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jueves, 24 de julio de 2014

Dos caras de la moneda del periodismo... De Alguna Manera...

Lanata vs Víctor Hugo: las dos caras de la moneda del periodismo...

Alfredo Leuco opina sobre el conflicto Lanata-Víctor Hugo. Foto: Cedoc

La editorial de Alfredo Leuco después de que #MostraElContrato con Telesur fuera trending topic por el programa De Zurda.

El domingo pasado el periodista Jorge Lanata en su programa Periodismo Para Todos de Canal 13 reveló que el periodista oficialista Víctor Hugo Morales habría cobrado un 1 millón de dólares por la conducción del programa “De Zurda”, junto con Diego Armando Maradona, que se emitió durante el mundial por un mes en Telesur. Víctor Hugo respondió a las acusaciones afirmando que era todo mentira y ofreció a Lanata la posibilidad de encontrarse y mostrarle el contrato. Así se produjo un tire y afloje entre ambos periodistas respecto de esta cuestión.

Editorial de Alfredo Leuco

Son las dos caras de la moneda del periodismo en la era del hielo. Son los representantes de las dos posturas éticas frente a nuestro maravilloso oficio. Cada uno encarna un lado de la grieta que se abrió en la sociedad.

Jorge Lanata tuvo el coraje y la independencia de investigar a fondo la matriz corrupta del estado. Con rigurosidad destapó todas las ollas con olor a podrido y dejó en evidencia a varios funcionarios. A Felisa Miceli, condenada porque le descubrieron una inexplicable bolsa de dinero escondida en el baño de su ministerio. A Amado Boudou, procesado por recibir una megacoima. A Lázaro Báez y el lavado de dinero de quien fue amigo, socio, cómplice y testaferro de la familia presidencial y muchos otros casos como los de Ricardo Jaime o el general Cesar Milani. Hizo lo que siempre tiene que hacer un periodista. Tener una mirada crítica. Ser fiscal de ese poder.

Víctor Hugo Morales malversó nuestro trabajo y se convirtió en el abogado defensor de todos los corruptos y en el justificador ideológico de todos los autoritarismos de Néstor y Cristina. Castigó a los dueños de los medios pero fue feroz descalificando a colegas periodistas que se ganan la vida con dignidad y que hacen su trabajo con excelencia y que ganan un uno por ciento de lo que gana el megamillonario relator del relato inmoral.

Hoy Lanata y Víctor Hugo están protagonizando una polémica pública sobre la fortuna que el uruguayo cobró junto a Maradona por hacer el programa “De Zurda” por Telesur. No se trata de un sueldo mínimo o simbólico. Se trata de miles de dólares que los dos amantes del Che Guevara cobraron por derecha a un canal que tiene fondos públicos de Venezuela, Cuba y Argentina. Lanata dice que todos los argentinos hicimos un aporte para pagar esos mega sueldos y que por eso tenemos derecho a saber cuánto nos costó. Muchos pensamos que esas cifras descomunales hubieran sido muy útiles para atender a los más pobres de los pobres de esos países y que tanto Víctor Hugo como Diego podrían haber trabajado gratis para la causa. Pueden hacerlo, ambos están salvados para toda la vida.

Lanata no es el único pero es uno de los responsables de que radio Mitre lidere con mucha amplitud las mediciones de audiencia. Más del 46 % escuchan esta querida emisora en ese horario. Y eso es un beneficio para todos los que trabajamos en estos micrófonos.

Víctor Hugo no es el único, pero es uno de los responsables de que radio Continental se haya caído a pedazos en sus mediciones. Con suerte y viento a favor supera en algo el 9% de share contra el 46 % de Lanata. Y eso perjudica a grandes profesionales como a Nelson Castro y Fernando Bravo. Lo mismo pasa en televisión.

Jorge Lanata conduce uno de los programas más vistos de canal 13. En al comienzo, tuvo niveles impresionantes de audiencia. Todo bancado con el riesgo de la publicidad privada. Víctor Hugo conduce un programa en canal 9 que casi no acusa peso en la balanza y que si no fuera por su carácter de propagandista de las ideas del estado y la publicidad oficial, ya lo hubieran levantado por su fracaso.

Lanata gana casi todos los años la votación del mejor periodista de la revista Noticias, acaba de aparecer en el décimo lugar entre los personajes más honestos junto al Papa Francisco, Favaloro y Belgrano, entre otros. Y en el festival de Nueva York su investigación sobre la ruta del dinero K fue premiada con la medalla de plata en competencia contra producciones de 60 países.

