Mostrando las entradas con la etiqueta Angela Merkel. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Angela Merkel. Mostrar todas las entradas

lunes, 29 de enero de 2018

Mucho en juego… @dealgunamanera...

Mucho en juego…

 La caladera del diablo. Dibujo: Cedoc

De la escalada con Moyano a qué hacer con Triaca, el Gobierno tiene varios frentes abiertos. Lecciones de la gira.

La gira de Mauricio Macri por Europa confirmó algo que debería ser un aprendizaje no solo para este gobierno, sino también para los que aspiren a sucederlo: si no hay previsibilidad política, el flujo de inversiones que Argentina necesita para poder revertir la dura realidad social que representa un nivel de pobreza del 30% nunca se producirá.

El mundo político y de los negocios ha quedado escaldado con los vaivenes de un devenir pendular exhibido por nuestro país en los 34 años de democracia, producto de la falta de acuerdos partidarios y de políticas de Estado. Eso es lo que le transmitieron los empresarios con los que se reunió el Presidente a su paso por el foro económico de Davos. Es lo mismo que le sucedió el año pasado, cuando se encontró con empresarios estadounidenses en Nueva York. Eso es lo que también le transmitieron los hombres de negocios que acompañaron al canciller de Alemania, Angela Merkel, en su viaje a Buenos Aires.

El Presidente ha exhibido como respuesta a esta inquietud la presencia del gobernador de Entre Ríos, Sergio Bordet, a la que también había planeado sumar la del gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, quien debió quedarse en su provincia a causa del cierre del ingenio San Isidro. Ese paso es parte de un largo camino –“Todo viaje, por largo que sea, empieza por un solo paso”, Lao Tse– por desandar en pos de alcanzar ese estado de convivencia y coincidencia que reclaman los inversores. 

Ánimos. 

El transcurrir de este enero ha tensado las cosas de tal manera que la posibilidad de lograr esos acuerdos luce aún lejana. Hay que ser claros: ninguna de esas posibilidades de acuerdo incluye al kirchnerismo. Todo lo que anida allí es resentimiento y ánimo de revancha. Sea dicho con todas las letras: en el universo K lo que importa –lo único que de verdad importa– es que el Gobierno caiga. El último estándar te de ese pensamiento fue la frase del ex ministro de la Corte Suprema de Justicia, Eugenio Zaffaroni, en la que abogaba por la finalización del Gobierno. Aun cuando no sea original, es necesario insistir con esto: de haber dicho esto un dirigente opositor durante el kirchnerato, habría sido inmediatamente acusado de ser destituyente. 

Comodoro Py. 

Febrero será un mes caliente. Terminada la feria judicial, ese será el ámbito por el cual sucederán hechos de alto impacto político. A estas horas, esa es la expectativa en lo referente a las causas judiciales que perturban hoy seriamente a una buena par te de la dirigencia sindical.

La dinámica de los hechos ha dado pie a una coincidencia peculiar: la causa judicial que involucra a un verdadero peso pesado como Hugo Moyano se da en el tiempo en el que comienzan a desarrollarse las paritarias. En el Gobierno anida ya la convicción de que, para enfrentar una trama tan compleja como esta, no es lo más conveniente contar con un ministro de Trabajo debilitado. Y ese es el problema que hoy representa Jorge Triaca.

El affaire de la empleada doméstica que trabajaba en la quinta de la familia –a quien, además de insultarla de un modo descalificante, se la tuvo durante largo tiempo en negro y se la contrató en el Sindicato Obreros Marítimos Unidos (SOMU), que estaba bajo la intervención del Ministerio de Trabajo – lo ha afectado severamente.

Ninguna de las acciones defensivas y de respaldo que hasta aquí ha intentado el Gobierno ha sido efectivas. Y es lógico, porque la situación del ministro es insostenible, especialmente para un gobierno que tiene el discurso del compromiso que despliega la actual administración. 

Problemas. 

