martes, 3 de diciembre de 2013

Unión de Santa Fe vs. Huracán ... De Alguna Manera...


Cero por todos lados...


El empate fue justo porque ambos no hicieron mucho para ganarlo. Gastón Monzón se quedó con la última pelota de la noche.

Primer tiempo aburrido y una segunda etapa con algunas situaciones de gol de ambos lados. 

En Huracán, Espinoza no supo aprovechar las dos posibilidades claras que tuvo en complemento. En Unión, Aleman buscó a través de la pelota parada, pero solo fueron intentos.


Un punto que no les sirve. El Globo no pudo ganar ningún partido en el interior.

Síntesis:

Unión de Santa Fe 0


Matías Castro; Luciano Vella, Mauricio Martínez, Nicolás Correa, Fernando Evangelista; Víctor Zapata, Nicolás Bruna, Emanuel Moreno; Sebastián Palacios, Rodrigo Salinas y Brahian Alemán.

DT: Facundo Sava

Suplentes: Ignacio Arce, Santiago Zurbriggen, Sebastián Caballero, Nicolás Bertochi, Franco Farías, Matías Soto Torres y Lionel Altamirano.

Huracán 0

Gastón Monzón; Leonardo Zaragoza, Alexis Ferrero, Eduardo Domínguez, Carlos Arano; Germán Mandarino, Víctor Cuesta, Lucas Villarruel; Cristian Espinoza, Leandro Caruso y Matías Defederico.

DT: Frank Kudelka

Suplentes: Marcos Díaz, Federico Mancinelli, Guillermo Sotelo, Lucas Fernández, Alejandro Romero Gamarra, Mauro Milano y Juan José Arraya

Cambios: Zurbriggen por Evangelista, Bertochi por Moreno y Soto Torres por Zapata en Unión; Romero Gamarra por Defederico, Mancinelli por Zaragoza y L. Fernández por Espinoza en Huracán

Amonestados: Dominguez, Zaragoza, Villaruel (Huracán); Bertuchi, Martinez, Vella y Evangelista (Unión)

Expulsado: Cuesta (Huracán)

Arbitro: Jorge Baliño
 
Líneas: Diego Martínez y Gerardo Carretero4to arbitro: Juan Pafundi
 
Estadio: 15 de Abril

© Escrito por Marcelo Salvio el martes 03/12/2013 y publicado por Mundo Ascenso de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Las fotos:


Los goles: No hubo goles.

La tabla:


La próxima fecha: La 21º



 


domingo, 1 de diciembre de 2013

Alejandro Urdapilleta…Q.E.P.D. De Alguna Manera...


Murió el actor Alejandro Urdapilleta…

                  
Fue símbolo del teatro under de los 80 y ganó cuatro premios ACE. También brilló en TV, con Antonio Gasalla y en ficciones como "Tumberos" y "Sol Negro".

Símbolo del under teatral de los 80 que encontró la vía a la popularidad y llegó a la TV, el actor y guionista Alejandro Urdapilleta murió hoy a los 59 años. Así se lo confirmó a Clarín.com la Asociación Argentina de Actores.

Uruguayo de nacimiento y trotamundos por vocación, Urdapilleta fue una figura central del teatro tras la recuperación de la democracia. En los 80, se lució en el under porteño en un grupo que hizo base en el recordado Parakultural, con Batato Barea y Humberto Tortonese, entre otros.

Más tarde, cosechó decenas de premios, incluyendo sendos premios ACE por su trabajo en obras como Hamlet, El relámpago, Almuerzo en casa de Ludwig W y Mein Kampf. También obtuvo el María Guerrero, el Trinidad Guevara y el Konex 2001.

Su desembarco firme en la TV se dio a comienzos de los 90 con Antonio Gasalla. Y brilló en dos ficciones: Tumberos, donde interpretaba a "El Seco", un revolucionario de los 70, y Sol negro, donde hacía de médico en un hospital neuropsiquiátrico. Por la primera ganó un Martín Fierro. Por la segunda, así como por un rol en Mujeres asesinas años después, fue nominado.

En la pantalla grande debutó en 1989 con la película Kindergarten. Después le siguieron Cipayos (1989), Vivir mata (1991), La balada de Donna Helena (1995) y La sonámbula, recuerdos del futuro (1998).

