La vida es un tablero de ajedrez en donde los cuadros blancos son los días y los cuadros negros son las noches... Nosotros, somos las piezas que vamos de aquí para allá para caer al final en el cuadro de la nada... De Alguna Manera... Una Alternativa…
Me tiembla la mano y me cuesta escribir. La mueca es de
bronca y de tristeza. Se me vienen todos los momentos que viví junto a tu lado
en mi vida. Descensos, goleadas en contra, idas de jugadores, de técnicos,
lluvia, granizo, provincias, países. Quién hubiera dicho que íbamos a llegar
hasta acá. Quién hubiera visto en el horizonte, una pequeña luz entre tanta
oscuridad penando en una categoría que nos quedaba chica y contra rivales que
ni tenían estadio con gradas. Quién y me repito quién podría haber adivinado
que íbamos a jugar una final de Copa Sudamericana.
Ciento veinte minutos. Una guerra. Una batalla que tuvo a
protagonistas que dejaron la sangre y más, que murieron de pie, que cayeron
rendidos por la misma vía por la que hace poco más de un año, conseguían
un título en San Juan. No hay más. Las medias bajas, el sudor corriendo por la
frente, las piernas agotadas pero el corazón intacto. Desde aquella pelota a
los diez segundos de juego, dónde Ramón Ábila apretó a Robinson Zapata y
tuvo la chance de abrir el marcador hasta el último minuto del alargue, en el
que exhaustos, los Quemeros forzaron los tiros del punto penal.
De fútbol, estas palabras tendrán poco. Huracán no
aprovechó la rapidez de Cristian Espinoza, no pudo quebrar la defensa rival y
no supo cómo doblegar a un rival también deslucido, que no mostró mejores armas
y que exhibió muchos errores que hubieran concluido en otro final. Los penales,
otra historia y para qué rememorar.
Para finalizar, el sentimiento puro. La sensación de
insatisfacción, de enojo pero no de remordimiento. No habrá ni un reproche, ni
un reclamo. Sólo queda el dulce sabor del veneno que me quema por dentro. Este
veneno que me mata, día a día pero que por favor no nos saquen nunca. El veneno
que corre como el orgullo que siento, gracias a mi viejo, el orgullo de ser
hincha de Huracán.
Independiente Santa Fe (Colombia): 0
Robinson Zapata; Almir Soto, Yerri Mina, Francisco Meza,
Leyvin Balanta; Baldomero Perlaza, Jeison Gordillo, Sebastián Salazar; Luis
Manuel Seijas; Wilson Morelo y Daniel Angulo. DT: Gerardo
Pelusso.
Huracán: 0
Marcos Díaz, José San Román, Federico Mancinelli, Martín
Nervo, Luciano Balbi, Federico Vismara, Mauro Bogado, Daniel Montenegro, Patricio
Toranzo, Cristian Espinoza y Ramón Ábila. DT: Eduardo
Domínguez
Penales:
Convirtieron Pérez, Seijas y Balanta para Independiente. En Huracán marcó
Mancinelli y fallaron Bogado, Nervo y Toranzo.
Mauricio Macri juró como presidente de todos los argentinos. Luego de
participar esta mañana en la asunción de María Eugenia Vidal en la provincia de
Buenos Aires, el presidente electo se dirigió a su casa para prepararse para su
propio acto.
Macri partió rumbo al Congreso de la Nación junto a su esposa, Juliana
Awada, a las 11:00 hs. Una vez en el recinto, el acto de asunción inició a las
11:45. Luego de dar un discurso de 30 minutos en el que llamó a la unidad
nacional, agradeciendo a sus contrincantes en la campaña: Sergio Massa, Daniel
Scioli, Margarita Stolbizer, Adolfo Rodríguez Saá y Nicolás Del Caño.
Dado que la ex mandataria Cristina Fernández de Kirchner dio la orden al
bloque del Frente Para la Victoria de no presentarse en la asunción, casi un
tercio de los asientos del recinto estuvieron vacíos.
Luego de jurar ante la Asamblea Legislativa, el presidente electo partió
rumbo a la Casa Rosada donde recibió los atributos de parte de Federico Pinedo,
ya que la ex Presidenta no quiso asistir a la ceremonia.
Posteriormente se dirigió junto a su mujer Juliana Awada, su hija Antonia y
la vicepresidenta de la Nación, Gabriela Michetti al balcón para hablar desde
allí a la multitud congregada en la Plaza de Mayo.
