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martes, 17 de febrero de 2015

El ataque a la Embajada de Israel... De Alguna Manera...

El ataque a la Embajada de Israel: el atentado del que nadie habla...


A la sombra de la AMIA y a 23 años del ataque terrorista que se llevó la vida de 29 personas, los familiares de las víctimas critican el lento avance de la causa.

Abren las páginas de los diarios y sólo encuentran referencias a la mutual judía AMIA. Algunos aventuraron en su fuero más íntimo que con la denuncia presentada por el fiscal Alberto Nisman y con su lamentable y posterior muerte, tal vez desde la Justicia se sentirían presionados a avanzar de alguna u otra manera con el expediente. Pero no. En marzo de este año se cumplirán 23 años del atentado a la Embajada de Israel, y los familiares de las víctimas aún esperan por Justicia al tiempo que insisten año tras año con el pedido de investigación por la conexión local.

Fue el 17 de marzo de 1992 a las 14.47 cuando una explosión en la esquina de las calles Suipacha y Arroyo  terminó con la vida de 29 personas, de las cuales cinco aún no fueron identificadas.

En la actualidad la causa es llevada por el titular de la Secretaría Judicial Nº3 en lo Penal de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Esteban Canevari, quien en 1999 dictaminó que el autor intelectual del atentado fue Imad Fayez Mughniyeh, miembro clave del Hezbollah. Desde entonces, la causa “se movió muy poco”, según aseguraron familiares de las víctimas a Perfil.com.

Tal es así que, en diciembre de 2006, la Corte debió declarar imprescriptible la causa registrada bajo el número de expediente 143/1992 y que fue caratulada como "averiguación de los delitos de explosión, homicidio y lesiones calificadas y daños con motivo del atentado a la embajada de Israel”. Canevari dirige la instrucción del sumario, pero es el Máximo Tribunal en pleno el que dicta las resoluciones, porque el objetivo del ataque fue un Estado extranjero.
La resolución de la Corte decretó ese año que la causa, que desde sus inicios pasó por cuatro jueces de instrucción, "no se ha extinguido por el transcurso del tiempo” al entender que "hay diligencias en trámite que interrumpen los plazos que determinarían el cierre de la investigación”.

Desde entonces, “no ha habido mayores novedades”, aseguran los damnificados. En el caso de Carlos Susevich, quien perdió en el atentado a su hija, es el único querellante formal en representación de todos los familiares de víctimas dado que la Embajada de Israel no asumió el rol de demandante en el proceso penal, ni tampoco lo hizo el Estado argentino. En diálogo con Perfil.com remarcó: “Por el momento está todo totalmente estancado. Con los familiares tenemos reuniones periódicas, pero desde la Corte no tenemos absolutamente ninguna novedad. Veremos qué ocurre durante el próximo aniversario en marzo”.

Las únicas últimas novedades vinieron por el lado propio del Estado de Israel quien, a pesar de nunca pedir ser parte querellante, en 2010 reveló que dos años atrás había eliminado a Mughniyeh, el líder del aparato de seguridad exterior del grupo integrista libanés Hezbollah. 

Entonces, ni los abogados querellantes ni la propia Corte Suprema estaba al tanto de dicha información.

En 2010, el estado de Israel,  reveló que
dos años atrás había eliminado a Mughniyeh.

En relación a este punto, el abogado Juan Gabriel Labaké, defensor de Alberto Kanoore Edul (argentino de origen sirio imputado de haber comprado el supuesto vehículo que se habría estrellado contra la AMIA), tiene una polémica teoría al respecto. “A lo largo de mis años de abogado, nunca vi que el presunto principal interesado, que en este caso sería la Embajada, nunca haya pedido una prueba y se haya quedado conforme con el virtual archivo de la causa”, analizó para Perfil.com.

Y lanzó: “Prestigiosos académicos convocados por la entonces Corte menemista demostraron que la explosión fue adentro y que no hubo coche-bomba. Luego, por presión del entonces embajador de Israel ante posibles juicios políticos, la Corte se asustó, dejó pasar unos meses y luego comunicaron que ‘no se había podido demostrar’ cómo ocurrió la explosión”.