En 2004 fue premiada en el Festival de Cine de Mar del Plata Adiós querida luna, una de las películas en las que actuó Urdapilleta.

Sus últimas actuaciones en cine fueron en  La niña santa (2004), La antena (2007), Toda la gente sola (2009),  Los santos sucios (2009) y No le mientas al diablo (2010). 

© Publicado el domingo 1º/12/2013 por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Blanco y negro… De Alguna Manera...


Blanco y negro…

El look de un país al que le gustan los contrastes. Foto: Presidencia

El periodismo es la forma cultural preeminente de nuestra era. Ocupa más recursos en su producción y distribución que cualquier otra creación de contenidos y es consumido rutinariamente por más gente en todo el mundo. Ese estatus cultural privilegiado, que lo ubica en el centro de la vida pública, se explica en gran medida al distinguirse de otras producciones culturales por ser una de las pocas que se apoyan en la “factualidad”, concepto referido a la fascinación creciente de nuestra sociedad con lo real y lo actual en oposición a lo imaginado y ficcional.

Es tan importante el concepto de factualidad, que aun la propaganda disfrazada de periodismo militante tiene que mantener la promesa de que lo que difunde son hechos verdaderos y no ficción. Valor y verdadero no sólo son palabras que comparten su raíz.

Otro ejemplo simple fueron los “realities”, que tan de moda estuvieron hace algunos años: mientras el televidente pudo verlo como realidad, tuvieron mucho rating. Cuando la audiencia fue perdiendo la ingenuidad y comenzó a verlos como un espectáculo guionado o preguionado, perdieron casi todo su atractivo.

El mismo concepto de factualidad se aplica a la política. Mientras el relato parece real, tiene una fortaleza única. Cuando se intuye que es ficción, se desintegra patéticamente. Y quizás el reality kirchnerista clásico hoy ya sólo pueda ser visto como una factualidad desde la tierna inocencia, y a la vez admirable pasión, de los “pibes para la liberación” que se entregan a Cristina.

Es difícil no asociar el abandono del luto con los cambios de Gabinete y de políticas. Y es más difícil entonces no resignificar el prolongado luto anterior con un marketing político que se agotó. Y la forma de su abandono es hasta casi risueña porque se podría pasar del negro al gris o a colores oscuros u opacos, en lugar de a blanco brillante. Pareciera que el mensaje es que haya mensaje.

¿El blanco y el acuerdo con Repsol están unidos en sintagma por extensión? ¿El negro sería a Cristina Kirchner lo que “su marxismo” a Kicillof: significantes agotados? Ayer Perfil tituló: “Tras Repsol, ahora ¿Clarín?”. Repsol es un nuevo significante lleno de significados que Macri primariamente traduce en “Cristina se está haciendo un poco del PRO”.

El semiólogo francés Roland Barthes escribió en su clásico libro El sistema de la moda que “no es la palabra el fatal propagador de todo orden significante”. Hay una retórica de la imagen que está presente en Cristina Kirchner, donde “se viste de sentido” apelando a las formas tanto como a los contenidos. Y la estética no es sólo formas. Tampoco el blanco y negro sino el contraste que significa, porque también resulta triste ver a periodistas especializados en economía decir que por el 51% de Repsol se pagan 8 mil millones de dólares y no 5 mil, como dice el Gobierno, porque le agregan a ese valor los intereses del 8,5% a diez años, tratando siempre de mostrar que todo lo que hace el kirchnerismo está mal, confundiendo a audiencias financieramente analfabetas.

Es obvio que los intereses no son el precio sino que lo es su valor actual. Los intereses son el costo de un crédito como de cualquier otro crédito que el Estado contrajese. Y obviamente que 5 mil millones (incluso si fueran 8 mil) son un gran negocio para la Argentina actual porque sólo Vaca Muerta, de la que YPF es principal beneficiaria, está valuada en los cálculos más pesimistas al equivalente de treinta años de la producción de soja argentina, y en los cálculos más optimistas al equivalente a cien años de soja.

Lacan decía que “sólo el amor permite al goce condescender al deseo”. O sea que sólo el amor puede hacer a los “pibes para la revolución” ver blanco donde hay negro, y sólo el odio, que es otra forma de amor, puede hacer ver a esos periodistas negro donde hay blanco en el acuerdo con Repsol.

