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domingo, 8 de noviembre de 2015

La megadevaluación de Macri… @dealgunamanera...

La megadevaluación de Macri…


Mauricio Macri y sus economistas adelantaron que su primera medida de gobierno sería eliminar las restricciones a la compra de dólares. El alza de la paridad oficial podría llegar a casi el 60 por ciento. La inflación se dispararía y el poder de compra del salario se destruiría.

El economista importado por Lilita Carrió a la alianza PRO-UCR Cambiemos, Alfonso Prat-Gay, el que será ministro de Economía de María Eugenia Vidal en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, Hernán Lacunza, el economista del PRO, Carlos Melconian, el preferido de Mauricio Macri, Rogelio Frigerio, el que fue mandado a callar por Jaime Durán Barba, Federico Sturzenegger, y hasta el propio candidato a presidente, han asegurado que la primera medida en caso de ser gobierno sería una megadevaluación.

Con el estilo de cada uno, todos han asegurado que en un gobierno de Macri el viernes 11 de diciembre se eliminarán los controles y restricciones para la compra de dólares. Prat-Gay fue más explícito acerca de lo que puede suceder en treinta y tres días, al afirmar que la cotización del dólar la definirá el mercado y que subirá el tipo de cambio oficial aventurando que bajará el denominado blue. A los valores del último cierre, si cumplen con esta insólita promesa de campaña, en el primer día de gestión de la presidencia de Macri el aumento de la paridad cambiaria sería del 46 por ciento, en relación a la cotización que surge del contado con liquidación y el dólar Bolsa, o de casi 60 por ciento, en comparación a la cotización de transacciones ilegales.

No hay antecedentes desde la recuperación de la democracia de una propuesta de campaña para la elección de presidente (83, 89, 95, 99 y 03) con un impacto tan regresivo sobre los grupos sociales vulnerables (clases medias, trabajadores, jubilados, comerciantes y pymes). Esos porcentajes de variación del precio del dólar los ubicaría entre la devaluación diaria más fuerte de la historia económica argentina, que teniendo en cuenta las traumáticas experiencias en esa materia, significaría un impactante shock inflacionario con el consiguiente derrumbe del poder adquisitivo de los trabajadores y jubilados.

La principal medida económica adelantada por Macri y su equipo de economistas es una megadevaluación. En caso de cumplirla se incorporará en la tabla de las seis mayores devaluaciones de la historia desde la década del cincuenta.

La primera fue en octubre de 1958, cuando el flamante gobierno de Arturo Frondizi modificó la paridad cambiaria en 68,2 por ciento y la inflación se aceleró a 113,7 por ciento anual. Esta fue la primera vez en la historia argentina en que la suba de precios superó los dos dígitos.

La segunda fue en abril de 1962 con el gobierno de José María Guido y el ministro de Economía, Federico Pinedo, que liberalizó el mercado cambiario y con fuertes devaluaciones mensuales el alza del tipo de cambio nominal fue de 64,5 por ciento en el año.

La siguiente fue en junio de 1975, cuando el ministro de Economía, Celestino Rodrigo, ajustó 99,3 por ciento el tipo de cambio nominal, junto a una liberación de precios y suba de tarifas, con congelamiento de salarios.

En 1981, el nuevo ministro de Economía, Lorenzo Sigaut, comenzó una sucesión de fuertes devaluaciones el 2 de abril hasta terminar el año con un aumento del tipo de cambio nominal de 225,8 por ciento.

La quinta gran devaluación fue en febrero de 1989 cuando la paridad cambiaria subió 61,1 por ciento en relación con el mes anterior.

Por último, la de enero de 2002 con el estallido de la convertibilidad y posterior devaluación violenta: la paridad trepó de 1 a 3 pesos por dólar de diciembre de 2001 a marzo de 2002.

Mauricio Macri y su equipo de economistas se sumarían a ese ranking con la megadevaluación que anuncian aplicar. Daniel Scioli y sus economistas plantean en cambio una política gradualista sobre la paridad cambiaria, descartando movimientos bruscos (ver nota aparte). No es lo mismo shock que gradualismo en relación al impacto sobre el bienestar general. Elevar 10 por ciento el tipo de cambio y luego continuar con ajustes periódicos en línea con la evolución de la inflación es un camino que se enfrentará con tensiones, pero la administración de la política cambiaria seguirá en manos del Banco Central.

