domingo, 20 de abril de 2014

18 de Abril, Día Mundial del Radioaficionado... De Alguna Manera...

18 de Abril, Día Mundial del Radioaficionado...


Cada año, el 18 de abril, los radioaficionados de todo el mundo celebran el Día Mundial del Radioaficionado.  Ese día, en 1925, la Unión Internacional de Radioaficionados fue fundada.


En 1913 se produjo el primer caso registrado de radioaficionados que ayudaron para proporcionar comunicaciones en caso de un desastre natural, durante las graves inundaciones en el medio oeste de los Estados Unidos.






¡Felices Pascuas de Resurrección y Transformación!... De Alguna Manera...

¡Felices Pascuas de Resurrección y Transformación!...

El Vive, celebra la Resurrección...

Es Pascua… Época de Transformación, de Cambio, de Esperanza…

Pascua significa Paso, de un lugar de Esclavitud a otro de Esperanza como Abraham hacia la Tierra Prometida. Como Jesús a la Vida Eterna y por su Resurrección.

Habría que meditar entonces…

¿Qué cambios estamos dispuestos a hacer?...

¿Qué pasos vamos a dar hacia la Esperanza, hacia la Transformación en un país mejor para todos, que, a veces, esté más cerca de lo que podemos ver?...

¿Qué Transformaciones, en ésta, nuestra vida, estamos dispuestos a afrontar?...

Desde nuestro espacio de labor profesional, proponemos que, en este tiempo de Pascua, revisemos las alternativas y cambiemos, tomemos la decisión de Transformar, a partir del pensamiento, el país donde queremos vivir.

¡Felices Pascuas de Transformación!


Los demonios, la verdad y la justicia… De Alguna Manera...


Los demonios, la verdad y la justicia…


Hace ya treinta años, la presentación del informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) al primer presidente de la democracia recuperada, Raúl Alfonsín, marcó un hito insoslayable que, en materia de derechos humanos, dividió en dos la historia y la vida política de la Argentina. En 1984, y por primera vez, el Estado convocaba a un grupo de ciudadanos a investigar las acciones aberrantes cometidas por ese mismo Estado durante un período determinado durante el cual habían sido avasallados todos los derechos. Desde ese momento, la consigna “Nunca Más” se convirtió en estandarte de la convicción de la sociedad de que esos hechos –las persecuciones políticas e ideológicas, la desaparición de personas, la tortura, el exterminio de toda disidencia– no deberían volver a repetirse.

Espejo de los tiempos y de la fragilidad institucional de la renaciente democracia, el informe Nunca Más, al tiempo que reveló las atrocidades cometidas por la dictadura para buena parte de una sociedad que –por temor o por indiferencia– había mirado hacia otro lado, también propuso –e instaló en el imaginario social– un discurso que de alguna manera terminaría transformándose en un obstáculo para la recuperación de la verdad de los hechos, la construcción de la memoria colectiva y, como consecuencia, el sometimiento a la Justicia de muchos de los responsables y partícipes del terrorismo de Estado. Ese discurso –basal de la teoría de los dos demonios– quedó sintetizado en dos párrafos del primer prólogo del Nunca Más, redactado por Ernesto Sabato: “Durante la década del ’70, la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto desde la extrema derecha como de la extrema izquierda, fenómeno que ha ocurrido en muchos otros países. Así aconteció en Italia, que durante largos años debió sufrir la despiadada acción de las formaciones fascistas, de las Brigadas Rojas y de grupos similares. 

Pero esa nación no abandonó en ningún momento los principios del derecho para combatirlo, y lo hizo con absoluta eficacia, mediante los tribunales ordinarios, ofreciendo a los acusados todas las garantías de la defensa en juicio; y en ocasión del secuestro de Aldo Moro, cuando un miembro de los servicios de seguridad le propuso al general Della Chiesa torturar a un detenido que parecía saber mucho, le respondió con palabras memorables: ‘Italia puede permitirse perder a Aldo Moro. No, en cambio, implantar la tortura’. No fue de esta manera en nuestro país: a los delitos de los terroristas, las Fuerzas Armadas respondieron con un terrorismo infinitamente peor que el combatido, porque desde el 24 de marzo de 1976 contaron con el poderío y la impunidad del Estado absoluto, secuestrando, torturando y asesinando a miles de seres humanos”.