Víctor Hugo fue el elegido en más de una ocasión en Noticias como el peor periodista del año, generó una gran desilusión y frustración entre muchos oyentes que lo apreciaban y se sintieron traicionados por su panquequismo borocotizador y ganó el premio que La Campora otorga a través de la Facultad de Periodismo de La Plata. El mismo que recibió Hugo Chávez rodeado de Hebe de Bonafini y Fernando Esteche quien fue profesor de esa casa de estudios hasta que lo metieron en la cárcel por encabezar junto a Quebracho diversos hechos vandálicos.

Jorge Lanata era un pibe durante la dictadura pero desde Página 12 fue uno de los principales luchadores por los derechos humanos. Instaló en su diario los reclamos con foto y nombres y apellidos y convocó a trabajar a Horacio Verbitsky y Osvaldo Soriano, entre otros. Sin embargo fue atacado ferozmente por el aparato propagandístico del gobierno y comparado con Videla.

Víctor Hugo tuvo que pedir perdón por carta a las Abuelas de Plaza de Mayo por haber elogiado a los genocidas de Videla en 1978. Fue muy amigo de varios militares y jugaba al fútbol y bailaba tangos en un cuartel de la dictadura uruguaya. Sin embargo es endiosado por el cártel de Gvirtz que se enriqueció con los dineros públicos y que tampoco muestra sus contratos con el estado. Ambos ganan muy buenos sueldos con su trabajo.

Pero Víctor Hugo dijo que seguramente fue uno de los que más ganó en la historia de la radio, tiene un departamento que cuesta una montaña de dólares en Nueva York y se la pasa viajando a Paris y Madrid pese a que se llena la boca hablando bien de Fidel Castro y la isla de Cuba a donde también viaja de vez en cuando. El chofer que le maneja su auto llegó a facturar una charla que dio Víctor Hugo, seguramente para evadir impuestos. Converso, tituló su gran libro, Pablo Siven.

Víctor Hugo es la hipocresía, es el doble discurso. Es jugar de zurda pero con nuestro bolsillo. Víctor Hugo es culturalmente kirchnerista. Un fabulador y millonario culposo que de la boca para afuera defiende a los pobres de la Patria Grande pero que le cobra una carretilla de dólares para trabajar en Telesur. Se lo digo en términos futbolísticos: se la pasa amagando por izquierda pero siempre sale por derecha.

© Publicado el Jueves 24/07/2014 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


 

miércoles, 19 de febrero de 2014

Carta abierta al pueblo venezolano. Rubén Blades... De Alguna Manera...


Rubén Blades hace un sincero análisis sobre la crisis en Venezuela en carta abierta…

Rubén Blades. Foto: Código Venezuela.

El compositor y cantante panameño Rubén Blades, considerado como uno de los íconos de la salsa clásica, abrió su corazón y le escribió una carta abierta al pueblo venezolano. En una emotiva misiva, que nos recuerda sus mejores éxitos musicales, el artista también se une al dolor de Venezuela, pero es consciente que la violencia de ambos lados no será la solución. Para leerlo con calma.

Carta abierta al pueblo venezolano. (Rubén Blades)

"Aún cuando no he nacido en Venezuela, siento respeto, afecto y agradecimiento hacia esa Nación y su gente. Por eso considero oportuno esbozar una opinión acerca de la situación que actualmente atraviesa el hermano país. Entiendo perfectamente que la posición por mí expresada no ha de satisfacer a algunos, pero eso no es de extrañar. Es precisamente la intransigencia, lo que define a los grupos en pugna, gobierno y oposición.

Estas dos facciones políticas han tenido, cada una en su momento, la oportunidad de servir realmente al país, pero han fallado, tal vez porque cada una ha preferido servir a sus propias agendas, fracasando en el intento de integrar al país mayoritario. Es quizás por esa razón que los argumentos que esgrimen los representantes de ambos bandos, suenan demagógicos a los oídos independientes. Ninguno de los dos posee realmente el apoyo mayoritario, de allí la parálisis. Ambos argumentos poseen un pedazo de la verdad, pero ambos se rehusan a unirlos para crear el terreno común que permita concertar una propuesta para todos los venezolanos.

El país está tristemente polarizado y por eso hoy Venezuela duele. La aparente ausencia de una solución se debe a la falta de un liderazgo que establezca un propósito de lucha que unifique al país, en lugar de dividirlo. Si estás a favor de la oposición, eres un burgués parásito, agente de la CIA, vendido al Imperio. Si favoreces al gobierno eres un comunista, maleante, vendido a Cuba y a los Castro. Ninguna de estas definiciones habla de Venezuela y de su necesidad. Solo pintan el odio y la expectativa personalista de quien esgrime el argumento, impidiendo la posibilidad de un diálogo inteligente y patriótico.