La megadevaluación de Macri dejará a merced del mercado financiero una variable clave y provocaría una caída abrupta del salario. Sería un potente perturbador de la estabilidad económica. La confusión y el ocultamiento de los efectos negativos de la megadevaluación es la estrategia política y comunicacional para obtener el aval a semejante ajuste regresivo de una porción importante de la población, en especial de quienes serían los primeros perjudicados.

Prat-Gay, el apoderado de la cuenta con fondos evadidos al fisco y fugados de 68,3 millones de dólares de Amalita Lacroze Fortabat y su nieta en el HSBC Ginebra, fue el encargado de detallar los argumentos de esa política. Con hábil manejo de la agnotología, que consiste en la fabricación deliberada de la incertidumbre, la duda y la ignorancia en la población con un fin determinado, el ex ejecutivo del banco JP Morgan afirmó que la fuerte suba de la paridad no será inflacionaria porque la mayoría de los precios ya está remarcado a la cotización del blue; que la devaluación ya la hizo el Gobierno; que nadie accede a un dólar a la cotización oficial de 9,60 pesos; y que ya no quedan reservas en el Banco Central por lo que el próximo gobierno encontrará una caja vacía.

Son sentencias insólitas que varios analistas las amplifican, interviniendo sin ninguna inocencia en la campaña electoral, y muy pocos las interpelan. El aspecto más notable es que, por ejemplo con la afirmación de que el Banco Central ha sido vaciado o que el monto de reservas es virtual, la información oficial diaria que difunden todos los medios de comunicación la desmiente. Todos los días hábiles se detalla la cantidad de trabajadores y monto adquirido por la ventanilla del dólar ahorro. En lo que va del mes más de 550 millones de dólares.

A principios de octubre, el Banco Central desembolsó unos 6500 millones de dólares para cancelar el Boden 2015, y en estos días entregará 250 millones por la renta del bono Bonar 24. Trabajadores en relación de dependencia e inversores reciben en su cuenta los billetes verdes sin ninguna demora. Si el Central no tuviese los dólares no se hubiera podido concretar esas operaciones. Los dólares han salido de las reservas para esos pagos y seguirán saliendo para los próximos.

La afirmación que nadie puede comprar dólares a la paridad oficial también queda refutada por los hechos. Importadores, turistas y trabajadores no pueden comprar todos los dólares que quisieran, pero la suma a la que acceden es al valor del tipo de cambio oficial. El monto involucrado en esas transacciones no es irrelevante. Es el grueso de las transacciones concretadas en el mercado cambiario. De enero a noviembre de este año se importaron al tipo de cambio oficial insumos, máquinas y bienes finales por 45.000 millones de dólares. Y desde enero del año pasado, el rubro dólar ahorro acumula 8700 millones, billetes entregados a la cotización oficial más un 20 por ciento, diferencia que es devuelta por la AFIP a los trabajadores al momento de la liquidación anual de la declaración del Impuesto a las Ganancias o de Bienes Personales. Situación similar se registra en la categoría del dólar turista y tarjeta, en este caso con una diferencia del 35 por ciento que posteriormente es reintegrado por la AFIP. Todos han comprado y siguen comprando dólares a la paridad oficial.

Que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner ya devaluó es sólo una consigna electoral para distraer sobre lo que aspira a implementar el equipo de economistas de Macri: hacer creer a la población que la megadevaluación planeada no sería una decisión de Macri, sino que ya fue realizada. Algunos pueden disfrutar cuando son engañados y otros pueden preferir transitar la ignorancia, pero lo cierto es que eliminar las restricciones cambiarias y que el mercado pase a determinar la paridad del peso con el dólar es la propuesta económica de Macri. Esta medida es la que causaría una fuerte devaluación.

La definición más perturbadora para grupos sociales vulnerables la ofreció Prat-Gay cuando dijo que “va a subir el oficial, que no afecta prácticamente a nadie, y bajará el otro (el blue), que afecta a la mayor parte de la población”. Aseguró que esos movimientos no provocarían inflación porque la mayoría de los precios de la economía están referenciados en el dólar blue o en la cotización del contado con liquidación. No hay ningún economista desde los heterodoxos hasta lo más ortodoxos serios que compartan esa posición.