“La Corte no ha podido demostrar
cómo ocurrió la explosión”

"La actual Corte está en gravísima falta ante la Justicia y ante las leyes porque tiene cajoneado el mayor problema del atentado, la complicidad de la propia embajada”, concluyó Labaké quien aseguró que en diciembre se reunió con Canevari para solicitarle ser considerado como amicus curiae en el expediente pero -asegura- se le respondió que "que cuando rechazan los pedidos no lo contestan”. “Estamos ante una gran mistificación. El Gobierno lo toma como un asunto personal, autorreferencial, pero es una gran mistificación”. Este medio requirió la respuesta de la sede diplomática israelí, pero descartaron brindar algún tipo de respuesta ante este tipo de hipótesis por considerarla “absolutamente improcedente”.

Perfil.com se comunicó asimismo con la secretaría a cargo de Canevari pero desde allí se rechazó realizar cualquier tipo de declaración que no estuviera avalada primero por Ricardo Lorenzetti. Trascendió no obstante de fuentes judiciales que se avanza con exhortos a Estados Unidos, Israel y otros países de Oriente Medio.

Nelly Durán, viuda de Miguel Angel Lancieri Lomazzi, quien falleció en el atentado, explicó a este medio: “Mi marido trabajaba instalando equipos de aire acondicionado. Ese día tenía que instalar uno en el edificio vecino al de la embajada”. “Con todo lo que pasa ahora con la AMIA estamos reviviendo todo, día tras día. Esperamos que la causa avance. Con Caneveri se movió un poco más pero todos los años pedimos en los actos que se investigue la conexión local. Israel asegura que eliminó a Mughniyeh, pero nosotros insistimos en saber qué pasó acá. Hoy, se habla mucho de la AMIA, que es todo más político, pero los familiares de víctimas de la embajada nos sentimos muy solos. Hay cosas que aún faltan por investigar. A Menem nunca se lo llamó a declarar por ejemplo”, criticó.

En cuatro semanas, se cumplen 23 años del atentado, cuyo expediente ya supera los 250 cuerpos. Nunca hubo juzgados ni detenidos.

© Escrito por Emiliano G. Arnáez el domingo 15/02/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


lunes, 13 de octubre de 2014

Antonio Cafiero (1922 - 2014)... De Alguna Manera...


Murió Antonio Cafiero, un emblema del peronismo…


Lo habían internado por una neumonía. Discípulo de Perón, ocupó los principales cargos políticos del país, pero no pudo ser presidente. Tuvo 10 hijos.

Era, seguramente, el símbolo viviente más importante del peronismo. Con 92 años, y retirado de la política diaria, sus cumpleaños seguían siendo un punto de reunión de algunas de las principales figuras del partido. A Antonio Cafiero lo habían internado a principio de mes por una neumonía que no parecía grave. Esta mañana se confirmó su muerte.

Discípulo de Perón, padre de 10 hijos -algunos de ellos reconocidos políticos-, Cafiero ocupó varios de los principales cargos políticos del país. Fue diputado, senador, ministro de economía, jefe de Gabinete y gobernador de la provincia de Buenos Aires. Pero no logró romper con el estigma de los mandatarios bonaerenses y a fines de los 80, quedó trunco su sueño de ser presidente. Entonces, perdió la interna con Carlos Menem.

"Lo habían internado por una neumonía y de un cuadro estable, fue desmejorando y a sus 92 años, el cuerpo no aguantó. El estado clínico de él, en general, era bueno", confirmó a Clarín Francisco Cafiero, nieto del histórico dirigente y quien estaba volviendo desde Nicaragua (donde había asistido por una reunión política) para estar con la familia. Agregó que seguramente velarán a su abuelo, pero aún no tenía precisiones de hora ni lugar.

© Publicado el Lunes 13/10/2014 por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


sábado, 25 de enero de 2014

Del dicho al hecho… De Alguna Manera...


La derrota cultural K…

Uniforme de combate. César Milani. Dibujo de Pablo Temes

Cómo el propio Gobierno demuestra en la gestión que la batalla por una sociedad justa era, más que nada, retórica. Del dicho al hecho.

No es lejano el recuerdo de cuando se hablaba de la “batalla cultural” ganada por el kirchnerismo. Apenas tres años después de aquel juicio impactante, con la misma contundencia y el mismo apoyo empírico aquella vez alegados, podemos proclamar la noticia, en principio muy buena, de su derrota. Necesito aclarar por qué digo que la noticia es “muy buena,” por qué digo que es “contundente,” y por qué digo sólo “en principio”.

