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domingo, 24 de febrero de 2013

Reportaje a Laura Ginsberg... De Alguna Manera...


"Este acuerdo con Irán es una maniobra perversa"…

Decisión. "Yo denuncié a nuestro abogado patrocinante, el doctor Alberto Zuppi, porque él se incorporó como ministro de Justicia del gobierno de Rodríguez Saá."


Perdió a su esposo en el atentado a la AMIA y fue miembro de Memoria Activa. Considera que, desde Menem, todos los gobiernos han sostenido este crimen en la más absoluta impunidad, y que éste quiere ponerle punto final al tema. Mientras, ellos buscan el juicio y el castigo a los culpables.

El 18 de julio de 1994 a las 9.53 de la mañana, yo estaba viajando rumbo a mi trabajo –recuerda Laura–. Nosotros vivíamos en Villa Crespo y recuerdo que un gran estruendo había hecho vibrar las ventanas de mi dormitorio, pero recién cuando llegué a mi lugar de trabajo me dijeron que habían volado la AMIA... y bueno, me fui inmediatamente para allá.”

Laura tiene en la mirada sin lágrimas la huella de los que han sido golpeados por el destino.
—Durante tres días estuvimos buscando a quien era mi marido –explica–. Estuvimos buscando a José… Lo hicimos porque todas las explicaciones que provenían fundamentalmente de quienes nos brindaban algún dato acerca de las personas que trabajaban en el edificio coincidían en que habían visto a Cuqui (así llamábamos a José) aún con vida. Por eso, durante esos tres días estuvimos buscándolo en comisarías, en hospitales, con fotografías que mi hermana había fotocopiado y ampliado para repartirlas en distintos barrios de la ciudad de Buenos Aires. Finalmente, el 31 de julio me avisan que lo habían encontrado muerto entre los escombros.
—Ustedes eran muy jóvenes.
—El tenía 43 años, y… –aquí se produce una larga pausa que no interrumpimos, claro–. En verdad, durante esos días de búsqueda yo recuerdo que me dije a mí misma: “Esta debe haber sido la misma sensación de los que buscaban desaparecidos”, por aquello de que “está” pero “no está”. “Está” pero “no lo encuentro”. “Nadie me dice adónde está”. Algo muy terrible, ¿no? Sobre todo después del crimen de la bomba… Fue devastador, sobre todo teniendo en cuenta que apenas dos años antes habían volado la Embajada de Israel.
—Ahí es entonces donde comienza tu lucha… terrible lucha. ¿Estabas sola o acompañada?
—Sobre todo en los inicios, yo me acerqué al grupo de los familiares de las víctimas, y a Memoria Activa a principios del año ’95. Nos acompañamos todos porque nos encontrábamos en la misma situación. Incluso, una de las primeras cosas que recuerdo era tratar de establecer el número real de muertos. Aún hoy es una cifra que lleva un signo de interrogación. Todo el mundo habla de 85 muertos, pero resulta que uno de ellos reapareció con vida muchos años después. Incluso ésta es toda una historia en sí misma, y es muy reveladora de lo difícil que resulta en este país contar a los muertos.