Es verdad que ningún presidente entrega a un ministro por presión mediática u opositora. Esto forma parte del ABC de la política. “El gordo es uno de los funcionarios más queridos en el gabinete. Es un buen profesional y una buena persona. Pero Macri está realmente enojado y dolido con él”, se sincera una voz que conoce la realidad interna del Gobierno. A eso se agrega otro problema: no hay nadie de igual envergadura política para reemplazarlo.

En algunos otros países del mundo, un ministro envuelto en un caso así no tiene otra opción que renunciar. Puertas adentro, en el oficialismo hay muchos que comparten este pensamiento. Es que, para el estándar ético que propone Cambiemos, el episodio que involucra al ministro no debería tener otro camino que la renuncia.

Y por supuesto que, en atención a la conflictiva relación que se viene entre el Gobierno y la dirigencia sindical a propósito de la negociación paritaria y las derivaciones de las investigaciones judiciales que comprometen en estos momentos a Hugo y a Pablo Moyano, Triaca representa un problema. Por todas estas cosas es que la ida y vuelta sobre su suerte aún no está definido. Habrá que esperar el regreso del Presidente. 

Impunes. 

Las causas judiciales contra varios caciques sindicales habrán de continuar. En el ámbito de la dirigencia gremial hay un submundo dentro del cual algunos han construido verdaderos feudos. Habitan también en ese universo quienes se han convertido en prósperos empresarios. Balcedo no es el único. Son situaciones conocidas desde hace muchos años. Y a pesar de un sinfín de denuncias, permaneció inmune –tal vez la palabra debería ser “impune”– a cualquier investigación judicial. La pregunta, pues, es: ¿por qué ahora? La respuesta es una: el temor de jueces y fiscales de sufrir represalias por parte del poder político en los tiempos en que gobernó el peronismo.

Encrucijada. 

La dirigencia sindical debería pensar y analizar detalladamente la encrucijada que enfrenta a la hora de responder a estas denuncias. Si la respuesta es el patoterismo, no hará más que sumar descrédito frente a amplios sectores de una sociedad harta de esas prácticas. “La violencia es el miedo a las ideas de los demás” (Mahatma Gandhi).




jueves, 1 de mayo de 2014

Binner como nuestro Angela Merkel… De Alguna Manera...


Binner como nuestro Angela Merkel…


Más allá del chiste del título, ¿puede Binner convertirse, como Merkel en Alemania, en el articulador de una gran coalición que incluya al PRO? Lucas Llach lo propuso en su blog con el argumento de que si explotan las diferencias, “ok, pasa en las mejores familias”; y el fantasma de Mauricio cruzó el lanzamiento del Frente Amplio UNEN (FAU), pero… ¿vale la comparación o hay algo que nos diferencia del país de las frankfurter?

No confundir gordura con hinchazón
 
En sistemas parlamentarios como el alemán, las alianzas son posteriores a las elecciones: los partidos forman coaliciones de gobierno, no alianzas electorales. Merkel bien podría haber negociado con otro partido que le garantizara una mayoría a cambio de menores concesiones. Prefirió, sin embargo, entregar el ministerio de economía a sus eternos rivales socialdemócratas, ideológicamente más próximos que, por citar un caso, los verdes

En el caso del FAU, una alianza electoral con el Pro haría que todas las mañanas Binner, Cobos y compañía tengan que expedirse sobre los dichos de Macri de la noche anterior, ej: “hay quitarle los planes sociales a quienes corten una calle“. ¿Por recibir un plan no pueden protestar?¿Hay ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda?

En una nota que salió hoy en la revista El Estadista, Andrés Malamud dice que cada vez que se unieron, radicales & fuerzas afines tuvieron buenos resultados (1997, 1999, 2009); el problema viene después, “ganar es fácil, lo difícil es durar”. En el 99 la frustrada Alianza incluyó a un sector del peronismo que hoy viste ropajes kirchneristas. ¿Qué hacer entonces con el Pro a la luz de aquella experiencia?

