miércoles, 14 de noviembre de 2012

Clase Media Argentina... De Alguna Manera...


Según el Banco Mundial, Argentina duplicó su clase media entre 2003 y 2009...


Según el Banco Mundial, Argentina duplicó su clase media entre 2003 y 2009

El organismo difundió un documento en el que explica que ese sector trepó de 9,3 millones a 18,6 millones de personas, superando el promedio de la región.

La Argentina duplicó entre 2003 y 2009 su clase media y es el país latinoamericano con el mayor porcentaje de crecimiento de ese segmento de población, según un informe difundido hoy por el Banco Mundial.

El documento también indicó que la clase media en América Latina y el Caribe pasó de 103 millones de personas en 2003 a 152 millones en 2009, lo que implica un aumento de 50 por ciento, y alcanza así al 30 por ciento de la población regional.

En el caso de Argentina, el estudio detalló que la clase media trepó en ese período de 9,3 millones a 18,6 millones de personas.

Al respecto, precisó que ese aumento de más de 9,3 millones de personas “representa un 25 por ciento de la población total de Argentina”. “Es el mayor porcentaje de crecimiento de la clase media en toda la región durante la última década, seguido por Brasil con 22 por ciento y Uruguay con 20 por ciento”, subrayó.

Las cifras surgen del informe “La movilidad económica y el crecimiento de la clase media en América Latina” y define a los integrantes de la clase media a aquellos que tienen un ingreso de entre 10 y 50 dólares por día y per cápita.

El presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, señaló que “la experiencia reciente en América Latina y el Caribe le muestra al mundo que se puede brindar prosperidad a millones de personas a través de políticas que encuentran un equilibrio entre el crecimiento económico y la ampliación de oportunidades para los más vulnerables”.

No obstante, destacó que los gobiernos de la región “aún tienen mucho por hacer”, dado que un tercio de la población sigue en la pobreza. Por su parte, el economista jefe del Mundial para América Latina y el Caribe, Augusto de la Torre afirmó que “una sociedad con una clase media creciente es más propensa a reducir desigualdades”.

El documento planteó que durante décadas, la reducción de la pobreza y el crecimiento de la clase media en la región “avanzaba a un ritmo muy lento”. Sin embargo, explicó que en la última década, “la suerte de la región mejoró significativamente gracias a ciertos cambios de política pública que enfatizaron la prestación de programas sociales junto a la estabilidad económica”.

Así, remarcó que la clase media en América Latina y el Caribe creció un 50 por ciento hasta alcanzar “el 30 por ciento de la población regional en 2009″. ”Otros de los éxitos más resonantes en la región son Brasil, que da cuenta de un 40 por ciento del crecimiento de la clase media en la región; Colombia, en donde el 54 por ciento de la población mejoró su nivel económico entre 1992 y 2008; y México, que vio el 17 por ciento de su población unirse a la clase media entre 2000 y 2010″, resaltó.

Según el informe, actualmente la clase media y los pobres en América Latina “representan aproximadamente la misma proporción de la población” (30 por ciento, cada uno), mientras que los ricos alcanzan un 2 por ciento, y el restante 38 por ciento se ubica en una “clase vulnerable” a la que “le fue mucho mejor que a los pobres en términos de ingreso, pero aún carece de la seguridad económica de la clase media”.

“La aplicación de reformas apropiadas convertirá a la clase media en un agente de cambio cada vez más poderoso para brindar prosperidad a quienes se han quedado atrás”, concluyó.

© Publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el martes 13 de Noviembre de 2012.


martes, 13 de noviembre de 2012

Ni Gobierno... Ni Oposicion: Nadie escucha... De Alguna Manera...

Nadie escucha...
"AUTISMO PATRIOTICO". Presidenta Cristina Fernández. Dibujo: Pablo Temes.

Ni la Presidenta ni Mauricio Macri toman nota del reclamo social. ¿Hasta cuándo?

Definitivamente no escuchó. Aunque, en verdad, lo correcto es decir que no quiso, ni quiere, ni querrá escuchar el ruido de las cacerolas ni de las voces que no concuerden con el tramado de su relato. Así es como mejor puede definirse la actitud de la Presidenta no sólo frente a la impactante manifestación del 8N que, por su dimensión y extensión a lo largo y a lo ancho del país, hizo recordar a aquellas otras de los albores de la renacida democracia argentina en 1983.

Pero no sólo eso –el no escuchar– fue lo que hizo la doctora Cristina Fernández de Kirchner, sino algo más: primero, ningunear a las decenas de miles de ciudadanos y ciudadanas que expresaron sus desacuerdos con el Gobierno (“Ayer pasó algo importante: el Congreso del Partido Comunista Chino”); segundo, decirles que se busquen a quienes lo representen (“el verdadero problema de la sociedad es la falta de una dirigencia política que los represente con un modelo alternativo con el cual podamos debatir y decidir”). Y he aquí un grosero error de concepto por parte de la Presidenta, porque es a ella a quien le corresponde atender los reclamos de la ciudadanía.

