Montevideo? Aún cuando se pesca ilegalmente y en puerto se detecta la falsificación de las declaraciones de captura en un barco como el español Playa Pesmar Uno por ejemplo, la UE, sigue subsidiando a esas flotas y Uruguay sirviendo de base de apoyo.

 

¿Cuántas vidas de argentinos se arriesgan al proteger nuestro mar y a la soberanía? Recordemos que parte de la misión del A.R.A. San Juan (S-42) era vigilar a los pesqueros piratas y que semanas previo al hundimiento fue atacado por el pesquero chino Lu Rong Yuan Yu 883.

 

Si hacemos la cuenta, el precio que Argentina paga debido a la depredación que realizan las embarcaciones de China, España, Corea del Sur y Taiwán es muy alto. Es un costo inaceptable para una economía tan frágil, con alta pobreza y desempleo. Pero no es solo Argentina quien paga la destrucción de los mares, los mismos problemas afectan a Brasil, Chile, Colombia, Ecuador y Perú, entre otros.

 

Cómo afrontar el problema de la pesca ilegal.

 

No existe una única medida para afrontar este problema, sino un abanico de iniciativas que, articuladas, pueden frenar la sobreexplotación de los recursos pesqueros y los problemas asociados que conllevan. Una de ellas es poner fin a los subsidios estatales.

 

Estas flotas pesqueras, llamadas ‘de aguas distantes’, son enviadas por sus Estados de bandera a otras regiones del mundo debido a que sus caladeros ya fueron agotados o están al límite de explotación, tienen exceso de capacidad pesquera y necesidad de alimentos de calidad y baratos; en sentido estricto, lo de ‘barato’ es para ellos, no para los países costeros en desarrollo costeros y el ecosistema marino.

 

Pero ¿Cómo es posible que sea rentable enviar sus barcos desde miles de kilómetros de distancia, en el Hemisferio Norte, hacia Latinoamérica? La respuesta es que no es rentable, solo que sus Estados de bandera gastan entre 23 y 30 mil millones de dólares al año en subsidios a la pesca destructiva e ilegal.

 

 

Esta semana se reunirá la Organización Mundial del Comercio –OMC- para ir cerrando una negociación que ya lleva más de veinte años y que tiene como objetivo poner fin a estos subsidios dañinos del ambiente marino y la economía de los países en desarrollo. Hace más de una década que las negociaciones alrededor de los subsidios a la pesca vienen fracasando. Debido a ello, la Organización de las Naciones Unidas -ONU- incluyó alcanzar esa meta entre sus Objetivos de Desarrollo Sostenible para el año 2020.

 

El plazo ya venció, pero las chances de que este año se definan los lineamientos de la prohibición son altas. El próximo 15 de julio, cuando se celebre el encuentro de la OMC será necesario que Argentina y Latinoamérica se mantengan fuertes en la defensa de nuestros recursos y economías.

*Milko Schvartzman. Especialista en Conservación Marina. Círculo de Políticas Ambientales.








 

domingo, 2 de mayo de 2021

Aniversario del hundimiento del A.R.A. Crucero General Belgrano (C-4). @dealgunamaneraok...

El Belgrano, Malvinas y las memorias… 

Sitio del hundimiento, 2003. Por: Leonardo Marcial García. Foto del Archivo del Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur.

El 2 de mayo de 1982 el Conqueror, un submarino británico, torpedeó al crucero A.R.A. General Belgrano (C-4). 323 marineros provenientes de todos los rincones del país murieron durante el ataque. Fue el fin de cualquier posibilidad de negociación. En este aniversario, el director del Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur elige recordar las vidas truncas y los tremendos testimonios de lo que significó sobrevivir a ese océano embravecido. Crónica de un momento clave en la historia de la Argentina. 

© Escrito por Federico Lorenz el domingo 01/05/2016 y publicado por la Revista Haroldo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

El 2 de mayo de 1982 el Conqueror, un submarino británico, torpedeó al crucero A.R.A. General Belgrano (c-4). Con este ataque, que Margaret Thatcher ordenó expresamente, Gran Bretaña puso fin al diálogo diplomático. Los británicos hundieron las negociaciones para evitar el enfrentamiento al precio de más de tres centenares de vidas argentinas.