El gobierno ha fallado monumentalmente en la tarea de la administración pública y ha despilfarrado de manera insólita e irresponsable, un caudal económico único en la América Latina. Intenta consolidarse cambiando leyes y ajustándolas a su argumento ideológico, censurando de paso a quienes no opinan o acatan la línea que pretende imponer. Maduro, de quien se dice es heredero de a dedo y con apoyo derivado, no parece poseer la suficiente claridad, sagacidad y manejo que requiere un mandatario para dirigir un país tan complejo.

Capriles, por otro lado, no tiene el carisma ni el planteamiento programático que convenza a la enorme cantidad de escépticos e independientes, sin mencionar al sector popular que lo identifica como heredero de las políticas rapaces de los Adecos y Copeyanos de antaño, descalificándolo como opción. Esa falta de confianza en su persona, parece impedirle ganar el apoyo de otros sectores que ya no gustan del actual gobierno y sus ejecutorias.

La necesidad de nuevos protagonistas que planteen una agenda objetiva y patriótica, no demagógica o ideológica, es vital en estos momentos. Por eso iniciativas como la de los estudiantes, la formación de grupos verdaderamente independientes, puede resultar el inicio de un movimiento que permita a la razón nacional, superar la rabia partidista y el odio de clases.

En Panamá ocurrió algo semejante. Recuerdo que en el tiempo de la dictadura de Noriega, algunos grupos de la oposición al régimen me atacaron por no unirme a ellos. Incluso llegaron a acusarme falsamente de apoyar al dictador, e incluso de formar parte del gobierno militar. Imagino que en igual situación se encuentran muchos venezolanos que rehusan participar incondicionalmente, o se niegan a endosar las exageraciones, calumnias, frases panfletarias y demás formas con las que la politiquería tradicional pretende conquistar adeptos, tácticas que tanto gobierno como oposición, han utilizado ayer y hoy.

A estas alturas, me resulta verdaderamente incomprensible cómo ha ocurrido que un país con tanto recurso natural y humano, con tanta calidad, nobleza y talento, se encuentre hoy sumido en una situación tan precaria, sin lograr comprender que cuando se cae en un hoyo, lo primero que se tiene que hacer para intentar salir, es dejar de cavar. Por esa razón, en estos momentos confío más en las posibilidades del argumento de los estudiantes, que en los de gobierno y oposición.

Con el cariño y respeto que le tengo a ese pueblo, me atrevo a sugerirle a los muchachos que preparen sus argumentos con objetividad, que se entreguen a la tarea de convencer a sus padres y vecinos, a lo largo y ancho de Venezuela, que se organicen al margen de la división estéril creada por gobierno y oposición, y hagan esos resultados públicos. Actúen con la madurez y capacidad demostrada por los músicos de El Sistema, carajitos claros.

Ojalá que logren sentar las bases para la discusión del país que puede ser, y no el que hoy pretenden forzar dos bandos en conflicto de intereses. Que no les obliguen a escoger entre alternativas como el cáncer o el ataque al corazón. Que los estudiantes del país, desde El Guajiro hasta Cumaná, planteen su agenda de vida y se la presenten a los dos grupos que hoy se debaten en pugna por el Poder. Díganles cuál es el país que quieren, y aclaren que no aceptarán como únicas alternativas, las propuestas por los dos bandos en disputa.

No existe ninguna duda de que el Presidente Maduro, como Jefe del Estado venezolano, debe hacerse responsable por la seguridad e integridad física del Sr. Leopoldo López, y de la misma manera, de todos los que en su legítimo derecho político, participen en las protestas. Pero también es necesario que los manifestantes no desaten la violencia. Deben argumentar en forma pacífica; el que tiene la razón no necesita gritar, o pegarle al otro para validar lo que dice.

Algunos pensarán que me inmiscuyo en asuntos que como panameño no me incumben. Me permito hacerlo por el afecto y apoyo que los venezolanos me han entregado durante más de 40 años, haciendo suyas la música y letra de mis canciones. Por esa entrega, los venezolanos están condenados a mi cariño y a mi respeto."

¡Viva Venezuela!


© Escrito por Gianfranco Belletich el Martes 18/02/2014 y publicado por http://espacio360.pe de la Cuidad de Lima, República del Perú y en http://www.rubenblades.com

Respuesta del Presidente Nicolás Maduro a Rubén Blades.