A continuación, con mucha imaginación (casi ciencia ficción), un camino posible a Balcarce 50: Binner es electo candidato a presidente por el FAU en las PASO, saca el 28% en la general y enfrenta a Massa en la segunda vuelta. Antes del ballotage en un acto de campaña presenta 50 medidas para los primeros 100 días de gobierno junto a su futuro gabinete, que incluye figuras políticas con peso propio: Ernesto Sanz (UCR), jefe de gabinete; Juan Carlos Zabalza (PS), ministro del interior; c (PS), secretario de medios; Viki Donda (Libres del Sur), ministra de desarrollo social; y la sorpresa, Miguel Braun (PRO), ministro de economía. 

La conformación de una coalición de gobierno amplia en el momento de la segunda vuelta podría darle un plus al FAU para agrupar al gorilaje (Llach dixit) y hacerse del premio mayor. Algo así como un refuerzo para los últimos 15 del segundo tiempo, con el partido empatado y la hinchada gritando “esta tarde cueste lo que cueste, esta tarde tenemos que ganar”. El compromiso de apoyo en la segunda vuelta debería firmarse con la sangre de los cargos. Sería un espejo de la gran coalición alemana, con los socialdemócratas en la primera magistratura y los democristianos en Economía.

¿Cuán ficción es esta ciencia?
 
Acá Sergio Berenztein da algunos indicios y promete más números para las próximas semanas. Carlos Pagni dice que cambia el tablero político. Será cuestión de comprar pochoclos, esperar y ver.

© Escrito por Santiago Nicholson el Sábado 24/04/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


sábado, 23 de noviembre de 2013

CKF, son dos... De Alguna Manera...

Son dos...

PERRITO Y BALCON, dos imágenes del regreso de Cristina. Foto: Presidencia de la Nación.

Todo fenómeno de masas es histérico, decía Freud. Como si lo supiera, Cristina Kirchner precisa erotizar continuamente a su audiencia, con un perrito en un living haciendo mohínes, o en el balcón de la Casa Rosada acompañando con su cuerpo el ritmo de los cánticos de sus militantes. No es un dato frívolo que el talle de ropa de Michelle Bachelet sea un 54 –cintura de 88 centímetros– y el de Dilma Rousseff y Angela Merkel sea 56 –cintura de 104 centímetros–, mientras que el de Cristina Kirchner sea 44 –cintura de 70 centímetros– (la exactitud de estos datos proviene de dos revistas de Editorial Perfil: Labores y Look, especializadas en moldes y costura). Y no es un dato frívolo porque Merkel, Bachelet o Dilma, líderes nutricias, no precisan que sus cuerpos estén sexuados, como sí resulta positivo para el populismo, en el que la erotización de las masas de la que hablaba Freud es un componente tan visible como el éxtasis de los jóvenes que vivaban a Cristina en la Casa de Gobierno durante su discurso “reinaugural” tras la jura de los nuevos ministros.

El perrito y el balcón fueron dos puestas teatrales, dos escenificaciones donde la oralidad era menos relevante que la ornamentación: el balcón de Eva o de Julieta; el living y el perrito de Susana. Cada puesta con su personalidad y género, pero ambas atravesadas por su gran invariante: la especial relación de Cristina Kirchner con la eternidad. “Usted va a ser recordada como la presidenta de la ciencia y la tecnología”, contó desde el balcón. Recordada, historia, juventud... Cristina siempre dialoga con el futuro y le pelea a la finitud: “Que no les quiten en el futuro lo que nosotros conseguimos” es su mensaje permanente. Y eligió a la juventud como vigía de su legado. En su video para YouTube se identificó con Florencia, “que está detrás de cámara”: fue su referencia continua. En el discurso del balcón estaba rodeada de muchas Florencias, y todos eran de la generación de su hija, elegidos como en un casting para un aviso de fin de año de Coca-Cola: mucha sonrisa, ropas multicolores, fisonomías diferenciadas para dar idea de universalidad. Como un coro de gospel, repetían la palabra “gracias” a la líder devenida en diosa mortal.

