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viernes, 8 de agosto de 2014

Los Derechos Humanos y el kirchnerismo... De Alguna Manera...


Las políticas de Derechos Humanos no son invento kirchnerista...

La política de derechos humanos fue una de las prioridades del Gobierno de Néstor y Cristina Kirchner. Foto: Cedoc

La noticia de la recuperación del nieto de Carlotto generó autoelogios por medidas que existen hace décadas. 

Es imposible no emocionarse con las palabras de Estela de Carlotto. Una abuela que luego de 36 años encontró a su nieto. La titular de Abuelas sabía que había nacido en cautiverio. Durante años, los perversos servicios de inteligencia –muchos de sus integrantes reciclados en nacionales y populares- hicieron correr falsas historias sobre la hija de Carlotto como también de los hijos de Hebe de Bonafini. Aún hoy, muchos argentinos reproducen tales mentiras. La recuperación de Ignacio Hurban es un hecho histórico. A la emoción no se la discute. Ahora bien, la utilización política y la tergiversación de la historia, sí merecen debatirse e incluso cuestionar.

Aplaudo que Estela haya dicho que es un triunfo de todos, de la sociedad y que es una abuela más. Es el discurso que la colocó en un lugar de referente por amplios sectores de la sociedad. Esa trayectoria sólo se empañó cuando se encegueció con los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner y prejuzgó sobre los hijos de Ernestina Herrera de Noble o se sumó a la división maniquea de la historia, entre buenos y malos impuesta por el relato.

Ayer, uno de los peores días para el kirchnerismo, en el que el vicepresidente Amado Boudou estaba por sumar un nuevo procesamiento judicial, la estrategia del gobierno frente a los fondos buitres se volvía a dar la cabeza contra la pared, la jueza federal María Servini de Cubría ordenaba allanar la sede de la Asociación del Fútbol Argentino, la noticia del nieto recuperado por Abuelas de Plaza de Mayo le venía como anillo al dedo al gobierno para tapar el sol con la mano, al menos por unas horas. ¿El hecho no existió? Nadie duda de eso. Pero como periodista y analizando los antecedentes que tiene este gobierno en adueñarse de las alegrías que deberían ser de todos y en modificar la historia de cualquier manera, creo que el kirchnerismo comenzó a montar un nuevo capítulo a su “épica” trayectoria de la que hacía mención el director, guionista y productor, Juan José Campanella anteayer.

En los medios de comunicación –críticos, oficialistas, paraestatales, liberales- los voceros del kirchnerismo salieron en cadena nacional a festejar el hallazgo de un nieto con las “incuestionables” políticas de derechos humanos que Néstor Kirchner habría puesto en marcha a partir del 25 de mayo del 2003. “Es una política de estado”, aludiendo a la recuperación de nietos, decía el diputado nacional Juan Cabandié que frivolizó su propia historia chapeando a una agente de tránsito con su pasado en el que “se bancó la dictadura”. 
Lo hizo para evitar pagar una multa. La frivolidad política no es sólo un defecto de Martín Insaurralde. Hace dos años le pregunté sobre los hijos de Ernestina y los manejos espurios de la Fundación de Bonafini al ex diputado nacional Juan Carlos Dante Gullo. El histórico dirigente me contestó: “Estamos buscando nietos, ¿entendés? Nietos. Yo tengo a mi madre desaparecida. Entonces no se puede cuestionar esas cosas”. Cuando le recordé que no era yo el que compartía la mesa con un “cómplice de la dictadura” como Héctor Magnetto, Gullo le echó la culpa a los “tiempos” de la política.   

En medio del canto de sirenas del relato oficial, en las redes sociales, decenas de fanáticos me exigían dejar de dar malas noticias y que me rectificara de haber titulado a mi libro anterior. “El negocio de los derechos humanos” es una espina que, más de uno, tiene clavada. Como si fuese el flautista de Hamelin, uno de los referentes del Partido Justicialista en la ciudad, repasaba en televisión los “logros” del proyecto nacional y popular en materia de derechos humanos. Vale recordar que ese partido político, impulsaba la amnistía a los militares. Cristina fue uno de los millones de argentinos que votó esa propuesta. 