 

A las 16:23 de ese día, el comandante Héctor Bonzo ordenó abandonar el barco. En menos de una hora, el Belgrano, que transportaba 1093 tripulantes, se hundió. Uno de los oficiales a bordo, el teniente de fragata Martín Sgut, registró con su cámara la secuencia fatal. La imagen de los cañones del crucero apuntando hacia lo alto entre un bosque de balsas anaranjadas, con un cielo gris de fondo, es uno de los emblemas de nuestra historia reciente. La historia de las fotos de Sgut, vendidas a un medio extranjero por un oficial de inteligencia naval, que fue condenado posteriormente, es una historia en sí misma. La historia del A.R.A. General Belgrano (c-4), sobreviviente de Pearl Harbour: comprado a Estados Unidos en 1951, rebautizo 17 de Octubre para ser una de las naves que se unió al golpe de 1955. La nave, hundida en 1982, era en sí una metáfora nacional.

 

323 marineros provenientes de todos los rincones del país murieron durante el ataque o después, en las balsas salvavidas, víctimas de la helada noche del Atlántico Sur. Los náufragos, heridos, quemados por la explosión y con hipotermia, fueron rescatados al día siguiente por aviones y barcos argentinos. Las operaciones de rescate continuaron hasta el 9 de mayo.

 

Quisiera detenerme, sobre todo, en las vidas truncas o que cambiaron para siempre ese día. En el Museo Malvinas elegimos para difundir nuestra iniciativa de homenaje, una foto que fue tomada en el sitio de hundimiento tres décadas después. Impresiona la altura de las olas; conmueve imaginar el frío letal de ese Atlántico que enfrentaron como náufragos.

 

La decisión política británica de hundir el crucero, cuando se alejaba de la zona de exclusión  dispuesta unilateralmente por los británicos, anuló cualquier posibilidad de negociación. Esto es innegable. 

 

Pero quisiera detenerme, sobre todo, en las vidas truncas o que cambiaron para siempre ese día. En el Museo Malvinas elegimos para difundir nuestra iniciativa de homenaje, una foto que fue tomada en el sitio de hundimiento tres décadas después. Impresiona la altura de las olas; conmueve imaginar el frío letal de ese Atlántico que enfrentaron como náufragos. Nunca nos podremos acercar lo suficiente a las situaciones vividas durante esas horas.

 

Cada balsa se transformó en un mundo frágil en un océano embravecido, habitadas por hombres que para enfrentar uno de los climas más hostiles del planeta sólo se tuvieron a sí mismos, y a sus compañeros. Veamos uno solo de los tantísimos testimonios:

 

Cada uno de nosotros se acomodó lo mejor que pudo y se cerraron las aberturas de la balsa, con lo que quedó convertida en una cápsula. En un primer momento las balsas se amarraron entre sí para no separarse y tener más posibilidades de ser halladas, pero al desmejorar las condiciones del tiempo, los tirones del oleaje obligaron a separarlas ante el riesgo de naufragar (...) Estábamos empapados, ateridos de frío. Tratábamos de acomodarnos como se podía. Sentados muy juntos, codo con codo, las piernas dobladas sobre el cuerpo acalambrado. Y el miedo. Y la desesperación. Y los heridos que luchaban por sobrevivir. Tendido sobre nuestras rodillas iba el suboficial Ávila, que había sufrido tremendas quemaduras. No daba más, gemía continuamente. Cada movimiento, cada gota de agua salada que apenas lo rozaba, era suficiente para que estallara en gritos de dolor. Nos suplicaba: ‘¡Tírenme! ¡Háganme cualquier cosa, ya no doy más!’ Pero, ¿qué podíamos hacer? No teníamos nada para ponerle sobre las sangrantes ampollas, ni siquiera podíamos mover las manos. Un soldado tenía quemada la cara, iba con la cabeza baja, tratando de taparse las heridas con el brazo como una forma de protegerlas y evitar más sufrimientos. Y también, sentado y sostenido por nosotros, llevábamos a un compañero que había muerto unos momentos antes (...) La noche se hizo eterna. Los rezos, los gemidos, los huesos entumecidos. Todo se confundía. Todo formaba parte de la agonía compartida. El viento arqueaba la balsa y la lluvia no cesaba de castigarla con fuerza. La fe era el único generador de confianza, pero por momentos flaqueaba. ¿Dios nos estaba mirando? La espera se tornaba interminable. ¿Dónde se encontraban los que nos tenían que rescatar? ¿Cuánto tiempo más podríamos aguantar? Nadie dormía, ni siquiera nos permitíamos cerrar los ojos. La tensión era total. Siempre atentos a cualquier ruido que nos pudiera indicar que habían venido por nosotros. La mirada fija en el techo de la balsa esperando una luz que nos manifestara que todavía era posible la vida[1] 

