Mostrando las entradas con la etiqueta Gobierno Nacional. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Gobierno Nacional. Mostrar todas las entradas

sábado, 12 de abril de 2014

La ira de los defraudados por el relato K… De Alguna Manera...


La ira de los defraudados por el relato K…

Daniel Scioli. Declaró el estado de emergencia por la inseguridad en la provincia de Buenos Aires.

Si bien muchos tardaron en entender que “el modelo” se trataba de una estafa, hace un año la mayoría ya cambió de opinión.

Luego de intentar Cristina venderles cosechadoras de cartón y baratijas confeccionadas en el polo industrial La Salada, los angoleños optaron por borrar a la Argentina de su lista de socios comerciales. Felizmente para la señora y sus partidarios, el electorado local resultó ser menos precavido.

Sin pensarlo dos veces, compró el extravagante “modelo de acumulación de matriz diversificada con inclusión social” pregonado por los buhoneros kirchneristas. Le guste o no le guste, tendrá que convivir con esta obra maestra del ingenio populista por muchos años más.

Si bien el grueso de la ciudadanía tardó en entender que se trataba de una estafa, que, como aquella cosechadora de fabricación nacional que según parece sigue pudriéndose en algún galpón africano, el famoso modelo nunca pudo funcionar, hace aproximadamente un año la mayoría cambió de opinión.

Al darse cuenta de que han sido víctimas de un fraude, millones de personas que a su modo habían confiado en las promesas de Cristina se sienten perdidas en un mundo que se les ha vuelto hostil.

Las dificultades enormes que enfrenta el país y que con toda seguridad se agravarán en los meses próximos se deben menos a lo hecho por el gobierno kirchnerista que a lo que no pudo, no quiso o no supo hacer. Desde el día en que el matrimonio patagónico se instaló en la presidencia, se destacaría por su voluntad de archivar los problemas más engorrosos, sobre todo los que podrían suponerles “costos políticos”.

Por lo tanto, los Kirchner se negarían a tomar en serio asuntos molestos como la inflación, la producción de energía, la educación, la salud, el desembarco de narcotraficantes colombianos y mexicanos y, huelga decirlo, la inseguridad.

De más está decir que las deficiencias que más angustia provocan están interconectadas: la inflación alimenta el malestar social, el deterioro educativo incide en la conducta de quienes saben que jamás lograrán abrirse camino en un mundo en que escasean las oportunidades para los analfabetos funcionales, la ferocidad despiadada de los predadores hace que otros se junten espontáneamente para librarse de ellos, de ahí la serie de linchamientos que acaban de producirse.

Las consecuencias de tanta inconsciencia gubernamental, que se haría aún más evidente luego de reemplazar Cristina a su marido en la Casa Rosada, están a la vista. La Argentina se ha convertido en una caldera hirviente que en cualquier momento podría estallar.

El miedo es contagioso. Cuando una sociedad se siente al borde de la anarquía –del “Estado ausente” de la retórica de políticos como Sergio Massa–, afloran los instintos más brutales. Aunque los kirchneristas se llenan la boca hablando de lo fundamental que debería ser el papel del Estado, para ellos y otros populistas es solo una fuente de botín.

Nunca han manifestado el menor interés en mejorar su desempeño, en hacerlo más eficaz. No sorprende pues, que el Estado –o sea, la policía y el sistema judicial–, haya resultado incapaz de impedir que, para citar a Daniel Scioli, la población sufra “el ataque salvaje de una delincuencia cruel”.

Para quienes comparten el punto de vista de los intelectuales orgánicos del kirchnerismo que atribuyen el delito a “la exclusión”, se tratará de la venganza de los hijos desheredados de la madre Cristina. Parecería que ha resultado contraproducente más de un década de “inclusión”, subsidios politizados, clientelismo y propaganda destinada a convencerlos de que seguirán “excluidos” hasta que, por fin, el país haya experimentado una fantasiosa revolución social, moral y económica.

¿Ayudará la emergencia declarada por Scioli? Puede que, combinada con el eventual efecto disuasivo de la “justicia por mano propia”, tenga un impacto positivo. Por lo menos, hará pensar que el gobernador, a diferencia de su jefa que cree que hablar de un problema equivale a provocarlo, entiende que demasiadas personas sospechan que el Gobierno nacional, lejos de querer brindarles la protección que necesitan, simpatiza con los delincuentes por motivos presuntamente ideológicos.