A pesar de sus contrastes, ambas puestas en escena tuvieron una continuidad de divismo, en un caso una deidad del espectáculo, y en la Casa Rosada una deidad más protocolar. En ambas situaciones también emergió algo blanco: la camisa en el living, el gris de la pollera en el balcón.

Las “imperfecciones” de ambas puestas: jóvenes del balcón que los guardaespaldas presidenciales corrían hacia atrás cuando se acercaban demasiado, o en el “video living”, cuando Cristina Kirchner decía: “Perdón, me salgo de cuadro”, eran lo que en el texto La transparencia perdida Umberto Eco explicaba como característico de la era de la imagen, en la que se pone más esfuerzo en dar veracidad al acto de enunciación para esconder la falta de veracidad del enunciado. Esas desprolijidades que aportan veracidad al acto, al transparentar el constructo, solapan que en realidad se trata de una ficcionalización típica de una puesta en escena.

No se trata sólo de un simulacro de espontaneidad: en el video de YouTube también se trató de transmitir un mensaje apolítico por lo intimista y hasta trivial: un cuerpo sincero donde “les habla Cristina, no la Presidenta”. Pero estaba cargado de simbologías muy fácilmente decodificables. Al principio, marcó que “esperaban que hablara por cadena nacional pero preferí esto”, un video para redes sociales.

Tanto es la elección del medio el mensaje, que el propio Marshall McLuhan se ironizaba a sí mismo repitiendo “el medio es el masaje”. No es lo mismo YouTube que la cadena nacional, no es lo mismo un living que un escritorio o un atril. Cualquiera de las últimas opciones la hubiera obligado a hablar de las elecciones perdidas o de los cambios de gabinete. Cada tipo de medio establece un contrato de lectura diferente con su audiencia. YouTube le permitía algo más íntimo e informal, y fue una astuta forma de salirse de la coyuntura poselectoral.
 
Igualmente, no pudo escapar a lo que el semiólogo Eliseo Verón definió como “formas nominalizadas”, que terminan siendo autónomas del contexto discursivo en que se introducen porque pasan a ser eslóganes (y perder significación): “Profundizar el modelo” en el balcón; o “gracias a todos... y a todas” en el living.

Otro elemento en común que tuvieron las dos puestas fue que Cristina Kirchner dejó de lado, probablemente sólo por ahora, su costado fálico y comunicó las dos veces desde una emocionalidad más femenina.

Cristina Kirchner, como todo presidente, combina el amor con el miedo, la caricia con el látigo. El amor y la caricia para el prodestinatario, sus adherentes, y para el paradestinatario, los indecisos. 

Mientras que el miedo y el látigo los dedica a los contradestinatarios de sus palabras, a los que fustiga y amenaza. Esta vez erradicó el segundo registro de su discurso. Aun ante los jóvenes que repetían: “Acá tenés los pibes para la liberación” o “Néstor no se murió... la puta madre que lo parió”, la Presidenta fue mucho más conciliadora: “Yo no tengo anteojeras”, “nos vamos a asociar con quien haya que asociarse”. Probablemente sea más producto de un cambio estratégico –porque su relación de fuerzas es otra– que por cuestiones más permanentes de su personalidad que se inferirían de su textual: “Cuando te pasa de todo, comenzás a mirar las cosas de otra manera”.

Cristina volvió a transmitir que se siente cómoda con la espectacularización de la política, cuya regla prescribe que todo presidente es un objeto a ser representado. Se maneja con soltura tanto con la representación racional (números, atriles, granaderos) como en la emocional de la proximidad: “Tu carta me mató”, “si a vos te dicen que tenés algo en la cabeza...”, hablándoles tanto “a los argentinos” como “a vos”. Pero no todo es comunicación: también existe la economía.

© Escrito por Jorger Fontevecchia el viernes 22/11/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


domingo, 14 de octubre de 2012

Destituyentes… De Alguna Manera...