La situación es al revés de lo que plantea el porteño Prat-Gay: la mayoría de los precios de la economía están en línea con el tipo de cambio oficial, incluso los de los bienes que se comercializan en Santiago del Estero. Una megadevaluación promoverá entonces un muy fuerte aumento de la inflación. La estructura de producción de bienes de la economía argentina brinda la información necesaria para saber que una parte de la devaluación se traslada necesariamente a precios por el componente importado, a lo que se agrega la habitual especulación empresaria que termina impactando en precios el ciento por ciento del ajuste cambiario.

La doctrina Prat-Gay, avalada por el resto de los economistas de Macri, dice que la megadevaluación no se reflejaría en los precios porque los importadores y las empresas cuya producción requiere de insumos importados se abastecen pagando a un dólar con cotización del contado con liquidación (13,90 pesos), cuando se sabe que no es así. Esas firmas no lo pueden hacer de ese modo porque estarían violando la ley penal cambiaria y, fundamentalmente, porque acceden a dólares al tipo de cambio oficial, algunos con cupos y otros con mucha paciencia en el marco de la administración del comercio exterior. Los antecedentes históricos y el más reciente de enero de 2014 revelan que la abrupta suba del tipo de cambio provoca un shock inflacionario.

En función del porcentaje de los componentes importados, las empresas trasladan inicialmente a los precios de sus bienes el alza del dólar. Javier Lewkowicz publicó en la edición del 5 de febrero del año pasado de este diario “El teorema de los precios” detallando cómo impactaba la devaluación del mes anterior en diferentes sectores. En los productos de consumo masivo (alimentos, bebidas, artículos de limpieza y perfumería), la incidencia del componente importado es del 10 al 20 por ciento. Pese que el alza de precios debería ser en magnitud a esa carga importada que es solamente un parte de los envases o la amortización de algunos bienes de capital necesarios para la producción, las empresas líderes lo trasladan en su totalidad.

Lo mismo sucede con las siderúrgicas y petroquímicas que se manejan directamente con listas de precios en dólares. Son sectores donde el contenido importado es elevado: en la siderurgia es del 60 al 65 por ciento, mientras que en las petroquímicas, del 75 al 80 por ciento. En productos de línea blanca y de electrónica el contenido importado también es muy importante debido a que la mayoría de las partes y piezas no se produce en el país. En los costos totales en la industria automotriz los insumos importadores representan poco más del 40 por ciento, mientras que en medicamentos es del 20 al 25 por ciento.

Una megadevaluación determinará inicialmente una suba fuerte de precios. Después, la apertura comercial, que también prometieron los economistas de Macri, podrá mantener los precios en ese escalón más alto sin más subas porque lograrían contenerlos abriendo la economía a productos importados. 

Los efectos de esa política serían devastadoras para la industria nacional y para el empleo. En el caso poco probable de poder estabilizar el tipo de cambio manejado por el mercado financiero, no subiría más la inflación luego de ese shock inicial pero aumentaría la desocupación y el cierre de fábricas.

De ese modo, luego de las primeras negociaciones paritarias, los trabajadores estarían en desventaja relativa para mejorar el poder adquisitivo de sus salarios. Así los economistas de Macri alcanzarían su principal objetivo, que ya lo expresó sin inhibiciones Carlos Melconian: disminuir los salarios en dólares, forma elegante de proponer una regresiva distribución de la riqueza.

© Escrito por Alfredo Zaiat el domingo 085/11/2015 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


  

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Hybris, la enfermedad del poder... De Alguna Manera...

Hybris, la enfermedad del poder (I)...


Los griegos no tenían la noción monoteísta de “pecado”. Creían que el ser humano era mortal, que estaba determinado a vivir un destino contra el que no debía rebelarse. La peor falta que podía cometer era la hybris, la desmesura, que llevaba a los poderosos a competir con los dioses, que, enfurecidos, enviaban a Némesis para conducir al prepotente a la tragedia. En Grecia nació la democracia para evitar la tiranía, dividiendo los poderes, limitando a un año el período de sus gobernantes, prohibiendo toda reelección y escogiéndolos por sorteo para evitar la demagogia de los oradores y los sobornos de los ricos. Herodoto decía que los dioses atacan a los que presumen de su grandeza, destruyen con rayos a los árboles más altos y a las construcciones más ostentosas, humillan a los poderosos y nunca atacan a los más pequeños. La hybris es un concepto que cruza toda la cultura griega, explicando la derrota de Jerjes en Los persas de Esquilo, la tragedia de Icaro y la Guerra de Troya.