Y para algún desmemoriado habría que decir que el Banco Nacional de Datos Genéticos fue creado en 1987. En 1992, durante el gobierno de otro justicialista –mal que les pese a muchos- Estela de Carlotto disfrutó de un té con masitas en Olivos junto con Carlos Saúl Menem. Por ese entonces, el ex presidente había firmado los indultos a los militares y a los líderes de las organizaciones guerrilleras. Carlotto le entregó un petitorio a Menem con varios puntos, entre los que se incluían la colaboración del gobierno en la búsqueda de los nietos, la creación de un organismo específico –lo que sería la CONADI- y la difusión de sus tareas. Menem aceptó sin chistar. Todos se sacaron fotos sonrientes, junto con otras 50 personas, entre ellos, varios periodistas influyentes de esa época. 

Lo acompañaban Claudia Bello y el polémico Ministro del Interior, José Luis Manzano, actual empresario de medios cercano al kirchnerismo. El dato demuestra que no sólo este gobierno quiso y entabló relaciones con los referentes más importantes de los organismos de derechos humanos. Por otra parte, confirma que la política de derechos humanos, con sus idas y vueltas, no comenzó con el kirchnerismo. Para los lectores menores de 30 años, en la Argentina se realizó un histórico juicio a las Juntas Militares. A la actual Presidenta no se le conoció participación alguna en el hecho. Pero, es posible, que durante el 2015, el ministro de Defensa, Agustín Rossi, encuentre la participación secreta de los Kirchner como ideólogos del juicio.

¿Qué es una política de estado en materia de derechos humanos? En la práctica sería algo así como hablar de política ferroviaria y tapar la corrupción y la tragedia del 22 de febrero del 2012. Es como llenarse la boca con los pueblos originarios y abrazarse con Gildo Insfrán. O confiar en que la Presidenta se hizo millonaria, de la noche a la mañana, porque es una abogada exitosa que participó en dos o tres juicios en su vida. El relato tiene una extraña manera de calificar a los derechos humanos. El mismo día en que se adueñaba de la felicidad que significa encontrar un nieto más, se ordenaba extraer pruebas de ADN a un hijo del gobernador tucumano, José Alperovich.

La memoria, verdad y justicia para saber quién asesinó a Paulina Lebbos en febrero del 2006, es más lenta que la tortuga Manuelita. El encubrimiento por parte del poder político y judicial tucumano que ha denunciado su padre, Alberto, en ocho años, no tuvo eco en Casa Rosada ni provocó que nadie se pusiese colorado. Hasta hace poco, la senadora y esposa de Alperovich, Beatriz Rojkés, era la tercera en la línea sucesoria de la Presidenta. El 9 de julio del 2013, Lebbos intentó dejarle una carta a la Presidenta. No pudo. El gas pimienta de la policía local le nubló la vista. Es la mirada maniquea de los derechos humanos que esboza el relato oficial. Derechos humanos que convirtió en una sociedad anónima y en negocio privado expresado en el trunco programa de construcción de viviendas, Sueños Compartidos.

Las causas nobles y justas trascienden a los gobiernos. La Presidenta es capaz de creer que San Martín cruzó los Andes gracias a ellos, que los goles de Messi surgieron de su ingenio y que el mundo se nos cae encima porque no se bancan que tengamos un modelo económico y productivo exitoso. Algún trasnochado, avalado por el oficialismo, confundirá la histórica noticia de ayer con un supuesto mérito de este gobierno. Cuando baje la espuma de las olas del mar, la Argentina seguirá igual. Con inflación, inseguridad, recesión económica, una sociedad intolerante y dividida, y con un gobierno que está escribiendo sus últimas páginas para reinventarse fuera del poder y la caja estatal. Serán tiempos de contrahegemonía y de resistencia “revolucionaria”.  

© Escrito por Luis Gasulla, autor de El negocio de los derechos humanos, el Domingo 03/08/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires

 

sábado, 14 de junio de 2014

Favor impensado... De Alguna Manera...

Favor impensado...

Suple Clarín Joven, Amado Boudou. Dibujo: Diego Temes 

El vice apuntó contra Moneta, un histórico enemigo de Clarín y con buenos vínculos con el kirchnerismo.

Nunca imaginó Héctor Magnetto el inmenso favor que esta semana le hizo Amado Boudou. 