 

Recordar la guerra, claro, tiene mala prensa. La tenía entonces, en 1982, porque olía a asesinos y dictadores. Pero esa fue una generalización injusta cuyas consecuencias arrastramos hasta el presente. Si escribo “injusticia”, es porque el 80 por ciento, un poco más, de quienes combatieron en Malvinas, eran soldados conscriptos, hijos del pueblo cumpliendo con un deber cívico. Como si fuera lo mismo Verónico Cruz, el alumno de Juan José Camero en La deuda interna (1988) que conoce el mar como tripulante del Belgrano, que Chamorro o Astiz. 

Me pregunto cuánto de esa mala prensa que tenía entonces hablar de Malvinas, y por extensión todos los que habían combatido allí, la arrastramos hasta el presente. Cuánto de esa cerrazón a pensar en las experiencias de nuestros combatientes tuvieron que ver con las pésimas condiciones en la que regresaron a vivir a sus barrios, sus ciudades, sus provincias, los que sobrevivieron. 

Hay muchas marcas en la literatura reciente argentina que tienen que ver con el hundimiento del crucero. Pablo De Santis, en La marca del ganado, evoca una matanza de animales en un pequeño pueblo del interior de la provincia de Buenos Aires, que en la época fueron atribuidos a visitantes extraterrestres. El ganado aparece mutilado de modo extraño. 

Es llamativo el hecho de que muchas de estas historias tienen por protagonistas a las víctimas desaparecidas del Belgrano, hundido por los británicos. ¿Acaso porque su destino se asemeja al de las víctimas del terrorismo de Estado? En efecto, la inmensa mayoría de las 323 víctimas del A.R.A. General Belgrano (c-4) figuraron como “desaparecidos”: están en el fondo del mar.

Pablo Ramos, en “El alimento del futuro” narra la historia de Gaby, un marino sobreviviente del crucero A.R.A. General Belgrano (c-4) que ha regresado cubierto de quemaduras a su barrio: 

Llegó la noticia quiere decir que todo el barrio se conmocionó y empezó a salir a la calle espontáneamente para terminar en una especie de procesión frente a la casa de la familia de nuestro amigo. De golpe la gente se juntaba en silencio y sin bandera sin cantar nada y con unas caras de algo que a mí me pareció en un principio sólo preocupación y que después entendí como preocupación y culpa (...) Alguien real, alguien a quien solíamos ver todos los días del año, flotaba ahora perdido, vivo o muerto, en el mar helado del sur.  No era una noticia en el diario, no era un número anónimo y lejano, era “el Gaby”, el que me había puesto de titular en un partido contra Dock Sud. El que lloró cuando en el sorteo de la colimba le tocó la Marina, no por tener que hacer la conscripción, sino porque iba a tener que cortarse el pelo.[2] 

El cuento plantea la contradicción que vivieron los soldados cuando regresaron de la guerra: 

-Está arrasado –le dijo papá a mamá, luego, en casa —y encima estos estúpidos lo tratan al pibe como si hubiese sido una víctima. Es un héroe de  guerra. Los que lo mandaron a la guerra son unos asesinos y los ingleses, ya lo sabemos, la peor de todas las basuras de esta tierra. 