La noticia es muy buena porque, finalmente, el kirchnerismo dejó claro que era más un obstáculo que un medio para alcanzar una sociedad más justa, más igualitaria y sobre todo más fraterna. Luego del huracán de su paso por diez años, los niveles de pobreza y desigualdad son dramáticos en términos históricos, y con tendencia al empeoramiento (la diferencia de ingresos entre el 20% superior y el 20% inferior era de 7,36 en 1961, 10,24 en 1986, 12,28 en 2009, y en grave declive desde entonces, si las simuladas cifras oficiales nos permitieran confirmarlo); todos los servicios públicos básicos aparecen abandonados; y los lazos sociales se han corroído hasta los niveles de horror que comprobamos durante los últimos saqueos: vecindarios armados contra un “enemigo interno”, nacido y criado en su propio vientre.

La noticia es contundente porque hoy ya no es necesario hacer esfuerzos de “desenmascaramiento”. Para cualquiera –salvo para el núcleo duro de su militancia– el kirchnerismo es, más que la contracara, la caricatura de los ideales que alguna vez predicó. Años atrás, cualquiera podía entender de qué hablaba el kirchnerismo cuando sacaba el pecho y contraponía el intervencionismo estatal (con el que se identificaba) al neoliberalismo menemista (al que repudiaba con el fanático fervor de los conversos). Hoy, en cambio, el kirchnerismo representa la falta de luz en verano, ante los primeros calores; la falta de gas en invierno, ante los primeros fríos; tarifas subsidiadas para los ricos y caras para los más pobres; una red de transporte que nos condena al sufrimiento, con trenes que luego de la masacre siguen rodando salvajes, amenazantes: un insulto que se graba día a día sobre la piel de un pueblo cansado. Pese a la retórica estatista, fue el kirchnerismo el que obligó a ese pueblo a recurrir al abuso de los proveedores privados. En manos privadas hubo que recalar para proveerse de los bienes dignos que antes garantizaba un Estado bueno: primero salud y educación, luego transporte y seguridad, enseguida el agua porque bajaba sucia, y –la novedad de estos días– generadores de electricidad particulares.

Años atrás, hablar de las continuidades existentes entre menemismo y kirchnerismo resultaba una provocación que corría en desventaja, una injuria que debía demostrarse ante interlocutores impávidos. Hoy, esa continuidad es demasiado obvia como para ser demostrada. No sólo porque el elenco es casi el mismo (repásese la lista de los principales legisladores, gobernadores, intendentes), sino, sobre todo, porque la estructura económica y social del país no difiere mucho de la que entonces predominaba: la economía está tan concentrada y más extranjerizada que durante el menemismo; el país quedó maniatado a la voluntad de los Repsol, los Chevron, las compañías mineras contaminantes y los empresarios del juego. Es decir, seguimos dependiendo de las decisiones de un puñado de empresarios ricos, envueltos en negocios sucios, y aplaudidos por la misma farándula excitada de los años idos.

Carcomida la retórica K sobre el Estado, la de los derechos humanos pasó a ser la última frontera de su legado. La debacle en la materia fue brutal: medidas y nombramientos sucedidos uno tras otro, sin respiro, sin compensación y sin matices: la ley antiterrorista, aprobada –para no dejar dudas– como primera ley del cristinismo. Enseguida llegaron el espionaje sobre militantes sociales (Proyecto X), organizado por el Ministerio de Seguridad; el uso de las fuerzas armadas para resolución de conflictos internos; los nombramientos de Sergio Berni en el Ministerio de Seguridad, César Milani al frente de la Inteligencia, Alejandro Granados en la Seguridad de la Provincia, Alejandro Marambio en el Servicio Penitenciario. No eran errores ni excesos, sino una política consistente, rotunda y sin fisuras, que se coronó días atrás con Hebe de Bonafini abrazada a Milani, nuevo jefe del Ejército, y un coro de partidarios celosos balbuceando tonterías.