—Ese hombre que apareció, ¿había perdido la memoria, o qué?
—No. Apareció cuando su mujer reclamó, si mal no recuerdo, la indemnización. Este hombre estaba con vida. Trabajaba como cocinero en el ejército paraguayo. Era efectivamente una víctima de nacionalidad paraguaya, así que resulta impresionante pensar que tanto desde la Embajada como desde la AMIA pasó mucho tiempo, y el Estado no nos puede decir realmente cuántos muertos hubo. Y recuerdo que una de las primeras cosas que discutíamos era cuántos muertos había realmente. Aparecieron muertos que no pertenecían a estos atentados. El propio Estado blanqueaba gente que no había fallecido allí. En aquel momento no lo veíamos, pero marcaba toda una impunidad que llega hasta hoy. Así, entonces, en el grupo de familiares de las víctimas llegamos al acto de 1997 y, a partir de allí, comenzamos a padecer los quiebres y las rupturas que propiciaban tanto la dirección judía como el gobierno de Menem.
—¿El gobierno de Menem quería propiciar la fractura tanto dentro de la dirección judía como dentro de su propio gobierno?
—Siempre dio la sensación, es cierto, de que Menem deseaba favorecer esta fractura no solamente dentro de la colectividad, sino que tenía en la mira la necesidad de dividir y fracturar un movimiento de familiares de víctimas de la AMIA que mostraba una posición independiente, opositora al gobierno de Menem e independiente de la dirección judía. Ni lerdo ni perezoso, el gobierno de Menem advirtió que eso se estaba transformando en un problema, y más después de 1997. Con lo cual comenzaron una campaña en paralelo, tanto el gobierno nacional como la dirección judía, para quebrar el movimiento de familiares. Esto fue lo que ocurrió. Después se fortaleció nuestra intervención como familiares con una postura más crítica durante muchos años hasta que, finalmente, yo fui separada de Memoria Activa en 2001; me quitaron su representatividad con un comunicado de prensa fechado el 14 de enero de 2002.
—Pero ¿por qué?
—Porque yo denuncié quién era nuestro abogado patrocinante en la causa, el doctor Alberto Zuppi, con quien hacía poco tiempo habíamos logrado que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos aceptara una denuncia contra el Estado argentino. ¿Me preguntás por qué lo denuncio? Pues porque él se incorpora como ministro de Justicia del gobierno de Rodríguez Saá. Renuncié entonces a su patrocinio y lo denuncié públicamente, porque para mí era inconcebible que quien era nuestro abogado, patrocinándonos en toda esta lucha, pasara (directamente, sin escalas) a trabajar como ministro de Justicia para el Estado.
—Y vos, que has sido una víctima directa, ¿cómo ves el comportamiento de los partidos políticos? Y te lo pregunto porque a quien mencionaste en primer término fue a Menem.
—El tema es que, desde 1994 hasta hoy, ha habido una continuidad política en lo que se refiere al atentado, a la criminalidad perpetrada por el Estado y al encubrimiento mismo. Te explico: ¿una continuidad política en qué sentido? Todos los gobiernos que siguieron al de Menem (Menem, De la Rúa, Rodríguez Saá, Duhalde, Néstor Kirchner y, ahora, Cristina Fernández de Kirchner) se han puesto de acuerdo de alguna manera en sostener este crimen en la más absoluta impunidad. Y esto es así porque, de alguna manera, los hechos confirman la acusación que nosotros sostenemos desde hace tantos años. El Estado argentino sabía que el crimen se iba a cometer porque contaba con los informes de servicios de inteligencia de otros países y también propios. Puso entonces todas sus fuerzas de seguridad y sus servicios de inteligencia al servicio del hecho del atentado, encubriéndolo durante 19 años.
—Según tu pensamiento, ¿cuál sería el motivo para obrar así?
—Porque el Estado argentino es el responsable del atentado. Y hoy estamos frente a una situación en la que el Gobierno nos pone y nos pretende llevar al terreno de la discusión de cómo involucrar la conexión iraní cuando, en realidad, todavía, 19 años después, no hay certezas. Nosotros, por lo menos, no las tenemos. No tenemos certeza de que hayan sido los iraníes o los sirios o una conexión local. Pero sí tenemos certezas de lo que ocurrió aquí con nuestras fuerzas de seguridad, con la sustanciación de una instrucción judicial en manos de funcionarios, jueces y fiscales corruptos que han cometido delitos. Que han armado una construcción que luego se elevó a juicio y que, después de tres años, terminó liberando a todos. A Telleldín, a los Ribelli. A los primeros eslabones de la conexión local. De manera tal que nosotros ya calificábamos esto como un juicio totalmente fraudulento.