Idéntico blanco y negro se visualiza en la política en general, donde el recuperado protagonismo del Gobierno es el resultado de que la oposición no tiene para aportar algo muy diferente a lo que hace el jefe de Gabinete, salvo la crítica de Carrió-Solanas sobre que el acuerdo con Repsol es “estafa”, “robo”, “acuerdo espurio” y la “continuación de los negociados entre españoles y argentinos”. O tendría que prescribir algún grado de ajuste que, al ser políticamente incorrecto, prefiere dejar la escena al Gobierno para que pague sus costos.

El mismo blanco-negro o lleno-vacío impregna también al panperonismo post kirchnerista, desde Scioli a Massa, pasando por Randazzo y todos los que se anotan en la lista de precandidatos presidenciales para 2015. Porque todos quieren ser presidentes y nadie gobernador de la provincia de Buenos Aires. Problema que también tiene Macri porque, en lugar de enviar al matadero a su vicejefa de Gobierno en la Ciudad, María Eugenia Vidal, podría considerar ser él mismo quien se propusiera para gobernador de la provincia que concentra el 40% del país –y probablemente la mayoría de sus problemas– para, solucionándolos, cambiar la Argentina desde su base y ganarse sin dudas una presidencia futura.

También el radicalismo padece el mismo síndrome antibonaerense porque Alfonsín, que hubiera podido mejorar mucho más los resultados del panradicalismo en las elecciones de 2009 siendo candidato a gobernador por su provincia, prefirió ser seguro perdedor, pero como candidato a presidente.

“Vamos por todo.” “Ellos (por Repsol) nos tienen que pagar a nosotros.” “No son 5 mil millones de dólares sino 8 mil millones.” “Es un acuerdo espurio, continuación de los negociados entre españoles y argentinos.” Son, en palabras, lo que Roland Barthes traduciría del blanco y negro de la vestimenta de Cristina.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 30/11/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Qué le pasa a CFK... De Alguna Manera...


Qué le pasa a CFK…

En trastienda CFK. Foto: Pablo Temes

Hay nuevos rumbos políticos, además de los cambios de hábitos por su salud y el fin del luto. Efecto Pichetto.

“Señora Presidenta, le quedan diez minutos”, es la frase con la que uno de sus colaboradores le informa a Cristina Fernández de Kirchner que el tiempo máximo de duración de las reuniones permitido por sus médicos estaba a punto de expirar. La jefa de Estado se comporta como una muy buena paciente y su observancia de las indicaciones médicas es total. El hematoma subdural crónico y la operación la impactaron. Algo le ha sucedido personalmente. El abandono del luto es un dato más. Políticamente, también le están sucediendo cosas tanto a ella como al kirchnerismo. La causa de esos sucesos es el resultado electoral del 27 de octubre pasado.

Cuando el jefe del bloque de senadores del Frente para la Victoria, Miguel Angel Pichetto, dejó sentado públicamente su voto a favor del cuestionado y peligroso proyecto de reforma del Código Civil y Comercial, no cometió un sincericidio sino que expresó su hartazgo con un estilo de conducción que está agotado: el de la obediencia debida. Este ha sido uno de los peores males impuestos por el oficialismo. Eso de que los proyectos que van al Congreso deben aprobarse contra viento y marea, sin cambiarle ni un punto ni una coma, ha significado una verdadera humillación no sólo para muchos legisladores K que debieron callar sus discrepancias sino también para la República.

Los legisladores también son genuinos representantes del pueblo elegidos por el voto popular. Una cosa es compartir un proyecto; otra muy distinta es no poder expresar puntos de vista diferentes. La misma Fernández de Kirchner denunció valientemente esto durante el menemismo cuando, siendo senadora, se opuso a votar bajo la orden de la obediencia debida. “No soy la recluta Fernández”, dijo antes de dar el portazo e irse de ese bloque, en un acto de dignidad política que le valió elogios. Pichetto, que aspira a ser finalmente gobernador de Río Negro, está harto del ninguneo al que lo ha sometido siempre la jefa de Estado. Encima, debe aguantar a Amado Boudou, al que no tiene empacho en dedicarle calificativos denostadores, entre los que cuesta encontrar alguno más o menos elegante.