Debe estar tentado de agradecerle el gentil servicio. Además, ocurrió en su propio canal de cable –en el programa de Zlotogwiazda y Tenembaum–, cuando el vicepresidente intentó desligarse del empoderamiento de la empresa Ciccone que le imputa la Justicia y, al mismo tiempo, en esa discutible aclaración deslizó cargos y sospechas sobre la moralidad de Raúl Moneta. No sólo invocó falta de transparencia a la participación del ex banquero en la “ruta del dinero” que se vincula al affaire de la ahora estatizada fábrica de billetes.

También se encargó de aludir suspicaz y ligeramente, con argumentos arrancados de un legajo policial, a la trayectoria empresaria de Moneta, quien en los últimos treinta años ha sido el mayor enemigo del emporio mediático, el hombre que más horas le ha quitado al sueño de Magnetto y el que le ocasionó todo tipo de disturbios económicos a través de juicios y denuncias en el país y en el exterior.

Nunca esperó el zar de Clarín ese regocijante obsequio de Boudou, una alegría imprevista de quien curiosamente lo acusa de dañarlo y perseguirlo, de lincharlo a través de los medios propios y ajenos. Tan singular el episodio, que la Casa Rosada, tan puntillosa en lo que a Magnetto se refiere, no reprochó ni reprendió al vicepresidente por haber colmado de felicidad al odiado opositor. Tampoco advirtieron otros observadores la naturaleza de esa placentera venganza.

Sorprende ese cuestionamiento de Boudou a Moneta por otra razón: se entendía al ahora sospechado como un hombre cercano y confiable para el Gobierno, no casualmente lo habían habilitado para internarse en distintos negocios vinculados al Estado, de radios a petróleo, mientras disfrutaba de una intensa relación con el ministro Julio De Vido y con otro empresario de corazón kirchnerista, Cristóbal López.

No eran los únicos, claro, y alerta que el vicepresidente pareciera ignorarlo. Paradojas de la vida, por otra parte, con acento especial: en la misma semana del impagable regalo a Magnetto, Jorge Capitanich –instruido por la mandataria– descalificó indignado a Daniel Scioli por haber concurrido a un evento de Clarín, presidido por Magnetto en el Malba, e incluirse en una galería fotográfica que el matutino divulgó como señal de su existencia y convocatoria en el poder.

“Dime con quién andas y te diré quién eres”, le endilgó el jefe de Gabinete al gobernador bonaerense, apelando a un dicho popular incompatible para su edad, señalando a la militancia con esa descripción que Scioli ya no cabe en la corte cristinista ni dispone de aval para su candidatura por parte de Ella: está exiliado, el chaqueño confirma su exclusión, es un ex amante odiado sin haber pasado por el tálamo. Cierta decadencia política se advierte en este novelón de la tarde: una foto común, de sociedad, significante pero no casual, enojó más a la Presidenta que la misma palabra, las intrigas orales vertidas por su preferido vice a favor del instinto animal de Magnetto.

A menos que, por el candor explícito de la falta de información, uno más tarde descubra un doble estándar en la cúpula y una cínica conveniencia de los protagonistas.

Si el caso Ciccone es un dédalo de casualidades y coincidencias, debe consignarse otra que provoca sonrisas: Alejandro Vandenbroele, quien no conoce a Boudou, como ambos juran, también se inscribió azarosamente en la misma teoría del vice: pide la investigación de Moneta y barrunta ilícitos del empresario que aseguró haber aportado fondos para Ciccone.

Habrá más anotados en esa búsqueda de la “ruta”, en esas imputaciones personales, casi una estrategia oficial para endosarle al empresario calamidades varias, incluso la de otros. Total, Moneta no sabe ni contesta, desde hace más de un año está casi irrecuperable, yacente e internado por un doble problema de salud, uno de los cuales (cerebral) lo postró al punto de la irreversibilidad, de que su familia ya se ha desprendido de ciertas posesiones.

Es una vía muerta, judicialmente hablando: le pueden colgar hasta el fusilamiento de Dorrego. 

Y la estrategia de involucrarlo, sin entrar en comparaciones desdorosas, se remonta a las prácticas de las que se han servido los terroristas o delincuentes –como método para salvarse del castigo judicial– para atribuir responsabilidades que a ellos mismos correspondían a otros que lograron fugarse o cuyas vidas fueron segadas. De manual, entonces, lo que se viene en los estrados.

