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lunes, 24 de marzo de 2014

Néstor y Hebe... De Alguna Manera...


Néstor Kirchner y la alianza con Hebe Bonafini, "el tanque"...

Hebe, apoyo estratégico de Néstor Kirchner. Foto: Télam

Cómo fue el plan para sostener el Gobierno kirchnerista con los "derechos humanos" como principal relato. Un día como hoy, hace apenas tres años, el oficialismo recordó el aniversario número 35 del último golpe de Estado con un acto en el Mercado Central: hablaron, entre otros, Sergio Schoklender, que todavía no se había peleado con las Madres de Plaza de Mayo y con el Gobierno; Guillermo Moreno, y Amado Boudou, que era el candidato a vicepresidente de Cristina Kirchner.

Allí fue cuando Schoklender inventó una frase polémica para definir a Néstor Kirchner, recientemente fallecido: “el desaparecido 30.001”, que fue repetida por Moreno y por Boudou.

La anécdota demuestra cuánto le importa al kirchnerismo la verdad histórica: muy poco, lo mismo que a cualquier otro grupo político. Es que el político no busca la verdad sino el poder; utiliza la historia como un insumo más en la lucha por el poder, pero no pretende esclarecer qué pasó en un determinado momento, por ejemplo en los setenta.

A juzgar por lo que afirmó luego, en un libro, Schoklender sabía perfectamente que los desaparecidos no habían sido 30 mil; que se trataba de una “mentira necesaria” inventada por Hebe Bonafini. Tampoco desconocía que Néstor Kirchner no era un desaparecido; seguramente, le pareció que “el desaparecido 30.001” sonaba ien, que era un hallazgo marketinero.

En su libro El Flaco, el filósofo K José Pablo Feinmannrevela una conversación por teléfono en la que Néstor Kirchner, que recién había asumido, en 2003, le explica dónde apoyará su gobierno:

“Nuestro punto de partida tiene que ser los derechos humanos”, y, en especial Hebe Bonafini: “Hebe es un tanque. Y el más grande de todos los símbolos. La madre de las Madres”.

Feinmann le había sugerido que el flamante gobierno se apoyara en los asambleístas.

Néstor Kirchner no conocía a Bonafini ni había tenido trato con las Madres. La conoció ya en la Casa Rosada; se cayeron muy bien de entrada y forjaron una sólida alianza, que se demostró incluso cuando estalló el escándalo por la construcción de viviendas populares por parte de las Madres financiadas con dinero público.

Por su lado, las Madres aportaron mucho al kirchnerismo. Por ejemplo, fueron un escudo ético que lo defendió de las denuncias y las sospechas de corrupción. Fueron, en pasado, porque Bonafini luce tan desgastada que ya no puede defender a nadie en ese campo.

Los Kirchner hicieron un manejo astuto de los derechos humanos; se apropiaron de esa lucha como si alguna vez les hubiera importado algo. Aprovecharon la mala conciencia de buena parte de los políticos, los empresarios, los sindicalistas, la Iglesia y los medios de comunicación, que saben que no estuvieron a la altura de las circunstancias cuando los militares violaban los derechos humanos más elementales.

Sobre esa base, le dieron un nuevo significado a la historia reciente, enhebraron un relato contundente y construyeron un poder formidable.

Sin embargo, el kirchnerismo ahora está en retirada; es que en política alguna vez el poder se pierde; cuando llega ese momento, no hay relato que disimule esa nueva realidad.

© Escrito por Ceferino Reato, editor ejecutivo de la revista Fortuna, el Lunes 24/03/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

martes, 4 de marzo de 2014

Complicidad escandalosa... De Alguna Manera...

Complicidad escandalosa...


Las maniobras del Gobierno frente a los hechos de Villa Lugano revelan un peligroso coqueteo con la ilegalidad.

Emitido por Pepe Eliaschev en Radio Mitre.

Es deprimente el desenlace que que, hasta el pasado viernes, venía teniendo la situación creada en la Capital Federal con la toma de tierras en Villa Lugano. Deprimente, ominoso, presagia las peores realidades. 