—¿Vos decís “nosotros” desde Apemia?
—Es decir, la Agrupación por el Esclarecimiento de la Masacre Impune de la AMIA. Nosotros teníamos muy claro lo que estaba pasando porque además seguíamos el juicio prácticamente de manera cotidiana y teníamos la claridad de que el resultado no iba a ir en el sentido del esclarecimiento del crimen, y que estaban todos al borde de ser liberados. Y así fue. A partir de que el gobierno de Kirchner empieza a percibir (y no porque sea ajeno sino porque ayudó a construir esa impunidad) el resultado del juicio. Y, por eso, desde 2003 empieza a abonar la necesidad de liquidar, de terminar la conexión local; no hablar más de las conexiones locales y abonar, en ese sentido, la conexión iraní. Poner la culpa afuera. Y el primero que comienza a trabajar en eso es el propio ex canciller Bielsa, con quien también estuvimos reunidos.
—¿Cuál era el pensamiento de Bielsa?
—El propiciaba la investigación, digamos, y el juicio a la conexión iraní y un tercer país. Llegó incluso a presentarnos papers en relación con eso. Los leímos atentamente y le respondimos por escrito al entonces canciller Bielsa, y con él también mantuvimos una reunión en la que le dijimos que lo que estaba proponiendo era totalmente inviable; que no había ninguna legislación internacional que avalara semejante aventura, y que estaban poniendo la causa a miles de kilómetros de distancia, alejándola así de quienes somos las partes más interesadas en intervenir y en ponerla cerca. De manera tal que, como en aquel entonces la condición era que “todos estén de acuerdo con llevar adelante la propuesta del tercer país”, y como nosotros no estuvimos de acuerdo (de hecho salió publicado que Apemia le dobló el brazo al canciller), la propuesta no prosperó. Pero lo que sí prosperó después fue, durante el gobierno de Néstor Kirchner, la entrega (producto de una decisión política) de la causa en sí misma creándole un fiscal especial a partir del año 2004/2005.
—¿Te referís al fiscal Nisman, hoy terriblemente amenazado?
—Claro. Nosotros le expresamos nuestra solidaridad al fiscal Nisman, pero no perdemos de vista que esa fiscalía fue creada precisamente para terminar de cerrar este tema AMIA acusando a los iraníes basándose en diferencias. Nosotros lo hemos dicho en más de una oportunidad (y seguimos sosteniéndolo). Los documentos que produjo la fiscalía, y a los cuales nosotros tuvimos acceso, se basan en diferencias: nosotros no acusamos a Irán porque defendamos el régimen iraní ni mucho menos, sino sencillamente porque entendemos que la única manera de avanzar en este terreno (pero más especialmente poniendo en evidencia las responsabilidades locales) es que se pongan los archivos secretos sobre la mesa. Y podamos así tener acceso a aquello que ahora quieren poner en manos de esta Comisión de la Verdad que nosotros consideramos que, otra vez, va a ser sólo una comisión encubridora. Vamos a estar en presencia de una comisión que va a ayudar al encubrimiento, y ahora con el acuerdo del régimen iraní.
—¿Creés que Irán va a aceptar la detención de los acusados si así lo ordena el juez Canicoba Corral? No hay que olvidar que el actual ministro Ahmad Vahidi tiene pedido de captura internacional con grado rojo. ¿Aceptarían esa detención?
—Hay un antecedente al respecto: en 2003, cuando el gobierno de Kirchner apunta en esta dirección (sacar las responsabilidades afuera), lo que estaba ocurriendo era que habían detenido en Gran Bretaña a Soleimanpour (uno de los que eran justamente acusados de ser parte de la conexión internacional). Y cuando Argentina envía la evidencia (la documentación) que supuestamente iba a lograr que esa acusación terminara en una extradición, en Gran Bretaña dicen que la evidencia no es formal, que no es suficiente; tuvieron que liberar a Soleimanpour y finalmente la Argentina tuvo que pagar. Después de ese episodio, ocurrido hace tantos años, no tenemos ninguna acusación concreta con evidencias concretas. Y el tema es el siguiente: antes de que Canicoba Corral pueda hacer nada (de hecho, desde que lo nombraron derivó todo a Nisman), pero antes de que eventualmente pudiera hacer algo, reunieron a esta Comisión de la Verdad, que va a tener que analizar la evidencia que la Argentina envíe. ¿Y si la evidencia no es suficiente, como en 2003? ¿Qué va a decir Timerman? “¿Nosotros hicimos lo que pudimos?” “¿Lo lamento?”.