Pero ese chico es un héroe (…) Está quemado en el 60 por ciento del cuerpo y tiene la espalda rota. Ya no va a caminar ni a tocar la guitarra ni nada de lo que le gustó toda la vida. Y eso, porque se metió una y otra vez, entre el fuego y los fierros al rojo, para rescatar a sus compañeros.[3]  

Sobrevivientes, la novela de Fernando Monaccelli, también tiene por tema el hundimiento del crucero: evoca la reaparición de un muerto en una balsa, hallada entre los hielos de la Antártida. Con la novedad de que lleva entre sus ropas un cuaderno donde su madre lee que al momento de morir estaba esperando un hijo. La búsqueda de los nietos, la pelea por la identidad, pero en un campo que el sentido común puede considerar inhabitual. 

Es llamativo el hecho de que muchas de estas historias tienen por protagonistas a las víctimas desaparecidas del Belgrano, hundido por los británicos. ¿Acaso porque su destino se asemeja al de las víctimas del terrorismo de Estado? En efecto, la inmensa mayoría de las 323 víctimas del Belgrano figuraron como “desaparecidos”: están en el fondo del mar. 

Tanto que la familia de uno de los muertos desaparecidos en el hundimiento del buque, cuando comenzó a funcionar la CONADEP, pensó que debía presentar su caso allí. 

Recuerdo hace unos cuantos años, una entrevista que le hice a David “Coco” Blaustein. Versaba sobre la militancia y el exilio, pero de repente, para mi grata sorpresa, Malvinas irrumpió de un modo potente: “Malvinas me agarra en parte en Nicaragua haciendo un documental que nunca se terminó sobre los indios Misquitos (...)  Me acuerdo perfectamente estar en Nicaragua y enterarme del hundimiento del Belgrano, en pleno rodaje de la película... Y me acuerdo que debe haber sido de las pocas veces en el exilio que lloré, porque de repente se me juntaron las imágenes de los pibes del Belgrano, hundiéndose, con la figura de Augusto Conte”. 

Augusto, el Motudo, el africano, era su amigo y compañero de militancia, y lo habían secuestrado mientras hacía el servicio militar en la Armada, el 7 de julio de 1976.  “Coco” Blaustein remataba diciendo: “Y me acuerdo que la imagen que yo tenía mientras lloraba es que... si el Motudo hubiese sobrevivido, probablemente podría haber perdido en Malvinas, que era como absurda la asociación, pero era evidentemente una especie de doble duelo”. 

Quiero pensar en esa idea de “doble duelo” porque creo que ahora que están de moda las grietas, esa es una más grande. Grande por añeja y, pienso cada 2 de mayo, cada vez que estamos en “los meses de Malvinas”, grande por  injusta.

·         1. (Waispek, Carlos, Balsa 44. Relato de un sobreviviente del crucero ARA General Belgrano, Buenos Aires, Editorial Vinciguerra, 1994, pág. 101 y ss.)

·         2. Pablo Ramos, “El alimento del futuro”, en Marcelo Birmajer y otros, Las otras islas. Antología, Buenos Aires, Alfaguara, 2012, pág. 107.

·         3.  Idem, pág. 108.





domingo, 11 de abril de 2021

El A.R.A. Bouchard (P-51) incorporó su nuevo sistema de armas… @dealgunamaneraok...

 El A.R.A. Bouchard (P-51) incorporó su nuevo sistema de armas… 


El patrullero oceánico de la Armada Argentina cumplió la homologación del cañón Marlin Leonard de 30mm con pruebas de tiro efectivo en el mar. 

© Publicado el viernes 09/04/2021 por el Periódico Digital Gaceta Marinera de la Ciudad de Punta Alta, Provincia de Buenos Aires, República de los Argentinos.


Mar del Plata –  El día miércoles y al regreso de su última patrulla, en aguas del Atlántico Sur, el patrullero oceánico ARA “Bouchard” (P51), recibió a los técnicos de la compañía Leonard y culminó con el proceso de instalación y homologación de su sistema de armas, dotado de un cañón Marlin Leonard de 30mm. 


Los expertos del Centro de Instrucción y Adiestramiento Especializado, impartieron la instrucción correspondiente al equipo de Armas del “Bouchard” en instalaciones de la Escuela de Submarinos. 



Finalmente, esta semana la unidad pudo concretar la etapa final (y la más compleja) en la sincronización y adaptación del nuevo sistema de armas, efectuando con éxito la evaluación funcional y la prueba SAT (Site Acceptance Testing), realizando un ejercicio de tiro efectivo contra un blanco de superficie. 