Un desenlace anunciado, procesamientos y escándalo público, la entrega oficial y muda de Moneta para una carnicería venidera de la cual disfrutará Magnetto, enfrentado por décadas con el banquero por monumentales recursos dinerarios y a quien le atribuía variadas operaciones de inteligencia en su contra, hasta la vigilancia, control y diagnósticos de sus intervenciones médicas en los Estados Unidos, provocadas por un cáncer que le dejó notorias secuelas en el habla.

Entendía el jerarca de Clarín que Moneta le llevaba esa información a Néstor Kirchner, previendo una desaparición que nunca se produjo y una crisis inédita en el Grupo Clarín que determinaría su urgencia. A su vez, Moneta reservaba su propio rencor y sostenía que, además de lo que Magnetto le había birlado, padeció su persecución a través de una Justicia obediente que lo convirtió en convicto, lo obligó a vivir en la clandestinidad, bajo tierra, durante mucho más de un año.

Quizás, ambos tenían razón. Son los protagonistas de una guerra de treinta años, de los cuales los Kirchner son apenas un capítulo, cuando en los inicios del gobierno de Néstor, Magnetto era un preferido confidente, un habitué de Olivos, mientras Moneta –en ese momento con ciertas penurias económicas– no podía acercarse siquiera a las inmediaciones del ex presidente: pagaba el precio de haber sido un privilegiado de Carlos Menem, su banquero (nadie, claro, hablaba de los otros socios). 

Una carga que también sufrió, entre los más conspicuos, Eduardo Eurnekian, hasta que Kirchner lo redimió con holgura y pudo sentarse a su vera luego de un baño gratuito en el Jordán. Tardíamente, Moneta también obtuvo su perdón y escaló en las inmediaciones del poder, hasta que casi alcanza –con la bendición oficial– a quedarse con Telecom antes que Ciccone.

Delicias de la década.

© Escrito por Roberto García el Sábado 14/06/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Cristina lo hizo... De Alguna Manera...



Cristina lo hizo...

Instantánea. Daniel Scioli - Héctor Magnetto. Dibujo: Diego Temes

El encuentro desató la ira presidencial y hay quien lo ve como señal de fin de ciclo. Encrucijada oficial.

Daniel Scioli avanzó por el medio del salón. La concurrencia se abrió al paso del gobernador que fue derechito hacia Héctor Magnetto. Se hizo un revuelo de fotógrafos y camarógrafos que pusieron el dedo en el gatillo. El gobernador y el CEO de Clarín se estrecharon en un abrazo y se levantó un murmullo que hablaba de un hecho político. “¡Qué convocatoria, Héctor!”, dijo Daniel sonriente, rodeado por su hermano Pepe Scioli, Gustavo Ferrari y Gustavo Marangoni. “Es la nueva Argentina que nace”, respondió el empresario.

Parecía una pesadilla de Cristina Fernández, pero fue una realidad que corresponde analizar en su profundidad y de cara a 2015. La Presidenta no aguantó ni un día para reaccionar. Le ordenó a Capitanich que devolviera el agravio y el jefe de Gabinete dijo con algún problema de sintaxis : “Dime con quién andas y te diré quién eres”. Ayer redobló la apuesta y fue al grano. Acusó a Scioli, sin nombrarlo, de ser empleado de los grupos mediáticos que financian sus campañas y de marionetas de las corporaciones que quieren extorsionar a la democracia”. Scioli no devolvió la cachetada. Puso la otra mejilla: “No pido permiso ni me escondo”, y citó como ejemplo de su amplitud que también participó en eventos organizados por el diario Perfil.

Esa fue la bandera de largada para que otros dirigentes más sectarios y con menos votos todavía salieran a confirmar lo que los carteros abiertos plantearon con o sin vueltas: “Scioli no nos representa”. “Cualquier colectivo lo deja bien”, acusó Sergio Urribarri, quien se presenta como un ideológico puro del cristinismo. Magnetto tuvo la gentileza de no refregarle en la cara ese triunfo a la Presidenta y al día siguiente ni en Clarín ni en ningún lado pudo verse la imagen de ese abrazo público que marca un antes y un después.

Magnetto se autolimitó. Podría haber publicado la foto en la tapa del diario o las imágenes en Telenoche y hubiese generado un tsunami político en el peor momento de un gobierno que tuvo a su vicepresidente vapuleado en los tribunales, a semanas de ser procesado, camino al juicio oral y que por la noche accedió a ser entrevistado por TN. A sus plantas rendido un Boudou.