Estamos en presencia de un gobierno nacional que ha resuelto hacer todo lo que esté a su alcance para obstaculizar la marcha de la justicia en el seno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Acá no se trata de ventilar en clave ideologizada una crisis habitacional que forma parte de una indigencia general del país. Por supuesto que hay falta de vivienda popular. Por supuesto que existió Sergio Schocklender y los “Sueños Compartidos” de Hebe Bonafini. Cuando se habla de indigencia en materia de vivienda, hay que agregar indigencia de salud. Esta semana, millones de bonaerenses de escasos recursos fueron castigados directamente por la huelga de personal de salud que nunca afecta a los ricos ni a la clase media, sino a aquellos que no tienen más remedio que ir a un hospital público.

Villa Lugano no es, en consecuencia, un caso aislado, excepcional, fácilmente atribuible a un diabólico “neoliberalismo”, teóricamente atrincherado en la ciudad de Buenos Aires. Es parte de una realidad que once años de década “ganada” no han podido modificar. Lo cierto es que no hay una vocación en el Poder Ejecutivo Nacional, no la hay en el Secretario de Seguridad -que opera como si “su” ministra fuera solo un dibujo- en torno de la obligación que tienen las fuerzas de seguridad federales para acatar las decisiones de la Justicia.

No soy de los que creen que la fuerza deba aplicarse ciegamente, sin tener en cuenta las consecuencias. Pero en los gobiernos de cuño ideológico auténticamente progresista como, por ejemplo, el de Dilma Rousseff en Brasil, la decisión de ingresar en zonas en donde, bajo el pretexto de la precariedad habitacional, se refugian bolsones de delincuencia, no ha cejado. Por el contrario, es una decisión consagrada por la propia ejecución política y práctica, con el uso de fuerzas militares, de las órdenes judiciales.

Los corazones sangrantes del autodenominado “progresismo” pretenden que, en todas las áreas, se aplique un “buenismo” redistribucionista que ellos naturalmente no van a pagar de su bolsillo. Ninguno de estos “redistribucionistas” se lleva a los okupas de Villa Lugano a vivir a sus casas. Al contrario, quieren que sea el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, al que califican como enemigo, el que pague todos los costos políticos, prácticos, de seguridad y hasta judiciales.

Llama la atención la revelación de que muchísima gente está armada en esta ocupación ilegal. Llama la atención que la abrumadora mayoría de ellos no admite siquiera el elemental censo que le permitiría a las autoridades saber quién es quién y qué es lo que necesita cada uno.

Hay una pregunta elemental y que hay que hacerse sin anteojeras ideológicas: si el reclamo es auténtico, si padecen una carencia, si han sido víctimas de una injusticia social, ¿por qué no quieren dar su nombre? ¿Por qué no quieren decir cuántos son de familia?” ¿Quiénes son los que realmente manipulan e instrumentan este tipo de movilizaciones?

Si se tratara de una indigencia social, una necesidad claramente reconocible, ¿por qué las armas? ¿Por qué la violencia? ¿Por qué la brutalidad? ¿Por qué la barbarie? ¿O todo esto no es más que una vil excusa para generar actos extorsivos? Es una extorsión de la que ni siquiera es responsable el más humilde de esos ocupantes, sino los punteros que se disfrazan ideológicamente de militantes barriales.

Al evitar el desalojo de Villa Lugano este viernes 28 de febrero, y al no aportar fuerzas federales de seguridad, el gobierno nacional manifiesta -me da mucha pena decirlo- complicidad con formas implícitas del delito. Hay, además, una grosera violación del derecho de propiedad. No parece que hoy en la Argentina estén dadas las condiciones para que las fuerzas democráticas opositoras reivindiquen la plena legalidad del derecho de propiedad. 

Si este país comienza a consagrar de hecho la violación del derecho de propiedad, se aniquila el corazón mismo de nuestra Constitución. Muchos no se atreven a peticionar el respeto por este derecho, porque temen ser etiquetados de neoliberales, reaccionarios, o retrógrados, cuando en verdad es una de las garantías -no la única- pero una de las garantías primordiales de nuestro complejo jurídico institucional.

Deprime, entristece y preocupa lo que ha sucedido en Villa Lugano. Es evidente que la concepción de que el Gobierno está en guerra y que al enemigo no hay que darle ni siquiera justicia, ha calado profundamente en la manera de reaccionar del Poder Ejecutivo, que -además de ineptitud e incompetencia- acá manifiesta explícita complicidad con terribles formas de la ilegalidad.

© Escrito el Domingo 03/03/2014 por Pepe Eliaschev y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


domingo, 15 de diciembre de 2013

Nada… De Alguna Manera...


