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domingo, 5 de septiembre de 2021

El extraño caso del Ministro Quirós… @dealgunamaneraok...

El extraño caso del ministro Quirós…

Fuente: Instagram.

Único con barbijo. Su corrección extrema lo hace políticamente incorrecto. En el programa de Mirtha, mostró su estilo antigrieta: se negó a confirmar hechos que desconocía, rechazó teorías conspirativas, no adjetivó, aportó datos y evitó profundizar la polarización.

© Escrito el sábado 03/09/2012 por Gustavo Calvo y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


Fernán Quirós es políticamente incorrecto. Incorrecto en el contexto de un país en donde los políticos son capaces de decir cualquier cosa para dañar al adversario. E incorrecto porque en plena campaña no es común que los dirigentes logren mantenerse al margen de la vorágine mediática que les exige frases contundentes en lugar de racionalidad e información.

 

Mesa incómoda. Un ejemplo de lo atípico que es el ministro de Salud de la Ciudad de Buenos Aires ocurrió el sábado anterior, en el programa de Mirtha Legrand. Quirós era el único funcionario presente. El resto de los comensales (Baby Etchecopar, Jonatan Viale, Pampita y la conductora) compartió durante toda la cena sus cuestionamientos al Gobierno y elogios al propio Quirós.

 

Otros opositores se hubieran regodeado con cada crítica al oficialismo para aprovecharla en beneficio propio o de su espacio. Este hombre, no. De hecho habló poco, se limitó a aclarar dudas sobre la pandemia y a aportar datos concretos. Se negó a dar por cierto, hechos que desconocía y evitó sumarse a teorías conspirativas sobre el origen del virus o a “los millones de muertos” que habría ocasionado el desmanejo del Gobierno.

 

Es esa corrección extrema la que lo vuelve políticamente incorrecto.

 

Cuando dijo en el programa que sobre la experiencia de la pandemia se requiere “construir el futuro, no olvidar y aprender de lo que ocurrió”, le reprocharon que no se podía hacer “borrón y cuenta nueva”. Cuando se afirmó que hubo negociados entre el Gobierno y Hugo Sigman, dueño del laboratorio Mabxience donde se elabora el principio activo de la vacuna AstraZeneca, aclaró que “la producción de Mabxience es muy buena, la limitación está en el fraccionado y envasado final en México”. Prefirió no contestar cuando Mirtha le preguntó “cuántas vacunas se robaron”. Cuando lo interrogaron sobre el Olivosgate, evitó compartir los calificativos del resto y se limitó a responder sobre “el valor de la palabra en el momento de gestionar una pandemia”. Frente a las duras acusaciones de la mesa a Ginés González García, solo dijo: “Es un gran constructor de equipos” y elogió su tarea en Isalud, la universidad fundada por el ex ministro. Y cuando respondió “realmente no tengo información” sobre irregularidades en la compra de vacunas, la conductora le preguntó si ocultaba algo.

 

Lo que hizo en ese programa es lo que hace ante cada entrevista. Y no se trata de que Quirós no sea crítico con el Gobierno. Se trata de que su estilo no resulta amigable para la grieta: no insulta, no grita, no se deja llevar por la opinión predominante en un debate, reconoce no saber cuándo no sabe, evita adjetivaciones, privilegia la información y acepta convivir con la incertidumbre que significa la pandemia.

 

No cree que se trate de malos políticos y de vacuidad mediática, sino de algo que anida en la sociedad.

 

Chico-delivery. Hace meses que estaba tentado a escribir sobre Quirós. Me inhibía el hecho de ser simplemente elogioso con un funcionario. Solo lo conocía por lo que veía y por un par de Zoom mediante los que les explicaba a las redacciones acerca del Covid.

 

Pero creo que entender quién es y qué piensa el hombre al que esta pandemia hizo célebre daría pistas para salir de esta polarización tóxica que nos impide convivir y crecer.

 

Fernán González Bernaldo de Quirós es el anteúltimo de diez hermanos. Su padre llegó de Galicia (como su abuelo almacenero) y, obligado a trabajar desde joven, se recibió de médico a los 30 años. La madre de Quirós era enfermera, hija de asturianos. De ahí viene, de una familia de clase media de Olivos a la que nunca le faltó ni le sobró demasiado.

 

La primaria la cursó en el Normal 8 de La Lucila y la secundaria en el tradicional San Juan el Precursor, de San Isidro, pero no pagó sus estudios por ser el sexto hermano que iba a ese colegio (“Nos hicieron descuento mayorista”).