Marangoni quiso quitarle dramaticidad al gesto y habló de la cordialidad como bandera del sciolismo y se quejó de que  “si después de treinta años de democracia no podemos estar con quien piensa diferente, estamos en problemas”. Error. Para Scioli puede ser que Magnetto piense diferente. Pero para el matrimonio ideológico de Cristina y Víctor Hugo Morales, el gobernador se abrazó con el diablo mafioso responsable de todas las calamidades nacionales. Todavía huele a azufre, diría Hugo Chávez, el autoritario ídolo de ambos.

El seminario organizado por Clarín llamado “Democracia y desarrollo” coincide en sus conceptos con lo que Daniel Scioli plantea hacia el futuro. “Soy el más confiable y más experimentado para avanzar en la etapa del desarrollo, que es lo que se viene”, dijo rodeado de Miguel Bein y Mario Blejer, quienes serán los estrategas económicos si Scioli llega a sentarse en el sillón de Rivadavia. Ambos son críticos de la gestión de Cristina, pero no tanto. Y rescatan mucho de lo que hizo Roberto Lavagna en el último duhaldismo y el primer kirchnerismo. Representan lo que el gobernador quiere instalar como consigna: “Continuidad con cambios”. ¿Lo conseguirá? No es fácil.

Aquel día del abrazo no fue en el infierno. Fue en el Malba y en un contexto donde salvo Scioli y el empresario Hugo Sigman, casi no hubo oficialistas. Participaron cuatro presidenciables: Sergio Massa, que esperó que se fuera Daniel Scioli para entrar y repetir el saludo, Ernesto Sanz quien fue uno de los expositores, y Hermes Binner. El quinto de ese grupo selecto, Mauricio Macri, estaba de viaje en el interior y fue representado por Horacio Rodríguez Larreta.

Esos apellidos potenciaron el enojo de Cristina. La radio AM 750 y Tiempo Argentino la supieron expresar. La radio de Aliverti y del gremio de los encargados le preguntó a Hermes Binner si no sabía que “Magnetto está en abierta guerra con el Gobierno”. Astuto, el socialista le recomendó al periodista que hiciera la denuncia a la Justicia. Y el diario de Szpolski recordó que la concurrencia al Malba se sumó a la estrategia de Magnetto de “comprar impunidad a futuro porque está sospechado de delitos de lesa humanidad como la apropiación de Papel Prensa”.

En el plano empresarial la cuestión tuvo la misma envergadura, por la presencia de varios de los más poderosos de la Argentina. Empezando por Luis Pagani de Arcor quien últimamente se había corrido de la exposición pública o la de Luis Betnaza (Techint), Miguel Acevedo (Aceitera General Deheza), Enrique Cristofani (Banco Santander Río) y Gabriel Martino (HSBC), entre otros, como el vicepresidente de la UIA y hermano del gobernador de Salta, José Urtubey, y los cinco jinetes del apocalipsis de la oligarquía destituyente: Etchevehere (SRA), Ferrero (CRA), Garetto (Coninagro), Buzzi (FAA) y Gerónimo Venegas (Uatre).

Un consultor comentó con avaricia: “Esto es un síntoma claro del fin de ciclo”. Es que apenas seis meses antes muchos de los que participaron no se hubieran atrevido a mostrarse públicamente con Magnetto, José Antonio Aranda, Lucio Pagliaro o Marcela Noble Herrera. 
Temían las represalias de Cristina y sus muchachos. Los ataques hacia los presentes ya comenzaron y van a seguir. Pero duelen mucho menos. La ausencia de herencia política y la crisis económica le quitaron capacidad de daño al Gobierno.

Pasa lo mismo en la Justicia. Tienen a José María Campagnoli contra las cuerdas. Todos los días los paraperiodistas subsidiados por todos los argentinos operan contra Ariel Lijo, y sin embargo, el mismísimo papa Francisco salió a respaldar a ambos pese a que también son como el diablo, pero de los tribunales.

Los tiempos electorales se acelerarán cuando Argentina finalice su participación en el Mundial de Fútbol. Si sale campeón eso producirá humo y una semana más de euforia. Pero si los muchachos de Sabella regresan antes, se potenciará el malhumor que abrirá las puertas a la discusión sobre candidaturas. ¿Qué hará Cristina al respecto?