Nada…

30 años de Democracia. Dibujo: Agencia Telam

Era la fiesta de ella y nadie se la iba a arruinar, cayera quien tuviese que caer. Este mecanismo puede ser considerado como acontecimiento excepcional, porque en verdad lo es. El capricho imperial atrasa a escala mundial, a menos que se compita con el venezolano Nicolás Maduro, el nicaragüense Daniel Ortega, el sirio Hafez Assad o el norcoreano Kim Jong-Un. Consiste en que lo que se exhibe como algo determinado, es todo lo contrario. Mueca poderosa e inquietante: se propone como celebración lo que es apenas un simulacro. La frialdad profunda es maquillada como goce apasionado.


¿Fue la “fiesta” del 10 de diciembre una maniobra histérica? Podría describírsela así, aunque ese mecanismo suele funcionar de manera más instintiva que deliberada. En los hechos, el histeriqueo es más una operación incontenible de la psiquis que un plan cerebralmente alevoso. Pero son mecanismos similares, el casamiento perfecto entre la mentira y la verdad.

El gobierno de la Argentina siempre necesita comunicar alegría. Su pulsión incontrolable es proyectar felicidad, como sea. Patrocina la difusión de una luminosidad casi religiosa. Milita en pos de una dicha obligatoria, a la que lubrica con ingentes recursos económicos. Esta gente ama la espectacularidad y por eso el regisseur de la Casa Rosada es un señor poderoso que concreta las puestas en escena más extravagantes que el grupo gobernante necesita. El escenario cívico argentino se ha convertido en el tinglado montado para desplegar un show de luz y sonido a la carta, a pura fuerza bruta, tamboriles y hasta sartenes para cacerolear, como las que zamarreó la presidenta.

Motivos siempre habrá: la ley de medios, el Bicentenario, la democracia. Lo importante no es el qué, sino el cómo. Es la misma ideología del asueto serial. Así, la quincena final del año será un interminable feriado. Todo vale para “disfrutar”, el verbo organizador central de esta época. La Argentina bate records mundiales de días sin trabajar, a-puro-disfrute. Somos ricos y tenemos de sobra, ¿para qué mezquinarle tiempo al ocio? Hay que festejar. Pasarla bien es el nombre de la religión nacional en una Argentina enganchada al feriado eterno, al proverbial por-cuatro-días-locos-que-vamos-a-vivir, por-cuatro-días locos-nos-tenemos-que-divertir.

Los que celebran sin remilgos ni complejos, son también maestros de la negación cuando la visita truculenta resulta ser la muerte de argentinos. Contrita en sus interminables 36 meses de riguroso pero elegante luto, Cristina Kirchner no ha querido nunca complicarse con otras muertes. Este 10 de diciembre le importaba, más que nada, empañar a su objeto del deseo, medirse con Raúl Alfonsín, para demostrar que le ganaba, un abrazo avieso que pretendía nada más que ocupar el cetro de un republicanismo en el que ella no cree y al que no practica.

La otra cara de esa desasosegante alegría oficializada es la gelidez concreta que el poder ejecutivo de la Argentina dispensa, sin pestañear, al caído. Es una heladera que ha petrificado no pocos corazones. Cuando fue secuestrado Julio López (aún hoy desaparecido), Hebe Bonafini pareció congratularse. Dio a entender que por algo sería. Ahora la empardó la antes respetable señora de Carlotto, para quien hay dudas sobre la decena de muertos de esta semana. “Hay que ver quiénes son” balbuceó. No existe el sufrimiento cuando no afecta a los que mandan. El de los otros ni siquiera se lo admite.

Por cuerda separada, reina la fiesta. Cortejada por su falange de proveedores “artísticos”, jugosamente remunerados por la Casa Rosada, la presidenta expresa con meritoria franqueza sus preferencias estéticas y éticas. Invitados VIP al 10 de diciembre, Sofía Gala se roza con Ricardo Forster. Moria Casán con José Luis Manzano, Florencia de la V con Andrea del Boca y Pablo Echarri con Bonafini. En el escenario, los contratados hacen su delivery. León Gieco, el que pedía que la muerte no le sea indiferente, perpetra conscientemente su derrape: con argentinos muertos en uno saqueos tenebrosos, él proclama que esta vez sí es indiferente.