Señor Presidente Maduro,

He tenido la oportunidad de ver un vídeo en el que se dirige a mi persona, en ocasión de una nota que he publicado en mi página de internet. No acostumbro responder comentarios, pero me siento obligado a referirme a sus palabras por el hecho concreto de que en el vídeo mencionado, usted me nombra directamente. Espero que el dicho vídeo no resulte una falsificación como las que hoy abundan en internet, y si lo fuera, confieso que es de muy buena calidad.

Con el respeto que merece su condición de Presidente, y como tal, representante de una Nación, debo iniciar esta nota agradeciendo el tono general de su comentario a mi escrito. Me complace entender en su gesto amable, que comprendió la buena intención de mis pensamientos, hechos con el corazón puesto en el pueblo venezolano.

Sin ánimo de entablar duelos epistolares, comento solamente con la intención de aclarar algunos de los temas por usted expuestos en el día de ayer, que me atañen de manera personal.

1. Los comentarios expresados por mí, en relación con la difícil situación que hoy vive Venezuela, no son derivados de las noticias de CNN, o de Univisión, o cualesquiera otra fuente noticiosa, “imperialista” o no. Nacen de cartas, comentarios y de reflexiones hechas por amigos, dentro y fuera de Venezuela, y de la lectura cuidadosa y analítica de innumerables publicaciones, tanto afectas como antagonistas a su gobierno. El carácter diverso del material que usualmente escojo para mis lecturas, tiende a nutrir amplia y objetivamente mis puntos de vista.

2. No me he sumado, consciente o inconscientemente, a ningún tipo de complot orquestado por la C.I.A., ni formo parte de ningún "Lobby Internacional" con el propósito de crear mala publicidad para gobierno alguno. Me sorprende escuchar una vez más este tipo de acusaciones, en pleno siglo XXI, cuando debíamos haber superado ese asunto de las etiquetas. Si critico a alguien que se considera de izquierda, soy de la CIA; si critico a quien se considera de derecha, entonces soy comunista; cuando critico al militarismo, soy “subversivo”.

3. Considero como una verdad, el hecho de que el extinto Presidente Chávez haya demostrado, con sus consecutivas elecciones ganadas, el desprestigio de la partidocracia tradicional en Venezuela, y el deseo de cambio expresado libremente en las urnas por la voluntad popular. Pero también es verdad que hoy Venezuela no es una Nación unida: es un país cuya población está polarizada políticamente, una sociedad sumida en contradicciones obvias, con un gobierno electo por un estrecho margen, 1.49%, que no alcanzó el 51% de los votos de alrededor de un 80% de la población votante y con un ausentismo electoral del 20.32%. Ese gobierno, sin embargo, está decidido a imponer un sistema político/económico (que no califico ni descalifico), pero que obviamente no es aceptado por la mayoría de la población. En una situación como la descrita, parece recomendable realizar una consulta nacional para que el pueblo tome su decisión. Sin ello, lo que se percibe es eso, una imposición. Creo que su gobierno, Presidente Maduro, no posee la mayoría representativa que justifique lo que le está haciendo al país. Por otro lado, la oposición, mezcla de lo que existió en el pasado político de Venezuela y de lo nuevo que hoy lucha por hacerse respetar y considerar, no está formada por cuatro gatos fascistas, como se pretende hacer ver. Es una vital cantidad de personas. En estas circunstancias, la realidad de Venezuela es hoy como sería la de una casa donde la familia esta dividida, y existen habitaciones en las que la otra mitad no puede vivir, ni transitar. La Venezuela de hoy no es la Nación que todos sus habitantes desean, es una versión de país a la que sólo parece apoyar el 50% de la población, tomando en cuenta el total de los votos emitidos en las elecciones del 2013. Esa realidad determina la necesidad de considerar una modificación del rumbo presente, en busca de un balance que permita el desarrollo del argumento nacional en sus propios términos, más realista y menos agresivo; una Venezuela en la que no sean necesarios los gritos de "Patria o Muerte", entre hermanos.