Está atrapada sin salida. Su candidato del alma, Axel Kicillof, por ahora no acusa peso en la balanza. Pero le serviría para conservar el relato heroico ficticio y cohesionar a diputados y a militantes para comandar la oposición. Nadie cree que quiera jugar su única carta competitiva que es la de Daniel Scioli. ¿Pero qué hacer, entonces, para no favorecerlo? Si Scioli gana las PASO ante Randazzo, Urribarri o Kicillof, se fortalece. Si lo expulsan del Frente para la Victoria, lo victimizan.

No está claro cuál será el camino electoral del cristinismo. Porque fuera de los defensores del modelo está sólido en el primer lugar Sergio Massa (menos para Poliarquía que lo da segundo) y vienen creciendo tanto Mauricio Macri como el espacio UNEN que cada día estudian desde el radicalismo y Elisa Carrió con más detenimiento una oferta del PRO que los llevaría a ambos a ganar las gobernaciones de una decena de provincias en el peor de los casos. Eso fracturaría el Frente Amplio que perdería su ala izquierda. Por ahora son especulaciones y posibles reacomodamientos más pragmáticos y territoriales que ideológicos.

De todas maneras hay muchos prejuicios y dogmas que se seguirán cayendo. Un cronista experimentado cuando vio el abrazo entre Magnetto y Scioli dijo que era una foto no publicada insuperable como noticia. Pero al instante cambió. Señaló otro abrazo del CEO del Grupo Clarín y dijo: “Esto es más increíble todavía”. Era Humberto Tumini que palmeaba a Magnetto. 

El conductor de Libres del Sur integró el estado mayor del Ejército Revolucionario del Pueblo en los 70. Y lo pagó con años de cárcel y torturas. Ese encuentro también era impensado en otra época, aunque ambos hayan tenido sus etapas de aliados de Néstor Kirchner. Esta vez los unió la oposición a la Presidenta. Cristina lo hizo.

© Escrito por Alfredo Leuco el Sábado 14/06/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

sábado, 7 de junio de 2014

Las vacunas de Cristina y los sátrapas de Amado… De Alguna Manera...


Las vacunas de Cristina y los sátrapas de Amado…

El escrache a periodistas, una constante.

El gobierno nacional lanzó el milésimo ataque contra el periodismo de investigación. El sábado 7 de junio se festeja el día del periodismo “pero no de los periodistas” como recordó Cristina Fernández de Kirchner en cadena nacional mientras lanzaba una empresa de medición de rating estatal supervisada por las “independientes” universidades públicas.

Horas después, el vicepresidente Amado Boudou, lanzaba insultos y amenazas contra ex funcionarios de su gobierno, como Graciela Ocaña, y le exigía a Ignacio Ortelli, periodista de Clarín, a que revelase sus fuentes de información para “salvar su alma”. El ex ministro de Economía miraba a cámara, desafiante, como Robert De Niro en Los Intocables, film en el que personificó al gánster Al Capone en los tiempos de la ley seca. Sería exagerado creer que el juez federal Ariel Lijo es el idealista agente federal Eliot Ness que llevó a los tribunales a Capone pero hoy sí representa su espíritu. Los que no son Rodolfo Walsh ni aspiran a parecerse, aunque se cansen de citarlo, son los panelistas de 678.

En pleno exabrupto discursivo, Boudou pidió no continuar hablando pues “me voy a ver tentado de decir cosas que voy a decir el lunes”. “Bueno, no diga” se apuró a contestarle Carlos Barragán deshonrando la profesión periodística mientras homenajeaba al Bernardo Neustadt que, durante los años noventa, le pedía a los funcionarios que si metían la mano en la lata, que no se vea. Barragán no quiso saber, mucho menos, preguntar. Para eso están las 740 preguntas que Orlando Barone se quedó con ganas de hacerle al ex Presidente Néstor Kirchner cuando visitó ese programa en enero del 2010 junto con, por ese entonces, la actriz militante, Florencia Peña.

Como anoche, ni Barragán, Barone, Dante Palma y el ex empleado de la jefatura de gabinete, Edgardo Mocca, le preguntaban nada, el propio Boudou se preguntó “¿Podemos ver quién es Graciela Ocaña? ¿Saben cuál fue el resultado de la gestión de Graciela Ocaña?” Silencio. El vicepresidente comenzó a citar datos extraídos del INDEC o del flamante rating estatal: “respecto del dengue, 26.644 casos, 6 muertos, la epidemia más grande en la historia de la República Argentina”.