Una alfombra de helado cinismo transita el escenario nacional, en paralelo a unas celebraciones murgueras totalmente desprovistas de espontaneidad. Ya desde 2010, el kirchnerismo copó el mercado de la movida bullanguera. Como quien compra sexo porque odia las incertidumbres que implica la seducción, el Gobierno se enfiesta con murgas alquiladas. Allá va la presidenta, con una rígida sonrisa facial que mucho tiene de rictus pétreo y aderezo quirúrgico.

Baile de mascaras en el país donde todo lo que parece ser, en realidad no lo es, y en el que nada de lo importante pareciera ser visible. Binomio espantoso: estamos festejando la nada, mientras hay cadáveres todavía calientes.

© Escrito por Pepe Eliaschev el sábado 14/12/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Las fotos







sábado, 23 de noviembre de 2013

Gritos... De Alguna Manera...

Gritos...

SÍMBOLOS de una época de altisonancia desmedida. Foto: Cedoc Perfil

Nunca duda. Sabe de todo. Y no sólo sobre corrupción. Como si contara con el equivalente argentino de la Agencia Nacional de Seguridad de EE.UU., que graba las conversaciones de todo el mundo, tiene siempre la precisa y sabe lo que nadie sabe. Tanto sea sobre la Ley de Medios, el narcotráfico, el Código Civil o los presos que se escapan de las cárceles por una interna del PJ. Y todo tiene siempre una explicación unívoca. Una sola causa, un solo efecto. Siempre es por un intercambio, un toma y daca. Que pueden llegar a ser tan triviales como que la Corte Suprema de Justicia decida el fallo más controvertido de la última década para que su presidente cobre los derechos de autor de un libro comentando el nuevo Código Civil.

Es una perspectiva sencilla e ideal para mantener la atención de la audiencia más masiva de los programas periodísticos. El continuo “escándalo de la verdad robada” es una forma económica de alcanzar siempre visibilidad. No es su responsabilidad, los medios también tenemos la nuestra porque si el Código Civil es bueno o es malo no es el tema. El tema es sólo que el kirchnerismo es malo. Entonces, si el Gobierno le introdujo cambios que le pidió la Iglesia, se lo critica porque al final presentará un código lavado. Si luego el Gobierno no cedió a las presiones de la Iglesia, se aprobará un código estatista que nos transformará en Venezuela.

Da un poco de vergüenza ajena ver que ahora todo lo que hace la Corte está mal, salvo Fayt que, como fue el único que votó en contra del Gobierno en la Ley de Medios, además de ser un jurista emérito hasta fue el único que alertó sobre el problema del narcotráfico.

Que periodistas y medios cometan el error de creer que la información es de su propiedad y no del público (no darle micrófono a Lorenzetti no fue exclusivo de Lanata o Longobardi, sino de todas las decenas de programas de radio y TV del Grupo Clarín), o que enojados con el Gobierno sólo puedan distinguir lo negativo, es un triunfo de la cultura antagonista que expandió el kirchnerismo.

Simplificando, se podría decir que hay dos tradiciones políticas: la del conflicto versus la del contrato. En otras palabras: la de la contradicción versus la del acuerdo, o la decisionista versus la democrática. Vale recordar que no sólo el kirchnerismo cree que la política es antagonismo, contradicción, conflicto y decisionismo.

Por el contrario, la democracia requiere consensualismo, algo para lo que no estaba preparada nuestra sociedad en 2003 tras la explosión violenta de nuestra decadencia económica, cuando incapaces de confesar cualquier impotencia se pasó al contraataque convirtiendo miedo en actitud desafiante e ignorancia en certeza.

Tras el fin de la Segunda Guerra, al psiquiatra y neurólogo alemán Ernst Kretschmer le tocó reorganizar y presidir la c. No debe de ser casual que habiendo vivido la locura social alemana de la primera mitad del siglo pasado haya escrito en uno de sus libros que “si la temperatura espiritual de una época es equilibrada y el organismo social está sano, entonces los anormales pululan impotentes y débiles en sus efectos en medio de la masa de las personas sanas. Pero si en alguna parte aparece un punto herido, si la atmósfera es demasiado agobiante o tensa, si algo va mal o es frágil, entonces los bacilos se hacen enseguida virulentos, capaces de atacar, penetran en todas partes y producen inflamación y fermentación en toda la masa sana del pueblo… Los grandes fanáticos, los profetas y exaltados, al igual que los pequeños granujas y los delincuentes, están siempre allí; el aire está lleno de ellos. Pero tan sólo cuando el espíritu de una época tiene fiebre ellos son capaces de provocar guerras, revoluciones y movimientos espirituales de masas. Podríamos afirmar con razón: los psicópatas existen siempre. Pero tan sólo cuando el tiempo es fresco dictaminamos sobre ellos; cuando los tiempos son calientes, esa gente nos domina”.