 

Clase 62, terminó el Servicio Militar en diciembre de 1981: por cuatro meses no combatió en Malvinas. En 1983, mientras estudiaba en la Universidad de Buenos Aires, comenzó a trabajar en Night Service, la primera empresa de delivery del país y él fue un chico-delivery hasta que le robaron la moto. Para seguir estudiando, en tercer año de Medicina empezó a escribir libros para estudiantes. Egresó en 1987 con Medalla de Honor.

 

Además de décadas como docente y como médico del Hospital Italiano, en su CV se destaca una maestría en Dirección de Gobierno y Sistemas de Salud de la Universidad de Cataluña. En el Hospital Italiano creó una unidad gratuita que ofrecía políticas de gestión sanitaria a gobiernos. Allí tuvo un primer contacto con la gestión macrista. En 2015, se le encargó la puesta en valor y construcción de 160 Centros de Atención Primaria de la Salud. En 2019 lo designaron ministro.

 

Tiene una esposa epidemióloga y tres hijos de 25 (trabaja en marketing digital), 17 y 13.

 

Antigrieta. Su pensamiento es la encarnación de la antigrieta. El reconocimiento de décadas de decadencia producto de una incapacidad social para construir una mirada de Nación. No cree que solo se trate de malos políticos que son llevados de las narices por la vacuidad mediática, sino de una sociedad segmentada a la que esos políticos reflejan bien.

Viniendo de la ciencia, comprende que los sistemas de convivencia mutuamente excluyentes impiden aprender del otro. Por eso está convencido de que es imprescindible pasar de esa sociedad segmentada a una sociedad heterogénea en la que se respete y se valore la diversidad.

 

Más que en los políticos, su preocupación está en esta sociedad a la que considera simplista, categórica, etiquetista y dual. Considera que la grieta es ideal para una sociedad adolescente, que es el estadio en el que se tiende a simplificar la vida y se buscan lugares seguros de pertenencia. Los debates frívolos de esta campaña no harían más que reflejar esa suerte de “profundidad tuitera” de la que los políticos son su emergente.

 

Sabe que los sistemas de convivencia excluyentes impiden aprender del otro y crecer. Grieta y sociedad adolescente.

 

Parece optimista, pero no está seguro de si ya existe una mayoría social que esté dispuesta a pasar de la “heterocrítica a la autocrítica”. O sea, pasar del sentimiento autoindulgente de suponerse incomprendida a asumir los errores propios y los aciertos ajenos.

 

Hace un balance negativo del manejo del Gobierno de la pandemia: del bajo testeo y la extensa cuarentena inicial a la falta de una compra diversificada de vacunas desde el primer momento. Aunque cree que manejó bien el tema respiradores, los acuerdos políticos y el acompañamiento a las provincias.

 

Rara avis. Saber que detrás del sobrio experto que desde hace un año y medio explica con precisión los avatares del Covid existe un pensamiento filosófico más profundo, ayuda a entender su manejo mediático de la grieta. Aun ante las audiencias más polarizadas.

 

Desde ese lugar señala que el futuro es, por sobre todo, impredecible, y que por eso no sabe cómo seguirá su carrera en la función pública. Pero está claro que no descarta nada.

 

Hoy es un rara avis dentro de la política argentina. Sin embargo, su alta imagen positiva quizá esté representando el mensaje de racionalidad que una parte cada vez más importante de la sociedad tiene necesidad de escuchar.





miércoles, 14 de octubre de 2020

Internas Salvajes. Promesas olvidadas… @dealgunamanera...

Promesas olvidadas… 

¿Se viene el tercer Fernández? Aníbal Fernández. Dibujo: Pablo Temes

“Conmigo se acabó la grieta”, dijo el Presidente al jurar su cargo. Pero nada de eso ha sucedido. 

© Escrito por Nelson Castro el sábado 10/10/102020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos. 



Se cumplieron ayer diez meses desde el día en que Alberto Fernández juró como presidente de la Nación. “Conmigo se acabó la grieta”, fue la promesa que buscó crear una esperanza.

 

Todo eso se ha perdido. Nada queda. El recurso remanido al que apela el Dr. Fernández es fustigar al mal gobierno de Mauricio Macri. Es lo mismo que hacía Macri cuando equivocadamente creyó que las consecuencias de sus errores se solucionaban echándole la culpa a Cristina Fernández de Kirchner.