El tema de los desequilibrios psicológicos y la personalidad de los líderes se ha estudiado en muchos libros, como el de Freud sobre el presidente Wilson, el clásico Psychopathology and Politics de Harold Lasswell, algunos trabajos de Eysenck y dos libros publicados hace poco, El síndrome de la Moncloa, de Pilar Cernuda, y La salud mental de los políticos, de José Cabrera Forneiro. En el campo de la historia, Toynbee mencionó la hybris como una de las causas del colapso de las civilizaciones. Ian Kershaw, el mayor estudioso del nazismo, usó el concepto en la biografía en dos tomos Hitler, 1889-1936: Hubris y Hitler, 1936-1945: Némesis, que completa su monumental obra, estudiando fuentes abiertas recientemente por Rusia, como los diarios de Goebbels. En el primer volumen Kershaw recrea el mundo del joven Hitler, artista frustrado, poco atractivo intelectualmente, lector obsesivo, antisemita fanático, que se sintió llamado a cumplir una misión divina. Kershaw se pregunta cómo fue posible que alguien como él ganara las elecciones de 1933, consiguiera el apoyo fanático de la mayoría de los alemanes y llevara adelante un proyecto político tan brutal y sanguinario. El tomo termina en 1936, cuando la hybris que lo impulsó inicialmente cede su lugar a Némesis. En el segundo volumen, el extravío de la realidad y la prepotencia conducen a Hitler a la tragedia y Némesis castiga a quien desafió al destino. 

El libro de Riccardo Orizio Hablando con el demonio trae apasionantes entrevistas con encarnaciones de hybris que soñaron con modelos totalitarios: el mariscal de campo y vencedor del Imperio Británico Idi Amin Dada, el emperador de Africa Central Jean Bedel Bokkasa; la viuda de Enver Hoxha; Mengistu Haile Mariam y otros. No llegó a entrevistar a Muamar Kadafi, héroe admirado por los jóvenes revolucionarios de los 70 que creyeron en su compromiso revolucionario, que lo había llevado a vivir en una carpa, renunciando a todo cargo y a disolver el Estado para que nadie pudiera concentrar poder ni riquezas. Murió humillado, blandiendo un revólver de oro macizo, torturado brutalmente por un grupo de salvajes que lo sodomizó con una botella, mientras sus parientes huían de fastuosos palacios llenos de joyas y lujos extravagantes. Némesis fue con él tan cruel como había sido la enormidad de su hybris.

© Escrito por Jaime Durán Barba, profesor en George Washington University el domingo 08/09/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Todo el contenido publicado es de exclusiva propiedad de la persona que firma, así como las responsabilidades derivadas.


Hybris, la enfermedad del poder (II)...


En 2009, David Owen y Jonathan Davidson publicaron en la revista Journal of Neurology el artículo “Síndrome de hybris: ¿un desorden de personalidad adquirido?”, iniciando una polémica que creció con la edición de En el poder y en la enfermedad y The Hubris Syndrome: Bush, Blair and the Intoxication of Power. Owen es neurólogo, diplomático, militante socialista, ex canciller del Reino Unido; Davidson psiquiatra, profesor de la Universidad de Duke. Los libros fueron acogidos por intelectuales progresistas, y rechazados por cortesanos que dijeron que los autores acusaban a Bush y Blair de “locos”. 

Los incondicionales de los presidentes son con frecuencia bastante ignorantes, no están para pensar sino para adular y fueron incapaces de distinguir entre “síndrome” y la categoría “loco”, que desapareció hace años del lenguaje de los psicólogos. En el poder y en la enfermedad explica la política mundial desde una perspectiva holística, tomando en cuenta las enfermedades y el síndrome de hybris del Sha Reza Palevi, Kennedy, Hitler, Stalin y otros. Termina con una reflexión acerca de los problemas que padecen las sociedades como consecuencia de las dolencias físicas y psicológicas de sus líderes y las medidas que pueden tomar para protegerse. El libro sobre la intoxicación del poder es más completo, describe con detalle el síndrome de hybris de Bush y Blair, al que atribuye las graves equivocaciones que cometieron a propósito de la invasión a Irak. 