Discutible como casi toda tesis de psicología social, pero, sin duda, en la Argentina de la última década las personalidades que expresaban sus emociones con una intensidad anormal encontraron mayor eco que en otras épocas.

Y es probable que cansados de tantos gritos la Argentina de la próxima década se oriente a premiar mejor a líderes más racionales o menos conflictivos. Tanto los candidatos provenientes del peronismo, como Scioli o Massa, como los del panradicalismo, como Sanz, Cobos o Binner, tienen por característica la moderación y la disposición a las concesiones recíprocas que hacen posible la democracia. Y se alejan del modelo kirchnerista de desprecio y agresividad hacia quienes discrepan con ellos. Son personas que no experimentan la política con perfeccionismo obsesivo, cuyo fracaso tantas veces conduce a la paranoia. Aun en una estructura dogmática, como el Vaticano, el papa Francisco puede dar ejemplo de quien acepta otras convicciones a las suyas y no cree ser dueño de verdades absolutas.

Hasta la propia Cristina Kirchner subió su aprobación en las encuestas cuando se mostró menos beligerante, ya sea por aquellos reportajes más amistosos previos a su operación como por su período de convalecencia.
Las heridas postraumáticas del derrumbe de 2002 todavía no han cicatrizado totalmente, como lo demuestra la problemática de la inseguridad y la propia economía actual que genera turbulencias que precisarán encontrar solución futura. Pero sería lógico esperar que en 2015 nuestra sociedad elija conductores que tengan menos exacerbado el carácter mesiánico, que no se sientan amenazados por quienes discrepan con sus ideas ni tampoco crean que ellas poseen en exclusividad el patrimonio de la verdad y deben ser defendidas cueste lo que cueste.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 16/11/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

 

domingo, 19 de mayo de 2013

Noticias del mal... De Alguna Manera...


Noticias del mal...

"El buchón opositor." Jorge Lanata. Dibujo: Pablo Temes.

El kirchnerismo contraataca las denuncias de Lanata y enturbia causas nobles con “la caja”.

Malas noticias para Cristina: Lanata tiene razón. La Fundación María de los Angeles, que preside Susana Trimarco, está transitando el mismo pantano que la Fundación Sueños Compartidos, de Hebe Bonafini. La militancia rentada o amateur se desespera desde el aparato de propaganda para proteger a la madre de Marita Verón. Se indignan porque Jorge Lanata “ensució” con sus críticas a quien tanto luchó contra la trata y por la aparición con vida de su hija. Lo mismo pasó cuando estalló el escándalo que involucró a los hermanos Schoklender. “No manchen los pañuelos blancos”, amenazaban los paraperiodistas sin comprender que la mugre, envasada en billetes, había sido proporcionada por el Gobierno nacional. Son los Kirchner los responsables de haber alimentado con fortunas a Hebe y a Sergio para que hicieran viviendas, una responsabilidad del Estado y no de una ONG. Podrían haber intentado cooptar a una figura vinculada a los derechos humanos desde el campo de las ideas o aprobando leyes que facilitaran su tarea.

¿Qué necesidad había de profanar un símbolo universal de la lucha contra la dictadura como las Madres? ¿Por qué meter millones en esa relación? ¿Los Kirchner no conocen otra forma de relacionarse que no sean los subsidios y la chequera? Utilizan a los luchadores y a los artistas populares como escudos para proteger su enriquecimiento ilícito, voraz y veloz. ¿O la broma que hace Néstor abrazando con amor una caja fuerte en la Intendencia de Las Heras tiene que ver, Freud mediante, con el chiste y su relación con el inconsciente?

Quien se meta a fondo a investigar la cuenta del Banco Nación, casa central, de la fundación de Susana Trimarco se encontrará con sorpresas dolorosas. No sólo por los montos de dinero que le giraron desde el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, hasta el gobernador tucumano, José Alperovich, pasando por su colega riojano, Luis Beder Herrera, pero como vehículo del Tesoro Nacional. Esas cifras figuran en su mayoría en los boletines oficiales correspondientes. Lo más grave aparecerá si se sigue la ruta de ese dinero. ¿A dónde fue a parar? ¿A qué profesionales se contrató? ¿Qué locales se alquilaron? ¿Están las facturas de esos gastos o se esfumaron como los fondos de Santa Cruz? ¿Cierran los números? ¿Qué rol juega su abogado, Carlos Garmendia?