Exageran quienes piensan así, pero sucede que no solo en América latina sino también en muchas otras partes del mundo, demagogos de mentalidad autoritaria saben que el miedo puede ser un aliado muy valioso. Lo aprovechan dando a entender que son los únicos capaces de proteger a los vulnerables contra los presuntamente dispuestos a despojarlos de todo cuanto tienen, hasta de la vida.

Por cierto, Néstor Kirchner y su esposa no necesitaban que teóricos como el jurista nazi Carl Schmidt o el populista británico de origen argentino Ernesto Laclau les enseñaran a hacer del temor a lo ajeno su principio rector. Como tantos caudillos populistas a través de los siglos, desde comienzos de su deslumbrante carrera política, Néstor y Cristina siempre obraron conforme a la vieja consigna maquiavélica: dividir y reinar. Si es que se les ocurrió que a la larga provocar conflictos tendría consecuencias desafortunadas para el país, tal eventualidad no les preocupaba.

Para que la burguesía se sintiera amenazada, a los Kirchner les convenía que bandas de piqueteros, a veces encapuchados, regularmente provocaran trastornos en los puntos neurálgicos de la Capital Federal y otros centros urbanos; servían para disciplinar a la clase media, para advertirle que la alternativa al statu quo sería un “estallido social”, esta pesadilla tradicional de quienes temen que, en cualquier momento, podrían irrumpir desde las zonas más pobres del país hordas de saqueadores sanguinarios resueltos a destruir todo.

Desintoxicar una sociedad que desde hace más de una década está absorbiendo dosis de veneno inyectadas por un gobierno y su guardia pretoriana de militantes que se han especializado en movilizar el rencor no será del todo fácil. Ha surtido efecto la prédica de quienes atribuyen la miseria al egoísmo de un puñado de ricos, de tal manera exonerando a una elite política mayormente populista que en el transcurso de varias generaciones se las ha arreglado para depauperar el país.

La noción de que todas las muchas lacras sociales se deben a la malignidad de personas determinadas, cuando no a una fantasmagórica conspiración planetaria, se ha generalizado tanto que para quienes se sienten víctimas es difícil no reaccionar con rabia frente a una nueva frustración, la enésima, culpando al Gobierno por haberlos defraudado.

Cristina no habrá olvidado que, en 1989, el espectro de la violencia incontrolable procedente del conurbano apuró la salida de un presidente radical de “la casa de Perón” y, nuevamente en 2001, truncó la gestión de otro. Puesto que aquí los ciclos políticos suelen terminar en medio de convulsiones, es natural que se haya sentido nerviosa últimamente.

Con su marido, se dedicó a sembrar vientos; puede que pronto le toque cosechar tempestades y que las alianzas estratégicas con piqueteros, “luchadores sociales” y agrupaciones como Vatayón Militante, la Tupac Amaru de Milagro Sala y otras parecidas no basten como para contenerlas, si es que no optan por cambiar de bando so pretexto de que el Gobierno se ha vendido al “neoliberalismo” y está instrumentando un ajuste ortodoxo.

Los linchamientos recientes, en especial, el que se dio en el barrio de clase media de Palermo, han motivado un sinfín de condenas. Políticos, clérigos, intelectuales progresistas o conservadores y otros se han encargado de asegurarnos que no son salvajes y que por lo tanto, a diferencia de aquellos “vecinos” truculentos, nunca soñarían con moler a palos a un ladrón capturado en el acto o a un sujeto sospechoso, pero es poco probable que cambien mucho sus palabras conmovedoras en tal sentido. Mal que les pese a los populistas, la “justicia popular” siempre ha sido así; los más proclives a castigar con furia a los malhechores se encuentran entre el electorado kirchnerista.

Que este sea el caso plantea un problema conceptual a Cristina y los suyos. No les gusta brindar la impresión de querer “criminalizar” ni la pobreza ni las protestas de quienes se sienten abandonados a su suerte, pero al atribuir la violencia a “la exclusión” confiesan que el sacrosanto modelo dista de ser tan inclusivo como afirman.