—¿Cómo evalúan ustedes el comportamiento del canciller Timerman?
—Hay que entender el comportamiento del canciller en el marco de una decisión política de gobierno que, en algún sentido, es la continuidad de lo que ya se había implementado (o se intentaba) en 2003. Dejando de lado sus características personales y su actitud patoteril, me parece que lo que hay que poner de relieve es lo siguiente: tal como lo reconoció en la sesión primaria de la Comisión en el Senado, en la que estuve presente, Timerman viene negociando con el régimen iraní desde hace por lo menos dos años en el sentido siguiente: “Vamos a una negociación”. 

Porque, hasta ayer, el gobierno de los Kirchner iba a cada una de las sesiones de apertura de la Asamblea General de las Naciones Unidas a decir “los iraníes son los responsables”; “tienen que venir a la Argentina”; “tienen que someterse a la Justicia argentina”; “tienen que declarar”. Producto de un giro político, de pronto, en la última reunión la Presidenta dice: “Vamos a negociar con Irán”, y nosotros observamos que esto no es un capricho de la Presidenta. Esto va en sintonía con un cuadro internacional donde el Departamento de Estado y el gobierno de Obama están buscando un terreno de diálogo con Irán para superar los problemas que no han podido superar hasta ahora. 

Son problemas relacionados con energía nuclear, con la salida de las tropas norteamericanas de Irak y de Afganistán. El cuadro más general es el de negociar con Irán. Un cuadro donde, hoy en día, aún sin saber cómo va a terminar desarrollándose este acuerdo, lo cierto es que no es un cuadro para hacer intervenciones bélicas. Por lo menos en este contexto. En este sentido, el gobierno argentino sigue disciplinándose con los lineamientos políticos que marca el gobierno de los Estados Unidos. Hasta ayer, la causa AMIA estaba puesta al servicio de la guerra cuando Irán constituía el Eje del Mal. Hoy está puesta al servicio de un supuesto cuadro de “paz” (así, entre comillas), de “diálogo”. En ninguno de los dos casos al servicio del esclarecimiento ni del juicio y el castigo para todos los culpables, que es lo que nosotros reclamamos. Entonces, de este modo el Gobierno argentino resuelve dos problemas: el primero (que es el más importante para ellos) es poner un punto final al tema AMIA. 

Pensamos que el Gobierno está decidido a ponerle un punto final al tema AMIA. Y por dos motivos: primero, sacarse sus propias responsabilidades como Estado argentino en la criminalidad y el encubrimiento. Que no es un tema menor. En ese aspecto, Irán viene a tenderle una mano. Y el segundo motivo es que está otra vez poniendo la causa al servicio de un cuadro internacional que entiendo que es de una complejidad muy grande pero que, probablemente, va en un camino de acuerdo y negociación con Irán. En cualquier caso, insisto, nada de esto tiene que ver con lo que nosotros venimos exigiendo desde hace tanto tiempo, y de ninguna manera vamos a conformarnos con algunas opiniones que hemos escuchado tanto por parte del Gobierno como de otros familiares que dicen: “Bueno, por lo menos esto es algo”, “tal vez tengamos un poco de verdad” y “en todo caso, si esto no resulta todo quedará igual”. 

Esto no es cierto. En primer lugar, la verdad no viene en dosis. Sabemos la verdad o no la sabemos. Es lo que está ocurriendo hasta ahora. No sabemos la verdad porque el Gobierno la oculta. Y en segundo lugar, no es cierto lo que dice Timerman cuando, apretado por las circunstancias, el otro día en el Senado dijo: “Bueno, en el peor de los casos, si esto no progresa no habrá pasado nada”.  Sí pasa. No es que no pasa nada. Pasa que retrocedemos otra vez en el sentido de lo que significa la obligación del Estado por perseguir justicia. Nosotros somos conscientes de que esto se abandonó hace rato pero, formalmente, ¿qué va a decir el Gobierno? “Nosotros hicimos lo que pudimos”; “si Irán no responde...”; “si las pruebas no son suficientes...”; “si los iraníes no quieren declarar, están en su derecho”, dijo Timerman en el Senado. Entonces, ¿adónde nos está llevando el Gobierno? 

Lo presentan como si fuera un gesto de buena voluntad y una maniobra inocente. No. Es una maniobra perversa, elaborada y pergeñada consciente y deliberadamente para el Punto Final.

© Escrito por Magdalena Ruiz Guiñazú el domingo 24/02/13 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.




martes, 17 de abril de 2012

Que pasa... Que pasa General... De Alguna Manera...

¿Qué pasa que está lleno de menemistas 
el gobierno popular?

 El entonces Gobernador de la Provincia de Santa Cruz Néstor Carlos y el ex Presidente de la Nación Carlos Saúl.