Los hechos señalados sólo ilustran el fin de la fábula. Dejo constancia de que hasta aquí no mencioné siquiera a la corrupción; no he dicho nada sobre los diez años de mentiras del Indec; nada del hiper-presidencialismo; nada sobre la hostilidad con los campesinos e indígenas; nada sobre el modo en que desalientan, ridiculizan y atacan a la participación popular, a las ONG, a los grupos ambientalistas; nada sobre el modelo extractivista, clientelista y consumista de desarrollo. No es necesario hacer más esfuerzos argumentativos. Quien no quiera convencerse no será convencido por nadie, pero ya no es necesario convencer a más gente. (Hasta hace poco, muchos veían estos problemas, pero los balanceaban diciendo que el peronismo era liderazgo, la única garantía de gobernabilidad en un país desbocado. Pero luego de meses de una presidenta ausente, con pánico de contaminar su investidura con algún problema; luego de saqueos que recorrieron el país en medio de la falta de luz, gas, agua, trenes, policía, es difícil seguir repitiéndolo. El peronismo no garantiza la gobernabilidad, y es parte fundamental de los problemas que la ponen en crisis).

El kirchnerismo perdió la batalla cultural, pero el problema es que el mal contra el que peleamos lo trasciende largamente. De allí que la buena nueva de su derrota sea buena sólo “en principio.” Las bases de la desigualdad estructural, que el kirchnerismo consolidó como nadie, nacieron antes que él, y seguirán luego de su duelo. Resolver la desigualdad no requiere sólo medidas que no se toman, sobre una estructura de miseria sólida e intacta, sino disposiciones morales y actitudes sociales –un ethos extendido– que hace años quedaron exhaustas. Por eso la derrota del kirchnerismo no significa victoria. La disputa por una sociedad justa, igualitaria, fraterna la venimos perdiendo desde hace años.

© Escrito por Roberto Gargarella, Doctor en Derecho, el Domingo 12/01/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

La costumbre de acostumbrarse a todo… De Alguna Manera...


La costumbre de acostumbrarse a todo…

El austral

Un viernes cualquiera del verano de 1988. Un hombre se levanta a las 5 de la mañana para hacer la cola en el banco. La inflación se dispara -y lo que falta para que frene- por lo que en el laburo le pagan por planilla complementaria cada vez que termina la semana. Podría ir en cualquier momento del día, pero quiere salir corriendo a darle la guita a la jermu, para que ella reviente el salario de varios ceros en dos changuitos llenos.

En el camino al super, la señora repasa la estrategia para hacer lo más rápido posible. Al llegar, ya tiene medio changuito menos. Corre por las góndolas, mide a los remarcadores, ya le alcanza para un changuito, llega a la caja, hay cinco tipos adelante, va sacando cosas a medida que aumentan, dos personas y llega, tres cuartos de changuito, falta uno, medio changuito, llegó su turno. Le alcanzó para un paquete de yerba, dos de harina, cinco sachets de leche y varios envases de polenta. Ya sabe cuál será el menú del resto del mes.

Luego del almuerzo -polenta con 38° a la sombra- los chicos disfrutan los últimos minutos de Canal 11. A las 13 cortan la transmisión. Atrás, se corta la luz. Hasta bien caída la tarde no habrá otra cosa para hacer que resistir el calor jugando al hongo. ¿Agua? Sí, en baldes. El gobierno le echa la culpa al clima pero, al menos, avisa cuándo cortarán el suministro eléctrico. No hay un mango ni para los sueldos de las empresas estatales, que encima funcionan como el totó, pero no se cuestiona.

Luego de un fin de semana hermoso en el que el plan del gobierno incluyó convertir al país en un sauna cada tarde, el lunes vuelven los carapintadas y otra vez todos con el upite en las manos. No pasó nada, la casa sigue en orden y sin energía, y felices vacaciones a la luz de las velas para todos.

Un día cualquiera de 1997. Durante el 96 vio como crecían las protestas piqueteras en Neuquén por los despidos en YPF. Por un lado sentía lástima por esos laburantes desesperados y por el otro una bronca tremenda por la fiesta que se dieron los gobernadores patagónicos. Pero ahora, en La Matanza, se replican los piquetes del sur y la cosa se pone interesante. Una radical excedida de peso dice que en Estados Unidos tienen cajas de información para demostrar que IBM pagó una coima de millones de pesos. Por la radio informan que la desocupación bajó del 18 al 11%, pero igual le parece una bestialidad. El oficialismo perdió las elecciones por paliza y le garantizan que no habrá re-re, lo cual es lo único que lo tranquiliza. Eso y que el opositor numero uno promete no cambiar el modelo en caso de asumir. Evidentemente, lo que molesta es Menem, no sus políticas.