La teoría de los dos demonios –compartida subterráneamente por buena parte de la clase política argentina– salía a la luz. El propio Alfonsín la había prefigurado con dos de sus primeras medidas de gobierno el 15 de diciembre de 1983. Una de ellas, el decreto 157, que ordenaba enjuiciar a los dirigentes de las organizaciones guerrilleras ERP y Montoneros. En el segundo decreto, el 158, se ordenaba procesar a las tres juntas militares que detentaron el poder en el país desde el 24 de marzo de 1976 hasta después de la guerra de Malvinas. 

En otras palabras, los dos demonios debían ser juzgados, con lo que se equiparaban –judicial y políticamente– las acciones de las organizaciones revolucionarias armadas con el plan sistemático de exterminio aplicado por la dictadura. Al mismo tiempo, se dejaba fuera de la acción judicial a los responsables del terrorismo de Estado previo al golpe del 24 de marzo, en una clara señal de cierre de filas de la corporación política. En la entrevista que, para esta edición de Miradas al Sur, Francisco Balázs realizó a cuatro de los cien trabajadores anónimos que tomaron los testimonios para el informe de la Conadep queda claro no sólo con la premura y la falta de recursos con que trabajaron sino también la firmeza de este grupo de jóvenes que amenazó con renunciar si el gobierno de entonces no hacía públicos –como era su intención inicial– los nombres de los represores que habían registrado.

Más allá de esto, el juicio a las juntas resultó ejemplificador en términos jurídicos e históricos. Ningún otro país latinoamericano de los que había sufrido dictaduras similares y contemporáneas a la Argentina había llegado –ni ha llegado aún– a tanto en el juzgamiento de crímenes de lesa humanidad. Pero, para el gobierno radical, ése era el límite. Juzgar a los máximos responsables y dejar afuera de la acción de la justicia a sus subordinados. En ese sentido, el levantamiento de Semana Santa de 1987 –tres años después de la presentación del informe de la Conadep– fue en algún sentido una puesta en escena. No se trata en absoluto de minimizar su importancia ni su peligrosidad para las instituciones. Pero queda claro que no fue determinante para la decisión del radicalismo para promover y aprobar en el Congreso las leyes de Obediencia debida y de Punto final. 

En La casa está en orden –un libro del que se reproducen algunos párrafos en esta edición de Miradas al Sur–, el ex ministro de Defensa de Alfonsín, Horacio Jaunarena, dice que el presidente radical había decidido avanzar con las leyes de impunidad antes de que se produjera el levantamiento carapintada. Con ambas leyes, las causas por los delitos cometidos por el terrorismo de Estado pasaron a dormir el sueño de los (in)justos, con la sola excepción de las relacionadas con la apropiación de menores. Los indultos decretados por Carlos Menem al principio de su mandato vinieron a completar la escena de la impunidad. Al “Nunca Más” le faltaba el soporte de la Justicia, lo que hacía tambalear también a la memoria y a la verdad.

La persistente resistencia de los organismos de derechos humanos, coronada por la decisión de Néstor Kirchner de impulsar la derogación de las leyes de impunidad, reabrió las puertas a la memoria, la verdad y la justicia para los crímenes cometidos por la dictadura. Una dictadura que recién en los últimos tiempos se define por su carácter completo y complejo: cívico-militar.

En ese camino, el prólogo a la edición del Nunca Más de 2006 –coincidente con el trigésimo aniversario del golpe del 24 de marzo– develó, por primera vez desde el Estado, la falacia de la teoría de los dos demonios. “Es preciso dejar claramente establecido –porque lo requiere la construcción del futuro sobre bases firmes– que es inaceptable pretender justificar el terrorismo de Estado como una suerte de juego de violencias contrapuestas, como si fuera posible buscar una simetría justificatoria en la acción de particulares frente al apartamiento de los fines propios de la Nación y del Estado que son irrenunciables”, dice allí. Y se añade: “Por otra parte, el terrorismo de Estado fue desencadenado de manera masiva y sistemática por la Junta Militar a partir del 24 de marzo de 1976, cuando no existían desafíos estratégicos de seguridad para el status quo, porque la guerrilla ya había sido derrotada militarmente. 

La dictadura se propuso imponer un sistema económico de tipo neoliberal y arrasar con las conquistas sociales de muchas décadas, que la resistencia popular impedía que fueran conculcadas. La pedagogía del terror convirtió a los militares golpistas en señores de la vida y la muerte de todos los habitantes del país. En la aplicación de estas políticas, con la finalidad de evitar el resurgimiento de los movimientos políticos y sociales, la dictadura hizo desaparecer a 30.000 personas, conforme a la doctrina de la seguridad nacional, al servicio del privilegio y de intereses extranacionales”.