“Parece que fue ayer cuando nos animamos a soñar que los argentinos
merecíamos vivir mejor y hoy estamos acá a punto de empezar una etapa
maravillosa de nuestro país” afirmó entre cantos de los presentes de ‘sí se
puede’.
“Prometo siempre decirles la verdad, siempre ser sincero y mostrarles
cuáles son los problemas porque sé que ustedes son suficientemente capaces e
inteligentes para trabajarlo juntos y resolverlo. Gracias por acompañarnos pero
más les quiero agradecer porque tenemos que seguir juntos, esta argentina la
construimos todos juntos”, manifestó con euforia.
Macri se animó a bromear tras varios cantos de las personas congregadas en
el lugar: “Estoy complicado para bailar con la banda, hasta que no empiece la
música”. “Crean en ustedes mismos porque yo estoy hoy acá porque creo en
ustedes”, dijo tras lo cual realizó un pequeño baile hula-hula.
“Un beso grande para todos, los amo, amo este país, los amo a todos
ustedes. Gracias, gracias, gracias, gracias. gracias”, finalizó en tono
futbolero. Al culminar su discursó, el jefe de Estado se sacó la banda
presidencial para realizar unos pasos de baile ante la multitud.
Luego, a las 19 horas, dará jura a los futuros integrantes del Gabinete de
la Nación, acto que durará hora y media.
Finalmente, el presidente de la Nación asistirá a una función especial en
el Teatro Colón a las 21:30 y luego ofrecerá, junto a la Primera dama, una
recepción a los los asistentes, concluyendo así su primer día en actividad.
“Es
un lenguaje sonoro donde convergen años de historia”...
“Estéticamente la polca paraguaya siguió por su
lado y el chamamé se definió por otro, pero quedó una lengua compartida.”
Imagen: Sandra Cartasso.
Para
el Chango, el género que lo hizo célebre abarca mucho más que los sonidos del
acordeón. Para este concierto unirá esfuerzos con Las Hermanas Vera de
Corrientes, Los Hermanos Núñez de Misiones y Emiliano López, un pequeño
virtuoso del instrumento.
Chamamé, tradición. El nombre,
concreto y certero, define el nuevo gesto que Chango Spasiuk ha dado en una
prolífica, brillante carrera, que lo ha llevado a expandirse hasta abarcar los
más disímiles públicos y escenarios del mundo. Siempre con un punto de partida,
que es este al cual ahora regresa: aquel en el que todo empezó, la raíz de este
sonido que tiene nombres fundadores como los de Tránsito Cocomarola, Ernesto
Montiel, Tarragó Ros, Isaco Abitbol, entre otros. Para apuntar a ese Chamamé,
tradición, el acordeonista y compositor se rodeó de los sonidos y colores que
admira dentro de esa raíz primera, puestos a sonar hoy: Las Hermanas Vera de
Corrientes, Los Hermanos Núñez de Misiones, el pequeño Emiliano López de Buenos
Aires pero de herencia provinciana. Y junto a su septeto –un seleccionado de
talentosos en el que forman Marcos Villalba en cajón, percusión, guitarra y
voz, Diego Arolfo y Sebastián Villalba en guitarra y voz, Pablo Farhat en
violín, Alfredo Bogarín en guitarra, Heleng de Jong en cello y Juan Pablo
Navarro en contrabajo– mostrará este Chamamé y esta Tradición hoy a las 21.30
en el teatro Opera (Corrientes 860).
“El chamamé no es solamente
una música folclórica que se toca y baila en el nordeste de la Argentina, es un
lenguaje sonoro donde convergen trescientos años de historia”, advierte Spasiuk
en la presentación. “Un mundo sonoro sumamente complejo y misterioso en donde
se funden muchos elementos, desde el encuentro de los jesuitas con el pueblo
originario de los guaraníes, región de mestizos, criollos, afros, inmigrantes
de Europa y su acordeón”, define. Este es, dice, “el lenguaje sobre el cual estamos
parados, que amamos, respetamos, nos expresamos a través de él y nos expresa.
Lenguaje de infinitos rostros que tiene una vigencia contundente y una
inagotable transmisión oral, generación tras generación”.