La Presidenta no gobierna sólo para quienes la votaron sino también para aquellos que no lo hicieron. Una de las características de la manifestación del 8N fue la presencia de reclamos muy concretos: no a la inflación, no a la inseguridad, no a la corrupción, no al incumplimiento de fallos judiciales favorables a jubilados que requieren cobrar lo que les corresponde, basta de presiones a la Justicia, no a la re-reelección, no al autoritarismo.

No son ésas consignas ideológicas. A diferencia de lo sucedido en aquellas trágicas y tristes jornadas de fines de 2001, la gente no fue a pedir que se vayan todos sino a reclamarle al Gobierno que se aboque a buscar la solución de los problemas que hoy afectan la vida de muchos ciudadanos, demanda que también se extiende sobre una oposición que hoy no representa una alternativa de poder viable y que es corresponsable del desequilibrio político de graves consecuencias institucionales que hoy vive el país.

Hay un enamoramiento del relato y del personaje. Ese es uno de los problemas más graves que deja al descubierto la reacción de la Presidenta ante la masiva manifestación popular del 8N. A la doctora Fernández de Kirchner le cuesta creer que haya gente que esté insatisfecha con la marcha de su gobierno. “Tienen una visión distorsionada del país”, dijo. Para el relato oficial esa parte de la ciudadanía está equivocada o es malintencionada.

En esa división agonal del escenario político que el kirchnerismo azuza todo el tiempo, no hay lugar para puntos intermedios. Todo es blanco o negro; todo se reduce a una puja entre buenos y malos, en la que el oficialismo es el bueno y los que están contra él son los malos.

Lo que el Gobierno no puede, no sabe o no quiere solucionar, directamente no existe, persistiendo así en su política de negar la inflación, de afirmar que la inseguridad es una sensación, que hay que cortarla con el cepo cambiario, que no hay problemas con el abastecimiento de energía eléctrica, que todo es un invento de Clarín y que después del 7D ya no habrá más problemas. A esta altura, al Gobierno sólo le falta echarle la culpa de los cambios climáticos a Héctor Magnetto. Si la Presidenta insiste con estas posturas, lo más seguro es que los cacerolazos se vuelvan una habitualidad en la realidad política de la Argentina durante los tres años y un mes que le faltan para cumplir su mandato.

Muchos funcionarios importantes viven con mucha preocupación este presente del gobierno del que forman parte. Una manifestación como la del jueves pasado era impensable hace un año. Reconocen, además, que siguen sin entender por qué la doctora Fernández de Kirchner se ha empecinado en abrir conflictos donde antes no los había. El caso paradigmático es el de Hugo Moyano. El otro, el de Daniel Scioli. A propósito del gobernador de la provincia de Buenos Aires, su estrepitoso silencio acerca del 8N no pasó inadvertido para nadie del entorno presidencial. El aumento de la conflictividad social es otro de los ítems que amenaza con poblar el paisaje político en los meses venideros. Habrá que prestarle atención a la marcha conjunta organizada para el 20 de noviembre por Moyano junto con la fracción de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) que encabeza Pablo Micheli. Así también habrá que seguir con detalle lo que suceda en el universo de la desvaída CGT Balcarce, encabezada por Antonio Caló, cuyo liderazgo está bajo fuego como consecuencia de la negativa del Gobierno a atender algunos de sus reclamos que, al fin y al cabo, son los mismos que viene haciendo Hugo Moyano.

“Si no nos dan algo, muchos de nuestros trabajadores van a terminar marchando con Moyano”, señala un dirigente sindical que se alejó del líder de los camioneros y que ya se desilusionó con el Gobierno al que creyó cercano, de quien dice “ellos creen que hacen todo perfecto y nosotros tenemos que acompañarlos”.

Las cacerolas del 8N también tuvieron como destinataria a la oposición. En ese espacio, algunos lo entendieron; otros, no. La incapacidad que han exhibido y siguen mostrando los opositores para lograr consensos ha sido clave para la construcción del formidable nivel de poder que el Gobierno logró acumular en las elecciones de octubre de 2011.

A ellos les corresponde enfrentar el desafío de conformar coaliciones que sumen y no que resten.

En ese universo de desacuerdos, el que más desentonó por estas horas fue Mauricio Macri, queriéndose subir con algún protagonismo a una convocatoria que lo excedía, y participando luego de una foto con los integrantes de Kiss en el estadio de River en la aciaga y desesperante noche del miércoles 7, en la que el gigantesco corte de energía eléctrica hizo de la sufrida vida de los argentinos que habitan y transitan por la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense un suplicio.

El efecto demoledor de esa foto ha sido más nocivo que las decenas de palabras críticas que sobre el jefe de Gobierno se vierten desde el oficialismo. “Fueron sólo diez minutos”, dijo increíblemente a modo de justificativo Macri, cuando todo hacía suponer que no le alcanzarían los segundos para ver cómo mejor ayudar a paliar los padecimientos por el que a esas horas atravesaban miles de personas angustiadas ante tanta vulnerabilidad y desamparo.

“Me hayan votado o no, yo los he escuchado. Y he aprendido de ustedes. Y ustedes me han hecho un presidente mejor”, dijo Barack Obama tras haber sido reelecto y prometer que contactaría a su rival, Mit Romney, para tratar de establecer una agenda común. ¡Qué lejos de nuestra realidad queda eso!