Cavallo - De la Rúa

Un lunes de diciembre de 2001. El hombre todavía está a las puteadas porque la oposición ganó las elecciones de octubre y no se vislumbra ningún cambio, a excepción de alguna Senadora histérica que pide la renuncia del Presidente porque no puede contener los saqueos. Al hombre aún le dura la indignación del pago de 5 millones de pesos en coimas, más si una y otra vez, a lo largo del año, escuchó “lo que pasa es que no hay guita en la calle”.

Va en el auto por la autopista volviendo a su casa cuando escucha el anuncio de una cadena nacional. Es inconfundible esa voz de Superagente 86 con dolor de testículos. Domingo Cavallo anuncia que a partir de ese día, sólo se podrá retirar 300 pesos de los cajeros automáticos y que, el resto, deberá pagarse con la tarjeta.

Quiere prender fuego todo. No es el único. Un par de semanas después, una movilización masiva se dirigía hacia la Plaza de Mayo. El resto del país se repartía entre saqueos generalizados. Las manifestaciones eran consideradas actos patrióticos y un deber de ciudadano cogido por el Estado. Las fuerzas federales reprimen brutalmente. Muertos.

Pide que se vayan todos, se van algunos y por un tiempito, mientras lo empoman con una devaluación brutal y sin siquiera poder disponer de sus dólares. Entre tanto, el país se convierte en un desfile de zombies que juntan cartones, comen lo que encuentran en los tachos y duermen en la calle.

Un día cualquiera de diciembre de 2013. Un hombre cuelga el teléfono en su oficina. Era su mujer, que puteaba porque lo que ayer salía 15 hoy sale 20. La ansiedad por cobrar el aguinaldo le desapareció cuando el Gobierno avisó que descontarán ganancias del mismo, por lo que probablemente el aguinaldo lo cobre el propio Estado. En la cola del cajero automático, una piba, feliz de la vida, le comenta a otra que la mamá le había contado que en 2001 no te dejaban sacar más de 300 pesos y ahora te permiten retirar 3 mil. El hombre realiza una cuenta matemática en el aire entre los 300 pesos/dolares y los 3 mil pesos con el dolar a 10. Se deprime.

Camino a casa esquiva a tres familias que duermen a cielo abierto, cinco pibes que le piden una moneda para comprar leche, una batalla campal en la 9 de Julio, un piquete de los troskos en Callao, la vieja que vende maquinitas de afeitar en Sarandí e Yrigoyen desde 1995 y tres cortes más de calles, provocados por vecinos que no tienen luz hace días. Se siente afortunado porque vive cerca de un funcionario del Gobierno. Es fácil de reconocerlo, dado que es la única manzana con luz en el barrio. El gobierno le echa la culpa al clima y ni avisan cuándo cortarán el suministro eléctrico. No hay un mango ni para los sueldos de las empresas estatales, que encima funcionan como el totó, pero no se cuestiona.

CFK - Milani

Ya en su casa, el buen hombre se pone al tanto de las noticias. La ola de saqueos en el país tiene un nuevo culpable. De 2003 a 2011 fue Duhalde. En 2012 fueron Magnetto y Moyano. En noviembre de 2013 fueron las bandas narcos y dos semanas después los uniformados que quieren provocar un golpe de Estado. Escucha que la Presidente recuerda que lo mismo le pasó a Alfonsín, comparando a polis hambreados con militares que exigen el fin de los juicios a la Dictadura, mientras asciende a Teniente General a un militar de la Dictadura.

El hombre ni se asombra con las noticias. Si las manifestaciones multitudinarias dejaron de ser una muestra del hartazgo del pueblo para convertirse en intentonas desestabilizadoras financiadas por la oligarquía, todo es posible.

El gobierno que prometió durante 10 años que no habría cortes durante el verano, este año cambió el discurso y prometió más cortes para la temporada estival. La ciudad pasó de estar a oscuras a estar casi a oscuras, gracias a camiones generadores eléctricos gigantes a gasoil. Un ministro festeja un nuevo récord de consumo eléctrico y se lo agradece a El Modelo. El hombre mira la tele y se pregunta si lo que vio en la calle eran cortes de luz o personas jugando a las escondidas a gran escala.

Mucho no le llama la atención, dado que hace quince días leyó que ya había plena ocupación, que la Argentina erradicó el hambre y que la pobreza en provincias como el Chaco, ya no existe. La oposición ganó en octubre y hasta ahora hace lo mismo que venía haciendo, o sea, volteretas entre la nada y la poca cosa, corriendo atrás de la agenda de las cagadas provocadas por el Gobierno.