 

Mientras tanto los problemas se acumulan, producto de la falta de gestión que no hace más que recalentar la manifiesta incapacidad de gestión del Presidente y de su gabinete.

 

El episodio del voto de apoyo al lapidario informe sobre Venezuela de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos de la ONU –cuya titular es la ex presidenta de Chile Michelle Bachelet– dejó expuesto a los ojos de todos el conflicto interno del Gobierno.


Las voces críticas que desde el cristinismo se hicieron escuchar con altisonancia en contra de la acertada decisión del Presidente expresaron no solo discrepancias, sino también desprecio hacia su persona. La violación a los Derechos Humanos del régimen cívico-militar de Nicolás Maduro es tangible y, por ende, indiscutible. Quien esto escribe lo pudo comprobar in situ el año pasado durante sus dos coberturas en Caracas. 


Persecución y cárcel a los opositores, acoso sistemático y permanente a los periodistas, la violencia criminal de los “colectivos chavistas” –fuerza paramilitar que golpea y mata a mansalva– aplicada a los que se manifiestan contra el gobierno y un estado de persecución que atemoriza, son datos consuetudinarios de esa triste realidad de un país que en la década del 70 supo ser refugio de miles de argentinos perseguidos por la última dictadura militar.

 

“En Venezuela no hay Estado de derecho”, dijo CFK en la intensa entrevista que le hizo Luis Novaresio en septiembre de 2017. No se escuchó en ese entonces que algunas de las voces que salieron a despotricar contra AF hicieran lo mismo con la ex presidenta en funciones.

 

Internas.  No fue el incidente por el voto en la ONU el único episodio de la interna gubernamental. La economía continúa en terapia intensiva y termina siendo rehén de problemas que tienen una raíz política.

 

El oficialismo culpa a los medios por los rumores de cambios en el gabinete, pero los pases de factura salen del interior de la coalición y en especial del ala dura kirchnerista. “El tema no son los nombres, sino el rumbo, no podemos influir demasiado en eso porque entendemos que es potestad del Presidente. Lo que sí puedo asegurar es que la posible remoción de Cafiero es inviable. Es una pieza clave para Alberto”, aseguró un moderado del FdT sobre posibles cambios.

 

El jefe de Gabinete es uno de los señalados por el kirchnerismo duro por su falta de aplomo y autoridad política. “Al finalizar su exposición en el Senado, Cristina se dio vuelta y no lo saludó para evitar la foto”, recordó. Marcela Losardo, la ministra de Justicia, también está en la mira. Desde el kirchnerismo ya la habían tildado de “pecho frío” por no militar las causas que los complican. El último reproche es por su poca o nula capacidad de lobby con la Corte.

 

Quienes la conocen destacan su templanza y sus esfuerzos para no quedar atrapada en la lucha política. Dicen que tiene “lazos suficientes en tribunales” y que, “molesta su independencia funcional”.

 

La que logró críticas unánimes es Sabina Frederic, ministra de Seguridad. Sergio Berni, que reconoció públicamente a CFK como la única jefa del movimiento, le marca la cancha permanentemente. Las críticas llegan también desde el resto del oficialismo. “No tiene experiencia ni la llegada necesaria para manejar temas tan pesados”, es lo más liviano que recibe.

 

Martín Guzmán está consumiendo su escaso capital político. No todo es culpa suya pero está aislado en los temas de la macroeconomía con resultados muy pobres. Las internas con el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, no lo ayudan y no tiene cintura política para tejer alianzas dentro del FdT. Tampoco le importa mucho. “Está solo. Lo banca Alberto. Para colmo en áreas de gobierno que le son claves –como el Ministerio de Producción– tiene una lista de funcionarios camporistas que responden a Kicillof y están más cerca de Cristina”, describe un integrante del FdT.

 

Ante su falta de volumen político, los interlocutores buscan llegar directo al Presidente, que en los últimos diez días comenzó un proceso de acercamiento al empresariado. Desde el massismo venían alertándolo por la radicalización de sus posturas y su alejamiento de la clase media. Massa se lo dijo con toda claridad hace un tiempo en un encuentro en la Quinta de Olivos. El líder del Frente Renovador terminó siendo clave en el regreso a las clases de manera presencial.