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 10 de Noviembre de 2012.





domingo, 11 de noviembre de 2012

El 8N y las Consultoras... De Alguna Manera...


De clase, organizada, sin impacto electoral…


Los principales consultores de todas las tendencias analizan el 8N. Todos coinciden en que fue importante, que tuvo identidad de clase media o alta, que pasó de cacerolazo espontáneo. Pero las diferencias aparecen al hablar de su legado, que va de poco a una mayor distancia con el Gobierno que no se traduce en votos.

Los principales consultores políticos de todas las tendencias coinciden en algunos diagnósticos –tal vez los más sustanciales– respecto del 8N, aunque mantiene miradas discrepantes en relación con sus efectos sobre el futuro político nacional. La mayoría afirma que la movilización fue esencialmente de clase media, que fue bastante organizada –dejó de ser un cacerolazo, si se toma el término como sinónimo de espontaneidad–, que no tiene una representación política clara y que por esa razón no muestra por ahora un impacto electoral decisivo. En el marco de las discrepancias, algunos consultores destacan que la marcha exhibe un retroceso del oficialismo, mientras otros sostienen que simplemente se muestra en la calle lo que ya existía como antikirchnerismo, lo que, también por ahora, no significaría cambios importantes en la relación de fuerzas electorales. En ese terreno vuelven las coincidencias: casi todos piensan que el oficialismo podría ganar las elecciones de 2013, aunque discrepan sobre los porcentajes que alcanzaría.

Clase media

Manuel Mora y Araujo, uno de los consultores más tradicionales, hoy titular de la Universidad Di Tella, evalúa que el jueves “la clase media, escasamente articulada a través de organizaciones como los partidos, los sindicatos o grupos militantes, ratificó su capacidad de llenar la calle. La práctica de la protesta, definitivamente, no es patrimonio de ningún sector de la sociedad”. Analía Del Franco, de Analogías, considera que “la gran mayoría de los participantes son del mismo espectro social que los del 13 de septiembre. Si bien esta fue una movilización más numerosa, se puede asegurar que no atrajo a otros sectores sociales más que los niveles medios medios y altos. Para sintetizar, se puede decir que su tendencia ideológica es de centroderecha. Eso no implica que el Gobierno no reciba críticas por izquierda, pero no percibo que se hayan sumado al 8N. Tampoco, votantes de CFK 2011 y hoy críticos o defraudados. Nuestros estudios cualitativos muestran que la critica de éstos no los impulsa (aún) a salir a marchar contra el Gobierno”.

La ¿originalidad?

Enrique Zuleta Puceiro, titular de Opinión Pública, Servicios y Mercados (OPSM), mide la convocatoria no sólo en términos de los que fueron, sino también en términos mediáticos. “La movilización del 8N no tiene precedentes en la historia de las multitudes en la calle y la razón es simple: se desarrolló en todas las ciudades medias y grandes todo el país y ocupó todos los segundos de todo el encendido radial y televisivo en el prime time entre 19.30 y 22 en todas las señales públicas y privadas”.

Artemio López, de Equis, no le ve tanta originalidad histórica. “Los 200.000 opositores de clase media alta y alta, que ya adversaron al gobierno nacional en octubre de 2011, se movilizaron el 13 de setiembre y el 8 de noviembre pasado, rechazando explícitamente toda representación partidaria y señalando claramente la fragilidad de la oposición política realmente existente.”

“Más allá de las discusiones acerca de magnitud –razona Eduardo Fidanza, de Poliarquía– de las polémicas sobre la composición, procedencia y eficacia política que provoca el 8N, lo que creo más significativo es que refleja la desaprobación mayoritaria a la gestión presidencial. En sí misma la concentración no es capaz de cambiar el curso de los acontecimientos, pero es un indicio del momento político y de las perspectivas que podrían estar abriéndose. Hace un año, en el cenit de la popularidad y el poder electoral del kirchnerismo, era impensable semejante movilización de masas.”

En la mirada de Ignacio Ramírez, de Ibarómetro, “las protestas o acciones colectivas pueden ser analizadas considerando su magnitud, sus consignas, sus métodos de organización y de protesta. La modalidad elegida es elocuente respecto de algunas continuidades actitudinales con el 2001. En este sentido, el cacerolazo evoca inmediatamente imágenes del 2001, cuando se combinó una profunda crisis social y económica con un estallido de nihilismo y descreimiento. La consigna académica más leída y escuchada por entonces era ‘crisis de representación’. Once años después algunos sectores de la sociedad, enérgicamente opositores al kirchnerismo, exhiben una crisis de representación al cuadrado, puesto que se da en el marco de condiciones sociales y económicas completamente distintas, con una sociedad crecientemente politizada y un amplio sector social que acompaña a un proyecto político”.

¿Espontánea u organizada?

Prácticamente todos los consultores evalúan que el 8N tuvo un fuerte nivel de organización. Del Franco lo sintetiza así: “En primera instancia creo que ya no cabe llamarlo cacerolazo, denominación que creo aplicable a manifestaciones con alto nivel de improvisación y espontaneidad. Es sólo una cuestión de denominación y no de evaluación y menos en sentido negativo. Que sea menos espontánea no significa que sea menos legítima”.