Asimismo, descalificar la venganza como algo “prehistórico”, suena un tanto raro en boca de una mandataria cuya gestión se ha desarrollado bajo el signo de la venganza y que con cierta frecuencia ha aprovechado de los medios encadenados para recordarnos que aún quedan algunos que todavía no han recibido el castigo que merecen.

En buena lógica, los kirchneristas deberían de comprender mejor que nadie lo irresistible que puede ser el deseo de vengarse contra los acusados de ser los artífices de las penurias propias y ajenas; fue en base a la voluntad de tantos de desquitarse colectivamente por décadas de frustraciones que el Gobierno construyó el poder brevemente hegemónico que, con rapidez desconcertante, se le está escurriendo de entre las manos.

Hasta hace relativamente poco, la Presidenta lograba manejar el resentimiento autocompasivo que, después de muchos años de decadencia, afecta a amplios sectores sociales, dirigiéndolo contra enemigos locales y foráneos cuidadosamente seleccionados. Ahora, la Presidenta y sus allegados temen ser víctimas de lo que tanto ayudaron a propagar.

© Escrito por Jaime Neilson el Jueves 10/04/2014 y publicado por la Revista Noticias de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

sábado, 5 de abril de 2014

Devaluación, probar del mismo veneno... De Alguna Manera...


Cuando se acusaba a Massa por la devaluación que luego hizo el gobierno...


El spot de la agrupación cristinista Sumate al Futuro, de octubre de 2013, giraba en torno al intento de una joven estudiante de convencer a su abuelo de cambiar su voto, que en las primarias se había inclinado por el Frente Renovador. En el video, musical, la joven advertía que el massismo proponía "el tarifazo" y la "devaluación", algo que finalmente el Gobierno hizo efectivo.

Spot de propaganda gubernamental...

El ingenioso spot estaba inspirado en uno que ya había utilizado Barack Obama para atraer el voto latino en las últimas Presidenciales de USA. Se trata de una versión de la canción 'Mi niña bonita' el dúo venezolano Chino & Nacho.

Hablando de doble estándar. Corría octubre de 2013. El cristinismo ya había perdido las elecciones primarias de agosto en los principales centros urbanos. Perdió la 1ra vuelta de los comicios legislativos en Capital Federal, Santa Fe y Córdoba. Pero ninguna de esas derrotas le dolió tanto como la de la provincia de Buenos Aires, histórico bastión del peronismo.

Allí el Frente para la Victoria cayó ante el Frente Renovador de Sergio Massa y también lo iba a hacer en la elección general 2 meses después.

Los pronósticos para el candidato oficialista, Martín Insaurralde, no eran los mejores y desde el cristinismo intentaron conseguir uno mejor resultado dinamitando el prestigio del entonces intendente en ejercicio de Tigre.

Fue entonces cuando apareció un ingenioso spot, inspirado en uno que ya había utilizado Barack Obama para atraer el voto latino en las últimas Presidenciales de USA. Se trata de una versión de la canción 'Mi niña bonita' el dúo venezolano Chino & Nacho.

El spot de la agrupación Sumate al Futuro, cercano a los ultracristinistas de La Cámpora, giraba en torno al intento de una joven estudiante de ingeniería de la Universidad de Florencio Varela (inaugurada por Cristina Fernández) de convencer a su abuelo residente en el partido de San Martín (uno de los bastiones massistas) de cambiar su voto, que en las primarias se había inclinado por el Frente Renovador.

El argumento de la joven se sostenía en las alianzas de Massa y en poner en duda su gestión en Tigre, además de menospreciar la de la ANSES. El abuelo, en tanto defendía su elección con otros argumentos, algunos de ellos más que banales ("yo lo vi sonreír en televisión", cantaba).

En tren de mostrarle a su abuelo cuán nocivo era Massa, la joven advierte que los candidatos del FR eran "amigos de los tarifazos" y que si ganaban "no quedan más dudas, congelan los sueldo y luego devalúan". E insistió: "Devaluación".

Los giros de la política dejaron a los cristinista de Sumate al Futuro, como se dice vulgarmente, colgados del pincel.