Luego que los disparos impactaran sobre el blanco, fue recuperado para analizar el efecto logrado. Durante ese análisis, se dio un resultado satisfactorio a la prueba de acuerdo a los estándares exigidos, siendo homologado el nuevo sistema de armas del patrullero A.R.A. Bouchard (P-51), quedando el mismo en servicio. 


Por su parte, las unidades que se encuentran en plena construcción ya serán entregadas con el sistema de armas instalado. Se espera que el segundo del grupo de patrulleros (y el primero construido nuevo), el A.R.A. “Piedrabuena”, arribe a Argentina para junio de este año, mientras que el tercero (el A.R.A. “Almirante Storni”) lo haga para fines de 2021. 



El último de ellos, el A.R.A. “Almirante Cordero”, estaría arribando para inicios del 2022. Estas tres últimas unidades presentan mejoras y diferencias, solicitadas contractualmente, respecto del A.R.A. Bouchard (P-51), con mayores capacidades para afrontar las exigencias de los mares australes.




domingo, 8 de noviembre de 2020

A.R.A. San Juan (S-42): 20 días después del hundimiento "Todos" sabían donde se encontraba el buque... @dealgunamanera...

 A.R.A. San Juan (S-42): la Armada conocía la ubicación del submarino hundido 20 días después de su desaparición…

El contraalmirante Enrique López Mazzeo, imputado en la causa, reconoció que desde el 5 de diciembre de 2017 el Gobierno de Mauricio Macri sabía en qué posición se encontraba el navío siniestrado con sus 44 tripulantes. Lo hizo ante la Cámara de Apelaciones de Comodoro Rivadavia.

El Gobierno de Mauricio Macri conocía la ubicación del siniestrado submarino A.R.A. San Juan (S-42), al menos desde el 5 de diciembre de 2017. Es decir 20 días después de su desaparición. La posición la habría revelado el buque chileno Cabo de Hornos. Así lo dijo ante la Cámara Federal de Apelaciones de Comodoro Rivadavia el contralmirante retirado Luis Enrique López Mazzeo, ex comandante de Adiestramiento y Alistamiento de la Armada y uno de los imputados en la causa por el hundimiento del navío.

 

La revelación generó indignación entre los familiares de los 44 tripulantes fallecidos y los abogados querellantes que los representan, entre ellos Fernando Burlando, Valeria Carreras y Lorena Arias.

 

El ex oficial declaró ante el tribunal superior integrado por los jueces Javier Leal de Ibarra (presidente), Aldo Suárez y Hebe Corchuelo de Huberman para defenderse del procesamiento que el 31 de enero pasado le dictó la jueza federal de Caleta Olivia, Marta Yánez, por no haberse asesorado debidamente ni ocuparse personalmente de verificar el estado de la nave en forma previa a la realización de un ejercicio naval combinado de gran envergadura.

 

Las palabras exactas de López Mazzeo ante los magistrados fueron las siguientes: “Cuando usted vea toda la documentación, se va a dar cuenta de que nosotros, cuando tuve que firmar el mensaje más doloroso en toda mi carrera que fue el cierre del caso SAR (por la búsqueda y rescate) teníamos detectada la posición del submarino y por eso habíamos coordinado con la Marina Británica el 5 de diciembre (de 2017) el pedido de un vehículo autónomo, porque sabíamos que podía estar únicamente en dos cañadones, que era lo que no podíamos verificar con todos los medios internacionales requeridos”.

 

Es la primera vez que se reconoce públicamente que el “contacto” que a través del sonar (sonido, no imágenes) realizado por el buque chileno pertenecían al A.R.A. San Juan (S-42).

 

Las razones son varias: en primer lugar porque el capitán Enrique Balbi, por entonces vocero de la Armada, descartó esa posibilidad.

 

Ese mismo 5 de diciembre, al que hizo referencia López Mazzeo, la cara visible de la Marina dijo en conferencia de prensa: “No hay mayores novedades”, respecto de la búsqueda del submarino. Y agregó: “En estos momentos se encuentra inspeccionando ese objeto o alteración de fondo, que puede ser metálico o no metálico, que detectó hace unos días el buque oceanográfico Cabo de Hornos de la Armada de Chile y que se encuentra a 940 metros”.