Por esa razón, la tarea de Ricardo Forster como secretario del Pensamiento Nacional será ardua: en todos los manuales de historia argentina recuerdan la fiebre amarilla que inundó a nuestro país durante el siglo XIX provocando 14 mil muertos. Un poquito más que los 600 muertos que se llevó la gripe A de Ocaña, “la pandemia con la mayor cantidad de muertos en el mundo” según Boudou obviando recordar que la “hormiguita” fue funcionaria del gobierno de Néstor y Cristina Kirchner que, dicho sea de paso, alguna responsabilidad deben haber tenido en su, supuesta, mala designación.

Y con la frialdad de las estadísticas, ciertas o no, la Presidenta explicó que, gracias a su nieto Néstor Iván, la vacuna contra el meningococo será gratuita. “No sólo provoca la muerte, sino aquellos que quedan vivos, quedan con secuelas” resumió CFK que festejó que, luego de su medida merced a la queja de su nuera por el alto costo de esa vacuna, no morirán más 16 niños por año a causa de esa enfermedad. En 11 años se podrían haber evitado unas cuántas muertes pero, como para el kirchnerismo, la noticia no es el tren que choca sino los tantos que llegan, festejemos la buena nueva.

Al día siguiente, el gobierno nacional que no es capaz de publicar cuántos pobres hay en el país, lanzó el rating para todos y todas. La revolución “nacional y popular” ingresa en su fase final peleando contra Ibope. “Nunca me llamaron” se quejó la abogada exitosa suponiendo que las consultoras del rating saben qué programas ve ella. A la fanática de Games of thrones le encantaría que Ibope le diese la razón y que el fútbol le ganase, todos los domingos, al programa periodístico de Jorge Lanata. Es extraño este país, los cráneos de los medios públicos, descorchan champagne cuando River o Boca miden 20 puntos aunque descreen de las mediciones de Ibope cuando “Esa Mujer” de Andrea del Boca no supera el puntito de rating. ¿En qué quedamos?

Mientras tanto, Hebe de Bonafini estudió el ciclo de la vida de esos pequeños roedores conocidos como “ratas”. Las ratas a las que aludió la mujer que festeja la estatización de su universidad, mientras Raúl Castells continúa una huelga de hambre para que el Ministerio de Educación, simplemente, le reconozca la suya, “viven más porque tienen quien las alimente”. Tanto para Hebe, Amado y Cristina, el periodismo crítico y de investigación obedece, vertical e incondicionalmente, a Héctor Magnetto. Desde 1930, casi todos los argentinos somos directores técnicos frustrados. Pero, cuando el grupo Clarín pasó de ser aliado a destituyente, millones de ciudadanos se transformaron en periodistas frustrados.

Sinó fuese por el periodismo de investigación, el escándalo Ciccone, Sueños Compartidos, la ruta del dinero K, no hubiesen existido para gran parte de la sociedad. Es como si los medios extranjeros, algunos pocos valientes periodistas locales no se hubiesen animado a publicar y difundir las denuncias de las Madres de Plaza de Mayo durante la última dictadura militar. La comparación suena exagerada pero para estos tres periodistas frustrados, la corrupción, el cinismo y la mentira siempre son pecados del “otro”: las corporaciones o un simple periodista que hace su trabajo: buscar la verdad oculta y cuidar a sus fuentes de información.

Mientras Boudou se defendía de las preguntas inquisidoras en 678, Dante Palma, en un rapto de masturbación académica, decía que “el periodismo quiere reemplazar a Dios cuando decía “hágase la luz” y creaba a través de la palabra”. Pero el filósofo fue más allá: “cuando el vicepresidente hablaba recordaba el mito que alguna vez mencionó Orlando, el de Casandra”. “Lo que hacen los medios es atacar a determinados referentes o funcionarios para que nunca se les crea”. (SIC)

En las universidades públicas en las que las carreras de Periodismo y Comunicación han sido mancilladlas, se proponen medir “objetivamente” el rating. Así, luego de difundir las novedosas pantallas en las que 678 será más popular que Lanata y Majul juntos, la Presidenta se irá a dormir contenta, aunque en el fondo sepa, que todo se trata de otro gran engaño. ¿Acaso importa?

© Escrito por Luis Gasulla el Sábado 07/06/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.