Socios
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Nestor Kirchner y Nisman: el ex
presidente eligió al fiscal. Foto: Cedoc Perfil
En 2001 Nisman desestimó la denuncia de Eliaschev, hoy la revista
Veja habla sobre la relación con Irán con las mismas fuentes que él.
Cuatro jueces ya
desestimaron la denuncia de Nisman: Rafecas, dos de los tres integrantes de la
Sala I de la Cámara Federal, Ballesteros y Freiler, y de alguna manera también
Servini de Cubría, quien en enero consideró que no justificaba habilitar
la feria judicial por la denuncia de Nisman. Juzgar que una denuncia al
presidente y canciller de un país no justifica no esperar a que los jueces
vuelvan de vacaciones es implícitamente una opinión sobre la propia denuncia.
La decisión de Servini de Cubría se produjo cuando no se hablaba de “tregua”
entre la Justicia Federal y el kirchnerismo sino, todo lo contrario, de que “el
partido judicial” iba corporativamente en bloque contra el Ejecutivo.
Que Servini de Cubría no
le habilitara la feria, que Canicoba Corral, el juez de la causa AMIA, se
mostrase escéptico frente a la denuncia de Nisman y que Lijo, el juez a quien
le solicitó la indagatoria de la Presidenta y su canciller, siguiera de
vacaciones deben haber sido indicios para Nisman de la suerte judicial que
podría correr su denuncia. Vale recordar que tras su muerte, el fiscal
Pollicita dio curso a la denuncia de su colega pero no solicitó la indagatoria
de la Presidenta y su canciller ni aceptó concurrir al Congreso como iba a
hacer Nisman.
Si Nisman investigaba en 2001, quizás veía que las
fuentes de Veja hoy eran las mismas que las de Eliaschev.
Asumamos por un instante
la posibilidad de que la denuncia de Nisman fuera poco fundada, el pedido de
indagatoria a la Presidenta y al canciller fuera precipitado, y todo presentado
de apuro al ver el fiscal que el Gobierno había echado a Jaime Stiuso, su
principal referente en la Secretaría de Inteligencia, concluyendo que su propio
puesto estaba en riesgo y tenía que producir un acto mediático de envergadura,
más allá de la consistencia jurídica que lo respaldara, para garantizarse la
permanencia en su función.
Y asumamos también, sólo
con fines de ir descartando hipótesis, que a Nisman lo único que le interesara
fuera mantener durante todos los años posibles su poco fatigoso y bien
remunerado puesto de fiscal especial de una sola causa y casi sin ningún
avance, para disponer de recursos con los que llevar adelante una vida
hedónica. Que por eso desestimó la denuncia de Eliaschev sobre el pacto con Irán
publicada en tapa por Perfil en marzo de 2011, cuando haber ido en contra de un
gobierno en pleno apogeo de su poder sí le hubiera impedido mantener su zona de
confortabilidad. Y que si Stiuso hubiera continuado en la Secretaría de
Inteligencia y Nisman no hubiera sentido temor por correr igual suerte, su
denuncia recién se hubiera presentado cuando el kirchnerismo dejara el poder o,
dependiendo de las circunstancias, nunca.
Obviamente nada de esto
quita validez al fondo de la denuncia porque, si estuviera poco fundada, sería
debido a que Nisman no se dedicó como debía a partir de comienzos de 2011,
cuando Eliaschev lo denunció en este diario, y tardó cuatro años para presentar
un escrito endeble sólo con escuchas de marginales de la política, mientras
ahora la revista Veja publica semana tras semana sospechas que hacen más
verosímil la existencia de un móvil espurio en el pacto con Irán, conectando la
valija de Antonini Wilson y los viajes entre Caracas y Buenos Aires con los
viajes entre Caracas y Teherán. Esas fuentes podían ser las mismas de
Eliaschev, a quien si Nisman hubiera dado importancia antes, podría haber
resultado fundamental para la investigación.
Nada en esta hipótesis
salva al Gobierno de responsabilidad, igual que en sus acusaciones contra
Stiuso: lo único que hace es autoinculparse y aumentar la gravedad de su
accionar. Así como Néstor Kirchner eligió a Stiuso para que se encargara de la
investigación sobre el atentado a la AMIA y en ese carácter se lo presentó a
Nisman, también Kirchner eligió a Nisman para esa fiscalía especial. Hasta se
podría conjeturar que eligió a propósito un fiscal consumista y hedonista para
tenerlo agarrado siempre “a tiro de carpetazo”, y el propio Stiuso poder
tenerlo dominado gracias a que Nisman no tenía las conductas personales
requeridas para un fiscal.
Más allá de la repulsión
que produce el uso de la vida personal para desacreditar políticamente a los
sujetos, nadie puede ocupar un puesto público de relevancia y tener la
ingenuidad de que su vida personal no sea utilizada por sus adversarios.
Mucho menos quien es
blanco de los servicios de inteligencia locales e internacionales.
Muchas
situaciones desentonan en la vida personal de Nisman con las expectativas
sociales sobre cuáles son las conductas a cumplir para el rol de fiscal. Otro
ejemplo –más patético– es el caso de Oyarbide, un juez que ya no sólo es
esclavo de los servicios, sino hasta de la propia policía.
Se podría conjeturar que eligió un fiscal con debilidades
personales para tenerlo controlado por los servicios.
Toda función debe
responder a lo que se espera de ella. En un clásico de sociología: La
presentación de la persona en la vida cotidiana, Erving Goffman escribió: “Los
individuos se preocupan por mantener la impresión de que actúan de conformidad
con las numerosas normas por las cuales son juzgados ellos y sus productos.
Debido a que estas normas son tan numerosas y tan profundas, los individuos que
desempeñan el papel de actuantes hacen más hincapié del que podríamos imaginar
en el mundo moral (...) no están preocupados por el problema moral de cumplir
con esas normas sino con el problema amoral de construir la impresión
convincente de que satisfacen dichas normas”. “Durante la interacción se espera
que el individuo posea ciertos atributos, capacidades e información que,
tomados en su conjunto, encajen con un yo que sea a la vez coherentemente
unificado y apropiado a la ocasión”.
Nisman, en retrospectiva,
no parecía contar con los atributos ni con los comportamientos adecuados para
una investigación de la complejidad como la del atentado a la AMIA. Y la
responsabilidad política de ese nombramiento es de Néstor Kirchner.
Socios 1…
Kirchner y Stiuso. Dos caras de la misma moneda. Foto: Cedoc
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© Escrito por Jorge
Fontevecchia el sábado 28/03/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.