Este gesto de Spasiuk parece a
priori el opuesto a aquel que quedó registrado en un disco y DVD en vivo
grabado en el Colón, explorando los bordes entre lo popular y lo académico,
junto a su sexteto, Rafael Gíntoli, Popi Spatocco y el Ensamble Estación Buenos
Aires. Fue precisamente ahí, dice ahora Spasiuk, en el final de esa
exploración, donde surgió este retorno hacia el inicio: “Cuando termina el DVD
del Colón yo digo: ¿por dónde tendría que seguir con todo esto? ¿Qué podría
hacer yo después de esto? Como una reflexión en voz alta. Y casi premonitoriamente
estaba diciéndome: bueno, tal vez debería volver al principio, al inicio, al
ABC”, evoca ahora el músico.
Así que, cuando fue invitado a
dar un concierto en la Ballena Azul, la sala más importante del Centro Cultural
Kirchner –una presentación que se concretó en septiembre pasado– lo primero que
apareció fue aquello que sonó como una premonición. “Entonces uní un montón de
piezas sueltas, acontecimientos que había vivido a lo largo de estos últimos
tres años: que me había cruzado con las Hermanas Vera en el Festival del
Chamamé, con Emilianito López en la fiesta del Taninero, en Puerto Tirol,
Chaco, que de vez en cuando me venía encontrando con los Hermanos Núñez y
hacíamos un toque, porque habíamos trabajado mucho juntos cuando hice Tarefero
de mis pagos”, enumera el misionero.
“De golpe sentí que se había
cerrado una etapa y que tenía que proponer otra cosa. ¿Qué otra cosa? La
tradición. Y junté a todos estos exponentes que tienen que ver con lo que a mí
me gusta de la tradición”, recuerda. Esa misma juntada que con tanto entusiasmo
se celebró en el CCK, volverá a suceder ahora en el escenario del Opera. Como
en una fiesta de patio de provincia, los sonidos y los clásicos chamameceros
sonarán, esta vez a cargo de grandes intérpretes.
–Dice
que está tocando con artistas que representan diferentes expresiones de la
tradición. ¿Cuáles, en cada caso?
–Los Núñez tienen esa fuerza
de bandoneón y guitarra, que representa una parte importante de la tradición
del chamamé. Las Vera son la voz de chamamé, y además tienen algo muy
particular, cantan en los dos idiomas, en guaraní y castellano. Y Emiliano, la
transmisión ininterrumpida de la tradición oral del chamamé. Él es hijo de
provincianos, pero nacido en el conurbano, y de alguna manera ha recibido todo ese
conocimiento familiar, como si hubiese nacido allá. Tiene que ver con el futuro
del chamamé, que está en esos hijos de provincianos que han nacido en Buenos
Aires y que reciben una tradición, la tienen totalmente incorporada, pero
tienen una visión y una búsqueda de conocimiento que hace al futuro, ese rol
estético del chamamé. Me parece importante que en el rompecabezas de mi mirada
de la tradición del chamamé, estén todos estos elementos. Igual no alcanzo a
mostrar todos, ¡necesitás un concierto interminable para pasar por toda la
tradición del chamamé! Es como hacer una comida con los ingredientes que más te
gustan.
–Que
parecen muy pensados. ¿Es también una manera de sentar postura sobre esa
tradición?
–Nada es al azar, todo está
absolutamente pensado. Primero porque son piezas que a mí me parecen
importantes, y por sobre todas las cosas, me gustan. Hay un montón de mujeres
cantando, un montón de dúos, un montón de bandoneonistas, bueno, a mí me gustan
estos colores particularmente. Este es mi concepto, es mi manera de entender la
tradición. No es la única, por supuesto, y la suma de todos esos conceptos
posiblemente llegue a una visión más objetiva. Esta es mi elección estética y
mi elección de repertorio. Me encanta cómo Emiliano toca el acordeón verdulera,
entonces le pedí: toquemos chamamés como “La colonia”, compuestos en acordeón
verdulera diatónica. Inclusive arranco yo tocando con ese acordeón de ocho
bajos, porque es el inicio de las primeras composiciones de chamamé
tradicional. No es mi instrumento más fluido, pero así arranco, después sigue
Emiliano y yo me paso a mi acordeón. Todo está muy pensado y apunta a destacar
la parte de la tradición que a mí me moviliza.
–Sorprende
la capacidad técnica de Emiliano López, siendo tan pequeño. ¿Cómo lo conoció?
–Hace mucho, en Puerto Tirol.
Uno está acostumbrado a ver en YouTube la niña china que toca el violín,
¡pareciera que solamente están en China los niños virtuosos! Y de golpe, en
cualquier festival, ves un niño que te llena la cara de notas y que toca cosas
sumamente complejas, con mucha naturalidad. Eso me pasó con Emilianito, y he
visto a muchos chicos que me sorprendieron con el acordeón, en particular los
alumnos de Tilo Escobar.