Con ella coincide Zuleta: “De espontáneo, estas movilizaciones tienen poco, pero eso no la minimiza ni disminuye en significación y efectos sociales y políticos. Hay que tomar nota: este tipo de movilizaciones rompe con la lógica del balcón, del líder que sale al balcón”.

¿Quién los representa?

Buena parte de los consultores creen que nadie, aunque hay algunas discrepancias. Roberto Bacman es el titular del Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP). “Todo parece indicar que no dejó nada nuevo el 8N. En realidad, y en lo que hace al meollo de la protesta es más de lo mismo: críticas al Gobierno, a su accionar, a su orientación y al estilo presidencial. Sin embargo, y al igual que dos meses atrás, se enfrenta a un callejón sin salida: no aporta nada en concreto, se aúna sólo en la crítica, no propone y, para colmo de males, no existe por estos tiempos en la Argentina ninguna fuerza ni dirigente político que pueda capitalizarla. Por el contrario, también se pudieron escuchar críticas a algunos dirigentes que de alguna u otra manera la impulsaron desde las sombras. Hacia el interior de la protesta subyace un arco demasiado heterogéneo, que incluye un variopinto conjunto de segmentos de la sociedad que impulsan reivindicaciones de distinto tipo y tenor.”

Ricardo Rouvier, de Rouvier y Asociados, percibe lo mismo, pero opina que debe mirarse un poco más que la representación política: “Es indudable que así como se expresa la protesta ante un oficialismo fuerte, de voz alzada, definido, decisionista, también deja al desnudo la falencia de una oposición que no da señales de vida. Es posible que este acontecimiento otorgue energía a los adversarios del Gobierno; pero eso se verá en el futuro. Con la marcha, la oposición política mejoró sus ilusiones para el 2013, a pesar de que no pueda convertir en fortaleza inmediata la manifestación callejera. No tiene cómo transferirla a sus consensos”.

En una línea que pone el acento en las debilidades de la oposición, Ignacio Ramírez, de Ibarómetro, sostiene: “Mi hipótesis es simple: el 8N no expresa la debilidad del kirchnerismo sino la debilidad de la oposición. Un sector de la sociedad no encuentra liderazgos capaces de interpretar y representar sus aspiraciones, deseos y valores, y asimismo no percibe alternativas políticas sólidas y competitivas que puedan desafiar seriamente al kirchnerismo. Cuando algunos dirigentes opositores sostienen que la presencia de políticos enturbiaría la protesta, hacen dos cosas: revelan su propia debilidad y fortalecen las mismas matrices que dificultan el fortalecimiento de liderazgos políticos opositores. Para que el 8N produzca un impacto político deberá articularse políticamente, tarea que les corresponde asumir a los partidos y/o dirigentes de la oposición”.

Distinta es la mirada de Del Franco para quien “un referente concordante para estos grupos, es alguien con postura de centroderecha. Macri es quien viene a la mente en forma inmediata. No considero oportunista que trate de capitalizarlo. Por el contrario, si de la Ciudad de Buenos Aires se trata, los presentes el jueves fueron sus votantes en las elecciones a jefe de Gobierno. Ahora tiene el problema de que no representa a quienes marcharon en otros lados”.

En ese terreno, Mora y Araujo apunta que “las clases bajas, los sectores de la Argentina de la pobreza –que obviamente no engrosaron las multitudes del 8 de noviembre– encuentran algunos canales de representación, ejercida principalmente por los dirigentes políticos locales y a través de ellos por los gobiernos locales, provinciales y nacional. Las clases medias, y de ahí para arriba, no tienen más representación: o se sale a la calle o no se tiene voz. Ese es el fracaso de la política argentina, o sea de los políticos argentinos y sus organizaciones”.

Las consignas

“En la última encuesta llevada a cabo por CEOP –relata Bacman– se pueden observar las cinco motivaciones de los manifestantes del 8N: inseguridad, falta de diálogo, corrupción, posible reforma constitucional que habilite la reelección y los controles sobre el dólar. Pero en el mismo trabajo de campo la imagen positiva de CFK se ubica en el eje del 52 por ciento y la aprobación de su gestión alrededor del 50. Entre ellos sobresalen los más jóvenes (18 a 34 años), los de clase baja y los residentes en el Gran Buenos Aires profundo y el interior del país. Y ellos fueron los que no salieron a protestar.”

Rouvier agrega que “la protesta se fundamentó en algunas cuestiones de gestión que pueden ser discutidas y revisadas, sobre todo las que hacen a la inflación y a la inseguridad, pero hay otras de claro perfil conservador; inclusive en sectores medios bajos que se enojan ante la Asignación Universal por Hijo que cobra un vecino. La disponibilidad mayor o menor de acceso a la divisa supone una adaptación ciudadana que todavía no se ha transitado; pero es indudable que los sectores medios sienten que el Gobierno los amenaza, y pone en peligro sus libertades individuales tal cual las proclamó el liberalismo. El valor de lo colectivo, lo comunitario, es el valor por conquistar del kirchnerismo, ante la hegemonía del individualismo, el éxito personal y la competencia salvaje”.