4. Como los Chavistas se auto-definen como "Socialistas", debemos asumir que comprenden de lo que hablan, y que han estudiado a quienes inicialmente convirtieron las teorías sociales de Marx y Engels, en propuestas experimentales del socialismo y el comunismo, particularmente en Rusia, tras la revolución bolchevique de 1917. Deben conocer, por ejemplo, los comentarios vertidos por Vladimir Ilich Lenin en su folleto titulado, "La Enfermedad Infantil del Izquierdismo en el Comunismo", (este título no es un artificio al estilo Borges, así lo tituló el propio Lenin y si no lo creen, pregunten a Fidel, que él debe haberlo leído). En ese escrito cita Lenin los errores que se cometen en nombre del izquierdismo, por no considerar las circunstancias objetivas a la hora de tomar decisiones, y peor aún, las consecuencias históricas que produce no reconocer y rectificar dichos errores. Allí describe cómo, en 1918, los camaradas Radek y Bujarin, máximos representantes del entonces llamado "Comunismo de Izquierda", fueron obligados a reconocer públicamente su error, al no comprender ni aceptar inicialmente que, el argumento para justificar la Paz de Brest, no constituía necesariamente un compromiso con los imperialistas, sino que obedecía a una necesidad política determinada por las condiciones objetivas del momento, algo que Lenin describió como un “do ut des”, un te doy para que me des. La metáfora que hace Lenin sobre asaltantes y asaltados aclara muy bien el argumento. ¿No es, acaso, un “do ut des” el acuerdo que tiene Venezuela con el “imperialismo” en el caso del petróleo venezolano, que suple a Estados Unidos a cambio de los dólares que necesita la economía del país? 

5. Este mismo criterio indicaría que, en las presentes circunstancias, no resulta apropiado que su gobierno imponga sus deseos, o desconozca, o pretenda ignorar la validez de los argumentos planteados por sus críticos venezolanos. No creo que es a través de la represión, la censura, o el recurso demagógico que se produce la respuesta racional a una condición objetiva inobjetable. Tal actitud solo provocaría más violencia, que generaría la posibilidad de una ingobernabilidad, un vacío político que podría ser llenado con un golpe militar, la única institución con la capacidad de organización y poder coercitivo para enfrentar el caos institucional y civil resultantes.

6. Nunca he estado, no estoy, ni estaré de acuerdo con intervenciones armadas del país que sea en los asuntos internos de nuestras naciones. Categóricamente lo digo. El mío sufrió ese mal, y no lo justifico de ninguna manera.

7. Aunque agradezco su invitación a visitar Venezuela, no considero apropiado aceptar en este momento. Tal visita podría ser considerada como un endoso a su gestión y a la posición de su gobierno. De igual forma, tampoco aceptaría una invitación en tal sentido por parte de los que lo oponen; no ahora. Y para aclarar aún más este punto, he recibido también ofrecimientos de trabajo importantes para ir a Venezuela este año, y de igual manera las he rechazado porque no me parece correcto hacerlo en las actuales circunstancias que vive el país. 

8. En cuanto al "alma venezolana", señor Presidente, y a la nobleza de su pueblo, la conozco muy bien porque la llevo dentro, sin etiquetas, junto a mi alma panameña y latinoamericana. Ese argumento no entra en esta discusión. Esa alma, además, me la encuentro dentro y fuera de ese noble país, desde mi primera visita en los años 60. Y se acrecienta con los años y se reaviva en mi amistad con César Miguel Rondón, Pedro Leon Zapata, el finado, pero aun amigo, José Ignacio Cabrujas; Jonathan Yakubowicz,  Edgar Ramirez, Budu, Oscar de León, Clarita Campins, Marilda Vera, Gustavo Dudamel, Ozzy Guillén, el gran Luis Aparicio; en mi admiración por Don Simón Díaz -cuya desaparición justamente hoy tenemos que llorar-  Aldemaro Romero, el Profesor Abreu y tantos otros magníficos expositores del talento, capacidad y nobleza del pueblo de Bolívar. Todos ellos me refuerzan la presencia de esa alma. Y quizás ninguna me resuene por dentro más representativa que la de mi querido y recordado amigo, Luis Santiago, que se nos fue joven, durante la tragedia de La Guaira del '99, y por eso será joven eternamente, igual que el inspirador ejemplo planteado por la excelencia de los jóvenes de El Sistema, el grupo de las Orquestas y el vocal, todos maravillosos ejemplos de lo que logra el trabajo, la disciplina y la esperanza de ser mejores. Sin alharacas, ni alaridos panfletarios, con la guía de maestros venezolanos, el sector popular demuestra su calidad mundial.
No necesito ir a Venezuela para encontrar a su alma, porque ella va conmigo adonde sea que yo vaya, desde hace tiempo ya. 