 

Un empresario de un sector importante de las pymes aseguró que los gestos de moderación son útiles pero se preguntó: “¿Cómo pretenden que interpretemos esas señales? ¿En los hechos qué va a cambiar? Más que una crisis de poder vemos falta de autoridad y conocimiento del sector para definir un rumbo”.

 

Como muestra de ese zigzag, en medio de la pandemia y de la crisis que desató, la Cámara de Diputados aprobó por amplia mayoría –250 votos– a fines de julio el proyecto de ley que declara la suspensión de los procesos de concursos y quiebras hasta el 31 de marzo de 2021. Para no beneficiar a Vicentin, la Comisión de Legislación General del Senado se reunió de manera remota el martes e introdujo cambios al proyecto que deberá volver a Diputados. El resto de las empresas que necesitan la protección del Estado para no ser ejecutadas deberá esperar. La grieta no es negocio para nadie.

 

En este paisaje de confusión y bruma por el que navega el Gobierno ha reaparecido un personaje: Aníbal Fernández. Las dos reuniones que mantuvo con el Presidente le han devuelto un protagonismo que añoraba. El ex jefe de Gabinete del último tramo del segundo mandato de CFK se está preparando para dejar su irrelevante cargo de interventor en Yacimientos Carboníferos Fiscales y acceder a posiciones de mayor preponderancia dentro del Gobierno. Desde su cercanía lo dicen con todas las letras: “Aníbal vuelve”. “Volvimos para ser mejores”, dijo AF. Otra de sus promesas olvidadas. 

Nelson Castro, Diario Perfil, Alberto Fernández, Cristina Kirchner, Mauricio Macri, Frente de Todos, Pandemia, Coronavirus,




domingo, 13 de septiembre de 2020

Joseph Stiglitz. Las lecciones que ya dejó la pandemia... @dealgunamanera...

Las reglas de Joseph Stiglitz para la economía pos coronavirus...

El mundo pospandémico podría experimentar desigualdades aún mayores a menos que los gobiernos hagan algo", afirma Joseph Stiglitz. Imagen: Leandro Teysseire

El primero Nobel postula que será necesario un programa integral para reducir la desigualdad de ingresos. Aconseja políticas monetarias que se centren en garantizar el pleno empleo. La legislación laboral debe mejorar la protección de los trabajadores porque hoy existe una economía plagada de poder de mercado y explotación.

© Escrito por Joseph Stiglitz (*) el domingo 06/09/2020 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

La Covid-19 no ha sido un virus de igualdad de oportunidades: persigue a las personas con mala salud y aquellas cuya vida diaria las expone a un mayor contacto con los demás. Esto significa que persigue desproporcionadamente a los pobres, especialmente en países pobres y en economías avanzadas como Estados Unidos, donde el acceso a la atención médica no está garantizado. 

Una de las razones por las que Estados Unidos se ha visto afectado por el mayor número de casos y muertes (al menos en el momento de esta publicación) es porque tiene uno de los estándares de salud promedio más pobres de las principales economías desarrolladas, ejemplificado por la baja esperanza de vida (más baja ahora incluso que hace siete años) y los niveles más altos de disparidades en salud.

En todo el mundo existen marcadas diferencias en la forma en que se ha gestionado la pandemia, tanto en lo que respecta al éxito de los países en el mantenimiento de la salud de sus ciudadanos y la economía como en la magnitud de las desigualdades que se muestran. 

Hay muchas razones para estas diferencias: el estado preexistente de la atención médica y las desigualdades en salud; la preparación de un país y la resistencia de la economía; la calidad de la respuesta pública, incluida la confianza en la ciencia y la experiencia; la confianza de los ciudadanos en la orientación del gobierno; y cómo los ciudadanos equilibraron sus “libertades” individuales para hacer lo que quisieran con su respeto por los demás, reconociendo que sus acciones generaban externalidades. Los investigadores pasarán años analizando la importancia de estos varios efectos.

Lecciones

Dos países ilustran las posibles lecciones que surgirán. Si Estados Unidos representa un extremo, quizás Nueva Zelanda represente el otro. Es un país en el que un gobierno competente se basó en la ciencia y la experiencia para tomar decisiones, un país donde existe un alto nivel de solidaridad social (los ciudadanos reconocen que su comportamiento afecta a los demás) y confianza, incluida la confianza en el gobierno. 