El efecto electoral

Un dato llamativo es que casi todos los consultores, incluso los más alejados del oficialismo, piensan que el Frente para la Victoria tiene todas las chances de ganar las elecciones del año próximo, porque más allá del 8N conserva el caudal electoral necesario para obtener más votos que las demás fuerzas. Lo que sucede es que esos mismos consultores –los más alejados del Gobierno– ponen listones altos: que el FpV no va a hacer una elección parecida a la de 2011 o que no va a tener los legisladores propios suficientes para votar una reforma constitucional. Ambas alternativas son virtualmente imposibles: como resaltó la propia CFK cuando se refirió al tema en Harvard, difícilmente pueda haber reforma si no hay acuerdo con otra fuerza política de envergadura; y la comparación entre los votos en una elección presidencial y una legislativa tiende a ser poco realista. También en esto caen algunos de los encuestadores más cercanos al oficialismo.

En ese marco, no deja de haber polémicas. Para Mora y Araujo “la clase media desafía al gobierno nacional en la calle, y eso significa que el Gobierno pierde sus votos. Los de abajo no están muy motivados para salir a manifestarse, pero posiblemente siguen leales electoralmente. La aritmética más simple preanuncia entonces un serio problema electoral. Ni siquiera conservando el 100 por ciento de los votos de todas las personas que están por debajo de una línea de pobreza, el Gobierno podría repetir los resultados del 2011. En términos del mercado político, el problema parece claro: hoy no hay mucha oferta opositora, pero la demanda la pide a gritos. Y, por lo que se ve, el gobierno nacional conserva a su electorado de abajo pero no quiere ofrecerle nada –o no encuentra qué ofrecerle– a esa clase media que lo ayudó a constituirse y que se declara insatisfecha”.

Fidanza anuncia un declive más pronunciado: “El escenario que veo es el de una lenta declinación del Gobierno que desemboca en el síndrome del pato rengo para la Presidenta. Esto ocurriría aunque el Gobierno ganara las elecciones de 2013. Podría alcanzar una primera minoría en caso de que la oposición permanezca fragmentada. La razón es que no se prevé una recuperación significativa de la economía, como en el período 2010-11. En cuanto a la reforma constitucional con cláusula de re-reelección, parece improbable debido al amplio rechazo popular que suscita”.

López, en cambio, cree que “en perspectiva, el caceroleo opositor nada cambia en el sistema de preferencias electorales manifiesto en octubre de 2011, donde el oficialismo, merced a su gestión y en especial al sostenimiento de los atributos de empleo y consumo obtuviera el 54,11 por ciento de los votos. Se plantea sí una situación crítica para la oposición política hoy incapaz de representar estas demandas ciudadanas y que para colmo, con cada nuevo liderazgo emergente, sigue fraccionándose. Tal el caso de Macri y De la Sota, las dos nuevas figuras visibles del elenco de la opo que cazan votos en el mismo zoológico anti K que ya lo hicieron Binner, Alfonsín, Duhalde, Carrió el 30 de octubre de 2011”.

“Para quienes ven la realidad de la política desde el ojo de cerradura de la competencia electoral –analiza Zuleta– es posible que los cambios sean mínimos. Las multitudes del 8N no expresan tendencias demasiado diferentes de las que en los últimos meses vienen revelando las encuestas nacionales: un empeoramiento gradual de casi todos los indicadores de apoyo y evaluación de desempeño del Gobierno, pero en el plano del voto, el oficialismo conserva lo sustancial de su caudal electoral, ante la ausencia de propuestas y liderazgos alternativos.”

© Escrito por Raúl Kollmann y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 11 e Noviembre de 2012.





Reportaje a Hermes Binner... De Alguna Manera...

"La oposición está en deuda con la gente"...


La acusación de “narcosocialistas” vociferada por el diputado kirchnerista Andrés “El Cuervo” Larroque logró desencadenar la indignación de la oposición que, la semana pasada, se retiró del recinto.

La alusión al reciente descubrimiento de posibles nexos con el narcotráfico del desplazado jefe de Policía de Santa Fe, comisario Hugo Tognoli, ha provocado una terrible preocupación, pero el claro sentido político de las afirmaciones de Larroque están sin duda dirigidas a enturbiar una figura señera como es la de Hermes Binner.

Efectivamente, a las pocas horas, Binner publicaba una solicitada en los principales diarios del país en la que, entre otras cosas, afirmaba que el comisario Tognoli debía someterse a la Justicia.

—Creo que la gente ha perdido el miedo y comienza a expresar todo lo que ve alrededor de la violencia vinculada al narcotráfico. La seguridad ocupa el primer lugar en la preocupación de la población sobre todo cuando se vincula con la violencia. Es nuestra obligación atender ese reclamo y trabajar en función de salvar las dificultades que tiene la población para expresar sus denuncias y poder, también, rectificar supuestos errores que se están desarrollando en el seno de las fuerzas policiales de la provincia de Santa Fe. A partir de una denuncia que aparece en los diarios (y esto no debiera ser así, sino fruto de una comunicación del Gobierno nacional al Gobierno provincial) se conoce (como ahora sabemos) a partir de una escucha del año 2009 una referencia a vinculaciones del ex jefe de Policía Tognoli con el narcotráfico. 