Nada de esto borra la lucha heroica que tanto Hebe como Susana libraron. Una enfrentó a la dictadura y la otra, a la mafia de la prostitución cuando ni Néstor ni Cristina lo habían hecho. A propósito, la muerte del genocida Videla reactualiza un desafío: encontrar una sola declaración en radio o en televisión del matrimonio Kirchner durante la dictadura o en los primeros cinco años de la democracia calificando a Videla como “terrorista de Estado o criminal de lesa humanidad”. O una sola invitación a dar una charla, aunque sea, a las Madres o Abuelas de Plaza de Mayo. Es difícil ubicar lo que no existe.

Susana Trimarco, a través de Télam y 6, 7, 8, acusó a Lanata de “golpista al servicio de Clarín”, pero no puede explicar por qué fue tan crítica de Alperovich y ahora, mágicamente, manifiesta apoyo al señor feudal, candidato testimonial en las elecciones parlamentarias. Susana Trimarco está cuarta en intención de voto, por encima de la kirchnerista de la primera hora Stella Maris Córdoba, quien duda en presentarse si la lista la encabeza José Alperovich.

Pero Lanata no tiene razón sólo en este caso. También en la mayoría de las denuncias sobre la empresa “Néstor Kirchner & Lázaro Báez” y su CEO, Daniel Pérez Gadín. Se confirmó que este monotributista compró la estancia uruguaya en 14 millones de dólares. Andrés Vivanco, el ex fiscal de Santa Cruz, dijo que “lo de Lázaro es de Néstor” y aseguró que en la intimidad el ex presidente muerto confesó que “sin corrupción no podemos gobernar”.

Las desmesuras y obsesiones han crecido en forma proporcional al aumento de las dificultades económicas. Hay cuestiones irracionales, misiles para matar mosquitos. Cristina desmintió por Twitter una información publicada por el diario La Prensa, (“no tengo ni tuve secretaria”) y sólo logró comunicar la existencia de ese matutino. Que River o Boca jueguen los domingos a las 21.30 por la tele sólo para evitar la goleada de Lanata habla de lo mismo. Se condena a los hinchas a que en invierno lleguen a sus casas después de la medianoche, en pleno auge de la inseguridad, sin advertir que si Canal 13 quiere, puede cambiar el horario de su programa más exitoso a las 20 y, seguramente, aumentará su rating.

El manual de instrucciones del soldado de Cristina indica que todo lo que no se puede dominar debe ser apropiado por las buenas o por las malas o, en su defecto, fundido, quebrado o fracturado. Eso explica muchas siglas como CGT, YPF, AMIA, UIA, Agea SA y hasta Ciccone, o las amenazas a Julio Blanck, la ministra Nora de Lucía o el fiscal Guillermo Marijuán. Es lo que pasa con LAN y la persecución de los camporistas de Aerolíneas Argentinas, que descubrieron que es más fácil destruir a la competencia (pese a dos fallos judiciales) que construir una buena gestión. O la orden a los supermercados para que no avisen en los diarios enemigos, cosa a la que Carrefour acaba de rebelarse. O el apriete autoritario de Guillermo Moreno para que la Asociación de Cooperativas Argentinas abandone Coninagro, la Mesa de Enlace, y destituya a Carlos Garetto, en un solo acto.

Ahora que Alfredo Palacios ya tiene monumento, vale la pena recordar su luz. Era abogado, como Néstor y Cristina, pero diferente. Murió en la pobreza y en la placa en la puerta de su estudio decía: “Atiende gratis a los pobres”. Su tesis primera doctoral, que fue rechazada “por atentar contra las instituciones”, se tituló: “La miseria de la República”, y en un párrafo dice así: “Encastillados (por vivir en castillos) en su asqueroso egoísmo, ellos son los responsables de la ruina del país; ellos, que han hecho levantar palacios con los dineros del pueblo para habitarlos después de la catástrofe y que tienen las arcas repletas y desparraman a manos llenas en el Viejo Continente el oro que malversaron”. Malas noticias para Cristina. Y eso que el primer diputado socialista de América jamás vio a Lanata.

© Escrito por Alfredo Leuco el domingo 19/05/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.