Destituyentes…


Es difícil optar entre la ignorancia más pedestre y la mala fe deliberada. Tal vez se trate de ambas cosas. Pero optar, a la hora de las hipótesis, entre definirlos como brutos o diagnosticar pura y tóxica malicia se torna un dilema espinoso. Vocero oficioso del oficialismo más rústico y a la vez embajador honorario de los ayatolás en la Argentina, Luis D’Elía se apresuró, tras la victoria electoral de Hugo Chávez en Venezuela, a sentenciar que no debería haber “ningún impedimento legal” para que Cristina Fernández pueda postularse nuevamente como candidata a presidenta.

Pese a que se describe como “docente”, D’Elía procede como un troglodita, pero su deducción es extraordinariamente didáctica. Enseña cómo piensa la tropa oficial: “Si uno pensara en términos abstractos, no tendría que haber ningún límite leguleyo (según la RAE, “persona que aplica el derecho sin rigor y desenfadadamente”) para la voluntad popular. Si un pueblo quiere elegir, en cualquier país del mundo, al candidato que fuere las veces que crea necesario, no tendría que haber ningún impedimento legal para la voluntad popular”.

¿Leguleyo? Para el ensamblaje conceptual del oficialismo, las leyes y las normas sólo deben ser acatadas en tanto y en cuanto discurran en la dirección de las necesidades del Gobierno. Por eso la machacona insistencia de “adecuar” la ley máxima de la república a las necesidades coyunturales que alega tener el Gobierno. Dice D’Elía, hombre de conocimientos módicos: “Hay mucha hipocresía en la Argentina. Hay comunicadores hegemónicos que ven bien la re-reelección en Alemania o España y la ven mal en América latina. No se entiende”. Lo que él “no entiende” tiene que ver con su oscura y profunda ignorancia. Ilustrarlo puede servir al lector.

Desde la refundación de la democracia española, en 1982, ese país ha tenido cuatro presidentes de gobierno. España es una democracia constitucional y parlamentaria. La jefatura del Estado la ejerce el rey, y la titularidad del Poder Ejecutivo recae en el candidato elegido por el partido ganador de las elecciones legislativas. Ese diputado debe serlo primero, para que el Congreso lo designe presidente.

El socialista Felipe González fue elegido por cuatro legislaturas sucesivas, y ejerció la presidencia de España entre el 2 de diciembre de 1982 y el 4 de mayo de 1996. Su primer período fue de cuatro años (1982-1986), el segundo de tres (1986-1989), y el tercero otra vez de tres (1989-1993), al igual que el último (1993-1996). El conservador José María Aznar fue electo presidente en dos ocasiones (1996-2000 y 2000-2004). El socialista José Luis Rodríguez Zapatero ocupó el cargo entre 2004 y 2008, y entre ese año y 2011. El 21 de diciembre de 2011 asumió la presidencia de España el conservador Mariano Rajoy. Antes de Rajoy, los tres anteriores ocuparon más de un mandato, no como de una re-reelección derivada de una reforma hecha a medida sino en cumplimiento de lo estipulado por la Constitución española promulgada en 1978.

Algo parecido sucede en Alemania. Dividida hasta 1989, la nación alemana adoptó un régimen de democracia parlamentaria. El canciller federal es el jefe de gobierno y es elegido por el Bundestag (la cámara de diputados), para lo cual debe primero ganar una banca. La jefatura del Estado recae en un presidente con funciones honorarias.

Alemania Occidental tuvo seis cancilleres federales entre 1949 y 1990: Konrad Adenauer entre 1949 y 1963, Ludwig Erhard entre 1963 y 1966, Kurt Georg Kiesinger entre 1966 y 1969, Willy Brandt entre 1969 y 1974, Helmut Schmidt entre 1974 y 1982, y Helmut Kohl entre 1982 y 1990. Tras la unificación de ambos estados (Occidental y Oriental), Alemania eligió tres jefes de gobierno: Helmut Kohl de 1990 a 1998, y Gerhard Schröder de 1998 a 2005, año desde el cual gobierna Angela Merkel. Al igual que lo que sucede en España, no hay en Alemania tal cosa como “re-reelección”: las leyes constitucionales son las que determinan que el poder político deriva y emana del pueblo y que el pueblo se organiza en legislaturas, que tienen el derecho de nombrar y destituir al jefe del Ejecutivo. Se entiende, ¿no? Son parlamentos destituyentes, una paradoja que la elementalidad nacional y popular no podría entender jamás.