9. No deja de tener credibilidad la afirmación de que, bajo gobiernos de lo que se denomina izquierda, se crean más oportunidades para el sector popular. Por regla general, los gobiernos que se dicen de derecha se preocupan más por sus intereses particulares que por los del pueblo al que alegadamente representan. Pero creo que hay distintas versiones con las que tipificar el empoderamiento del que usted habla (entendiendo que "empoderar" significa el dar posibilidad de hacer y poder) al "Pablo Pueblo" que describo en mi canción. Una de ellas es creando el espacio para que su dignidad sea respetada y sus derechos también. Otra es brindando la oportunidad para desarrollar su capacidad, no solo con subsidios que lo hagan dependiente de otros, o que estimulan los peores instintos que todos poseemos. Para mí, la verdadera revolución social es la que entrega mejor calidad de vida a todos, la que satisface las necesidades de la especie humana, incluida la necesidad de ser reconocidos y de llegar al estadio de auto-realización, la que entrega oportunidad sin esperar servidumbre en cambio. Eso, desafortunadamente, no ha ocurrido todavía con ninguna revolución. 

Le expreso mis opiniones, Señor Presidente, sin odio, sin agendas secretas, ironías, ni intereses subrepticios. Reitero mi agradecimiento por el tono de su conversación y por su consideración al otorgar la atención de su valioso tiempo a las palabras de este panameño de Latinoamérica. 

Termino con una especie de ruego a los bandos enfrentados en la querida Venezuela: empiecen a sumar y dejen ya de restar. Y que se detengan los insultos y la diatriba, para que los venezolanos empiecen a conversar; que el silencio es el mejor preámbulo a un diálogo razonado.

¡Viva Venezuela!

Atentamente,

Rubén Blades

20 de Febrero, 2014

© Publicado el Jueves 20/02/2014 en http://www.rubenblades.com 

domingo, 24 de noviembre de 2013

Soviético... De Alguna Manera...

Soviético...


Cabría preguntarse por qué lo llaman “soviético”. Lo de “ruso” es previsible, es un apodo que suele darse en la Argentina a los judíos askenazis. En el caso de Axel Kicillof, a quien Cristina Kirchner insiste en italianizar llamándolo Kichiloff (sic), además de “ruso” le han colgado lo de “soviético”, una sugestiva pirueta más o menos macartista que juega con el combo ruso judío, ruso de Rusia y, además, ruso soviético.


La nación soviética se extinguió en 1991, aun cuando el Partido Comunista originariamente fundado por Lenin, suprimido por la restauración capitalista en 1991 y refundado en 1993, retiene hoy 92 de las 450 bancas de la Duma y 460 de los 3.787 legisladores de los parlamentos regionales, tras el 23,19% de los votos obtenidos en las elecciones parlamentarias de 2011. En las presidenciales de 2012, el candidato del PC ruso, Guennadi Ziuganov, logró sólo el 17,2%, mientras que Vladimir Putin se alzó con el 63,6%.

¿Responde acaso Kicillof a lo que significaba ese PC de la URSS que monopolizó el poder entre 1917 y 1991? Con lo de “soviético” se pretende formatear la imagen del economista argentino en clave de radicalidad ideológica; ¿sería un “comunista”? Claro que no lo es, aunque no parece tener inquietudes religiosas, puesto que el miércoles juró por la Patria, sin mencionar a dios alguno. A los 42 años, este egresado del Colegio Nacional de Buenos Aires se reconoce en una corriente que anima los medios universitarios de Estados Unidos y Europa bajo el temiblemente reduccionista apodo de “neokeynesianos”. Dicho sin vueltas, Kicillof expresa la resurrección de la vieja creencia en un Estado que asigna más y mejor los recursos que el hoy denostado mercado. En las universidades occidentales hay académicos convencidos de la superioridad del socialismo, al que se arribaría previo paso por una fornida experiencia de intervención estatal.

Ya desde fines de los años 70 del siglo anterior, revistas marxistas europeas y norteamericanas aludían al “estatalismo”, una versión si se quiere más densa y exigente que el mero y superficial estatismo. Se trata de una compacta convicción en dicha superioridad del Estado para fijar e implementar políticas, haciendo caso omiso a las presiones y/o necesidades de los actores privados. Un caso verdaderamente aleccionador de esta deriva es la hoy indescriptible Venezuela, con un Estado grueso, fofo y, además, intimidatorio. ¿Es Kicillof, entonces, un chavista argentino? Error. Son situaciones y paradigmas diferentes. El chavismo rojo-rojito, además de fenomenalmente incompetente en la gestión cotidiana del Estado, es mucho más castrista que peronista. El peronismo tiene una larga tradición de acomodamientos y zigzagueos respecto de los paradigmas marxistas. Ferozmente anticomunista desde 1945 y hasta por lo menos 1960, practicó a partir de aquel año diversas y ambiguas danzas nupciales con el Partido Comunista y otras fuerzas de izquierda.