Las frases entre comillas están traducidas directamente del texto de Owen. “Los políticos víctimas del hybris tienen una propensión narcisista a ver la realidad como una arena en la que pueden ejercer el poder y buscar la gloria”. Se comportan de manera impulsiva, creen ser infalibles, hablan de sí mismos usando el plural mayestático “nosotros” o en tercera persona, como si fuesen voceros de un “presidente” a quien admiran. Se sienten responsables de un modelo o de una misión histórica, que los pone por sobre la ética que rige para la gente común, pero no para ellos, que encarnan la historia. Cuando Bush y Blair manipularon la información y mintieron acerca de las armas químicas, no creyeron que cometían una falta, por la trascendencia de los fines que perseguían. “Creían que no debían rendir cuentas a la opinión pública, sino solamente ante el tribunal de la historia y de Dios que les glorificarán”.

Los afectados por el hybris creen que son el centro del universo y que todos conspiran en su contra. Cuando el 11S Bush declaró “seguiremos defendiendo la libertad y todo lo bueno que existe en este mundo... Este enemigo ha atacado a todos los pueblos amantes de la libertad... ”. Para ellos todo lo que existe participa de la lucha entre ellos, que son el bien, y sus enemigos imaginarios o reales, que son el mal. Tratan de concentrar el poder que pueden, pero al mismo tiempo se presentan como víctimas potenciales de personas u organizaciones misteriosas. 

La categoría hybris es útil para estudiar el comportamiento de líderes de países democráticos como Bush y Blair, ayuda a entender a dictadores como Hitler y Stalin y también la psicología de algunos caudillos pintorescos del tercer mundo como Pol Pot, que asesinó a millones de camboyanos, o Abimael Guzmán, que produjo una masacre en Perú, ambos ciegos de vanidad, suponiendo que eran los líderes más esclarecidos de la historia de la humanidad. En esta época de la insoportable levedad del ser, unos pocos dictadores tropicales protagonizan la versión cantinflesca del hybris hablando con pajaritos y resucitando una caricatura grotesca de los 70. Los síntomas del hybris se agudizan cuando los líderes permanecen en el poder mucho tiempo y se rodean por incondicionales que nunca los contradicen, aplauden sus errores, les extravían de la realidad. Son los mensajeros de Némesis que les conducen a la tragedia.

© Escrito por Jaime Durán Barba, profesor en George Washington University el domingo 22/09/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Todo el contenido publicado es de exclusiva propiedad de la persona que firma, así como las responsabilidades derivadas.
 

sábado, 2 de noviembre de 2013

¿Y las elecciones?... De Alguna Manera...

¿Y las elecciones?

ANTICIPO: la contratapa de PERFIL del 5 de octubre.

Horacio Verbitsky, en su último panorama político antes de las elecciones publicado en Página/12 el domingo pasado, escribió: “... la mayoría de los análisis sólo ven estos comicios de medio término como anticipo de las elecciones presidenciales que tendrán lugar en octubre de 2015. Más aún, consideran que sus resultados definirán las alternativas para entonces. Con escasas excepciones (Jorge Fontevecchia, Manuel Mora y Araujo, por ejemplo) dan por sentado que el kirchnerismo concluirá su ciclo en forma inexorable con el segundo mandato de la presidente CFK, que no puede aspirar a renovarlo aunque sus índices de aprobación popular se mantienen en los mismos niveles con que fue reelecta en 2011.”

Seguramente no por casualidad Manuel Mora y Araujo también escribe en Perfil. Pero no porque todos los columnistas de este diario piensen igual –de hecho lo más duros analistas anti K escriben en Perfil desde las épocas en que nadie se animaba a criticar a este Gobierno– sino por la pluralidad con que se elabora este diario.

Lamentablemente algunos lectores se sienten incómodos y la carta de Juan Manuel De Cillis –que se publicará completa en el Correo en la edición de mañana– es un buen ejemplo. Nuestro (espero que no ex) lector sostiene: “No me puedo imaginar cómo usted, que fue agredido física, mediática y comercialmente, puede hincar la rodilla ante quien lo persiguió. Sólo se explica entendiendo que una de las habilidades más grandes del kirchnerismo fue hacer eficiente el uso del Síndrome de Estocolmo.”