La pretensión ridícula de querer naturalizar las transgresiones constitucionales criollas tratando de equiparar el consuetudinario hábito argentino de cambiar las normas todo el tiempo con el cuerpo de la praxis constitucional europea configura una mezcla perfecta de inescrupulosidad y analfabetismo. Los autores de estas tramoyas dialécticas circulan lubricadamente por el escenario doméstico, porque perpetran con frescura disparates que raramente son interpelados desde medios que habitualmente padecen una penuria que conspira contra la excelencia informativa.

El problema, empero, no es sólo uno de ignorancia y cinismo. Es también una cuestión de desesperación. La temática de la reforma constitucional auspiciada desde el oficialismo, artificial, estéril e inútil, sólo revela el vacío existencial del cristinismo. Como ya es evidente, ostensible y cada vez más acuciante, Cristina Fernández no tiene sucesores ni delfines. Que así sea es un mérito de ella y de nadie más. Por eso, tras las elecciones legislativas de 2013, la opción por saber quién viene luego de ella es de vida o muerte para el Gobierno. Sólo puede ser ella. Cuando D’Elía habla, además de verbalizar su pasmosa rusticidad muestra dónde aprieta el cinturón en el esqueleto presidencial. Es una vivencia dolorosa.

© Escrito por Pepe Eliaschev y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires  el domingo 14 de Octubre de 2012.

domingo, 20 de mayo de 2012

CFK, Merkelizada… De Alguna Manera...

Merkelizada…

Invertidas en la foto de cuando se juntaron la canciller alemana y la Presidenta en 2010.

La contratapa de ayer sábado –titulada “Dólar”– terminaba diciendo: “A este Gobierno le gusta mostrarse más heterodoxo de lo que es. Se hacen los locos, pero no lo son tanto”. Se podría avanzar otro paso y decir que les gusta provocar a los conservadores, asustar a los burgueses, desorientar a los oportunistas y jugar a ser excéntricos (el desopilante viaje a Angola es un ejemplo más), pero cuidan con esmero la relación con Estados Unidos y en muchos aspectos económicos son híper ortodoxos. Lo uno y lo otro no son contradicciones sino aspectos funcionales porque lo primero disimula lo segundo.

Por ejemplo, no pocos creen que el Gobierno nacional ahoga financieramente a la provincia de Buenos Aires para doblegar a Scioli haciéndolo desistir de sus aspiraciones presidencialistas y disciplinar cualquier mínimo gesto de autonomía. Se habla de un déficit provincial de 8 mil millones de pesos y hasta de 10 mil y que la Provincia ya no podría pagar en una vez los sueldos en junio. La realidad puede ser aun peor: un déficit de 18 mil millones equivalente al 15% del presupuesto anual sin que Scioli pueda emitir deuda porque hoy debería pagar una tasa de interés en dólares del 19%.

Pero hay otra mirada que no es política sino económica, donde Cristina Kirchner cumple el papel de Angela Merkel y la provincia de Buenos Aires es Grecia, el miembro más descarriado de la Unión cuyos déficits siempre son mayores a los del resto (Mendoza, Córdoba y Santa Fe también tendrían déficits este año, pero menores al 10%). Otra vez, lo uno sirve para disimular lo otro: no es un Gobierno nacional que está enfriando al estilo ortodoxo una economía recalentada después de un año de fiesta electoral, sino un castigo político justo a un traidor que pretende derechizar el modelo en el futuro. También Scioli refuerza ese relato anunciando extemporáneamente su obvia vocación presidencial para disimular la parte de responsabilidad que le corresponde a él mismo como administrador de un gasto público provincial que se multiplicó cinco veces durante el kirchnerismo. Su popularidad es también fruto de ese gasto y de haber rehuido cualquier conflicto tratando de conciliar con todos. Administrar requiere más veces decir que no, que decir que sí.