Entusiastas del menemismo durante los noventa, hoy ocupan cargos relevantes y defienden las medidas del oficialismo con la pasión de antaño. Quiénes son los ménemokirchneristas.

En su relato, el kirchnerismo gusta presentarse a sí mismo como la contracara de la década “neoliberal” de los `90. Se trata, por supuesto, de una reinvención de su propio pasado, de pura propaganda. Una impostura que pretende aggiornar las maneras y el discurso a las condiciones legadas por el Argentinazo del 2001 para adornar un esquema económico de emergencia, una  improvisación con la que se sostuvieron las privatizaciones de los ´90 a pesar de la devaluación de la moneda y con el cual empresarios y banqueros volvieron a obtener ganancias siderales. 

Lo justo sería decir, con una apropiada dosis de dialéctica, que el kirchnerismo  es la negación y continuidad del menemismo, su reconversión “nacional y popular”. Un cambio de frente dictado por factores internos y externos, sociales, políticos y económicos, antes que por cualquier veleidad ideológica o por supuestos “principios”. 

De tal modo, resulta que quienes apoyaron fervorosamente  la privatización de YPF, por ejemplo, ahora pretendan encabezar una cruzada “nacional y popular”… para recomprar la empresa. 

Un dato curioso de esta transmutación de neoliberales en nacionales y populares, al menos en uno de sus múltiples aspectos, es el reciclaje del personal político disponible. El lector encontrará a continuación un listado de políticos y funcionarios conversos, como el matrimonio Kirchner-Fernández, que si bien no pretende ser exhaustivo, brinda un panorama de la acotada (por decir lo mínimo) “renovación” ofrecida por el kirchnerismo en el curso de una década de gobierno. 

Ya sea por sincero entusiasmo con “el proyecto” K, por pragmatismo o por mera supervivencia política, son muchos los que pegaron el salto. Si bien algunos de ellos permanecieron varios años en el oficialismo y luego emigraron a otras fuerzas políticas o sencillamente se retiraron, esto no cambia lo fundamental: el vaciamiento de la política en nombre de la reconstrucción de la política, la falsificación de una trayectoria, la jactancia de lo que se adolece. 

Por otra parte, difícilmente pueda destacarse como un mérito el errante itinerario de los K para formar una base política propia, una sucesión de ensayos que fueron de la alianza con Duhalde en 2003 a la “transversalidad”, de la concertación con una parte de la UCR a la “revitalización” del Partido Justicialista, y que hoy día parece circunscripta a la alegre muchachada de La Cámpora. 

Primero los hombres, luego el Movimiento, luego la Patria.

Están en todos lados, acumulan poder en todas las áreas, forman parte de la estructura del kirchnerismo. Ninguna parte fundamental del armado del poder se salva. Ni siquiera aquella que debería ser levantada como baluarte contra aquellos años menemistas para darle un poquito de rigurosidad al relato kirchnerista. Por ejemplo, el titular de la Oficina Anticorrupción ocupó un lugar en el menemato: fue jefe de gabinete del ministerio del Interior de Carlos Corach entre 1993 y 1997. A continuación, un listado incompleto de aquellos hombres y mujeres que sirvieron al proyecto del presidente riojano y hoy forman parte del kirchnerismo, que dice no ser la continuidad de aquellos años.

Firmes junto al proyecto.

Daniel Scioli: ex motonauta. Ingresó a la política bajo el ala de Carlos Saúl, de quién dicen supo tener un busto en el quincho de su casa del Abasto porteño. Electo diputado nacional por la ciudad de Buenos Aires en 1997 en la lista menemista. Ex vicepresidente de la Nación en el primer mandato de Néstor Kirchner. Ex candidato testimonial para diputado en 2009. Actual gobernador de la provincia de Buenos Aires. 

Aníbal Fernández: electo intendente de Quilmes en 1991. En aquel entonces se definía como menemista. Bajo el kirchnerismo, fue ministro del Interior, jefe de gabinete de ministros y actualmente ocupa una banca en el Senado de la Nación. “No voy a dejar de reconocer la relación afectuosa que tengo con Menem”, declaró en septiembre de 2009. 