–Se
mueve con naturalidad desde la tradición hasta expandirse a otros colores y
sonidos. ¿Es algo buscado?
–Quien busca un desarrollo
estético de algo es alguien que está profundamente enamorado de la tradición.
No es algo antagónico: quien quiere ser contemporáneo y desarrollar su propia
estética no va nunca contra la tradición. Al contrario, está parado sobre esa
tradición, tiene un profundo respeto, está totalmente enamorado, pero no puede
evitar dar su propia voz dentro de esa tradición. Por eso en cualquier
concierto no me genera ningún conflicto volver a Cocomarola o Isaco Abitbol, no
es que digo “ahora tengo que desprogramar mi cabeza y volver a programarme para
tocar lo tradicional”. Porque lo contemporáneo que estoy haciendo, está parado
sobre la tradición. Por eso el pasaje es espontáneo y sin conflictos. Sólo que
hay proyectos, momentos, espacios y en cada uno tratás de elegir lo que creés
que tenés ganas de hacer o sentís que hay que decir.
–Pero
no sólo van a verlo los chamameceros. ¿Qué cree que convoca a los que no son
seguidores de ese folklore?
–Para los que conocemos el
chamamé, es un cóctel poderoso, y para los que no lo conocen, es un buen lugar
para entender todas las variables dentro de la tradición. Inclusive las
influencias, los límites, porque uno no puede negar que la construcción de lo
que llamamos tradición hay muchos elementos, como la hermandad con el Paraguay,
y ahí aparecen las Hermanas Vera cantando “Mocoy Guiraí”. Y uno puede ver cómo
después del 1900, estéticamente la polca paraguaya siguió por su lado y el
chamamé se definió por otro lado, pero quedó una lengua compartida. Cuando
hablás de tradición no es que decís: soy esto y me alejo de lo que me rodea.
Cuando yo hablo de tradición, al revés, busco todos los vasos comunicantes que
hay con las fronteras. Por más que seas chamamecero, cuando escuchás algo como
el canto llorado del Paraguay –el “puraheí jaheó”–, de inmediato te toca
intensamente.
–
¿Tiene idea entonces de cómo se compone su público, más allá del estrictamente
chamamecero?
–Supongo que es muy amplio,
hay gente a la que le gusta el chamamé, a otra le gustará el acordeón, a otros
el folklore, a otros la música, a otros el jazz y la improvisación que se da
dentro de ese tipo de estética... hay de todo. Pero yo no estoy viendo quién es
el que viene y el que no viene, ¡no me da la cabeza para estar escaneando todo!
(risas). Apenas me da para llevar adelante mis proyectos artesanalmente, y
tratar de hacerlos lo mejor posible. El estudio del mercado
me excede.
–
¿Cómo evalúa, con el paso del tiempo, el concierto que dio en el Colón?
–De algún modo me parece
natural haber llegado al Colón, porque desde Tarefero de mis pagos hasta
entonces, mi música se volvió cada vez más camarística. Si me hubiesen invitado
en la época de Chamamé crudo, a fines de los 90, principios del 2000, hubiese sido
más raro, tocando con batería y todo eléctrico. Pero después yo empecé con un
proceso camarístico, las percusiones, el contrabajo, cada vez más acústico,
hasta llegar a Pynandí, Los descalzos. Así que cuando llegamos al Colón, no
modificamos nada. No necesitamos montar sonido, estábamos acostumbrados a tocar
acústico, entonces era natural tocar en ese escenario, no es que tuvimos que
adaptarnos a esa sala. La sala era la caja de resonancia perfecta para el
momento al cual había llegado.
–
¿Y lo vivió como “haber llegado a”, o como un escenario más en el cual su
música y el chamamé pueden expresarse?
–Es que uno no puede negar que
hay algo simbólico, por la histórica marginación sobre el género, y esos
aspectos están a la hora en que subís a tocar. Entonces sentís ese plus, eso
pesa. Decís: qué bello momento, qué lindo que es compartir esta música en este
contexto, que venga gente a este teatro por primera vez, a conocer su propia
sala. Se dan un montón de cosas que, cuando estás ahí, no estás señalando con
el dedo, pero sabés que mientras estás tocando, todo eso está ahí, y lo vuelve
más interesante y más intenso. Por suerte pudimos grabar ese disco.
–
¿Y qué encontró cuando escuchó esa grabación en vivo, después de un concierto
tan especial?