Kicillof, que nada tuvo que ver jamás con la vieja izquierda, no debería alarmar ni irritar a quienes pretenden seguir adhiriendo a una mirada convencional del peronismo como fuerza alejada, a la vez, del socialismo marxista y del capitalismo liberal. Lo que tienen en común hoy estas variopintas formas de cuestionamiento del mercado y de la iniciativa privada es, precisamente, su pesada e irredenta fe en el Estado, no la opción por un socialismo que en ninguna parte del mundo se ha demostrado sustentable. Estudiosos como Kicillof no podrían ignorar que los modelos dictatoriales aún sobrevivientes (China, Vietnam, Cuba, Corea del Norte) son irremediablemente extravagantes y obsoletos para la Argentina.

Sin embargo, esos socialismos de mano dura se asumen con naturalidad como todopoderosos capitalismos de Estado. Son regímenes estatalistas puros y duros en los que el mercado es manejado desde grupos gobernantes excluyentes y muy concentrados. La centenaria idea soviética, de cariz colectivista y ambiciones de minucioso igualitarismo social, discurrió como economía de guerra en la Rusia atrasada de 1917, pero dos décadas más tarde lo soviético se transformó en feroz dictadura concentracionaria. Tal vez nada habría sido diferente si Lenin, en lugar de morir en 1924 a los 54 años, hubiese vivido dos o tres décadas más. Stalin fue la versión gruesa y feroz de un modelo de pensamiento esencialmente enamorado de la verdad poseída por minorías iluminadas, las vanguardias esclarecidas del proletariado.

De soviético, nada, pues. Kicillof es un lector de Marx convencido de que la deriva al liberalismo tras el derrumbe mundial del cínicamente llamado “socialismo realmente existente” a fines de los años 80 fue un hiriente traspié ocasional, que ya se ha superado. Ese es el problema cardinal: más y no mejor Estado; mercados, sí, pero relativamente, bajo condición de que admitan una musculosa conducción estatal con su secuela interminable de permisos, autorizaciones, normas a ser dadas desde un gobierno enorme y muy inmiscuido en la cotidianidad. Lo soviético hoy no existe, si es que alguna vez tuvo vida.

El mito y el horizonte imaginario es el Estado, poderoso, enorme, generoso, dispendioso, magnánimo y con recursos inagotables. Esta es la clave; no hay a la vista utopías míticas convincentes, sino un retorno indulgente al viejo útero colectivo nacional, rincón proveedor de esperanzas siempre renovadas. Hasta el próximo derrape.

© Escrito por Pepe Eliaschev el domingo 24/11/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires .

Links: www.pepeeliaschev.comTwitter: @peliaschev


sábado, 13 de abril de 2013

Era obvio…


Era obvio…
“Detrás de la polémica alrededor de lo autodenominado periodismo militante y las críticas a las formas de periodismo profesional e inquisidor de los gobiernos, se esconde muy solapadamente la crítica al sistema mismo de división de poderes”.

(Diario PERFIL, bastante antes del fracaso del 7D).

* * *

No creo que la reforma judicial que lanzó la Presidenta sea una venganza por el amparo que le impidió al Gobierno festejar el 7D, ahora ratificado por la decisión de la misma Cámara Civil y Comercial Federal de declarar inconstitucionales los dos artículos de la Ley de Medios cuestionados por Clarín.

Creo que, aunque el kirchnerismo hubiese tenido su 7D, igualmente habría lanzado esta reforma judicial porque resulta coherente con su cosmovisión y su filosofía. En esta columna, desde hace más de tres años y en forma reiterada, se ha venido sosteniendo que no podrían ir contra el periodismo sin finalmente ir contra la Justicia porque, más allá de cuestiones tácticas o ejecutivas, la matriz que cuestiona al periodismo es idénticamente aplicable a la Justicia.

Muy simplificadamente: si no existe la objetividad y todo es subjetivo para el periodista, también lo es para el juez. Si todo razonamiento no puede ser sino intencional, tampoco podrían –todos– los juicios de los magistrados ser objetivos. Y si no existe una verdad y todo es relativo, no debemos guiarnos por el criterio de verdadero o falso, ni siquiera por el de correcto e incorrecto, sino por el criterio de bueno o malo. Sin importarnos si lo que sería bueno es mentiroso, falso o incorrecto. Entonces, la epistemología tiene fundamentos tan débiles como la metafísica.