La falsa ecuación de dos demonios enfrentados –la guerrilla y los militares– queda despejada por la de la complicidad estratégica de los verdaderos dos demonios: los militares genocidas y sus socios civiles, en sus patas empresariales, eclesiásticas y mediáticas. Esta semana, la declaración de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa) manifestando su “preocupación por el allanamiento realizado en la sede del diario La Nueva Provincia, hoy La Nueva, de Bahía Blanca”, en el marco del juicio por delitos de lesa humanidad que se le sigue a su director, Vicente Massot, es una muestra más de que –más allá de los avances realizados en los últimos años por la Justicia– hay muchos demonios civiles que siguen todavía al acecho. Libres. Y conspirando.

© Escrito por Daniel Cecchini el Domingo 20/04/2014 y publicado por Miradas al Sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


El misterio del vuelo MH370... De Alguna Manera...


El misterio del vuelo MH370...


¡Adivinador adivina / adivina adivinador! Así comienza una de las más hermosas canciones que compusiera María Elena Walsh. A poco más de un mes de la desaparición del Boeing 777/200 ER de Malaysia Airlines ocurrida el 8 de marzo pasado, lo único que oficialmente comunicaron las autoridades malayas es la caída del avión en el Océano Índico.

Lo demás pareciera tratarse de una adivinanza. ¿Por qué cambió de rumbo a poco de alcanzar la altura crucero y no llegó a Pekín? ¿Por qué no se declaró en emergencia? ¿Por qué no se comunicaron los pilotos con el control de transito aéreo? Si bien por estas horas la búsqueda de los restos del avión siniestrado y de su caja negra continúa en el Índico, esta historia y esta búsqueda tienen un principio. Por razones aun desconocidas se ocultó información valiosa y precisa que de haberse conseguido a tiempo hubiera permitido acercarnos más a la verdad y evitar adivinanzas, hipótesis y teorías conspirativas que tiñeron toda la información de los diarios y la televisión a escala global.

La confusión sobre el destino del vuelo MH370 que despegó en la madrugada del sábado 8 de marzo desde Kuala Lumpur rumbo a Pekín, con 227 pasajeros y 12 tripulantes a bordo, se disipó en parte en estos últimos 15 días. Hay algo ya confirmado: cayó en el Índico. Pero, más allá de este destino fatal, lo cierto es que tanto Malaysia Airlines como las autoridades aeronáuticas malayas ocultaron información valiosa desde el principio.

Veamos qué datos vitales dejaron de informar:

1. La empresa estatal malaya no informó que sus aviones carecían del servicio de información satélite Acars.

2. La autoridad aeronáutica escondió durante tres días información satelital Acars suministrada por la firma inglesa Inmarsat.

Ambos ocultamientos generaron que durante los primeros tres días, la búsqueda del Boeing por parte de los equipos de rastrillaje se convirtiera en una adivinanza.

¿Qué es el Acars? Se trata de un sistema satelital que hoy forma parte de la seguridad operacional aeronáutica y que permite el seguimiento en tiempo real de todos los sistemas operativos de un avión. Quien contrata y paga este servicio obtiene los datos reales del funcionamiento de turbinas, sistemas eléctricos e hidráulicos con el objetivo de optimizar la performance del avión y de prevenir fallos. Además tiene la ventaja de detectar fallas en pleno vuelo, permitiendo así que la tripulación informe a su base de destino que necesita cambiar una pieza o efectuar una reparación cuando aterrice. A través del Acars, mediante cálculos matemáticos, se puede conocer con un aceptable grado de certeza el curso o el lugar aproximado donde se encuentra un avión.

Malaysia Airlines no tenía contratado el servicio Acars, no sólo en el avión siniestrado sino en ninguna de las aeronaves de su flota. Lo grave fue que lo ocultó. Y, peor aún, sin importarles la angustia de los familiares de quienes viajaban en el avión y sólo para generar más intriga y misterio, la autoridad aeronáutica malaya ocultó información Acars durante los tres primeros días de búsqueda.

Es decir, un gobierno decidió ser cómplice y parte del silencio. La autoridad del país, Malasia, que debía sancionar y denunciar a Malaysia Airlines por operar sin la máxima seguridad operacional, eligió esconderse frente a las autoridades aeronáuticas de todos los países que comenzaron la búsqueda.