Jorge Argüello: ex vicepresidente del Concejo Deliberante porteño durante la intendencia de Carlos Grosso (1989-1992). Legislador porteño durante la gestión de Aníbal Ibarra, luego fue diputado nacional por el partido de Gustavo Béliz. En 2003, fue reelecto, pero en la lista del macrismo. A poco de reasumir su banca, lo tocó la varita mágica y se convirtió en “nac & pop”. Tras concluir su mandato legislativo, fue designado representante ante la ONU. Actualmente, es titular de la embajada argentina en Washington. 

Julio César Alak: fue electo intendente de la ciudad de La Plata en 1991 y reelegido en 1995, 1999 y 2003. Partidario consecutivamente de la reelección y de la re reelección de Menem. En 2008, fue convocado por Cristina Fernández para integrar el directorio de Aerolíneas. Actualmente se desempeña como Ministro de Justicia y Derechos Humanos. 

Julián Domínguez: durante el gobierno de Carlos Menem fue jefe de Gabinete del Instituto de Previsión Social, director del Instituto Nacional de la Juventud, jefe de Gabinete del Ministerio del Interior. También fue ministro de Obras y Servicios Públicos durante el gobierno de Carlos Ruckauf y más tarde vicejefe de la Jefatura de Gabinete de Eduardo Duhalde. Con los Kirchner, pasó por la jefatura de gabinete, el ministerio de Defensa y el Agricultura. Actualmente preside la Honorable Cámara de Diputados de la Nación.

Rafael Bielsa: entre otros, fue asesor de Gabinete de la Secretaria Legal y Técnica de la Presidencia entre 1989 y 1990 y de la Dirección General de Estudios y Proyectos de la Presidencia de la Nación entre 1990 y 1991. En 1991, fue nombrado responsable del proyecto de Informatización de la Subsecretaria de Justicia y permaneció como asesor de gabinete de esa secretaría durante varios años. Fue Ministro de Relaciones Exteriores durante el gobierno de Néstor Kirchner y diputado nacional K entre 2005 y 2007. Frustrado candidato a la gobernación de Santa Fe. Actualmente se desempeña como “Secretario de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la lucha contra el Narcotráfico”, pero casi no se nota. 

Roberto Dromi: ex Ministro de Obras Públicas de Carlos Menem, arquitecto de las privatizaciones durante el gobierno del riojano. Actualmente se desempeña como asesor del Ministerio de Planificación. Marxista de Kicilof, propone recomprar YPF a buen precio con los fondos de la Anses. 

Carlos Bettini: ex jefe de Gabinete de Elías Jassan, ministro de Justicia durante el gobierno de Carlos Menem. Desde 2004, embajador argentino en España. 

Oscar Parrilli: Fue diputado menemista durante aquellos años y miembro informante ante la cámara durante la sesión que aprobó la privatización de YPF (ver aparte). 

Haroldo Lebed: El secretario de Relaciones Institucionales del ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca fue intendente de Carmen de Patagones entre 1991 y 1995 y apoyó al gobierno del doctor Menem. Versátil, en 2001 fue secretario de Agricultura de Duhalde. Coherente, en 2009 fue la cabeza patagónica de Unión Pro.

Noemí Rial: La actual viceministra de Trabajo fue, entre 1991 y 1993, fue  gerente general de la Administración Nacional de Seguros de Salud (ANSAL), que obedeció las políticas del menemismo en esa área. 

Norma Soutullo: Actual síndico de Enarsa, fue subsecretaria de Coordinación e Innovación en el gobierno de Néstor Kirchner. Antes, durante el menemismo, fue la directora de Asuntos Jurídicos de Corach. Se vio envuelta en un módico escándalo por su decisión de delegar la responsabilidad de la seguridad informática en una empresa privada, Pricewaterhouse, mediante contratación directa. El Serpaj denunció que esa empresa copió los discos rígidos de algunos servidores del Ministerio de Justicia del que dependen organismos sumamente sensibles. 

Alfredo Scoccimarro: Titular de la Secretaría de Comunicación Pública y hombre que maneja los fondos de la pauta publicitaria, fue vocero de Armando Canosa, subsecretario de Transporte de Menem entre 1996 y 1999. Periodista de oficio, en esa época montó un programa radial sobre infraestructura y transporte financiado por las empresas del sector, algo supuestamente incompatible con sus funciones. Según sus colegas, “era un tipo muy consustanciado con la causa menemista, un liberal hecho y derecho”. En 2003, fue nombrado vocero del Ministerio de Infraestructura y Transporte, a cargo de Julio De Vido. Se transformó en el vocero personal de Néstor Kirchner cuando éste dejó la presidencia. 