Nueva Zelanda ha logrado controlar la enfermedad y está trabajando para reasignar algunos recursos infrautilizados para construir el tipo de economía que debería marcar el mundo pospandémico: una que sea más verde y más basada en el conocimiento, con mayor igualdad, confianza y solidaridad

Desafortunadamente, por muy mala que haya sido la desigualdad antes de la pandemia, y como con tanta fuerza la pandemia ha expuesto las desigualdades en nuestra sociedad, el mundo pospandémico podría experimentar desigualdades aún mayores a menos que los gobiernos hagan algo

La razón es simple: la covid-19 no desaparecerá rápidamente. Y el miedo a otra pandemia persistirá. Ahora es más probable que tanto el sector público como el privado se tomen los riesgos en serio. Y eso significa que ciertas actividades, ciertos bienes y servicios y ciertos procesos de producción se considerarán más riesgosos y costosos. 

Si bien los robots contraen virus, son más fáciles de administrar. Por lo tanto, es probable que los robots, cuando sea posible, al menos al margen, reemplazarán a los humanos. El "zoom" sustituirá, al menos en el margen, a los viajes en avión. 

La pandemia amplía la amenaza de la automatización de los trabajadores de servicios de persona a persona pocos calificados que, hasta ahora, la literatura ha considerado menos afectados, por ejemplo, en educación y salud. Todo esto hará que disminuya la demanda de determinados tipos de mano de obra. Es casi seguro que este cambio aumentará la desigualdad, acelerando, de alguna manera, las tendencias ya vigentes.

Nueva economía, nuevas reglas

La respuesta fácil es acelerar la mejora de las competencias y la formación junto con el cambiante mercado laboral. Pero hay buenas razones para creer que estos pasos por sí solos no serán suficientes. Será necesario un programa integral para reducir la desigualdad de ingresos

El programa debe reconocer primero que el modelo de equilibrio competitivo (mediante el cual los productores maximizan las ganancias, los consumidores maximizan la utilidad y los precios se determinan en mercados competitivos que igualan la oferta y la demanda) que ha dominado el pensamiento de los economistas durante más de un siglo, no proporciona un buen resultado

Esta es la imagen de la economía actual, especialmente cuando se trata de comprender el crecimiento de la desigualdad. Tenemos una economía plagada de poder de mercado y explotación

Debilitamiento de las limitaciones del poder empresarial; minimizar el poder de negociación de los trabajadores; y la erosión de las reglas que gobiernan la explotación de consumidores, prestatarios, estudiantes y trabajadores han sumado juntos para crear una economía de peor desempeño caracterizada por una mayor búsqueda de rentas y una mayor desigualdad.

Necesitamos una reescritura integral de las reglas de la economía

Por ejemplo, necesitamos políticas monetarias que se centren más en garantizar el pleno empleo de todos los grupos y no solo en la inflación; leyes sobre quiebras que estén mejor equilibradas, reemplazando aquellas que se volvieron demasiado favorables a los acreedores y proporcionaron muy poca responsabilidad a los banqueros que participaron en préstamos predatorios; y leyes de gobierno corporativo que reconocen la importancia de todas las partes interesadas, no solo de los accionistas. 

Las reglas que gobiernan la globalización deben hacer algo más que servir a los intereses corporativos; los trabajadores y el medio ambiente deben estar protegidos. La legislación laboral debe mejorar la protección de los trabajadores y brindar un mayor margen para la acción colectiva.

Pero todo esto no creará, al menos a corto plazo, la igualdad y la solidaridad que necesitamos. Tendremos que mejorar no solo la distribución de ingresos en el mercado, sino también la forma en que los redistribuimos. De manera perversa, algunos países con el mayor grado de desigualdad de ingresos del mercado, como Estados Unidos, tienen sistemas tributarios regresivos en los que los que más ganan pagan una proporción menor de sus ingresos en impuestos que los trabajadores que se encuentran más abajo en la escala.

Igualdad

Durante la última década, el FMI ha reconocido la importancia de la igualdad para promover un buen desempeño económico (incluido el crecimiento y la estabilidad). Los mercados por sí mismos no prestan atención a los impactos más amplios que surgen de las decisiones descentralizadas que conducen a un endeudamiento excesivo en moneda extranjera o a una desigualdad excesiva. 

Durante el reinado del neoliberalismo no se prestó atención a cómo las políticas (como la liberalización del mercado de capitales y financieros) contribuyeron a una mayor volatilidad y desigualdad.  O cómo hubo políticas como la jubilación con beneficios definidos, o de pensiones públicas a privadas que llevaron a una mayor inseguridad individual, así como a una mayor volatilidad macroeconómica, al debilitar los estabilizadores automáticos de la economía.