Las hipótesis. Así, con la información satelital escondida bajo una alfombra malaya, creció en primer término la hipótesis del secuestro a manos de dos pasajeros que abordaron el avión con pasaportes falsos. Eso fue creíble durante unos días, y se disipó cuando la propia Interpol aseguró que no había vínculos entre esas dos personas y grupos terroristas. 
Agotada la primera hipótesis, surgió la segunda, que aseguraba un posible cambio de rumbo del Boeing 777. Según la CNN, un militar malayo que pidió reserva de identidad daba a conocer un contacto radar con un avión comercial que presuntamente podría ser la aeronave siniestrada. La fuente militar y la CNN no revelaron las coordenadas precisas en la cuales el presunto avión habría sido detectado. Conclusión, esta segunda hipótesis duro menos que un contacto radar.

Ahora bien, ¿cómo se llegó a oficializar la noticia que confirmó el siniestro y que no había sobrevivientes si Malaysia Airlines nunca tuvo información satelital y la autoridad de aviación malaya ocultaba los datos satelitales de los cuales disponía? Respuesta: por distintos factores de presión internacional que no hicieron ni harán pública la presión ejercida.

¿Quiénes ejercieron presión?

1. Inmarsat. La empresa inglesa que brindó al Estado malayo la información satelital a través del sistema Acars. Se trata de una compañía considerada entre las más serias del mundo aeronáutico y en ese ambiente se la tiene como una empresa creada y controlada por las Naciones Unidas con sede en Inglaterra que además brinda información satelital marítima.

2. Boeing y Estados Unidos. El fabricante del B-777/200 siniestrado tiene y tuvo en todo momento información satelital y es el primer interesado en que los restos del avión aparezcan para comenzar la investigación imprescindible y así conocer qué sucedió con una de las aeronaves comerciales más seguras o la más segura que dio la industria aérea.

3. Rolls Roys. El fabricante inglés de las turbinas que impulsaban al Boeing de Malaysia Airlines y que monitorea en tiempo real el funcionamiento de todas las turbinas de su fabricación que funcionan en cientos de aviones alrededor del mundo.

4. China. El gigante asiático tenía a bordo del avión siniestrado 153 ciudadanos.

En la industria aeroespacial y en el ambiente aerocomercial nadie duda de que la información suministrada por estos cuatro actores es la que orientó la búsqueda y el rastrillaje aéreo y naval hacia el Océano Índico. El lugar de búsqueda hoy abarca un área de 57.923 kilómetros cuadrados, algo más que la superficie de Costa Rica, a 2.280 kilómetros al noroeste de Perth, en la costa occidental de Australia.

Aviones de la patrulla marítima australiana detectaron días pasados señales acústicas provenientes del fondo marino emitidas con la frecuencia que emiten las señales de rastreo que poseen las cajas negras. Luego de los estudios acústicos se confirmó que las mismas no tenían relación con el avión siniestrado.

A estas búsquedas se sumaron dos misiones por parte de un submarino no tripulado que tampoco tuvo éxito. Lo concreto es que, a más de un mes de la desaparición del avión, no se ha encontrado aún ni la caja negra, ni nada que pertenezca al Boeing 777/200 de Malaysia Airlines que permita iniciar la investigación para acabar con las hipótesis y las adivinanzas que tanto mal le hacen a la industria y principalmente a los familiares de las víctimas que el 8 de marzo pasado despegaron de Kuala Lumpur y no llegaron a Pekín.

© Escrito por Diego Dominelli el Domingo 20/04/2014 y publicado por Miradas al Sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


sábado, 19 de abril de 2014

Origen del nombre: ¿Por qué Argentina?... De Alguna Manera...


Origen del nombre: ¿Por qué Argentina?


Son la geografía y la historia conjugadas con la lingüística, las que a través de los hombres conforman la toponimia de un país.

Así como nuestro desarrollo histórico-geográfico y político se encuentra ligado a las tierras que se extienden adyacentes al majestuoso río color de león – Mar Dulce, Río de Solís, Río de Santa María, Río Jordán; el destino de la denominación de nuestra Nación no se pudo desprender de la atracción del río descubierto por Solís en 1516 y que finalmente se impondría en la cartografía como "Río de la Plata". Tal denominación proviene de Portugal en la tercera década del siglo XVI, para luego ser un uso corriente en los viajeros españoles como Diego García o Pedro de Mendoza. 


Es así que, el 21 de mayo de 1534, el rey de España firmaba el asiento concedido a Pedro de Mendoza, para la conquista y población de las tierras y provincias del Río de la Plata.