El mismo relato y contrarrelato es aplicable a Macri, a quien el Gobierno nacional le pasaría los subtes y le quitaría la policía o los fondos depositados en el Banco Ciudad no para recuperar dinero porque haya que enfriar una economía recalentada, sino para castigar a la derecha y herir a otro de los futuros candidatos presidenciales opositores para 2015.

Y lo mismo sucede con Moyano, a quien la Presidenta ataca por cuestiones personales, políticas, judiciales pero –nuevamente– nunca porque haya que enfriar la economía y el líder sindical sea el primer escollo. Pero hay una diferencia entre Scioli, Macri y Moyano, los dos primeros le siguen el juego al Gobierno nacional y aceptan victimizarse políticamente desplazando el tema económico al papel de consecuencia y no al de causa. Moyano no. El va al hueso y dice con todas las letras que la profundización del modelo es un cambio de rumbo y un ajuste.

En lo que se equivoca Moyano es en considerar que no sea correcto hacer ese ajuste. Si cada año las paritarias subían 5% el promedio de aumentos salariales sobre el año anterior, primero el 10%, después el 15%, el 20%, el 25%, el 30% e iban camino al 35%, no había modelo que resistiera. Profundizar esa dirección llevaba al abismo.

Así como en Europa y Estados Unidos hubo una burbuja inmobiliaria, en Argentina se corría el riesgo –medido en dólares– de enfrentar una burbuja salarial, cuyas consecuencias podían repetir el problema de falta de competitividad del fin de la convertibilidad. La “ventaja” actual es que se puede licuar con inflación y corrección del dólar por arriba de la inflación. A fines de los 90 hubiera sido necesario bajar los salarios nominales, lo que es muchísimo más doloroso, como se ve en Europa con el euro. La resistencia al ajuste en los 90 se “resolvía” con más deuda y en la Argentina actual, con más inflación.

Para poder pelearse con los sindicalistas con públicos reclamos de la Presidenta por sueldos menores que la inflación, o sea, bajar el consumo de los votantes, pero al mismo tiempo seguir siendo nacional y popular, hay que equilibrar la percepción general con medidas de signo contrario, como nacionalizar la mayoría de YPF o potenciar el papel de Moreno como cuco de los ricos, dándole cada vez más protagonismo. El viaje presidencial a Angola es un gesto de apoyo a Moreno. En Angola se habla portugués, una ventaja para un secretario de Comercio que acumula responsabilidades internacionales sin tener un inglés perfeccionado.

Una metáfora automovilística puede resultar más clara: después de la aceleración forzada de la economía tras un año electoral, era necesario que el auto entrara a boxes, y el momento lógico es inmediatamente después de obtener el 54% de los votos. Se lo enfriaba o explotaba el motor.

Lo que confirma que los kirchneristas en materia económica se hacen los locos pero no lo son tanto, lo que no quita que sean incompetentes en varias áreas. Es exagerado atribuir tanto lo bueno como lo malo de la economía a que haya un cambio de paradigma. Lo que hay es más o menos dinero para ejecutar diferentes paradigmas o grados de él.

El kirchnerismo trata tanto de colocarse lo más a la izquierda posible para que no exista una alternativa progresista más numerosa, como de mantenerse en el centro para no perder a la clase media, dividiendo y dejando exhausta a la oposición.

Una carrera alocada de precios y salarios que espiralizara la inflación tendría consecuencias electorales terminales para el Frente para la Victoria. Por eso, la Presidenta se viste de Chávez al nacionalizar pero de Angela Merkel para disciplinar a los sindicalistas y a los gobernadores. Eso es peronismo puro.

© Escrito por Jorge Fonevecchia y publicado en el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 19 de Mayo de 2012.