Para ellos, los jueces (como los periodistas y, antes de su descrédito, los economistas) son unos chantas que se arrogan hablar desde la posesión de la verdad, como dueños del discurso de la ciencia, pero tienen credenciales falsas. Son brujos que disfrazan el carácter religioso de lo que prescriben bajo una toga académica hecha para impresionar y disfrazar su desnudez argumentativa apelando a mitos como el del equilibrio de la balanza ciega.

Si su autoridad es un fraude, entonces no pueden tener autarquía o protecciones especiales y deben disciplinarse al único poder legítimo, que es el de la política. La superioridad de la política sobre todos los otros campos le confiere supremacía a quien conduce el Estado, el órgano político por excelencia. Si la política es todo, todo es poder.

Esta visión de gobierno igual a Estado sin división de poderes ni fiscales de esa división de poderes, como sería la prensa, es explícita y hasta se podría decir que es coherente en los países cuyo sistema político es de partido único. En China, en Cuba, en la ex Unión Soviética existen tribunales que fallan todos los días en pleitos entre particulares sin tener libertad para fallar contra el Estado con independencia. Pero el sistema de partido único ya no es una característica casi exclusiva de países donde gobierna un Partido Comunista, con las derivaciones que haya tenido, sino que es un fenómeno cada vez más creciente en países capitalistas.

En una entrevista publicada en la última edición de la revista Ñ, el filósofo Slavoj Zizek lo explica claramente: “Sólo Europa y un poco Estados Unidos se encuentran en crisis; América latina está progresando rápidamente; Africa subsahariana está progresando; Malasia, Polonia, China, Singapur, Taiwán, tienen un progreso explosivo. En todo el planeta, al capitalismo le está yendo mejor que nunca. ¿Pero qué es lo que está en crisis? El matrimonio interno entre el capitalismo y la democracia se está desintegrando. Lo que está apareciendo hoy es una gran nueva forma de capitalismo, pero que ya no necesita de la democracia en el sentido europeo. En China, los viejos comunistas totalitarios hoy parecen ser los mejores administradores del nuevo capitalismo. Si entráramos en un mundo que deje de ser ideológicamente europeo, entonces quizá tendríamos una sociedad mucho más autoritaria”.

Re-re. La reforma judicial que lanzó la Presidenta castiga a la oposición y beneficia al partido oficial, que –al igual que todos– siempre considerará justa una injusticia favorable. Como no promovería un cambio así quien se viera fuera del Gobierno, la idea de que el kirchnerismo aspira a perpetuarse indefinidamente en el poder constituyendo una especie de sistema político de partido único parecería ser consistente con su búsqueda de reforma judicial.

Pero existen otros escenarios. Por ejemplo, que el kirchnerismo instale el tema por diferentes razones, aun sabiendo que aunque su reforma judicial sea aprobada por el Congreso nunca entrará en vigencia porque la Corte Suprema la declarará inconstitucional y, hasta que llegue a esa instancia, jueces y cámaras también la frenarán (ver página 2 de esta edición).

Y, como en el caso de la Ley de Medios, más que a su total aplicación y vigencia, que el kirchnerismo apueste a construir una épica de la lucha que –al mismo tiempo de mantener motivada a la tropa en el presente– sirva para justificar un eventual fracaso del modelo en el futuro y crear un mito que aumente las posibilidades de volver al gobierno si algún día tuviera que dejarlo.

“La función de una idea es sostener. No se trata de que se realice la idea. Lo importante primero es su existencia”, escribió Alain Badiou sobre otro tema.

Ahora, que haya sido obvio que un ataque al periodismo fuera la vanguardia de un ataque al sistema de división de poderes, y coherente con que finalmente desemboque en un ataque a la Justicia, no quita que los fundamentos filosóficos en los que el kirchnerismo apoya su consistencia sean falsos en el mismo sentido epistemológico que pretenden refutar.

Si todo es relativo, también debería ser relativo que todo es relativo.

El kirchnerismo se disfraza de posmoderno para derribar las certezas y las grandes verdades del modernismo, pero su pensamiento dogmático y asertivo es más antiguo que el que viene a combatir bajo la excusa de acusarlo de anacrónico. Lo contrario al pensamiento débil del filósofo italiano Gianni Vattimo, referente del posmodernismo, a quien la Presidenta recibió esta semana.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 13/04/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.