El viernes 25 de octubre el obudsman de Perfil me envía un mail pidiendo que responda al lector. Le expliqué que ese fin de semana tenía que escribir tres contratapas para nuestras habituales ediciones de sábado y domingo más la de la edición especial por las elecciones, y que le avisara a Juan Manuel De Cillis que pospondríamos por una semana la publicación de su carta para poder responderle.

No imaginaba por entonces que a menos de dos días de las elecciones se daría a conocer un fallo ampliamente favorable al Gobierno en la Ley de Medios, que cambiaría el clima de derrota poselectoral. Tampoco hay que sobrevalorar eso, porque el verdadero problema del kirchnerismo no son las críticas que provienen de los medios del Grupo Clarín sino la pérdida constante de reservas de dólares, que no cesa y se hizo más pronunciada tras las elecciones.

Ni tampoco se podía imaginar el día previo a los comicios que tan pronto y de manera tan frontal Macri iba comenzar a confrontar con Massa desluciendo el triunfo de ambos. Pero los dos hechos sirven para ejemplificar cuánto tiempo son dos años en política. También sería un error creer que ahora es Clarín quien está vencido y no comprender que seguirá siendo el más importante jugador de los medios de Argentina por mucho tiempo. Esa tendencia a dar por muertos a quienes gozan de buena salud es resultado de la ansiedad que anticipa los acontecimientos, adecuando los tiempos a los deseos y no a la ponderación de datos objetivos:
 
1) Que la Presidenta con su enfermedad aumentó significativamente su imagen positiva.
 
2) Que aun con la derrota electoral, el kirchnerismo seguiría con la posibilidad de controlar las dos cámaras del Congreso.
 
3) Que a pesar de todos los desastres en el manejo económico, aún les quedan herramientas para evitar una debacle.

No es mi deseo, señor De Cillis, que el kirchnerismo resurja de sus cenizas (aprovecho a pedirle que por favor continúe siendo nuestro lector). Por el contrario, pretendo hacer una descripción de la realidad lo menos contaminada de mis propios deseos.
 
Aún con el fin de que se cumplan verdaderamente esos deseos, es necesario tener un correcto diagnóstico para poder construir estrategias verdaderamente superadoras. Estoy muy lejos de ser kirchnerista, fíjese que hasta el propio consultor de Macri, Jaime Durán Barba, en la edición especial de Perfil post electoral escribió: “Cristina conserva una fuerza importante, Scioli es un buen candidato y juntos pueden dar una sorpresa representando a muchos argentinos que quieren que siga el “modelo”.

Tampoco hay que creerse que Jorge Capitanich será el seguro nuevo presidente y continuador del kirchnerismo en 2015. Quizás la sobreactuación de Abal Medina ninguneando a Scioli y trayendo forzadamente a la escena de la noche del domingo al triunfante gobernador de Chaco no sea una demostración sólo de fuerza, sino de posible debilidad frente a un Scioli a quien le estaban marcando la cancha para forzarlo a negociar un capitulación más honrosa del kirchnerismo, diciéndole algo así como “ojo que no sos la única carta que tenemos”.

El viernes de la semana próxima se cumplen los 30 días de reposo mínimo prescripto a la Presidenta. 

Es una incógnita cómo regresará: golpeada emocionalmente por la constatación de los límites de su cuerpo y la finitud de todo lo humano, o fortalecida por un descanso de un mes que le permitirá renovados bríos y que como regalo de recibimiento tenga la Ley de Medios.

En la columna del día después de la elección (antes del fallo de la Corte), escribí: “Ayer, entonces, no comenzó el fin del kirchnerismo como quieren ver quienes no sólo discrepan con el Gobierno sino que también los irrita. Lo que ayer se oficializó fue el fin de la hegemonía no sólo del kirchnerismo sino del PJ, y no porque se vuelva a generar el bipartidismo radical-peronista y su alternancia, sino por la creación de un sistema de balances y equilibrios en algo que podría definirse como tetrapartidismo, con cuatro sectores que pueden aspirar a entre el 15 y el 30% del total de los votos, lo que hará imprescindibles los ballotages y una gobernabilidad basada en alianzas o concesiones recíprocas. (...) 

No están las cartas echadas. La política argentina recupera un equilibrio después de la crisis de 2001, un equilibrio diferente,”
 
A pesar del fallo judicial a favor del Gobierno, sigo pensando lo mismo.

© Esrito por Jorge Fontevecchia el viernes 01/11/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.