–Me encanta el sonido, el
audio que me devolvió el teatro es increíble. De todos los discos, este es el
que más me gusta mi sonido de acordeón. Las reverb que hay en el disco, es la
sala del teatro. Cuando grabás tenés los micrófonos que están tomando los
instrumentos, y además en el techo, colgados, otro montón de micrófonos, que
toman la sala. Y después cuando volcás todo eso en la mesa de audio, decís:
vamos a escuchar la sala. Abrís esos micrófonos y ahí están todos esos
armónicos, toda esa reverb natural del teatro, es súper linda. Haber vivido ese
concierto y haber podido guardar y mostrar esa grabación es una de las cosas
lindas que puede hacer en la música.
Carta de
despedida de Mario Markic a la Presidenta...
Señora
Presidenta:
Pase lo que pase
el domingo, estamos a horas del comienzo de su inevitable y acaso tan temida
despedida del poder. Pase lo que pase, el domingo o será uno consagrado por el
voto de los argentinos, o habrá que elegir entre dos opciones unos días más
tarde pero todo está allí, a la vuelta de la esquina.
O sea,
Presidenta, ya aparece el otro. Será una bisagra histórica. Recuerde que usted
lleva casi ocho años ejerciendo el poder, "empoderada", como le gusta
decir. Y por eso, nos imaginamos claramente su tristeza por estas horas frente
al hecho consumado: la certeza de la ausencia de poder.
Usted señora,
mostró en un tweet algo así como que lo que se viene es el fin del principio.
Siempre fue rápida de reflejos señora, como para que nadie le diga 'esto es el
principio del fin y bla, bla... Y está bien, y era lo esperable, confrontativa
hasta el fin, siempre redoblando la apuesta.
Como cuando en
aquel acto en Rosario frente al monumento a la Bandera Nacional usted dijo sin
decir, pero todos lo entendimos, aquel propósito: el más antirrepublicano que
se recuerde, por lo menos de un gobernante civil.
Y ese
"vamos por todo" estruendoso fue, aunque todo puede discutirse, el
principio del fin. Porque, señora, no pudo con todo. De hecho debe ser raro
para usted sentir que no está en el lugar de los candidatos ahora, que no
compite.
Esta vez, si o
si señora Presidenta, se tiene que ir. Y lo que son las cosas: ahí lo tendrá a
Massa compitiendo por la banda y el bastón. El mismo que le cerró la puerta a
su propósito de reelección.
Y estará Scioli,
el hombre paciente al que usted humilló sin contemplaciones. Y usted sabe, lo
sospecha, lo malicia: si gana y si aflora su gen peronista de la auto preservación
es muy probable que, más temprano que tarde, la deje de lado, se olvide de usted.
Que la traicione, en una palabra.
Y Macri, que
viene desde otro palo y otra condición, y que empezó su aventura política desde
la capital Federal: imagine si fuera él el elegido. Por eso, se viene el largo
adiós, la melancólica retirada. Porque así de ingrata es la cosa: usted, señora
Presidenta, a partir del 11 de diciembre volverá a ser una persona común y
corriente. Una ciudadana más de a pie.
O sea, no habrá
Tango 01 a su disposición, tanto como para ir a buscar a su hijo o a su hija en
cualquier momento que quiera hacerlo, o llevar a bordo los regalos para su
pequeño nieto.
¿Se acuerda que
hasta se rompió la cabeza precisamente cuando estaba en esos menesteres
domésticos? Porque si quiere hacerlo deberá pagar su pasaje como cualquiera de
nosotros. Y podrá viajar gratis, claro, si acumula millaje como cualquiera de
nosotros.
¿Cuánto de
difícil será acostumbrarse a ser una ciudadana común? No la primera ciudadana,
sino una entre tantas. Y extrañará seguramente que nadie esté obligado a
escuchar lo que piensa sobre política, economía, deporte y sus vidas pasadas.
Con seguridad
señora Presidenta, ahora que tiene la certeza de que comienza su melancólico
retiro de la escena, sabe que ya no habrá cámaras que registren sus alegres
pasos de baile, que acaso sigan, pero con la salvedad de que quedarán
reservados para la intimidad de las fiestas familiares.
O para Bailando
por un sueño: experiencia acumula. Porque aquel baile de los días felices
traspasó las fronteras. ¿Se acuerda de Angola y del tractor de Moreno? Ya nadie
se acuerda de Angola. Y cualquiera podrá imaginarse que recordará con infinita
nostalgia esos discursos que estaban obligados a seguir millones de argentinos
y que calurosamente aplaudían sus fieles acólitos entre el agitar de las banderas
en la Casa Rosada y las desentonaciones jingleras de Ignacio Copani.