En algunos países, esas reglas alentaron la miopía y las desigualdades, dos características de las sociedades que no han manejado bien la Covid-19. Esos países no estaban adecuadamente preparados para la pandemia: construyeron cadenas de suministro globales que no eran lo suficientemente resistentes. Cuando llegó la covid-19, por ejemplo, las empresas estadounidenses ni siquiera pudieron proporcionar suficientes suministros de cosas simples como máscaras y guantes, y mucho menos productos más complicados como test y respiradores.

La covid-19 ha expuesto y exacerbado las desigualdades entre países al igual que lo ha hecho dentro de los países. Las economías menos desarrolladas tienen peores condiciones de salud, sistemas de salud menos preparados para enfrentar la pandemia y personas que viven en condiciones que las hacen más vulnerables al contagio, y simplemente no tienen los recursos que las economías avanzadas tienen para responder a las consecuencias económicas.

La pandemia no se controlará hasta que se controle en todas partes, y la recesión económica no se dominará hasta que haya una sólida recuperación mundial. Por eso es una cuestión de interés propio, así como una preocupación humanitaria, que las economías desarrolladas proporcionen la asistencia que necesitan las economías en desarrollo y los mercados emergentes. Sin esa asistencia la pandemia mundial persistirá más de lo que lo haría de otro modo, entonces las desigualdades mundiales aumentarán y habrá divergencia mundial.

Si bien el Grupo de los Veinte anunció que utilizaría todos los instrumentos disponibles para brindar este tipo de ayuda, ésta hasta ahora ha sido insuficiente. En particular, no se ha empleado un instrumento utilizado en 2009 y fácilmente disponible: una emisión de 500.000 millones de dólares en derechos especiales de giro (DEG)

Hasta ahora, no se ha podido superar la falta de entusiasmo de Estados Unidos o India. La provisión de DEG sería de enorme ayuda para las economías en desarrollo y los mercados emergentes, sin costo o con un costo mínimo para los contribuyentes de las economías desarrolladas. Sería incluso mejor si esas economías contribuyesen con sus DEG a un fondo fiduciario que las economías en desarrollo utilizarían para hacer frente a las exigencias de la pandemia.

Las reglas del juego afectan no solo el desempeño económico y las desigualdades dentro de los países, sino también entre países, y en este campo las reglas y normas que gobiernan la globalización son centrales. Algunos países parecen estar comprometidos con el "nacionalismo de las vacunas". Otros, como Costa Rica, están haciendo todo lo posible para garantizar que todo el conocimiento relevante para abordar la covid-19 se utilice para todo el mundo, de manera análoga a cómo se actualiza la vacuna contra la influenza cada año.

Deuda

Es probable que la pandemia provoque una serie de crisis de deuda. Varios países tienen más deuda de la que pueden pagar dada la magnitud de la recesión inducida por la pandemia. Los acreedores internacionales, especialmente los acreedores privados, ya deberían saber que no se podrá sacar agua de la piedra. Habrá una reestructuración de la deuda. La única pregunta es si será ordenada o desordenada.

Si bien la pandemia ha revelado las enormes divisiones entre los países del mundo, es probable que la propia pandemia aumente las disparidades dejando cicatrices duraderas, a menos que haya una mayor demostración de solidaridad mundial y nacional

Las instituciones internacionales, como el FMI, han proporcionado un liderazgo global, actuando de manera ejemplar. 

En algunos países también ha habido un liderazgo que les ha permitido abordar la pandemia y sus consecuencias económicas, incluidas las desigualdades que de otro modo habrían surgido. 

Pero por dramáticos que hayan sido los éxitos en algunos lugares, igualmente dramáticos son los fracasos en otros lugares. Y aquellos gobiernos que han fallado internamente han obstaculizado la respuesta global necesaria. 

A medida que la evidencia de los resultados dispares se vuelve clara, ojalá haya un cambio de rumbo 

Es probable que la pandemia nos acompañe durante un tiempo y sus secuelas económicas durante mucho más tiempo. Todavía no es demasiado tarde para un cambio de rumbo, por supuesto.

(*) Profesor en la Universidad de Columbia y premio Nobel de Ciencias Económicas. Este artículo apareció en la edición de septiembre de la revista Finanzas & Desarrollo del Fondo Monetario Internacional.