Juan Carlos Pezoa: El actual titular de la Secretaría de Hacienda de la Nación fue director de Relaciones Fiscales y Económicas con las Provincias en el Ministerio de Economía durante la gestión de Domingo Cavallo. También fue diputado nacional del PJ por la provincia de Buenos Aires entre 1995 y 1999. Durante la presidencia de Néstor Kirchner, fue nombrado Secretario de Gabinete y Relaciones Parlamentarias de la Jefatura de Gabinete a cargo de Alberto Fernández, a quien conocía de su paso por el equipo de Cavallo. Fue designado interventor del Enargas en 2007, a pesar de no haber tenido ningún antecedente vinculado con energía o combustibles, y renunció a los pocos meses. Recientemente tuvo un duro enfrentamiento con los gremios estatales por suspender los pagos extra por premios y remanentes en los salarios públicos, en el marco del ajuste en el Estado. 

Sergio Massa: Intendente de Tigre. Se inició en la política de la mano de la Unión de Centro Democrático de Álvaro Alsogaray. Fue presidente de la Juventud Liberal bonaerense entre 1994 y 1996 y pasó luego a las filas del Partido Justicialista como muchos otros miembros de la Ucedé. Fue brevemente subsecretario de la Juventud del Ministerio del Interior y luego paso integrar el cuerpo de asesores del Ministerio de Desarrollo Social durante la gestión de Palito Ortega. Fue nombrado por Duhalde al frente de la Anses y luego ratificado por Néstor Kirchner hasta 2007, año en el que se alzó con la intendencia de Tigre. Fue Jefe de Gabinete de Ministros de la Nación entre 2008 y 2009. Ex candidato testimonial. El escándalo de los wikileaks lo dejó muy mal parado. Continúa al frente de la comuna de Tigre y se lo considera alternativamente un “oficialista díscolo” o un traidor al proyecto K, según la circunstancia. Mantiene vasos comunicantes tanto con macristas como con kirchneristas por igual. 

Daniel Filmus: El actual senador nacional por el Frente para la Victoria fue, durante la cuestionanda intendencia porteña de Carlos Grosso, director general de Educación entre 1989 y 1990; más tarde, fue designado subsecretario de Educación hasta 1992. Pasó a ser Jefe del Gabinete de Asesores de la ministra de Educación Susana Decibe y asesor del ministro Jorge Rodríguez, quien luego sería jefe de Gabinete de Carlos Menem. Entre 2003 y 2007, fue Ministro de Educación de Néstor Kirchner. Dos veces intentó sin éxito alcanzar la jefatura de gobierno de la ciudad de Buenos Aires (2003 y 2007). 

Mario “Pacho” O´Donnell: Titular del Instituto Manuel Dorrego, orientado a la revisión historiográfica, en los noventa estuvo enrolado en el menemismo. Fue  Secretario de Cultura de Buenos Aires y de la Nación, y además Senador Nacional y Embajador en Panamá y en Bolivia. En 1999, se candidateó en la interna del PJ porteño para la jefatura de gobierno, en fórmula con Daniel Scioli como vice; el Ministro de Trabajo de Menem, Antonio Erman González, encabezaba la lista de diputados nacionales y Claudia Bello, la de senadores. Tras un resultado controvertido, finalmente compartiría boleta con su adversario en la interna, el ex ministro de Justicia Raúl Granillo Ocampo.

Guillermo Oliveri: Secretario de Culto del gobierno de Cristina Fernández. Fue concejal en la ciudad de Buenos Aires durante los 90 y jefe del bloque del PJ. Alineado con la ultramenemista Claudia Bello. En las internas del PJ, apoyó a Scioli en 1997. Encabezó la lista de legisladores porteños del PJ en 1999, junto a Cristian Ritondo -ex segundo de Miguel Angel Toma en la Secretaría de Seguridad, actual jefe del bloque macrista en la legislatura de la ciudad. 