Estas cosas no significan una novedad ya que Santa Fe es una provincia de paso de la droga y la triste experiencia nos demuestra que las provincias “de paso” terminan “siendo” y quedándose con parte de la misma. Creo, también, que no se había tomado la correspondiente dimensión de la gravedad que esto representa. En ese sentido es positivo que la gente hoy se atreva a hablar y a denunciar. Esta es la parte fundamental para que comencemos a revertir el flagelo del narcotráfico. Fíjese que cuando vemos en la República Argentina que hay un millón de jóvenes que no estudian ni trabajan la pregunta es: ¿de qué viven? Y la economía del delito es una economía que viene a suplantar los trabajos formales. Hay que erradicarla.

—Y recordando también la valentía de los que se han presentado a declarar, es importante que la Justicia tome las medidas correspondientes y los proteja. Que un testigo protegido no desaparezca como Julio López.
—Por supuesto. Casualmente nosotros tenemos un decreto que firmé cuando era gobernador y que se ocupa de la protección de los testigos. No pudo salir por ley. No me aprobaron en la Cámara, pero un decreto tiene la posibilidad de ser optativo. Nos parece que hay que proteger a aquellos testigos que tienen la valentía de informar todo lo que saben. La situación entonces, hoy se encuadra en que esto es un delito federal. Con lo cual necesitamos el apoyo de las fuerzas de seguridad federales y de la Justicia Federal ratificando, una vez más, el contenido de nuestro programa que viene ya de las elecciones anteriores y que está dirigido justamente a la necesidad de integrar a todas las fuerzas de seguridad del país. Me refiero a las policías provinciales, la Policía Metropolitana y la Federal, la Prefectura, la Gendarmería, la Policía Aeroportuaria, para construir un mapa del delito en nuestro país. Es necesario saber dónde es preciso actuar, ejercer una mayor prevención y creo que en este camino (siendo un delito federal) debe ser el Gobierno nacional quien lo convoque.

—Cuando usted mencionaba recién a ese millón de chicos que no estudian ni trabajan, recordaba a las Madres del Paco que se enfrentan con la magnitud de la fuerza de la droga, y lo inquietante que resulta también saber que esos mismos chicos van a votar desde los 16 años. No sé qué piensa usted de esto.
—Bueno, usted sabe que hay países como Brasil donde votan desde los 16 años y tienen problemas resueltos y no resueltos. Brasil tiene leyes que combaten el narcotráfico como, por ejemplo, “la ley de derribe”.

—¿Qué significa?
—Es una ley por la cual, por ejemplo, un avión de matrícula desconocida puede ser apareado por aviones de la Fuerza Aérea que lo obliguen a aterrizar. Si no lo hace, tienen autorización para derribarlo.

—¿Esto no se acopla, entre nosotros, al tema de la falta de radares?
—Claro. Y, sobre todo, radares que puedan captar el negocio oscuro. Porque los radares que se están construyendo en el Invap y que son de última generación, en teoría son radares para detectar las señales que emiten con ultrasonido los aviones que se quiere identificar. Cuando este equipamiento no se pone en funcionamiento se requiere otro tipo de radares que Argentina no tiene y que no vemos mucha motivación por adquirir. Lo ideal sería tener al menos el 80% de la superficie nacional controlada.

—Nos reiteran que la mayor parte de la droga entra a través de estos aviones, que aterrizan en estancias desde las cuales parten los envíos.
—Sí, por ejemplo, a nosotros nos ha tocado en Santa Fe decomisar un avión (de matrícula paraguaya) que venía cargado con marihuana. Rápidamente el juez federal nos conminó a devolver el avión porque, al ser de otro país, era necesario devolverlo. Esto, por supuesto, significó el cierre de la investigación. Con lo cual se convirtió en uno de los tantos casos que en nuestro país, pasan a la impunidad que es para una sociedad, la peor de las enseñanzas. Por ejemplo, si usted comete un hecho delictivo, y luego consigue autorización para demostrar que ese hecho no fue delictivo, sino lícito, esto se convierte en una de las cuestiones más graves que tenemos que superar y tampoco tolerar como sociedad.

—Volvemos entonces al tema de la Justicia. Usted recordará que la semana pasada la renuncia de los jueves Farrell y Kiernan tuvo gran repercusión por la terrible presión que se ejerce sobre la Justicia.
—Desde ya esto atenta contra la independencia de los tres poderes. Nosotros estamos recolectando firmas hasta llegar a un millón y no estamos pidiendo nada extraño, sino que se respete la Constitución en tres aspectos fundamentales: uno, la independencia de los tres poderes; el otro radica en la necesidad de respetar el federalismo porque las provincias son prescindentes de la Nación (y esto lo reconoce la Constitución de 1853) y, finalmente, los derechos sociales. Me refiero al derecho a la educación; a la salud; a la vivienda; al trabajo; a la jubilación… Por lo tanto, la base fundamental de reconstruir la República pasa, en primer término, por respetar la Constitución y las leyes. Luego, vienen los Derechos de Tercera Generación que fueron incorporados en la reforma del año 1994. Creo que son elementos fundamentales como plantearle a la población que ayude a gobernar. Y si la gente tiene capacidad de formular propuestas y esas propuestas son tomadas por la sociedad, esto nos coloca en una situación positiva que permite doblegar todos los dolores que hoy tenemos en función de encontrar la integración de la ciudadanía con sus gobernantes.