¿Quién usará, si
así lo decide, -¿por algo será presidente no?- su balcón señora? ¿Y qué pasará
con el Salón de las Mujeres? Imagine que el próximo inquilino, con todo derecho
por otra parte, lo deje de lado. Y peor aún, que a instancias de la primera
dama se haga, por ejemplo, un salón de los estables de la patria para las
cadenas nacionales.
Y ya como algo
pesadillesco que el señor presidente decida terminar con el peregrinaje de
Cristóbal Colón para devolverlo a su emplazamiento original.
Señora
Presidenta, usted sabe que cosas así pasarán por su cabeza cuando deba
despojarse del poder. Y tal vez el nuevo presidente decida cambiar el protocolo
también y "ellos y ellas" o el "para todos y para todas"
sea dejado olímpicamente de lado.
Y acaso en poco
tiempo más, porque en Argentina el olvido no necesita tiempo, ya los slogans
que acompañaron sus años de gestión como "tenemos patria", "no
fue magia", "ni un paso atrás"; y sobretodo el temerario y
agresivo "vamos por todo", tan poco digno de usted señora, pasen al
limbo de las cosas descartables.
No podrá ya
modelar ni formatear la vida ni la conducta de los argentinos. Podrá cambiar
cosas en su vida o cercanas a usted, elegir también cambiar cosas en su lugar
en el mundo, en el lugar que elija para vivir, tal vez pueda incidir en el
dibujo de su jardín. Pero su revolución tendrá los límites de su vereda.
Porque señora,
usted volverá a ser una persona común y silvestre, como se dice.
Y como pasaron
al olvido cosas de Alfonsín y de Menem, uno se pregunta, y tal vez usted ya
empezó a hacerlo, ¿qué pasará con Tecnópolis, nuestra feria tecnológica
permanente? ¿Y con Zamba, el personaje para niños con su particular visión de
la historia argentina totalmente repartida entre héroes y villanos, cipayos y
patriotas, blancos o negros, buenos y malos? Visión que se parece tanto a su
propio modo de entender la vida.
¿Y 678, el club
de los amigos de la revolución nacional y popular seguirá en la misma pantalla
o buscará refugio en las pantallas de los empresarios amigos? ¿Seguirá carta
abierta exaltando las acciones de su gobierno? ¿O se encolumnarán como buenos
soldados militantes con el mismo fervor de los que cambian de creencia
religiosa de un día para otro?
Por ahora no
señora, las tropas son leales. Ahí apareció Horacio González, el de la
Biblioteca Nacional, diciendo que ellos van a votar a Scioli desgarrados, pero
lo van a votar. ¿Y con Milani no estaban desgarrados-? ¿Y con Boudou tampoco
estaban desgarrados? ¿Y con Jaime?
Usted se
preguntará qué destino le espera a la Secretaría de Coordinación Estratégica
para el Pensamiento Nacional -¿qué titulazo no?- que capitanea el intelectual
del modelo Ricardo Forster.
¿Qué harán los
artistas militantes frente a su inevitable ausencia? ¿Irán en busca de un nuevo
productor? La palabra clave del tiempo que se avecina es "ex". Usted
señora, será una ex con todo lo que ello significa y connota porque el poder
será de otro.
Será inevitable,
pero así son las cosas del poder: almíbar y amargura. Como "ex" usted
vivirá de recuerdos. Y en esa caravana desfilarán los fastos del Bicentenario.
¿Se acuerda de la Vuelta de Obligado y de todos los actos militantes perfectamente
armaditos como una gran película de Hollywood?
Y regresará
también el recuerdo del regreso triunfal de la Fragata Libertad a Mar del
Plata, y de su repentina amistad con el odiado Jorge Bergoglio.
Y toda esta
película no es el principio del fin, pero tampoco es el principio de algo que
continuará en el tiempo tal como usted lo dejó.
Señora: tampoco
nos vamos a pasar la vida hablando de los buitres habiendo otros pájaros tan
bonitos para ver.
No hay a la
vista "Cristina parte 2". Todo se olvida rápido por aquí ¿Vio? Y
volver al llano a algunos les cuesta mucho más que a otros. Depende de cómo se
haya ejercido el poder.
Con toda
humildad, no quisiera estar en sus zapatos señora Presidenta...