Por el año 1554, aparece por primera vez en una pieza cartográfica, del portugués Lopo Homen la denominación de Terra Argentea.

En 1602 se publicó en Lisboa el libro a partir del cual se habría de imponer la denominación de Argentina.

Nos referimos a la obra "Argentina y conquista del Río de la Plata, con otros acaecidos de los reinos Del Perú, Tucumán y Estado del Brasil" de Martín del Barco Centenera. Es aquí donde el autor utiliza la latinización del término "argenteus", inusual para la época, ya que lo común era utilizar la adjetivación argenteados o argénteo, según comenta Ángel Rosenblat en su obra "Argentina, Historia de un Nombre".

En los primeros tiempos ese término se mantiene dentro de los sectores cultos de la población y es así, que, Manuel José de Lavardén publica en el primer número del Telégrafo Mercantil, su Oda al Majestuoso Río Paraná donde hace mención a las "sencillas ninfas argentinas".

Un hito importante en la difusión del citado término, es su paso desde los sectores cultos a los niveles populares, asociado al proceso revolucionario de los hombres de mayo.

Un claro ejemplo, lo tenemos en el Himno Nacional de Vicente López y Planes, adoptado por la Asamblea del año 1813: "A vosotros se atreve ¡Argentinos!..."


A partir de aquí, podemos comprobar cómo, desde una óptica eminentemente literaria, nace la denominación de Argentina, y que con el transcurso de los años pasaría a tener una connotación política-geográfica y que por sobre todo iría marcando la individualización del habitante de las comarcas rioplatenses y del espacio que ocupa.

Este espacio geográfico inmerso en las dilatadas tierras que la corona española poseía en América va a tomar distintas denominaciones según los descubridores y hechos históricos que se irán sucediendo en la difícil integración y unidad nacional.

Desde el Virreinato del Perú, pasando por la formación del Virreinato del Río de la Plata en 1776, hasta llegar a la actual denominación oficial, encontramos títulos relacionados con los vaivenes políticos que se sucedieron durante las distintas etapas de consolidación de nuestra entidad nacional.

La Primera Junta acuerda por expresión de su Cabildo, la denominación Provincias Unidas del Río de la Plata, que a su vez será tomada por la Asamblea del año XIII. Posteriormente, en 1816, el Congreso que proclamó la independencia, utilizó el nombre de "Provincias Unidas del Río de la Plata en Sudamérica".


Como vemos, en la época de nuestra emancipación no se utilizó con frecuencia el término "Argentina". La razón la encontramos, en que al estar tal denominación asociada a la hegemónica Buenos Aires, no constituía un factor de integración entre las provincias. Con la Constitución de la República Argentina del 24 de diciembre 1826 se oficializa esta designación.

El enfrentamiento entre federales y unitarios trae consigo la utilización de las denominaciones Confederación Argentina o Provincias Unidas del Río de la Plata, según las tendencias que las propiciaron.

El 1° de octubre de 1860 se promulga la Constitución de1853, donde se realizan enmiendas a ésta y se agrega el art. 35, donde dice: "Las denominaciones adoptadas sucesivamente desde 1810 hasta el presente a saber: Provincias Unidas del Río de la Plata, República Argentina, Confederación Argentina, serán en adelante nombres oficiales indistintamente para la designación del gobierno y el territorio..."

A los días de promulgada en la ciudad de Paraná, el presidente Santiago Derqui, teniendo en cuenta la necesidad de unificar la denominación de la Nación para los actos administrativos, decreta que: "el gobierno ha venido en acordar que para todos estos actos se use la denominación de República Argentina". De allí derivan los calificativos con los cuales se identificarían en el futuro a los habitantes y al territorio que ocupa el extremo meridional del continente americano.


Pero como los hombres son quienes imponen los nombres, éstos no permanecen inalterables, cambian, son modificados por los distintos usos o costumbres. Así aparece una expresión simplificada para designar a nuestro país en el orden internacional y especialmente dentro de la Organización de las Naciones Unidas: Argentina, solamente, suprimiendo el sustantivo República.

Resumiendo, desde su origen latino y con las distintas denominaciones con que nos conociera el mundo a lo largo de nuestro devenir histórico, hoy, el nombre de Argentina identifica a esta nación de la que orgullosamente formamos parte.


© Fuente: Prof. Ruben M. Albanese, en Revista del IGM (Actualmente I.G.N. "Instituto Geográfico Nacional" según Decreto Presidencial 554/2009), año 1, N° 0