Un especial le cuenta que esa causa de corrupción que le indignó en 2001, fue al pedo, que todos fueron absueltos y que el único que la pagará es el que denunció falsamente a un puñado de monjes benedictinos. Cae en la cuenta de que es otra causa en la que alguien reconoce un pago de coimas, al igual que en el caso Skanska, y la justicia dice que no, que es mentira, que el denunciante soñó que pagaba coimas. Ahí se aviva de que esperar que la causa Cristina-Lázaro llegue a algún lado, amerita para competir por el Premio Boludo del Año.

Al hombre ya no le indigna nada. No sabe qué le pasó, ni cuándo, pero tampoco se calienta ni se pregunta por ello. Cada vez que sucedió algo que le pareció indignante, vino otra cosa que lo superó con creces. Durante años vio como todo lo que perdía lo recuperaba al poco tiempo, y también vio cómo un puñado de personas decían que esa recuperación no era producto de su esfuerzo, sino obra y gracia de un sólo hombre al que había que mantener en el poder hasta la eternidad.

En sólo una semana vio actos de corrupción que dejan a los escándalos anteriores al nivel de un hurto de caramelos Media Hora, se cruzó con cientos de pobres, cartoneros y linyeras, vivió en una ciudad sin luz, fue testigo de la impunidad judicial, sintió la vergüenza de un país agitado por los saqueos, vio recibos de sueldo de 700 pesos para policías, presenció la represión de Gendarmería y se anotició de que hubo doce muertos en el inicio de diciembre.

Al día siguiente, con el único motivo de sacar un tema de conversación, le pregunta al compañero de laburo cómo la pasó sin luz la noche anterior. El tipo le contesta que no ve la hora de que el Gobierno estatice las empresas que cobran por un servicio que no prestan. Casi le pregunta cómo pretendía tener un servicio como la gente, si paga de luz en pesos lo mismo que pagaba hace 12 años en dólares, pero se frenó.

Era al pedo

Tan al pedo como intentar dialogar con alguien que no se da cuenta que el Papa al que admira por peronista es el mismo Bergoglio al que puteaba por gorila. O como buscar una luz de sentido común en un sujeto que le muestra como logro la cantidad de autos patentados durante el año, a pesar de contar las monedas para cargar la SUBE. Tan al pedo como cuando le hizo un comentario irónico sobre los pobres que dormían en frente, y el compañero le reprochó que “la pobreza no es un chiste”, y que todo se soluciona con más militancia. Tan al pedo como pedirle que se llame a silencio antes de hablar de lavado de dinero, corrupción, pobreza, industria y derechos humanos, mientras todos los días aparece una propiedad nueva de Lázaro Báez, otra prueba en contra de Boudou, los pobres brotan de las baldosas, la industria no genera empleo hace un año y medio, y Bonafini y Carlotto elogian al General Milani, a pesar de que hasta el Cels de Verbitsky lo putea.

Tan al pedo como preguntarse por qué le resbalaban cada uno de los 12 muertos de la semana pasada, los 700 pesos de los policías, la represión de Gendarmería, los escándalos de corrupción y la impunidad judicial.

Así, mientras mira a su compañero casi con ternura, se da cuenta de que encontró la respuesta a por qué ya no se indigna por nada. Y es que hace rato cayó en que la historia está llena de líderes imprescindibles, como así también está llena de países que les sobrevivieron, que si se pudo sobreponer a cada momento “terminal”, este también podrá superarlo, y que la vida pasa por ser feliz a pesar de, y no gracias a nuestros gobernantes.

Finalmente, aprovecha el renovado catolicismo de su compañero, le da un fraternal abrazo y, luego de ofrecerle la heladera para guardar la ensalada rusa, le desea una muy feliz Navidad. En definitiva, su compañero hace lo mismo que todos: intenta ser feliz. Y para algunos, la felicidad pasa por decir que están en el mejor barco de todos los tiempos, aunque se encuentran abrazados a un tablón en el medio del Pacífico.

Papá Noel y el "Eternauta"

Martes 24 de diciembre. Espero que todos tengan una muy reconfortante Navidad. Va de corazón y sin chicanas. Y no se depriman, que a todos nos falta alguien, pero todos tenemos a alguien.
© Publicado por relatodelpresente y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.        

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