El giro copernicano dado por el Gobierno en el caso YPF ha dejado boquiabiertos a más de uno dentro del oficialismo, sobre todo en el kirchnerismo duro. Dentro de aquella militancia que se llena la boca con la palabra liberación, hay sorpresa, azoro y una incipiente decepción. Escuchar al mismo Axel Kicillof, quien promovía que a Repsol no había que pagarle nada, decir que ahora no pagar una indemnización sería un acto ilegal –verdad de Perogrullo– ha descolocado a más de uno. En verdad, nada que sorprenda: el kirchnerismo ha sido siempre así. En la City porteña se reconoce que, por primera vez en años, el Gobierno ha comprendido que su preocupación debe estar puesta en favorecer la entrada de dólares más que en luchar infructuosamente contra su salida.

El nuevo jefe de Gabinete, Jorge Milton Capitanich, se mueve con una soltura que nunca llegó a tener su predecesor, Juan Manuel Abal Medina. Capitanich trabaja en pos de su proyecto presidencial. Esto, naturalmente, inquieta mucho a Daniel Scioli, cuyos últimos movimientos –los acuerdos con Sergio Massa y Francisco de Narváez, la defensa del vapuleado Martín Insaurralde– lo han vuelto a distanciar del kirchnerismo, en donde nunca lo quisieron. Hay una realidad que indiscutiblemente favorece al jefe de Gabinete: la imposibilidad de llevar adelante el proyecto “Cristina eterna”. Una de las consecuencias de ese futuro sin posibilidad de re-reelección son las modificaciones que se habrán de producir en el Fútbol para Todos, que terminó siendo un instrumento de propaganda política de la más baja estofa, absolutamente inútil como herramienta electoral.

Como a la Presidenta ya no le sirve para nada, ha llegado la hora de decir basta con el proyecto que, tal como se implementó hasta ahora, le ha costado al país cientos de millones de pesos que pudieron haber tenido un mejor destino y ha profundizado la bancarrota de muchos clubes. Por otra parte, en las cercanías de la Presidenta señalan que los cambios que viene produciendo en su gobierno son producto no tanto de sus convicciones sino, más bien, de sus temores a una progresiva pérdida de poder. En lo inmediato, una de sus mayores preocupaciones son los saqueos que generan un estado de alerta en las proximidades de las fiestas de Navidad y Año Nuevo. Los hechos del sur de Rosario acaecidos en la semana encendieron luces amarillas.

Hubo poca –muy poca– gente en la despedida de Guillermo Moreno. En esas horas finales al frente de la Secretaría de Comercio Interior –en la que La Cámpora se propone realizar una auditoría–, Moreno les aseguró a sus tres colaboradores más cercanos que no se preocuparan por su futuro. “Los llevaré adonde yo vaya”, dijo el ahora ex secretario. “¿A Roma, Guillermo?”, se apresuró a inquirir Ana González, una de las secretarias asignadas a escuchar el ruego de los empresarios que reclamaban por sus importaciones. Entonces Moreno la miró con un dejo de sarcasmo y sonrió, lo cual dejó intrigados e inquietos a muchos hombres y mujeres de negocios que supieron la anécdota.

Mientras esto sucede en la superficie, en la trastienda Fernández de Kirchner avanza en asegurar la impunidad judicial que libere de amenazas la vuelta al llano de muchos de sus funcionarios. He ahí, pues, la propuesta de designación de conjueces para la Cámara Federal de Casación Penal. Seis de los diez candidatos tienen una marcada y manifiesta afinidad con el kirchnerismo. El colmo lo representa el doctor Martín Magram, que fue abogado defensor de Amado Boudou en 2010, en una causa abierta por la posesión de un automóvil con papeles falsos.

Es realmente descarado proponer para esa Cámara, que será tribunal de alzada en el caso que involucra al vicepresidente, a su abogado. Tanto como eso, lo es el impresionante nivel de enriquecimiento que exhiben algunos de los ex secretarios de la Presidenta. “El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”, famosa frase de Lord John Emerich Edward Dalberg-Acton, es en la Argentina una penosa y cruel realidad.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 30/11/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.