 

Balbi también explicó que el objeto tenía solo 30 metros de largo y que el A.R.A. San Juan (S-42) tenía una dimensión mayor.

 

Sin embargo, cuando un año después el buque noruego Seabed Constructor, operado por la empresa norteamericana Ocean Infinity, lo halló en una zona muy próxima a la señalada por el buque chileno, por efecto de la presión, el submarino tenía esa dimensión, 33 metros.

 

El segundo punto que llama a la indignación es porque, dada la profundidad en la que se encontraba, la zona debía ser explorada por un vehículo submarino autónomo. La armada británica, que formó parte de la búsqueda y rescate con el imponente rompe hielo HMS Protector, se ofreció a realizar la tarea. Sin embargo, la Armada Argentina, en ese momento a cargo del almirante Marcelo Srur, nunca autorizó esa búsqueda. 

 

El buque científico chileno Cabo de Hornos detectó a través de sus sonares un objeto compatible con el A.R.A. San Juan (s-42) a más de 900 metros de profundidad. 


En este punto, existe una controversia que por ahora no fue saldada. López Mazzeo sostiene que Srur, su jefe directo, nunca le dio la autorización para que los ingleses realicen la tarea que podría haber terminado con el hallazgo de los restos del submarino a 20 días de su desaparición. Lo sostuvo en su declaración indagatoria.

 

El ex jefe de la Marina, en cambio, dice que al enterarse del hallazgo del Cabo de Hornos, y la recomendación realizada por la propia armada de los Estados Unidos para que se explore esos cañadones, asegura que ese 5 de diciembre, efectivamente se le solicitó la utilización del ROV. Que por esa razón informó al Ministerio de Defensa, que estaba a cargo de Oscar Aguad, a través del entonces secretario de Estrategia y Asuntos Militares, Horacio Aldo Chighizola.

 

El funcionario le habría dicho que tenía que solicitar autorización a Cancillería, por tratarse de Gran Bretaña, la potencia con la cual Argentina mantiene su disputa internacional por la soberanía de las Islas Malvinas.

 

Siempre según relatan en el entorno de Srur (que hasta ahora no está imputado en la causa), Chighizola obtuvo la autorización política para que la Marina Británica inicie la exploración en el área señalada por el buque Cabo de Hornos. En este punto, fuentes vinculadas a Srur le dijeron a Infobae que el ex jefe de la Armada de manera telefónica le dio el aval a López Mazzeo, pero que sin embargo este “por razones que deberá explicar no intensificó la búsqueda en ese lugar”.

 

“En caso de confirmarse lo que dijo López Mazzeo ante el tribunal estamos frente a un escándalo sin precedentes”, le dice a este medio la abogada Valeria Carreras, quien junto a Fernando Burlando integran la querella mayoritaria y que han impulsado, incluso, las imputaciones en la causa del ex presidente Macri, el ex ministro de Defensa, Aguad, y del ex jefe de la Armada, Srur.

 

La solicitud contó con el acompañamiento del fiscal de Cámara y ahora será el tribunal quien deberá decidir si acepta o no las nuevas imputaciones solicitadas.


 

Carreras recordó también que durante su declaración indagatoria, realizada el 25 de noviembre de 2019 ante la jueza Yáñez, López Mazzeo dijo: “Nunca presencié mayor ignominia hacia la Armada, que la actitud cobarde y mentirosa de quien fuera su Jefe en aquellos momentos, así como la de algunos pocos que lo secundaron y de quienes -movidos por intereses personales- causaron la demora en el hallazgo del naufragio, ignorando y desprestigiando el trabajo profesional al que afanosamente se entregó el personal naval durante la búsqueda de sus camaradas naufragados.

 

Se extendió en forma inaudita la agonía de los familiares y seres queridos, integrantes de la familia naval, a la que pertenezco junto con mi propia familia, al negarles, durante todo el tiempo en que veladamente se discontinuó con la búsqueda del ARA San Juan, el derecho a un duelo de sus seres queridos, muertos en acto de servicio”.