El Gobierno Nacional acaba de anunciar una reducción de subsidios para los usuarios de los servicios de agua y gas que en los hechos funciona como una fuerte suba de tarifas que deberán afrontar los consumidores. Se anticipa que en breve que la misma suerte correrán los usuarios del servicio eléctrico, caso en el que el impacto en el bolsillo podría ser aún mayor.

Por otro lado, en enero último el Gobierno ejecutó la depreciación del peso, una devaluación, más pronunciada desde 2002: en cuestión de horas el dólar pasó de costar $6,80 a $8. Eso sin mencionar, que en el período de los últimos 12 meses (con el proceso electoral adentro) la apreciación del dólar alcanza el 60%, con su correlato en la inflación.

Pero, claro, eso era algo que el cristinismo no anticipó en campaña.

© Publicado el Viernes04/04/2014 por http://www.urgente24.com

 

domingo, 16 de febrero de 2014

¿Por qué se le echa la culpa a los demás?... De Alguna Manera...


¿Por qué se le echa la culpa a los demás?...


Los siguientes son ejemplos habituales, y a más de uno ya le habrá pasado que en determinados momentos es más sencillo decir “el taxista iba demasiado lento” (en lugar de me levanté una hora más tarde) o bien “el horno no funciona bien” (en vez de me quedé mirando televisión y me olvidé de la cena).

Es que la mente trata siempre de deslindarse de los problemas y sobre todo, de las culpas, como una especie de protección hacia los ataques de otros - que a veces son más producto de nuestros miedos e imaginación.


El ser humano tiene un típico error: buscar culpables fuera de sí mismo, para cualquier problema. Si acertamos, es nuestra virtud, pero si erramos, seguramente será responsabilidad del otro. Antes de decir “me equivoqué”, es probable que digamos que fue por la mala suerte, el clima, el jefe, el transporte, el zodíaco o la alineación de los planetas. Cualquier cosa antes de afrontar la realidad y asumir las falencias.

El primer paso: aceptar los errores.


Es una tarea que no es nada sencilla, pero que tampoco es imposible. El punto de partida para dejar de echarle la culpa a los demás es quitarnos la comodidad del cuerpo y comenzar a aceptar cuando nos equivocamos. Dejar que los demás nos corrijan, sacar capas de esa gran coraza que se llama orgullo, y sobre todo, ser sinceros con nosotros mismos primero, para luego con el resto de las personas.

La solución, afortunadamente, está dentro de nosotros y nadie más que nosotros somos los que podemos revertirlo. Podemos comenzar a practicar con el próximo error que cometamos o un fallo que se viene repitiendo desde hace tiempo. Aceptar que nos cuesta levantarnos cuando suena el despertador, concentrarnos para entregar a tiempo los trabajos, estudiar para un examen o prestar atención a la comida nos hará sentirnos mejor, de manera interna y por consecuencia, externa. 

 
Tal vez hasta tengamos la suerte de que se “contagie” la idea y todas las personas que nos rodean aprendan a decir “me equivoqué”, algo tan difícil de conseguir en estos días.

© Escrito por Yamila Papa el Martes 24/09/2013 y publicado por http://lamenteesmaravillosa.com

 

sábado, 1 de febrero de 2014

ESMA., Negocios que afectan la memoria histórica... De Alguna Manera...


Negocios que afectan la memoria histórica...

Imposición. El gobierno nacional busca instalar, sin consenso, un museo en el Casino de Oficiales de la ex ESMA. Foto: Cedoc
 
El Premio Nobel de la Paz denuncia que intereses económicos y disputas entre Nación y Ciudad amenazan espacios públicos de reflexión sobre el terrorismo de Estado.

Nuestro país vivió el horror de la dictadura militar provocando miles de muertos, desaparecidos, niños secuestrados y desaparecidos, exiliados y la destrucción de bienes y recursos del pueblo. Frente a la dimensión que cobró en Argentina el terrorismo de Estado, la lucha por la verdad y el enjuiciamiento de los responsables fue acompañado por la creación de los Espacios de la Memoria a partir de la detección de los centros clandestinos de detención, para mantener la memoria sobre lo acontecido y para que nunca más se repitan esos hechos.