—Estamos viviendo tiempos extraños. Creo que es la primera vez que escuchamos a la Corte pedir que no la presione el gobierno de turno. ¿Recuerda algún antecedente, Binner?
—No lo recuerdo. Salvo, probablemente, en regímenes militares donde esos jueces fueron reemplazados por otros que eran adictos a aquel régimen lo cual no es un ejemplo válido. Nos toca rescatar a uno de los valores fundamentales de la República. Esto lo inauguró la Gran Revolución, me refiero a la Revolución Francesa de 1789 donde se estableció justamente el respeto hacia los tres poderes.

—Es cierto, nos tocan tiempos especiales. Por ejemplo, tampoco hemos tenido nunca una fecha de calendario que se apode 7D y de la que está pendiente gran parte de la ciudadanía.
—Creo que la ley tiene que ser respetada y si no sirve para una determinada realidad hay que cambiarla. Pero la ley debe ser respetada. Para eso es ley. Tiene esa categoría. Así es que respetar la Constitución y aplicar las leyes es la base de un país democrático. Debemos aspirar a construir valores en la sociedad. Si no, ¿con qué cara les enseñamos a los niños el Preámbulo de la Constitución? De no ser así es sólo una letra que está allí y nadie respeta. Creo que al debilitarse la estructura fundamental de la República también se debilitan todos los espacios a llenar en esa estructura. Me refiero a la educación, la salud, el derecho a la vivienda, derechos que pide todo ciudadano por estar integrado en una Nación.

—Volvemos entonces al tema candente del millón de jóvenes que ni estudian ni trabajan. ¿Cuál era la necesidad urgente de otorgarles el voto a los 16 años? Yo sé que usted militó desde muy joven.
—Como dice la Constitución de 1994, la reforma reconoce el primer escalón de la democracia, de gobierno, en las ciudades. Entonces, lo lógico, sería que los jóvenes puedan votar en las ciudades porque, además, es donde ellos tienen conflictos. Con la droga, con la seguridad, con el transporte, con la noche. A partir, entonces, de esas situaciones ellos podrían aportar experiencias vivenciales y, a mi modo de ver, ése sería un camino muy adecuado para, luego, integrar a los jóvenes. Comencemos entonces por ese escalón: los jóvenes de las ciudades a quienes les estamos dando un interés para que emitan su voto, que puedan discernir dónde están sus conflictos. Participar así sería entonces también formar parte de la construcción de una sociedad mucho más integrada. Nosotros hemos hecho muchas experiencias con los niños y, por ejemplo, cuando los Consejos de Niños se reúnen para plantear temas vinculados a una ciudad más segura, amigable y donde se respeten las leyes de tránsito y al vecino es sorprendente la cantidad de aportes que hacen estos chicos. Con esto no quiero decir que los niños tienen que votar, pero sí que si les damos la palabra a los jóvenes, también podemos ayudar a solucionar los problemas que vivencian todos los días.

—En una de nuestras últimas conversaciones, yo me permití insistir en que pensemos “ya” en 2015 y usted me dijo: “¡Falta mucho para 2015!”, ¿sigue pensando lo mismo?
—Bueno, depende. En algunas cosas falta mucho y en otras, no. Nosotros queremos realmente ser gobierno y todo momento debe ser aprovechado para construir dos cosas: programa y equipo. Si usted gana una elección (no es fácil ganarla, pero es una posibilidad) tiene que comenzar a gobernar a los dos meses. Y en esos dos meses no puede hacerse lo que no se ha hecho anteriormente. Por eso nosotros, ahora, el próximo 24 de noviembre vamos a realizar un acto en Costa Salguero donde se van a integrar todos aquellos que hemos reunido en las regiones que hemos transitado. Hemos estado en todos lados; hemos hablado con los productores, los trabajadores, con las fábricas recuperadas, con las economías regionales en general y hemos visto que hay un común denominador de Argentina que necesita salir adelante y que es el tema de la competitividad. También hemos visto, a nivel social, que hay muchos deberes que no se cumplen con la población.

—¿Por ejemplo?
—La jubilación. Usted sabe que tenemos jubilaciones de las que podría decirse que son “una ayudita.”Mire, ¡el jubilado no cree que se pueda comer con seis pesos por día. Vamos a presentar un plan estratégico de largo alcance que está sintetizado en veinte ideas para veinte años. Debe haber una política de Estado que nos organice de manera tal de ir reconstruyendo desde las bases los valores de nuestro país. Son valores riquísimos y creo que allí está el nuevo plan de gobierno en el que, seguramente, continuaremos trabajando el año que viene.

—¿Y las alianzas, Binner?
—Y las alianzas también van de la mano. Nosotros hoy, tenemos el Frente Amplio Progresista (FAP). Pero sabemos que con el Frente solo no alcanza y que hay que construir otra mayoría. Y estamos en ese camino.