 

“Legalmente la declaración de López Mazzeo obliga a realizar una causa aparte, por el ocultamiento y la complicidad que venimos denunciando siempre, pero desdobla la causa en dos porque no hay que olvidar que se debe determinar quienes son los responsables de las 44 muertes”, afirma la querellante y precisa: “En ese segundo expediente deberá investigase a los responsables de semejante ocultamiento, de las contrataciones a empresas de búsqueda, del beneficio que trajo la saga de cargos, gastos, y movidas para seguir tapando la verdad. Especialmente habrá que analizar, quienes estaban en conocimiento de la ubicación de los restos del submarino”.

 

El procesamiento fue el 31 de enero de este año y se completa con el capitán de navío Claudio Villamide, ex comandante de la fuerza de submarinos; el contraalmirante Luis Malchiodi, ex jefe de mantenimiento y arsenales; el capitán de navío Héctor Alonso, ex jefe del Estado Mayor del Comando de la Fuerza de Submarinos; el capitán de fragata Hugo Miguel Correa, ex jefe de departamento de operaciones de la Fuerza de Submarinos; y el capitán de corbeta Jorge Andrés Sulia, ex jefe del departamento logística de la fuerza submarina. Se los acusa de “estrago culposo agravado, incumplimiento de los deberes de funcionario público y omisión de oficio”.

 

Alguna de las imágenes del hallazgo del A.R.A. San Juan (S-42), tomadas por la empresa Ocean Infinity y que la jueza Federal de Caleta Olivia, Marta Yáñez, le mostró a los familiares de los 44 tripulantes muertos en el siniestro.

 

El posible hallazgo del A.R.A San Juan (S-42) los primeros días de diciembre de 2017 se vio reflejado en la prensa y en la propia armada trasandina que reprodujo las declaraciones del Capitán de Navío César Miranda, comandante del buque Cabo de Hornos, quien señaló: “En el marco de las incesantes labores y de los múltiples contactos establecidos, realizamos un hallazgo de un objeto a 940 metros de profundidad a través de los ecos del buque.

 

Aún resta que la Armada Argentina, con apoyo del buque ruso Yantar y un robot submarino, precise la naturaleza del objeto detectado, pero de todas formas estamos orgullosos del largo y sacrificado trabajo efectuado para apoyar a un país amigo”.

 

El Yantar efectivamente exploró la zona. La Marina Rusa nunca comunicó los resultados en la amplia zona que barrió. Por su parte, la Armada Argentina aseguró que ninguno de los “contactos” detectados por el Yantar o el Cabo de Hornos eran del A.R.A San Juan (S-42). Sin embargo, las palabras de López Mazzeo ponen en duda esas afirmaciones y aviva las especulaciones que detrás de la posterior búsqueda del submarino, existió un posible negocio económico.

 

De hecho, el anuncio del hallazgo del A.R.A San Juan (S-42), el 17 de noviembre de 2018, despertó en su momento suspicacias, sobre todo porque el buque Seabed Constructor dejó para su último día de rastrillaje la zona que había señalado un año antes el buque Cabo de Hornos y que las Armadas de Reino Unido y los Estados Unidos habían aconsejado explorar en profundidad.

 


“Si la Armada lo sabía, si Aguad lo sabía, si Macri lo sabía, ¿por qué fingir la búsqueda y contratarla?", se pregunta ante este medio Burlando, e intenta aproximar una posible respuesta:
 

Mentiras, traición, corrupción, espionaje, pérdida de vidas, de esperanzas, y mucho más, en eso se transformó la causa por el hundimiento del A.R.A. San Juan (S-42). Lamentablemente es una investigación inconexa y una trama que ni en ficción se puede reproducir. El gran final de toda esta insensatez es el último dato de que ‘aparentemente’ se conocía la ubicación del submarino. Es una gran locura, una gran traición que solo puede justificarse en las almas negras de la corrupción o del afano ¿Cómo se le puede mentir a una madre, a una esposa a una mujer en una situación así?”.

 

La querella representada por Burlando y Carreras le adelantó a Infobae que impulsarán a la Justicia para que, a través de distintas medidas de prueba, los dichos de López Mazzeo, uno de los seis imputados en el expediente, sean ratificados y desmentidos.