Juan José Mussi: En diciembre de 2010, asumió como Secretario de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, en reemplazo de Homero Bibiloni. Es un importante operador político entre los intendentes de la tercera sección electoral. Fue intendente de Berazategui entre 1987-1994 y 2002-2011. Durante este interregno, fue ministro de salud de la provincia de Buenos Aires. En 1994, fue electo convencional nacional constituyente para la reforma constitucional que habilitó la reelección de Carlos Menem. En 2002, fue designado por Duhalde como Secretario de Asuntos Políticos del Ministerio del Interior, cargo que ocupó hasta noviembre de 2003, ya bajo la presidencia de Néstor Kirchner. Estuvo implicado en la “megacausa” por defraudación a IOMA. 

Este listado es incompleto ya que no se agregan, para no ocupar páginas y páginas, los nombres de los diputados que votaron las leyes del menemismo durante los noventa y que hoy levantan la mano para votar joyas kirchneristas como la Ley Antiterrorista, o los nombres de los intendentes que eran menemistas con tanta pasión en los noventa como cristinistas lo son hoy en día. Sin embargo, este listado da cuenta de los vasos comunicantes entre aquella época y la actual, que no sólo se vincula a través de nombres propios, sino que cuenta con políticas estratégicas similares. Para finalizar, algunas palabras –para Menem con cariño– de serios referentes del menemismo de ayer que no quisieran ser recordadas hoy por quienes las pronunciaron. Pero lo dicho y hecho, dicho y hecho está.

Néstor Kirchner, ex presidente de la Nación:

“Casi diría, con toda seguridad, que desde el paso de aquel gran General, haya un presidente que haya escuchado tanto a la Patagonia Sur y a Santa Cruz en particular”. “Hoy, (…) por el honor que significa la presencia del presidente Menem, acá está el pueblo de Santa Cruz acompañando el proceso de transformación en la periferia de la Patria argentina. 

Hemos saludado a nuestro presidente y al pueblo de la República siempre con el corazón en la mano, con nuestra conciencia y actitud soberana permanente que hacemos en nuestra tierra. Por eso, con el mismo cariño con que lo recibimos hoy, también con la misma fuerza que ha dado permanentemente a un hombre del interior de la Argentina…”. 

Cuando el santacruceño arribó a la presidencia, no tenía empacho en declarar tajante que “nunca” fue menemista. “Si hay alguien que nunca estuvo con el menemismo, que lo combatió en 1988 y por eso me respetan tanto, fui yo”, decía. 

Oscar Parrilli, secretario general de la Presidencia: 

“No pedimos perdón por lo que estamos haciendo, esta ley servirá para darle oxígeno a nuestro gobierno y será un apoyo explícito a nuestro compañero presidente Menem”. En 1992, el entonces diputado por el PJ neuquino se dirigía así a la Cámara en calidad de miembro informante de la privatización de YPF.

Cristina Fernández, presidenta de la Nación:

“Señor presidente: Venimos a requerirle que, a través de una declaración, nuestra Honorable Legislatura se expida exigiendo a los diputados nacionales del Distrito que posibiliten el tratamiento del proyecto de Ley de la nación que trata sobre la transferencia del dominio público de los Yacimientos de Hidrocarburos del Estado Nacional a las provincias en cuyos territorios se encuentre. (…)

Es que un conjunto de legisladores de la Cámara de Diputados de la Nación, cada uno con sus respectivas razones, vienen obstruyendo la posibilidad de que aquella Ley de Federalización de Hidrocarburos de y de Privatización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales tenga siquiera su tratamiento en esa Cámara.

Como se comprenderá, ninguna argucia reglamentaria debe estar puesta al servicio de retrasar las soluciones que nuestra Provincia necesita.

Del dictado de esa ley depende hoy el envío de los 480.000.000 de U$S y el pago de nuestra parte en la licitación de las áreas ya concretada”.

Proyecto de declaración presentado la Legislatura de Santa Cruz por la entonces diputada provincial Cristina Fernández el 17 de septiembre de 1992. Aprobado sobre tablas. Su tratamiento inmediato fue mocionado por el entonces también legislador Héctor Icazuriaga, actual jefe del Servicio de Inteligencia.

© Escrito por Andrés Hansy y publicado por plazademayo.com el lunes 16 de Abril de 2012