El Instituto Espacio para la Memoria (IEM), organismo creado en 2002, fue resultado de esas luchas y concebido como un organismo autónomo y autárquico para garantizar una política pública de derechos humanos que fuera patrimonio de todo nuestro pueblo, con independencia de los diferentes gobiernos de turno e inclusive de la diversidad de expresiones políticas y sociales democráticas y populares. Hoy lamentamos que la existencia del IEM se vea amenazada por un acuerdo de cúpulas que dejan de lado la experiencia acumulada en función de intereses partidarios y gubernamentales, y que quienes son responsables de estos manejos demuestren su mediocridad conceptual y falta de ética política.

En nuestro país, a la vez que el actual gobierno asumió reclamos importantes para el desarrollo de una política de derechos humanos, tuvo lamentablemente una práctica de partidización de esas luchas históricas, que se ha expresado reiteradamente en la apropiación exclusiva de un capital simbólico, que lejos de ampliar la convocatoria genérica, tiende a sectorizarlos y aislarlos dentro de circuitos de disciplinamiento político. Sectorizar es serruchar la propia rama donde están sentados, nadie les quitará históricamente los méritos aportados a la lucha, pero una política que se pretende popular sabe que la mejor garantía para tornarla sustentable es lograr integrar la diversidad y ampliar las coaliciones políticas y sociales para asegurarlas. El intento de control de los espacios de memoria para “construir su propia historia”, acotada y restringida a sus propios intereses, busca destruir el Instituto Espacio para la Memoria, que fue creado para preservar la memoria de nuestro pueblo.

Tal como ocurrió con los negociados inmobiliarios vendiendo espacio público, el Gobierno de la Ciudad y el gobierno nacional, están acordando desmantelar el trabajo y esfuerzo de muchos años realizado por los trabajadores y el consejo directivo del IEM, integrado por organismos y personalidades reconocidas por su defensa de los derechos humanos. Un atropello que se hace sin la más mínima consulta, ausentes de todo tipo de diálogo con el consejo directivo del IEM, y con la complicidad  de legisladores kirchneristas y del PRO. Este acuerdo significa quitarle la autonomía y autarquía que tiene para convertirlo en una institución bajo las órdenes del gobierno nacional actual y los que vendrán después.

Por su parte, los trabajadores del IEM también expresaron su preocupación y rechazo frente a quienes pretenden destruir una herramienta tan valiosa para la lucha histórica por memoria, verdad y justicia, como de los distintos centros de detención clandestina durante la dictadura militar. El gobierno nacional busca imponer un museo en el Casino de Oficiales de la ex ESMA, alterando los espacios de memoria sin el consenso de los diversos actores involucrados, y enviando un grupo de la Dirección de Museos para apropiarse por la fuerza de las instalaciones.

No es éste el primer intento de cerrar los espacios de memoria por parte del  Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que intenta acotar, y en lo posible anular el Parque de la Memoria en la Costanera Norte. El actual Gobierno de la Ciudad quiere sacarse de encima todos estos espacios, dado que nunca tuvo compromiso alguno con la lucha por los derechos humanos, ¿por qué razón habría que facilitarles la tarea? ¿qué intereses y negociados tienen entre ambos gobiernos para llegar a este atropello?

Hacemos un llamado a la responsabilidad de las autoridades nacionales y de la Ciudad, para que respeten los espacios y valores de lucha por la libertad y los derechos humanos y decirles que rechazamos los intentos de destruir el IEM.

Los derechos humanos son patrimonio de la humanidad y no de un gobierno o partido político. Para nosotros la defensa de los derechos de las personas y de los pueblos constituyen una unidad conceptual y práctica, a la vez que objetivos son métodos de trabajo, no bastan las normas, hay que procurar que mayores sectores sociales los incorporen en sus prácticas culturales, sociales y políticas.

Nadie es dueño de los derechos humanos, pero todos tenemos la responsabilidad de respetarlos y hacerlos respetar a través del ejercicio democrático, así como de preservar la memoria que nos ilumina el presente, desde donde podemos construir nuevos caminos de convivencia y de respeto entre las personas y los pueblos.

La resistencia en la esperanza nos permitió construir estos espacios que pertenecen  al pueblo, a su historia y a su memoria que se construye día a día, para que las nuevas generaciones participen, y los horrores vividos no vuelvan nunca más.

© Escrito por Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz. Presidente del Servicio Paz y Justicia. Miembro del Consejo Directivo del IEM, el Sábado 01/02/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.