—Pero en las alianzas tiene que haber una base de entendimiento común. No sé si esto es factible.
—Es necesario. Tiene que haber un programa común. Usted no puede tener un ministro que tenga un criterio sobre educación vinculado a la sociedad y un ministro de Salud que opine lo contrario. Debe haber una política común; señalar el punto en el que estamos, lo que tenemos y cómo construimos aquellos aspectos que hoy estamos esperando que se desarrollen.

—¿Se acuerda cuando se hablaba de la soja como del “yuyo”? Qué bien nos ha venido “el yuyo” ¿no? Por ejemplo, frente al enorme gasto del Estado.
—Bueno, esto es parte de la situación económica y social que estamos viviendo. Por supuesto nosotros no la compartimos. Creemos que el problema principal está vinculado a la inflación. Aquí se consideró, en alguna oportunidad, que la inflación era parte del modelo, como si fuera una virtud. No debemos olvidar que el país, en democracia, ha vivido situaciones extremas. No se trataba de gobiernos dictatoriales y salir de esa situación significó mucho esfuerzo, pérdidas y trabajo para, luego, poder reconstruir una economía y una sociedad. La inflación es el impuesto más injusto que existe. Por un lado se impone sobre los ingresos fijos (los que menos tienen son los que más sufren) y, por otro, le quita competitividad a las empresas al marcar el valor del dólar. Con lo cual ésta es una situación a dos puntas que muestra su deterioro. Hoy Argentina conserva dos flotadores que le permiten avanzar o por lo menos mantenerse: la soja y el comercio con Brasil. Si Brasil no devalúa, Argentina tiene oxígeno como para seguir respirando. Pero si lo hace, nos vamos a encontrar con una seria preocupación. Lo mismo con la soja: mientras siga manteniendo el valor que tiene hay que revertir esa riqueza en más energía eléctrica; más rutas; más caminos y más bienestar.

—Volviendo al presente: ¿usted anoche no integraba la Marcha del 8N, pero estuvo en la calle hablando con la gente, no es cierto?
— Sí, en Diagonal Norte y Esmeralda. Era impresionante observar la marea humana que venía desde el Obelisco rumbo a la Plaza de Mayo y creo que es importante que escuchemos a la gente. Hay muchas demandas concretas. Diría que la más sensible es la de la inseguridad por la que la gente manifestaba con mucha fuerza, pero también hay otra que está relacionada con los valores: no robar. Creo que esto es lo que la población le está exigiendo a sus gobernantes. Por eso me parece que es muy importante, tanto para el oficialismo como para la oposición (aún cuando las responsabilidades sean diferentes) abordar este tema.

—Algo para destacar: la gran cantidad de banderas argentinas y su presencia constante en la Marcha aunque (como suele ocurrir) también aparecían carteles con menciones agraviantes sin el respeto que siempre merece en democracia la investidura presidencial. También un lamentable episodio hacia un periodista de C5N a quien un tal González Ayuso agredió cobardemente por la espalda. Pero, en líneas generales, usted concuerda en que fue una manifestación con mucho espíritu patriótico y un gran entusiasmo ¿no?
—Siempre hay algún inadaptado, pero la gente, en efecto, es muy respetuosa de los valores esenciales y de la figura presidencial. Anoche hubo reclamos de valores y también reclamos concretos.
En cuanto a valores: el respeto a la Constitución; el respeto a las leyes; la identificación con los problemas básicos de la gente. Luego, como le decía, aparecen las demandas concretas: los jubilados con el 82%. Pero lo que dominaba, insisto, era la demanda por la falta de seguridad.

—También un reclamo muy fuerte de no reformar la Constitución Nacional…
—Sí, esto aparecía en numerosas pancartas: “Respetar la Constitución”; “respetar el Federalismo”; “Respetar los derechos sociales incluidos en el artículo 14 bis”… En fin, todos estos reclamos estuvieron anoche muy presentes. También en la ciudad de Santa Fe hubo una concentración muy grande en la plaza frente a la Gobernación y, en Rosario, frente al Monumento a la Bandera la manifestación fue muy importante.

—Uno de los argumentos que usa el Gobierno para desacreditar este tipo de protestas es que la gente que participa de estas manifestaciones no tiene ningún referente claro de la oposición…Mejor dicho, un líder.
—Bueno, sí. Creo que esta es una deuda que tiene la oposición. Hay que reconocer que el Gobierno tiene un gran porcentaje de responsabilidad en esto y debe dar respuestas inmediatas. Pero a la vez es útil y necesario que la oposición vaya conformando una propuesta que tienda a superar estos elementos que son de alta preocupación para la población. Creo que estamos en un tiempo de cambio: hay un Gobierno que va a cumplir con su mandato: doce años de gestión; que ha demostrado sus fortalezas y sus debilidades. Pero tambien la democracia es renovación; es pensar en nuevas alternativas y en que hay otras respuestas para problemas no resueltos y allí nos encontramos, también, con una gran responsabilidad como es formular una propuesta donde se simplifique la oferta política pero, además, se profundice en cuanto a la respuesta concreta que hoy está reclamando la población.

© Escrito por Magdalena Ruiz Guiñazú y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 11 de Noviembre de 2012.